sábado, 19 de mayo de 2012

Es más inteligente ir a la ciudad a cuyo equipo apoyas.

Antes de subirse al avión, había intentado hacerse con todo lo posible para entretenerse: comprobó que su iPod y su iPhone tuvieran la batería totalmente cargada, que el libro que estaba leyendo en ese momento ni siquiera estaba por la mitad, y que tenía varias revistas por si acaso se aburría de la lectura.
Incluso cuando la chica que parecía una modelo se sentó al lado de ella, del lado de la ventana, y otro chico de unos 20 y pico años se había colocado a su otro lado, no se habría imaginado que el viaje se le haría relativamente corto.
Alessandra se atusa el pelo rubio delante de su espejo y luego los mira a ambos: primero a Eri, que finalmente ocupa el asiento de la ventanilla, el que la americana le había cedido amablemente, y después a Sergio, que la escruta por encima de sus gafitas de ver de cerca, con las manos colocadas sobre su ordenador.
-A ver, chicos, yo no digo que Europa sea fea, al contrario-sonríe con su dentadura perfecta y consigue recordarle a Eri que era el clon de Ashley Benson-. Tiene mucha historia, y castillos, y todo lo que habéis dicho-escrutó a ambos e hizo un gesto con las manos quitándole hierro al asunto-. Pero se nota de lejos que ninguno de los dos ha pisado América, en serio, ese país destila belleza POR CADA PORO DE TIERRA.
-Pero Alex, la tierra no tiene poros-protesta Eri, frunciendo el ceño y sin embargo echándose a reír. A pesar de que solo se conocen de horas, los tres se llaman ya por sus diminutivos.
-Lo que sea, nena. El caso, es que no podéis comparar América con Europa. Son muy distintas. Europa me ha aburrido, he de seros sincera. ¡Luego nosotros nos quejamos de nuestra historia! De veras, me daría una bofetada a mí misma si hubiera sabido todo a lo que vosotros os enfrentáis. ¡Edad Media! ¡MEDIA! No me jodáis.
Sergio la mira un momento, sin entender.
-¿No estudiáis Edad Media?
-He estudiado mi maldita guerra de la independencia, españolito, y creéme si te digo que te la hacen recalcar tanto que podrías coger un fusil en cualquier momento y luchar por tus derechos, nene.
Alex había viajado por toda Europa en una especie de Tour que a ella misma le gustaba denominar "esa infernal vuelta por la historia de un pedazo de tierra el doble de pequeño que su querida América pero con el triple de historia (bostezo) y teoría (doble bostezo)". Había visitado castillos y los lugares más conocidos de todo el viejo continente, y sin embargo, lo que ella más valoraba eran las tiendas en las que se había metido. Según ella, París, Londres, Milán, Venecia o Roma no tenían absolutamente nada que envidiar a Nueva York. Pero no te atrevieras a compararlas con su amada Los Ángeles.
Cuando escuchó la mención de Los Ángeles, Eri se giró hacia ella y le preguntó por eso de "amada". Resultaba que Alex era californiana, lo que explicaba su moreno dorado, lo único que la hacía diferenciarse de Ashley Benson. Gracias a su moreno Eri no se había puesto como loca cuando una rubia de ojos azules clarísimos le había pedido con cuatro o cinco "nena" que la dejara pasarse a su asiento.
Alex se acomoda las gafas de sol RayBan en su pelo, que lleva a modo de diadema, y les sonríe.
-Yo ya os he contado por qué estoy en este avión-hace un gesto que abarca a todo el pasillo. Los chicos de dos filas más allá sueltan una risita y se la quedan mirando, contabilizando los polvos que la modelo de bikinis esa lleva encima.-Ahora os toca, nenes.
Otra de las cosas que a Eri le encantan de Alex es su acento Californiano, y la cantidad de veces que puede llegar a decir baby en un minuto. Sergio y ella intercambian una mirada, y entonces él se quita las gafas, las coloca sobre la tapa cerrada de su portátil y comienza su historia.
-Mi padre quiere invertir en bolsa.
-Tu padre es un puto suicida, nene. Hay una cosa que se llama crisis, crisis-casi brama Alex. -¿¡Cómo cojones quiere invertir en bolsa?! ¡EUROPEOS, ESTÁIS TODOS MAL DE LA CABEZA!
Eri comienza a reírse a carcajadas, se balancea hacia delante y hacia atrás, aplaudiendo. Varias personas se giran al oír los chillidos de Alex, algunos la han entendido, y sonríen; otros la miran con desconfianza, pensando que esa banda de yankees se está riendo de ellos.
Sergio se sonroja e intenta taparse la cara con sus rizos marrón chocolate, abochornado por el espectáculo. Su paisana de la risa histérica no es mejor que la americana loca. Decide continuar cuando Eri se ha calmado y Alessandra lo mira, esperando uan explicación.
-No es que estemos bien de dinero, y pensó que si invertía en Facebook...
-Especulación.
-Calla, Alex-interviene Eri, agarrándola del brazo-. Déjalo explicarse.
-Gracias. El caso es que dicen que Facebook sería una grandísima inversión, por esto de que continuamente se está uniendo gente, y mi padre pensó que sería una oportunidad perfecta para continuar mis estudios universitarios.
-¿Qué haces?-pregunta la más joven de los tres.
-Empresariales.
-LÁRGATE A HARVARD, ESPECULADOR -chilla Alex, y al cabo se echa a reír. Sergio y Eri sonríen, pero no se unen a ella.
-¿Cuál es tu historia, chica del norte?
Alex se había mostrado impresionado con el inglés de Eri nada más oírla, pero cuando se enteró de que ambos eran españoles y que podían compartir su idioma materno, tuvo que reprimir una sonrisa cuando ella le contestó con un "No sabes cómo me presta que haya españoles en este avión, oh." Ese "presta", que no entendió del todo, hasta que ella le explicó que significaba gusto, o algo por el estilo, ese "oh" y ese acento norteño le habían chocado, pues había dado por sentado que era ella madrileña, como él.
-Voy a casa de unos amigos.
-¿Te has graduado siquiera, corazón? Los Ángeles es una ciudad cabrona con los que no tienen estudios, nena.-susurró Alex.
-He esperado hasta junio para sacarme la Eso, y ahora me largo a LA a conseguir trabajo.
-¿Vas a ser actriz?-preguntan los dos, inclinándose hacia ella. Eri se ruboriza, mira por la ventana, luego vuelve a mirarlos e inquiere:
-¿Por qué creéis eso?
-Nena, yo no voy al McDonals a pedir un trabajo de dietista, ¿sabes?
-Pero hay más trabajos-se está poniendo roja como un tomate, y lo odia.
-Está bien que tengas expectativas y que seas lo suficientemente valiente como para irte tan lejos...-Sergio le acaricia un brazo, y le dedica una cálida sonrisa-. Seguro que lo consigues si has llegado hasta aquí.
-Gracias.
-Échale huevos-le espeta Alex, agarrándala de los hombros y haciendo que mire por la ventana-. ¿Ves ese océano? Eso se interpone entre tu sueño, y tu casa. Estás yendo a tu sueño, pero, ¿podrás estar sin casa?
-Mi casa está en California-contesta Eri, decidida.
-Nena, tienes que ser agresiva. Muy agresiva. Que no te importe luchar contra tu actriz favorita por un papel, ella no vacilará en dejarte en la puta calle si eso hará que pueda comprarse esos zapatitos tan caros. Sé una cabrona. Consigue fans. Haz que la gente no se olvide de ti. Mira Justin Bieber, ¿por qué es tan famoso?
-¿Por ser gilipollas?-suelta Sergio, que evidentemente es uno de los militantes del ejército Anti-Bieber. Alex y Eri se encogen de hombros, no son ninguna fans del cantante, pero tampoco se meten con él. Su filosofía es respetar para ser respetados.
-Ese chaval no es gilipollas-Alex le dirige una mirada condescendiente, y vuelve a mirar a su improvisada pupila-. Está en boca de todos porque todos los días salen noticias suyas. ¿Qué te parece, que es más fácil ser famoso si estás en todas partes, o si haces cuatro películas, como Taylor Lautner, contra el que no tengo nada, porque el jodido está muy bueno, pero pareces esconderte debajo de las piedras cuando no estás trabajando?
-Qué le vas a decir a una Lautie de Taylor Lautner, hija mía. De todas formas, pensaba hacer eso.
-Haz como estas crías de ahora. Coges, vas corriendo a Disney, te pones a bailar la Macarena, y ya tienes trabajo, pequeña. ¿Tienes buena voz?
Eri asiente.
-¿Bailas bien?
Ella sopesa un momento su respuesta, para luego asentir, no tan segura como antes.
-Entonces lo tienes todo ganado.
Alex se acomoda en su asiento y saca su gloss. Después de asegurarse de que sus labios podrían garantizarle el colgarse del techo, vuelve a mirarla.
-¿Eres de algún equipo, nena?
-Lakers.
Alex sonríe.
-Siempre es más inteligente ir a la ciudad a cuyo equipo apoyas. Además, todos los famosos se dejan caer por un partido de los Lakers. Muy inteligente. ¿Tú, Sergio?
Sergio la mira un momento, pensando en lo delicioso que es cuando pronuncia su nombre.
-Celtics.
-Bah, no me hables más. Perro europeo, y de los Celtics. Lo que nos faltaba-Alex se echa en su asiento dándole la espalda al chico, que la mira divertido.
-¿Ya no me quieres, Alex?
-Te detesto, españolito. Y ahora déjame dormir, a no ser que quieras que me ponga a chillar que tienes una bomba.
Eri se ríe entre dientes, se acomoda en su asiento, se pone los cascos y comienza a mirar por la ventana. Luego una duda la asalta. ¿Qué pasará cuando se bajen del avión en Nueva York y ellas dos cojan el vuelo a LA? Perderá contacto con Sergio, el único español que ella conoce en Estados Unidos. Anota su Facebook y su número de teléfono en un papel y se los da a los dos. Sergio la busca, y Alex se guarda la notita en su bolso de Gucci. Horas después, los tres están o bien preparándose para dormir, o bien ya durmiendo.
-Ah, y una última cosa, nena-musita Alex casi dormida-. Acostumbra tu horario a las fiestas, aprende a no dormir. Y no te conviertas en una Lindsay Lohan, ¿quieres? No me gustaría ser amiga de una borracha.
-Lo intentaré, Alex.
-Y, si necesitas que mejore tu imagen, dímelo, corazón.
-Gracias, Alex.
No volvieron a hablar más hasta que el piloto del avión anunció que comenzarían su descenso hacia Nueva York.

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