jueves, 23 de noviembre de 2017

Mamá.

Estoy recogiendo margaritas en el jardín de casa mientras me da el sol. He decidido hacerle un collar de flores a Shasha y una corona de flores a mamá, que está sentada en el comedor, con las ventanas y las puertas abiertas, mirándome mientras garabatea en su iPad o con un bolígrafo en un montón de hojas de papel que tiene desperdigadas por ahí.
               De vez en cuando levanta la vista y nos observa, aunque estamos en buenas manos. Eri se ha sentado en una de las tumbonas de al lado de la piscina a vigilarnos mientras se acaricia la tripita y mira a Eleanor, Tommy y Scott chapotear en el agua de la piscina en la que yo he estado jugando hasta hacía nada: sólo he salido cuando han recogido a Shasha y la han envuelto en una toalla porque se estaba quedando dormida.
               Pero, la mayor parte del tiempo, está concentrada en sus papeles. Sigue haciéndolos bailar de un lado a otro como cuando yo era pequeña. A veces me pregunto si no se aburrirá de estar haciendo siempre lo mismo. Incluso yo termino cansándome cuando Amoke y yo seguimos los mismos juegos durante la misma tarde.
               Papá aparece en escena y yo me lo quedo mirando. Le deja una jarrita de cristal con un zumo de colores encima de la mesa, al alcance de su mano, y le da un beso en la sien. Mamá le sonríe.
               -Gracias, amor-susurra, incorporándose lo justo para darle un beso en los labios. Eri los mira de reojo y luego se acurruca bajo su sombrilla, entrelazando los dedos, con la vista de nuevo en mi hermano y sus  hijos, también saltando a mí.
               -Sólo quiero que sepas-le dice papá a mamá, apartándole el pelo del hombro-, que tienes un marido dispuesto a complacerte.
               Mamá se echa a reír, divertida, siguiendo los dedos que papá desliza por su cuello. Suspira cuando él le da un beso en el rincón en que la mandíbula y el cuello se unen, suelta una risita y cede:
               -Vale.
               -Y, si quieres yacer en nuestro lecho conyugal-le dice al oído, de manera que nadie le oye-, yo te estaré esperando.
               Mamá deja caer un bolígrafo y lo mira, mordiéndose el labio.
               -¿Y ese vocabulario, mi lord?-coquetea, divertida.
               -Estoy releyendo a Shakespeare. Para las clases-responde, besándola en los labios.
               -Mm.
               -Y me apetece hacerte lo que él le hizo a la literatura-añade papá en su oreja, rozando el lóbulo de mamá con sus labios, metiéndole la mano por entre los pantalones.

lunes, 20 de noviembre de 2017

¡Tres!

Me di la vuelta y me pasé una mano por el pelo, mirando en detallas gigantes en que toda la banda se veía reflejada. Después de la última canción que contábamos de forma individual Scott y yo, nos habíamos afanado con otra de los cinco. Chad se inclinó a por un poco de agua que le tendía Diana mientras Layla se paseaba por el borde del escenario, acariciando las manos que tenían la suficiente suerte de llegar a tocarla. Scott se sentó en el borde del escenario y sonrió.
Me lleve el micrófono a la boca y me giré hacia el estadio lleno a rebosar, con sus luces y sus gritos eternos.
-Vale, Nueva York, ¿os importa si dejo que se suba al escenario una pero sonidos muy especial?
El estadio comenzó a vibrar, anticipando lo que venía. Me volví hacia la rampa por la que entrábamos siempre y pedí:
-Liv, ¿quieres venir a decir hola?
Todo el mundo comenzó a chillar mientras las puertas se abrían y Eleanor las atravesaba con mi niña en brazos.
-DAMAS Y CABALLEROS-Scott se levantó de un brinco y vino hacia mí-, OLIVIA TOMLINSON. Ah, y la ganadora de varios Grammys, Eleanor Malik.
Eleanor se echó a reír y me entregó a Olivia, que se pegó a mi hombro y hundió la cara en mi cuello.
-Alguien duerme en el sofá hoy-se burló Chad.
-Papi-susurró Olivia, muerta de vergüenza, mientras yo me paseaba por el escenario con ella en brazos y  me sentaba en los pequeños banquitos de la pasarela del escenario, donde cantábamos las canciones lentas. Le acaricié espalda y le di un beso en la mejilla.
-¿Por qué no les dices hola a todos estos amigos que han venido a verte?-animé mientras le daba la vuelta y la sentaba sobre mis rodillas. Olivia se frotó la cara y agitó la mano.

miércoles, 15 de noviembre de 2017

La soledad de una mente abarrotada.

Es curioso cómo funcionan las cosas del corazón. Decimos que queremos que algo se acabe y luego lo echamos de menos a rabiar. No sabemos vivir sin ello. No sabemos vivir con ello.
Inventamos escenarios para evadirnos de nuestra realidad, adornamos nuestra vida con situaciones que no existen. Creamos personas de la nada para llenar vacíos, y cuando nos toca despedirnos de ellas, el hueco que dejan no es hueco, sino abismo.
Escribimos historias para evadirnos de la realidad. Llenamos el silencio de palabras, pero cuando las palabras se acaban, los dedos se atrofian por el frío, la boca se seca, la lengua deja de moverse o la tinta se agota y ya no puede trazar nada más, el silencio que deviene a continuación es aterrador.
Nos descubrimos sumidos en ensoñaciones. En el bus, al cocinar, antes de irnos a la cama, debajo de las sábanas, a punto de dormir. Nos acurrucamos en silencio, en soledad, esperando a que el frío nos venza. Una mano se cierne sobre nosotros, nos acaricia la cintura; unos labios se posan en nuestra nuca y nos dan las buenas noches.
Estamos acompañados incluso cuando no están allí. Les escuchamos hablar incluso cuando no tienen voz. Se ríen por chistes que nadie ha contado y cosas que nunca, nadie ha hecho.
Las personas que nos quedan nos decepcionan. Porque no son tan fieles como el personaje que te inventaste. No se sientan a tu lado en el sofá ni te consuelan cuando estás triste, tu estado de ánimo no les afecta, no dejan de ver el mundo de color azul sólo porque las nubes se hayan cernido sobre tu cabeza. Están ocupados, no como ellos. Tienen otra vida, no como ellos. Tienen más obligaciones, tienen necesidades, no viven en tu casa, como viven ellos, ni te acompañan a cualquier sitio que vayas; porque no hay dinero, porque no hay tiempo, porque no hay ganas, tres cosas que les sobran a tus personajes.
Y los primeros te condenan al vacío cuando se marchan, te dejan con una sensación de frío y soledad que siempre estuvo ahí, pero ahora está aumentada, porque conoces la amistad, la lealtad, la bondad y el sacrificio, conoces el calor de unos abrazos que has descrito con tanto detalle que incluso los sentiste tú. Conoces el sabor de unos labios que nunca has besado, los matices de una mirada con la que nunca te has cruzado o la melodía de una risa que nunca han oído tus oídos.
Y deberías odiarlos, deberías dejarles marchar, olvidarlos, encerrarlos en un cajón, desterrarlos para siempre, pero no puedes.
Vas a quererles más.
Vas a suplicarles que vuelan.
Les escribirás una y otra vez, en miles de ocasiones, en diferentes escenarios, les darás voz cuando no te planteaste que la tuvieran en el poco tiempo que tuvisteis juntos.
Abrirás el cajón.
Cruzarás el mar que pusiste entre vosotros.
Escribir es la cosa más solitaria del mundo, y, a la vez, la que más compañía te trae.

Porque, ¿quién sabe las cosas que te depararán las teclas, el papel? Incluso un cohete que se aleja de la Tierra puede perseguir las estrellas. 
Imagen por Brandon Woelfel

domingo, 12 de noviembre de 2017

Rocher.

Sé que algo no va del todo bien en el momento en que me despiertan con más mimos de lo normal. Scott lleva nervioso prácticamente toda la semana, preparándose para algo que yo todavía no sé qué es.
               Sospecho que ese día ha llegado.
               El tan temido fin de verano que ya he vivido varias veces.
               Shasha se despereza a nuestro lado, se incorpora un poco y emite un gemido de protesta porque quiere que nos dejen dormir. Algo en mí me dice que no lo vamos a tener tan sencillo hoy.
               Pero yo soy positiva. Me dejo mimar y respondo a los besos con más besos, a las carantoñas con más carantoñas y a los mimos en general con más y más mimos. Mamá me prepara el desayuno canturreando mientras papá nos ayuda a Scott y a mí a vestirnos.
               Me pone una camiseta de algodón que huele genial. A fresas. Me encantan las fresas.
               Y unos pantaloncitos muy cómodos que me llegan por debajo de la rodilla. Me ata los cordones y me da un beso en la frente cuando yo me abalanzo a su cuello.
               Nos comemos los cereales. Shasha lo pone todo perdido con su entusiasmo culinario, tan típico que no sé de dónde lo ha sacado. No ha podido ver cómo yo tiraba la comida de un lado a otro, ¡ella no estaba aquí cuando yo era un bebé!
               Papá me baja de la silla y me da una palmada en el culo para que me ponga en movimiento mientras mamá saca a Shasha de la trona en la que ha estado comiendo, le da un mordisco en la mejilla que arranca una carcajada de su boca, y se la lleva tras nosotros. Nos lavamos los dientes mientras mamá termina de preparar a Shasha.
               Me esfuerzo en no salpicarme con pasta de dientes, y creo que lo hago bastante bien, para demostrarles a papá y Scott que soy mayor.
               Nos marchamos de casa con Scott cargando con su mochila, ese infernal aparato en el que lleva todo lo que necesita para pasar medio día lejos de mí… y nos encaminamos al colegio. Scott se despide de papá y mamá, pero me coge de la mano y se me queda mirando, esperando algo que yo no sé qué es.
               Mamá se inclina y saca de la silla de Shasha, que se está mordisqueando uno de los zapatos que le ha regalado Eri, una pequeña mochila que he usado varias veces cuando nos íbamos de vacaciones. Papá se arrodilla mientras mamá se agacha y se inclina hacia mí. Me alisa la camiseta, me arregla el pelo y me da un beso en la punta de la nariz. Papá me sonríe, infundiéndome ánimos.
               -Es hora de ir al cole-dice, y yo parpadeo y me lo quedo mirando. ¿Qué? No puedo ir al cole. Scott va al cole, yo no.
               Yo me quedo en casa.
               Cuidando de mamá.
               Y de papá.
               Y de Shasha.
               No puedo ir al cole. Tengo que estar con ellos. ¿Y si se vuelven locos?
               Mamá me dedica una cálida sonrisa y me entrega la mochila, que entre papá y Scott me cuelgan de la espalda.
               -¿Por qué?-pregunto, y papa y mamá se miran. Descubro que mamá tiene los ojos brillantes. ¿Está a punto de llorar?
               Mamá no puede llorar.
               No va a llorar, porque yo no voy a ir al cole. Será mejor que Scott entre antes de que le llamen la atención por ser lento.
               -Porque ya eres una niña, y los niños tienen que ir al cole.
               -¿Y qué pasa con Shasha?-espeto, señalándola, y Shasha abre mucho los ojos y nos mira a todos con esos dos discos color café que son tan parecidos a los de papá. No entiende por qué de repente la conversación tiene que versar sobre ella.
               Yo tampoco, la verdad. No sé por qué he hecho eso. No ha estado bien.
               -Shasha se viene a casa con nosotros.

sábado, 4 de noviembre de 2017

blossoming

I've never been with a girl
Whose kisses were so pure
Her lips so soft
And her teeth burning
While she bites my tongue
Our hips connected
And her eyes burning
With such wild desire
I've never met a girl
Who killed me while giving me life
And made me die

While im craving her breath


Once i met a boy
Who felt like a man
His mashood inside of me
Making a goddess of everything that i had
And yet he feels like a child
When he hugs me tight
Or smiles whenever he sees me
Or doesn't wanna kiss goodbye
His hair is the color of the earth
His eyes the purest honey
And i can't help but think that ive been so lonely
All my life away from him
My mother warned me about smiles like his
Don't trust them
Don't like them
Don't live them
I should let him take anything from me
My love my thoughts myself my sin
But how can we be apart
When i'm not me unless i'm his?
I give up my body, my love, myself, my soul
Not because he asks me to
But because thats what i desire
To feel his breath on my neck
His teeth on my ear
His lips on my tongue
His body on mine
Our bodies together
How do i maintain any virtue
When he is all sin
And i've fallen from the sky straight to the devil
This is the type of love they show in movies
Cut with some drama and kill the happily ever after
You just don't have something like this
You don't
You can't
You don't
You can't...
but i do.