¡Hola, delicia! Hoy es un día especial, pues no te traigo
una, sino dos reseñas.
La primera es la reseña de un libro que leí hace, creo,
más de un mes. Se trata de:
Tonight the streets
are ours, de Leila Sales. Se trata de la historia de Arden, una chica a la
que definen como “alocadamente leal”. Y lo es, vaya si lo es: hace lo que sea
por la gente a la que quiere, aunque eso signifique hacerse daño a sí misma (no
en el sentido literal de la palabra); desde renunciar a un viaje a Disney para
que su vecina pueda ir por ella, a aceptar que su novio no vaya a pasar con
ella la noche de su aniversario a pesar de todo lo que le costó ahorrar para la
habitación de hotel en la que planeaban pasarla.
El problema llega cuando Arden se da cuenta de que nadie
va a sacrificar por ella lo que ella sacrifica por los demás… o parece que nadie va a entenderla, hasta que
descubre el blog de un chico que se siente exactamente como se está sintiendo
en ese momento. Siente una conexión fortísima con el chico del blog que
desencadena la acción principal de la historia.
Aunque el libro me ha gustado, no va a pasar a la
historia como uno de los mejores que he leído, ni el que más impacto me haya
producido… diría que es bastante del montón, muy del montón, de hecho. Quizá lo único reseñable de él es que es
el primer libro en el que los
protagonistas me caen rematadamente mal. Los personajes secundarios son los
que están más o menos dentro de lo que yo puedo soportar, pero es que Arden me
parece sencillamente gilipollas (la tía no tiene amor propio, se deja pisotear
por todo el mundo) y su mejor amiga,
Lindsey, que tiene un morro que se lo
pisa y que es oficialmente uno de los animales más egoístas con los que me
he encontrado en mi vida.
Lo que más me llamó la atención del libro fue la manera
en que Arden se obsesiona con la vida del escritor del blog, quien cuenta la
historia de cómo su “malísima” novia rompe con él después de que consiga su
sueño de ser escritor. Visto desde fuera, el comportamiento de Arden es
claramente obsesivo, SPOILER A PARTIR DE AQUÍ llegando incluso a conducir
horas para ir a conocer a este chico
cuyas palabras la tienen cautivada. Y no podía dejar de pensar en que
así es como se concibe la cultura de los famosos y los fans: si no vives por y
para tu cantante favorito, es que hay algo malo en ti, y no vas a poder encajar
nunca.
Por otro lado, diría que lo que más me gustó fue ver cómo
no es oro todo lo que reluce, y descubrir las distintas versiones de la misma
historia contadas desde los puntos de vista de los personajes que participan en
ellas. SPOILER ves, básicamente,
que el autor del blog no era tan santo y su ex novia no era tan hija de puta, y
que cada cual va a contar el lado de la historia como le conviene para ser la
víctima, y no el verdugo. Sin embargo, este soplo de aire fresco viene
con una escritura tan simple que tampoco llega a impactarte ni a calar en ti.
En resumen: un libro con un título y una portada bastante
bonitos que deja bastante que desear una vez lo abres.
Lo mejor: ver
todas las caras de la verdad.
Lo peor: los
personajes son insoportables.
La molécula
efervescente: “hay personas que son flores, y otras que son jardineros”.
Grado cósmico: Satélite
planetario {2.5/5}. Aprobado muy por los pelos, por las cosas novedosas que
tiene.
Pasamos, pues, a la segunda parte de la reseña de hoy. Es
el libro que terminé de leer hace poco:
Quien pierde, paga,
de Stephen King. Es la segunda parte de la trilogía de Bill Hodges (cuya
reseña de su primera parte puedes leer aquí).
Nos presenta una historia nada relacionada con la anterior: es la historia de
un ladrón obsesionado con su escritor favorito, retirado hace 18 años, a quien
asesina y roba los cuadernos que lleva llenando desde su desaparición de la
vida pública, en los que continúa la saga que le posicionó como uno de los
escritores más importantes del siglo XX, y del niño que se encuentra más tarde
los cuadernos robados.
No diré mucho más para no estropearte la lectura.
Confieso que empecé el libro pensando que iba a leer una
especie de segunda parte muy forzada de lo que pasó en Mr. Mercedes: Brady
despertaba y volvía a las andadas. Pues nada más lejos de la realidad; de
hecho, la aparición de Brady es bastante efímera, casi anecdótica, y esta
historia es independiente de la suya. Stephen King hace un reciclaje de su
inspector para ayudar al joven Pete Saubers a salir del apuro en que se metió
al descubrir los cuadernos.
Esta sensación de “voy a leer un refrito” la genera el
propio autor a la hora de empezar el libro, pues lo hace con la matanza del
Centro Cívico con que empezaba la apertura de la saga. Pero luego te encuentras
con una historia nueva, autoconclusiva, que, por mi parte al menos, es incluso
mejor que la primera. En este caso, las segundas partes sí que son buenas. Me
leí el libro en cosa de 2-3 días, y las últimas páginas, en el clímax de la
acción, fueron un auténtico calvario en el sentido de que me estaba dando tanta
ansiedad saber qué iba a pasar que incluso me encontraba mal, físicamente. Como
si hubiera comido algo en mal estado y mi cuerpo estuviera haciendo el esfuerzo
por digerirlo.
Es la primera vez que me pasa algo semejante, así que ya
tengo otra cosa más que agradecerle a Stephen King, después de escribir It.
Con todo, también diré que este libro no va a entrar en
mi top 10. No he leído mucho de King, pero sí lo suficiente como para que no
entre dentro de mis favoritos. Tiene otros bastante mejores, villanos más
temibles y tramas más enrevesadas. A este le ha pasado un poco como le pasó con
Mr. Mercedes: no te das cuenta de que sabes cómo va a terminar el libro, pero
cuando lo acabas, en realidad, caes en
la cuenta de que no te ha sorprendido y sabías que iba a tener el final que
tiene.
Hay una cosa que no me ha gustado del libro, y es que, a
la hora de narrar la historia del asesino y ladrón Morris Bellamy, el autor
parece excusar su comportamiento. Y no lo hace de la forma en que lo hizo con
Brady: Brady era un psicópata y punto. Morris, no. Morris es un intento de
psicópata que se queda sólo en eso; entiende las consecuencias de sus actos
pero sólo los ve como interferencias en sus planes, situaciones que posponen
sus deseos. Me dio la impresión de que Stephen King, lejos de intentar
construir un personaje malvado, estaba haciendo un personaje bastante ambiguo y
lo estaba justificando él mismo. Era como si el propio King
fuera quien intentara buscarle excusas. Como si explicara por qué había matado,
violado, robado… en lugar de que sea el propio personaje quien lo hiciera.
Lo mejor: la
historia me ha parecido muchísimo más interesante que la primera.
Lo peor: el villano
de esta novela no es, ni de lejos, tan profundo como lo era Brady Hartsfield.
De hecho, me atrevería a decir que es incluso plano.
La molécula
efervescente: los últimos párrafos de la novela, en que Stephen King
conecta pasado y presente de una forma muy, muy
interesante.
Grado cósmico: planeta
solar {3.5/5}.
¿Y tú? ¿Has leído alguno? Si es así, no dudes en dejarme
un comentario con tu opinión.ᵔᵕᵔ
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