viernes, 23 de agosto de 2024

Un mar triste, sin sirenas.

¡Hola, flor! Quería darte las gracias otra vez por tu paciencia, y recordarte que, aunque el domingo que viene estaremos ya en septiembre, como la semana que viene todavía es íntegramente agosto en lo laboral, el domingo no habrá cap para que pueda terminar de corregir mis temas.
¡Gracias! Nos vemos pronto
 


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Diana todavía tardó un par de horas en despertarse; tiempo suficiente para que sus padres por fin llegaran del otro lado del océano y pudieran velarla junto a Tommy, Layla, Chad y Scott; pero suficiente también para que la tensión entre nosotros fuera creciendo y creciendo.
               Annie había respondido a la llamada de Alec a mitad del primer tono, como si hubiera pasado la noche con el móvil en la mano y pendiente de que su hijo diera señales de vida para asegurarle que no pasaba nada, que entendía perfectamente que quisiera estar con sus amigos y que estaba muy orgullosa de que fuera tan bueno con ellos.
               -Quizá sea contraproducente por tu tendencia a sacrificarte por los demás, mi amor, pero me hace sentir muy orgullosa la delicadeza con la que nos estás tratando a todos. Es muy valiente por tu parte.
               Alec había tragado saliva y se había mordido el labio, los ojos un poco húmedos, y yo le había dado un apretón en la cintura y un beso en el costado, demostrándole que seguía allí, con él. Que siempre lo iba a estar.
               -Tampoco es para tanto, mamá. Simplemente estoy donde tengo que estar; ellos harían lo mismo por mí.
               -Aun así… quiero que lo sepas.
               -Siento no poder estar ahí.
               -Lo sé. No te preocupes. Ve con tus amigos. Te quiero mucho, mi vida.
               -Y yo a ti. Nos vemos pronto, mamá.
               Había bajado la vista para mirarme cuando al fin colgó el teléfono, el alma un poco más resquebrajada después de esa llamada, porque él había sabido escuchar lo que Annie no le había dicho con palabras, pero sí con su tono de voz, su paciencia y su comprensión: que ella también tenía muy presente la otra vez en que habíamos esperado que alguien muy querido se despertara, que los fantasmas de bata blanca muy familiarizados con la muerte nos dieran noticias más halagüeñas que la precaución con la que nos informaban de todo lo que habían estado haciendo.
               Annie también estaba velando a Alec a través de Diana, y creo que también se sentía culpable por no haber sabido ver que ella tenía un problema más grave del que quería hacernos creer. Incluso cuando Annie pocas veces había tratado con Didi, y jamás cuando la americana no estuviera completamente en sus cabales. Entendía a mi suegra porque vivía en su misma piel; ahora que sabíamos lo serio de la situación (como si lo de Nueva York no hubiera sido un toque de atención lo bastante importante), todos los que conocíamos y queríamos a Diana estábamos analizando minuciosamente cada interacción que habíamos tenido con ella. Cada palabra que hubiéramos intercambiado de repente adquiría un nuevo significado que no habíamos sido capaces de ver por una cuestión de pura torpeza, porque ahora era evidente. Cada sonrisa complaciente que ella nos dedicaba, cada guiño, cada coqueteo cariñoso y cada visita al baño después de asegurar que no necesitaba compañía… todo eran señales que indicaban un destino claro ahora que nos habíamos pasado la última salida y su silueta se recortaba contra el horizonte, a ratos prometedora, a ratos amenazante.
               Habíamos regresado a la habitación sin pena ni gloria, en la que la comida y bebida que habían subido para Tommy seguía sin tocar. Nos sentamos en el sofá de estructura de madera y cojines de color azul turquesa en el que ya estaba Chad, que ni siquiera se apartó para hacernos sitio. Tenía la nariz pegada a su móvil, en el que cambiaba de aplicaciones y tecleaba a toda velocidad, la vibración del aparato con cada toque en el teclado como única indicación de que estaba afanándose en algo que ni me atreví a preguntar. Si Chad prefería estar pegado a su móvil en un momento así, era porque su tarea debía de ser muy importante.
               Layla se levantaba de vez en cuando a comprobar los goteros que le pasaban medicación a Diana, a contarle el pulso con los dedos en el cuello, como si no se fiara de lo que indicaban las máquinas que reducían a nuestra amiga a un montón de estadísticas, y a ponerle una mano en la frente para asegurarse de que la fiebre no le aumentaba.
               Scott se cambió de postura un par de veces; de una de las sillas como nuestro sofá pasó a levantarse y quedarse apoyado en la pared con la vista fija en Tommy; luego se giraba para observar las inmediaciones del hospital, frunciendo el ceño cada vez que una ambulancia interrumpía el silencio de la habitación, y negando con la cabeza cuando alguno de nuestros amigos se asomaba para comprobar si había novedades.
               Y Tommy… Tommy se limitó a seguir mirando a Diana con determinación, con el mismo ceño fruncido en ese gesto concentrado tan típico de quien sabe, a ciencia cierta, que si se concentra lo suficiente en conseguir que vuelva su ser más querido, éste lo hará. Daban igual las migrañas, las noches sin dormir, la pesadez en los párpados o cómo el ambiente estéril del hospital acababa haciendo que te picaran los ojos; daba igual que te hormiguearan las piernas o que directamente se te durmieran. Tu única misión en la vida era no apartarle los ojos de encima a esa persona, sin importar tu sufrimiento y cómo fuera creciendo éste.

domingo, 11 de agosto de 2024

A ver, Eri: es domingo, ¿dónde está Sabrae?


¡Hola, flor! Aquí me tienes de nuevo acercándome a ti con manos de pangolín para algo que, incluso si no fuera por el título de esta entrada/comunicado (la palabra “comunicado” es la más acertada para esto, pero creo que le da un aire de solemnidad excesivo que puede malinterpretarse), seguramente ya sospecharías si me sigues en Twitter y te has dado cuenta de que ayer no dije nada de empezar el cap. Pues efectivamente, querida: vete a la escena del crimen más cercana que tengas, porque tus dotes detectivescas pueden detener a un delincuente, ya que hoy no va a haber capítulo.

He puesto un par de tweets que perfectamente te pueden haber pasado desapercibidos entre la marabunta de todos los que escribo, así que quiero que sepas que todo esto tiene una explicación: no son falta de ideas (tengo más de 600 notas en la libreta de Evernote dedicada a Sabrae) o falta de inspiración (aunque sí que es cierto que me noto un poco más oxidada escribiendo y me cuesta un poco más últimamente, pero creo que se debe a que he puesto en pausa esa rutina que he llevado a rajatabla durante más de 7 años con Sabrae, y, contando Chasing the Stars, Light Wings e It’s 1D, bitches, tiene más de 12 años); ni siquiera es pereza, sino, simplemente, cansancio. He decidido ponerme las pilas este agosto, actualizar todo mi temario de la oposición, para ya en septiembre ponerme en serio a estudiar para conseguir mi plaza. Así que este mes es especialmente crucial para mí porque, lejos de cumplir con ese mito de que los funcionarios no trabajamos, o por lo menos no en agosto, me he propuesto cambiar 90 temas en 31 días. 31 días que, en realidad, son unos pocos menos, porque he intentado dejarme los fines de semana despejados; así que entre semana estoy a tope, sentada delante del ordenador 5 horas más de las que lo estoy normalmente (sin incluir las del trabajo, claro). Eso me deja muy cansada mentalmente, y cuando llega el fin de semana, quiero descansar lo máximo posible y hacer lo que verdaderamente me apetezca; cosa que, con Sabrae, no siempre es así, especialmente cuando hace buen tiempo y yo tengo que terminar el capítulo y me encierro en mi casa para darte lo mejor de mí y dedicarle a esta historia el tiempo y esfuerzo que se merece. No me malinterpretes: adoro escribir, pero también tengo otros hobbies que no me exigen tanto mentalmente y que me están llamando más ahora que estoy sacando el látigo con mi cerebro.

Así que ésa es la razón por la que no hay cap hoy: esta semana ha sido bastante dura y, además, todavía no he cumplido con el objetivo que me he marcado (cambiar tres temas por día de lunes a viernes, y todavía me queda el último del viernes), y la siguiente tiene pinta de que será igual de complicada, por lo que he decidido tomarme un descanso en agosto y, salvo que diga lo contrario el finde que viene, no subir capítulos excepto, por supuesto, el día 23. Lo bueno de haberme marcado ese día desde siempre es que tengo un buen anclaje en el calendario y lo trato como algo sagrado, por lo que ya incluí el tiempo que necesito para escribir en el plan que me hice para hacer temas a finales de julio. Por eso, mi flor, te pido paciencia y comprensión. Estoy segura de que me entenderás y, en tu infinita bondad, podrás perdonarme.

Además, lo bueno de que vaya a darme margen para no escribir por obligación los findes supone que pueda hacerlo cuando tenga muchísimas ganas, como es el caso de hoy. En cuanto suba esto y termine los temas, empezaré el siguiente cap, que tengo la previsión de que sea más largo que los demás para compensar el tiempo que vamos a pasar lejos de Sabrae y Alec.

Dicho todo esto, me despido ya, pero no sin antes darte las gracias de nuevo por tu paciencia y por tu apoyo. Espero verte de nuevo por mis comentarios o en mis notificaciones de Wattpad, haciéndome saber que, a pesar de que este verano no estoy siendo muy constante con mi escritura, tu apoyo y tu interés sí lo son. ¡Gracias, y nos vemos el 23!