sábado, 20 de abril de 2013

Perrie la discriminadora de bichos.

Los cabrones de mis amigos tiraron de la manta que me tapaba al tiempo que subían la persiana hasta arriba para que el sol me quemara, pero no corrí esa suerte. Abrí los ojos y pegué un brinco en la cama, quedándome sentado.
-¡Tíos!-grité, pero el momento me llevé la mano a la boca y miré a Eri. Harry se inclinó hacia ella y le dio un beso en la frente; ella frunció el ceño y abrió lentamente los ojos. Lo miró cual cordero degollado. Ni Bambia era así de mono y adorable.
-Buenos días, Hazza-sonrió mi chica, acariciándole los rizos y devolviéndole el beso. Los colgantes de Harry le acariciaban el cuello a mi novia, posándose incluso los que eran lo suficientemente largos para hacerlo.
Liam se inclinó también a reclamar su beso matutino, celoso. Me froté la cara y me aparté el pelo de ésta, que apenas me dejaba ver... iba a estar bien empezar a pensar en cortármelo.
Eri se tumbó boca abajo en la cama y me miró suplicante, como si  estuviera a punto de ponerme el casco y enfundarme las botas para largarme a una guerra de la que todos sabíamos que no iba a volver. Le sonreí, me incliné hacia ella y probé su boca. Me alegré de no haber hecho nada indecente cuando volví a la cama y llevar todavía los bóxer puestos, porque si no, habría sido bastante embarazoso que los chicos me despertaran y yo estuviera desnudo, sin poder defenderme y dando claras muestras de que Eri y yo compartíamos intimidad aun estando en casa.
Eri se relamió cuando me aparté de ella y se arrulló aún más dentro de la manta, sin apartar la vista de mí.
-¿Qué hora es?
-Temprano-replicó Liam, mirando el reloj de la mesilla de noche y negando con la cabeza-. Pero Paul vendrá a recogernos en media hora.
-Me sobran 25 minutos-repliqué, volviendo a meterme en la cama. La risa de Eri llenó la habitación, risa a la que se unió rápidamente la de Harry. Liam negó con la cabeza, sonriendo como si no pudiera entender los procesos que se llevaban a cabo en mi cerebro, y me observó.
-Sal de la cama, Louis.
Bufé, me destapé lentamente y puse los pies en el sueño. Noté la lengua rasposa, como si llevara mucho tiempo sin beber ni comer. Me estiré cuan largo era, asegurándome de que no dejaba los pelos de las axilas al alcance del pequeño del grupo (porque el cabrón de Harold era capaz de ponerse a tirar de esos pelos si se le pasaba por la cabeza), bostecé, pegándoles el bostezo a todos los demás, me rasqué el vientre y cogí la camiseta del suelo, ignorando las sonrisas condescendientes de los demás.
-Os lo pasasteis bien anoche, ¿eh?
-Yo con Lou me lo paso siempre bien-replicó Eri, medio adormilada, sin ni siquiera abrir los ojos. Le sonreí y le acaricié la mejilla.
-Eso ha sido bonito-replicó Liam.
-O muy.... erótico.
-Louis es Dios.
-Erótico.
-En todos los sentidos.
-Bonito-puntualizó Liam, dejando claro que no había manera a detener todo lo que le íbamos a hacer.
-¿Tú crees, nena?-repliqué, acariciándole la espalda y bajando más de lo debido hasta acariciarle las nalgas, que nada tenían que envidiar a las mías.
-Sí. Eres genial. Y no sólo en la cama.
-Cuando cumplas los 18 te regalo mi apellido.
-Si no te lo roba ella antes-murmuró Harry, sonriendo y tirando de mí para levantarme. Ni tan siquiera me había puesto la camiseta. Bostecé, me encogí de hombros y la dejé a los pies de la cama, donde no molestara a Eri.
-¿Te bajo la persiana?
-Da igual-replicó ella, dándose la vuelta y bostezando con un escándalo solo digno de alguien de su país.
Cerré la puerta despacio, y me giré en redondo para lanzarles una mirada envenenada a los chicos, que corrían por el pasillo en dirección a las escaleras. Los seguí lo más rápido que pude; si iba a tener 30 minutos para desayunar, lavarme los dientes, ducharme, ponerme le ropa del vídeo y espabilar en lo que me llevaba como mínimo dos horas, más valía que empezara a trabajar ya.
-Qué hay para desayunar-exigí saber, sin conventirlo en pregunta. Bastante hacía perdonándoles la vida a todos los que no me habían llevado el desayuno a la cama.
Niall se giró para mirarme con aburrimiento desde la cocina. Se estaba zampando unas crêpes de la que freía beicon. Puto irlandés.
-Buffet libre, Tommo-anunció, señalándome la nevera. Después, añadió-. Saluda a Perrie.
Fruncí el ceño y me di la vuelta lo justo para encontrarme con la mirada de ojos azules de Perrie Edwards, la  nueva novia de Zayn, la última mujer que se había encargado de terminar con la soltería en mi grupo. Me miró de arriba a abajo. Recordé que estaba en calzoncillos.
-Hola, Perrie. Voy a cambiarme. No quiero que Zayn me parta las piernas-bromeé, pero ya estaba planeando cómo asesinar lenta y dolorosamente a Liam y Harry por no avisarme de que teníamos una chica foránea en casa y que, por tanto, no sería demasiado conveniente que yo me paseara por ahí como había venido al mundo.
Articulé un Me cago en vuestra puta madre silencioso para Harry y Liam, que se meaban en su asiento, compartiendo mesa con la nueva 1D girl, como algunas fans llamaban a nuestras novias,  y rehice el camino a mi habitación, la que ahora compartía con mi chica favorita en todo el mundo (mundial, oí canturrear a las gemelas en mi cabeza. Tenía que llamarlas para ver cómo estaban, las echaba de menos, hacía mucho que no sabía de esas pequeñas cabezas locas que estaban dispuestas a besar el suelo que yo pisaba sin saber que yo las adoraba de una manera rayana en lo místico).
Abrí despacio la puerta, esperando que Eri durmiera, y así lo hacía. La contemplé casi desnuda, sólo cubierta por una de mis camisetas, durmiendo a mi lado. Y recordé. Recordé la primera vez que desperté y la encontré en mi misma cama, con la melena de una leona. Recordé cómo abrió los ojos y se me quedó mirando. Recordé cuando nos abrazamos la primera vez, aún como amigos, recordé cómo me incliné hacia ella y busqué su boca mientras no dejaba de estudiar mis labios. Recordé la primera vez que me acosté con ella, las ganas de sentirla todavía más que experimenté...
Todo gracias a Niall, el único que me había avisado de la presencia de una mujer ajena a casa.
También recordé eso.
Cerré la puerta tras nosotros y nos sentamos en las sillas, uno enfrente del otro. Tensos.
-Nialler...-murmuré, rebajando la tensión, sonriéndole y rezando porque no nos explotara todo en la cara; estábamos tocando un tema delicado... y peligroso.
-Dime, Tommo.
-¿Sientes algo... por alguna?
Se pegaba a mi tanto como a él. Se sentaba entre los dos si le dabas la ocasión. Nos sonreía igual a todos.
-¿Hablas de Eri?-preguntó sin rodeos. Tragué saliva, me froté las manos y asentí.
-Me gusta más que las demás.
-Es que...
-Quieres intentar algo con ella, ¿verdad?
-Sí-suspiré, dejando caer los hombros, esperando que me declarara la guerra o que me mandara a la mierda directamente.
-Vete a por ella-me instó. Alcé la vista y lo miré. Sonreía.
Claro que sonríe, joder. Es Niall.
-¿Qué?
-Vete a por ella.
-Pero...
-Eh-me puso una mano en el hombro-. Ya está. Me gusta, y a ti también.
-No es justo.
-Louis, en serio, está loca por ti. Mira simplemente cómo te mira. Ni en un millón de años sentiría eso por mí. Ni en un millón de años pegaría tan bien con ella como tú.
Nos abrazamos y me deseó suerte.
Desde el fondo de su corazón, ya que funcionó.
Me puse la camiseta que anteriormente había dejado en el suelo y la pasé por los hombros. Eri se revolvió en la cama, pero no hizo ningún gesto que me indicara que estaba despierta, por lo que la dejé tranquila. Sin embargo, cuando me senté en la cama para ponerme los pantalones, sí que se movió. Por mi culpa.
Se giró, sacó un brazo de debajo de la manta y me miró con el ceño fruncido.
-¿Ya has vuelto?
-Perrie está en la cocina, y pensé que no te haría mucha gracia que desayunara con ella delante en ropa interior.
Negó con la cabeza.
-Ese cuerpo es sólo mío.
-Todo tuyo, nena-le aseguré, inclinándome hacia delante y probando su boca, invadiendo su interior con mi lengua. Me dejó hacer. En el fondo, no iba a decirle que la verdad era que no me hacía mucha gracia que otra mujer evaluara mi cuerpo como si fuera un trozo de carne en el expositor de una carnicería, expuesto a las miradas indiscretas y lujuriosas de todos y cada uno de los clientes que pasaban. No pensaba que Perrie fuera a ser cruel en su escrutinio, pero no me gustaba pasearme por ahí con poca ropa. Tenía que ser sincero conmigo mismo: la sombra de la tripa que había tenido antes iba a estar siempre ahí, acechándome. Mi adolescencia donde apenas tenía músculos iba a seguir detrás de mí. Y seguiría acusando eso aunque estuviera más musculoso y en buena forma que nunca.
Eri se incorporó, se pegó a mi espalda y me acarició el pecho despacio, muy despacio, mientras yo me subía los pantalones, pensativo.
-¿Qué te pasa?
-Nada-respondí automáticamente, frenando el instinto de sacudir la cabeza para alejar aquellos pensamientos de mi mente. Tampoco estaba tan mal, ¿no? Que no me gustara pasearme por ahí desnudo, como hacía Harry sin tener en cuenta dónde estábamos, no significaba que fuera inseguro.
Me besó el hombro.
-¿Seguro?
Un no corrió por mi garganta, pero una pequeña mentira piadosa sería mejor que nada. Además, mi chica no era la persona más indicada para hablar sobre el físico.
-Sí.
-Louis.
Tragué saliva y miré al frente, sin dignarme si quiera a girarme. Si lo hacía, todo mi cuerpo me traicionaría.
-Eres perfecto.
Negué con la cabeza. Si ella supiera de todas las cosas malas que había hecho en mi pasado, y que todavía podía volver a hacer si me lo planteaba seriamente, no diría eso.
Me tomó de la mandíbula y me obligó a girarme.
-Lo eres.
-Tengo defectos.
-Que te hacen más perfecto aún.
Decidí echar mano de mi único as en la manga, el que ella me había metido allí hacía un día.
-Bebo mucho.
Me besó despacio en la boca, como si fuera a romperme si me besaba con fuerza. Aún cuando se separó, mis labios ardían tal que parecía que aún seguía besándome.
-No importa.
-A ti te importa.
-Puedes cambiar eso-volvió a besarme los labios, con los suyos entreabiertos. Metió mi labio inferior entre los suyos y lo acarició despacio, tan sólo moviendo la cabeza y dándome la sensación de estar a las puertas del cielo-. Y yo te quiero tal y como eres.
-Ya lo sé.
Me acarició el vientre.
-Estés como estés.
-Vale.
-Pase lo que pase.
-Lo voy pillando, Eri, ¿sabes? Lo voy pillando-sonreí, acariciándole la nuca-. Vete a dormir.
-No.
-Vete. A. Dormir.
-Mandón.
-Terca.
-Ya lo sé.
-Yo también. A dormir.
-No tengo sueño.
-Joder, Eri, pareces mis hermanas pequeñas. Métete en la cama, tienes que estar muy cansada.
Negó con la cabeza; sus rizos botaron a su alrededor, cual halo.
-No tengo sueño-protestó, alargando la última vocal de forma que me recordó aún más a mis hermanas, cuando protestaban porque mis padres las mandaban a la cama temprano y ellas querían seguir viendo la tele o haciendo Dios sabía qué. En el fondo era normal que me recordara a ellas; casi tenía la misma edad de Felicité. Estaba justo en el medio de Fizzy y Lottie, lo que no debería olvidar.
-¿A que te castigo sin sexo?-repliqué. Alzó una ceja.
-No eres tan imbécil de castigarte a ti también.
Alcé las manos y las cejas, sugerente. Me dio con la almohada.
-¡LOUIS! ¡GUARRO!
Me eché a reír.
-¿Sigues...?-no terminó la frase, tapándose la cara con las manos. ¿Se había puesto roja?
Esta cría es tonta perdida.
-No.
Me miró a través de sus dedos.
-¿De verdad?
-¿Para qué? Eres mejor tú. Incluso que mis manos.
Se puso roja hasta las orejas, yo me eché a reír a mandíbula batiente.
-No tiene gracia-protestó, encogiéndose sobre sus piernas y abrazándose a sus rodillas. La besé en la mejilla.
-Sí que la tiene, pequeña. Nos vemos de noche.
-Vale-susurró, mirándome mientras me encaminaba hacia la puerta-. Pasadlo bien.
-Sí.
-No trabajéis mucho.
-Nooo...-repliqué.
-Dame un beso-protestó, porque me iba sin despedirme como Dios mandaba. Sonreí, me incliné hacia ella, que me agarró de la camiseta y tiró de mí, con una impaciencia que más se esperaba en mí que en ella.
-Y tened cuidado.
-Sí, nena-volví a posar mi boca en la suya, devolviéndole el beso, y me marché de la habitación. Más tarde me daría cuenta de que casi parecía que estábamos casados y que yo me largaba a apagar un incendio a una localidad cercana, jugándome la vida; parecía más todo eso que que ni siquiera lleváramos seis meses saliendo y simplemente fuera a grabar un vídeo.
Me tomé mi café bromeando con los chicos y Perrie; no pude evitar sonreír cuando la chica, al mirar por la ventana y descubrir una araña paseándose por el jardín a toda velocidad, seguramente huyendo de un cazador mucho más grande que deseaba convertirla en su presa, dio un brinco y se pegó contra la pared.
Liam salió a hacer que la araña se marchara; no le apetecía asesinar a un ser vivo esa mañana. Niall seguía sentado en la mesa, dando buena cuenta de su abundantísimo desayuno, sin hacer caso a otra cosa que no fueran los alimentos que tenía en su plato.
-¿Qué pasa, Perrie?-preguntó Zayn, que acababa de bajar después de ducharse. Alcé una ceja en su dirección cuando vi su pelo aún goteando, preguntándole en silencio por qué no la había metido en el baño con ella.
-Todos los bichos de más de 4 patas son asquerosos-susurró, refugiándose en sus brazos y dejando que Zayn le besara la cabeza.
-¿Y los de menos?-pregunté, intentando distraerla y que la tensión del momento se disipara.
-¿Te refieres a las serpientes?-abrió un ojo para mirarme-. Me dan igual-pero se estremeció, así que me imaginé que no le hacía mucha gracia que preguntara por animales en ese preciso instante-. Pero los que más molan son los de 4.
-¿Y los que tienen 3?
Se separó de Zayn un poco para mirarme de frente.
-¿Qué bicho tiene 3?
-Un gato cojo-espeté, como si fuera la cosa más natural del mundo.
-Eh...-la había desarmado, no sabía qué decir. Una sombra de sonrisa se asomó en sus labios. Era el momento.
-¡Discriminadora!-bramé-¡¡No tienes perdón de Dios!!
Todo el mundo se echó a reír; la pequeña araña desafortunada seguramente ya estaría cruzando el país en dirección a Escocia, lista para desaparecer para siempre de nuestras vidas. No en vano, entre Liam y yo habíamos salvado la suya. Nos lo debía.
Subí al baño corriendo, pero Harry se me adelantó y cerró la puerta tras de sí. Aporreé la puerta, le grité que tenía que ducharme, que aquello no tenía ni puta gracia, que o me abría o la echaba abajo, pero tardó diez minutos en decidirse y dejarme entrar en el baño. Me desnudé mientras él se cepillaba los dientes y se colocaba en su lugar los rizos y me metí bajo el chorro ardiente de la ducha, que nunca estaba lo suficientemente caliente para mí.
-¿Qué pasa si ahora tiro de la cisterna?-inquirió una voz que nada tenía que ver con el grave de Harry. Niall.
-Mira, tío, como lo hagas te juro por todo lo que más quiero que no habrá lugar en el mundo donde puedas esconderte para eso. ¿Entendido?
Y tiró de la cadena. Hijo de puta.
Di un brinco hacia atrás, tratando de huir del agua que de repente corría helada, y le grité que no tenía ni puta gracia. Liam lo echó del baño.
-¿Cuántos hay aquí?-pregunté, pasándome una mano por el pelo. En teoría no me lo iba a mojar, pero ya que estaba, daba igual.
-Tres. Bueno, Harry se va ahora.
-Tengo que vestirme-informó el otro. Escuché cómo abría y cerraba la puerta y asentí con la cabeza. Uno menos, quedaban dos.
-Acercadme la toalla-les pedí, sacando una mano de la mampara y abriéndola y cerrándola, impaciente. Algo suave me acarició la palma de la mano. Me la anudé a la cintura y abrí la mampara, dejando que todo el vapor acumulado se dispersara por la habitación.
Niall giró la cabeza y se giró a mirarme, ocupado en sus necesidades más sucias.
-¿Te la encuentras?-pregunté, desanudándome la toalla y dándole con ella en el culo. El irlandés empezó a gritar.
-¡Déjame! ¡Déjame, Tommo, joder! No tiene gracia... Liam, ¡LIAM! ¡Ayúdame!
-A mí dejadme en paz-Liam no quería meterse en movidas; un chico listo. Terminó de pasarse el peine por el pelo y me lo tendió.
-¿A que me buscas el secador de pelo, mi vida?
-Claro.
-Gracias, mi amor-le estampé un sonoro beso en la mejilla mientras Niall se subía la cremallera del pantalón.
-Voy a terminar poniéndome celoso.
-Os voy a dejar solos, a ver qué hacéis-Liam cerró la puerta y Niall y yo nos echamos a reír, divertidos. Claro, teníamos muchas ganas de enrollarnos el uno con el otro. Nos teníamos ganas. Eri y Victoria no eran más que una excusa.
-¿A qué hora viene tu querida galesa?-pregunté, acercándome al espejo y comprobando si tenía ojeras. Seguramente Lou fuera a disimulármelas en el caso de que existieran, pero nunca estaba de más.
-Creo que a la hora de comer. Les diré a las chicas que le preparen algo.
-¿Y vas a intentar convencerla de que estás listo?
-Tiene que salir de ella-Niall negó con la cabeza.
-Ya sabes por qué no lo hace.
Suspiró.
-¿Por qué estáis tan pesados los cuatro con este tema?
-Porque queremos que te estrenes, duendecillo-le revolví el pelo y él protestó-. Así ya podremos montar orgías a lo grande. Sin ti no es lo mismo.
-¿Me prestarás condones?
-Te los doy, que no soy de compartir ese tipo de cosas-me burlé, echándome todo el pelo hacia atrás con el peine. Si Eri me viera ahora...
Niall se puso colorado y se echó a reír. Liam volvió con el secador, me lo entregó y comenzó a desvestirse.
-¿Creéis que lo sabrán?
-¿El qué?-preguntamos Liam y yo a la vez, girándonos para mirar al irlandés.
-Las fans-eso ya lo habíamos entendido-. Que nos metemos en el baño cuando los otros están dentro.
-Si lo supieran, dudo que nos dejaran vivir en esta casa. Tendríamos que irnos a la estación espacial internacional, o a algún sitio aún más lejos.
Niall se encogió de hombros.
-Son buenas. Seguro que saben dónde estamos.
-Lo saben-confirmó Liam-. Esta mañana ha llegado una carta de una fan. Ya saben la dirección.
-Sólo es cuestión de tiempo que empecemos a bucear entre cartas de fans-murmuré, aunque seguramente no me oyeran por el ruido del secador, que acallaba mi voz.
-No me acostumbraría nunca-caviló Niall, mirando hacia el suelo, sin poder resistirse a dejarse llevar por sus pensamientos.
-No deberíamos acostumbrarnos a esto-replicó Liam, metiéndose en la ducha y bufando porque había dejado el grifo mal cerrado. Sonreí mientras mi pelo volaba por todas partes, intentando escapar de la tortura del secador.
Minutos después, yo ya estaba listo. Sólo me quedaba vestirme con la ropa de calle y bajar al salón a esperar a Paul.
Cogí la ropa que había sacado de la habitación antes para no despertar a Eri y me cambié con Niall en la suya. Frunció el ceño.
-¿Y la chaqueta de cuero?
-¿Qué chaqueta de cuero?
-Tío, ya lo hablamos. Tenemos que llevar unas chaquetas para una escena. ¿No te acuerdas?
Puse los ojos en blanco.
-De puta madre. Voy a mi habitación. Vengo ahora.
Entré sigilosamente, Eri aún no se había levantado. Ni siquiera encendí la luz, por lo que casi caí y me maté varias veces. Eri se revolvió en la cama y pareció levantar la cabeza. Yo no hice nada que no tuviera planeado hacer de no dar muestras ella de seguir dormida.
Encendió la luz.
-¿Qué haces, so bobo?
-Me he olvidado de la chaqueta.
-Ah. ¿Y habéis vuelto sólo por eso? Podía vestirme y llevártela yo.
-Todavía no nos hemos marchado. Paul viene a recogernos.
-Ah, claro. Es verdad.
Sacó las dos piernas de la cara y bostezó, abriendo la boca en todo su tamaño y esplendor. Me mordí el labio.
-¿Está despierta Alba?-inquirió. Me encogí de hombros, la verdad es que no lo sabía, pero seguramente no fuera así. Aún era temprano, y más para ellas, que eran más pequeñas y aguantaban menos sin dormir.
-Vuelve a dormirte, Eri-le ordené, sacando la chaqueta de la percha y volviendo a colocar ésta en su soporte. Negó con la cabeza y se frotó los brazos, buscando algo con lo que taparse.
-Pareces mi madre, Louis.
Me eché a reír.
-Vale. Lo tendré en cuenta.
Salí de la habitación, sabiendo que volvería a verla antes de irme. Y si no, ¿qué más daba? Volvería pronto, estaba seguro. Tenía pensado volver junto a ella en cuanto pudiera.
Zayn estaba viendo un partido de fútbol que no parecía muy interesante, pues se había tirado cuan largo era en el sofá y fumaba un cigarro con calma.
-¿Manchester?
-Sí.
Asentí con la cabeza, echando de menos la cerveza bajando por mi garganta. Un buen partido no era un buen partido si no había bebida que lo acompañara. Pero no era el momento de beber, tenía que concentrarme para el vídeo y todo eso. Las Directioners se merecían un vídeo divertido, tal y como habíamos hecho Kiss You... y también los niños de África se merecían que las chicas se lo pasaran bien para que donaran más. Al final, todo se reducía a ellos.
Llamaron a la puerta y fui a abrir. Paul me saludó con la cabeza.
-¿Estáis listos?
-Falta Harry-informó Liam desde la parte de arriba de la escalera. Luego señaló el pasillo que llevaba a las habitaciones-. Voy a avisar a las chicas de que ya nos vamos.
-Vale-concedió Paul, entrando y cerrando la puerta tras de sí, exhalando un profundo suspiro de resignación-. Lou os está esperando para maquillaros, y eso. No la hagáis esperar. Ya sabes cómo se pone.
-¿Tiene a Lux?
-No.
Zayn chistó, disgustado.
-Supongo que un día entero de acá para allá será mucho para ella.
-En teoría, deberíais haber acabado sobre las cinco.
-¿Cuándo sale el vuelo?-preguntó Eri, bajando las escaleras como una dama de la corte y poniéndose de puntillas para darle un par de besos a nuestro guardaespaldas, que también había sido el suyo en algunas ocasiones.
-A las diez de la noche. Tenéis margen de sobra.
-Guay. ¿Os hago las maletas, chicos?-se ofreció, inclinándose hacia delante para mirar a Zayn. Alzó los pulgares, en señal de contento.
-Como quieras. Aunque si lo haces, se agradece.
Eri asintió con la cabeza, me miró un segundo, me dedicó una tierna sonrisa y luego dijo, para todos y nadie en concreto:
-Voy a preparar mi desayuno y el de Alba.
Alba bajó corriendo las escaleras en ese preciso momento, jadeante.
-He visto a Liam con la cazadora. Ponéosla todos. Quiero babear como una perra en celo.
-Joder, Alba-Eri negó con la cabeza y empezó a regañarla en español. La interpelada frunció el ceño y le contestó en el mismo idioma. Eri puso los ojos en blanco, pero se quedó de una pieza cuando Zayn se levantó y se puso la cazadora. Era curioso cómo reaccionaban de la misma manera cada vez que Zayn hacía eso, a pesar de que ya deberían estar más que acostumbradas a verlo con su cazadora vaquera.
Subí la cremallera de la sudadera granate y me pasé las mangas de cuero por los brazos. Harry ya bajaba con la suya puesta; y se oía a Niall corriendo por la planta de arriba a toda velocidad.
Liam bajó las escaleras poniéndosela. Alba se apoyó contra la pared.
-Jesús bendito-consiguió articular, tapándose la cara con las dos manos y mirando a Liam entre los dedos. Miró a Eri, que no apartaba los ojos de mí, boquiabierta. Joder, que te miraran así sentaba muy bien, y más cuando era tu novia la que lo hacía. Tu novia, que se suponía que era inmune hasta cierto punto a tus encantos, pues ya estaba acostumbrada a ti.
Alba se giró a susurrarle algo a Eri, a lo que Eri le respondió en el idioma que yo no entendía, mirándome de arriba a abajo, sonriendo, pícara.
Niall se echó a reír; estaba en la parte de arriba de las escaleras. Las dos españolas lo miraron a la vez.
-No lo digas-le ordenó Eri, pero Niall nos tradujo su conversación.
-Alba ha dicho que no puede con este hombre, y Eri que el suyo tiene un polvazo muy serio.
Liam y yo intercambiamos una mirad incrédula y luego miramos a nuestras chicas.
-Así que no puedes conmigo, ¿eh?
-¿Polvazo?
Cada uno repitió la parte de la conversación de su española favorita. Eri se puso roja como un tomate y se escondió en la cocina mientras Alba se arrastraba como podía en pos de su amiga.
-Yo no he nacido para que me destruyáis los ovarios de esta manera-protestó la que se creía un gusano.
-La puta que los parió a los cinco. Me cago en todo lo que se menea. Con ellos repoblaba la tierra.
-Jesús bendito, qué hombres tenemos en casa, Erikina.
-Ya lo creo, Alba, hija de mi vida.
-Montamos un prostíbulo y nos forramos.
-No, no. Yo no los comparto. Y menos al Tommo. El Tommo es sólo y exclusivamente mío.
-Lo mismo te digo con Liam. De uso exclusivo personal.
-Y a Hazza, Zayn y Niall nos los rifamos, ¿te parece?
-O nos vamos turnando.
-¿Y si nos quedamos embarazadas?
-Empezamos a repoblar el mundo. Así empezaron los chinos, no te creas.
-Cómo lo sabía. Sabía que el vicio de estas cuatro paredes tarde o temprano iba a hacer acto de presencia.
-La madre que me parió. Ya tenemos entretenimiento para toda la tarde.
-Em, ¿hola?-inquirí-. Aún estamos aquí.
Eri se asomó al vano de la puerta.
-Mira, Luisín. Tienes tres segundos para salir de esta casa si no quieres que te encierre aquí y te haga un hombre como no te lo han hecho en tu vida. Fuera de aquí. Ya.
-Anda, tonta, que tú lo que quieres es que se quede-se cachondeó Harry. Y a mí era lo que más me apetecía. De repente tenía unas ganas intempestivas de quedarme.
-¿Tan bien me queda?
-Vete a la mierda.
Me acerqué a ella y la tomé de la cintura.
-¿Quieres que me vaya?
-No.
-Pero me tengo que ir.
-Me da igual. Que te cojan un doble. Te quedas en casa.
Le mordisqueé el cuello y subí hasta su oído.
-Ya verás cuando volvamos a estar solos.
Gimió tan bajo que sólo yo pude oírla.
-Vámonos, tíos-nos instó Zayn, apagando el cigarro en el cenicero y subiéndose la cremallera de la chaqueta. Eri jugó con la cremallera de la mía mientras Alba y Liam se despedían.
-Llamadnos cuando vengáis, ¿vale? Queremos saber que estáis bien.
-No nos vamos a la guerra-protestó Harry, sonriendo. Alba lo abrazó.
-Pero se os echará de menos como si os fuerais.
-Oh.
-¡Abrazo de grupo!-chilló Niall, abriendo los brazos y metiéndose entre la española y el inglés. Rápidamente todos hicimos un corro, un corro que daba vueltas sobre sí mismo y brincaba. Paul esperó con impaciencia a que termináramos. Siempre le tocaba esperar por nosotros.
Nos despedimos de nuestras chicas y, por fin, salimos en busca de aventuras.
La primera parada que hicimos fue en una estación de autobuses, la misma en la que habíamos estado cuando grabamos One Thing. Queríamos que One Way Or Another se pareciera un poco a One thing pero a la vez fuera diferente. Nos lo habíamos pasado muy bien en el videoclip, involucrando a las fans con él, y había sido muy divertido ver los resultados. Lou nos esperaba sentada dentro del autobús que nos iba a llevar de tour por Londres, aunque sospechaba que sería un tour más reducido que el del primer videoclip con el mismo vehículo.
La saludamos a coro, por lo que nos sonrió.
-Bueno, chicos. Vosotros diréis. Naturales, ¿eh?
-Como siempre-replicó Zayn, siendo el primero en montar al autobús y estrechándole la mano a nuestro conductor, que parecía un poco sobrepasado por ir a llevar a One Direction de tour por Londres, aunque estaba bastante seguro de que ya habría llevado a alguien más importante que nosotros en su vehículo.
El primero en dejarse maquillar fue Niall. Lou mandó al conductor cerrar las puertas y ponerse en marcha; le gustaba la sensación de estar trabajando en varios sitios distintos y uno solo al mismo tiempo, disfrutando de vez en cuando de vistazos hacia la ciudad en la que había dado a luz a su hija y la que tanto adoraba para inspirarse. Los demás nos sentamos cerca de ellos, dándoles conversación, riéndonos y bromeando de vez en cuando. En ocasiones grupos de chicas se quedaban quietos, mirando uno de los muchos autobuses rojos que pasaban por la ciudad, escudriñando las ventanas. Ya se había convertido en costumbre entre las Directioners estudiar los autobuses, por si tenían la suerte de encontrarse con uno en el que estuviéramos.
Y, en todas las ocasiones en que un grupo de chicas se nos quedó mirando, intentando vernos a través de los cristales, nos pegamos a las ventanas, sacudiendo las manos para saludarlas, siempre con una sonrisa en los labios. Y las chicas siempre nos devolvían el saludo y echaban a correr, pero rápidamente se perdían en la distancia debido a que el autobús era mucho más rápido, a pesar de que se veía entorpecido constantemente por semáforos y coches que iban hacia cualquier lugar.
Yo fui el último, y fingí estornudar cuando Lou me aplicó la base de maquillaje que siempre usaba para corregir los brillos e imperfecciones de nuestros rostros. Casi nunca le tocaba a Harry el último, porque tenía que afanarse mucho con su acné juvenil. Pasaban unos minutos de la hora de comer, y Niall ya se quejaba de que tenía hambre.
-Ahora el tráfico es más denso que en otros momentos del día, chicos. Es hora punta, ya sabéis. ¿Y si os bajáis y hacéis algo mientras tanto?
-Llévenos a Buckingham Palace, por favor-le pidió Liam a nuestro conductor, que asintió con la cabeza y enfiló la ruta.
A esas horas, casi nadie estaría en los Jardines de la Reina: seguramente todo el mundo estuviera en algún restaurante comiendo, por lo que la plaza de Buckingham Palace estaría bastante tranquila, lo suficiente como para rodar una parte del vídeo. Saltamos del autobús cuando aún no había parado, prácticamente en marcha, y le entregamos la cámara que estábamos usando para grabar a Paul.
Paul la miró, cogiéndola como si se fuera a romper con solo mirarla.
-¿Estáis seguros, chicos?
Asentimos con la cabeza. Lou nos alcanzó, andando despacio como solía, mirando a todas partes, disfrutando de su ciudad.
-Y, ¿por qué no habéis llamado a nadie más?
-No queremos tener gastos en el vídeo. Queremos dar todo lo que ganemos con él a los niños de África. Por eso sólo venís vosotros dos con nosotros.
-Ah, ¿que estoy haciendo horas extra gratis?-preguntó Lou, bromeando, pues ya se lo habíamos dicho y había aceptado sin vacilar, incluso había insistido en que no le importaba no cobrar nada, más bien al contrario, lo prefería.
Paul sonrió.
-Yo os lo cargaré en el contrato, chicos.
-No os ofendáis, pero-Niall se rascó el vientre-, vosotros no costáis lo mismo que un cámara o un fotógrafo profesional.
-Además, lo único que vas a tener que hacer va a ser colocar la cámara en el trípode y esas cosas-intervino Zayn, mirando alrededor y saludando a alguien que yo no alcancé a ver.
Nos sentamos en el prado y nos pusimos a pensar qué podíamos hacer en Buckingham Palace, qué parte del vídeo quedaría bien allí. Harry dio una palmada.
-Lo tengo.
Y comenzó a contarnos lo que debíamos hacer, lo que terminaríamos haciendo y metiendo en el vídeo. Yo sujetaría la cámara; mi primer plano sería con mi primera intervención en la canción. Un simple let's go que me enfocara a mí, y luego rápidamente enfocaría a Liam. Parecía fácil.
Grabamos las partes de Buckingham Palace con bastante estilo, sin repetirlas demasiadas veces. Luego volvimos a sentarnos en el prado, disfrutando del tenue sol que apenas se dejaba ver entre las nubes, y asentimos con la cabeza según se nos iban ocurriendo buenas ideas.
Paul y Lou charlaban animadamente (bueno, más bien la mujer, nuestro guardaespaldas escuchaba, asentía y decía un par de palabras de vez en cuando) unos metros más allá, dejándonos intimidad para concentrarnos en qué estaría mejor hacer, prácticamente fusionando nuestras mentes. Me costaba mucho visualizar el vídeo cuando aún no lo habíamos grabado, eso se le daba mucho mejor a los demás. A mí me resultaba más fácil imaginarme cómo sonaba una canción cuando me entregaban la partitura y la letra (aunque rara vez miraba la partitura, casi siempre me lanzaba a cantarla según me sentía en ese momento, lo que solía funcionar y a los demás les gustaba, le daba mucha sinceridad a la interpretación), pero lo visual no era lo mío.
Cuando la cosa se empezó a llenar, y nos vimos obligados a alejarnos del parque porque ya no era seguro para nosotros, según Paul, (chorradas), les dijimos que los invitábamos a comer.
Nos metimos en el primer bar que encontramos, que, casualmente, era el Hard Rock Café.
Niall se acercó con decisión a la chica que atendía los pedidos, que se puso colorada al reconocernos a los cinco, y empezó a recitar una sarta de platos que nos hizo fruncir a todos el ceño. ¿Para quién iba a ser la hamburguesa con extra de lechuga y mayonesa, si nadie había hablado con nadie de lo que querían? ¿Acaso Niall iba a sorprendernos?
Sí, nos sorprendió pidiendo media tienda y luego girándose a preguntar:
-Bueno, chicos, ¿y vosotros qué queréis?
La chica lo miró sin entender. Yo hice un gesto para que comprendiera que Niall no estaba muy bien de la cabeza, y ella se echó a reír. Tomó nota de lo que queríamos los seis restantes y nos dijo la cantidad de dinero que debíamos pagar.
Liam, Harry, Niall, Zayn y yo sacamos la cartera al unísono.
-Os invito yo. A lo fiesta de cumpleaños-me adelanté, metiéndome entre Zayn y Liam que, al haber sido los últimos en pedir, eran los que más cerca estaban de la caja. Harry protestó.
-No, tío, ni de coña. Pago yo. Siempre me invitáis vosotros.
-¿Qué más dará, Hazza? Ya pago yo. Vosotros cuatro, guardad las carteras-Liam y su don de mando. Zayn negó con la cabeza.
-Os lo debo de las apuestas. Descontádmelo de las cartas. Pago yo y listo.
-Ay, joder, sois unos pesados, hermanos, en serio. Dejadlo estar, ¿vale? Yo soy el que más ha pedido, así que pago yo-Niall dejó con decisión un par de billetes en el mostrador y rápidamente todos lo imitamos. La chica sonrió al ver tal montón de billetes.
-¿Cuál se supone que tengo que coger?
Todos contestamos a la vez, señalando nuestro dinero:
-El mío.
La chica se echó a reír.
-En serio. ¿Cuál cojo?
-¿Quién crees que es más guapo de los cinco?-espeté, y me arrepentí al instante. No me iba a elegir a mí. Bueno, me las arreglaría para que terminara dejándome a mí solo por eliminación.
Me sorprendió cuando se me quedó mirando y se sonrojó.
Los ojos de los otros cuatro se clavaron en mí, divertidos.
-Entonces cógeme a mí el dinero, nena.
La chica asintió con la cabeza, ocultándose tras una buena mata de pelo que, convenientemente, le cayó en cascada sobre la cara, estiró la mano y recogió los billetes que había dejado encima del mostrador.
-Os lo llevo a la mesa, ¿vale, chicos?
Asentimos con la cabeza y nos sentamos en una esquina, no muy a la vista, pero sí cercana al lugar del que tendría que salir la chica. Apareció unos cinco minutos después, con una bandeja en la que traía la comida de Niall.
-Ahora os traigo lo demás.
Y así lo hizo. Poco a poco fue llevándonos las cosas, ayudada por otra mujer, mayor que ella, que no dudó en dedicarnos una gran sonrisa y confiarnos que habíamos calado hondo en el corazón de su compañera de trabajo... Charlotte.
-¿Te llamas Charlotte?-le preguntó Harry, sonriéndole. La chica tuvo dificultades para respirar; se puso roja como las típicas camisetas de Duff que últimamente llevaba todo el mundo. Asintió.
-S... sí.
-Como mi hermana
Se puso aún más roja.
-Lo sé.
-¿Quieres una foto o algo, Charlotte?-le ofreció Zayn. La cara de la chica se iluminó.
-¡Claro! Esto... por favor-miró en dirección al mostrador, donde aún no había nadie, probablemente rezando porque ningún cliente entrara y le chafara la diversión. Paul y Lou sonreían en la mesa de al lado. No habían querido sentarse con nosotros para no interrumpir los posibles pensamientos de banda que podíamos tener mientras comíamos.
La chica nos dio millones de gracias cuando tuvo su foto y sus autógrafos. Harry la observó mientras volvía a su puesto y se disculpaba con los clientes que acababan de entrar.
-No te quita el ojo de encima, BooBear.
Di un buen trago de mi CocaCola y sonreí sobre el vaso. Me giré a contemplarla. Bajó la vista rápidamente, azorada porque la había pillado con las manos en la masa.
-¿Y si la sigo en Twitter?
-Le da un chungo aquí mismo-replicó Niall, divertido, mientras se zampaba de una sentada la hamburguesa con extra de lechuga que había pedido.
Le pedí el Twitter y, efectivamente, casi le dio algo cuando le dije que la iba a seguir. Saqué el móvil del bolsillo y justo me llegó un mensaje de Alba. Lo dejé sin abrir, seguí a la chica y volví a guardarme el teléfono, que volvió a vibrar al minuto. Esa vez lo saqué, pues Charlotte ya no estaba allí para curiosear en lo que hacíamos. Una cosa era seguir a una fan simpática en Twitter y otra muy distinta era permitir que curioseara en los mensajes que me mandaban.
Desbloqueé el teléfono mientras los chicos se tomaban un descanso del brain storming, cada uno sumido en sus propios pensamientos.
Amor, ¿puedes hablar?
Si hubiera sabido que no era Alba la que me escribía, habría contestado inmediatamente.
Claro, nena. ¿Querías algo?
Nada, sólo decirte que Vic ya está aquí con nosotras. Niall ya lo sabe, le acabo de mandar un mensaje.
Guay. Nosotros acabamos de parar para comer.
Genial. ¿Qué tal el vídeo?
Ahí vamos. ¿Y vosotras por casa?
Bien. Ya te he hecho la maleta. Luego me pongo con la de Harry y Zayn. Alba va a hacer la de Liam y Niall. Bueno, igual la de Niall la hace Vic.
Asentí con la cabeza a pesar de que mi chica no podía verme.
He conocido a una chica.
¿Es guapa?
Las he visto mejores ;)
Owh. y un corazón rojo atravesado por una flecha, acompañado de un icono amarillo enviando un beso.
Ya sabes... Victoria Beckham, y tal.
Gilipollas replicó ella, enfadada, con un icono frunciendo el ceño.
Pero mi novia es preciosa. 
Le siguió un batallón de corazones, yo le devolví una sonrisa y el beso que me había enviado antes.
Sin que yo me enterara, Harry le dio un codazo a Zayn y me señaló. Estaba sonriendo como un idiota.
Gracias, mi vida.
Eh, no hablaba de ti. Hablaba de Miranda Kerr.
¬¬ hoy duermes en la calle. Lo juro por Dios.
Le envié mi propio ejército de carcajadas limpias.
No, Lou, en serio, no tiene gracia. Y un icono llorando.
Le envié un corazón.
El icono se tranquilizó.
Le envié dos corazones.
Una media sonrisa.
Le envié tres y un te quiero.
Un icono cuyos ojos no se veían: la sonrisa el cubría toda la cara.
¿Estoy perdonado?
Sí.
¡Bien! y elle devolví el icono que me acababa de enviar. Me envió un beso.
Bueno, nena, tengo que irme. Seguimos con el vídeo. Hasta luego.
Vale. Pasadlo bien.  Un beso. Te quiero.
Y yo a ti, preciosa. 
Por cierto, te tenemos que conseguir un iPhone decente. Necesitas WhatsApp. No puedes estar robándoselo a la pobre Alba cada vez que quieras hablar conmigo.
Ya.
Guardé el móvil en el bolsillo y nos fuimos del café. Y, mientras Niall y Harry grababan solo en la parte superior del autobús, bastante avanzada la tarde, después de ponernos a bailar en un prado en el que se veía de fondo el London Eye (y tener al pobre Paul tirado por el suelo para grabar cada detalle), bastante después de hacer mis movimientos pélvicos sugerentes y justo después de ir a la puerta del Primer Ministro que, amablemente, aceptó hacer un pequeño cameo en el vídeo, Liam recibió otro mensaje.
-Es Alba-informó-. Les han llegado ya los teléfonos.
-Pero, ¿no nos dijeron que nos los iban a mandar a finales de Enero?-inquirí, frunciendo el ceño, apenas en un susurro para no fastidiar a los que aún seguían grabando. No me daba cuenta de que, sobre aquel ruido de fondo característico de Londres, íbamos a poner nuestra canción.
-Parece que han cambiado de opinión. Serán Directioners-sugirió Zayn, encogiéndose de hombros.
-Que tienen que firmar-leyó Liam-, pero que no saben a nombre de quién, porque el chaval no les deja por ser menores de edad.
-Pues que le dé Eri un bofetón y que Alba coja la caja y se largue corriendo.
Liam asintió con la cabeza, haciendo sobresalir el labio inferior.
-Es una idea, ¿o no?-me defendí.
-Busca una en la que nadie salga herido, por favor.
Me encogí de hombros y me incliné en la parte de atrás del bus, disfrutando de la visión de la gente que iba de acá para allá sin hacer caso de los demás, cada uno ocupado con sus propios problemas. Molaba ver a la gente desde arriba.
-Acaban de llegar a un acuerdo con el repartidor: van a falsificar una firma-informó Liam, que ahora parecía más un retransmisor de un partido de fútbol que otra cosa-. Eri quiere falsificar la mía.
Ni siquiera lo miré cuando respondí:
-Dile que la mía no es la de los autógrafos, que para estas cosas es otra.
Liam tecleó rápidamente en la pantalla táctil.
-Dice que entonces la de Zayn. ¿Estás de acuerdo, Zayn?-le preguntó. Zayn se encogió de hombros, levantando la cabeza y expulsando todo el humo de sus pulmones.
-Sí, lo estoy. Que le den mi firma.
Y así lo hicieron. Una vez llegamos a casa, las chicas nos esperaban con los paquetes de los teléfonos en el recibidor, apilados los unos sobre los otros. Dejamos la cámara a su lado, funda incluida, y nos acercamos al salón, donde las tres le chillaban y silbaban a la pantalla. Estaban viendo Up All Night. Tal y como había dicho Liam en la apuesta que habíamos hecho mientras volvíamos a casa.
Extendió la mano en silencio y todos depositamos la cantidad apostada en su mano. Asintió con la cabeza, satisfecho con las españolas, que le habían ayudado a ganar su buen dinero, y luego todos les empezamos a silbar.
-¿Qué contoneos son esos?-inquirió Harry, zalamero. Las chicas se nos quedaron mirando: llevaban las camisetas de béisbol que una revista nos había hecho ponernos y nos había terminado regalando. Victoria corrió a besar a Niall.
Y, entonces, nos hicimos entrega de nuestros regalos de Navidad. Aquello fue un caos: éramos demasiados, no podíamos ir dándonos los regalos uno por uno, de manera que cada uno cogía lo que podía y se lo entregaba a su correspondiente.
Zayn les agradeció a las chicas el tomo del Quijote que le habían regalado, en español.
-Pero... yo así no lo entiendo.
-Niall puede ayudarte a traducirlo-sonrió Eri, pasándole un brazo por los hombros al irlandés, que le sonrió y le dio un beso en la mejilla.
Victoria nos dio a los demás unos pequeños llaveros con un dragón. A Eri le tocó uno azul, clavado a la dragona de Eragon que le gustaba, Saphira.
-Oh, Vic, es precioso.
Victoria sacó la lengua.
-Bueno, es por Gales, y eso. Los dragones dan suerte.
Los pusimos en los llaveros: ya teníamos algo que nos convirtiera en un grupo.
-¿Sabéis? Yo también tengo algo para vosotros-murmuró Eri, descubriéndose las muñecas.
Todos silbamos.
-Joder, ahí debió de doler.
-Vosotros lo valéis.

Eri se desabrochó el cinturón y se inclinó hacia mí. Me acarició el vientre despacio, pegando su pecho a mi espalda. Con el brazo libre entrelazó nuestros dedos.
-¿Qué te pasa, mi vida?
-Es el primer fin de año que paso fuera de casa, sin mis hermanas, y eso. No sé. Es raro para mí.
Me besó la palma de la mano y le sonreí.
-Las echas de menos, ¿verdad?
-Son sangre de mi sangre.
Asintió con la cabeza, besándome en los labios despacio.
-Intentaré estar a la altura.
-Eres una diosa, Eri. Tú siempre estás a la altura-repliqué, negando con la cabeza y echando un vistazo por la ventana del avión. Volvió a besarme, despacio, aún más despacio. Me apeteció hacerle el amor muy lentamente allí, a kilómetros de altura. Tan cerca del cielo que lo podíamos tocar con las manos.
Jugueteé con su pulsera, la que le había regalado cuando estábamos empezando a salir, y ella murmuró:
-Sólo soy una diosa cuando estoy contigo, Louis. Somos dioses juntos, ¿recuerdas?
Cuando la miré, sonreía. Sonreía con una sonrisa que, como decía Taylor Swift, podía iluminar toda una ciudad. Podía iluminar un universo entero. Con sólo una sonrisa. Qué derroche de energía y poder en un cuerpo tan pequeño... y que, para colmo, era mío. Aquello no podía ser justo. Había firmado un pacto con el diablo sin darme cuenta, estaba seguro. No podía estar viviendo de la música con una chica con la que apenas podía soñar. Las cosas no funcionaban así.
Le remangué la chaqueta y le besé despacio los brazos, mientras ella se estremecía. Recordé cuando la vi por primera vez con su tatuaje de la pequeña L en la cadera. La L que garantizaba que sería mía siempre, pasara lo que pasara, sin importar nada ni nadie. Aquella L no iba a borrarse por muchos siglos, milenios o eones que destruyeran su precioso cuerpo.
El frío anillo de Tiffany me llegó hasta la piel. Suspiré.
-Podemos hacer una videollamada antes de irnos de fiesta y felicitarles al año, si quieres.
-Eso sería genial-susurré, acariciándole despacio los nudillos con el pulgar.
Me besó el cuello.
Me giró la cara para hundirse en mis ojos. Le encantaban mis ojos, eso no era ningún secreto. Le gustaba hundirse en ellos, perderse sin remedio en aquel océano. Y a mí me encantaban los suyos, el chocolate de su interior que me recordaba tanto a mi tierra, lo dulce que podía ser, lo dulce que podía ser ella...
-Para mí es el primer año con pareja-confesó, sonriendo aún más. Le devolví la sonrisa, una pobre imitación de aquella obra de arte, a pesar del aparato estético. Era perfecta, toda ella, tuviera lo que tuviera, fuera como fuera.
-El primero de muchos, nena.
-¿Me lo prometes?
-Te lo prometo.
Es sólo el principio para estos chicos, escuché decir en mi memoria, cuando se formó la banda que me había dado tanto, que me había hecho vivir.
La banda cuyas iniciales mi novia se había tatuado en las muñecas.
Un sueño.
Una banda.
One Direction.

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