martes, 20 de junio de 2017

Terivision: Tonight the streets are ours y Quien pierde, paga.

¡Hola, delicia! Hoy es un día especial, pues no te traigo una, sino dos reseñas.
La primera es la reseña de un libro que leí hace, creo, más de un mes. Se trata de:




Tonight the streets are ours, de Leila Sales. Se trata de la historia de Arden, una chica a la que definen como “alocadamente leal”. Y lo es, vaya si lo es: hace lo que sea por la gente a la que quiere, aunque eso signifique hacerse daño a sí misma (no en el sentido literal de la palabra); desde renunciar a un viaje a Disney para que su vecina pueda ir por ella, a aceptar que su novio no vaya a pasar con ella la noche de su aniversario a pesar de todo lo que le costó ahorrar para la habitación de hotel en la que planeaban pasarla.
El problema llega cuando Arden se da cuenta de que nadie va a sacrificar por ella lo que ella sacrifica por los demás… o parece que nadie va a entenderla, hasta que descubre el blog de un chico que se siente exactamente como se está sintiendo en ese momento. Siente una conexión fortísima con el chico del blog que desencadena la acción principal de la historia.
Aunque el libro me ha gustado, no va a pasar a la historia como uno de los mejores que he leído, ni el que más impacto me haya producido… diría que es bastante del montón, muy del montón, de hecho. Quizá lo único reseñable de él es que es el primer libro en el que los protagonistas me caen rematadamente mal. Los personajes secundarios son los que están más o menos dentro de lo que yo puedo soportar, pero es que Arden me parece sencillamente gilipollas (la tía no tiene amor propio, se deja pisotear por todo el mundo) y su mejor amiga, Lindsey, que tiene un morro que se lo pisa y que es oficialmente uno de los animales más egoístas con los que me he encontrado en mi vida.
Lo que más me llamó la atención del libro fue la manera en que Arden se obsesiona con la vida del escritor del blog, quien cuenta la historia de cómo su “malísima” novia rompe con él después de que consiga su sueño de ser escritor. Visto desde fuera, el comportamiento de Arden es claramente obsesivo, SPOILER A PARTIR DE AQUÍ llegando incluso a conducir horas para ir a conocer a este chico cuyas palabras la tienen cautivada. Y no podía dejar de pensar en que así es como se concibe la cultura de los famosos y los fans: si no vives por y para tu cantante favorito, es que hay algo malo en ti, y no vas a poder encajar nunca.
Por otro lado, diría que lo que más me gustó fue ver cómo no es oro todo lo que reluce, y descubrir las distintas versiones de la misma historia contadas desde los puntos de vista de los personajes que participan en ellas. SPOILER ves, básicamente, que el autor del blog no era tan santo y su ex novia no era tan hija de puta, y que cada cual va a contar el lado de la historia como le conviene para ser la víctima, y no el verdugo. Sin embargo, este soplo de aire fresco viene con una escritura tan simple que tampoco llega a impactarte ni a calar en ti.
En resumen: un libro con un título y una portada bastante bonitos que deja bastante que desear una vez lo abres.
Lo mejor: ver todas las caras de la verdad.
Lo peor: los personajes son insoportables.
La molécula efervescente: “hay personas que son flores, y otras que son jardineros”.
Grado cósmico: Satélite planetario {2.5/5}. Aprobado muy por los pelos, por las cosas novedosas que tiene.

Pasamos, pues, a la segunda parte de la reseña de hoy. Es el libro que terminé de leer hace poco:


Quien pierde, paga, de Stephen King. Es la segunda parte de la trilogía de Bill Hodges (cuya reseña de su primera parte puedes leer aquí). Nos presenta una historia nada relacionada con la anterior: es la historia de un ladrón obsesionado con su escritor favorito, retirado hace 18 años, a quien asesina y roba los cuadernos que lleva llenando desde su desaparición de la vida pública, en los que continúa la saga que le posicionó como uno de los escritores más importantes del siglo XX, y del niño que se encuentra más tarde los cuadernos robados.
No diré mucho más para no estropearte la lectura.
Confieso que empecé el libro pensando que iba a leer una especie de segunda parte muy forzada de lo que pasó en Mr. Mercedes: Brady despertaba y volvía a las andadas. Pues nada más lejos de la realidad; de hecho, la aparición de Brady es bastante efímera, casi anecdótica, y esta historia es independiente de la suya. Stephen King hace un reciclaje de su inspector para ayudar al joven Pete Saubers a salir del apuro en que se metió al descubrir los cuadernos.
Esta sensación de “voy a leer un refrito” la genera el propio autor a la hora de empezar el libro, pues lo hace con la matanza del Centro Cívico con que empezaba la apertura de la saga. Pero luego te encuentras con una historia nueva, autoconclusiva, que, por mi parte al menos, es incluso mejor que la primera. En este caso, las segundas partes sí que son buenas. Me leí el libro en cosa de 2-3 días, y las últimas páginas, en el clímax de la acción, fueron un auténtico calvario en el sentido de que me estaba dando tanta ansiedad saber qué iba a pasar que incluso me encontraba mal, físicamente. Como si hubiera comido algo en mal estado y mi cuerpo estuviera haciendo el esfuerzo por digerirlo.
Es la primera vez que me pasa algo semejante, así que ya tengo otra cosa más que agradecerle a Stephen King, después de escribir It.
Con todo, también diré que este libro no va a entrar en mi top 10. No he leído mucho de King, pero sí lo suficiente como para que no entre dentro de mis favoritos. Tiene otros bastante mejores, villanos más temibles y tramas más enrevesadas. A este le ha pasado un poco como le pasó con Mr. Mercedes: no te das cuenta de que sabes cómo va a terminar el libro, pero cuando lo acabas, en realidad, caes en la cuenta de que no te ha sorprendido y sabías que iba a tener el final que tiene.
Hay una cosa que no me ha gustado del libro, y es que, a la hora de narrar la historia del asesino y ladrón Morris Bellamy, el autor parece excusar su comportamiento. Y no lo hace de la forma en que lo hizo con Brady: Brady era un psicópata y punto. Morris, no. Morris es un intento de psicópata que se queda sólo en eso; entiende las consecuencias de sus actos pero sólo los ve como interferencias en sus planes, situaciones que posponen sus deseos. Me dio la impresión de que Stephen King, lejos de intentar construir un personaje malvado, estaba haciendo un personaje bastante ambiguo y lo estaba justificando él mismo. Era como si el propio King fuera quien intentara buscarle excusas. Como si explicara por qué había matado, violado, robado… en lugar de que sea el propio personaje quien lo hiciera.
Lo mejor: la historia me ha parecido muchísimo más interesante que la primera.
Lo peor: el villano de esta novela no es, ni de lejos, tan profundo como lo era Brady Hartsfield. De hecho, me atrevería a decir que es incluso plano.
La molécula efervescente: los últimos párrafos de la novela, en que Stephen King conecta pasado y presente de una forma muy, muy interesante.
Grado cósmico: planeta solar {3.5/5}.

¿Y tú? ¿Has leído alguno? Si es así, no dudes en dejarme un comentario con tu opinión.ᵔᵕᵔ

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