Mamá sólo me miró cuando dejé el platito con el bizcocho a su lado,
sobre la mesa de cristal del comedor, pero me dedicó una sonrisa de
agradecimiento que también tenía un poco de disculpa por el poco caso que me
había hecho cuando entré en la habitación.
Después de quedarme
toda la mañana en casa, viendo realities
con Shasha y jugando con Duna a conquistar el mundo, me había tirado en la cama
nada más comer y me había dedicado a contemplar el techo. Cada actividad que se
me ocurría para distraerme era desechado por insulso; tenía una cosa muy
concreta en mente y estaba claro que ninguna excusa serviría para distraerme.
Quería ver a Alec.
Incluso cuando bajé a darle unos golpes a mi saco de boxeo, ése que colgaba del
techo en una de las habitaciones que daba al jardín, donde mamá tenía su
esterilla de hacer yoga, no fui capaz de
sacármelo de la cabeza, a pesar de que hacer kick siempre me la despejaba. No podía dejar de pensar en él: se me
había pasado la resaca y lo único que me apetecía era celebrarlo por todo lo
alto con mi chico preferido en el mundo.
Además, estaba el
hecho de que teníamos que hablar sobre lo que había sucedido en Nochevieja, y
la posterior visita de Bey a su cama. Cuando llegué a casa después de que Scott
me obligara a ir a la de Alec para disculparme por mi comportamiento, le envié
un mensaje diciéndole que estaba disponible para hablar de lo que había pasado
cuando él quisiera; que no había prisa, pero que esperaba su respuesta.
Él me abrió
conversación después de que yo me echara una siesta reparadora que me dejó la
cabeza un poco mejor, justo mientras estaba con Shasha mirando ropa por
Internet.
Ya
estoy.
Dime
que no estás enfadada, por favor. Puedo explicártelo.
¿Puedo
mandarte un audio?
Sonreí, mirando la
pantalla, y me salí de la cama de mi hermana, que no protestó. Me dirigí a mi
habitación mientras tecleaba en la pantalla de mi teléfono.
Mejor
te llamo y hablamos
Toqué su foto y le
di al icono del teléfono; Alec no tardó ni un toque en responder.
-¿Hola?-prácticamente
jadeó, sin aliento. Parecía la borde de un colapso nervioso, y tuve que
controlarme para no echarme a reír. Le había asustado de verdad. Quizá debería
haberle aclarado que no le guardaba rencor por lo que había hecho, que no me
parecía mal, que él seguía siendo libre y no tenía por qué reprimirse si algo
le apetecía. Quería ir más en serio con él, quería tener la típica relación tradicional,
pero a la vez no quería sentir que él estaba renunciando a cosas cuando a mí
aún me daba demasiado miedo etiquetarnos como lo que todo el mundo pensaba que
éramos: novios.
-Hola-contesté,
sentándome en mi cama y acariciando las mantas. Alec suspiró.
-¿Estás enfadada,
nena?
-¿Tengo
motivos?-jugué, y miré mi reflejo en el espejo, que tenía una ceja alzada, y me
tapé la boca para que no me escuchara reírme.
-Dios…-bufó él al
otro lado de la línea, y me lo imaginé pasándose una mano por el pelo y
cerrando los ojos, lo cual lanzó una descarga eléctrica que descendió hasta mi
entrepierna-. Vale, si estás enfadada por lo que has visto esta mañana, créeme
que lo siento mucho. Sabes que mi intención no es hacerte daño, y si te ha
parecido mal, te pido perdón.
-¿Con quién
estabas?
-Ya sabes con
quién.
-Sí, pero quiero
que me lo digas.
Me lo imaginé
presionándose el puente de la nariz, cerrando los ojos de nuevo y asintiendo
con la cabeza para darse ánimos.
-Con Bey.
-Ajá-asentí, y no
dije nada más, y él se lo tomó como si acabara de darme una patada en el
estómago.
-Pero, nena, te
juro que no lo hice con la intención de hacerte daño. Simplemente sucedió,
¿vale? No lo planeé. Si te sirve de consuelo, no pude sacarte de la cabeza ni
un segundo. Y mira que es difícil, porque Bey está tremenda…-bromeó, y soltó
una risita, pero luego se quedó callado un segundo, dándose cuenta de que
acababa de meter la pata-. Mierda. No debería haber dicho eso. Perdona, bombón.
No quiero hacerte sentir mal. El caso es… que no se va a repetir. Y que no ha
sido un desliz. Es decir, un poco sí, pero… quiero decir que lo he hecho con
Bey porque sólo podría hacerlo con
Bey. Si hubiera venido cualquier otra chica, por muy buena que estuviera, le
habría dado la vuelta y la habría mandado derechita a su casa. Ya sabes lo que
siento por ti. Tú me importas. Muchísimo. Para mí es primordial que estés bien,
prefiero mil veces que estés contenta a echar yo 50 polvos. Me quedaría con las
ganas de 50 polvos si pudiera garantizarte la felicidad, Sabrae-me hice un
ovillo en la cama mientras le escuchaba, sonriendo-. Joder, me volvería célibe
si fuera el caso.
Alec esperó a que
yo dijera algo, con la esperanza de que fuera a detenerlo, pero no lo hice.