sábado, 23 de septiembre de 2023

Redención.


¡Hola, flor! Sé que no paro de ponerte mensajes diciendo que no va a haber cap durante X días, pero es que quiero asegurarme de que estés sobre aviso por si acaso la semana que viene pasa lo que posiblemente va a pasar: resulta que el domingo que viene tengo el concierto de don Louis William Tomlinson, así que el domingo no habrá cap. Como siempre, te diré que intentaré dejarlo preparado para subirlo otro día (con suerte, el sábado), pero no tengo muchas esperanzas de conseguir sacar el tiempo suficiente para subir algo que merezca la pena tu tiempo, tanto de espera como de lectura, sobre todo porque ¡voy a empezar a trabajar en mi ciudad! Tengo que preparar unas cuantas cosas y tendré las tardes un pelín más ocupadas, así que… ¡crucemos dedos para que saque tiempo!
De todos modos, como siempre, te haré saber algo definitivo en mi Twitter. ¡Un beso, gracias por estar ahí, y que disfrutes del cap!  

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Lo que me molestaba que Bey nos hubiera engañado tan descaradamente para conseguir que cumpliéramos con la planificación del cumpleaños de Tommy me ardía en la boca del estómago de la misma forma en que lo hacían las injusticias que veía en televisión o presenciaba en directo en un entorno en el que no podía defender al oprimido ni tampoco corregirla. Era mi furia justiciera despertando dentro de mí después de meses dormida, en la que la ausencia de Alec y todo lo que le había provocado a mi vida hacían que toda mi esencia se diluyera en una sopa aguada con apenas sabor. Una parte de mí entendía que había puesto el bien común y la sensatez por encima de unos sentimientos que ni siquiera sentía, y que había sopesado con su empatía lo que nos haría a Alec y a mí estar juntos menos tiempo del que nos merecíamos, y a él estarlo un poco más con sus amigos, en cuyo círculo también me incluía, disfrutando de todos a la vez. Incluso por debajo del volcán despertando en mi interior una parte de mí sabía que Bey había hecho lo correcto.
               Pero lo que me molestaba no era nada comparado con la forma incendiaria en que mi libido se despertó de nuevo (o más bien se espabiló, ya que no se había dormido del todo desde que había visto a Alec en el aeropuerto, e incluso teniéndolo dentro de mí no terminaba de sentir el consuelo que encontraba cuando él y yo nos acostábamos después de una larga semana de abstinencia y responsabilidades, por fin libres en un viernes noche que nos pertenecía enteramente) cuando vi a Alec fruncir el ceño y apretar la mandíbula, dispuesto a cargarse si hacía falta a Bey con tal de hacérselas pagar por aquel sacrilegio. Dio un par de pasos hacia ella, retándola de una forma en que sólo lo había visto retar al resto de sus amigos varones, cruzando una línea sexista que, con todo, no se iba a esforzar en corregir y yo tampoco trataría de enmendarle.
               Alec cuadró los hombros y se pegó tanto a Bey que su pecho incluso rozaba el de ella, que se había puesto los brazos en jarras y sonreía con una chulería que me hizo recordar las veces en que los había visto juntos, antes de que yo me diera cuenta de cómo era él realmente y de la joya de la que disfrutábamos todos, y había pensado en que Bey no se merecía a un gilipollas como Alec, pero Alec necesitaba a una chica como Bey: segura de sí misma, capaz de mantenerse en su sitio y de ponerle a él en el suyo. Lo suficientemente inteligente para verlo venir incluso cuando él era lo más impredecible del mundo, siempre con una salida por la que escaparse. Lo suficientemente dura como para no ceder a sus truquitos de chico que es guapo y para colmo lo sabe. Lo suficientemente guapa como para ser el único punto débil de él.
               Y lo suficientemente espabilada como para tomarle la delantera cuando toda la atención de él estuviera centrada en una cosa, y arrebatársela de las manos justo delante de sus narices.
               -¿Cómo cojones te sentaría a ti si te hiciera la putada que acabas de hacerme?
               -¿Qué putada te he hecho?-preguntó ella con  tranquilidad, completamente impasible ante la ira de él. Dios, Alec destilaba tensión por los cuatro costados, y parecía a punto de perder totalmente los papeles.
               Sabía que no debía, pero me encantaba que mi hombre me defendiera así, como si fuera mi dragón rabioso particular.
               -¡¡Has hecho que me quede a medias en un polvo!!
               -Sobrevivirás-respondió Bey, agitando la mano en el aire en un gesto que claramente significaba “no me molestes más y tira para la furgoneta”. No obstante, Alec la agarró de la muñeca y la obligó a detenerse.
               -Pídeme perdón-ordenó él en un tono que me habría puesto de rodillas para besarle los pies, o lo que no eran precisamente los pies. Bey simplemente se rió.
               -¿Perdón? ¿A ti? ¿Por no hacer que aumentes la media de orgasmos que hemos tenido en el grupo desde que te marchaste en unos valores de los que vamos a tardar en recuperarnos? Pobrecito, tu vida es toda una tragedia, Al.
                -Lo dices como si los demás estuviéramos pasando por un periodo de hastío del que no podemos recuperarnos-protestó Scott, y Logan lo miró.
               -Es que así es. Alec no está y Niki se volvió a Grecia. Por mucho que Eleanor y tú y Tommy y Diana y Layla lo estéis haciendo como conejos, tenemos que reconocer que estamos pasándolo bastante mal ahora que ya no tenemos a Alec para inflarnos un poco el marcador.
               -Repito-se picó Scott-, lo decís como si estuviéramos pasando por un periodo de hastío del que no podemos recuperarnos.
               -Y me tenéis a mí-añadió Bey, y Alec se echó a reír.
               -Ah, ya lo pillo. La señora está picada porque no me he puesto en plan Mejor Amigo Celoso o Posesivo porque está completamente despendolada en Oxford, y ha decidido que si no me vuelvo loco por ella, tampoco puedo hacerlo por mi novia, a la que llevaba dos meses sin poder follarme a gusto, ¿verdad?
               -Has sido tú el que ha decidido venir para el cumpleaños de Tommy-contestó Bey-. Si quisieras tirarte a Sabrae en paz, podrías haber venido un par de días antes de lo que lo has hecho y no tendría que haber ido a sacarte de tu puta casa. Claro que, entonces, no habríamos venido todos corriendo a verte como si fuéramos corderitos fieles reuniéndose con su pastor.
               Alec le dedicó una sonrisa torcida, oscura. Era su Sonrisa de Fuckboy® más afinada, la que había esbozado mil veces, cuando sabía que tenía a la chica que se había propuesto seducir en el bote, precisamente donde él quería, y después de escucharle una decena de noes, por fin oiría un sí.
               -No te tires el farol, Beyoncé. Nunca se te ha dado tan bien el póker. Los dos sabemos que podría gritar tu nombre desde Etiopía y tú irías corriendo a buscarme.
               Bey se zafó de su mano y dio un paso hacia él.
               -¿Y cuál es el problema?
               Alec la miró de arriba abajo y luego me miró a mí.
               -Que a Sabrae le gustan las chicas.

jueves, 7 de septiembre de 2023

Bosque de orquídeas.


 
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¡Hola, flor! Hacía tiempo que no te dejaba un mensaje antes de empezar el cap, pero no te creas que te has librado de ellos tan fácilmente. Quería avisarte de que la semana que viene estaré de vacaciones, así que no habrá capítulo nuevo. Además, como ya es septiembre y voy a volver a estudiar de nuevo, volveremos al calendario de siempre, y publicaré los domingos otra vez (excepto, ya sabes, cuando no coincida 23 en domingo). Si todo va bien, volveremos a leernos el domingo 17 de septiembre; aunque ten paciencia conmigo. Puede que al volver de vacaciones esté en plena depre y no sea capaz de ponerme a escribir. Mi intención es volver el 17 (¡mi número favorito!), pero ya son muchos años y creo que sabemos a qué atenernos.
Dicho lo cual, ¡disfruta mucho del cap! Espero que la espera merezca la pena
 
Cualquiera que viera la forma en que las chicas de mi alrededor estaban floreciendo como si una primavera tardía se tratara no podría evitar pensar que, en realidad, yo era un amigo, encaprichamiento o novio tóxico cuya distancia era como dormir diez días del tirón en un sueño reparador, mantener una dieta equilibrada y rica en vitaminas, hacer deporte en sesiones de sexo intensas, de ésas que te dejan una sonrisa boba en la boca y la piel brillante; y dedicar dos horas a una elaborada rutina de autocuidado en la que un baño de espuma, una exfoliación y una hidratación a conciencia eran el eje sobre el que giraba todo.
               No podía ser normal que ni Karlie, ni Tam, ni Mimi, ni Sabrae ni Bey estuvieran muchísimo más guapas ahora que había vuelto a verlas después de dos meses. Siempre había creído que las chicas que me rodeaban eran bonitas, pero mi llegada me estaba haciendo replantearme si yo les hacía realmente bien o si, por el contrario, las había condenado a ser enredaderas que se extendían por el suelo y a duras penas dibujaban diseños en éste cuando estaban destinadas a mejorarlo todo a su paso. Había condenado a las chicas de mi vida a ser dientes de león durante dieciocho años cuando habían nacido para ser lirios del valle; mi vida antes de Etiopía se parecía más a una pradera, pero lo que estaba viviendo ahora era un auténtico bosque de orquídeas.
               Y, aunque tuviera a la más hermosa de todas ellas, de pétalos más suaves y colores más resplandecientes, esperándome totalmente desnuda y bañada por un rocío que bien podía haber caído del cielo… la verdad es que no podía dejar de admirar la belleza de la que ahora también tenía delante.
               Bey estaba igual que siempre y a la vez como nunca. Le brillaba la piel como si le hubieran espolvoreado por encima ralladura de estrellas, sus ojos castaños resplandecían con una vitalidad que muy pocas veces le había visto, y su piel… estaba más morena desde la última vez que la había visto, y eso que había sido a principios de septiembre, cuando el sol ya no es tan magnánimo y no hace acto de presencia con tanta alegría.
               Joder. Bey era… guapísima. Mi yo de principios de la adolescencia había tenido muy buen gusto con ella, o puede que no hubiera sido capaz de resistirse a unos encantos que estaban hechos para que hasta el peor de los hombres se redimiera por ella.
               Aunque, por supuesto, donde Bey podía hacer que el mayor de los pecadores decidiera enderezar su camino, Sabrae era capaz de beatificar a Lucifer. Eso era, más o menos, lo que había hecho conmigo.