sábado, 29 de julio de 2017

You fucking with a savage.

Antes de que empecéis a leer, tengo que daros las gracias por los comentarios del último capítulo. ¡Os echaba mucho de menos! Ojalá podáis seguir comentando de vez en cuando, no sabéis la ilusión que me hace y el impacto que tiene vuestro feedback cuando estoy escribiendo. Escribí esto con muchísimas más ganas gracias a vosotras. 


El escenario estaba a oscuras, el plató estaba a oscuras. Lo único que tenía un poco de brillo era el camino por el que teníamos que cruzar en dirección a nuestros puestos frente al público, y los focos que refulgían débilmente sobre las cabezas del jurado, así como las pantallas de las cámaras que pululaban de un lado a otro, desde el techo hasta el suelo, tomando capturas de todo en diferentes ángulos.
               Nadie querría perderse esto.
               -Cuando queráis-nos instó la chica de producción, la tal Abby a la que acababa de abandonar su amiga, atravesando paredes de tela. Asentimos con la cabeza, nos miramos entre nosotros, y echamos a andar.
               Algo me detuvo, un instinto primario, una sensación tan débil como innegable. Tommy no venía detrás de mí. Se había girado y miraba a Scott, que se había quedado plantado en su sitio, negando con la cabeza.
               -No puedo hacerlo-dijo. Tiré de la mano de Chad, que tocó a Layla en el hombro. Hubo murmullos entre el público que pusieron aún más nervioso a Scott-. No puedo salir ahí, yo…
               -Tienes que hacerlo, S, tenemos que salir los cinco-le dijo Tommy, acercándose a él, cogiéndole la cara entre las manos.
               -Me parezco demasiado a mi padre, tú te pareces demasiado al tuyo, van a pensar que vamos a imitarlos…
               -No van a vernos, S, ¿recuerdas? No nos van a ver, lo tenemos todo pensado, conseguiremos un juicio por lo que nosotros haremos, no por quiénes somos-Tommy le acarició la cara, haciendo que le mirara sólo a él-. Sólo van a escucharnos, y no han cantado esta canción, nunca los relacionarán con nosotros.
               -Chicos-instó la chica de producción. Layla se acercó a nosotros, indecisa. Notaba cómo mi corazón martilleaba en mis sienes como un tambor de guerra, estaba empezando a darme vueltas la cabeza. Me di cuenta de que Scott no era el único que se ponía histérico; yo también lo estaba, agobiada por una situación que no controlaba. No era como un pase de modelos, en el que conocía mi talento y mi valía, y en el que ya estaba curtida. Aquello era mil veces peor.
               Nuestra coreografía daba pena, y la oscuridad era una excusa patética para mantenerla. Yo lo sabía. Scott también. Por eso no quería salir. Íbamos a hacer el ridículo. Había perdido mis alas para nada.
               -Necesito que hagas esto por mí, ¿vale, S?-le pidió Tommy, y Scott se lo quedó mirando, aterrorizado-. Nunca me has fallado, hermano, ni una sola vez. No quieras empezar ahora, porque no te lo voy a consentir. Vamos a salir ahí fuera-señaló el escenario tenuemente iluminado para que encontráramos las X de cinta americana sobre las que nos teníamos que situar-, y vamos a darlo todo, y nos van a coger porque somos geniales y porque nos lo merecemos. Pero tenemos que estar todos juntos. Estamos juntos, ¿verdad?
               Scott se lo quedó mirando como si no terminara de verlo.
               -¿Verdad?-insistió Tommy, suplicante. Scott asintió con la cabeza, despacio. Tommy sonrió, le dijo algo en un idioma que yo no entendí, le dio un beso en la frente y una palmadita en el hombro y tiró de él para llevarlo al escenario.
               Odiaría a Scott toda mi vida por haber hecho eso. En silencio, trotamos hasta nuestros puestos, sabedores de que estábamos impacientando a un jurado al que no nos convenía cabrear. Nos colocamos sobre las X, una formación extraña, como los vértices de un pentágono en el que quien cantaba ocupaba la punta. Nos miramos entre nosotros, ya en la oscuridad, y asentimos con la cabeza. Tragué saliva, cerré los ojos, y esperé.
               Las primeras notas de aquella canción que habíamos ensayado hasta la saciedad empezaron a sonar, y noté cómo me echaba a temblar a la izquierda de Layla, cuya figura refulgía tenuemente en un tono blanco como la nieve.
               Después de mucho discutir, de gritos entre Tommy y Scott especialmente, porque uno decía que no podíamos vivir eternamente con miedo a dar la cara por ser la principal herencia de nuestros padres, y el otro defendía que lo que no podíamos era plantarnos en un programa de talentos y pretender que el mundo nos tomara en serio siendo los herederos de quienes éramos, habíamos dado con la solución. Nos habíamos sentado a ver audiciones de grupos en anteriores ediciones de ese programa y en otros similares. No podíamos usar la cortina que usaban en La voz cuando querían ocultar a algún concursante interesante, ni podíamos usar un vídeo como en otros concursos para no tener que dar la cara. Las reglas de The talented generation eran muy claras: había que tener presencia en el escenario, pues para algo había que salir en él en cada fase del concurso, y esa presencia sólo se descubría estando de veras en el escenario.
               Pero nadie había dicho nada de que tuviéramos que dar la cara, y los bailes con luces en los que no se veía más que trajes que parpadeaban no tenían ningún tipo de detractor.

               Así que la solución fue sencilla pero eficaz: nuestra presentación sería con las luces apagadas, los labios pintados para que se viera cómo los movíamos al cantar, los micrófonos fosforescentes, y ropa y pintura corporal que brillara en la oscuridad, de ésa que se usaba en los vídeos de alguna estrella del pop cutre de 2009.
               Layla iba de blanco. Yo iba de dorado, incluso me había puesto un poco en las puntas del pelo, que me había dejado suelto, para hacer más efecto visual. Chad iba, por razones lógicas, de verde. Scott era la figura roja, y Tommy la forma celeste que completaba nuestro pequeño ejército de cinco personas.
               -Eso, que se vea que tú eres el más macho-se había burlado Scott cuando nos repartimos los colores y Tommy pidió el azul.
               -Es por mis ojos, pedazo de gilipollas-respondió su amigo, dándole una patada en un pie.
               Me estaba asfixiando mientras esperaba aquellos angustiosos segundos en que la música estaba sonando, pero Layla aún no abría la boca. Por el rabillo del ojo vi cómo los demás se movían al ritmo de la música, y sólo entonces fui consciente de que mi temblor no era exactamente un temblor, sino un aterrorizado zarandeo que habíamos ensayado menos de lo que deberíamos.
               Después de lo que me pareció una auténtica eternidad, por fin vi cómo Layla levantaba el micrófono y se lo llevaba a la boca, la expectación de todo el público y de los jueces, a quienes apenas veía debido a mi nerviosismo, contenida en los milímetros que separaban los labios de Layla de las fibras metálicas del que serían vuestro nuevo mejor amigo.
               -The club isn’t the best place to find a lover, so the bar is where I go…
               -Mm-asintieron Tommy y Scott por detrás de mí. Intenté ver cómo estaba Chad, al otro lado de Layla, pero la oscuridad era tal que a duras penas conseguía distinguir su sombra a mi lado. Sólo sabía que tenía a Layla delante porque si silueta oscura se recortaba contra el fulgor de los jueces.
               Layla continuó cantando, hasta que Chad cogió el testigo, situándose disimuladamente detrás de ella, que se apartó cuando empezó su verso:
               -You come over and start up a conversation with just me and trust me, I’ll give it a chance now.
               Layla volvió a ponerse tras él para empezar la parte anterior al estribillo, Chad giró sobre sí mismo y se colocó de nuevo en la posición original mientras los demás bailábamos, siguiendo los movimientos de Layla, que parecía más cómoda a medida que avanzaba la canción.
               -Girl, you know I want your love, your love was handmade for somebody like me…-nos colocamos en fila india detrás de ella, yo la segunda, pues enseguida me tocaba salir a mí-. Come on now, follow my lead, I might be crazy, don’t mind me.
               Tomé aire y di un paso al frente justo mientras Layla se apartaba.
               ­-Say boy-saqué la cadera y me puse un brazo en ella-, let’s not talk too much, grab on my wrist and put that body on me, come on and follow my lead, come, come on now, follow my lead.
               Chad y Layla se pusieron a mi nivel, con Tommy y Scott detrás. Ahora parecíamos un tres hecho de triángulos, con los chicos haciendo la parte redondeada a nuestra espalda mientras nosotros tres, juntos, cantábamos el estribillo acompañados de un público al que nos estábamos metiendo en el bolsillo.
               -I’m in love with the shape of you-entonamos Chad, Layla y yo, mientras Tommy y Scott esperaban pacientemente su turno para ocuparse de los “Oh, I”, que volvieron loco al público. Parecían intuir quiénes éramos a pesar de no vernos las caras o que no terminábamos de sonar como One Direction, porque había dos chicas en el grupo y sólo dos tenían una voz ligeramente familiar en una canción desconocida.
               Tommy era el que rompía nuestra armonía geométrica, echó a caminar, prácticamente dando saltos, a un extremo del escenario mientras Scott se dirigía al contrario. Parecían los polos iguales de un imán que, pronto, se atraerían. Los demás caminamos con parsimonia, separándonos también del centro del escenario y acercándonos a los jueces.
               Debería haber hecho mis investigaciones cuando supe a qué nos enfrentábamos. Me esperaba encontrarme a Jesy Nelson de bruces, por supuesto, pero no pensé que estuviera acompañada por cantantes tan famosas como influyentes. La inglesa estaba acompañada por una mujer a la que yo conocía muy bien, la mismísima reina del rap, Nicki Minaj, que contemplaba la mancha azul que ahora cantaba la historia de cómo la pareja de la que Ed Sheeran hablaba empezaba a salir.
               Y, a su lado, Lady Gaga sonreía, inclinada sobre unos auriculares en los que podía escuchar nuestras voces desnudas, sin ningún tipo de efecto tras el que pudiéramos escondernos.
               -We talk for hours and hours about the sweet and the sour-recogió el testigo Scott, y supe que llegaríamos muy lejos con las reacciones a su voz desnuda. En el momento en que las luces se encendieran, muchas caerían desmayadas al ver al único hijo varón de Zayn Malik apostado sobre el escenario.
               -Girl, you know I want your love-cantó Layla, y todos nos volvimos a reunir, en una fila que miraba hacia el público-. Your love was handmade for somebody like me, come on now, follow my lead, I may be crazy, don’t mind me.
               -Say boy, let’s not talk too much, grab on my wrist and put that body on me-canté yo, dándole un toquecito con la cadera a Chad, a quien escuché reírse a mi lado-, come on now, follow my lead. Come, come on now, follow my lead.
               Volvimos a hacer el estribillo, esta vez todos, para dejar que Tommy y Scott se ocuparan del come on, be my baby más adelante. Scott fue quien cogió las riendas de la canción cuando los demás la terminábamos repitiendo el mantra que ellos habían hecho suyo, alargando la última letra y elevándola varios tonos para que en el concurso vieran que íbamos en serio y que no sólo nos íbamos a dedicar a bailar.
               Noté cómo Tommy sonreía a mi lado, mirando a su amigo, orgulloso, bajar el micrófono y el brazo y mirar al frente, un frente ennegrecido, en el que las figuras de los jueces destacaban con un brillo espectral, casi celestial.
               Y luego, empezaron los aplausos. Las piernas me fallaron, las rodillas me temblaban, apenas podía creerme que acabáramos de cantar por primera vez, en televisión, delante de un público que respiraba y pensaba y miraba y… en fin, que estaba vivo.
               Si me hubieran dicho hacía un par de meses que cantaría en un programa de televisión, me habría reído hasta mearme en las bragas.
               Vi cómo una de las siluetas se volvía hacia el público y se levantaba, ya con las luces de los asientos encendidas.
               -¿Quién no puede más con la tensión de saber quiénes están detrás de esos colores bailarines?-bramó el único hombre del jurado y dueño del programa, Simon Asher, sonriendo y abriendo las manos como si el lugar le perteneciera… como de hecho era. El público recogió su provocación con jaleos, gritos extasiados y aplausos desenfrenados. Nos inclinamos hacia delante, recogiendo el cariño-. ¡Producción, ¿podéis encender las luces?!
               Todos los focos que apuntaban hacia el escenario se encendieron de repente, y sentí el impulso de mis compañeros de llevarse una mano a los ojos para tapárselos de la claridad. Así que le cogí la mano a Tommy y tiré de ella para que no lo hiciera, hice lo mismo con la de Chad, que continuaba a mi lado.
               Y, si antes el público había gritado enfervorizado, ahora comenzó a levantarse y a chillar con más fuerza, como si fueran a mandarnos al programa sólo con el poder de sus gargantas. Sonreí, agradecida, y seguí a los demás mientras nos mandaban acercarnos a los jueces, tanto para recibir nuestra valoración y el pase a la competición, como para hacernos más cercanos y bajarnos del pedestal.
               Noté los ojos de las juezas escaneándonos, cada cara con una expresión diferente. Gaga, que llevaba un sombrero rosa muy parecido al de la portada de su disco Joanne, sonreía con satisfacción y asentía con la cabeza, complacida por el espectáculo que acabábamos de dar. Nicki nos miraba con gesto realmente sorprendido.
               Sólo Jesy no parecía haberse tragado el juego de luces y sombras que acabábamos de ofrecer.
               -Gaga-pidió Simon, sentándose de nuevo en su silla, desabrochándose la chaqueta del traje y apoyándose en la mesa. El público se sentó, dócil y bien entrenado, a la espera.
               -Yo, lo primero que quiero saber, es cómo os llamáis-sonrió la mujer a través de su melena rubia.
               -Chasing the stars-informó Layla, y todo el mundo recibió su frase con aplausos. Jesy escribió algo en su hoja mientras Gaga continuaba mirándonos, absolutamente embelesada.
               -Vale, ¿y os importaría decirme vuestros nombres? A una ya la conozco-sonrió, mirándome, e incluso me guiñó un ojo-, pero no tengo el gusto de conoceros a los demás.
               Dijimos nuestros nombres, con nuestros apellidos. Scott estuvo un poco reticente a decir el suyo, lo demoró un par de segundos, como si alguien necesitara que le confirmara su filiación. Era idéntico a Zayn, por dios. Nadie en este mundo podría decir que no era su hijo.
               -Layla, Chad, Diana, Tommy, Scott-dijo Gaga, sonriéndonos-. He disfrutado muchísimo con vuestra canción, habéis hecho una elección muy interesante y una versión muy inteligente. Os doy las gracias-nos sonrió con calidez, y el público recibió su valoración con gritos de júbilo, varios “¡sí, reina!” y aplausos apresurados.
               -Nicki-solicitó Simon. La rapera se encogió de hombros, abrió las manos.
               -¿Qué puedo decir? Después del grupo de antes, pensé que no querría más que coreografías súper complicadas, pero supongo que menos es más en algunas ocasiones. Como Gaga aquí presente-las dos mujeres se miraron-, he disfrutado muchísimo con vuestra actuación. Estáis en muy buen nivel y se os ve que tenéis mucho que ofrecer.
               Más aplausos, más gritos de júbilo. Jesy seguía mirándonos, estudiando cada movimiento que hacíamos. Especialmente, los de Scott, un fantasma que venía para recordarle el sufrimiento de una gran amiga en el pasado, sufrimiento perpetrado por el padre del chico que ahora se plantaba delante de ella.
               -¿Nos iluminas, Jesy?
               Jesy se inclinó hacia atrás, cruzó las piernas, cogió un bolígrafo con una mano y lo entrelazó entre sus dedos.
               -Yo estoy bastante familiarizada con esta canción, por, ya sabéis, mis orígenes. La hemos escuchado más en Inglaterra que en Estados Unidos, así que me es más fácil conocerla al dedillo como seguro que lo hacéis vosotros también que mis compañeras del jurado-sonrió. Nicki puso los ojos en blanco, pero Gaga no se molestó-. Tengo que decir que yo, personalmente, no escogería esta canción para cantarla en grupo. Habéis intentado ir a lo fácil-dijo, mirándonos-, cogiendo una canción que todo el mundo conoce y a la que todo el mundo tiene cariño para meteros al público en el bolsillo… cosa que habéis conseguido, no lo niego. Pero, sinceramente, desde mi perspectiva está muy poco trabajada, pero que muy poco-pronunció las palabras más despacio, asegurándose de que la escuchábamos-. La coreografía podrías haberla hecho en una hora, apenas había sincronización… y, aunque entiendo la elección que habéis hecho del escenario, yo no la comparto. No creo que tengáis conciencia de grupo-dijo, señalándonos-, y aquí hay gente muy buena que ha venido con los deberes hechos, con coreografías muy complicadas o canciones más trabajadas con las que me han sorprendido. Me lo he pasado bien con vosotros, sí, pero es que encuentro tantas cosas que creo que habría que pulir que…-negó con la cabeza-. Me tenéis bastante descolocada, la verdad.
               -Vamos, Jesy; es su primera vez, tú misma sabes lo nerviosa que se puede estar en una audición-abogó por nosotros Gaga.
               -Sí, y precisamente por eso no quiero darles ninguna excusa, porque los nervios no son excusa. Habéis estado fuera de tiempo bastantes veces, ibais un poco a vuestra bola a la hora de hacer unos movimientos bastante simplones…-pasó una hoja-, ah, y creo que la distribución de versos estuvo bastante desacertada. Veréis, cuando ponéis a tres personas a cantar antes del estribillo, lo que yo interpreto-se llevó una mano al pecho-, es que va a haber 20 personas en el grupo, y no sólo 5. El mensaje que estáis dando es que hay tantísimos integrantes en el grupo que no pueden tener una parte de la canción bien definida para cada uno. Y luego, de repente, ponéis a dos integrantes a repetir las mismas partes de la canción, y a lucirse. Más que un grupo me ha parecido que Tommy y Scott venían aquí con un coro.
               El público protestó, Tommy se llevó el micrófono a la boca, y Simon asintió, dándole la palabra.
               -Si me permites, Jesy, yo lo único que quiero decir es que… venimos en calidad de iguales. O sea, nadie viene a hacerle el coro a nadie. Simplemente a la hora de repartirnos la canción, nos pareció más interesante jugar con los versos que no ir dándonos partes fijas a cada uno. Es más interesante así.
               -Es más interesante si sabes cómo repartirla, y vosotros no habéis sabido-espetó Jesy, pero sonrió con indulgencia, como diciendo, “no pasa nada”-, de todas formas, un error puede tenerlo cualquiera. Eso sí, hay una cosa que no me ha gustado nada: aúnen la oscuridad, se notaba mucho que estabais esperando a que os tocara vuestra parte para dar espectáculo. El telón de fondo es importantísimo-dijo, señalando su espalda- cuando estás en un grupo. Im. Por. Tan. Ti. Si. Mo-silabeó, con dos dedos juntos-. En un grupo, el 90% del tiempo hay una única persona cantando, y el resto tienen que fundirse con la canción, formar parte del espectáculo. Y no pueden estar atrás porque rompen con la magia de todo lo que se está construyendo ahí. Se lo debéis a la canción, y se lo debéis al público-informó, y nosotros asentimos. Jesy asintió con la cabeza y se afanó en tachar cosas de sus papeles.
               -¿Nicki?
               -Para mí es un sí-nos animó Nicki, asintiendo con la cabeza-. A mí no me ha parecido que haya estado tan mal.
               -Yo no he dicho que estuviera mal, he dicho que había errores graves-discutió Jesy, inclinándose hacia delante para mirar a Nicki.
               -¿Gaga?
               -Sí y mil veces sí-sonrió ella, dándonos alas-. Creo que tenéis un largo camino que recorrer, y no voy a ser yo quien os ponga piedras en él.
               Fue el turno de la que ya sabíamos que era la jueza a convencer en esta edición.
               -No os quiero dar 4 síes porque me parece que eso sería contraproducente…
               -Pues no se los demos-cortó Simon, mirándola y sonriendo, apoyado en su codo, un dedo en su sien. Giró su asiento para mirarnos-. Mi voto es un no.
               Se me cayó el alma a los pies, y pude notar cómo a los demás les sucedía lo mismo. Nos miramos entre nosotros. Estábamos jodidísimos. Acababan de echarnos antes de empezar.
               El público protestó, aulló, incluso insultó a Simon, que ahora miraba a Jesy con la diversión chispeando en los ojos. ¿Nos mandaría a casa? ¿Se atrevería a hacernos esto, después de cómo nos habíamos quedado con el público? ¡Los hijos de One Direction, rechazados de un programa por la misma mujer que ganó la edición del año siguiente del concurso en que sus padres se conocieron!
               Jesy miró a Simon, apoyándose en la mesa.
               -Te puto odio, no sé por qué acepté este trabajo-protestó, y Simon abrió las manos, girando en su silla, disfrutando del espectáculo-. Chicos-nos llamó, y todos nos encogimos un poco, esto pintaba mal-. He notado muy poco trabajo en la actuación y no puedo dar luz verde a algo que me parece que ha sido hecho con desgana. Acabamos de tener a un grupo, Threesome, que ha sido perfecto en la ejecución de su versión de Swalla, cantando y bailando como si llevaran practicando toda la vida, y sólo porque no se han metido a hacer el rap de Nicki ya se han ido para el backstage con un voto negativo. Tengo que ser consecuente-dijo, tocándose el pecho-. No voy a pedir menos de lo que me pidieron a mí. ¿Queréis tener un hueco en el mundo de la música? Ganaos ese hueco. ¿Queréis ganar este programa? Pues os hace falta espectáculo. Tommy-se volvió hacia él, mirándolo-. Se lo dije a tu hermana cuando la tuvimos aquí, y te lo digo también a ti. No sé por qué me da que llevas la voz cantante.
               -Qué más quisiera-discutió Scott, y sonreímos.
               -Tenéis la voz, sí-Jesy extendió un dedo-, cantáis bien-extendió otro-, vale, pero os falta el espectáculo, y de eso precisamente es de lo que vive un grupo. Estamos buscando a Beyoncé y no nos vamos a conformar con algo inferior. Queremos a alguien entero, alguien que domine todo, no a una Adele, que se planta en el escenario y con su voz es suficiente. Adele tenemos una y no vamos a poder hacer más. No os podéis permitir aburrir a los demás con vuestros movimientos porque pensáis que nadie os está mirando porque no sois quienes cantáis, pero yo me he fijado y… es lo que me habéis transmitido. Aburrimiento y desorden. Al margen de la construcción visual y todo lo demás, que es preciosa, es lo que he sentido. Y, si os quitamos los brillitos y demás, es que parece que estáis en la cola del súper.
               -Jesy-anunció Simon-. Está en tus manos.
               Los focos se tornaron de un tono rojo, el latido de mi corazón se trasladó hacia el exterior. Todo el mundo contenía el aliento mientras Jesy Nelson, integrante del único grupo que había conseguido ganar un programa de talentos en Inglaterra, decidía nuestro destino. La moneda giraba en el aire.
               -No puedo dar luz verde a algo en lo que no creo-anunció, y a nadie se le escapó cómo miraba a Scott, cómo clavaba los ojos en él y sólo en él, cómo veía en su cuerpo la venganza personificada sobre lo que Zayn le había hecho a Perrie. Todo el público contuvo el aliento, yo sentía unas ganas de llorar tremendas.
               Había renunciado a mis alas.
               Para nada.
               Tommy me miró, me apretó la mano.
               -Tranquila-me dijo-. Tranquila.
               Tragué saliva y miré a Jesy, suplicante. Le imploré mentalmente que nos dijera que sí. Si lo deseabas con suficiente fuerza, se cumplía, decían.
               -Lo cual no quiere decir que no vea las ganas que tenéis. Y yo no puedo decirle que no a esas ganas. No es una luz verde, es ámbar, pero si os la saltáis, no os multan-nos recordó-. Mi voto es un sí.
               Y el mundo tal y como lo conocíamos se desmoronó.
Scott.


Mamá decidió hacer de su misión personal el conseguir que me arrepintiera de tener pensado entrar en el programa, y que finalmente me echara atrás, le dijera a T que no entraba y me quedara comiendo de su mano el resto de mi vida.
               Y Duna era la primera de a bordo en ese barco condenado al fracaso.
               Como si hubieran recibido la inspiración en susurros divinos, mamá y la pequeña de la casa se dedicaron a preparar los postres caseros que eran exclusivos de los fines de semana, también en los días en que teníamos colegio.
               -Mira lo que te vas a perder, Scott-parecía decir mamá, poniendo toda su dedicación en cada uno de los dulces que preparaba con la pinche de cocina más diligente del mundo a su lado. Echaba todo tipo de ingredientes en unas mezclas que me disparaban la glucosa, y me hacía sufrir por ello.
               Ni jugando a la consola me dejaban tranquilo. Mientras Sabrae andaba por ahí con Alec (a quien no dejaba acompañarla a casa, porque eso le convertía en novio de facto, así que se encontraban en la esquina de mi calle) y Shasha veía un programa que me dio dolor de cabeza cuando pregunté de qué iba (empezó a hablar de debutantes, veteranos, vueltas metafóricas y compañías como las empresas de Estados Unidos), Duna esperaba pacientemente a que mamá sacara el bizcocho con el corazón derretido de turno del horno y corría a llevarme un pedazo a mí, que mataba las horas que me quedaban en casa jugando al Assassin’s Creed (no sabía cuánto podría jugar en el concurso, y no me apetecía que Max me destripara el final del juego). I corta ni perezosa, mi hermana más joven se plantó frente a mí.
               -Mira lo que te hemos hecho, S-festejó, poniéndome delante un plato con un triángulo perfectamente cortado de color caramelo que hizo que empezara a salivar con un cerdo… pero estaba en una escena de pelea muy jodida y llevaba las de perder.
               -Estoy jugando, Dun.
               -He dicho que mires lo que te hemos hecho.
               -Precioso-reconocí, echando un vistazo por el rabillo del ojo mientras me inclinaba hacia un lado para que la cabeza de la chiquilla no me impidiera ver. Parecería un capullo a ojos de cualquier observador externo, pero es que cada vez me costaba más serle fiel a Tommy y no terminar vendiéndolo. Dicen que a los tíos se nos conquista por los ojos, y por eso las tías se maquillan… bueno, pues yo debo de ser un ornitorrinco, porque si me das un plato medianamente rico ya me tienes hincando la rodilla y pidiéndote matrimonio.
               Tommy decía que era por estar tanto tiempo con él, que me estaba volviendo un poco español.
               A mí me sudaban las gilipolleces que se inventara para explicarse por qué me comía todo lo que él me ponía delante: mientras me siguiera haciendo la tortilla de patatas medio cruda por el medio, a pesar de las protestas de su madre, que dijera misa.
               -¿No lo quieres probar?
               -No puedo-dije, alzando el mando-. Manos ocupadas.
               Duna escaló por el sofá, se sentó a mi lado, pasándome las piernas por la pantorrilla, cogió la cuchara y me obligó a abrir la boca y me metió un pedazo del bizcocho más delicioso del mundo.
               -Mm-gemí-. ¿Qué le habéis echado?
               -Amor-respondió ella, y sus ojos chispearon-. ¿Te vas a quedar ya?
               -Voy a perder esta partida.
               -Come más-exigió, poniéndome el plato contra la tripa.
               -Voy ganando-protesté.
               -¡Come más!-tronó mi hermana, y no puedes decirle que no a una niña de 8 años. Por la cuenta que les trae a tus genitales. Así que me limité a abrir la boca y dejé que me alimentara como hacía milenios que no lo hacía mi madre.
               Duna le cogió el gusto, eso fue lo peor de todo, y se empecinó en darme de comer como si tuviera dos años a partir de entonces. Mamá ponía los ojos en blanco y decía que nos dejáramos de tonterías, pero hasta ella disfrutaba con mi mueca de falso aburrimiento, la mano en la sien y el codo clavado en la mesa mientras miraba a mis padres hablar.
               -Duna, tu hermano tiene 17 años, ya es mayorcito para comer por sí mismo.
               -Déjalos, Sher, mira cómo lo gozan-respondía papá, y mamá se callaba y seguía fingiendo que no le parecía divertidísimo que la pequeña de la casa me diera de comer como si fuera un animalito desvalido.
               -Coge más, Dun, a ver cuánto le cabe en la boca-animó Shasha en una de esas, y papá sonrió.
               -Mira, eso se lo suelo decir yo a vuestra madre-se cachondeó papá, y mamá le dio un manotazo en el brazo mientras todos nos echábamos a reír. Duna nos miró sin comprender.
               -¿Qué pasa?-quiso saber. Clavó sus ojos en mí-. ¡Scott!
               -Nada, nena, ya lo entenderás.
               -Es que papá tiene envidia, porque mamá ya no le da de comer-explicó Shasha.
               -Come pan, papá-espetó Sabrae, cogiendo un pedazo de pan inmenso y estampándoselo en la boca.
               -¡Sabrae!-protestó papá-. ¡Un poco de respeto!
               -Muy bien, mi niña-felicitó mamá, y todos nos volvimos a reír.
               El olor que escalaba hasta mi habitación era insoportablemente delicioso. Si fuera un dibujo animado, podría ir flotando desde mi cama hasta el horno, donde estaban preparando manzanas asadas.
               Como tuvieran pensado ponerlas en una tarta, a tomar por culo el programa y a tomar por culo las miradas atravesadas de Jesy.
               En un acto de valentía impropio de mí, abrí la aplicación de mensajes y toqué en la cara de Tommy.
               -Dime que estás en casa.
               -Estoy en casa-respondió al segundo.
               -De puta madre, te amo, voy para allá, necesito largarme de la mía antes de que consigan que me convierta en una albóndiga gigante que sólo vive para comer.
               -Tú sólo vives para comer, Scott, por eso nos llevamos tan bien. Yo preparo y tú comes.
               -Como siga en este plan, me tenéis que sacar rodando al escenario.
               -Tío, es broma lo de que estoy en casa-informó cuando yo estaba incorporándome y calzándome. ¿Qué?, le grité a la pantalla-. He venido con Diana, a acompañarla a un curro.
               -Eso. Tú abandóname. Después de todo lo que hemos pasado juntos. Eres un desgraciado. Todos los hombres sois iguales-me burlé, y él se echó a reír.
               -¿Celoso?
               -Qué más quisierais tú y la americana. Sobre todo la americana.
               -¿Qué haces?
               -Hasta hace nada, me tocaba los huevos.
               -¿Y piensas en mí cuando estás haciendo eso? No sé si podré corresponderte, Scott.
               -Mira que eres gilipollas, Tommy-tecleé, poniendo los ojos en blanco-. Ya sabes que yo sólo me pongo travieso cuando te tengo delante.
               -Anda, picarón, a ver si puedes esperar hasta de noche-me mandó un emoticono guiñando el ojo y yo le respondí con un corte de manga.
               -¿Dónde estáis?
               -No estamos en Londres.
               -Te voy a matar. ¿Por qué me haces esto? ¿Qué puedo hacer, si quiero irme de casa? ¿Ir a ver cómo follan mi hermana y Alec?
               -¿No iban al gimnasio?
               -Tommy-escribí-, si de verdad te crees la trola de que van a boxear juntos, en lugar de a follar como conejos detrás de cualquier arbusto, bien por ti, pero yo tengo 6 meses más que tú-aproveché para meterle la pullita barata- y ya no soy así de ingenuo.
               -Si follan todos los días, ¿cómo te explicas que Sabrae no ande como una vaquera?
               -Porque, ¡sorpresa! Las vaginas son elásticas. Cualquiera diría que no has visto ninguna en tu vida.
               -Gilipollas, me refiero a que podría ir… escocida.
               -Diana no va escocida.
               -Ya, pero Diana es 15 centímetros más alta que tu hermana, y Alec es 2 centímetros más alto que yo.
               -Es cuatro.
               -La gravedad tira más de mí porque tengo más culo-protestó Tommy-, pero Alec es 2 centímetros más alto que yo. Lo que cuenta es cuando te mides por la mañana.
               -Ya, ya, ¿por eso yo te saco uno?
               -A veces me apetece asfixiarte, Scott-respondió Tommy. Hubo silencio de radio por un momento, en el que escuché cómo el reloj temporizador entraba en sus últimos diez minutos. Una gota de sudor frío me corrió por la espalda-. S.
               -¿Qué?
               -Mi hermana está en casa.
               ¡Eleanor!
               -Yo también voy a estarlo, en menos de 5 minutos.
               Me cambié de ropa (no es lo mismo ir a ver a tu novia que a tu mejor amigo, a ella te la tienes que camelar, a él vas a tocarle los huevos y tienes que ir cómodo para ello) y bajé las escaleras trotando de dos en dos. Papá se asomó a la puerta de la habitación de los graffitis.
               -¿Dónde está el fuego?
               -Voy a ver a Eleanor.
               Parpadeó, sólo sus ojos visibles en la máscara blanca con la que evitaba inhalar los gases.
               -Ah, vale, que lo tienes en los pantalones-respondió, alzando las manos-. Tú… ponte condón.
               -¿Algo más?-espeté.
               -Préstales la atención que se merecen a los preliminares. En serio. A las mujeres les gustan.
               Parpadeé.
               -Sabes que me he tirado a más chicas que tú, ¿no, papá?
               -¿Eres tonto, chaval?-soltó, bajándose la máscara-. Yo tengo fama propia, imagínate todo lo que he follado gracias a eso. ¿Qué tienes tú? Un puto piercing en el labio.
               -Una cara angelical y los ojos medio verdes-le pinché, y él me dedicó una sonrisa taimada-. Amén del aguante que sólo la juventud te puede dar.
               -Tira, antes de que se te esfume ese aguante-se despidió, señalando la puerta con la mano abierta. Salí pitando de la casa en menos que cantaba un gallo: el reloj ya hacía ese tic tac propio de los últimos minutos.
               Prácticamente corrí en dirección a casa de Tommy (no fuera a ser que mi madre mandara a alguien a buscarme, y entonces estaríamos jodidos), con lo que llegué allí en la mitad de tiempo del que solía. Golpeé la puerta con los nudillos y esperé pacientemente a que alguien viniera a abrirme pero, después de unos murmullos tras ella, una voz masculina, la de Louis, respondió:
               -¿Eres Scott?
               -Sí.
               -¿Traes las llaves?
               -¡Vete a abrirle, Louis!-protestó su mujer.
               -¡Calla!-siseó él-. ¡Que he cogido postura, vete a abrirle tú!
               -Sabes que no me concentro si dejo el libro.
               -Tengo llaves-respondí.
               -Pues ya sabes.
               Abrí y me asomé al salón.
               -Pasa, hombre-invitó la madre de mi mejor amigo-. Tommy no…-empezó.
               -Vengo en calidad de novio-informé-, no de hermano extraviado.
               -Ah, genial. Pues… Eleanor está duchándose. Sube a su habitación a esperarla si quieres.
               -O al baño-añadió su marido-. Total, lo que vayáis a hacer, lo podéis hacer en los dos sitios.
               Sonreí y di un paso en dirección a la escalera, pero luego me detuve, procesando lo que acababa de ver. Me giré sobre mis talones y clavé los ojos en Louis.
               -¿Qué estás haciendo?
               Louis dejó las inmensas agujas con las que estaba trabajando y puso los ojos en blanco.
               -¿Es que uno no puede tener aficiones?
               -¿Aparte de ver fútbol y eructar porque tomas demasiada cerveza?-sugirió Eri, a la que Louis decidió ignorar.
               -¿Estás tejiendo?-espeté, incrédulo. No creía que nadie con menos de 75 años pudiera sentirse atraído por los hilos gordos y las agujas largas.
               -Me relaja-soltó Louis, a la defensiva, sabiendo lo que venía después.
               -Está bien saber que la juventud se mantiene en contacto con los quehaceres de la ancianidad.
               -Oh, qué mono es, Louis, ¡mira! ¡Scott te considera juventud!-se rió su mujer, y Louis se incorporó un poco, para darse la vuelta y mirarme.
               -¿Sabe tu madre que te dedicas a ir por ahí diciendo semejantes gilipolleces?
               -Está acostumbrada-respondí.
               -Bueno, seguro que no le sorprende. Eres hijo de Zayn, y, en fin, ella se casó con él, así que tan lista, no debe de ser.
               -Yo me casé contigo, Louis. No salgas al campo con las botas sin atar. Puede que te comas el césped-Eri sonrió.
               -A veces me pregunto de qué lado estás, nena, si del mío o del de Z.
               -Bueno, Zayn fue el primero en el que me fijé-contestó Eri, volviendo a su lectura-, pero luego tú abriste la boca, y se fastidió todo.
               Mientras subía las escaleras, Louis la miraba, a mis espaldas.
               -A veces me pregunto cómo puedes ser no ya mi mujer, sino mi mejor amiga.
               -Oh-gimoteó Eri, acurrucándose en el pecho de su marido y siguiendo con su lectura.
               Duré aproximadamente dos minutos en la habitación de Eleanor. Lejos de sentirme mal por no haber pensado en ella (a ver, tendríamos todo el programa para estar juntos, o por lo menos hasta que me echaran), me sentía acuciado por el tiempo que no habíamos pasado juntos, cada uno ocupado en terminar de atar lazos con la gente que nos importaba: ella, con sus amigas, Mimi especialmente, y sus hermanos, y yo, con los míos y mis hermanas.
               Y estar en su habitación, en la que por fin habíamos podido hacer cosas nada inocentes no hacía más que alimentar esa sed que tenía de ella.
               ¿Por qué no? me dije a mí mismo cuando se me ocurrió ir al baño y darle una sorpresa. Quizá, si estaba de buen humor, me dejaría entrar en la ducha con ella y podríamos disfrutar de aquello que tanto le había gustado hacía un tiempo. La verdad es que echaba de menos verla desnuda, y pensar que a un par de paredes de distancia estaba efectivamente así, mojadita, con las mejillas encendidas y el agua resbalándole por la piel, acariciando cada una de sus curvas, lamiendo su cuerpo y colándose por sus recovecos más inexplorados…
               Bueno, Scott, no quieres seguir por ahí, colega, escuché una voz en mi cabeza mientras me perdía en la imagen mental de Eleanor, duchándose. Uf. A ella sí que me la comería, estuviera como estuviera, dulce o salada.
                Debería haber llamado a la puerta y anunciar mi llegada, pero la pillé en medio concierto y me dio lástima cortarle el rollo. No sabía que Eleanor fuera de las que se duchaban con música, pero cuando me acerqué por el pasillo y escuché cómo cantaba a voz en grito, mientras una tenue música acompañaba su voz, todas las piezas me encajaron, y me pareció lógico que ella se duchara así.
               Abrí la puerta y me quedé esperando, impaciente porque se diera cuenta de que algo no estaba como antes, pero estaba tan ocupada chillando el estribillo de Sorry not sorry y dando palmas al ritmo de la música que, aunque un meteorito se hubiera estampado contra su casa, probablemente no se habría dado cuenta.
               -Payback is a bad bitch, and baby, I’m the baddest, YOU FUCKING WITH A SAVAGE-tronó Eleanor, en su salsa-, CAN’T HAVE THIS, CAN’T HAVE THIS.
               Por dios, si incluso bailaba, podía verla a través de los cristales translúcidos meneando las caderas mientras se echaba algo en el pelo y se reía.
               Y, si había algo que me pusiera más que Eleanor soltando palabrotas por esa boquita tímida que tenía (y sí, escucharla decir bitch, fucking y sucedáneos me ponía mucho), era verla bailando y divirtiéndose aun estando sola.
               Así que me senté en la taza del váter y decidí disfrutar del espectáculo.
               Me mordí el piercing mientras ella cantaba y se contoneaba, acariciándose el pelo y también los hombros, y me costó Dios y ayuda no saltar dentro de la ducha y comerle la boca. Por suerte, no lo hice, porque todavía tenía que dejarme alucinado clavando cada nota de la siguiente canción, Into you de Ariana Grande.
               Eleanor terminó agotada, habiendo dicho cada frase en su tono exacto, y finalmente se aclaró el pelo con una canción igual de cañera sonando, pero ya con la boca cerrada. Finalmente, la música se detuvo, y lanzó una exclamación de disgusto mientras terminaba de aclararse el pelo. Se pasó el teléfono de la ducha una última vez por encima y lo colocó en su soporte, dándose la vuelta y limpiándose la melena por detrás, arqueando la espalda y permitiéndome intuir sus pechos por detrás de la mampara de cristal.
               Dios.
               Alá… gracias por haberme hecho con ojos que funcionen bien.
               Intuí más que vi cómo Eleanor se mordía el labio, la escuché jadear por encima del sonido del agua corriendo y finalmente, se giró y cerró el grifo. Puse la espalda recta, a la espera de que se diera cuenta de que estaba ahí, y tragué saliva mientras ella se estrujaba el pelo, deshaciéndose de las gotitas que le quedaban en el cabello.
               Tarareó una canción que no me dio tiempo a identificar mientras abría la mampara y cogía una toalla con la que envolverse el pelo, y luego, por fin…
               -¡Scott!-chilló, dando un brinco y tapándose la boca con la mano, su sexo con la otra.
               -Oye, por mí no te cortes-sonreí, alzando las manos. Ella hizo una mueca.
               -¿Qué haces aquí?
               -Espeleología, Eleanor, ¿a ti qué te parece?
               -No es que por aquí haya muchas cuevas que explorar, ¿no crees?
               -Te sorprenderías-le dediqué mi mejor sonrisa de Seductor™, y ella se rió, semioculta tras la mampara.
               -Pásame una toalla-me pidió, señalando los enganches de los que colgaba una de un suave tono rosáceo.
               -Venga, nena-ronroneé, tratando de camelármela-. Dame el gusto, ni que nunca te hubiera visto desnuda.
               Me sacó la lengua, se tapó como pudo y se apresuró hacia las toallas.
               -¿Quieres que me vaya?
               -No, es sólo que… no me esperaba verte aquí. Eso es todo-se puso un mechón de pelo que se le escapó del turbante improvisado detrás de la oreja-. Por cierto, ¿qué…?-iba a preguntar qué hacía ahí, pero, dado que estábamos saliendo, se dio cuenta de que no tenía mucho sentido-. Tommy… Tommy no está-dijo, anudándose la toalla rosa bajo los hombros y convirtiéndose en un precioso burrito al que yo me moría de ganas por comerme a besos. Incliné la cabeza hacia un lado.
               -La última vez que dijiste eso, estabas bastante más vestida y bastante menos mojadita. La respuesta sigue siendo la misma-sonreí-, aunque me gusta cómo han ido evolucionando las cosas.
               -¿Has venido a verme a mí?-prácticamente jadeó. Me eché a reír, levantándome, y caminé hacia ella. La tomé de la cintura y la pegué a mi pecho: pude ver las minúsculas gotitas de agua que le unían las pestañas, reflejando un millón de veces la expresión inocente e ilusionada de sus inmensos ojos de gacela.
               -¿Por qué vendría al baño, si no? Aparte de por el espectacular concierto de hoy. Oye, ¿qué hay que hacer para obtener acceso al backstage? Realmente parecía que tenías la coreografía ensayada, y eso que me he perdido lo mejor.
               -Oh, dios mío-respondió, hundiendo la cara en mi pecho para no tener que mirarme-. ¡Scott! ¿Por qué no me dijiste que estabas ahí?
               -¿Habrías dejado de bailar?
               -¡Eh, pues sí! No te digo-puso los ojos en blanco y yo me eché a reír.
               -Pues por eso, nena.
               -Bueno… ¿qué te ha parecido?-aleteó con las pestañas, intentando seducirme.
               Como si no estuviera dispuesto a que me arrancara la piel a tiras si se le antojaba.
               -Mm… le doy un nueve.
               Eleanor se rió.
               -¡Vaya! Y… ¿qué hay que hacer para alcanzar la perfección?-me acarició los brazos, y no se me escapó la forma en que sus ojos se deslizaban de mis ojos a mis labios, quedándose más tiempo en los últimos.
               -Podrías buscarte compañía-respondí, pegándola más a mí.
               -Compañía-repitió, divertida.
               -Sí, pero… masculina, ¿eh? Nada de doblete femenino. El dueto tiene que ser mixto.
               -Tomo nota-dijo, poniéndose de puntillas y acariciándome la nariz-. Scott.
               -Mm-ronroneé cual gatito panza arriba, porque así me sentía.
               -Puedes venir a verme cuando quieras.
               -Lo sé.
               -Incluso puedes participar. Si te apetece-se frotó contra mí. Iba a ser mi perdición-. Hasta puedes dar ideas.
               -¿De veras? Porque se me ocurren un par de cosas-tonteé, agachando la cabeza y posando mis labios en los suyos. Eleanor me pasó un brazo por el cuello, con el otro me acarició el brazo mientras abría la boca y dejaba pasar mi lengua por entre sus labios. Jadeó contra mi lengua cuando la agarré del culo y la pegué más contra mí.
               -Por dios, Scott, estás durísimo-admiró.
               -Es que te echaba mucho de menos-sonreí contra su lengua. Notaba cómo se le aceleraba el corazón a medida que me movía; cada minúsculo movimiento de mi cuerpo era una descarga eléctrica para ella.
               Se le cayó la toalla, y ninguno de los dos hizo amago de recogerla. La empujó con delicadeza hacia la alfombrilla mientras, desnuda y mojada, se pegaba más contra mí.
               -Te estoy empapando-se lamentó en un segundo de cordura, pero a mí ya no había cordura que me bastara. Era la estrella del manicomio.
               -Parece que se han cambiado los papeles, ¿eh?-bromeé, y ella me mordió el labio.
               -Deberíamos parar-se lamentó, buscando que yo nos detuviera, pero yo estaba demasiado excitado como para intentar parar el tren, que ya había salido de la estación-, mis padres…
               -He echado el cerrojo.
               -Gracias a Dios-gimoteó, separando las piernas, notando mis dedos colarse por entre sus muslos. Se mordió el labio y abrió la boca, buscando el aire que yo le robaba en el centro de su ser.
               -Quiero ahogarme en ti, nena-la seduje, y ella abrió los ojos en otro segundo de cordura, me miró, se llevó las manos a la toalla y se la desenrolló. Su pelo cayó por sus hombros, enmarcando su cara en sus cascadas oscuras, deslizándose por su piel, mojando de nuevo los rincones que se habían secado contra mi ropa.
               -Poséeme-fue todo lo que me dijo, y con eso me bastó. Continué acariciándola, su respiración se hizo rápida y superficial, extremadamente irregular, mientras yo aplastaba su clítoris con la palma de mi mano y le daba placer con movimientos circulares, palpando aquel rincón en el que sólo podíamos entrar nosotros. Me quitó la camiseta y la tiró al suelo, y me bajó los pantalones, también los bóxers, lo justo y necesario para liberar mi miembro que, ansioso, esperaba un contacto que no se hizo de rogar. Eleanor me besó mientras me acariciaba, y yo la besé mientras la acariciaba a ella, y no sé cómo lo hicimos, pero el caso es que llegamos a una pared, y lo siguiente que recuerdo era que la había cogido por las piernas, la había levantado y ella había rodeado mis caderas con sus piernas, y estábamos unidos contra la pared, los alientos condensándose en nubes de vapor que chocaban contra la piel del otro mientras nuestros cuerpos brillaban tanto por el calor como por el sexo, nuestras mejillas coloradas por los efectos secundarios de estar juntos y las respiraciones entrecortadas, los besos anhelantes, la ropa arrugada y olvidada en un rincón.
               Y nuestros nombres eran la canción más antigua y hermosa del mundo.
               Toda la presión recaía en mí, el encargado de sostenerla y el único que podía moverse, pero lo supe llevar con elegancia, mirándola a los ojos y cerrándolos cuando ella se deslizaba y me besaba el cuello, la mandíbula, las clavículas e incluso el pecho. Mi cuerpo se tensó dentro de ella, y me entró el pánico de repente, pensando que estábamos haciendo precisamente lo único que mi padre me había dicho que no hiciéramos.
               No estábamos usando protección.
               Eleanor pareció leer mis pensamientos, porque en ese momento me acarició la espalda y la nuca, y pasándome las manos por el pelo, ayudándome a empujarla y a llegar más adentro y a ver a Dios estando dentro de ella, se inclinó hacia mi oído y susurró:
               -No te preocupes. Córrete para mí, Scott-pidió.
               Y yo lo hice, me rompí dentro de ella y ella gimió, se inclinó hacia atrás, recibiendo mi calor líquido con una sonrisa en los labios. La besé, la acaricié, la amé, hice todo lo necesario para que ella me recibiera con una ola de placer cuyo contacto me hundió en el fondo del mar que era ella, y nos quedamos así quietos un momento, con las respiraciones agitadas y las mejillas encendidas y unas sonrisas tontas en la boca.
               Eleanor levantó la mirada y conectó su alma con la mía, y yo la dejé mirar, que echara el vistazo más profundo que quisiera.
               -Te quiero-dijo tras un silencio en el que intentamos reordenar nuestros pensamientos.
               -Y yo a ti, mi amor-respondí.
               Era increíble cómo podíamos tener sexo salvaje, sucio y animal, y al minuto siguiente decirnos que nos queríamos y sonreírnos como lo hacíamos. Me acarició la mejilla, le besé en los labios.
               -Mi rey-susurró. Le di un beso en el cuello sólo por hacer que se riera, y así lo hizo ella. Me dio un rápido piquito y se separó de mí, buscando su propio espacio. Le tendí la toalla y se la pasó por el pelo, ya nada cohibida por su desnudez.
               -Uf, estoy empapada-se lamentó, y yo le guiñé un ojo.
               -De nada.
               Eleanor volvió a reírse, y juro que el mundo fue un poco más bonito entonces.
               -Y estoy toda sudada, Scott. Debería darte vergüenza-bromeó, negando con la cabeza.
               -Si eso es una excusa para que nos metamos en la ducha, deberías saber que no las necesitas conmigo, nena-respondí, salvando la distancia que había puesto entre nosotros y agarrándola de las caderas. Respiré el aroma de su piel mimada por mí y por el agua de la ducha, la esencia del sexo manando de sus poros y, a la vez, también la del jabón. Eleanor no apartó la vista de mis labios, y, cansada de que estuviera alargando demasiado la espera, finalmente se inclinó hacia mí.
               Se vistió, empujándome a un lado con la delicadeza de la dueña del cachorro que no le permite hacer su trabajo, y me guió hasta su habitación. Se contoneó mientras se quitaba la ropa, compensándome la ofensa que había sido permitir que se vistiera. Se tumbó en la cama, con la camiseta de manga corta que me había cogido del armario cubriéndole los muslos, y esperó a que yo me pusiera encima de ella para empezar a quitarme la ropa también.
               Estábamos desabrochándome los pantalones y bajándomelos lentamente, jugando más que anticipando lo que íbamos a hacer, cuando llamaron a la puerta y, sin esperar permiso, la abrieron.
               -Eleanor-empezó su madre, y los dos dimos un brinco y nos quedamos mirando a Eri, que se mordió el labio y abrió los ojos-. Uy. Bueno, ahora ya os he cortado el rollo-decidió mi suegra, encogiéndose de hombros. El puso los ojos en blanco y yo me eché a reír, a la espera-. Tu padre y yo nos llevamos a tus hermanos a dar una vuelta. ¿Necesitas algo?
               Eleanor negó con la cabeza, encogiéndose para disimular que no llevaba pantalones… y llamando la atención sobre sus piernas cuando era precisamente lo que no quería.
               -Bueno, entonces os dejo que sigáis a vuestra bola.
               Nos quedamos quietos hasta que escuchamos la puerta de la calle cerrarse, lejos ya los gritos y las carreras de los hermanos pequeños de Eleanor. Ella suspiró, sentada sobre las piernas dobladas, con el pelo secándosele poco a poco, condensando el ambiente.
               -A veces odio a mi madre.
               -¿Por qué? Es un amor. Fijo que le ha dicho a Louis que mejor se iban para que nos quedara la casa para nosotros solos-bromeé, acariciándole el brazo, pero sopesando las posibilidades de que lo que estaba diciendo fueran verdad.
               -Ya, pero si se hubiera ido sin más, no nos habría “cortado el rollo”-hizo el gesto de las comillas con los dedos y yo tuve que soltar una carcajada. No se me escapó el vistazo que le echó a mis abdominales mientras me reía, pero, dado lo mucho que la había observado en la sombra durante su baño, decidí no mencionarlo.
               Además, que tu novia te inspeccione de vez en cuando involuntariamente, asegurándose de que estás bueno o precisamente no resistiéndose a ti porque lo estás es un subidón de ego increíble.
               -¿Y si Eri sabe que me gusta escucharte, y quiere que me lo des?-ronroneé, acariciándole el brazo. Eleanor se planteó las posibilidades.
               -Mi madre te adora-dijo por fin.
               -El sentimiento es mutuo-repliqué. Eleanor se echó a reír.
               -¿Más que a mí? ¿Debería ponerme celosa?
               -Es prácticamente mi madre, nena.
               -Sí, y madre no hay más que una; novias, en cambio…-se burló, tumbándose sobre el vientre y besándome despacio.
               -Tommy y yo tenemos dos. Pero, a diferencia de tu hermano, yo sólo tengo una chica por la que desvivirme.
               -¿De veras? Qué suerte tiene, la jodida. ¿La conozco?
               -De oídas-respondí, y tiré de ella para seguir besándola, lamiendo sus labios, acariciando su piel por debajo de la ropa. Mis pantalones volaron, al igual que su camiseta; rápidamente nos ocupamos de su sujetador y, antes de poder darnos cuenta, volvíamos a estar desnudos, sus piernas alrededor de mi cintura y nuestros sexos peligrosamente cerca. Me besaba con dulzura pero a la vez con profundidad, me acariciaba el pecho despacio, presionando levemente donde me latía el corazón, contando unos latidos que llevaban su nombre.
               Volví a acariciarla. Eleanor gimió, y yo decidí que no me conformaría con repetir lo que habíamos hecho. La agarré de las caderas y la tumbé sobre su espalda, depositándola suavemente en el colchón mientras ella se dejaba hacer. Empecé a bajar por su anatomía, recorriendo sus valles y sus montañas como el primer explorador que entraba en el Edén.
               -Scott-advirtió.
               -Voy a probarte-anuncié, dándole un mordisquito justo por debajo del ombligo. Eleanor suspiró, se mordió el labio inferior con fuerza y, por toda respuesta, apartó las sábanas bajo las cuales nos habíamos metido, haciendo que el aire entrara en contacto con mi piel.
               -Está bien, pero déjame verte-pidió-. Me gusta mucho verte mientras me pruebas.
               Le separé las piernas y me afané en devorarla, a lo que ella no se resistió. Parecía el más delicioso de los manjares, sabedor de que se habían pasado todo un día preparándola para que finalmente yo le hincara el diente.
               Sus gemidos y jadeos fueron la banda sonora de una película en cinco dimensiones, que te metía en un mundo del que no podías escapar. Disfruté de ella con todos mis sentidos: gusto, oído, vista, tacto y olfato. Eleanor se aferraba al colchón, intentando mantenerse quieta para que yo pudiera lamer mejor, pero le resultó tan imposible que terminé amenazando con parar (amenazas vacías, claro está) y ella respondió sujetándome la cabeza e impidiéndome la huida.
               Tampoco es que tuviera pensado irme a ninguna parte; tenía un sabor nuevo, interesante, más salado, y el hecho de que por mi mente pasara un pensamiento sucio no ayudó.
               Sabe así porque habéis estado juntos.
               Estaba probando nuestra mezcla, la prueba de lo que habíamos hecho, nuestra esencia mezclada hasta hacerse inconfundible.
               En cuanto comprendí eso, no lo pude soportar más. Mi mano ya no me bastaba, no era sustituta de su cuerpo. Escalé de nuevo por su anatomía.
               -Te odio-gimió, y yo alcé las cejas, mirándola, acariciándola aún.
               -¿En serio?
               -¿Vas a dejarme a medias?
               Vi en sus ojos el reflejo de los míos oscureciéndose, de mi sonrisa más trabajada e infalible extendiéndose por mi boca.
               -Tú no sabes con quién te estás metiendo, Eleanor Tomlinson-le aseguré, y ella me miró, impasible.
               -Termina de comerme y luego hazme lo que quieras, Scott Malik-replicó, y así lo hice. Imprimí fuerza y velocidad donde antes había ido suavecito y tremendamente despacio, haciendo que de su garganta nacieran gritos que fue incapaz de controlar.
               Bebí lo prohibido, surfeé su ola, y luego, subiendo por tercera y última vez por su cuerpo, deteniéndome en sus pechos para prestarles la atención que se merecían, la miré a los ojos.
               -¿Sabes qué es lo que quiero?-le pregunté, y ella negó con la cabeza, aún aturdida por el orgasmo, la mente sin bajar del todo de las nubes-. Quiero que ahora seas tú la que me posea a mí.
               Sonrió como una niña con zapatos nuevos, mientras mi mano rebuscaba en un cajón. Finalmente encontré lo que necesitábamos para estar juntos, un condón olvidado en un rincón, ajeno a todos los demás, a nuestras noches de pasión y las veces que lo habíamos necesitado.
               -No hace falta, S-dijo al verme con él entre los dedos. Y eso me gustó, ¿qué puedo decir? Me encantó que me dijera que podíamos estar verdaderamente juntos y verdaderamente solos una vez más. No me cansaba de ella, jamás me cansaría de ella, de la sensación de su placer junto al mío, nuestros cuerpos mezclándose y el mundo difuminándose a nuestro alrededor, porque sólo importábamos nosotros.
               -¿Seguro?-respondí, porque soy un novio responsable. Y quizás, una parte muy pequeñita de mí, me hacía ver que a Tommy no le haría gracia que sometiera a su hermana al chute hormonal que suponía la píldora del día después.
               Pero Tommy estaba tan lejos, sólo era un recuerdo de una vida que ya ni siquiera parecía mía, atrapado en la lujuria encarnada por mi chica, con su cuerpo sudoroso y brillante por el sexo bajo el mío.
               -A ver si va a ser de esta-bromeé, y Eleanor se echó a reír despacio, me acarició la cara y me besó.
               Hizo que entrara en mí, todavía no sé cómo, y yo me caí sobre la almohada, disfrutando de la sensación que era bucear en su interior.
               -Ponte encima-le pedí-. Me gusta mirarte desde abajo. Así tengo perspectiva de la diosa que estás hecha.
               Me obedeció por una vez en su vida, se puso sobre mí y movió las caderas enloquecedoramente despacio, en círculos, mirándome a los ojos, con una mano entrelazada con otra mía y la respiración acompasada con mi mano libre, que le acariciaba los senos, adorándolos mientras estábamos juntos.
               -Te amo-me dijo cuando notó que no era suficiente, que quería hacerlo más deprisa, y eso me tranquilizó y fue lo que necesité para atreverme a abrir las puertas del cielo y ver a dios. Eleanor sonrió, feliz de ver cómo llegaba al clímax.
               Me costó un milagro decidir que no acababa de morir. Una persona no puede ser tan feliz. No es justo. El sentimiento es tan grande que no abarca su cuerpo.
               Me sentía como si estuviera a punto de explotar.
               -Sabes que eres lo más precioso que tengo y que moriría por ti, ¿verdad?-le dije.
               -Tenía la ligera sospecha-respondió, acurrucándose a mi lado.
               -Tú no te has…
               -No importa. No hay orgasmo que mejore ver cómo me has mirado ahora, mientras alcanzabas el tuyo-dijo.
               -Madre mía, ¿puedes ser más adorable? ¿Qué quieres que te dé, aparte de mi alma, que ya tienes?
               Eleanor se echó a reír.
               -Ha sido un regalo.
               -Quiero darte las gracias.
               Echó a un lado su melena.
               -Bueno, un masaje no estaría mal.
               Me incorporé y ella me observó, sorprendida.
               -Estaba de broma, Scott.
               -Tarde. Venga. Arriba, señorita-di una palmada, Eleanor se echó a reír, se incorporó y me dio la espalda. Le acaricié el costado y me afané en sus hombros.
               Y ella se afanó en gemir cada vez que tocaba una fibra sensible (de las que tenía millones en su cuello, pero ahora no vamos a discutir mis talentos de fisioterapeuta).
               -Mm, se te da de miedo, S. ¿Nunca has pensado en dedicarte a esto?
               -¿En sobar a chicas? ¿Y encima cobrar por ello? No te diré que a mi yo salidísimo de 14 años no se le pasó por la cabeza.
               Mi chica se echó a reír, llenando la estancia de un sonido precioso que bien podría competir con cualquier sonata. Incluso el mundo brilló un poco más. Se dio por satisfecha un poco antes de que empezaran a dolerme los dedos de tanto hacer presión, y nos volvimos a tumbar el uno junto al otro, mirándonos a los ojos, acariciándonos el torso.
               -Hueles bien-admiré.
               -A limpia.
               -Ah, será eso. La novedad-me burlé, y ella se echó a reír, y juro que me pusieron en este mundo para hacer que ella se riera.
               Mis padres naciendo, mi madre yendo a Ibiza después de ahorrar como nunca, mi padre yendo a Ibiza para festejar una canción, los dos encontrándose en el mismo yate, el condón roto, mi madre buscándolo, mi padre abriendo la puerta, los dos luchando por mí, criándome, siendo amigos de Louis para que yo pudiera conocer a Tommy, y después ser la tercera persona en el mundo que sostenía en brazos a Eleanor, ser quien encontrara a Sabrae, ser el mejor hermano posible para los otros dos bebés que vinieron después, Tommy y yo creciendo juntos, Eleanor queriéndome en la distancia, yo abriendo los ojos de una puta vez…
               … todo eso había conducido a ese momento, a tenerla desnuda a mi lado, feliz por estar conmigo, feliz porque yo la quería.
               Mi vida ya tenía sentido porque podía hacerla reír.
               -Scott-ronroneó. Me recordé a mí mismo que tenía que darle las gracias a papá por haberme puesto ese nombre que ella tan bien pronunciaba, que tan bien sonaba en sus labios.
               -Mm.
               -¿Podemos seguir viéndonos?
               Me quedé de piedra, clavé los ojos en ella, asustado.
               -¿Qué?
               -No quiero echarte de menos… también así-se lamentó, mordiéndose el labio.
               -¿De qué me estás hablando?
               -¿No has hablado con June?-inquirió, confusa. Negué con la cabeza, el ceño fruncido ante un futuro que se me estaba escurriendo entre los dedos como el agua recogida en una cascada-. Bueno… es que yo sí. Me ha dicho cosas sobre… vender, y demás. Ya sabes. Ofrecer una “imagen atractiva al público”, sea lo que sea lo que eso signifique.
               -Tú no necesitas que nadie te diga cómo ser atractiva al público. Hasta con un saco de patatas podrías ganar ese programa. Siempre y cuando te den un micrófono, claro.
               -El caso es que me dijo que una chica con novio vende más, porque se la ve… asentada, por así decirlo. En cambio, un chico con novia, es más inaccesible, así que… podría… no generar… tanto… interés-me miró con ojos de corderito degollado, disculpándose por las tonterías que estaba diciendo.
               -Eleanor-dije.
               -Así que si no quieres decir nada de lo nuestro para tener más audiencia, a mí no me parecería mal, o sea-se apartó un mechón de pelo detrás de la oreja, gesticulando a toda velocidad-, me haría ilusión que se supiera que estamos juntos, pero tampoco me voy a morir si tenemos que llevarlo en secr…
               Haz que se calle y que deje de meter la pata, anda, me pidió mi Tommy interior. Y yo me incliné y la besé en los labios, deteniendo aquel parloteo que ni apoyaba ni me era indiferente. Joder, me sentía hasta ofendido porque pudiera pensar eso de mí. Le comí la boca como estaba mandado, y cuando me separé de ella, abrió los ojos de repente, las pupilas dilatadas.
               -Guau-fue todo lo que pudo decir, porque, vale, había puesto en práctica mis años de experiencia seduciendo a tías con la lengua y ganándome un sí que antes del beso estaba dudoso, y aquél había sido un morreo como estaba mandado. Cada cual tiene sus armas y las utiliza como buenamente puede.
               -¿Responde eso a tu pregunta? Porque eso es lo que vas a conseguir si dices tonterías-bufé-. Venga, El, los dos sabemos que las posibilidades de que no sea un novio orgulloso que se levanta a aplaudir el primero justo después de terminar tu actuación son nulas. Cero.
               -Pero… soltero venderías más.
               -¿Y qué? Te quiero más de lo que quiero a una posible subida de caché. Vamos, mi amor, ¿de verdad te piensas que el programa me interesa más que tú?
               -El programa es tu futuro-respondió, terca como una mula, la madre que la parió, era igualita que su hermano.
               -Yo ya tengo mi futuro. Estoy enamorado de ella.
               Se me quedó mirando, estupefacta.
               -No te me pondrás a llorar ahora, ¿verdad?-la piqué, y ella negó con la cabeza, pero sus ojos se humedecieron y yo la abracé, la acuné y dejé que hundiera la cara en mi pecho y se embriagara de mi aroma.
               -Lo siento si… te ha ofendido.
               -Bah. No eres la Tomlinson que más me toca los cojones, créeme. Tu hermano lleva más carrera y se las sigo perdonando todas. Porque soy así de subnormal-chasqueé la lengua.
               -Eres el mejor, Scott.
               -Es mi trabajo. No sólo soy tu novio, es que también soy mayor que tú. Así que tengo que cuidar de ti. Aunque ese rollito de novia preocupada no termina de disgustarme. Es inútil, pero no me disgusta-me encogí de hombros, y ella puso los brazos en jarras.
               -¿Ah, sí? ¿Por qué es inútil? ¿Crees que tienes todo el terreno ganado?
               -A ver, Eleanor-puse los ojos en blanco-. Los dos sabemos que me va a votar todo Cristo.
               -¿Y eso por qué?
               -Primero, porque soy Scott Malik-le recordé, y ella alzó una ceja-. Y, si piensas que no me voy a aprovechar de eso estando ahí dentro, estás muy equivocada.
               -¿Es que te vas a poner a cantar canciones de tu padre nada más entrar? ¿Tengo que pedir cita para cantar I Don’t Wanna Live Forever contigo, o qué?-me pinchó.
               -No. Pero tengo un atractivo sexual innato que no puedo controlar-me pasé una mano por el pelo-. Tampoco es que quiera, pero… en fin. Si los genes son una lotería, yo tengo todas las putas papeletas.
               -Vale, afortunado, ¿y la segunda razón?
               -Tengo un piercing en el labio.
               Eleanor se echó a reír.
               -¿En serio te parece que tu piercing te va a salvar el culo?
               -Nena, tú no lo sabes aún, pero este piercing me ha convertido en dios con las mujeres. Y las mujeres son las que votan en estos programas. Incluso las que no me soporten por ser pakistaní, por ser marrón, por ser musulmán, por ser tío, o por ser hetero, no van a poder odiarme sencillamente porque tengo un piercing en el labio, y sé cómo usarlo.
               -Scott Malik-proclamó Eleanor, extendiendo una mano frente a nosotros-, licencia para mojar bragas con su piercing irresistible.
               -Niña, no subestimes mi piercing-advertí.
               -Es un piercing, Scott-puso los ojos en blanco-, no es…
               Me lo mordí y se quedó callada, mirándome el labio. Yo alcé las cejas, me solté el piercing y la miré, sonriendo.
               -¿A que no recuerdas de lo que estábamos hablando?
               -Eh…
               -Tranquila, amor-le di unas palmaditas en la cabeza-. Les pasa a las mejores.        
               -Qué prepotente eres, Scott-negó con la cabeza-. No conocía esta faceta tuya.
               -¿Y a que te encanta?
               -Pues sí-se echó a reír, y yo me incliné a comerme su sonrisa, y uf, qué bien sabía. Incluso mejor que los postres de mi madre.
               Bueno, casi.
               Estaba convencido de que íbamos a ponernos tontos de nuevo (incluso mis manos empezaron a explorar), cuando escuchamos la puerta de la calle abrirse y dos pares de pies subiendo las escaleras en silencio. Incluso si no hubiera escuchado una risa femenina, habría sido capaz de identificar los pasos de mi hermano sin ningún problema.
               -Tommy-reclamé, y Eleanor se envolvió en la sábana, asegurándose de que su hermano no viera nada que no debiera. Los pasos se detuvieron.
               -La madre que…-bufó, y casi lo pude ver haciéndole un gesto a Diana para que esperara. Caminó hacia la puerta de la habitación de Eleanor y la abrió con ímpetu-. ¡Scott!
               -Buenas tardes.
               -Tienes más cara que espalda, tío. Mira que venir a mi casa, a zumbarte a mi hermana, y encima llamarme para que venga a verlo…
               -Es que estábamos a puntito de empezar, y me pareció que quizás quisieras verlo-ronroneé, dándole un beso a Eleanor en la frente, que se escondió aún más bajo las sábanas.
               -Te voy a dar yo a ti espectáculo erótico, cabrón-se burló Tommy, y Diana se asomó por detrás de él-. ¿Te quedas a cenar? Voy a cocinar con mi madre.
               -Paso, tengo que ir a casa. Duna y mamá siguen cebándome.
               -¿Qué hay hoy de menú?
               -Algo con manzanas asadas.
               -Mm-se relamió y se acarició la tripa-. Pues ya sabes dónde vivo, ¿eh? A ver si te traes algo de vez en cuando. No va a ser todo venir de gratis. A comer y a follar-explicó, y yo me eché a reír-. ¿Qué coño te piensas que es esto, una casa de beneficencia?
               -Te guardaré una ración, no te pongas celoso.
               -Más te vale-sentenció-. ¿Mamá y papá?
               -Con los peques-informó Eleanor-. Se los llevaron a dar una vuelta.
               Tommy parpadeó, asimilando la información.
               -Mamá dice que adora a papá, pero luego bien que tú eres la favorita a pesar de que yo soy su fotocopia.
               -Es que soy más guapa que tú, Tommy-Eleanor puso los ojos en blanco.
               -Yo creo que Eri os quiere igual a los dos-intercedió por su madre adoptiva Diana.
               -Eso dice ella, pero a la hora de la verdad, mira lo que hace. Mientras a mí me prohibió acostarme contigo…
               -Y mira de lo que sirvió-pinché yo, pero Tommy no me hizo caso.
               -A Eleanor literalmente le despeja la casa para que folle tranquila con Scott.
               Me recosté sobre la cama y le guiñé un ojo a Tommy.
               -No puedes negar la química que hay entre tu madre y yo, T.
               -Qué química va a haber, flipado, si podrías ser su hijo. No me toques los cojones-bufó T-. Anda, mira, mejor me voy, no me vayas a cabrear más de la cuenta y todavía me alíe con Jesy para pegarte una paliza en un rincón oscuro del plató.
               Y, sin decir nada más, con Diana riéndose a su lado, Tommy cerró la puerta, dejándonos solos. Eleanor me miró.
               -¿En serio no puedes quedarte a cenar?
               -Tengo los días contados en casa, El. Entiéndelo.
               -Está bien. Lo comprendo. Pero tenía que intentarlo, ¿sabes?
               -¿Sabe Sabrae que me estás intentando arrancar de sus brazos?-me eché a reír.
               -Tengo su permiso; lo que no quiere es que te monopolice.
               -Pues se diría que me monopolizas en algunas cosas-tonteé, inclinándome hacia ella y metiéndome entre sus piernas. Me acarició con la yema de los dedos la mejilla.
               -¿Sí?-ronroneó-. ¿Qué cosas son esas, si puede saberse?
               Casi estábamos a punto cuando llamaron al timbre.
               -¡Eleanor!-reclamó Tommy.
               -¡Estoy ocupada!
               -¡Yo también!
               -¡También estoy desnuda!
               Tommy protestó en el piso de arriba, Diana se echó a reír.
               -¿Ves? Eso te pasa por empeñarte en que no te quite los pantalones-la escuché decir.
               -Es que me pone hacerlo con vaqueros, me trae buenos recuerdos.
               Volvieron a llamar al timbre.
               -¡Tommy!-insistió Eleanor.
               -¡Que ya voy, coño!
               Escuchamos cómo corría escaleras abajo, abría la puerta, decía algo y la volvía a cerrar. Yo no reconocí la voz, y Eleanor estaba tan inmersa en mis besos y caricias que no se percató de que era Mary la que venía acompañando a Tommy, quien convenientemente no le dijo nada para fastidiarnos, aun a costa de hacer que Mimi lo pasara muy mal al pillarnos en la cama.
               -El, ya sé qué te dije que venía en media hora-empezó ella-, pero es que Alec está insoportable, y…-abrió la puerta y se puso pálida al vernos-. ¡Ay, Dios!-un fuego le recorrió el rostro al percatarse de lo que estábamos haciendo, y se giró para ponerse de cara a la pared y no ver nada que no debiera-. Perdón, yo… venía a dejar la ropa, pero si queréis, doy una vuelta y vuelvo en otro momento…
               -No pasa nada, Mimi-miré a Eleanor-. La verdad es que ya me iba-ella hizo una mueca, pero asintió con la cabeza. Entendía que no iba a estar con su mejor amiga tanto tiempo como iba a estar conmigo, así que mejor se la dejaba prestada una temporadita-.
               -Oye, El, que si quieres… dejamos lo de dormir en tu casa para otro día, no pasa nada…-habló la pelirroja, tapándose los ojos incluso a pesar de estar mirando la pared impoluta de la habitación de Eleanor.
               -No, Mim, ¿qué dices?
               -De verdad, no me importa-aseguró-. Puedes quedarte con Scott, y yo volveré a casa con Alec, no pasa nada.
               -Tu hermano no va a dormir hoy en casa, Mimi-la corregí, y ella se giró, sorprendida.
               -¿Qué? Pero… si él me ha dicho…-balbuceó, buscando las palabras, atolondrada por estar en la misma habitación que dos personas completamente desnudas. Bueno, casi. Yo ya me había puesto los bóxers, el problema era que tenía los vaqueros a los pies de la cama. Y no quería pedírselos, porque sabía que, con lo tímida que era, saldría corriendo antes que tocar mi ropa estando yo de esa guisa.
               -Es parte de una sorpresa de cumpleaños-expliqué-. Además… si todo va bien, probablemente duerma muy poco esta noche. Depende de cómo controle la lengua, claro está-añadí, saliendo de la cama y cogiendo los vaqueros. Mary abrió los ojos como platos, sus cejas prácticamente desaparecieron en el nacimiento del pelo.
               -Oh, Dios-susurró, tapándose los ojos de nuevo y dándose la vuelta a toda velocidad. Ahora hasta sus orejas estaban enrojecidas de la vergüenza que estaba pasando.
               -Venga, mujer, si ya has visto a chicos desnudos. Hemos ido a la playa juntos.
               -Pero es que no estás en bañador-se lamentó.
               -Bueno, pero tu hermano se pasea en calzoncillos por casa.
               -Ya, pero es Alec-discutió-. Es diferente.
               -Y tan diferente-asintió Eleanor, cerrando los ojos. Me giré mientras me subía los pantalones.
               -¡Eh! Te ruego que me disculpes, Eleanor, pero, ¿tienes alguna queja de mi físico?
               -Que se te marcaran un poco más los abdominales tampoco me mataría.
               -Ah, genial, ahora resulta que estoy fofo, ¿no?
               -Que no, tonto-se echó a reír y tiró de mí-. Ya sabes que eres el chico más guapo del planeta, ¿verdad que sí, Mimi?
               -Sí, sí-asintió la chica, aún de cara a la pared. Solté un bufido haciendo saber que iba a dejar pasar eso, y luego, después de vestirme, me despedí de mi chica con un piquito rápido y de Mimi con una inclinación de cabeza. La escuché protestarle a Eleanor cuando avanzaba por el pasillo.
               -Tía, la próxima vez que estés con Scott, dímelo. Casi me muero de la vergüenza, no voy a poder volver a mirarle a los ojos en la vida.
               -¿Acaso no eres lo más tierno del mundo? Ven-palmeó el colchón a su lado-. Te contaré lo que hemos hecho, no te lo vas a creer.
               -Eleanor, por dios.
               -¿Qué pasa? Así coges ideas para cuando Trey por fin se lance.
               -No te soporto, de verdad. Bueno… ¿qué postura habéis usado?
               Sonreí para mis adentros.
               -¡Mary Elizabeth! ¿Acaso no tienes pudor?
               -Calla y cuenta, que lo estás deseando.
               -¡Tommy, me voy!-proclamé. Lo vi asomarse a la trampilla de la buhardilla, el pelo alborotado, la respiración acelerada y las mejillas un poco coloradas.
               -Vale, en cuanto termines de cenar, me mandas un mensaje y me paso a buscarte.
               Alcé el pulgar en señal de aceptación y me dirigí a mi casa, con una sonrisa boba en la cara, de esas que no se te quitan ni con ácido. Cuando entré por fin, papá estaba tirado en el sofá, fumándose un cigarro y leyendo algo en su ordenador. Levantó la vista al mirarme y pinzó con los dedos el cigarrito, una mueca divertida en su boca.
               -Vaya, vaya, alguien se lo ha pasado bien, ¿eh, hijo?
               -Y he sido desobediente, papá-espeté, recordando la sensación de mi cuerpo unido al de Eleanor, de sus gemidos en mi cuello, sus mordiscos por debajo de mi mandíbula, sus dedos en mi espalda y sus caderas moviéndose, pidiéndome más.
               -Bueno, anda-papá dio una calada, miró el cigarro y luego a mí con intención-. Para lo útiles que son los condones a veces…-se burló.
               -¡Papá!-protesté, riéndome, mientras él soltaba el humo por la boca.
               -Que estoy de coña, S. Madre mía, no se te puede decir nada. Ven a darme un beso, anda-hice lo que me pedía y dejé que me acariciara el hombro.
               -Menuda suerte tienes, ¿eh? Tú no te los tienes que poner.
               -Cásate-fue lo que me sugirió.
               -Con 17 años. Claro.
               -Hijo, yo no me los pongo precisamente porque estoy casado, y tengo la vida arreglada, al contrario que otros.
               -Muy arreglada no la tienes, cuando en tu casa se toman a pitorreo todo lo que dices.
               -No mandaré en mi casa porque hay muchas mujeres, pero de momento todavía hay un chico y puedo mandar sobre alguien-anunció-. De todas formas hay que respetar un poquito las canas, ¿eh, Scott? Que tú no las tengas no te hace mejor que yo. Bueno… qué canas vas a tener, si con la rapada que te has metido, pareces un monje budista. Me dan ganas de hacerte un plato de arroz-soltó. Puse los ojos en blanco.
               -Adiós, papá.
               -Vete a poner la mesa, y luego le pides perdón a tu madre por marcharse así. Un disgusto tenía la pobre…-negó con la cabeza-. Ni cuando yo me iba de gira se ponía así.
               -Es que me quiere más a mí, papá. Deberías ir asumiéndolo.
               -Chaval, no asumo que eres medio tonto después de todo este tiempo viviendo contigo-pinchó-, ¿voy a asumir que mi mujer me quiere menos que a mis hijos?-sacudió la mano del cigarro-. Venga, pírate de mi vista antes de que me dé por desheredarte.
               -Menos mal que me adoras y eso compensa el hecho de que eres el segundo plato.
               -¿El segundo?-papá se echó a reír-. Scott, para tu madre, si soy el café de después del postre, casi tengo que dar gracias. Pero con eso me basta-dio una calada-, porque también os tengo a ti y a las chicas. Créeme, hijo mío: no hay cosa más bonita en el mundo que estar enamorado de la madre de tus hijos. Rezo cada noche porque las niñas y tú lo tengáis cuando crezcáis.
               -¿Y si yo ya la he encontrado?-papá me miró-. A la madre de mis hijos, quiero decir.
               Sonrió con el cigarro entre los dientes.
               -Rezaré entonces para que la conserves. Venga, a poner la mesa-sacudió la cabeza-. Cómo no te vamos a adorar todos en esta casa-bufó por lo bajo-, con la lengüita que tienes, la madre que te parió…
               Puse la mesa y luego corrí en busca de mamá, me la metí en el bolsillo a base de dorarle la píldora y darle besitos en la mejilla, sien, y cerca de las orejas, hasta que se echó a reír y me apartó a un lado.
               -Ve a pedirle perdón a Duna, la pobrecita ha estado toda la tarde tristísima porque te fuiste sin decir adiós… y sin probar su tarta de manzana asada.
               -Mujer-le dije, mirándola a los ojos-, eres el epítome de lo que es ser buena madre.
               Mamá se echó a reír, me dio unas palmaditas en el hombro.
               -No serás tú el más zalamero de toda Inglaterra…
               Fui a la habitación de Duna, pero estaba vacía. Llamé a la puerta de la de Shasha, pero la pequeña tampoco estaba allí. Shasha negó con la cabeza cuando le pregunté si la había visto, me preguntó si tenía planes esa noche, e hizo una mueca cuando le dije que me iba de fiesta.
               -¿Tú también? Sabrae tiene no sé qué estúpido cumpleaños-protestó. Me encogí de hombros.
               -No sé, listilla, ¿el cumpleaños de Alec, uno de mis mejores amigos? ¿Qué querías que hiciera, jugar al parchís contigo?
               -Tenía preparada una partida virtual de Hundir la flota, pero gracias por joderme la ilusión, Scott. Vete a la puta mierda. Ojalá te usen para fregar el suelo en ese estúpido concurso-se puso de morros, pero enseguida se le pasó la tontería cuando me acerqué y le hice cosquillas y la obligué a decir quién era el mejor hermano del mundo.
               -Eh, tú no, y ahora pírate, te estás cargando mi rollo.
               -Tienes 12 años, cría; tú no tienes rollo.
               Me hizo un corte de manga y se rió mientras me metía en mi habitación, dos puertas más allá. Y fue allí donde me encontré a Duna, abrazada a mi almohada como si le fuera la vida en ello, durmiendo profundamente y con un triángulo de tarta de manzana a su lado. Pobrecita, que Alá la bendijera: se había quedado dormida esperándome. Me acerqué a ella, le di un beso en la frente y esperé a que abriera a los ojos.
               -Hola, preciosa-susurré mientras se desperezada, confusa. Me puse en cuclillas al lado de la cama y señalé la tarta-. ¿Es para mí?
               -Sí-susurró, frotándose los ojos-. ¿Dónde estabas?
               -Fui a ver a Eleanor. La tengo abandonada, a la pobre.
               Duna me miró probar la tarta, satisfecha pero preocupada.
               -¿Vas a dejar de venir cuando salgas?
               -¿A qué te refieres?
               -¿Vas a ir a dormir con Eleanor cuando salgas del programa? Papá y mamá duermen juntos porque son novios con papeles-explicó, y tuve que aguantarme la risa para no atragantarme con el pastel. Vale, eso de novios con papeles era nuevo.
               -¿Por qué dices eso?
               -Es que no quiero que dejes de venir a dormir a casa-dijo, agarrándose a las mantas y retorciéndolas entre los dedos. Le acaricié la cabeza.
               -¿Te preocupa que te cambie por Eleanor?
               -Es que esta tarde te has ido con ella-se lamentó.
               -Pero Dun, ¿no te das cuenta de que Eleanor es mi novia? Tengo que pasar tiempo con ella. Además… tú tienes ventaja sobre ella. Debería darte lástima.
               -¿Por qué?-inquirió.
               -Porque Eleanor es mi novia, y puede dejar de serlo… pero tú eres mi hermanita, y siempre lo vas a ser-le guiñé un ojo-. Apuesto a que no lo habías pensado, ¿verdad?
               Se frotó la cara. Tenía sentido, incluso en su juventud. Se colgó de mi cuello y repitió la pregunta de Shasha, hizo un puchero cuando le dije que me iba de fiesta, pero se animó cuando sugerí que podríamos dormir juntos, cuando regresara. No tenía pensado trasnochar.
               No quería pasarme mi último día en casa durmiendo la mona y con una resaca del quince.
               Me la llevé a la cocina, cargándola como si fuera un koala con mucho menos pelo y mucho más marrón, y la senté a mi lado a la mesa. Sabrae bajó corriendo las escaleras, toqueteándose los rizos.
               -¿No te lo recoges, Saab?-la picó Shasha, jugando con su tenedor.
               -No.
               -¿Y eso?-me reí yo. Sabrae se volvió para mirarme.
               -Es el cumpleaños de Alec.
               -Ya, ¿y?
               -Que tampoco voy a dedicar todos los días de mi vida a amargársela a él-respondió.
               -Al margen de que te encanta cómo te mira cuando llevas el pelo suelto-se burló la mediana, y Sabrae le lanzó una mirada envenenada.
               -Acuérdate de este día, Shasha, porque no te vuelvo a contar nunca más nada-anunció Sabrae. Cenamos metiéndonos los unos con los otros, como si estuviéramos intentando ganar terreno al tiempo que íbamos a estar separados. Repetí postre (y me lo ofrecieron a mí el primero, ¡genial!) y me palmeé la tripa, que parecía la de una embarazada de, por lo menos, 6 meses.
               -Estaba delicioso, mamá.
               -No lo he hecho yo, ha sido Dundun, yo sólo la he ayudado con el horno, ¿verdad, cariño?
               -Honestamente, así fue como sucedió-proclamó la niña, y todos nos echamos a reír.
               La noche fue genial, la fiesta del siglo. Tommy, Eleanor y Diana vinieron a buscarnos y fuimos prácticamente trotando hacia la fiesta; no porque llegáramos tarde, sino por las tremendas ganas que teníamos de llegar. Por suerte, lo hicimos antes que Alec, y nos sentamos a esperarle impacientes en el sofá, junto con todos los demás. Sabrae se aferraba a sus regalos, nerviosa; un par de paquetes envueltos en papel marrón, de ése que aparecía en las librerías pequeñas de las películas, uno muy delgado, el otro inmensamente grueso.
               -¿En serio le vas a dar a Alec un libro?-pregunté. No le había visto coger un libro por voluntad propia en toda su vida.
               Bueno, sin contar los que sacaba de la biblioteca para aprender a montarse la moto y los que tenía para arreglarla… lo cual no hace más que demostrar que tenía razón.
               -Cállate, le gustará-gruñó por lo bajo, inconsciente de cómo le vibraban las piernas y de que se estaba mordiendo el labio con tanta fuerza que casi se estaba haciendo sangre.
               Un poco de revuelo nos alertó de que el cumpleañero había llegado, y enseguida fuimos a buscarlo Logan, Tommy y yo. Le revolvimos el pelo, bromeamos con que ya podía ir a la cárcel sin ningún tipo de beneficio (cómo no, no todos los días se cumplen 18 años, y nos moríamos de ganas de decírselo a nuestros amigos), y con que ni se le ocurriera tomarse las elecciones a pitorreo.
               -Por favor, Logan, soy un ciudadano comprometido con su sociedad-protestó Alec, y todos nos echamos a reír. Le empujamos hacia el escenario y él apenas se resistió. Sabía lo que tocaba: que lo expusiéramos ante todo el mundo para que se muriera de vergüenza mientras le cantaban el cumpleaños feliz. Una lástima que Alec no tuviera vergüenza y simplemente se quedara allí plantado, o, si tenía buen día, podría ponerse a dirigir el coro de voces.
               Una oleada de vítores y aplausos y pullas más o menos inofensivas arrasó con la discoteca cuando lo subimos a la pequeña tarima.
               -¡Que cante algo!-exigió alguien entre la multitud, y todos se echaron a reír. Alec sonrió también.
               -¡Ethan, tío, dile a tu madre que he preguntado por ella!
               -¡Mira que eres gilipollas, ten cuidado, no te vaya a romper la cara!-y más risas. Le cantamos la canción mientras él esperaba con las manos en los bolsillos, asintiendo con la cabeza.
               -El año que viene os presentáis al concurso al que se van Scott y Tommy, esto es material de semifinal como mínimo-comentó después de dar las gracias, y la música empezó la celebración. Lo arrastramos hasta el sofá y dejamos que se dejara mimar. Recibió besos de las chicas y abrazos de nosotros, Diana fue la penúltima en dárselos, y, la última, mi hermana.
               Alec miró a Tommy con intención.
               -Joder, T, quién pudiera cumplir años todos los días-se burló, y Tommy hizo un gesto con la mano.
               -Y eso que no has visto lo que puede hacer con la lengua.
               Alec se abrazó a mi hermana, le dio un beso lento y profundo, cogiéndole la cara mientras ella le acariciaba el cuello, los regalos olvidados en un rincón.
               -¡Feliz cumpleaños, criatura!-sonrió mi pequeña, y él se rió, le dio las gracias y otro piquito.
               -Bueno, ¿cuánta pasta os habéis gastado en mí?-preguntó, tirándose en el sofá y abriendo los brazos como si fuera el amo y señor del universo. Le tendimos los paquetes: unos guantes de boxeo nuevecitos, blancos, de los que a él le gustaban (Bey y Tam se habían pasado una tarde entera informándose de cuáles eran los mejores, tanto en el gimnasio como en internet y en tiendas), unos playeros de Nike que brillaban en la oscuridad (como le pudimos demostrar, gracias al tenue fulgor de las luces) y… ¡atención, una cámara de fotos!
               Alec se nos quedó mirando, con la caja en la mano.
               -Estáis mal de la puta cabeza-sacudió la suya, negando y examinando la caja.
               -Tiene para carrete y para tarjeta-informó Max-. Y la batería viene con un cargador solar.
               -Porque, si algo te va a sobrar en África, va a ser sol-sonrió Karlie.
               -Ahora no tienes excusa para no hacerles fotos a los amaneceres-añadió Bey.
               -¡Es que no es lo mismo! Si madrugarais para verlos lo entenderíais, pero como sois una panda de vagos, pues… así os va en la vida-sonrió Al-. Gracias, chicos, sois los mejores. En serio.
               -Bueno, pero no llores, ¿eh?-sonrió Tommy.
               -Sí, Al. A ver si me voy a hacer ilusiones-se cachondeó Logan, y todos nos echamos a reír.
               -Mi turno-anunció Sabrae, tendiéndole los paquetes. Alec se la quedó mirando.
               -Sabes que tú no tenías que comprarme nada, ¿verdad, bombón?
               -Ah, ¿y nosotros sí?-protesté.
               -Tú te callas, Scott, que bastantes gilipolleces te aguanto a lo largo del año. En lugar de una cámara de fotos, tendrías que comprarme un Ferrari.
               -Lo tienes aparcado fuera.
               -Luego te hago la mamadita, cuando esto se despeje un poco-Alec se echó a reír.
               -Pero me apetecía-discutió Sabrae, como si no hubiéramos dicho nada. Se apartó un rizo de la cara, se lo colocó tras la oreja-. Venga, ábrelos.
               Alec cogió con curiosidad el paquete más fino. Le quitó los trozos de celo y lo abrió.
               Miró a Sabrae con la boca abierta.
               -Te como los morros, tía-proclamó, mirando el vinilo de Starboy, su disco favorito. Sabrae se echó a reír, Max silbó.
               -Oye, Saab, que a mí también me gustan los vinilos; ¿qué hay que hacer para enrollarse contigo?-todos nos reímos, incluida ella.
               -Pero… no tengo para escucharlo-susurró Alec-. El de Dylan se fastidió hace como un mes. ¡Si te lo dije!
               -Repite lo primero-pidió Jordan, inclinándose hacia él. Alec lo miró, frunciendo el ceño.
               -No tengo para escucharlo, el…
               -Que tú sepas, Al-aclaró Jordan, muy digno, asintiendo con la cabeza. Alec se lo quedó mirando.
               -No.
               -Sí.
               -Jordan, no me jodas…
               -Alec, sí te jodo.
               -¡¿Estáis puto mal de la cabeza?!-bramó, mirándonos-. ¿¡Pero qué cojones os pasa!? ¡Dios!-se frotó la cara.
               -Nadie vino a por la pecera de hace dos semanas, lo cual nos vino genial-explicó Karlie.
               -Sí, gracias, Eleanor, por hacer caja-añadió Jordan, mirando por encima del hombro al rincón en el que se reían mi chica y sus amigas.
               -No puedo con vosotros, de verdad os lo digo-susurró, estirando las piernas y negando con la cabeza. Miró a Sabrae con recelo cuando ella le tendió el segundo paquete-. Y tú, ¿qué me traes ahí? ¿Un collar de diamantes de un millón de dólares?
               -¿Para qué querrías tú un collar de diamantes?
               -No lo sé, Sabrae, ¿para estar divino de la muerte, quizás?-mi hermana se echó a reír, negó con la cabeza y le tendió el paquete. Alec la miró de reojo, lo rompió con cautela, volvió a mirarla, tiró del papel y contempló sin palabras el libro. Todos los ojos se posaron en Sabrae, como diciendo no sabes cómo la has cagado regalándole un libro a éste.
               Pero Alec sonrió, sacándolo del papel. Nos inclinamos instintivamente hacia él, intentando leer el título.
               1001 lugares que hay que visitar antes de morir.
               Mi hermana era un genio.
               Al abrió el libro, pasó unas cuantas páginas, observando las fotografías a todo color de los lugares más preciosos del planeta. En algunas había post-its pegados con la letra redondeada de mi hermana.
               -También tienes post-its de varios colores y bolígrafos en la bolsita-Sabrae la señaló-, para que vayas anotando los sitios que visitas y…
               Alec la agarró del brazo y la sentó sobre sus piernas.
               -Eres… la mujer… de mi vida-le dijo, y Sabrae se sonrojó, intentó escabullirse, pero él no se lo consintió: la cogió de la cintura y tiró de él para pegarla contra su pecho, y le comió la boca como nadie se la había comido a nadie en la historia.
               Hasta a mí me pareció un morreo impresionante.
               -¡Bueno, bueno, ¿no habéis cenado, o qué?!-se rió Diana.
               -¡Que corra el aire!
               -¡Idos a un hotel!
               -¿Despejamos la sala y os ponemos música lenta?
               -¡Móntala aquí mismo, Al, si lo estás deseando!
               Sabrae se apartó un poco de él, buscando respirar. Alec frotó su nariz contra la suya.
               -Me apeteces-dijo mi hermana.
               -Me apeteces-respondió él. Todos sonreímos, sabiendo que aquélla era su frase y que nadie podría quitársela.
               Como si las palabras de mi hermana le hubieran devuelto a la realidad, Alec se hizo consciente de nuestra presencia.
               -Estáis mal de la cabeza-repitió, mirándonos, y nos echamos a reír.
               -Y menos mal, ¿verdad?-sonrió Saab, acurrucándose contra su pecho y dejándose abrazar.
               -Tíos…-Alec nos miró-. Gracias. O sea… lo de hoy… no se me va a olvidar jamás. Sois los mejores, en serio-sonreímos-. Joder, os quiero, ¿vale?
               -Oooh-gemimos, y nos tiramos encima de él a darle mimos y hacerle de rabiar. Bey se ausentó un segundo para ir a buscarle un pastelito con una vela. Se la encendí con el mechero y la puse delante de él.
               -Tu tarta. Venga, pide un deseo y sopla.
               -No voy a pedir nada-discutió Alec-. Yo ya lo tengo todo-nos miró uno a uno, terminó en mi hermana, que le sonrió y le dio un beso en los labios.
               -Pues pide que se acabe el hambre en el mundo, como hace la gente normal cuando no sabe qué pedir-sugirió Max.
               -O que la gente que come la pizza con piña se extinga, eso también nos sirve-intervino Tommy, a quien le arreé una patada no del todo en broma. Nadie se metía con la pizza hawaiiana, no delante de mí.
               Alec se lo pensó un momento, cerró los ojos, sopló la vela y sonrió. Intentó que nos repartiéramos el pastelito porque “se sentía mal comiéndoselo y nosotros ahí, mirando”, pero no coló. Le dio un tímido mordisco y miró a mi hermana.
               -¿Quieres un poco, bombón?
               -Sí-sonrió Sabrae, y le cogió la cara y le comió la boca otra vez. Alec volvió a agarrarla de la cintura; estaba bastante seguro de que se habrían puesto a follar de no estar nosotros delante (estaba claro que el resto del mundo les daba igual, porque ellos dos eran el resto del mundo), y siguió besándola y besándola hasta que todos terminamos apartando la mirada para darles intimidad.
               Qué domésticos eran. Qué casadísimos estaban.
               Madre mía, qué asco daban.
               Tommy me miró y yo le miré a él, y nos sonreímos. Sabía qué estaba pensando él y qué estaba pensando yo: parecían Tommy y Diana.
               Parecían Eleanor y yo.
               Fuimos a bailar, a cantar, bailamos, reímos, nos besamos con nuestras chicas, hasta que el teléfono vibró en el bolsillo de Diana. La última sorpresa de la noche estaba lista. Sin decir nada, le envió un mensaje a Sabrae, que lo recibió sentada como estaba encima de Alec.
               -Mis amigas-dijo, y miró el reloj de su muñeca, porque la pobre era subnormal y no se daba cuenta de que en su móvil también tenía algo que le decía qué hora era-. Dios, se me ha hecho tardísimo. Es hora de que me vaya con ellas-se excusó. Alec la miró.
               -¿Qué?
               -¿No pensarías que iba a estar todo el rato contigo?
               -Emm, ¿sí?-espetó Alec, zalamero-. Es mi cumpleaños.
               -Pues no-sonrió Sabrae, dándole un beso-. Chao, Al.
               -Vale-respondió él, cruzándose de brazos-. Venga, adiós.
               -Pero, ¡no te piques!-Sabrae se echó a reír.
               -¿Quién se pica?-respondió él-. Vete a hablar con tus amigas, que tanto te echan de menos-escupió, pero no dejaba de bailarle una sonrisa en los labios que le quitaba todo el hierro al asunto-, venga, comenta lo capullo que soy, y lo grande que la tengo, y lo mucho que te gusta la ropa que traigo.
               -¿En serio crees que hablamos tanto de ti?
               -Es verdad-asintió Alec-. Se me olvidaba que habláis de cosas importantes, como el régimen económico de Ghana, astrofísica, feminismo, modos de asesinar a hombres cishetero blancos, y la mitocondria arraigada en la sociedad.
               -¿Mitocondria?-Sabrae no podía contener la risa, igual que Tommy y yo. Si Al supiera que las amigas de Sabrae estaban todas metiditas en la cama, como niñas buenas…
               -Sí, mitocondria, que estás todo el día con la mitocondria arriba, la mitocondria abajo, ahora no te hagas la loca.
               -Alec, sabes que la mitocondria es una cosa que hay en las células, ¿verdad?
               -Sabrae, ¿me vas a decir tú a mí lo que es la mitocondria, que viene del griego mito, que es cuento, y condria, que es corazón? Mito del corazón-proclamó, y se quedó tan ancho.
               -Lo confundes con la misoginia.
               -Es mitocondria.
               -Misoginia.
               -Mitocondria.
               -Vale, lo vamos a buscar en Google.
               -Busca lo que quieras, ya verás cómo tengo razón.
               -Es que son como tú y yo-le dije a Tommy, que bebía de su cerveza disfrutando del espectáculo.
               -Sí, sobre todo porque no hay cosa más tozuda que tú cuando se te mete algo entre ceja y ceja.
               -Cierra un poquito la boca, anda, Thomas.
               Sabrae sonrió, le mostró la pantalla de su móvil a Alec, triunfal.
               -¡Bueno, chica, qué quieres que le haga, yo es que no leo el diccionario por diversión!-estalló Alec. Sabrae le acarició una pierna y le besó.
               -Nos vemos mañana.
               -Ah, ¿que ni siquiera voy a poder acompañarte a casa? Joder, yo que quería llevarte prontito, a ver si tu madre te estaba esperando despierta, se acordaba de que era mi cumpleaños, y me daba otro beso. Igual hasta con lengua, dependiendo de si Zayn estuviera despierto-le guiñó un ojo.
               -¡Qué mas quisieras tú que mi madre te comiera los morros, fantasma!-Sabrae se echó a reír, se inclinó hacia él-. Lo siento, pero creo que vas a tener que conformarte con la hija.
               -A mí eso no me parece que sea conformarse.
               Sabrae le dio un beso lento, profundo.
               -Adiós, Al-dijo, levantándose. Él se frotó la frente.
               -Vergüenza te tendría que dar dejarme solo el día de mi cumpleaños para irte a cotillear con tus amigas. Vergüenza.
               Mi hermana vino a darme un beso.
               -Adiós, hermanito.
               -Pórtate bien-le insté. Sabrae sonrió, mirándome.
               -¿Pórtate bien estilo sé obediente, o pórtate bien estilo sé una niña mala?
               -A las 2 en casa, sin excusas-exigí.
               -Mamá y papá no me han puesto hora en la vida, ¿lo vas a hacer tú?
               -Voy a poner el despertador a las 2, y como no estés en casa cuando me levante, ya te puedes preparar.
               -¿Quedamos mañana?-se volvió hacia su casi-novio.
               Alec sonrió.
               -Puedes apostar ese precioso culo que tienes, bombón.
               Sabrae desapareció entre la gente, y Alec miró a Bey.
               -¿No me sacas a bailar?
               -Eres un hombre adulto, ¿de verdad necesitas que te saquen?-se burló Bey. Al puso los ojos en blanco.
               -No me vas a dar ni un segundo de respiro, ¿a que no?
               -Nah-respondió Bey, levantándose y caminando hacia la pista.
               -Otros que son tal para cual-observé.
               -Harían buena pareja-comentó Tommy, y Diana nos miró.
               -Es una lástima que Alec y Sabrae sean mis padres-discutió, y nos echamos a reír. Seguimos bailando y bebiendo y pasándonoslo en grande, hasta que el teléfono de Diana volvió a vibrar. Se lo sacó y sonrió, fuimos en busca de Alec, que estaba en la barra, riéndose de algo con Max.
               Rápidamente, los que faltaban del grupo aparecieron a nuestro lado.
               -Venga, Al. Es hora de irse-instó Tommy. Alec lo miró.
               -¿Qué? Pero…
               -Te tenemos preparada una última sorpresa-informó Tam-, pero antes, debes jugar a un juego.
               -Sí, como en el laberinto de Harry Potter; si llegas al final, te encuentras el premio.
               Alec clavó los ojos en nosotros.
               -Pero… vosotros dos. Es vuestra última noche. Es la última noche de Scott y Tommy-urgió.
               -Qué mas dará, Al.
               -Sí, nosotros nos piramos enseguida.
               -Y queda mucho por beber-discutió.
               -Que te vayas, Alec, no seas crío-exigió Karlie.
               -Sí, tío, eres muy desobediente, ¿qué diría tu madre de tantas reticencias?
               -Tengo a alguien esperando para llevarte a tu sorpresa-comentó Diana-. Ése es mi regalo.
               -¿Un chófer?
               -Serás como Bruce Wayne. De hecho, se llama Alfred-Diana se apartó el pelo del hombro, satisfecha consigo misma. Alec se echó a reír.
               -Vale… pues venga, al batmóvil.
               Le acompañamos hasta la calle, con una sensación agridulce en los labios. Era la última vez en quién sabe cuánto tiempo que estaríamos todos juntos. Al se despidió de todos, nos dio las gracias otra vez, que éramos los mejores y que nos quería (a pesar de nuestros defectos).
               -Mira, chico, yo no sé de dónde te sale ese talento natural para ser tan bocazas-protestó Bey, y él se echó a reír. Se abrazó a Diana, le deseó suerte, le dijo que era una tía cojonuda y le deseó suerte, a lo que la americana respondió con una sonrisa y con los mismos deseos.
               Tommy se acercó a él, se fundieron en un cálido abrazo que incluso yo pude sentir. Las cosas que habíamos vivido juntos, los tres contra el mundo, haciendo tonterías que los demás no se atrevían… y ahora íbamos a dejarlo solo.
               -Se acabó lo de folletear por ahí-instó Tommy, y Alec puso los ojos en blanco.
               -Que sepas que te van a echar en el primer programa, me encargaré personalmente de votar por todos salvo por ti-amenazó, y nos echamos a reír.
               Por fin, me tocó el turno. Alec y yo nos miramos, y supe que estábamos viendo lo mismo en los ojos del otro: el único puente que había quedado en pie cuando Tommy y yo habíamos estado mal, el bastión de la resistencia que había terminado dando la vuelta a la guerra.
               -Sé bueno con Sabrae-le pedí, dándole una palmada en el antebrazo.
               -¿Tanto daño crees que puedo hacerle?-se burló él.
               -Que le den a ella, sé que no le harías nada; el problema es lo que ella podría llegar a hacerte a ti. No la cagues con ella, ahora que por fin has encontrado a tu chica, te mereces conservarla.
               Al sonrió, pero no se me escapó el brillo chispeante en sus ojos.
               -Seguro que te resulta un alivio que ya no esté en el mercado para que no te robe el puesto de rey de las mujeres, ¿eh?
               -¿Quién te lo ha contado?
               Nos echamos a reír.
               -Estás tan diferente, Al.
               -Me siento tan diferente, S.
               Lo estreché entre mis brazos como si no quisiera dejarlo marchar. Si lo hacía, se acabó. Adiós a nuestro grupo, adiós a todo lo que habíamos vivido juntos. Me sentía como si la vida que estaba viviendo no fuera del todo la mía, como si fuera un extraño en mi propio hogar.
               -Cuida de mi hermana, hermano-le pedí, y Alec sonrió y asintió.
               -Como si se tratara de ti.
               -Está en mejores manos.
               Alec sonrió, nos miró a todos una última vez, consciente de que aquello era una despedida. Yo también me lo quedé mirando, nos miré a todos, sintiéndome en casa a pesar de estar fuera de ella.
               Si los amigos son la familia que eliges, yo tenía a la mejor en el mundo. Las chicas sonreían, mirando a Al, T y a mí y abrazándose; los chicos esperaban a nuestro siguiente movimiento. Quería a esta gente más de lo que quería a mi vida, porque ellos eran mi vida.
               Con un último vistazo y su sonrisa de Fuckboy® eterna en los labios, la que ahora le pertenecía exclusivamente a Sabrae, Al se metió en el coche.
               Era la última vez que vería a Alec Whitelaw en mucho, mucho tiempo. Y me alegraría recordarlo así.
               Con un suave ronroneo, el coche arrancó, y se llevó a uno de mis mejores amigos con él.

               También se fue una parte de mí, y toda la vida que había conocido hasta la fecha. Vi cómo giraban la esquina, esperando que vinieran tiempos mejores… y dándome cuenta de la suerte que había tenido en la vida, de lo difícil que iba a ser mejorar los últimos 17 años.

El cuarto capítulo de Sabrae ya está disponible, ¡entra a echarle un vistazo y apúntate para que te avise de cuando suba los siguientes capítulos! A más gente apuntada, antes subiré



Te recuerdo que puedes hacerte con una copia de Chasing the stars en papel (por cada libro que venda, plantaré un árbol, ¡cuidemos al planeta!🌍); si también me dejas una reseña en Goodreads, te estaré súper agradecida.😍       

36 comentarios:

  1. ME ESTÁ DANDO!! ¿PODEMOS HABLAR DE QUE ME COLOR FAVORITO ES EL ROJO Y QUE SCOTT SEDUCTOR MALIK IBA DE ROJO?!! Esto es el destino y yo lo sabía. Scori is real!!! JAJAJAJAJAJAJAJAJ
    Vale, me ha encantado el hecho de que Jesy fuera la que más caña les diera y les dejara claro que no estaba contenta con la actuación que habían hecho y que tenían que trabajar duro (no he podido evitar acordarme de cuando Simon les dijo a los chicos en Factor X que tendrían que trabajar 24 horas al día). Es una reina joder!!
    Tiaaaaa, Eri, debo darte las felicidades por como has mejorado en las escenas sexuales. Quien te ha visto y quien te ve, cualquiera diría que eres virgen. Si no, nos montarías aquí un 50 sombras de grey nena ;)
    ALEC Y SABRAE, SABRAE Y ALEC, por favor confiesa de una puta vez que ellos son los verdaderos protagonistas de esta historia, porque yo no puedo más. NO PUEDO MÁS. Me los quiero comer yo a besos y achucharlos porque son dos criaturas adorables que deben estar juntos por los siglos de los siglos!!
    El final...QUE FINAL, que hartada a llorar me he pegado me cago en la...esa despedida, esas palabras, como has descrito toda la situación, ha dolido. ¿Sabes esa sensación cuando te dicen algo o ves una película y unas palabras se te repiten continuamente en la cabeza? Pues me ha pasado con las palabras del final: "También se fue una parte de mí, y toda la vida que había conocido hasta la fecha. Vi cómo giraban la esquina, esperando que vinieran tiempo mejores...y dándome cuenta de la suerte que había tenido en la vida, lo difícil que iba a ser mejorar los últimos 17 años". Te juro por todo lo sagrado que tengo en mi vida, que esto se ha quedado grabado, ya no en mi corazón, si no en mi alma.

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    1. SCOTT SEDUCTOR MALIK JAJAJAJAJAJAJAJAJA TENGO QUE USAR ESO
      Me sorprende que tantas os hayáis sorprendido de que Scott vaya de rojo cuando su sudadera favorita es roja ??????? era muy evidente JAJAJAJAJAJA
      Jesy les va a dar muchísima caña pero más que por ser un grupo (que también, es vergonzoso lo que les pasan a unos y a otras no EJEM) lo hará por ser Scott quien es, LE TIENE UNA TIRRIA IMPRESIONANTE pero casi mejor porque Gaga y Nicki les besaban los pies y eso tampoco es así
      Ay muchas gracias, ¿en qué notas las mejorías? Porque yo sinceramente creo que las escribo como siempre JAJAJAJAJAJA no noto cambio la verdad, sí que soy más imaginativa a la hora de poner diálogos o escenarios, pero creo que la base está ahí ☺
      VALE, CONFIESO, SABRALEC ES EL PUNTO ÁLGIDO DE ESTA NOVELA Y LO QUE HACE QUE EL SOL BRILLE Y LA TIERRA GIRE A SU ALREDEDOR, QUE TE DEN GALILEO.
      Me alegro mucho de que te gustara el final y que te haya marcado tanto AY ME HACE ILUSIÓN, aunque si te soy sincera cuando me lo imaginé, la última frase iba a ser Scott describiendo la sonrisa de fuckboy de Alec y ya... pero luego me pareció que quedaba un poco soso, así que decidí ponerla y terminó quedando como quedó ☺

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    2. Pues, a mi parecer, la mejoría la he notado en los detalles o la gran explicación a través de las palabras, llevándonos a nosotras hasta esos escenarios que imaginas. Antes era más como: "tengo que escribir esto para la historia pero que pase rápido". Pero ahora se nota que disfrutas de escribir incluso eso y no te cortas en los detalles. No sé, quizás me equivoco pero es mi punto de vista...
      Me alegro un montón que no lo dejaras en la sonrisa de Alec, porque te ha quedado un final precioso!!
      PD: entre tu y yo, ahora que nadie nos lee, el viaje de Alec a África tiene que ver con Sabrae ¿verdad? Es un presentimiento como hija de esos dos.

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    3. Pues qué va, o sea, cuando escribía las escenas de sexo antes me emocionaba y me regodeaba en ellas, o al menos ésa era mi sensación (me encantaba ponerles a follar por eso, imaginármelos ahí dándole me ponía, ¿vale?)
      La verdad es que yo también me alegro, estoy muy satisfecha con cómo ha quedado al final ☺
      PD: lo cierto es que Alec tenía planeado el viaje a África mucho antes de que pasara lo que pasó con Sabrae, así que no, no tiene relación con ella :3 otra cosa es que van a suceder cosas allí, pero en origen, Alec iba a ir a África a hacer ciertas cosas (que no os quiero decir para que no os extasiéis más con él, y para mantener el suspense de Sabrae y que la gente la lea) aun cuando no tenía relación con ella :3

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  2. Ay estoy muy triste :(no quiero que scott y tommy se separen de alec que se lo lleven al programa como mascota o algo :(((((((
    Wow no me esperaba que les dieran tanta caña en el primer programa fli pan do
    Yo ya no sé quienes son mis padres si sabrae y alec o eleanor y scott
    Alec no puede de irse un año a África eso está muy lejos de sabrae me niego
    Duna dandole de comer a scott ����������

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    1. AY BARBARA :( SUFRIENDO MUCHO EN SERIO mis niños, los 3 mosqueteros te lo digo yo
      Pues aún no han entrado en el programa en sí, imagínate la que se les viene encima, esto eran solo las audiciones JAJAJAJAJAJA
      "ya no sé quiénes son mis padres" mira hija los míos son todos en esta puta novela, debería dejar de escribir parejas así en fin
      TENGO UNAS GANAS DE QUE SEPÁIS QUÉ VA A HACER A ÁFRICA EN SERIO!!!!!!!!!!! le vais a amar aún más (al principio no iba a decirlo en CTS pero es que me emocioné escribiendo y pasa lo que pasa xd)
      Duna y Scott se merecen mucho más aprecio del que les doy en fin, ya veréis en el siguiente cuando se despidan #lloranding

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  3. MADRE MÍA ERIKA PREPÁRATE PORQUE NO TE IMAGINAS LA DE FRASES DEL CAPÍTULO QUE VOY A PONER EN ESTE COMENTARIO ES QUE ESTOY ENAMORADA DE ESTE CAPÍTULO GRACIAS POR TANTO
    "Mi vida ya tenía sentido porque podía hacerla reír."
    "Yo ya tengo mi futuro. Estoy enamorado de ella."
    "¿Y si yo ya la he encontrado?-papá me miró-. A la madre de mis hijos, quiero decir." ME VOY A QUEDAR SOLTERA POR CULPA DE SCOTT MALIK
    MUCHÍSIMAS GRACIAS POR DARNOS SCELEANOR ES QUE NO TE IMAGINAS LA FALTA QUE ME HACÍA MI ALMA ESTÁ CURADA ❤
    "-No voy a pedir nada-discutió Alec-. Yo ya lo tengo todo-nos miró uno a uno, terminó en mi hermana, que le sonrió y le dio un beso en los labios." E aquí el segundo motivo por el que estaré siempre soltera ALEC WHITELAW
    He disfrutado tantísimo de Sabralec es que totalmente de acuerdo con Diana, Sabralec son mis padres ❤
    "Si los amigos son la familia que eliges, yo tenía a la mejor en el mundo. Las chicas sonreían, mirando a Al, T y a mí y abrazándose; los chicos esperaban a nuestro siguiente movimiento. Quería a esta gente más de lo que quería a mi vida, porque ellos eran mi vida." Yo aquí ya estaba llorando a más no poder, qué triste verlos despedirse de sus amigos con la certeza de que nada volverá a ser como antes ��
    PD: "-La atmósfera tira más de mí porque tengo más culo-protestó Tommy" Same Tommy same vivan nuestros cultos grandotes y hermosotes

    - Ana

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    1. PON FRASES ANA QUE NO VEAS CÓMO LO GOZO ES QUE ME HACE UNA ILUSIÓN TREMENDA CUANDO COPIÁIS FRASES (aunque tengo quitado lo de marcarlas en el ordenador por Wattpad pero xd)
      Yo también me voy a quedar solterísima por culpa de Alec Whitelaw™, Scott Malik ™ y Tommy Tomlinson™ no te preocupes, puedes venir a mi casa, así no estaremos solas.
      No sabía si sería muy extra meter Sabralec, pero luego pensé en lo mucho que vais a tardar en volver a tenerles y me dije POR QUÉ NO.
      Ay porfa que no iba a poner despedida de verdad RIP mis neuronas, menos mal que funciono a venadas y no me ha ido nada mal haciéndolo, la verdad ❤
      PD: ya somos 3 con un culo inmenso buENO JAJAJAJAJAJA

      Eliminar
  4. Ai que se me olvidan cosas.
    Estaba en tensión total cuando los jueces tenían que decir el sí/no con la caña que les había metido Jesy yo ya no sabía que esperar casi me da algo
    Y Duna y Scott ❤ Te juro que las escenas de Scott y sus hermanas son lo más tierno que he leído en la vida (bueno además de las narraciones de Sabrae bebé)

    - Ana

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    Respuestas
    1. Que no se te olviden mujer, pon 50 comentarios si hace falta!!!!!!!
      El momento fue súper tenso la verdad, no iba a explayarme tanto pero qué más da, Chasing the stars sólo se escribe una vez.
      Duna y Scott necesitan urgentemente un nombre de par NO PUEDE SER ESTO. Me acabo de dar cuenta en que si Duna se llamara Dona, y Scott fuera Scutt, juntos serían Donutt JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA ME DA JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA
      Scott con sus hermanas porfa me duele el corasonsito me estoy poniendo sensible :'( (viva sabrae bebé por cierto) ❤❤❤❤❤❤❤❤❤❤❤❤❤

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  5. He llorado la vida entera con el final del capítulo, madre mía de mi vida.....
    Se me ha puesto un nudo en el pecho y todo, he sentido como si estuviese viendo el final de la última película de mi saga favorita, me siento tremendamente mal. Me siento como si poco a poco me los fueses arrancando de las manos.

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    1. Viutxi porfaaa te he echado de menos, es un placer volver a leerte por aquí ☺
      Yo todavía no he tenido esa sensación, supongo que la tendré cuando me acerque más al final y esté con los últimos capítulos... no me hago aún a la idea.

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  6. "-Eres… la mujer… de mi vida-le dijo, y Sabrae se sonrojó, intentó escabullirse, pero él no se lo consintió: la cogió de la cintura y tiró de él para pegarla contra su pecho, y le comió la boca como nadie se la había comido a nadie en la historia."
    Shippo Sabralec con la fuerza de los mares, de verdad que sí.
    Siento que el concurso va a ser súper duro al final y para nada lo que pensaban, me alegro que se así, quiero que les den caña.
    PUEDO ESTAR MÁS ENAMORADA DE SCELEANLOR??? Creo que lo único que no te perdonaría nunca es que no acabasen juntos, cuando Scott Malik está con Eleanor Tomnlinson es como si se produjese un puto eclipse, es imposible mirarlos, brillan tanto que hacerlo podría dejarte ciego.

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    1. Wendymine ayyy a ti también te eché de menos, bienvenida de nuevo!!!
      La verdad es que Sabralec ya han superado a Sceleanor en mi ranking de ships, no puedo con mi vida, si lees Sabrae ya verás qué salseo erótico-festivo vamos a vivir.
      Sientes bien, en el concurso les van a meter mucha caña
      BUENO PODRÍAS SI LOS VIERAS CON HIJOS QUIÉN SABE SI LOS TENDRÁN EH EH EHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH voy a mantener el misterio MUAJAJAJAJAJAJA
      Me ha parecido preciosa la última frase, igual la uso con tu permiso ❤

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  7. No es normal lo que he llorado con el final del capítulo, tía no es coña, lo has escrito tan, pero tan bien que he sentido a Scott como si yo fuese él, se me ha partido el corazón, no exagero tía, escribes de puta madre y seguramente hayas escrito mejores cosas en otros capítulos, pero te juro que esa parte final me ha tocado no sólo el corazón, también el alma.

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    1. Ay Coquito muchas gracias ☺ la verdad es que estoy bastante orgullosa de la despedida de los chicos y de cómo se desarrolla, al principio no le di mucha importancia pero luego pensé que sí que sería vital, al fin y al cabo tienen un grupo de amigos que lleva junto desde preescolar, a eso no se renuncia tan fácilmente :( ❤

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  8. "Me costó un milagro decidir que no acababa de morir. Una persona no puede ser tan feliz. No es justo. El sentimiento es tan grande que no abarca su cuerpo. Me sentía como si estuviera a punto de explotar. -Sabes que eres lo más precioso que tengo y que moriría por ti, ¿verdad?-le dije."
    Scott Malik está tan enamorado, que quiero llorar de felicidad y Eleanor es tan feliz. Ay son mis padres joder. A Scott nunca lo habían querido tanto y a Eleanor nunca la habían querido tan bien. ❤

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    1. Son tan preciosos y tan buenos el uno para el otro y se quieren tanto y son tan felices, me duele el corazoncito ❤ como tú has dicho, a Scott nunca le han querido tanto y a Eleanor nunca la han querido tan bien ❤

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  9. Dioooos, aunque intuyo a dónde va Alec espero que lo cuentes aunque sea en Sabrae. No sé porque pero estoy deseando leer una escena de sexo de esos dos.
    Por cierto, gracias por devolverme por un ratito a mis padres, Sceleanor, los echaba de menos. Están tan puto enamorados, todavía recuerdo lo mal que lo pasaba leyendo cuando aún todo era un secreto ains.
    Pd: He llorado demasiado con el final del capítulo.

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    1. EVIDENTEMENTE QUE LO VOY A CONTAR VAMOS A VER ÉSE VA A SER UN FIN DE SEMANA 2.0 DE SEXO.
      Beita de verdad si lees Sabrae avísame por twitter para meterte en la lista de lectoras, no puedes perderte lo que se viene☺
      Ha sido un placer volver a escribir sobre Sceleanor, de verdad, gracias a vosotras por dejar comentarios, no sabéis lo que me ha animado ❤ ojalá pudiera transmitiros lo importante que es para mí saber que estáis ahí, después de todo lo que ha avanzado la novela desde que eran un secreto ❤
      PD: no sé por qué siempre escribo cosas tan tristes, con lo vivaracha que soy

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  10. Sigo sin superar el final del capítulo, siento que cada vez está más cerca el final y me muero de pena.

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    1. Yo también Sara, no sé qué va a ser de mí cuando termine Chasing the stars... parece mentira que estemos en la recta final :(

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  11. "-El programa es tu futuro-respondió, terca como una mula, la madre que la parió, era igualita que su hermano.
    -Yo ya tengo mi futuro. Estoy enamorado de ella." Se me han caído las putas bragas al suelo, de verdad, yo es que no puedo shippear más a estos dos me cago en la puta.

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    1. JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA menudo piquito de oro tiene aquí el amigo, ¿verdad?

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  12. Sceleanor son mis putos padres.

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    1. Brangelina y Echevamante se separaron porque no podían llegar a su nivel

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  13. Sé que seguro le tengas más cariño a otros personajes y desde tu punto de vista no sea así, pero no sabes como escribes cuando lo haces a través de Scott, no sé si es su personalidad o es que sin darte cuenta pones más cariño en sus narraciones. Te lo juro, Scott Malik es un personaje que sin duda alguna recordaré toda mi vida.

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    1. Pues si te soy sincera, corazón, la verdad es que Scott es de mis favoritos (todos lo son, en realidad), pero sí que noto que con él escribo mucho mejor, puede que sea porque me da más juego, o porque lo relaciono con la época en la que más éxito tuvo mi novela... tampoco sé qué tiene Scott que no tienen los otros, pero el caso es que efectivamente narro con más cariño, y creo que él también será inolvidable para mí.❤

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  14. El final del capítulo me ha roto el corazón en mil pedazos. He sido capaz de proyectar perfectamente la imagen en mi cabeza y he llorado como una niña. No sabes lo bien que lo has descrito Eri, me has tocado el corazón, de verdad que sí.

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    1. Ayyyy muchísimas gracias tesoro, me alegro un montón de que te haya llegado, me hace muchísima ilusión ❤❤❤

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  15. "Con un último vistazo y su sonrisa de Fuckboy® eterna en los labios, la que ahora le pertenecía exclusivamente a Sabrae, Al se metió en el coche. Era la última vez que vería a Alec Whitelaw en mucho, mucho tiempo. Y me alegraría recordarlo así." El nudo en el estómago y las lágrimas rodando por mis mejillas son reales.

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    1. Ay Julianna :( ésa iba a ser la última frase del capítulo, sería un broche final de oro pero creo que tampoco está mal como ha quedado... Voy a echar mucho de menos la lengua larguísima de Alec (aunque no habéis visto lo último de él en Chasing the stars)

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  16. Estoy en mi pueblo sin wifi y encima con los datos acabados. He encontrado un wifi abierto y solo tengo 5 minutos para escribir esto, ya me estoy agobiando.
    Solo te digo que me has dado Scott y Zayn, Scott y Duna, Sceleanor, Sabralec y a Scott de rojo (mi color favorito). Tengo que comentar muchisiisisisisisisisisisimas cosas de este capitulo porque ha sido perfecto. Ha tenido de todo joder. DE TODO. Empezando por Simon tocando los huevos y acabando con ese final que me ha dejado con un nudo en la garganta que madre del amor hermoso Erika, madre del amor hermoso.
    “ -Sabes que me he tirado a más chicas que tú, ¿no, papá?
    -¿Eres tonto, chaval?-soltó, bajándose la máscara-. Yo tengo fama propia, imagínate todo lo que he follado gracias a eso. ¿Qué tienes tú? Un puto piercing en el labio.” ESTE MOMENTO ME HA ENCANTADO DIOS, ME IMAGINO A ZAYN ASI DE CHULITO Y MADRE MIA, ME PONGO CACHONDA Y TODO, SEND HELP.

    bueno me estan chillando que nos vayamos ya. Se que ha sido un comentario de caca comparado con los que pongo yo normalmente pero es que no queria dejarte sin comentar y yo no me podia quedar sin decirte lo muchisimo que me ha encantado este capitulo. Espero con verdaderas ansias el siguiente jejeje <3.

    -Patricia.

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    1. AY PATRI POR FAVOR PUEDES SER MÁS MONA LA RESPUESTA ES NO. Espero que te lo estés pasando muy bien en tu pueblo, y no te agobies si no puedes comentar en el momento, tendré paciencia ☺
      Este capítulo ha sido dedicado a las fans™ de Scott Malik de verdad qué personaje este le ADORO quiero comerle los morros.
      Lo cierto es que a mí también me parece un capítulo muy contrastado y me alegra de que compartamos opinión, tiene que haber siempre cositas en la vida ☺
      EL MOMENTO DEL PIERCING EN EL LABIO DE VERDAD ESTABA #R E Z A N D O PORQUE ALGUIEN LO SACARA ES QUE ESTOY TAN ORGULLOSA CREO QUE VOY A BORRAR LA NOVELA Y A DEJAR SÓLO ESA FRASE JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA (también imaginarme a Zayn me pone burra qué le vamos a hacer el chaval es como es)

      no ha sido un comentario de caca mujer, simplemente no te dio tiempo y punto, lo dicho, disfruta de tu pueblo, que la novela va a seguir aquí cuando vuelvas ☺ intentaré publicaros el siguiente el jueves porque este finde son las fiestas del mío y viene una amiga a dormir a mi casa y claro, no me voy a poner a escribir con ella delante JAJAJAJAJAJAJAJAJA

      PD: tienes que decirme qué haces comentando a las 3 de la madrugada JAJAJAJAJAJAJA❤

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  17. Sé que este es el momento de los chicos, pero no puedo evitar preguntar si escribiras sobre una posible reunión de 1D, porque vivo pensándolo y en lo apoteósico que sería, aun que no fuese cantar, solo estar juntos.

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    1. Atenta a los últimos capítulos, corazón, tu deseo puede cumplirse ☺

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