Antes de que te pongas a leer literalmente 28 folios (porque no tengo vergüenza, ni la he conocido nunca) tengo que darte dos noticias: una buena, y otra mala. Empiezo con la mala: dudo bastante que pueda subir ningún otro capítulo hasta el 11 de enero (por exámenes, ya sabéis), y, si no subo tampoco el 11, por favor, no me matéis 😭
Y ahora, la buena noticia:
¡¡HE PUBLICADO CHASING THE STARS EN PAPEL!!

Tengo que deciros que todavía estoy flipando muchísimo con todo esto que está pasando; podéis comprar el libro en Amazon; me da rabia no haberos podido bajar más el precio pero creedme si os digo que no es usura (me quedo 2.50€ por cada ejemplar, el resto va todo para Amazon), yo quería dejároslo en 15, pero entonces ni siquiera se cubrirían los costes de impresión.
El libro consta de los primeros 46 capítulos de la historia, que evidentemente no voy a borrar del blog, aunque en papel están corregidos, y editados de modo y manera que los primeros sean más acordes con los posteriores, que me parecen más "fieles" a la historia porque ya estaba más inmersa en ella según iba escribiendo.
Además, si pedís el libro hoy, os tengo entendido que os llega antes de Navidades; consideradlo una especie de amigo invisible entre vosotras y yo. Y, si os animáis a comprarlo, no os olvidéis de dejar una reseña cuando lo recibáis, indicando si os gusta el formato y demás.😊
Dicho esto, también os dejo la página de Goodreads del libro; por favor, si tenéis un momentito, marcadlo como leído, puntuadlo y escribid una reseña, ¡ayudadme a mejorar!
Y... hasta aquí mi mensaje de hoy. Feliz Navidad, no os empachéis a polvorones. Muchísimas gracias por animarme a intentar publicarlo; no sabéis la ilusión que me hace pensar que mis palabras estén impresas en un papel.
Nos leemos pronto. ❤
Shasha entra en tromba en la habitación de Sabrae. Se ve
que Saab le ha cogido algo que necesita urgentemente, con la misma presteza que
todas las cosas que mi hermana más mayor le coge.
-Sabrae,
¿ya has vuelto a cogerme el cargador del…? ¿Sabrae? ¿Por qué no estás roncando
como una moto?-Shasha enciende la luz y entrecierra los ojos, juntando dos y
dos. Sabrae todavía es pequeña para irse de fiesta y quedarse a dormir en casa
de sus amigas sin avisar previamente en casa, sino sobre la marcha.
A
ver, yo llevo haciéndolo desde que empecé a salir, pero tus padres tampoco se
preocupan tanto cuando tienes un hermano de distinta madre que vive en una
calle diferente a la tuya.
O
tenías.
-¡SABRAE!-chilla
Shasha, sin importarle que pueda despertar a media casa haciendo eso-. ¡TE JURO
POR DIOS QUE, COMO ESTÉS DURMIENDO CON Scott, TE ARRANCO LA MELENA!
Sabrae
abre los ojos, me mira un momento, me dedica una sonrisa que sería lasciva si
obsequiara con ella a cualquier otra persona, se gira lo suficiente para mirar
la puerta, y se destapa un poco. Lo justo para que Shasha sepa que,
efectivamente, ella está ahí, durmiendo conmigo.
Shasha
abre la puerta, sospecho que de una patada, y la fulmina con la mirada. Sus
neuronas se quedan en cortocircuito un momento antes de tronar:
Y se abalanza sobre ella sin más dilación.
Sabrae la espera con paciencia, con la tranquilidad de la que sabe que va a
ganar la pelea porque, a pesar de que es más baja, también es más fuerte.
Shasha
ha crecido un montón este último año. Ya la supera en altura.
También
es cierto que Sabrae es muy bajita para su edad. Solemos tomarle el pelo
diciéndole que no viene de una de esas tribus africanas que no paran de saltar,
miden dos metros, y se ponen piercings que les amplían el labio hasta hacer que
quepa en un plato de sopa.
Cómo
le jode eso.
Shasha
cae sobre Sabrae con la fuerza de un vendaval y empieza a arañarle la cara, o
al menos a intentarlo. Yo me aparto lo máximo posible, me pego a la pared y
espero a que la bronca se desarrolle sin salpicarme.
Pero
lo hace, evidentemente, porque estoy demasiado cerca de ellas, y Sabrae hace
kickboxing. Si estuviera con Alec, mis testículos estarían a salvo, porque él
tiene que verse muy apurado para usar las piernas. Sabrae, en cambio, no.
Sabrae suelta una patada en cuanto puede. Tiene más potencia en las piernas que
en los brazos, y no va a desaprovecharla.
Así que,
cuando me dan una patada en la cintura, cerca, demasiado cerca de mis partes
nobles, me veo obligado a meterme yo también en la movida. Y Duna se acerca a
mi habitación, atraída por el sonido de la bronca.
La
más pequeña de todos mete la mano en la marabunta de cuerpos y agarra un dedo.
Es el de Sabrae, que se para en seco y la mira. No metemos a Duna en nuestras
peleas. Nunca. Jamás. Es demasiado pequeña.
Sabrae
y Shasha pueden pegarle (suave) cuando se porta mal y le sale el gen Malik, ese
que nos hace a todos ser unos gallitos chulos insoportables, pero nadie se mete
con ella ni se pelea en serio como lo hacemos nosotros.
Shasha
intenta pellizcarle una teta a Sabrae, pero yo le agarro las manos y se las
paso por detrás para evitar que vuelva a reactivar el protocolo de actuación
anti-tratado de paz.
En
ese momento, mamá se asoma a la puerta con el pelo alborotado y la camiseta del
revés.
-¡Scott!
¡Niñas! ¿Pero qué coño os pasa ahora?-espeta, frunciendo el ceño. Shasha mira a
Sabrae con rabia.
-He
ido a pedirle el cargador del teléfono, porque lo llevó al instituto y se lo
robaron…
-¡Pero
serás chivata!
-… y
resulta que no estaba en su cama, mamá. ¡Estaba durmiendo con Scott!
Mamá
se masajea las sienes.
-Menuda
traición, que venga a dormir con mi hermano, ¿a que sí, mamá?-ataca Sabrae,
intentando darle una patada a Shasha, pero yo aparto a la mediana y le lanzo
una mirada envenenada.
Papá
asoma la cabeza, colocándose los pantalones. Le brillan los ojos, pero está
cabreado con nosotros. Tanto por no ser capaces de comportarnos como personas,
como de haberle interrumpido el polvo.
-¿Qué
pasa?
-Se
están peleando por Scott-mamá pone los ojos en blanco, cruzándose de brazos-.
Otra vez.
-Joder,
¿ya estamos?-ladra papá.
-¡Es
que es cómodo!-grita Duna.
-¡Es
que es calentito!-interviene Sabrae.
-¡Es
que huele bien!-concluye Shasha, y Sabrae y yo nos la quedamos mirando. Ella
baja la cabeza, y sus mejillas se encienden. Duna asiente con la cabeza.
-Es
verdad, Scott también huele bien.
Papá
se vuelve hacia mamá.
-¿Por
qué tuvimos que tener más hijas, nena? Joder, Sherezade, con lo bien que
estábamos sólo con el crío.
Las crías
sonríen, acostumbradas a esta contestación por parte de papá, que ni de coña lo
dice en serio.
-Porque
te gusta follarme-gruñe mamá-, pero ponerte condón, no tanto.
-¡Mira
de lo que nos sirvió que me pusiera condón, Sherezade!-protesta papá, haciendo
un gesto con la mano en mi dirección.
-Esto-replica mamá, señalándonos a los
cuatro también-, es lo que pasa cuando follas con una mujer que no toma
anticonceptivos.
-Decías
que eras estéril, mira qué putamente estéril eres, Sherezade-bufa papá, y mamá
lo fulmina con la mirada-. ¿Qué? Es verdad, las estériles no tienen un hijo
solas, ya no digamos cuatro.
Sabrae
inclina la cabeza y sonríe.
-Me
encanta ver cómo la caga papá-comenta
-Joder,
mamá, papá tiene que tenerla muy grande para que le aguantes tanta tontería-la
pincho, y mamá agita la melena, asegurándose de darle con el pelo en la cara a
mi padre.
-El
amor, que te atonta. Dios, quién me ha visto y quién me ve; primera de mi
promoción… y ahora con esto.
-Tendrás
la cara de decir que has hecho mal negocio conmigo-papá le da una palmada en el
culo y mamá se lo queda mirando.
-No
estoy jugando, Zayn.
-Yo
sí. ¿Vamos a hacer más ruido que los críos?
Mamá
lo mira un momento.
-Vale-accede-.
Pero porque no me gusta dejar las cosas a medias, ¿eh? Que conste. Pero antes…
¡vosotras!-se gira hacia Shasha y Sabrae-. ¡Como os volváis a pelear por quién
duerme con Scott, pongo un candado en su puerta, y ninguna vuelve a dormir con
él en su vida! ¡¿Está claro?!
-Sí,
mamá-balan las dos, y Duna sonríe, escalando hacia la cama y sentándose en mi
regazo.
-Y
Scott-se vuelve hacia mí, yo casi puedo seguir con los labios su discursito: debería darte vergüenza-, debería
darte vergüenza-eres el mayor-eres el
mayor-deberías dar ejemplo-, deberías
dar ejemplo- y aquí estás, peleándote con
ellas como si no fueras más alto y varios años mayor-, y aquí te
tenemos-vaya, casi-, peleándote con ellas como si no fueras varios años
mayor-concluye con un bufido.
-Te
has olvidado de que también es más alto-aporta papá, acariciándole el costado.
Mamá se gira hacia él.
-Me
estás calentando, Zayn.
-Eso
es lo que quiero, nena.
-Calentándome
en el mal sentido.
Papá
sonríe, se muerde el labio (y, si fuera yo, se mordería el piercing, así que ya
sabía de dónde lo he sacado) y alza las cejas, seductor. Las chicas se echan a
reír.
-Eres
insoportable-bufa mamá, pero en un tono mucho más suave. Papá sonríe y le besa
la clavícula.
-Entre
otras cosas. Shasha, Duna, a la cocina. Los mayores podéis ir también, a no ser
que queráis aprender algo.
Y se
la lleva a la habitación mientras yo saco a las chicas y las llevo escaleras
abajo. Shasha le tira del pelo a Sabrae (la muy cabrona es rencorosa), Sabrae
se gira y le pone la zancadilla, y Shasha se daría de morros de no ser por mí,
que soy una persona bellísima demasiado buena para este mundo. Con mis
hermanas, por lo menos.
Con
Tommy, ya no tanto.
Cojo
a Duna en brazos y la alzo para que sea ella la que abra las alacenas. Nos
preparamos el desayuno y nos sentamos a la mesa, quitándonos comida de la boca
unos a otros. Sabrae y Shasha se pelean y se ríen mientras Duna se hace con las
galletas más suculentas. Me pasa alguna a mí, porque también soy su favorito.
Se le nota a leguas.
Sabrae
coge un puñado de cacao en polvo y se lo tira a Shasha a la cara, que lanza una
exclamación y se abalanza sobre ella. Yo ya paso de meterme, son un caso
perdido.
-¡Sabrae!
¡Ahora Shasha es de tu color!-celebra Duna, metiendo la mano en el bote y
pasándosela luego por la cara, cambiando del sucio tono café de nuestra piel al
de chocolate con leche de la mayor. Las niñas se ríen mientras se pintan la
cara las unas a las otras, y se las apañan para acorralarme y dibujarme
símbolos tribales con la misma pintura improvisada en la mejilla.
Cuando
mamá baje y nos vea así, decidirá que es hora de desheredarnos. Y con toda la
razón del mundo.
Duna
dice que quiere ir al parque y Shasha se ofrece a acompañarla. La verdad es que
a mí no me apetece mucho salir de casa, salvo por una nimiedad.
Tengo
que ir a comprar otro piercing. Lo noto arañando la cara interna de mi boca
mientras mastico, así que me lo quito y lo estudio. Tiene trocitos de piel
minúsculos incrustados en la punta del aro, y hay partes un poco enrojecidas.
Me paso la lengua por el agujero y noto el inconfundible sabor metálico de la
sangre bañándome la punta.
Las
crías me miran con atención mientras lo observo.
-¿Tienes
que ir a por otro?-pregunta Sabrae, y asiento y suspiro-¿Al centro?-vuelvo a
asentir, se le ilumina la cara-. ¿Puedo ir?
Me
encojo de hombros.
-Es
un país libre.
-Genial-replica,
se termina su desayuno y sale disparada en dirección a su habitación. Baja en
menos de cinco minutos, con los rizos ya peinados y sueltos, balanceándose
sobre su cara, la sudadera roja de Deadpool que está a nada de dejar de ser
mía, unos leggings negros con los que va a coger una pulmonía sí o sí (o
debería, pero viendo que es capaz de salir de noche sin medias, ya no sé qué
pensar en relación con mi hermana) y unas Converse de cuero blancas, impolutas.
Se las han regalado por Navidad y las cuida mejor que a un hijo.
-Estoy
lista-anuncia mientras Shasha ayuda a Duna a ponerse su abrigo y se despide de
nosotros, no sin antes pedirnos que le compremos no sé qué disco de la banda
china (¡que son coreanos, Scott, coño!)
de turno.
-Pues
yo no-replico, dando un pequeño sorbo de mi bebida.
-Pues,
¡date prisa!-exige Sabrae, que debe de tener una tarde de sábado de principios
de semestre súper ocupada con trabajos. Y exámenes. Evidentemente.
Sonrío
con malicia dando otro sorbo aún más lento.
-Podré
terminarme la leche, ¿no?
Sabrae
pone los ojos en blanco y espera con impaciencia a que acabe. Yo lo postergo y
lo postergo, hasta que ella se harta de esperarme, me arrebata la taza, me tapa
la nariz y me la da de beber a la velocidad del rayo.
-¿¡TÚ
QUE ERES TONTA!?-grito, dándole un manotazo en el brazo.
-¡Scott!
¡Niñas!-grita papá desde el piso de arriba, probablemente todavía dentro de las
piernas de mamá. A veces me pregunto si lo de durar mucho en la cama me viene
en la sangre, o lo he ido aprendiendo a base de escuchar a mis padres mientras
crecía.
-¡Es
él!-grita Sabrae.
-¡Es
ella!-protesto yo. Sabrae va a sentarse al sofá mientras subo a cambiarme de
ropa. Estoy a punto de mandarle un mensaje a Tommy diciéndole que voy al
centro, preguntándole si quiere venir o si necesita algo.
Luego
recuerdo por qué tengo que ir al centro. Fue él quien me rompió el piercing.
Se me
revuelve el estómago y mi alma multiplica su peso por un millón. Se me hace
imposible caminar. Me quedo sentado en la cama un momento, mirando la foto del
que fuera mi único hermano, sonriendo y haciendo el imbécil con un balón de
baloncesto. La foto se la hizo Bey en verano, estoy seguro. Es más, de hecho,
se me ve a mí en el fondo, echando un cigarro, sentado en el bordillo de la
cancha y hablando con alguien que no sale en la imagen.
Se
abre la puerta y Sabrae asoma la cabeza.
-¿Scott?-susurra-.
¿Estás bien?
-Sí,
no es nada-me paso rápidamente la mano por la cara, arrastrando un par de
lágrimas que han conseguido ser más fuertes que yo e, ignorando la presión en
mi pecho, me pongo en pie y sigo a mi hermana pequeña por la casa, la calle, en
dirección a la parada del bus, y luego a la del metro, y luego en el mismo
metro. En ningún momento Sabrae me pide indicaciones, lo cual me parece extraño
en mi solitaria estupefacción.
Hasta
que recuerdo por qué sabe dónde tenemos que ir. Acompañó a Eleanor, y ella
también se hizo algo, como se encarga de recordarme Luke nada más entrar.
-¡Sabrae!-celebra,
antes de que yo entre-. ¡Dichosos los ojos! ¿Vienes a que te ponga otro adorno
en ese precioso cuerpo tuyo?
-Otro
día-replica Sabrae, y la sola idea de Luke poniendo sus sucias manos sobre mi
hermanita me hace hervir la sangre. Los dos me miran cuando me abro paso en la
tienda, cerrando la puerta detrás de mí.
-¿Tú
solo, Scott? Esto es nuevo-me provoca-. ¿Y tu mitad?-acusa.
-No está
solo, está conmigo-contesta Sabrae, muy digna. Luke levanta las manos. Le
agradezco en silencio a Sabrae que me eche un cable. No estoy preparado para
decir en voz alta que Tommy y yo ahora vamos por caminos separados.
Lo
peor de todo es que hay una inmensa fila de árboles entre nuestros senderos, y
la figura del otro se pierde en la espesura. A veces, deseo poder echar un
vistazo y ver cómo le va, a pesar de que sólo han pasado unas pocas horas desde
que nos separamos definitivamente.
-Está
bien, ¿qué se os ofrece?-pregunta, y yo me señalo el agujero vacío debajo de mi
labio. Luke asiente-. Aro negro, ¿no? ¿Mate o brillante?
-Con
brillo-informo. Luke se pone a revolver entre sus cajas mientras Sabrae se
inclina hacia los piercings más elaborados. Hay uno de unas alitas separado por
una varilla de hierro recubierto de plata. Se lo he visto a algunas chicas. Lo
de las alitas es bonito, y versátil. Pueden ir en cualquier parte del cuerpo:
nariz, oreja, ombligo…
Me
quedo mirando a Sabrae mientras ella frunce el ceño ligeramente, estudiando con
atención la pequeña pieza de bisutería. Sé que no puedo preguntarle a Luke
dónde le ha hecho el piercing, y sé que tampoco quiero que Sabrae me confirme
mi sospecha.
Ella
está rarísima, y se cuelga de mi brazo nada más salir de la tienda, ya completo
de nuevo. Me paso la lengua por el piercing, hago una mueca al notarlo todavía
nuevo (tardaré un poco en hacer que su tacto cambie, erosionándolo con lengua,
saliva y dientes) y me la llevo al centro comercial más cercano, el de la mayor
tienda de discos, libros y tecnología de todo Londres.
Estamos
entrando por la puerta cuando ya no puedo más.
-¿Dónde
te has hecho el piercing, Sabrae?-pregunto, y ella me mira.
-No
tengo ningún piercing.
-Mentirosa.
-Bueno,
¿a ti qué?
-¿Dónde
lo tienes?-la pincho, un poco más animado al ver lo rápido que contesta a mis
provocaciones. Sabrae pone los ojos en blanco y se suelta de mi brazo.
-No
te lo voy a decir.
-Sabrae-suplico.
-Métete
en tus cosas, Scott.
Sonrió
con malicia.
-Si
se lo pregunto a Alec, ¿él me lo dirá?-inquiero, y noto que he dado en el clavo
y que ya sé dónde tiene el piercing (y la razón de su interés en aquél de las
alitas) cuando sus ojos se entrecierran un poco.
-Arriésgate,
pero… no creo-esta vez es ella la que sonríe con satisfacción. Se sabe la nueva
dueña de la conversación.
-¿Por
qué no?-la sigo por entre las tiendas, vamos directamente a la librería, sin
pasar por las de ropa. Casi mejor. Prefiero estar en casa, tumbado en la cama,
pensando en mis cosas, comiéndome la cabeza y no sintiéndome mal por estar
fuera sin Tommy, por poder pasármelo bien sin él, por notar su ausencia
especialmente cuando estoy rodeado de gente. Es mucho mejor echar de menos a
alguien cuando estás solo que cuando estás acompañado.
Llegas
incluso a sentirte culpable por estar con alguien.
-Porque
si te lo dice, no vuelvo a dirigirle la palabra-sentencia, acercándose a unas
escaleras mecánicas y subiendo de un salto a un escalón.
-Entonces
no le preguntaré-decido, y ella suelta un condescendiente “bien”, creyendo que
ha vencido-; el mundo no puede permitirse que te vuelvas a poner de morros por
no hablar con tu chico.
-Gilipollas-escupe,
pero la noto sonreír en su tono de voz.
-¿Cuánto
lleváis?-la puteo.
-No
estamos saliendo-suspira, apoyándose en el posamanos y mirando alrededor. La
gente se hace más pequeñita, y las tiendas cambian de forma, a medida que vamos
subiendo hacia la planta superior. Hace salir un poco su cadera, como si fuera
una modelo, o algo así.
-Vale,
pues enrollados. ¿Cuánto lleváis?
-Pregúntale-responde,
como la arpía que es-, a ver si lleva la cuenta.
-¿Tú
la llevas?-inquiero, y ella me mira por encima del hombro, riéndose.
-Scott.
-Sabrae-respondo,
y ella alza las cejas, divertida.
-Vaya,
pero, ¡si te sabes mi nombre!
-Fui
yo quien te lo puso-le recuerdo, y sus mejillas se hinchan cuando ella sonríe.
Me aprieta la mano y sale disparada en dirección a la sección de los libros, la
que más ocupa en todo el local. Yo la sigo, me escabullo entre las estanterías,
ando y desando de un lado a otro mientras ella elige títulos aparentemente al
azar, les da la vuelta, lee la sinopsis y los deja de nuevo en su sitio.
Excepto
uno, uno pequeñito, cuadrado, de no más de 350 páginas. Es de color aguamarina,
con un montón de carpas dibujadas a pincel en su portada. Sabrae lo ha abierto
y se ha quedado mirando una página. Me acerco a ella y echo un vistazo por
encima de él.
Son
textos de esos que la gente a veces sube a Instagram, a Twitter, a Tumblr, a
sus blogs. Y no por eso dejan de ser geniales.
-Mira
esto, Scott-susurra en un tono que no le he escuchado utilizar en años, de
absoluta adoración. Tiene su dedo colocado sobre una frase corta, pero profunda
como la sima de un océano. Podemos elegir
con quién dormimos, pero no con quién soñamos.
Quiero
seguir leyendo el texto, pero Sabrae cierra el libro de golpe y se lo lleva al
pecho.
-Me
lo voy a llevar-dice, como si yo fuera gilipollas y no entendiera que pretende
hace exactamente eso. Yo asiento con la cabeza, cojo otro ejemplar y ojeo al
hermano del que va a ser una nueva adquisición para la familia. Hay un montón
de páginas que contienen un par de líneas, y, el resto, su blancura impoluta.
Observo cómo Sabrae mira más libros, sin soltar nunca el pequeñín.
Y entonces,
caigo en por qué se quiere llevar un libro que no se parece en nada a los que
ella suele leer, que no tiene las características que ella escoge. Le gusta
coger libros bien gorditos, con letra pequeña y muy poco espacio, aprovechando
al máximo el recuerdo del árbol que fue en otra vida, cuyas historias se
apretujan en las páginas en señal de respeto por el tronco que ya no es en
esencia, y tampoco en potencia.
Ha
elegido dormir conmigo, pero seguro que ha soñado con él. Y seguro que le ha
gustado.
Me
fijo en ella, en cómo le brilla la piel, cómo sus ojos se detienen un momento a
observar portadas, lomos, o contraportadas que le llaman la atención, sus manos
estirándose a coger otros libros.
Lleva
las huellas de Alec por todas partes, unas huellas que yo nunca he visto, unas
huellas que él no puede elegir dejar en nadie, y que sólo es capaz de dejar en
ella. Me acerco de nuevo a ella, que ahora está estudiando un libro inmenso,
como un atlas, de fotografías de Japón. Lo ha abierto por una página en el que
se ve una montaña cortada como con cuchillo, creyéndose un flan de colores
equivocados, y posada sobre un manto de cerezos. Sonríe un poco, no lo bastante
como para que lo note el resto de la gente, pero sí lo suficiente, de sobra,
como para que lo note yo.
-Todavía
te dura-le digo, y ella se me queda mirando. Ni siquiera pone mala cara. Joder,
Alec está con ella, Alec está con ella aun cuando hay kilómetros entre los dos.
-¿El
qué?-pregunta, inocente, y me doy cuenta de que tiene catorce años, es una niña, es un bebé, es mi niñita.
Y
está enamorada.
-El
brillo en la piel y los ojos que te ha puesto Alec.
Sabrae
sonríe, baja la mirada, clavándola más allá de la celulosa tatuada con un
millar de colores, dejándola caer a sus pies, cuyas partes delanteras se
juntan, haciéndola más pequeñita, y se aparta un mechón de pelo de la cara.
-Vamos
a por el disco de Shasha, anda-me dice, dejando el libro en su sitio y
alejándose sin darme tiempo a reaccionar.
Pero
yo soy su hermano, la conozco lo suficiente y desde hace lo suficiente como
para saber cuándo sonríe de felicidad, y cuándo se le encienden las mejillas
porque es inmensamente feliz.
Saco
el libro que ha dejado en la estantería y la sigo. A mí también me ha gustado
la foto del monte Fuji sobre el mar de cerezos. Ella alza una ceja al ver que
me aproximo con el libro, pero no dice una palabra. Se gira sobre sus talones y
se queda mirando las portadas de los discos de la sección asiática.
Es
increíble cómo personas que no tienen nada que ver unas con otras, y cuyos
peinados son inconfundibles del resto, pueden ser tan idénticas.
Ah, y
el título del disco que Shasha quiere está en coreano. Genial. Las pasamos
canutas para encontrar lo que ella quiere; le mandamos una foto para
asegurarnos de que es eso, y Shasha nos manda una carita sonriente por toda
respuesta.
Yo
hago el amago de ir a pagar, pero Sabrae me dice que espere, se va a la parte
de cantantes nacionales, coge todos los discos de papá, y se niega a marcharse
hasta que no ha colocado cada álbum al frente de cada pila de discos. Le hace
una foto a la millonada de caras de papá que se reproducen por doquier, sonríe
satisfecha, y me sigue con los ojos fijos en la pantalla de su teléfono.
Pagamos
y volvemos a bajar por las escaleras mecánicas. Se inclina a mirar la zona de
los restaurantes.
-Han
abierto un Fosters-comenta.
-¿Quieres
que vayamos a comer?
-Nah-replica,
meneando la cabeza de manera que sus rizos cobran vida propia, y parece Medusa.
-Pago
yo-añado, y ella se vuelve, me mira, sonríe y espeta:
-Bueno,
ahora que lo dices, la verdad es que me entran unas alitas de pollo-sonríe, y
yo me echo a reír. No me acuerdo de Tommy en ningún momento.
Le
pregunto por qué siempre cambia de idea cuando le digo de pagar yo, y me
contesta que le encanta hacerme sacar la cartera, le digo que eso es alimentar
al machismo, y me dice que no, que eso es aprovecharse de su hermano mayor, que
es lo que tiene que hacer, lo que la naturaleza espera de ella. No me deja
coger ni una sola alita de pollo, pero intenta robarme un par de patatas, y lo
consigue en una ocasión.
La
pantalla de su móvil se ilumina un par de veces, y sólo lo coge al vuelo una
vez cuando un nombre corto, que empieza por “A”, y acaba por “lec” se
manifiesta en el diminuto aparato. Miro cómo sonríe mientras mastica y se pone
a teclear.
-¿Por
qué lo dejasteis?-pregunto, y ella me mira.
-No
lo dejamos; nunca hemos estado juntos.
-¿Por
qué os peleasteis?
-Porque
Alec es subnormal-suelta, pero lo hace con mucho cariño, y yo espero a que
termine la frase con un “pero es mi subnormal”, cosa que no hace.
-¿No
me lo vas a contar?
-Que
te lo cuente él. Sois amigos. Se supone que os contáis las cosas-abre un montón
los ojos y me mira-. Ay, Scott, perdón, no quería…
-No
pasa nada-le acerco la caja de patatas-. Venga, termínatelas.
-Jopé,
Scott, ahora me siento mal…
-Estoy
lleno, en serio-contesto, y es verdad en parte y en parte no. No tengo ganas de
comer más, y tampoco creo que debiera.
No
tengo ganas porque estoy lleno y porque se me encoge el estómago al pensar que
lo que ha pasado con Tommy es solamente culpa mía. Sois amigos, se supone que os contáis las cosas.
Él
era mi mejor amigo, se supone que tengo que contarle cosas que nadie más sabe.
Cosas que Alec sí sabía, pero Tommy no.
No me
extraña que la pague con Eleanor. Ella le recuerda a lo que yo le he hecho.
Ella forma parte de mi traición. Ella no se lo merece, pero tampoco puedo
culparlo; en el fondo de mi corazón, sé que no.
Sabrae
deja unas pocas patatas, me acerca una alita de pollo, la última, y me sonríe
con timidez. Me está pidiendo perdón. Me la como y nos largamos. Ella intenta
animarme, me saca conversación, joder, si incluso me dice de ir a la tienda de
piercings y termina comprándose el de las alitas de ángel, tomándome el pelo y
diciéndome que no la voy a ver disfrutando de su piercing, y yo le sonrío, pero
tengo la cabeza en otra parte.
Alec
le manda un par de mensajes, y ella los abre, le contesta con monosílabos y le
dice que espere. No quiere dejarme solo, a la deriva del mar embravecido que es
mi cabeza. Siento los golpes de Tommy aún en mi cuerpo, tanto los primeros como
los que vinieron como respuesta a los míos. Siento sus palabras volviendo a
aguijonearme el corazón.
Y me
escucho a mí mismo en bucle diciendo que ya no es mi hermano.
Y me
enfado con él. Me enfado muchísimo, por no estar a mi lado cuando digo eso para
romperme la cara y decirme que es imposible que él y yo dejemos de ser
hermanos. Me enfado con él por consentir siquiera que yo piense eso, que diga
eso, que sienta eso. Me enfado por dejarme solo, por no ver lo que yo le hago a
Eleanor igual que yo veo lo que Alec le hace a Sabrae.
Hay
que estar muy ciego para no ver que puedo hacer a Eleanor feliz, que la hago
feliz cuando no estoy hundido en la mierda por su culpa.
Y hay
que ser muy hijo de puta para decir que yo no la quiero y que no estoy
enamorado de ella, que no es más que un capricho para mí, cuando ninguna chica
ha sido nunca un capricho en lo que a mí respecta. Yo he sido un capricho muchas
veces; prácticamente, toda mi vida sexual.
Y,
justo ahora que encuentro a una chica que me valora y me quiere, a la que le
puedo hacer el amor y a la que le gusta mirarme a los ojos y decirme que me
quiere mientras estoy dentro de ella, y no lo bueno que estoy, lo mucho que ha
esperado este momento o las ganas que me tenía, sino lo mucho que me quiere, Tommy tiene que volverse gilipollas y
cabrearse conmigo por no poder resistirme a ella.
Eleanor.
Mi
centro de mandos se apaga cuando abro la puerta de casa y me encuentro con su
melena chocolate alrededor de la cara de Duna. Las dos se están riendo, Duna se
ha sentado entre las piernas de Eleanor, que la ha abrazado con las piernas y
le hace cosquillas en el costado, mientras Duna se ríe.
Hay
que destacar varias cosas de este cuadro.
La
primera, que no puedes tener un grado de confianza como del que hacen gala mi
novia y mi hermana pequeña si por lo menos una de las dos personas de la
situación no conoce a la otra desde que nació.
La
segunda, que Eleanor es ofensivamente preciosa cuando se ríe.
La
tercera, que Duna se parece un poco a mí.
La
cuarta, que Eleanor es ofensivamente preciosa cuando se ríe.
La
quinta, que parecen madre e hija, y no puedo soportar mirar sin deshacerme cómo
Eleanor juega con una niña que se parece a mí, que comparte mi sangre, que es mi hermana en este
momento, pero que podría ser mi hija dentro de 10 años.
Y la
última, que Eleanor es ofensivamente preciosa cuando se ríe.
Y,
por Dios, cómo se ríe cuando me ve.
-Hola-dice,
como si no fuera, no sé, la encarnación de la belleza en un cuerpo de quince
años, la demostración de que el Big Bang se ha producido y de hecho se
reproduce cada x tiempo, por ejemplo, al momento de su nacimiento, como si no
fuera una diosa que ha venido al mundo para enseñarme las maravillas que hay en
él, como si no fuera el cuerpo (y, uf, qué cuerpo) en el que el amor ha
decidido concentrarse para demostrarme que un corazón roto puede amar más que
uno intacto, que cada pedacito puede querer como un corazón completo, que un
corazón dividido en 20 pedacitos equivale a 20 corazones, y no a 1/20. Me
saluda como si no estuviera enamorado de ella, como si no fuera capaz de ir al
fin del mundo con tal de hacerla feliz, como si no pudiera cabrearme con su hermano
por insinuar que no la amo, como si no pudiera despreciar toda la poesía
escrita hasta la fecha, sea en blogs, en libros de editoriales modestas o en
las paredes de los templos más inmensos que haya hecho la humanidad, porque lo
que siento cuando me mira, me habla o me sonríe no es poesía, no es teatro, no
es prosa, es todo junto, es literatura como todavía no la han inventado.
La
historia debería empezar a contarse desde el momento en que ella nació. Y no
desde que los griegos se inventaran unos símbolos para representar los sonidos
que representan objetos o ideas.
Tommy
no puede ser tan imbécil de no ver la luz que dejo en Eleanor, o la que ella
deja en mí. Si Sabrae es un faro después de ver a Alec, Eleanor es un sol; si
Alec es un faro después de ver a Sabrae, yo soy un cielo iluminado por tres
astros.
-Hola-replico,
porque, ¡joder, me está hablando a mí! Eleanor sonríe, divertida por mi tono de
incredulidad porque, ¡joder, me está hablando a mí!
-Abajo,
pequeña-le dice a Duna, que se desliza por sus piernas y va a ver a Sabrae. No
se acerca a mí. Sabe que ahora no soy suyo, que probablemente no vuelva a serlo
nunca. Eleanor se pone en pie y viene hacia mí, me toma la mano y me acaricia
los nudillos. Y me sonríe. Y yo soy un puto muñeco de nieve al que ha
sorprendido el cambio climático. Sorpresa,
hijo de puta, ¿te crees sólido? Pues es imposible que no seas líquido.
Me convierto en un puto
charco a sus pies. Te lo juro.
-Me
dijiste que ibas a estar en casa-me riñe, se pone de puntillas y me besa, y yo
cierro los ojos, dejándome llevar por cómo su esencia se condensa en nuestras
bocas. Joder, qué bien sabe mi chica, qué buena es, qué guapa, qué lista, qué
hermosa, qué generosa, dios…
-Es
que me gusta hacerte de rabiar.
-Ya
vale de hacerse el difícil, Scott-me dice, y noticia de última hora:
Mi
nombre. Es. La puñetera. Mejor palabra. De toda. La historia.
-¿Me
has comprado algo, Saab?-pregunta Duna, metiendo la cabeza dentro de la bolsa.
Sabrae se sienta en el sofá y le enseña los libros, incluido el que le ha
recordado a Alec.
Yo
pego a Eleanor contra mi pecho y le beso la frente, y voy bajando, y ella se
ríe.
-Te
deseo-le digo, y ella se sonroja un poquito, mi niña-. Ahora.
-Pues
ya sabes qué hacer-replica, pasándome una mano por el cuello, por la nuca, y
jugando con mi pelo. Y sí, sé exactamente lo que tengo que hacer. La llevo de
la mano escaleras arriba, entramos en mi habitación, cierro la puerta, le quito
la ropa y le dejo que ella me la quite a mí, le beso todo el cuerpo, le separo
las piernas, bebo de ella hasta que su sexo no es suficiente para saciar mi
sed, y entonces, la poseo, muy, muy, muy despacio. La beso en la boca, respiro
en su aliento, inhalo su respiración acelerada.
Sabe
lo que necesito, y me lo da.
-Te
quiero-me dice mientras la embisto despacio, mirándola a los ojos.
-Yo
también te quiero, mi amor.
Ella
se estremece. Está muy, muy cerca. Consigo que se rompa entre mis brazos cuando
le mordisqueo el lóbulo de la oreja y le susurro:
-Lo
vales. Una y mil veces. No cambiaría nada por ti.
Me
pasa los brazos por la espalda, y me mira mientras termino, habla conmigo, me
dice cosas que ni siquiera sabía que se pudieran decir a una persona. Son cosas
que yo diría mientras me tiendo en el suelo para hablarle a mi dios.
Y, sin
embargo, Eleanor hace que suenen no como una blasfemia, sino como una plegaria
que me dedica sólo a mí.
-Eres
feliz-observa, y yo asiento-. Y es por mí-vuelvo a asentir. Contemplo el
colgante del avión de papel. Es un puñetero cohete cuando toca su piel. Una
nave espacial que viaja a través de las dimensiones.
Me
tumbo a su lado y me quedo mirando el techo de la habitación. Eleanor me cubre
de besos, se pasa por mi costado, aparta la cara.
-¿Esto
te lo ha hecho mi hermano?-pregunta, y yo miro los moratones a los que se
refiere, me encojo de hombros.
-No
quiero hablar de él, Eleanor.
-Lo
siento-se disculpa, tanto por haberme sacado el tema como por lo que me ha
hecho Tommy.
-No
hay nada de lo que disculparse, porque no hay nada de lo que arrepentirse.
Me
mira un momento. Todos sus poros refulgen por lo que le acabo de hacer. Me
acaricia el mentón.
-Algún
día, el mundo te apreciará todo lo que te mereces, Scott.
-Ya
lo hace, Eleanor. El mundo eres tú.
Diana
Mi inglés me hacía tener una
fuerza de voluntad de mierda. Seguía cabreadísima con él, sí, seguía
molestándome imaginármelo encima, o debajo, de aquella zorra pelirroja.
Pero no podía ver cómo se comportaba como un
cachorrito apaleado que intenta hacerse el fuerte enfrentándose a un perro mucho
mayor que él, desinteresado en la pelea.
Y, por mucho que me doliera pro cómo estaba tratando a
Eleanor, precisamente al única que no había hecho nada en toda aquella
situación y a la que teníamos que proteger, más me dolía ver cómo se lamía las
heridas no para limpiarlas, sino para mantenerlas abiertas.
Tenía que hacer algo.
Sabía que mi compasión no duraría mucho, o lo
sospechaba. Nunca me había sentido como me había sentido con él; desvalida aun
con mi armadura, vulnerable aun con mis armas. Tenía la sensación de que podía
mirarme y ver exactamente lo que me torturaba cuando estábamos juntos.
Que dijera su nombre, que suspirara, que la deseara
estando conmigo, que me pusiera su cara o se imaginara que la que estaba debajo
de él no era yo. No por nada, no porque la considerara superior a mí (no lo
era), ni mejor que yo (no lo era), ni más apta (no lo era), ni más capaz de
darle placer a mi inglés (tampoco), ni de quererlo (ni hablar) más de lo que lo
hacía yo.
No me gustaba sentir envidia de otra chica. Y Tommy
era el único que podía hacer que yo sintiera envidia de otra.
Me acurruqué contra él, detestando todo en lo que se
estaba convirtiendo, casi convencida de que había sido culpa de la pelirroja
que se estuviera comportando así con su mejor amigo y con su hermana. Mi inglés
no tenía un corazón tan sucio, ella se lo había manchado con sus besos
ponzoñosos.
Tommy se pegó a mí, se abrazó a mi cintura en sueños,
y suspiró. Me hizo cosquillas en el pecho, y le acaricié el pelo. Se notaba que
no estaba descansando bien. Joder, menudo momento había elegido para pelearse
con Scott. Yo no podía hacer esto todos los días. Me odiaba a mí misma por
haber cedido tan pronto.
Yo sólo quería una disculpa, que me dijera que no
había significado nada, que no volvería a pasar, que estaríamos él y yo solos
otra vez, como la última noche. Que, aunque yo había sido un clavo fabuloso
para sacar a otro lleno de herrumbre, ahora estaba tan hundida en la madera que
sería imposible que el oxidado regresara.
Echaba de menos a Tommy. Echaba de menos a Tommy
muchísimo, aun estando a su lado en la cama, entre sus brazos, con nuestros
alientos mezclándose y mis ojos en el perfil de su cara, dibujado por la luna
en una noche sin estrellas. No estaba acostumbrada a echar a nadie de menos de
aquella forma, teniéndolo al lado.
Apenas estaba acostumbrada a echar a nadie de menos.
Siempre había sido muy independiente; la única cuya ausencia yo podía llegar a
acusar era la de Zoe, cuando se iba a algún puñetero campamento para niñas de
familia con pedigrí de Estados Unidos, a los que técnicamente yo no podía
entrar, por ser la primera generación de importancia de mi casa.
La muy perra iba secretamente gustosa, por los
sementales que había en aquel lugar paradisíaco, a los que podía montar todo lo
que quisiera.
Ah, sí, los caballos tampoco estaban mal.
Sonreí en la oscuridad ante mi broma, pero mi sonrisa
no subió a mis labios, y Tommy se habría dado cuenta de que mis hoyuelos no
hicieron acto de presencia. Mi purasangre tenía una pata rota. Tenía que
sacrificarlo o renunciar a ganar el torneo del que todo el mundo nos
consideraba favoritos.
Le acaricié aquellos brazos, pensando. Me molestaba
muchísimo sentirme a su merced.
Y, sin embargo, no podía renunciar a él. No así.
Incluso si no me hubiera dicho que me quería, yo ya había estado dispuesta a
pelear con uñas y dientes por mantenerlo a mi lado y cuidar de él, como si
fuera un perrito.
Pero me había tenido que decir que me quería antes de
irme. Y me había tenido que obligar a repetírselo esa noche.
Joder, Diana,
deberías haber aguantado más tiempo.
Había resuelto
que no me dejaría ablandar por muy mal que estuviera. Pero no había contado con
lo de Scott. Joder, ya le valía, yo estaba antes.
Tenía que encontrar la manera de hacer que me pidiera
perdón, y que lo hiciera de verdad, con aquellos ojos azules brillando por el
arrepentimiento. Yo no lo conseguiría sola. Tenía que pedírmelo él. Y luego, ya
haría lo que fuera necesario para conseguir volver a la casilla de salida.
Yo era el menor de sus problemas ahora mismo, y lo
peor es que lo sabía. Saber que el chico por el que estás loca prefiere
perderte a ti que a su mejor amigo duele. Y más cuando es el primer chico que
te importa. El bueno, el listo, el adorable, el mono, el del acento más sexy
que puedas escuchar, el de la voz rasposa más sensual después del sexo, el que
mejor besa, folla y hace el amor.
Sinceramente, no me parecía que tuviera mérito
enamorarme de Tommy. Lo que tenía mérito era estar enfadada con él y no conformarse
con ser poco más que su concubina.
Su concubina.
¡Layla!
Sonreí para mis
adentros. Seguro que la inglesa podría hablar con él, encauzar las cosas y
hacer que Tommy me permitiera consolarlo y apoyarlo mientras le durara el
enfado con Scott. Tommy la escuchaba, había crecido con ella, y los
sentimientos de los dos se habían desarrollado durante las últimas vacaciones.
Por mucho que me doliera, mi inglés no era exactamente mío. Lo compartía con
alguien más.
A las dos nos correspondía cuidarlo.
Satisfecha conmigo misma, me acurruqué contra él y
cerré los ojos, inhalando el aroma que desprendía su cuerpo, a colonia de la
cara, a hogar, cariño, y sexo. Tommy se revolvió en sueños, me estrechó un
poquito más fuerte entre sus brazos, y susurró:
-Diana…
Quise creer que estaba soñando conmigo. Era lo que
necesitaba esa noche, después de notar con qué desesperación se había aferrado
a mi cuerpo y me había besado con delicadeza, como si se considerara un
monstruo, como si se diera cuenta de su propia fuerza destructiva y quisiera
controlarla a toda costa, porque yo era demasiado preciada como para dejarse
llevar por la pasión y arriesgarse a desmenuzarme.
Qué difícil me lo estaba poniendo para seguir molesta
con él.
Me quedé dormida aferrada a su cuerpo, suplicándole
que no me dejara marchar, que encontrara la manera de conseguir que superara mi
orgullo y le perdonara.
Y me desperté sola, dada la vuelta, hecha un ovillo
para combatir el frío. Me giré y lo vi durmiendo de cara a la pared, con el
moratón de su costado extendiéndose como una mancha de alquitrán alrededor de
un barco de quilla rota.
No podía dejar que esa oscuridad morada lo devorara.
Pero tampoco podía dejar que la pena se pusiera por
encima de mi autoestima. Yo valía más que aquella zorra, y si él no podía
verlo, era su problema. Me encargaría de que abriera los ojos, sí.
Me acerqué a él, le besé el omóplato, y salí de la
cama. Me vestí despacio, como esperando a que él se diera la vuelta y me
agarrara de la cintura, me dijera algo bonito, de esas cosas que sólo parecían
poder ocurrírsele a él (puede que los ingleses fueran todos unos poetas, o
puede que estuviera enamorada del único que merecía la pena en ese siglo), que
lo terminara con un “no sé cómo he podido ser tan estúpido de no aguantar un
par de días más para estar contigo, Didi, perdóname”, y yo me giraría, lo
besaría y lo haría.
Pero no se giró; siguió durmiendo la mona sin
inmutarse, respirando profundamente, con su pecho subiendo y bajando y el
moratón bailando, cambiando de forma con el movimiento de su caja torácica.
No soportaba pensar que otra había visto eso mientras
él me pertenecía, aunque fuera a medias y tuviera que compartirlo con Layla.
Tommy era nuestro, ¿cómo se atrevía a ir regalándose por ahí, vendiéndose
baratísimo, en una rebaja insultante? Megan no se lo merecía. Yo tampoco, ya
puestos. O yo no me lo merecía antes, porque ahora ya no estaba tan segura de
que no estuviéramos hechos el uno para el otro.
Lo tapé con la manta y le di otro beso en la mejilla;
él suspiró de satisfacción. No quería seguir viéndole el moratón, porque me
hacía pensar en lo que había hecho con Megan, en las cosas que le había hecho,
dónde y cómo (preferí no pensar en si habían conllevado muebles, o les había
bastado el suelo). Tampoco quería que cogiera frío.
Seguía cabreada con él, pensaba que dejaría de ser un
capricho para mí, pero una parte de mí me suplicaba desde su jaula diminuta, en
lo más recóndito de mi alma, que le perdonara aunque él no me lo pidiera
directamente, que dejara de ser tan orgullosa y volviera a acostarme con él, a
cerrar los ojos, acurrucarme contra su pecho, escucharlo decir mi nombre en
sueños mientras me rodea con los brazos y me besa la cabeza sin apenas
enterarse, y yo dejarme llevar, pensar que me lo merezco, que él se lo merece,
que nos merecemos el uno al otro y que no podemos traicionarnos ni aunque
queramos.
Salí de la habitación echándole un último vistazo. No te conviertas en el monstruo que eres con
tu hermana estando también conmigo, le pedí en silencio. Luego, cerré la
puerta y fui a desayunar.
Creí que estaría sola; aquella familia no era mucho de
madrugar, y los padres de Tommy habían estado viendo la tele hasta tarde. A su
madre incluso se le intuían unas ojeras que no se molestaba en combatir, y yo
sospechaba que se debía al estado de su hijo. Puede que nunca hubiera estado
cabreado con Scott durante tanto tiempo. O puede que sí, pero la cosa nunca
hubiera sido tan seria.
No me quedé sola con mis pensamientos, sin embargo.
Eleanor estaba sentada en la mesa de acero, mordisqueando un donut y mirando
con muy poco interés la pantalla de su teléfono. Un montón de fotos se
deslizaron hacia arriba con un movimiento de dedo; era como ver cómo se hacían
las letras del principio de Star Wars,
pero con la velocidad aumentada. Levantó la vista al verme entrar y se limpió
la comisura del labio.
-Hola-saludé, y ella sonrió.
-Hola, Didi.
Llené la conversación con palabras estúpidas,
preguntas vacías y cumplidos que no tenían interés para ella. Menos mal que era
lista y enseguida fue al meollo de la cuestión.
-¿Has dormido con mi hermano?
Asentí con la cabeza.
-¿Y cómo lo ves?-quiso saber, en sus ojos brillaba
algo que no sabría identificar del todo. Era una mezcla entre tristeza y
preocupación, una pena tan profunda como la inmensidad del espacio.
-No lo conozco de hace lo suficiente como para… ya
sabes, darte un diagnóstico-respondí, jugando con la tapa de una botellita de
zumo antes de tirar de ella para abrirla.
-Yo creo que sí. ¿Crees que podremos allanarles el
camino?-dio un mordisco a su donut, tanto para tranquilizarse como para darme
la impresión de que aquella conversación no le costaba tanto como podía
parecer.
-Creo-medité-que no vamos a poder hacer mucho. Al fin
y al cabo, estamos fuera, ¿no? Esto es entre ellos dos.
-Bueno, la culpa de que estén enfadados la tengo yo.
-No, mi niña-repliqué, acariciándole la mejilla,
odiando el brillo que adquirieron sus ojos. Si se echaba a llorar, subiría las
escaleras y le patearía el culo a ese hermano inglés que tenía. Y luego, iría a
casa de su novio musulmán, y haría lo mismo-. La culpa la tienen ellos, que son
imbéciles.
-¿Me prometes que no serás muy dura con Tommy, Diana?
-No-solté-. Cada uno tiene que pagar por sus errores.
Yo estoy aquí pagando por los míos-susurré, y me pregunté hasta qué punto lo
que había pasado era una especie de compensación del karma por no sólo haberme
permitido salirme con la mía en múltiples ocasiones, más delas que muchas
chicas podrían soñar, sino también por haberme encontrado con Tommy y ser feliz
con él cuando se suponía que debería sentirme desgraciada a todas horas.
Puede que yo hubiera provocado lo de Megan. O, por lo
menos, hubiera facilitado la situación. Había que equilibrar la balanza de
justicia universal.
Sí, bueno, pero Tommy también podría guardarse la
polla en los pantalones de vez en cuando. Vamos, digo yo. Tampoco estaba
pidiendo la Luna.
-¿Nos lo dirás algún día?-preguntó, sacándome de mi
ensoñación. Me volví hacia ella-. Por qué estás aquí. Por qué Harry y Noe
decidieron mandarte venir.
-Supongo que sí. Cuando esté segura de que no podréis
odiarme más, tal vez.
-No creo que ese día llegue nunca-sonrió, zalamera,
ay, ¿cómo no iba a enamorarse Scott de ella? Lo difícil era que sólo fuera
Scott quien bebiera los vientos por ella. Se merecía todo lo bueno del mundo,
absolutamente todo. Era como mi hermanita pequeña. Le besé la cabeza.
-Vas a flipar de lo mala persona que soy, El.
-No creo que seas una mala persona, Didi.
-Porque eres muy buena e inocente-respondí, y ella se
sonrojó antes de decir:
-Bueno, hay opiniones. Hay cosas que hago con Scott
que no son muy inocentes.
Me eché a reír.
-Y, ¿a que sienta bien? Aunque tu hermano se porte
como un capullo integral contigo, ¿a que sienta bien hacer esas cosas con
Scott?
-Súper bien-admitió, y se le encendieron un poquito
más las mejillas-. Y más con Scott.
Le di un beso en la mejilla y le dije que me iba a ver
a Layla, a ver si ella encontraba una solución para aquella situación. Era la
mayor, y la más buena: por fuerza tenía que saber cómo proceder en este tipo de
problemas.
Incluso sabía dónde tenía que ir a buscarme cuando le
mandé un mensaje y le dije que iba a verla. Había tenido su último examen la
semana anterior, y todavía le quedaban un par de días de relax antes de volver
a clase, que aprovecharía para renovar su armario, más o menos.
Me sonrió como si fuera el sol que se abre camino en
el horizonte ártico, después de meses sin aparecer, y me estrechó entre sus
brazos.
-Te veo bien, Lay-comenté, y ella se echó a reír.
-No sabes lo bien que sienta poder dejar de estudiar
un poco-comentó, conduciéndome hacia un centro comercial, el de la mayor
librería de todo Londres-. ¿Y tú qué? ¿Algo que contarme de Nueva York? Me han
dicho que te lo pasaste bastante bien.
-No te voy a decir que no fui a un par de
fiestas-repliqué, apartándome el pelo de la cara.
-¿Un par? Tommy me dijo que no parabas en casa, que
cada vez que hablaba contigo estabas por ahí. Algunas vivís bien-reflexionó, y
sentí un pellizco en el corazón al sentir cómo pronunciaba su nombre, con qué
adoración. Joder, no podía decirle lo que había pasado, la destrozaría. Puede
que por eso Tommy no hubiera abierto la boca en lo que a ella se refería.
Puede que por eso había esperado a que yo viniera,
para decírmelo en persona y asegurarse de que no le iba con el cuento a Layla y
disgustarla todavía más.
Le toqué la mano.
-¿Y tú? ¿Cómo has pasado las fiestas? Y quiero decir…
de verdad-la miré a los ojos, aquellos ojos marrones que había sacado de sus
padres. Lo cierto es que eran preciosos. Y se decía que los ojos de colores
oscuros no tenían tantos problemas con el sol. Yo tenía que llevar gafas cada
dos por tres; se me ponían muy sensibles. En cambio, seguro que ella podía ir
por la calle sin preocuparse de cuánta luz hiciera.
Podría mirar a la gente y que sus sonrisas la
deslumbraran sin ningún tipo de dolor.
El semblante de Layla se oscureció un poco, sus
hombros cayeron, como recibiendo de repente todo el peso de su cuerpo, y sus pasos
se volvieron más pesados.
-Si te parece, nos tomamos algo y te lo cuento.
Nos sentamos en una cafetería de inmensas cristaleras,
con vistas a la calle varias decenas de metros por debajo. La gente paseaba de
un lado a otro como hormiguitas que deben sacar adelante su hogar cada día;
cada uno iba en una dirección distinta, con los gorros de lana cubriéndoles la
cabeza e impidiendo que se les enfriaran las ideas, o la mirada clavada en su
teléfono móvil, que manejaban con guantes sin dedos, o charlando con los amigos
que les habían acompañado a aprovechar las ganas de principios de año. Layla
pidió un chocolate caliente, y yo lo mismo.
Cuando le llegó, rodeó la taza con las manos, sus
largos dedos entrelazándose alrededor de la cerámica, y dejó que la bebida se
los calentara como una pequeña hoguera líquida. Yo jugué con la nube de azúcar
que flotaba sobre el chocolate, a la espera de que hablara.
-Es raro-dijo por fin, frunciendo el ceño y apoyando
la mejilla en la mano, mirando por la ventana-. Saber que ya no está. A veces,
me despierto llorando-admitió, rascándose el cuello-. Es difícil no culparme.
-Tú no tienes la culpa-le dije, acercando la mano y
cogiéndole una entre las mías. Asintió con la cabeza.
-Lo sé, lo sé, o al menos, de día lo sé. No estoy tan
segura cuando es de noche, sin embargo-dijo-. Quiero decir, era horrible estar
con él el último año, pero no puedo dejar de pensar en lo que fuimos cuando
empezamos. Me hizo verdaderamente feliz. Nunca había sido de nadie como lo fui
con él, ni nadie había sido nunca mío como él, ¿me explico?
-Más o menos-admití, y me quedé callada mientras un
camarero nos dejaba un platito con pastas frente a nosotras. Layla le dio las
gracias acompañadas de una cálida sonrisa. La típica sonrisa que Tommy necesitaba
en esos momentos, la sonrisa que yo no podía darle-. La verdad es que yo nunca
he tenido nada… tuve, quiero decir, eh… ya sabes, bueno, novio. Pero creo que
sé de lo que hablas.
-Deberías sentirlo con Tommy-comentó-. Está claro que
le quieres. Y que él te quiere a ti. Puede que sea un poco pronto para que te
des cuenta de eso, pero es así-volvió a sonreír.
-Él también te quiere-le dije, y ella asintió.
-Lo sé.
Dimos un sorbo de nuestro chocolate.
-¿Hace cuánto que no lo ves?-pregunté, lamiéndome los
labios y llevándome un poco de chocolate.
-Pues… desde el funeral-dijo, y yo asentí.
-Ah. ¿Y qué tal fue?
-¿El funeral? Bien-soltó, y luego se puso colorada,
dándose cuenta de lo que acababa de decir-. ¡O sea, no! ¡Mal! ¡Claro que fue
mal! No me malinterpretes, me alegro de que todo se haya acabado, pero… Todo me
superó un poco-se apartó un mechón de pelo detrás de la oreja y sacó la nube
con la cucharilla-. No estoy orgullosa de cómo me porté con él. Fui un poco
arisca.
-¿Arisca? ¿Tú? Pero si eres un tierno melocotón-dije,
y ella sonrió.
-Me da un poco de vergüenza admitirlo, pero fui súper
borde con Tommy. O sea, no sé, debería haber sido un poco más complaciente con
él. Después de que casi lo hiciéramos y él fuera tan comprensivo…
-Si te soy sincera, ni siquiera me parece que él
hiciera bien metiéndose contigo en la cama tan pronto, después de todo lo que
te pasó.
-Lo invité yo-le excusó, y yo la miré.
-Ah, vale. Bueno, eh…
-¿No te lo dijo?-preguntó, sus ojos chispeantes de
curiosidad. Negué con la cabeza.
-No, me dijo que se fue a dormir contigo y que una
cosa llevó a la otra, y bueno, el resto es historia.
-Si te digo algo, ¿me prometes que no te enfadarás con
él?
-Depende-entrecerré los ojos.
-Diana-me pidió.
-Está bien, ¿qué pasa?
-Lo hicimos un poco-se puso coloradísima, del color de
los acebos que todavía colgaban de alguna de las paredes-. Lo tuve dentro. Pero
nada, fueron dos segundos. Enseguida paramos. Creía que estaba preparada, pero
en cuanto lo sentí… en fin, no podía dejar de pensar en que era Chris, a pesar
de que estaba claro que no era él. Me recordó un poco a nuestra primera vez.
Espero que no te parezca mal.
-Es Tommy-gruñí-. Si ve un agujero, necesita meter la
polla dentro-alzó las cejas-. No te ofendas.
-No lo hago, pero, ¿a qué viene eso?
Sacudí la cabeza.
-Nada, es sólo que me cabrea que él llegara tan lejos
estando tú tan mal. Bueno, sigue. El funeral, ¿qué paso?
-Quiso darme la mano, y yo me aparté.
Me quedé esperando a que dijera algo más.
-¿Ya está?
-¿Te parece poco?
-Pues mira, Layla, sinceramente, sí. No creo que
fueras borde, ni nada. Es más, yo habría hecho lo mismo.
-A él le molestó-explicó.
-Sí, ya, bueno, a él le molestan un montón de cosas
que luego hace, y tú no puedes echárselas en cara porque eres lo que viene
siendo el demonio personificado-espeté, y ella se me quedó mirando.
-No te sigo.
-Déjalo, es el jet
lag, es que no estoy durmiendo bien-pasé a preguntarle por los exámenes, me
dijo que le había ido bien. Me preguntó por el trabajo, y le dije que estaba
todo en orden. Pasamos a hablar de Eleanor y Sabrae; había hablado con ellas
hacía poco y decía que había notado a Sabrae un poco más cortante de lo
habitual.
Dios, qué asco daban los tíos, todos nos ponían de
mala uva. No sé a qué esperábamos las mujeres para rebelarnos y hacernos
lesbianas, reducirlos a ellos a unos consoladores con patas que no necesitaban
pilas para funcionar.
Algunos no necesitaban mucho.
Mi rencor hacia Tommy fue creciendo a medida que Layla
seguía hablando. Vale que me traicionara a mí, pero, ¿que se lo hiciera también
a ella, que era lo más dulce que había en el mundo? Había que pegarle. Para que
espabilara. Y dejara de ser tan subnormal.
Me terminé mi chocolate escuchando a la inglesa
hablarme sobre lo mal que se sentía por todo lo que había pasado, lo tranquila
que le parecía que era su vida ahora que no tenía que tener miedo de doblar la
esquina con algún hombre demasiado cerca de ella y que un cabrón que no la
merecía se pensara que se la estaba pegando con otro, lo mal que dormía a
veces, porque la visión de lo que había hecho y el crujido que había producido
su cabeza al chocar contra el mueble de al lado de la cama la perseguía en
sueños…
… y cómo echaba de menos a Tommy. Se le notaba en la
voz. Yo también echaba de menos a mi inglés, pero de una manera diferente.
Echaba de menos su idea; por lo menos, su cuerpo seguía haciéndome compañía y
su presencia continuaba llenando la casa en la que los dos vivíamos. Pero lo de
Layla era diferente, porque ella no podía disfrutar de su influencia.
Tommy tenía un magnetismo propio e innato que hacía
que te sintieras a gusto cerca de él, incluso cuando lo primero que te apetecía
nada más verlo era cruzarle la cara de un bofetón.
Solté alguna contestación mordaz de la que ni siquiera
me percaté, y Layla me miró, estiró las manos y cogió las mías.
-Está bien, Didi; basta de mentiras. ¿Qué te pasa?
Clavó sus ojos de chocolate en mí, y su mirada era tan
pura, tan comprensiva, que incluso me dio vergüenza el haberla tratado como una
salida de emergencia cuando era ella, claramente, la que más ayuda necesitaba.
Había salido de una situación de abuso de más de un año hacía apenas un mes;
era muy egoísta por mi parte pretender hacer de ella mi apoyo psicológico, en
lugar de convertirme yo en el suyo.
Y, sin embargo, había algo en esos ojos que sabía que
no iba a encontrar en ningún otro sitio. Por mucho que Eleanor pudiera
escuchar, darme palmaditas en la espalda y decir que me entendía, darme
consejos más o menos acertados, nunca llegaría al nivel de comprensión que
Layla tendría conmigo, por el mero hecho de que nuestro sufrimiento no venía
del mismo lugar, o, por lo menos, del mismo tipo de relación.
Sólo una chica que está enamorada del mismo chico que
tú puede comprender la forma de tu decepción al descubrir que él no es como tú
creías que era, que has depositado tu confianza en un ideal perfecto que ha
resultado no ser más que eso: un ideal.
-Las cosas entre Tommy y yo no están muy bien ahora
mismo, Lay-susurré, bajando la vista, sintiéndome como una hormiguita a la que
el calor de los rayos de sol aumentados por la lupa hace arder su cuerpecito.
-¿Por qué?-susurró en tono suave-. ¿Es por mí?-añadió,
preocupada, dándome un ligero apretón de manos, como diciéndome tú vas antes que yo, tú estabas antes de que
yo llegara, así que si alguien tiene que irse, me iré.
-¡No! ¡No, claro que no!
-Porque créeme, Didi: lo último que pretendo es que te
pase algo con Tommy por mi culpa.
Cambié las manos, ahora era yo la que sostenía las
suyas entre las mías.
-No eres tú, de verdad, Lay. Por Dios, me parece un
honor compartirlo contigo; ni si él me diera a elegir podría hacer una elección
mejor que tú-sonrió, complacida-. El caso es que… creo que él te necesita. Las
cosas no están bien en casa. Deberías ir a verle.
-Dudo que tú no seas suficiente para arreglar sus
problemas. Él se ocupa de arreglar los míos, no al revés.
-La cosa es que uno de sus problemas soy yo-dije,
jugueteando con mi cucharilla. Alzó una ceja.
-Explícate.
-Joder, Lay-me pasé las manos por la cara-. Me odio
muchísimo por haber venido, porque ahora sé que te debo una explicación.
-Pues dámela.
-Es bastante jodido.
-Creo que podré superarlo. He pasado por cosas peores.
No creo que Tommy pueda hacerme más daño del que ya me han hecho.
Me mordí el labio.
-Tommy… se ha…-tragué saliva, avergonzada, sin
atreverme a mirarla-… se ha acostado con otra.
Layla parpadeó muy despacio.
-Vale-dijo, y no sé si era que no le importaba o que
quería que siguiera hablando. Como me supuse lo segundo, continué dándole
detalles.
-Es Megan. Su ex. No sé si la conoces. Es
pelirroja-informé, sintiendo cómo una lágrima se formaba en la comisura de mi
ojo, pero negándome a dejarla escapar. Ella asintió lentamente-. Pues… fue en
una fiesta. Me dijo que estaba borracho y que no se acuerda de lo que hicieron,
sólo que se despertó a su lado, y que… intentó marcharse-dije, y me odié por el
tono con el que estaba contando la historia, porque lo estaba justificando
clarísimamente-, pero no pudo resistirse a ella, Lay-me pasé el dorso de la
mano por la mejilla y sorbí por la nariz-. Dios, lo siento. Lo siento
muchísimo, Layla, en serio. Yo… pensé que sería una buena idea venir y
contártelo, porque él tiene miedo de decírtelo por cómo estás, pero pensé que
merecerías saberlo.
-Te agradezco que me lo cuentes-dijo en tono suave, y
no parecía enfadada, ni triste, bueno, no demasiado triste. Me acarició los
nudillos sin dejar de mirarme a los ojos-. ¿Tú le crees?
-¿Qué?
-¿Le crees cuando te dice que fue un desliz y que no
volverá a pasar?
-Yo… no lo sé, Lay.
-Estás asustada-observó.
-Nunca he tenido novio-contesté, y ella me dedicó una
sonrisa dulce. Se desplazó hacia la silla de mi izquierda y apoyó sus manos en
mi regazo.
-Pero mi niña-replicó-, no tiene nada que ver que no
hayas tenido novio con que lo estés pasando mal por él. Ya lo hablamos,
preciosa. Cuando estaba en el hospital. ¿Te acuerdas? Te dije que te quería, tú
me dijiste que me quería a mí. No tienes por qué preocuparte.
-Para ti es fácil decirlo-contesté-. No eres la tirita
que estaba tapando la herida que se ha vuelto a abrir.
-Es verdad, soy la segunda tirita. Si alguien no es
necesario en todo esto, soy yo, pero, ¿sabes? Creo que merece la pena ser la
segunda tirita, sólo por la calidad de la piel que estamos cuidando. ¿Y qué si
se ha acostado con ella? ¿Qué más da si todavía la quiere? Tommy es lo bastante
tonto como para hacerte daño-me tocó la nariz-, pero no lo suficiente como para
volver con alguien que sabe que no lo merece y que sabe que no lo va a tratar
bien. Hasta yo puedo ver que se arrepiente de eso. Es más, le da sentido a por
qué lleva sin hablar conmigo unas semanas. Se avergüenza de lo que hizo, Didi.
-Pero no me ha pedido perdón-contesté-. No puede estar
tan avergonzado si no me pide perdón.
-¿No crees que no te lo pide-dijo despacio,
asegurándose de que la estaba escuchando-porque cree que no se merece que lo
perdones?
-No lo sé-admití, limpiándome las lágrimas. Layla
sonrió.
-Tenemos una joyita, tú y yo. Es normal que otras la
luzcan de vez en cuando. Además, somos todos jóvenes. No creo que debamos
amargarnos la vida por cosas que nos pide el cuerpo. Tú estabas lejos, yo no
podía estar ahí de esa manera para él… no estoy diciendo que sea culpa nuestra-aclaró
cuando me vio fruncir el ceño, porque era lo que me faltaba por oír: que
nosotras habíamos provocado que Tommy se acostara con aquella zorra de manual-,
ni tampoco quiero justificarlo porque seguro que podría haber actuado de otra
manera con un poquito más de esfuerzo, pero… no seas tan dura con él. No sabes
cómo te echaba de menos. Y no sabemos lo que pasó esa noche-me apartó un mechón
de pelo de la cara, capturándolo detrás de mi oreja-. La gente normal de
nuestra edad tiene la libido por las nubes, es normal que de vez en cuando se
desvíe un poco del camino, ¿lo entiendes?
Asentí despacio.
-Pero… no deja de ser decepcionante cómo…
-Lo sé.
-¿Por qué tú no estás triste, Layla?-pregunté, y ella
sonrió con tristeza, encogiéndose de hombros.
-Supongo que lo único que puedo pedirle a Tommy es que
sea bueno conmigo. No me interesa que me sea fiel, ni que no se acueste con
otras si le apetece. Prefiero que sea feliz para que así pueda hacérmelo a mí
también.
-Seguro que te parezco una subnormal, llorando porque
él se acostó con una chica mientras yo me follaba a medio Nueva York.
-No creo que te follaras a medio Nueva York; no te
daría tiempo, hay muchos hombres allí, según tengo entendido-bromeó, y nos
echamos a reír-. Y tampoco me pareces una subnormal. Es más, creo que dice
mucho de ti que hayas venido a decírmelo cuando él no quiere. Está bien saber
que hay alguien que no me quiere meter en una cajita de cristal-sonrió-.
Gracias.
-¿Por qué?
-Porque me consideras tu igual, Diana-contestó,
sorprendida de que le hiciera la pregunta-. Si no fuera así, me lo dirías de
cualquier otra manera, o por mensaje, o te aprovecharías en una fiesta para
contármelo, o seguirías un ataque de celos cuando él estuviera conmigo para
estropearnos la tarde. No tiene por qué parecerte cobarde lo que estás
haciendo; yo creo que es bastante valiente.
-Cobarde es lo que ha hecho él-espeté, lacerante, y
ella negó con la cabeza.
-Él tiene 17 años. Es un niño, por mucho que se
comporte como un hombre. Si le queremos, tenemos que darle espacio para que
meta la pata y aprenda de sus errores. Pero no lo suficiente como para que los
errores lo maten-sus ojos se perdieron en el vacío un momento. Me miró, como
viéndome por primera vez, y sacudió la cabeza-. De todas maneras, hay algo que
no entiendo. ¿Por qué te molesta que se acueste con Megan, pero no te parece
mal que te diga que también está enamorado de mí?
-Porque tú te lo mereces.
-¿Y ella no?
-Ella es su ex–expliqué, y Layla sonrió.
-O sea, que no te molesta que se haya acostado con
otra. Te molesta que se haya acostado con ella.
Me encogí de hombros. No tenía nada más que decir, ni
fuerzas para decirlo. Layla me tendió un pañuelo.
-¿Quieres un consejo?-preguntó-. Te prometo que los
tengo buenos, aunque no me los aplique.
-A ver.
-Enfádate con él todo lo que quieras-vaya, eso no es
lo que me esperaba-. Haz lo que te parezca que tengas que hacer. Pero no se te
ocurra ni por un segundo pensar que él no te quiere. Seguro que cambiaría todo
lo que tuviera que cambiar con tal de no decepcionarte. Ya sabes cómo es-se
encogió de hombros-. Las dos lo sabemos. Además, él es mayorcito. Podrá
soportar que seas todo lo dura que tengas que ser con él. Y si él no lo ve
justificado, pues chica, que le den. Será por hombres en el mundo que se mueran
por tus atenciones-alzó un hombro y aleteó con las pestañas, acercando la
mejilla a éste, y yo me eché a reír-. ¿Ves? Seguro que con escucharte reír él
ya se muere por encontrar la manera de compensarte.
-Gracias, Lay.
-No he acabado-respondió, y yo me aparté el pelo de la
cara, me lo eché sobre un hombro y alcé las cejas, invitándola a seguir-. No
seas tan dura contigo misma, Diana. Si se ha fijado en ti es por algo.
-Porque soy preciosa-respondí, sacando la lengua.
-Sí, es por eso, pero no por tu preciosidad externa.
Es por lo que llevas dentro-me tocó el corazón-. No creo que Tommy se enamore
así como así. Yo creo que él es más de interiores. Y un interior es muy difícil
de cambiar. Cuando te gusta una casa por fuera, no te importa vivir dentro.
Pero cuando te gusta lo que lleva dentro, te mueres por pasar el resto de tu
vida ahí. Por llamarla a todas horas, conseguir que no se vaya a pasar las
vacaciones de vuelta a su ciudad natal, por escuchar su acento. Tommy te echaba
de menos incluso estando conmigo. No creo que me eche de menos estando vosotros
dos juntos.
-Hablamos mucho de ti.
-Qué detalle-sonrió, ilusionada-. Pero en serio, Didi.
No te preocupes por eso. No te va a cambiar por ella. Tu corazón está a salvo
con él.
Me la quedé mirando.
-Ahora me siento fatal por haber venido a decirte
esto.
-No tienes por qué. Así ya sé que tengo que ir a
hacerle una visita. La verdad es que me apetecía bastante ir a verlo, pero
nunca encontraba la excusa perfecta. Ahora ya sé qué decirle.
-Sí, me imagino cómo será la conversación. “Hola, T,
te echaba de menos, y cuando tu otra novia, la rubia con la que tengo que
compartirte, me dijo ayer que nos pusiste los cuernos con la perra infrahumana
de tu ex, te empecé a añorar aún más. Vamos a follar, venga, a ver cuál de las
tres es mejor”-me burlé, imitando su acento. Puse los ojos en blanco.
-¡Bueno! ¡Para empezar, yo no hablo así!-protestó.
-¡Tommy dice lo mismo! ¡Y sí que habláis así! ¡Os
encantan las T, las marcáis muchísimo!
-A ti sí que te encantan las T-acusó, y me reí-. Sobre
todo una en particular.
-Quizá-respondí, encogiéndome de hombros-. ¿Layla? ¿Me
prometes que no le dirás que te lo he contado?-ella asintió con la cabeza.
-¿Y quieres que intente convencerlo para que habléis?
-Creo que voy a intentarlo yo esta tarde. ¿Qué te
parece?
-Sabio-respondió escuetamente, asintiendo con la
cabeza-. Puede que entonces yo no tenga que hablar con él sobre eso.
-Estaría bien que hablarais de todas formas.
-Tranquila, americana, que no te vas a aprovechar de
mi mitad de tu inglés tan fácilmente-bromeó-. Pero bueno, basta de hablar de
chicos; nos han criado en el feminismo y tenemos que hablar de otras cosas.
¿Cómo van esas alas?-preguntó, y yo le agradecí que me distrajera preguntándome
por las alas de Victoria. Estaban diseñándomelas, pero había visto algunos
bocetos, y eran sencillamente preciosas.
Seguimos hablando un rato más, nos fuimos de compras,
la obligué a comprarse un vestido color vino que le quedaba genial, aunque a
ella no le convencía porque le hacía unas piernas larguísimas. Me ofendía lo
poco que le gustaban sus piernas y lo acomplejada que estaba con ellas, cuando
había modelos que se cortarían las suyas con tal de conseguir aunque fuera sólo
una. Irían a la pata coja si hacía falta.
Para cuando terminamos, me sentía mucho mejor; ya no
me odiaba por haberle contado lo de Tommy, y estaba dispuesta a afrontarlo todo
desde una perspectiva diferente. Estar enfadada con él no eras sólo un castigo
para él: también lo era para mí.
Y bastantes cosas tenía en la cabeza como para no
permitirme acurrucarme al lado de mi inglés y tranquilizarme escuchando los
latidos de su corazón.
Además, ¿no era muy de perdedora este ataque de celos
absurdo, cuando Megan no me llegaba ni a la suela de los zapatos? Lo único que
estaba consiguiendo a base de hacerme la chula con Tommy era que los dos lo
pasáramos mal. A la pelirroja se la sudaba el ambiente que hubiera en casa por
su culpa.
Además, le debía un favor a Eleanor, y tenía pensado
devolvérselo haciendo que Tommy dejara de ser un gilipollas orgulloso y fuera a
hablar con Scott.
Fui estúpida al pensar que las cosas iban a ser tan
fáciles entre él y yo, especialmente teniendo en cuenta la tensión a la que él
estaba sometido de manera continua. La razón principal de que hubiera ido a ver
a Layla no era lo que nos había hecho, me recordé en cuanto lo vi, sino en lo
que se estaba convirtiendo.
Estaba demasiado avanzado en el proceso de volverse un
monstruo como para que otro monstruo como yo pudiera detenerlo. Lo que Tommy
necesitaba era a un ángel.
Apenas me lanzó una mirada cuando entré en la casa,
haciendo sonar mis llaves para que todo el mundo se enterara de que había
llegado. Pasé por detrás de él y subí las escaleras con decisión, ignorándolo.
Eleanor se había marchado hacía un rato; de hecho, en ese momento estaba en la
cama, desnudándose para Scott, quitándole a él la ropa, acariciándole la
espalda tan musculada que tenían (joder, los ingleses sí que tienen espaldas
atractivas y sensuales, no sé qué les dan de comer en Europa pero espero que
nunca se les acabe) y diciéndole que le quería mientras lo tenía dentro. Yo
debería estar en la misma guisa que ella, pero Tommy no iba a mover un dedo por
reconciliarnos, estaba claro.
Y si él no iba a hacer el esfuerzo, destruyendo lo que
me había gustado que era, yo tampoco.
El colmo llegó cuando Eleanor volvió de casa de Scott
para comer, y Tommy pasó olímpicamente de ella. Me senté entre los dos hermanos
y me tocó hacer de portavoz de las peticiones, y me sentía como una puta paloma
mensajera pasando especias o acercando el pan. Lo mejor era que ni Erika ni
Louis hicieron amago de intentar reconciliarlos; puede que ya hubiera pasado
eso más veces y hubiera sido inútil.
Por lo menos, ahora sabía de dónde sacaba Tommy
aquella dejadez enfermiza.
Estaba tirada en la sala de juegos, cargándome
soldados enemigos y aliados sin distinción, cuando él entró con una bolsa de
comida basura y se dejó caer en el sofá a mi lado. Me acercó la bolsa, pero yo
negué con la cabeza.
-No me dijiste que tenías cosas que hacer por la
mañana-comentó sin mirarme, metiéndose un dorito en la boca y masticándolo
sonoramente, y yo me encogí de hombros.
Me obligué a no mirarle la mandíbula, porque como se
la mirara, adiós bragas.
El muy cabrón se había puesto una camiseta de
tirantes, que le dejaba aquellos hombros celestiales al aire. La temperatura
había subido varios grados desde que entró en la habitación, pero me engañé a
mí misma diciéndome que era por la rabia, y no por el cosquilleo que sentía en
la parte baja del vientre.
-Fue una improvisación-repliqué, dándole la vuelta a
mi personaje en el juego y pegándole a alguien un tiro en la cara.
-Buen tiro.
-Gracias.
-¿Fueron improvisados realmente, o no querías que te
acompañara?
Ni siquiera pasé el juego para mirarlo de soslayo,
desencajar la mandíbula y soltar:
-Es a ti a quien le va ir de independiente ahora.
Soltó una risa entre dientes.
-Vale, Diana.
-Un “gracias” estaría bien.
-¿Gracias por qué? ¿Por regalarme la vista con esa
exuberante sonrisa?-espetó, y quise estrangularlo-. Gracias.
-Gracias por los polvos que te echo cuando es lo que
menos me apetece en el mundo.
-Pues bien que te arrimabas a mí antes de irte a
dormir.
Puse los ojos en blanco.
-Vale, Tommy.
Siguió llenándose la boca con Doritos hasta que ya no
pudo más.
-¿Adónde fuiste? Si se puede saber.
-¿Ahora quieres controlarme como deberías haber
controlado a Scott?-acusé, y supe que me había pasado en cuanto le vi la
expresión. Eso le molestó muchísimo.
-¿Tengo que atarte en corto, como no lo até a él?
-Yo no soy tu perra, eso que te quede
clarito-respondí. Esta vez fue él quien puso los ojos en blanco-. Fui a ver a
Layla-informé, y se me dibujó una sonrisa cínica en los labios. Él me miró, y no
había rastro del enfado que le había provocado el nombre de su amigo, como
tampoco lo había de la chulería con la que se había acercado a mí.
-¿Para qué querrías ver tú a Layla?
-A mí también me parece guapa; no te creas que tienes
el monopolio de verla de vez en cuando. Eso sí, no hace falta que te preocupes:
yo no le quité la ropa, para eso ya estás tú.
-Que qué fuiste a hacer con Layla, Diana-gruñó entre
dientes, la bolsa olvidada en un rincón del sofá.
-Te he dicho que no soy tu perra, no tengo por qué
darte explicaciones de lo que hago o dejo de hacer. Y creo que te dejé bien
claro el martes pasado que lo único que me interesa de ti ahora mismo es el
sexo. Hablar no entra en el paquete.
-Porque eso ya lo haces con Layla, ¿no?-espetó,
mordaz-. ¿Qué fuiste a hacer? ¿Contarle lo de Megan?
-¿Y qué si lo hubiera hecho?-alcé una ceja y me crucé
de brazos, asegurándome de que se me ensalzaran las tetas. También crucé las
piernas.
Si él podía usar su cuerpo para intentar ponerse por
encima de mí, yo no iba a quedarme atrás. Y, joder, yo estaba más buena que él.
Había sido un imbécil intentando jugar a eso, cuando claramente partía con
desventaja.
-No te corresponde; es cosa mía decidir si se lo digo
o no-sus ojos oceánicos se volvieron duros como el océano, y más cuando me eché
a reír.
-¿Decidir si se lo dices? Tienes que decírselo, le
incumbe a ella igual que a mí-alcé de nuevo las cejas y aleteé con las
pestañas, descruzando y volviendo a cruzar las piernas-. A no ser, claro, que
ella ya no tenga un estatus especial, porque sólo te la pone dura tener dos
chicas y no tres-Tommy se quedó a cuadros, la verdad es que yo también me
estaba quedando un poco a cuadros con las cosas que era capaz de decirle; no
sabía que estaba tan de mala uva con él-. Y eso sí que es miserable, darle
esperanzas de esa manera.
-Se lo diré si quiero, ¿vale, Diana?-ladró,
levantándose para ganar en la batalla corporal a base de superarme en altura.
Yo alcé las cejas, esperando-. Tú no sabes nada de lo que hay entre ella y yo,
y puede que lo que te joda sea la posibilidad de descubrir que no eres tan
buena como te crees.
-¡Pero, ¿cómo coño te atreves?!-grité, envarándome y
poniéndome en pie-. ¿Sabes qué? ¡Paso de tu puta cara, Tommy! ¡Si te piensas
por un momento que vas a conseguir otra la centésima parte de lo que soy yo,
corre a buscarla! ¡A ver si encuentras a alguien que no existe y que encima no
te mereces!-ladré, y él sonrió, mirándome de arriba debajo de una forma que me
pareció repulsiva.
Y tremendamente sensual.
Como volviera a hacérmelo, le bajaría los pantalones y
me lo tiraría allí mismo.
-¿Es eso lo que te molesta? ¿Que yo te valore por lo
que realmente vales y no por lo que piensas?
-¿Qué parte de “paso de tu puta cara” es la que no
entiendes, eh? ¿Mi acento no te permite entenderlo? ¿O follarte a Megan te ha
terminado de freír el cerebro? Creo que es uno de los síntomas del sida, el
volverse retrasado-medité-. Me da pena por tu madre, la pobre es una buena
mujer que no se merece un hijo tan capullo.
-¿Capullo yo? ¡Habíamos decidido que no seríamos
exclusivos, y tú te tiraste a todo el que se te puso por delante!
-¡A quien me dio la puta gana, exactamente, pero eso
no te daba derecho a enrollarte con tu ex!-bramé.
-O sea, que yo sólo podía tirarme a Diana, pero si a
ti te daba la gana de pasarte por la piedra a todo el equipo de baseball de los
Giants, lo haces, ¿no?
-Teniendo en cuenta que no paraba de pensar en ti
cuando estaba con los demás, incluso estando sola, creo que tengo un mínimo
derecho a considerarte un traidor por no pensar en mí ni dos segundos, los
suficientes para decirle a esa zorra que no querías nada con ella.
-¿Y si yo quería
algo con ella?-acusó, y eso terminó de romperme. Me lo quedé mirando un
instante, sin creerme lo que me acababa de decir con aquella corta frase.
Que no me quería.
Que era un juguete.
Que la echaba de menos.
Que pensaba en ella todas las putas noches.
-Me das asco-dije con un hilo de voz, y aquellas
palabras tuvieron un efecto curioso en él. El monstruo de Eleanor perdió el
control de su cuerpo; los ojos se volvieron de un azul cielo increíblemente
sorprendido, su piel volvió a ser piel y no una coraza, sus brazos dejaron de
ser armas y se convirtieron en escudos.
-Diana-dijo Tommy, mi Tommy, T, el chico al que me había
entregado en aquel museo, el chico al que le había dicho adiós con todo el
dolor de mi corazón, el chico que me había gritado que me quería cuando yo me
iba, porque dios me librara de ir a subirme a un avión condenado a estrellarse
sin saber que mi hogar era un cuerpo que ni siquiera era el mío, y no una
ciudad, el chico contra el que me había acurrucado para dormir, el que me había
acariciado adorando cada orgánulo de mis células, el que me había hecho el amor
por primera vez y me había hecho creer que podía haber tíos buenos ahí fuera,
tíos que te quisieran y se preocuparan por ti y les interesara tu placer por el
mero hecho de dártelo, y no sólo aquellos cabrones que te cogían cuando estabas
empezando tu carrera, te llevaban a una esquina apartada y te seducían y te
metían la polla sin preocuparse de que tú no estuvieras lista para hacer eso
todavía con nadie.
Pero yo ya estaba demasiado lejos, mi alma había
echado a correr, el último vistazo que le había echado a aquel cuerpo había
sido horrible, y no quería mirar atrás.
-No me toques-dije, apartándome de él, que aun así
estiró el brazo y trató de cogerme la mano para evitar que me fuera-. ¡Que no
me toques, te digo, Thomas! ¡Te detesto! ¡No vuelvas a acercarte a mí! ¡Dios,
ojalá me hubieran mandado a casa de Scott y no a la tuya, por lo menos él trata
bien a la gente!
-Didi, por favor, sabes que no quería decir…
-¡Creía que sabía muchas cosas sobre ti, pero qué
equivocada estaba! ¡En un puto mes no conoces a una persona! ¡Déjame!-grité
cuando me agarró la muñeca y tiró de mí para acercarme a él. Me pegó a su pecho
y me obligó a mirarlo a los ojos.
-Yo te quiero-me aseguró.
-Pues qué bien lo demuestras. Déjame en paz; venía
decidida a perdonar lo que estás liando esta semana, pero no quiero ni tenerte
delante-le di un empujón y pude respirar tranquila cuando me hube alejado de
él-. Te iba a decir de salir, pero, ¿sabes qué? Que te den. Me voy con mis
compañeras, a hacer lo que tan bien te hace Megan. Y por mí, como si te casas
con ella. No te molestes en mandarme invitaciones a la boda.
Entornó los ojos.
-¿En serio?
-Me importas una puta mierda, Tommy-gruñí.
-Pues me alegro de que me hayas aclarado eso-espetó-;
así no tengo que comerme más la cabeza pensando en cómo puedo compensártelo.
Que te lo pases bien con los ángeles, yo voy a salir con mis amigos, y es muy
probable que eche un polvo esta noche.
-Pues que lo disfrutes-bufé, lacerante-; yo me
aseguraré de que me lo coman mejor que tú, lo cual no será difícil.
-Te deseo suerte, americana.
-Tampoco es que la necesite, inglés-zanjé, digna,
volviéndome sobre mis talones y agitando la melena, dando un portazo detrás de
mí.
Se va a enterar, el puto inglés éste. ¿Quién coño se
ha creído que es? Sólo es el hijo de alguien importante, una puta sombra del
pasado de sus padres. ¡Decirme a mí que yo no valgo nada, o menos que una zorra
pelirroja que tiene un culo más plano que una carpeta! ¡Manda cojones! ¡Se va a
cagar!
Me metí en la ducha y me aseguré de dejarme la piel
impoluta, hidratada y brillante con todos mis jabones y cremas. Me cepillé el
pelo hasta deshacer todos mis nudos y hacer que me enmarcaran el rostro como si
fuera un cuadro angelical. Subí a mi habitación, elegí el mejor conjunto que
tenía y mandé un mensaje por el grupo de los ángeles diciendo que me apuntaba a
la juerga de la noche, y todas lo celebraron. No habían salido con la diosa de
Nueva York, y tenían ganas de comulgar.
Cuando ya se acercaba la hora de pirarme, me cambié de
ropa y me puse el top plateado de tirantes que había elegido, anudado al cuello
y con la espalda aire, con un escote que me llegaba casi hasta el ombligo y que
gritaba claramente que lo habían hecho para mí. Me dejaba al descubierto un
lunar que tenía en el canalillo y que a Tommy le volvía loco. Siempre, siempre,
siempre que nos acostábamos, lo mordisqueaba.
A modo de burla, me puse el colgante del triángulo que
había llevado puesto en mi última noche en Inglaterra.
Y luego, metí mi precioso culo en una falda de tubo de
cuero negra tan corta que se podría confundir con un pantalón. Para terminar,
unos tacones de terciopelo.
Se iba a cagar, el hijo de puta. A ver si se pensaba
que sólo mis ojos verdes (que estaban vestidos para matar, por cierto, con el
mejor eyeliner que me había salido en toda mi vida) me habían conseguido
portadas.
Dios existía, la prueba irrefutable era yo, la
mismísima hija del demonio, hecha para pecar. Y no hay sol sin luna y
estrellas, no hay oscuridad sin luz, no hay todo sin nada, no hay negro sin
blanco.
Bajé las escaleras con gracilidad, sonriéndole a Dan
cuando me dijo que estaba muy guapa y que me llevara un abrigo, no fuera a
coger frío. Anda que… ya podía ser él el mayor de la casa. Seguro que
terminaría siendo tan buena amante como su hermano.
Bueno… una décima parte. A Tommy no era tan fácil
superarlo.
Diana, por
favor.
-¿Adónde vas así, muchacha?-preguntó Louis, mirándome
como lo había hecho su hijo, pero no de una forma sexual. Sería rarísimo.
-Voy a salir-sonreí, pasándome una mano por los rizos
y apartándomelos de la cara-. ¿Tommy? Quiero decirle adiós-me burlé. Su padre
se encogió de hombros.
-En la cocina.
Oh, genial. Lo conocía lo bastante como para saber que
se metía en la cocina cuando le preocupaba algo. Entre lo de Scott y lo mío,
terminaría bajando el colchón y durmiendo allí.
Me lo encontré jugando con unas salsas, mezclando
especias y comprobando algo que estaba guisando. Cuando se abrió la puerta, me
miró.
Metió una cuchara llena de salsa de tomate en un
cuenco con ensalada.
-Que me jodan-espetó, mirándome. Se relamió
inconscientemente e incluso se empalmó. Apoyé la cadera en la puerta, el codo
al lado de la cabeza, y sonreí. Era el típico gesto que nos hacían hacer en las
campañas de publicidad, y funcionó.
Vaya si funcionó.
No le dio una trombosis múltiple de puto milagro.
Las francesas se jactaban de que habían inventado las
“tres C”, como ellas las llamaban: crêpes,
chocolats, y correr por ahí medio desnudas. Claro que no hay animal más
pretencioso y gilipollas que una francesa.
Las crêpes y
los bombones, vale, pero lo de correr por ahí medio desnudas, ni de coña. Las
únicas que podíamos hacer eso era las americanas, y a las neoyorquinas no había
quien nos tosiera.
Tommy se dio cuenta de su error con la cuchara y la
sacó rápidamente del bol. Se puso coloradísimo, se colgó un paño de cocina de
los pantalones, cubriéndose el paquete endurecido.
-¿Qué hay de cena?-pregunté en tono zalamero.
-Pues… aún no está del todo decidido-dijo, y dio un
paso atrás inconscientemente cuando yo me acerqué a él.
-¿Qué pasa, Tommy?-pregunté, inocente-. Si ya sabes
que no muerdo. Cuando no quieres, me refiero-aleteé con las pestañas y él tragó
saliva, intentando no mirarme el escote y fracasando estrepitosamente. Le
acaricié un brazo.
-Diana…
-Delicioso-lo provoqué, y a él se le secó la boca.
-¿Qué?
-Que huele delicioso-sonreí. Y podría haberse
desmayado. Sí que estaba perdiendo facultades: ¡debería haberse desmayado!
-Esto… eh…
-Gracias es
la palabra que estás buscando-le dediqué mi mejor sonrisa de “ay, pobrecito
fan; no te preocupes, entiendo que estés emocionado y te ahogues en tu propia
saliva. Les pasa a los mejores”.
-Gracias-repitió, incluso con mi acento. Seguro que se
le había olvidado cómo hablar.
-Y tiene una pinta genial. Todo lo que hay en esta
cocina está buenísimo-le lancé una mirada descaradísima, y me pegué un poco más
a él.
-Diana…
-¿Me guardarás un poco?-inquirí.
-Eh… claro-dijo con voz ronca.
-¿Y de ti también?
-Eh…
-No te desgastes mucho-le acaricié los brazos y
terminó de empalmarse. Sonreí notando la presión de su erección contra mí-.
Eres mío, inglés.
-¿Eso significa que… estamos bien?
-Yo con esa boca tengo que estar bien-repliqué,
pasándole el índice por los labios. Me mordí el inferior y él clavó sus ojos en
mis dientes. Me encantaba cómo se estaba poniendo. Verlo tan indefenso, tan a
mi merced, tampoco ayudó mucho.
Yo también me estaba poniendo a tono.
-Diana…
-¿Por qué no me pides que me quede?-le pregunté-.
Pídemelo y lo haré-me pasé un brazo por mi espalda, y dejé que su mano reposara
en mi culo, que debería haber presionado si no estuviera demasiado ocupado
intentando no correrse con mi sola visión-. ¿No quieres pecar, inglés?
-Uf-fue todo lo que pudo decir, más de lo que debería
ser capaz, en realidad.
-Pero cógeme, hombre-le dije, cogiendo su otro brazo y
depositándolo en mi cintura-. Como si estuvieras en tu casa-me froté un poco
contra él, la madre que me parió, pero qué bien se me da poner cachondos a los
tíos.
-Joder, Diana.
-¿Te gusta como estoy?-inquirí, zalamera.
-Sí-dijo, y me pegó contra él, apretándome el culo.
Parecía a punto de explotar. De repente, me apeteció tenerlo dentro. Pero hay
cosas más importantes que que tu hombre te sacie: por ejemplo, hacerle saber
cuál es su lugar.
-¿Te gustaría follarme mientras llevo esta
ropa?-pregunté, con mi boca lo bastante cerca de la suya como para acariciar
sus labios con los míos cuando pronuncié la palabra follarme, haciendo todavía más erótico todo.
-Joder, sí-replicó él.
-¿Quieres pasártelo bien esta noche?-pregunté, y le
lamí el labio superior. Dejó escapar un gemido gutural, fruto de lo más
profundo de su garganta.
-Uf, sí-replicó,
presionándome aún más contra él. Me eché a reír y él suspiró al notar el efecto
curioso que tenía en su paquete.
-Pues-le pellizqué la mejilla y me aparté de él-
pásatelo bien con tu mano, campeón-solté, dándole una palmadita en el moflete.
Se me quedó mirando, estupefacto-. ¡Esta noche soy libre!-repliqué,
contoneándome de modo y manera que mi culo se sacudiera de una forma increíble.
-¡Vete a la mierda, Diana!-soltó él, ofendidísimo-. ¿Y
si me divierto con cierta pelirroja?
Me volví y sonreí.
-Pero mi inglés-respondí-, ¿no te das cuenta de que
jamás encontrarás a otra que te ponga como te puedo poner yo?-le guiñé un ojo-.
Me da pena la madre de tus hijos, la pobrecita nunca va a saber que los
concebisteis conmigo así vestida en tu cabeza-y me marché de la cocina como una
puta triunfadora, lo que era.
Tommy me odió durante toda la noche, pero sinceramente
me dio igual. Cené con las chicas, luego fuimos a bailar, bebí hasta
emborracharme, bailé hasta no poder más, esnifé un poquito (bueno, vale, más
que un poquito) para poder seguir bailando, me enrollé con varios tíos, me lo
pasé más que bien con un afortunado, y vi salir el sol todavía de fiesta.
Regresé en el segundo bus de la mañana; no mentiré y
omitiré que estuve haciendo tiempo para llegar después que Tommy y hacer que él
se comiera la cabeza preguntándose dónde estaba, haciendo qué y con quién.
Porque la verdad es que me había dedicado a eso
mientras estaba con los otros chicos; a sentir sus manos entre mis muslos, en
mi culo, sus ojos en mi escote y en aquel lunar, su estupefacción contra mi
belleza y su erección frente a mi vientre mientras me frotaba contra él. Me cago en mi inglés, me tenía
comiendo de la palma de su mano, menos mal que él no tenía ni puta idea.
Para cuando llegué a casa, con la cabeza despejada por
las ayudas nocturnas (¡gracias, santa madre cocaína!), estaba tan plagada de
endorfinas que lo único que me apetecía era tirármelo, sin importar las
consecuencias. Me había dicho una y mil veces que Tommy estaba castigado sin
disfrutar de este cuerpo que mis padres me habían dado hasta que no me pidiera
perdón, pero, ¿a quién quería engañar? Yo no podía decirle que no a aquellos
ojos, aquellos brazos, y aquella dureza.
Se me cayó el mundo encima cuando me encontré a Louis
en pijama, mojando una galleta en su café.
Su hijo todavía no había vuelto a casa.
-¿Qué tal la fiesta?-preguntó, y yo me quité el pelo
de un hombro.
-Espectacular; veremos si la remato con Tommy-solté-.
¿Se ha levantado ya?
-¿Levantado? Todavía no ha vuelto, criatura.
Alcé las cejas.
-¿Disculpa?
Justo en ese momento, se abrió la puerta de la calle,
y yo me volví. El tío se había puesto guapo.
Si hubiera estado así de guapo cuando bajé a verlo a
la cocina, habría terminado chupándosela en el suelo.
Estoy hasta el coño de este tira y afloja sexual
constante que nos traemos Tommy y yo.
-Buenos días-saludó con una sonrisa estúpida en la
cara, una sonrisa que conocía muy bien: se la había puesto un montón de veces.
Llevaba la camisa blanca por fuera de los pantalones, el pelo revuelto y los
ojos brillantes.
El muy desgraciado había tenido la poca vergüenza de
enrollarse con otra, y yo ahí, cachonda perdida, deseando que el bus se saltara
paradas para llegar y comérsela.
Si es que eres
tonta, Diana.
Pero lo mejor
era su cuello y sus labios, un poco manchados de un tono granate muy similar al
que yo llevaba en los labios. ¡Si hasta tenía un chupetón! ¡Yo se la cortaba!
-¿Has hecho el desayuno de mamá, papá?-le preguntó a
Louis, que estaba flipando 30 veces más que yo de cómo venía su hijo. Su mente
era incapaz de procesar que hubiéramos salido de fiesta juntos y que Tommy
volviera de esa guisa cuando, ¡hola! ¡Tenía que habernos escuchado follando en
mi habitación o en la suya como dos millones de veces!
-No, eh… todavía no.
-¿Me haces algo? Estoy agotadísimo, pero me muero de
hambre-se sentó a la mesa y me miró-. ¿Qué hay, Didi?
-¿Te lo has pasado bien?
Sonrió con maldad y se metió en la boca una galleta.
La mordió mirándome el escote.
-Ajá. ¿Tú?
-De fábula. Ahora ya sé que me tengo que tirar a
ingleses. Los americanos son mediocres a vuestro lado-espeté, y Louis se me quedó
mirando, estupefacto-. Si me disculpáis, tengo que ir a la cama, pero… ¡espera!
Louis, ¿Eri tiene píldoras en casa?
Louis se puso pálido, pero Tommy… oh, a Tommy se le
borró la puta sonrisa de la cara.
-¿Qué?
-Es que creí que llevaba más preservativos, pero
resulta que sólo tenía dos en el bolso, y… bueno, no fueron bastantes-mentí
descaradamente-. Y ya sabes cómo son las cosas en las fiestas, ¿no? Las luces,
el alcohol, el calentón…-me encogí de hombros. Tommy miró a Louis, Louis miró a
Tommy, y no sabría decir cuál de los dos lo flipó más. Chasqueé la lengua y me
di un toquecito en la frente-. ¡Vaya! Lo siento, Eri no debe de gastar de
píldoras del día después, ¿no? O sea, teniendo una relación estable-le lancé una mirada cargada de intención a Tommy-,
seguro que usa las normales. Le preguntaré a Eleanor-terminé de pinchar-, puede
que a ella le sobre alguna de cuando estuvo con Scott.
-¿Que Eleanor qué?-gritó Louis, varias octavas por
encima de su tono normal. Es curioso lo que pueden hacer tus hijos: consiguen
que alcances notas que no haces ni en sueños en un concierto.
-Sí, papá, Eleanor se folla a Scott a pelo; esa es una
de las razones de que Scott y yo tengamos movida-espetó Tommy, en un tono tan
cabreado que me extrañó que no escupiera fuego.
-Por eso Tommy está molesto; yo suelo obligarlo a
ponerse condón. O solía.
Tommy se levantó y se marchó sin decir una palabra. Yo
sonreí, mirando a Louis.
-Esto… me visto y voy a la farmacia, ¿eh?
-No será necesario, Lou-tonteé, y él se puso colorado.
Joder, me encantaba estar tan buena-. No estoy ovulando.
-Por si acaso, será mejor que… vaya y… Harry me matará
si…
Me envaré.
-Louis-lo corté, en un tono muy diferente al que había
usado con él y con su hijo hasta que éste último se marchó-. Es mentira. ¿Te
piensas que me voy a arriesgar a quedarme embarazada de cualquier
gilipollas?-él alzó las cejas, se encogió de hombros-. Si te soy sincera, el
único con el que he estado de esa forma ha sido con Tommy.
-Entonces, ¿a qué ha venido todo este paripé?
Me encogí de hombros. Lo cierto es que no lo había
pensado, me había salido solo, pero seguía considerándolo una jugada maestra.
¿Él iba por ahí enrollándose con otras justo después de decirme que había sido
un error no serme fiel, y que me lo compensaría? Pues yo se la devolvería
aumentada. Sabía que no podía molestarle más que estuviera con otros chicos, ya
lo había hecho en Nueva York y él lo comprendía (aunque lo usara como excusa
para atacarme y justificarse), pero hacerle creer que ponía por delante mi
placer en un momento a mi salud más tarde, y a los planes que tenía para mi
vida, y que lo hacía no sólo con él… eso era harina de otro costal.
-Quería ponerlo celoso-admití, y Louis sonrió-. Oh,
venga, Louis. Ya has visto cómo venía. No puedes culparme.
-No lo hago.
-Entonces, ¿de qué te ríes?
-De que sois tal para cual, Diana. Puede que Eri sea
más lista que yo, pero yo también me doy cuenta de las cosas… como de que, por
ejemplo, Tommy no ha estado con ninguna chica esta noche. Y de que te echa de
menos. Y de que tú también le echas de menos.
-Por poco tiempo-zanjé, sin querer tragarme eso de que
Tommy sí que me había sido fiel. Venga, por favor, si venía con chupetones en
el cuello y marcas de pintalabios por la cara, la camisa y los brazos. Estaba
segura de que, si le quitaba los pantalones, también me encontraría restos de color
alrededor de cierta zona que me gustaba.
-Lo que tú digas, bonita-sonrió, y me despidió
levantando la taza cuando me levanté y le dije que me iba a la cama. Subí las
escaleras a brincos, sin importarme el ruido que hacía con los tacones, y me
metí en la habitación. Escuché a Tommy moverse debajo de mis pies, y me aseguré
de que él escuchara cómo me desnudaba. Se iba a acordar de esta noche; la iba a
lamentar toda su vida.
Lo único que se me ocurría para hacerle más daño era
ir a ver a Scott y acostarme con él. Pero había varios problemas: que Scott no
le haría algo así a Tommy, por mucho que se odiaran en ese momento; que yo no
le haría eso a Eleanor, porque ella no se lo merecía; y que, sinceramente, dudo
que en el fondo tuviera agallas para ir a buscar a Scott en ese sentido. Puede que
fuera a verlo, sólo para darle un toque de atención a Tommy…
… porque me preocupaba el musulmán…
… y porque puede que Scott tuviera la clave para
frenar esta metamorfosis infernal que estaba sufriendo Tommy.
Lo escuché bajar la persiana, carraspear, meterse en
la cama y dar un par de vueltas, buscando la postura.
-Que descanses, Diana-me dijo, como si supiera que
estaba escuchando. Sonreí.
-Y tú, Tommy-respondí, seductora. Él dejó escapar una
risa cínica y se quedó en silencio.
Me quité la ropa, me senté en la cama con una camiseta
de mi inglés sobre el pecho (porque estaba de muy mala uva con él, pero esos
dos segundos de despertarme cada mañana e inhalar su aroma y pensar que
estábamos durmiendo juntos, aturdida aún por el sueño, y sin recordar lo que
había pasado, no me los iba a quitar nadie) y saqué el teléfono.
No eché cuentas para saber qué hora era: Zoe me lo cogería
a cualquier hora del día. Y, lo que era mejor, todavía no era demasiado tarde
en Nueva York.
Respondió a los dos toques, con la voz entrecortada.
-Max, para, es Diana-la escuché decir antes de que se
pegara el móvil a la oreja. Dios, ya estaba con aquel gilipollas otra vez. Puse
los ojos en blanco. Dios nos criaba y nosotras nos juntábamos. A las dos nos
gustaban los gilipollas-. Hola, zorrita. ¿Pensando en mí en una sesión
masturbatoria de madrugada?-se burló, y dejó escapar un gemido. Escuché el
sonido de una mano chocando contra la carne-. ¡Quítate, Max! ¡Estoy hablando
con Diana!
-Voy a pagarte el avión, y vas a venir a tirarte a mi inglés-espeté
en tono seco, y ella se quedó callada un momento.
-Fuera-dijo, y hubo protestas-. ¡Que te pires, Max!
-Que te follen, Zoe-respondió él-, calientapollas de
mierda.
-Vete a que te la chupe alguna zorra del Bronx por 20
pavos, subnormal-replicó ella, y escuché cómo cerraba la puerta. Zoe bufó al
otro lado del mundo-. Joder, menudos humos. Ni que le midiera 25 centímetros.
Vaya imbécil. ¿Qué decías?
-Mi inglés. Vas a venir a tirártelo.
Zoe chasqueó la lengua.
-¿A qué viene ese brote de generosidad?
Me recosté en la cama, jugando con los bordes de la
camiseta.
-Le gusta follarse a pelirrojas; así que le voy a dar
una pelirroja que no le deje correrse.
Me imaginé a Zoe relamiéndose los labios.
-Joder, sí; siempre he querido probar a un hijo de la
madre patria, ya lo sabes-se echó a reír, y me obligó a sonreír con aquel
sonido. Zoe era mágica, podía convertir cualquier problema en una nimiedad. Normalmente,
era a base de Cosmopolitans.
Pero también podía hechizarme con su mágica voz, a
miles de kilómetros de distancia, con océanos de por medio.
-¿Estás bien, Didi?
-Lo estaré cuando vengas y lo hundas en la miseria.
-Joder, pues claro que iré, chica. Dame a tu hombre,
rubita; dámelo y yo lo destrozaré por ti.
-No me tientes, Z.
-¿Vas a llorar por él?
-No lo sé, Zoe-dije, y se me rompió la voz. Ella lanzó
un suave gemido.
-Ay, mi niña preciosa. Si tuvieras que preparar
lágrimas para todos los tíos que no te merecen, no pararías nunca. No ha nacido
chico que te llegue a la suela de los zapatos, nenita. ¿Qué te pasa?
-Se está tirando a otra. Y no es de la que hablamos.
-¿Otra más? Joder, vaya putero. Voy a ir y cortarle
las pelotas. Pero tranquila, las disecaré-sonrió con maldad, lo escuché en su tono
de voz-; tienen que ser demasiado buenas para que tú llores por ellas.
Me eché a reír.
-Te quiero, Z-susurré, limpiándome las lágrimas.
-Y yo a ti, Didi-respondió, emocionándose también. Sorbió
por la nariz y soltó:-. Pero, ¡veremos si me quieres cuando te quite a tu
inglés!
Empezó a contarme su día, distrayéndome de todo. Se estaba
consolidando como la monarca del instituto, cuidando de nuestro trono antes
compartido ahora que yo no estaba. Me tumbé en la cama y puse el teléfono
debajo de mi oreja. Cerré los ojos, concentrándome en su voz. Volvía a estar en
Nueva York, volvía a tenerla al lado, volvía a ser la de siempre, nadie podía
hacerme daño, no lloraba por nadie, sólo de felicidad por conseguir hitos en mi
carrera y hacer historia…
Y, por primera vez desde que estaba en Inglaterra,
desde que había empezado a relacionarme con Tommy, quise volver a casa. Eché de
menos mi hogar, aquel skyline inconfundible… quería volver a la gran manzana,
dejarlo todo atrás. Olvidarme de él y de lo bien que me hacía sentir, olvidarme
de lo mal que podía llegar a pasarlo por él, de sus ojos, de su boca, de lo
bien que conectábamos… de las mariposas en el estómago que sentía cuando me
sonreía.
Tommy era mi casa, Nueva York era mi casa. Tenía dos
hogares, uno más calentito y confortable que el otro.
Pero el calentito estaba desmoronándose. Y, si Zoe no
lo impedía, derrumbándose conmigo dentro.
erika hostia puta que estoy convulsionando ay que muero
ResponderEliminar1. zayn o sher!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! te lo digo todos los capítulos PERO ES QUE !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! AY QUE ME DA ALGO CON LA FAMILIA MALIK EN GENERAL
pa empezar scott y sabrae osea hasta lueguísimo me muero me muero me muero es que son tan cuquis juntos que me explotan tres pulmones y luego zayn y sher es que me muero de verdad haz un puto spin off de ellos que quiero que se me sigan explotando los pulmones POR DIOS
2. SCOTT CON ELEANOR !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! ELEANOR CON DUNA !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! SCOTT PENSANDO EN ELEANOR CON HIJOS !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
3. Ay mira cuando sale layla sufro muchísimo porque sé que ella se merece muchísimo más a tommy pero es que no me gusta tommy con ella, me gusta con diana y eso que la tengo un paquete que ni veas.
4. Tommy y Diana me tienen hartita con tanta tontería. Pa empezar Diana no sé qué cojones dice nada de tommy cuando ella se folla a to quisqui y luego tommy que es más tonto que na y suelta unas gilipolleces que a saber donde las cultiva en fin que dos
5. AHORA LOUIS!!!!!! Llorando de verdad llorando por imaginarmele cuando diana le dice esas cosas ay que me muero y tommy y él flipando de verdad estoy llorando como se puede ser tan tonto me encantan
6. AY ERIKA YA TE LO HE DICHO PERO ME ALEGRO MUCHÍSIMO POR TI EN SERIO TE LO MERECES UN MONTÓN Y ESPERO QUE LLEGUES LEJÍSIMOS CON ESTA NOVELA PORQUE ES LA PUTA POLLA ME DA UN PATATÚS CADA VEZ QUE SUBES CAPÍTULO
PD: QUE TOMMY Y SCOTT SE RECONCILIEN DE UNA PUTA VEZ QUE SE ME EXPLOTAN LAS VENAS SI ESTÁN SEPARADOS!!!!!!!!!
BARBARA POR FAVOR ME DAN 40 EMBOLIAS EN SERIO.
Eliminar1. Zayn y Sher mADRE MÍA LA VERDADERA OTP DE ESTA NOVELA TE DAS CUENTA DE QUE LA PAREJA MÁS IMPORTANTE SALIÓ DE ELLOS UFafafafafafaFAFAFAFFFFFFFFFFFFF grito en esloveno, adoro a mis Malik, quiero que me adopten.
y Scott y Sabrae mADRE MÍA SON TAN MONOS ME DUELE EL CORAZÓN SÓLO DE IMAGINÁRMELOS CON SABRAE Y SUS RICITOS PEGADA A SCOTT Y SCOTT PASÁNDOLE EL BRAZO POR LA CINTURA Y SABRAE METIÉNDOSE POR ÉL PORQUE SCOTT HUELE BIEN ES CÓMODO Y ES CALENTITO LO TIENE TODO EL HIJO DE PUTA *le da la vuelta a la mesa del escritorio y se arranca la camisa*
ya verás el puto spinoff, o sea, lo que Scott adora a Sabrae no es normal, pero lo que ella lo adora a ÉL, cuidaO.
No sé si me da la puta imaginación para un spinoff de Z+S, tengo la cabeza frita de intentar resumir los principios de su relación y CLARO AQUÍ ESTAMOS DISFRUTANDO DE HABER CERRADO UN CAPÍTULO pero igual te lo escribo, porque tú me lo pides, golosa.
2. TENGO UNAS GANAS DE QUE SCELEANOR SE CASEN NO TE LO PUEDES IMAGINAR.
3. Ayyyyy a mí Layla me encanta con Tommy, y Tommy con ella, y Diana con Tommy, y Tommy con Diana, debería hacerlas lesbianas y que dejen a Tommy y se enrollen entre ellas, más representación lgtb en esta puta novela, oleeeeee
4. "suelta las gilipolleces que a saber dónde las cultiva"JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAAJAJAJ NO ME PUEDO CREER QUE ESA FRASE EXISTA DE VERDAD TENGO QUE PONERLA EN LA PUTÍSIMA NOVELA NO PUEDO VIVIR SIN TATUÁRMELA EN UNA TETA
5. LOUIS FLIPANDO CON LO DE LA PÍLDORA Y LUEGO PONIENDO A LA AMERICANA EN SU SITIO RECORDÁNDOLE QUE ÉL LA QUIERE *suena 5h* THATS MY BOOOOOOOOOOOOOOY THATS MY BOOOOOOOOOOOY
6. ERES MÁS CUQUI DE VERDAD TE DOY UN BESOTE la novela no va a salir de Amazon pero yo ya considero que he llegado lejos consiguiendo más de 50 comentarios en algunos capítulos o sea HOLA
Los patatuses van a tener que esperar un poco porque estoy un poco con exámenes hasta en el coño ooleeeee amo la uni
PD: VAN A TARDAR PORQUE SON SUBNORMALES PERO NO PASA NADA LES QUEREMOS IGUAL PORQUE DISFRUTAMOS CON SU SUFRIMIENTO
A VER A VER A VER PORQUE NO SÉ POR DONDE COJONES DEBERÍA EMPEZAR!!! QUE SON DEMASIADAS COSAS!
ResponderEliminarEN PRIMER LUGAR: muchisisisisisisisisisisisisisisisisimas felicidades por lo que has conseguido con CTS. No te imaginas lo orgullosa que estoy de que hayas conseguido que esté en papel, que ahora nada ni nadie te pueda quitar a estos bebés y que, por fin, CTS sea una realidad en papel. Que el planeta entero pueda ser consciente de la magia de tus dedos al escribir cada palabra, cada punto y cada coma de esta historia. No existe nadie en este planeta que se lo merezca tanto como tu porque has trabajado muy duro por esto. MUCHISÍMAS FELICIDADES ERI!!!
Ahora vamos con el capítulo:
TENGO que decir que Sabrae y Scott son los hermanos más tiernos y hermosos que pueden existir juntos pero que nada ni nadie puede superar a Duna, sobretodo cuando ha hecho el comentario del cacao y se ha pintado la cara. ES UNA DIOSA HERMOSA!
Me parece preciosa la reacción de Sabrae cada vez que le nombran a Alec y la manera en la que Scott se da cuenta de la gran cantidad de cosas que Alec provoca en Sabrae, es que es maravilloso joder!!
LAYLA ES MALDITO BIZCOCHITO QUE DEBE SER PROTEGIDA DE TODO MAL, así resumo la escena entre Diana y Layla.
Y para finalizar: ¿Quién es más idiota de Tiana, Tommy o Diana? Pues no lo sé porque los entiendo a los dos. Tommy está pasando por un momento de mierda y ha soltado la mayor burrada que le ha pasado por la cabeza porque está TAN al límite y es TAN crío que no sabe controlarse y después ha tenido que soportar como Diana lo calentaba para ir a acostarse con otros. Pero por otro lado entiendo a Diana, porque Tommy con sus palabras ha dado entender que solo le importa MEgan, que la sigue queriendo y es normal que ella no quiera seguir siendo el juguete de nadie ni quiera demostrar lo mucho que le ha dolido eso. DIOOS QUIERO DARLES UN BOFETÓN A LOS DOS!
PD1: Aplausos por la escena de la cocina de Tiana
PD2: ha sido maravilloso Scott y Sabrae en el Foster
PD3: Eres maravillosa Eri!
ASDFGHJKLÑ ESTOY EXTASIADA CON TODO ARI DE VERDAD, NO SÉ CÓMO HE CONSEGUIDO GUARDAR EL SECRETO TANTO TIEMPO.
EliminarMuchísimas gracias jo; ya sé que la autopublicación tampoco tiene mucho mérito porque te imprimen según compran pero aun así me hace muchísima ilusión saber que voy a poder tener en unos días la novela EN FÍSICO entre mis manitas de verdad no te haces una idea, la historia es tan especial para mí y me gusta tantísimo que me duele el corazón y todo, ay <3
Y con el capítulo:
Scott y Sabrae: yo los ADORO de verdad son mi pareja de hermanos favorita porque se putean a muerte pero a la hora de verdad se quieren con locura, yo creo que están un poco enamoraditos el uno del otro y son TAN CUQUIS de verdad no puedo con ellos dos, tengo muchísimas ganas de escribir la historia de Sabrae para profundizar en su relación y que se vean sus inicios porque EN SERIO NO TIENEN DESPERDICIO. Y Duna bueno Duna es tan deliciosa me la quiero comer a besitos.
Alec y Sabrae: BUENO OTRA COSA QUE OS VA A ENCANTAR DEL SPINOFF DE VERDAD ya en el siguiente capítulo va a haber pistas de lo que pasa en la historia de Saab pero uF son súper cuquis, los adoro mucho mucho, no miento si digo que son los nuevos Sceleanor.
LAYLA ES #LA BIZCOCHA DE VERDAD NO PUEDO CON MI VIDA ES TAN TIERNA SE MERECE TODA NUESTRA PROTECCIÓN Y LO MEJOR DE TODO ES QUE DIANA, A PESAR DE LA SITUACIÓN EN LA QUE ESTÁN, LA QUIERE Y LA RESPETA COMO A UNA AMIGA Y UNA IGUAL Y AYYYYYY MI CORAÇAO
Tiana: los dos son tontísimos, te juro que no puedo ver si Scott, Tommy o Diana es el personaje más tonto de esta novela, es que son CALCADOS, son orgullosos, cabezones y testarudos y meten puñales así porque sí. No obstante, los entiendo a los dos: Diana vuelve a casa con toda la ilusión del mundo, pensando que Tommy la ha estado esperando con ansia y se encuentra con esa situación; y Tommy la ha estado esperando con ansia aunque ha cometido un desliz y ella sólo se centra en eso, y lo putea justo cuando más la necesita, lo deja solo cuando él más tiene que estar con alguien, Y LUEGO LO PONE CACHONDO Y SE VA EN SERIO OLE DIANA OSCAR PARA DIANA
pd1: Nobel de literatura a la escena de la cocina
pd2: El Foster es un sitio genial, yo fui este verano y DIOS me encantó todo, el trato, la comida, el ambiente...
pd3: tú sí que eres maravillosa hermosota❤
DIOS MIO ERI. ESTOY SUPER CONTENTA POR LO DE LA AUTO PUBLICACIÓN. OJALÁ TENGAS LA SUERTE DE QUE CAIGA EN MANOS DE UNA EDITORIAL, TE MERECES ESO Y MÁS.
ResponderEliminarAYYYYYYYYYYYYYYY MI VIDA MUCHAS GRACIAS aunque no va a ir a ninguna editorial, ya que está publicada con Amazon no la puedo publicar con nadie más (aunque sí puedo distribuir por librerías, pero es mucho lío y prefiero dejarla en Amazon y ya está, total, no lo hago por hacerme rica, y lo bueno es que lo tenéis disponible en una semana sin pagar gastos de envío ni nada, así que me conformo con eso). No obstante, yo por lo que la publiqué es por si a alguien le apetecía tenerla en físico (a mí, evidentemente, sí), y pudiera comprarla ya editada y puesta en condiciones. Lo único con lo que no estoy muy contenta es con el precio, pero no podía rebajarlo más sin quedarme yo con una mínima retribución, así que... :( consideradlo mi regalo de reyes ❤
Eliminarúltimamente me cuesta mucho leerme tu novela, esa es la razón por la que no te dejo comentarios a menudo, de hecho, suelo leerme los caps dias después de su publicidad porque necesito preparación psicológica para ello. No sé muy bien quién soy, si soy scott, soy tommy o soy los dos. Pero no sé que más decirte que no te haya dicho ya.
ResponderEliminarPrimero que todo es que sigo valorando como sigues enfocando la importancia del núcleo familiar, me muero de amor con los maliks, he de decirte que no los veo tan unidos como los Tomlinson, espero que no te ofenda y eso que se me hace raro, que en casa de Louis no se destaque igual la importancia de la familia después de las últimas noticias tan devastadoras. Me muero de amor cuando las hermanas pelean por quién puede o no dormir con Scott, al igual que valoro un montón como no meten a la pequeña en sus disputas, y cuando está hace acto de presencia con un solo dedo estos paran de pelearse. Los niños son lo que aprenden en casa, y no olvidemos que el Bullying está más a la orden del día, me parece super tierno que los Malik tengan constancia de eso.
2º Valoro un montón la libertad de expresión que hay en casa de Zayn sobretodo con el sexo. Actualmente vivimos en una sociedad un tanto retrograda y todavía hay casas, sin ir muy lejos la mía, en la que no se habla de sexo abiertamente. Y eso me parece tristisimo. Me encanta como Sher y Zayn llevan el tema del sexo (teniendo en cuenta los polvos bestiales que echan), y me he muerto de risa cuando Zayn ha hecho acto de presencia en la habitación de Scott alegando que no deberían haber tenido a las niñas o algo así, me he partido de risa.
3º. QUIERO HACERTE UN MALDITO MONUMENTO POR LA IMPORTANCIA Y LO BIEN REFLEJADO QUE ESTA EL TEMA DEL FEMINISMO, OSEA QUIERO COMERTE LOS MORROS. He muerto de orgullo, de amor, si es que se puede morir de todo a la vez con la conversación de Layla y Diana, he de decirte que tenía ganas de que estás aparecieran, porque son las putas amas, y juntas no hay quién las destruya. He visto el lado más mundano y más horrible de Diana, y me ha encantado verla confesandose humana cuando ha abierto su corazón mostrando cuan dañado está por tommy. (Me encanta como se putean entre ellos, pero el hijo puta weon se ha pasado tres pueblos con lo que le ha dicho.) PERO HE ESTALLADO cuando layla ha dicho la maravillosa frase de " Me ves como a tu igual" JODER SI, PORQUE QUE PASEMOS POR COSAS MALAS COMO MALTRATO, ABUSOS O TRASTORNOS ALIMENTICIOS NO SIGNIFICA QUE SE NECESITE LA PENA DE NADIE, Layla es una guerrera, y estaba harta de que la pusieras como alguien que no podía sin su vida sin tommy. Decirte que Layla era la que menos me gustaba porque odio cuando se trata con tanta fragilidad a alguien, ojo no quiero decir que no haya que apoyar a las víctimas pero estaba harta de verla llorar por los rincones, ya era hora de mostrar la fuerza de los Payne porque es una mujer hecha y derecha.
4º Sigo amando cada vez a Scott y a El, pero mis preferidos siempre será TIANA BC REINA SE HACE Y ES LA PUTA AMA QUE CORTA EL BACALAO POR DONDE QUIERA LA TIA Y ENCIMA TIENE ALAS, SI ALGUIEN QUIERE SUPERAR ESO NO PUEDE. Excepto Meryl, Meryl es nivel superior
5º Para mi sabrae se ha ganado un hueco enorme en mi corazón porque yo ya sabía que era la mejor de los Malik, pero es que me ha encantado como se está enamorando de Alec sin ella quererlo, no hay situación más frustrante y bonita que esa. Como esta pendiente de Scott. Es una Beyoncé mezclada con NIcky. No sé si me entiendes pero yo la veo así.
6º no me acuerdo de cuantos numeros llevo.
7º Quiero saber más de chad.
8º Ojalá los Tomlinson vuelvan a recomponerse pronto.
Siento muchísimo que se haga duro leer los capítulos nuevos Cell, aunque siempre nos quedará el consuelo de cuando los chicos se reconcilien, que va a ser un momento precioso, estoy segura. Ya no tengo miedo de no estar a la altura, incluso si escribo un capítulo de mierda, sólo por el mero hecho de que Scott y Tommy vuelvan a estar juntos otra vez ya sé que no defraudará. Los echo muchísimo de menos, y me alegra ver cómo los echáis vosotras de menos también.
EliminarCreo que tienes razón en eso de que es raro que los Tomlinson no sean tan "cerrados" como los Malik, aunque si te soy sincera Tommy no me ha dado cancha a ahondar en eso como lo ha hecho Scott, T es mucho más independiente en ese sentido, pero tienes razón, los Tomlinson deberían estar mucho más unidos de lo que parece en la novela. Pero no te preocupes, que yo me los imagino mucho más cercanos, y de hecho en los próximos capítulos vamos a ver mucho de la relación Tommy-Eri por eso de que él se siente solo sin Scott y va a terminar no queriendo salir de casa tampoco (pero no quiero adelantar, con el final de novela que te conté hoy ya vas que chutas).
También creo que tiene algo que ver el hecho de que las hermanas de Scott se lleven menos tiempo entre ellas que los de Tommy, al fin y al cabo Scott le lleva a Sabrae lo mismo que ella a Shasha; Duna está un poquito más descolgada y por eso es que la protegen tanto.
2. No sé por qué, pero siempre me he imaginado a Zayn como un tío que no tenga miedo de hablar de lo que sea con sus hijos, y Sherezade tampoco se queda atrás (De hecho me la imagino incluso más progre que él, y ahora que lo pienso el tabú del sexo viene un poco relacionado con el machismo, así que es lógico que en una casa tan feminista, donde hay tanta mujer a la que educar correctamente, se trate el sexo como algo tan natural como es).
3. Mira, ME REMITO AL APARTADO 2 DEL COMENTARIO, es evidente que Layla y Diana son hijas de su época y si el feminismo ya está tan "extendido" (no tanto como debería pero en fin) como ahora, cuando ellas vivan lo estará más y serán más libres, así que veo normal que ellas se sientan más libres de hacer lo que quieran y puedan hablar de sus sentimientos sin miedo. Tenía también muchas ganas de que Layla se enterara de lo de Megan, y me parece una reacción súper lógica por su parte porque ella queire a Tommy y no quiere que él sufra por lo que siente o necesita, así que es normal que entienda y acepte y apoye como él lo hace con ella. Y también creo quel e gusta saber que Diana la considere una igual (aunque D no se ha parado a pensar en por qué le fue con el cuento realmente), supongo que es refrescante para ella que alguien te trate como la persona madura y fuerte que eres para afrontar las cosas malas que te van a pasar. Además, lo que ha vivido Layla es bastante peor que que le pongan los cuernos.
Sinceramente, yo a Layla la quiero un montón, te diría que es de mis favoritas pero todos lo son, pero no sé, con ella puedo desarrollar otro lado de la novela y de los personajes que si no se me quedaría en el tintero, así que también me viene "bien" que esté como esté y que sufra lo que ha sufrido, la pobrecita. Me parece que es fuerte incluso cuando llora, dice mucho de ella que haya conseguido salir de una situación así: date cuenta de que ella mató a Chris antes de que él terminara de someterla, eso no lo hace cualquiera, desde luego no lo haría la Layla que era cuando empezó la novela y nadie sabía por lo que estaba pasando.
4. Diana es la reina de esta novela, lo de la cocina se me ocurrió sobre la marcha pero es que es TAN ELLA que lo tuve que meter.
5. A mí Sabrae me parece con diferencia el personaje más completo de la historia, claro que también yo tengo muchísimas más facetas de ella en la cabeza que vosotros (dios, qué necesario es el spinoff en serio). Es sin duda la mejor de su casa, que encima es la mejor casa, es que se junta TODO en ella, menuda diosa está hecha. Yo también la veo bastante Nicki+Beyoncé, tranquila, de hecho su actitud es muy así JAJAJAJA.
6. Pues llevas 6.
HE TENIDO QUE DIVIDIR EL COMENTARIO EN DOS DE LO LARGO QUE ERA HASTA LUEGO MARI CARMEN.
ResponderEliminar9º Estoy impacientisima por saber lo que contiene el puto sobre.
10º Ya sabes de sobra que estoy encantada con lo de que publiques tu novela, esta decisión es tu verdaderas alas, y espero que planees alto. Lo quiero dedicado y lo sabes , así que ya hablaremos de como lo haremos porque QUIERO UNA DEDICATORIA PROFUNDA Y BONITA COMO LOS OJOS DE NUESTRO QUERIDO LOU. Estoy muy contenta de la publicación aunque yo ya lo supiera de antes, yo vivo contenta por ti.
11º Quiero anunciarte de que voy a ser madre probablemente de un conejito marrón y esta vez he optado por no llamarlo Harry como al último, ni tampoco Lou, He pensado en un nombre más especial que me lleva rondando la cabeza, espero que no te lo tomes como una falta de respeto. Se llamará Noble.
12º quiero hacer skype ya de ya
13º Te quiero muchísimo.
YO TAMBIÉN HE TENIDO QUE CORTARLO ME DESCOJONO HEMOS ESCRITO MÁS DE UN FOLIO CADA UNA QUE ME DA UN SÍNCOPE.
Eliminar7. No sé cuándo podré meter a Chad, es que tampoco quiero alargarlo todo mucho pero sí que es verdad que hay alguna cosita que os quiero contar de cómo le va con Aiden.
8. Estarán un tiempo, pero en nuestro tiempo se va a volver eterno, hasta enero no creo que pueda volver a publicar...
9. Hoy me vino una visión de lo que va a pasar cuando Diana lo cuente, y si te soy sincera dice mucho tanto de ella como de Tommy y los demás, ay...
10.Ya hemos hablado de lo de la publicación, no tiene mucho mérito pero me sigue haciendo ilusión poder tener la historia en papel, que no me quiten a mis personajes, y que encima si alguien quiere recompensarme económicamente (aunque no me den una miseria) pueda hacerlo a cambio del mejor regalo que yo puedo dar.
11. Awwww qué cuqui, no me parece una falta de respeto para nada, ya te lo he dicho esta tarde, aunque eso sí, a mí Noble para un conejo no me pega mucho, pero bueno...
12. Pues deja de ir a cenar con tus amigas JAJAJAJA
13. Yo también te quiero (qué sensiblona estás, ¿no?)
Lo primero de todo quiero felicitarte por publicar tu novela, supongo que es algo que llevas esperando mucho tiempo y me alegro muchísimo de que alguien con tanto talento como tú vaya a darse a conocer de alguna manera, y también de que todo aquel que aun no te conozca ni a ti ni a CTS vaya a poder disfrutar de esta maravilla, me alegro enormemente!!!
ResponderEliminarY ahora vamos al momento fangirleo porque DIOS MÍO SI AMO MÁS ESTA HISTORIA Y SUS PERSONAJES REVIENTO, Tommy Y Diana ya me mataron en el capítulo anterior pero en este me han terminado de arreglar... dios me meto tanto en la historia cuando narran ellos que me siento Diana o Tommy por momentos, lo siento mucho por Layla porque es lo más adorable que existe pero creo que Tiana tiene que pasar y deben casarse y tener 40 hijos, y que a Layla le tiene que llegar ese alguien que la quiera solo a ella y la haga sentir como la princesita que es.
Y pfff Tommy y Scott, esto está siendo más duro de lo que ya por sí me esperaba... lo paso tan mal viendo como se echan de menos y como no son ni la mitad de ellos mismos cuando no está el otro para complementarle... tardo tres horas en leerme estos capítulos porque tengo que hacer pausas a cada línea y calmarme porque un día me da una embolia te lo juro, tenía ganas de que llegara la pelea pero ahora solo quiero que se reconcilien y hagan la cucharita todas la noches.
Y ATENCIÓN PORQUE SABRAE ES LA PUTA AMA DE ESTA HISTORIA (toda la familia Malik en general me tiene enamorada) pero Sabrae es única en su especie, y de verdad que no puedo esperar a leer ese spin off y saber QUÉ COÑO PASA CON ALEC Y ELLA.
Una vez más, enhorabuena por publicar esta genialidad y espero con muchísimas ganas seguir leyendo un poquito más de tus ideas. Un beso gigante!!!!!
ay corazón, siento muchísimo haber tardado tanto en contestarte, es que tenía que estudiar para los exámenes de diciembre.
EliminarMuchísimas gracias por tu felicitación, tesoro ♥ aunque tengo que decir que tampoco tiene mucho mérito dado que lo he autopublicado, no lo tiene ninguna editorial (ni lo va a tener) y por tanto la novela va a seguir pasando desapercibida, pero yo lo que quería era que la tuvierais disponible corregida, escrita en condiciones (los primeros capítulos sobre todo) y en papel, aparte de "proteger"a mis personajes (porque una vez en papel, ya están registrados, y teóricamente ya nadie puede quitármelos). Pero aun así comparto tu entusiasmo, evidentemente; ya tengo el libro en casa y no puedo creerme que YO haya escrito algo semejante, es tan bonito... ♥
Y ahora, al capítulo: EL SENTIMIENTO ES SÚPER MUTUO, ADORO A LA HISTORIA, LOS PERSONAJES, Y TODO LO QUE PASA, CREO QUE ES EVIDENTE EL CARIÑO QUE LES TENGO Y QUE LOS ESCRIBO CON MUCHO AMOR. Confieso que con quien más me gusta narrar es con Scott, me veo mucho más cómoda con su estilo normal, pero me lo estoy pasando genial cambiando el estilo de Tommy y el suyo para ponerlo como el de Layla (yo y mi simbolismo, mi simbolismo y yo). Y uf, todos son tan deliciosos, sinceramente no creo que pueda elegir entre las chicas porque me encantan todas, las he construido lo mejor que he podido y estoy muy satisfecha con el resultado, sólo espero que a vosotras no os decepcione lo que va a suceder con ellas.
En cuanto a Tommy y Scott, tengo también muchísimas ganas de que se reconcilien, pero como los dos son tercos como mulas lo cierto es que van a tardar bastante, y mientras tanto voy a ahondar en su sufrimiento (creo que sólo entenderemos cuánto se quieren cuando veamos hasta qué punto sufren por no estar juntos).
Y SABRAE, DIOS MÍO, SABRAE, creo que se ha posicionado oficialmente como la estrella de esta novela, me encanta ella y su manera de pensar y su forma de ser, me m u e r o de ganas por hacer el spinoff y que veáis cómo ve ella el mundo y la cantidad de cosas que va a vivir, tanto con Alec a su lado como ella sola... pero uf, en serio, Alec y ella son preciosos, en el próximo capítulo (que espero subir pronto) están muy juntitos y asdfghjklñ me dan 40 embolias, los adoro estando juntos y los idolatro por separado.
Muchísimas gracias por tu comentario, tesoro, significa mucho para mí ❤Un besote ❤
Eleanor con Duna. Scott pensando en tener hijos con Eleanor. MIRA YO NO PUEDO MÁS SCELEANOR VA A ACABAR CONMIGO
ResponderEliminarY hablemos de Layla, el mundo no se merece a un ser tan bellísimo ❤
- Ana
A Scott se le para el corazón pensando en su chica PUEDE SER MÁS MONO LA RESPUESTA ES NO
EliminarEso sí, jamás estará al nivel de Layla ❤ mi niña preciosa, se merece el mundo ❤