lunes, 14 de octubre de 2013

Te ha destrozado la vida... y encima te gusta.

Estás en tu casa tan tranquila, o en el parque, o en la biblioteca, o donde sea, y recibes un mensaje. Una llamada. Un email. Lo que quieras. Y tu boca se curva en una sonrisa de felicidad. Le gustas a alguien, alguien que tiene posibilidades contigo. Acordáis quedar, dar una vuelta, ver cómo se os daría una relación. Decidís ir a dar un paseo, recorréis la ciudad, habláis de cualquier cosa, os reís a carcajadas, dejando que las nubes escuchen lo bien que suenan vuestras risas unidas.
A mitad de la cita, ya os habéis cogido de las manos. Es tan fácil como respirar, es tan bonito como una flor abriéndose.
Seguís dando un paseo, la barriga te duele de tanto reír. Miras al cielo y sonríes, preguntándote qué has hecho para merecer algo así. Miras al cielo, esperando que esto sea solo el principio.
Se acaba el día, el sol se va escondiendo poco a poco por el oeste. Se ha portado bien; no ha dejado que ni una sola nube te estropee el día. Él te acompaña a casa, asegurándose deque llegas bien, y te pregunta cuando llegáis a la puerta qué tal lo has pasado. Tú respondes que bien. Él sonríe, y tú le imitas.
Te aparta un mechón de pelo de la cara.
Se inclina hacia ti.
Te pones de puntillas y dejas que te bese en los labios, y ese, ese, es el principio de todo. Tal vez llores, tal vez rías, tal vez llores riendo y rías llorando, pero pocas cosas importan. Estás viva. Estás limpia. Estás enamorada.
Lo estás sintiendo.
Y es precioso.
Parpadeas y, de repente, vuelves a estar frente a ese teléfono, escuchando esa llamada. Se te parte el corazón, pensando en todo lo que vas a perderte y todo lo que pudo ser y no será. Porque no te gusta mentir, no quieres engañar ni hacer daño a nadie. No quieres que nadie sufra intentando encontrar algo que tú no puedes darle, sencillamente porque ya tiene dueño.
Un dueño que vive muy lejos de ti.
Un dueño al que quieres con toda tu alma.
Un dueño que te ha enseñado qué es el amor.
Un dueño que ni siquiera sabe de tu existencia, pero a ti poco te importa. Él te ha enseñado qué es el que tu centro de gravedad cambie, que las cosas que tanto salen en los libros por fin se apliquen a ti.
¿Qué más da que no puedas tocarlo? Está aquí, existe, es real. Y con eso basta.
Ese es el problema.
Sí, Louis, la culpa es solo tuya.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Dedica un minutito de tu tiempo a dejarme un comentario; son realmente importantes para mí y me ayudarán a mejorar, al margen de la ilusión que me hace saber que hay personas de verdad que entran en mi blog. ¡Muchas gracias!❤