domingo, 28 de enero de 2018

Paraíso.

Incluso si no le hubiera identificado por sus pasos, supe que se trataba de Scott en el momento en que abrió la puerta de mi habitación sin llamar previamente. Mamá y papá siempre daban unos golpecitos con los nudillos; mi hermano, no. Supongo que es por eso por lo que yo tampoco llamaba nunca a su puerta, sino que entraba directamente como si fuera la dueña y señora de sus dominios y su vida.
               O como me gustaría ser, por lo menos.
               Fingí que no me había dado cuenta de su presencia y pasé una página de una revista de literatura que papá me había dejado sin prestar atención a las letras que bailaban delante de mis ojos. Estaba aburrida. Y triste.
               La tristeza se estaba evaporando con la presencia de Scott, pero seguía dejando ese poso amargo en el cuello de mi estómago que sólo un buen abrazo y una caricia te puede dar.
               Había llegado el verano y con él todas mis pesadillas se habían ido cumpliendo como si de una lista de deseos de alguien moribundo se tratara. Había dejado de ver mis amigas tan a menudo, echaba terriblemente de menos a Hugo, con quien apenas intercambiaba mensajes una vez a la semana, y eso en el grupo de clase, y, para colmo, Scott había decidido que quería independizarse antes de tiempo. Me habían dejado sola, tanto Hugo, como mis amigas, como mi hermano.
               Acababa de llegar de dormir en casa de Tommy y seguramente viniera a anunciarme que se iba a comer con Ashley, que después se iría a dar una vuelta con sus amigos y, por último, se marcharían de fiesta y no volverían hasta las tantas. Quizá se pasaba por mi habitación para asegurarse de que yo recordara su cara.
               Se acomodó a mi lado en la cama y apoyó una de sus manos al otro lado de mi cintura, colocándose estratégicamente encima de mí, haciendo de barrera para que yo no pudiera escaparme. Se inclinó hacia delante y echó un vistazo al interesantísimo artículo sobre los modismos estadounidenses y su equivalente anglosajón.
               -¿Qué lees?-preguntó, y yo me encogí de hombros.
               -Una de las revistas de papá-pasé una nueva hoja-. Mamá no me deja ir a comprar un libro hasta después de comer. Los he terminado todos-señalé con un gesto de la cabeza mi estantería abarrotada de libros manoseados, y Scott clavó los ojos en ella.
               -¿Quieres que vaya ahora y te coja alguno?
               -No hace falta-negué con la cabeza y pasé una nueva página. Scott me apartó una trenza del hombro y me besó en la piel descubierta por la camiseta de tirantes.
               Me molesta decir que disfruté con ese pequeño gesto de cariño.
               Aunque también he de añadir que más me hubiera molestado que mi hermano no realizara el mínimo intento de camelarme.
               -¿Me has echado de menos?-preguntó, y noté una sonrisa traviesa en su voz.
               -Ya te gustaría-mentí, chasqueando la lengua y negando con la cabeza.
               -Sí, seguro que sí-se burló él-. Fijo que te encanta tener la casa para ti sola. Las noches en silencio. Elegir la peli que te dé la gana y espatarrarte en el sofá.
               -Menuda vidorra habría tenido su fuera hija única-solté, lacerante, y Scott, contra todo pronóstico, se echó a reír.
               -¿Y no crees que te sentirías solísima?-preguntó.
               -¿Qué tal por casa de Tommy?-fue mi modo de responder y sortear el tema porque, sí, me sentiría solísima si fuera hija única. Ya me lo sentía cuando Shasha se iba a la cama al empezar a cabecear en el sofá, cuando las pastillas que le había recetado el médico para el insomnio comenzaban a hacer efecto, así que… imagínate que no hubiera una Duna despertándome para jugar. Imagínate que no hubiera una Shasha con la que ver realities de madrugada, mientras esperábamos a que le diera el sueño.
               Imagínate que no hubiera un Scott que viniera a ganarse mi perdón cuando iba a dormir a casa de Tommy con besos y cosquillas.
               Escuché cómo mi hermano se mordisqueaba el piercing, decidiendo si soltar la bomba o no.
               -Mamá me ha dicho que has dormido en mi cama.

martes, 23 de enero de 2018

Kriptonita.

Empujé a un lado el trozo de queso que me quedaba y continué escarbando, concentrada en la comida y en conseguir todos los ánimos posibles para decirles lo que me llevaba rondando un tiempo la cabeza a mis padres. Mamá y papá charlaban sobre un juicio que ella tenía y la intervención del inicio del procedimiento, con la que papá siempre la ayudaba, mientras Scott escondía disimuladamente el móvil debajo de la mesa para continuar mandándose mensajes con su novia o sus amigos y Shasha se reía con los pobres intentos de Duna de evitar a toda costa los trozos de espárrago repartidos de forma estratégica por la ensalada. 
               -Es que me parece que esa retórica es demasiado fuerte para esta jueza, Zayn…-comentó mamá, metiéndose un trozo de queso en la boca.
               -Nena, si a ti te encanta ir a por todas. No entiendo qué tiene de malo que pongas tus cartas sobre la mesa desde el minuto uno.
               -Estoy sola contra un equipo entero de abogados expertos en emisiones de gases contaminantes.
               -Tú también eres experta en emisión de gases contaminantes.
               -Yo no tengo un equipo de químicos en plantilla como tienen ellos.
               -Es verdad; por eso será más excitante el momento en el que los pisotees-papá esbozó una sonrisa y mamá dejó los cubiertos sobre el plato con un tintineo. Scott dio un disimulado brinco y, del susto, casi tira el móvil al suelo.
               -Zayn-contestó mamá en el tono más parecido a un gimoteo que podía reproducir con nosotros delante. Papá sonrió.
               -Vale, Sher. Si te pones así… puedo echarle otro vistazo al diccionario.
               Mamá le cogió la mano y le acarició los nudillos.
               -Gracias, amor-le plantó un beso en la mejilla y volvió a coger sus cubiertos mientras papá sonreía para sí mismo, susurrando mentalmente un cariñoso lo que necesites.
               Es el momento, Sabrae, me dije, sabedora de que no encontraría un instante mejor. Así que decidí soltarlo sin más.
               -Quiero apuntarme a GAP.
               Toda mi familia se volvió para mirarme, y yo me descubrí agradeciendo a los dioses los pigmentos de mi piel que escondían con más facilidad mi sonrojo. Aunque dudo que a nadie se le escapara la forma en que mis mejillas comenzaron a arder ante su escrutinio.
               Scott frunció el ceño, mordisqueándose el piercing; Shasha se me quedó mirando sin entender; mis padres me observaron como si trataran de descifrar los intrincados procesos mentales que me habían llevado a tomar esa decisión, y Duna… bueno, Duna estaba masticando pan.
               -¿Qué es eso?-quiso saber, más agradecida de que alguien sacara a nuestros padres de sus aburridas conversaciones profesionales que curiosa.
               -No hables con la boca llena, reina-instó mamá.
               -Ejercicios de alta intensidad-explicó Scott, que había visto a gente haciéndolos en el gimnasio, mientras entraba con sus amigos a la cancha de baloncesto que tenían reservada lunes, miércoles y jueves, de seis a siete.

jueves, 11 de enero de 2018

Terivision: El gran showman y Molly's game.

¡Hola, delicia! He decidido empezar bien el año rescatando una sección del blog que tengo abandonadísima. Hoy te traigo no una, sino dos reseñas, de las películas que he visto en el cine en este 2018 (por Dios, ojalá todos los años pintaran así de bien, cinematográficamente hablando).
               La primera de ellas es:

               ¡El Gran Showman, dirigida por Michael Gracey y protagonizada por mi querido, queridísimo, Hugh Jackman! Con fecha de estreno en 2017, cumple los requisitos para acudir a los Oscar, ¡crucemos los dedos!