sábado, 11 de enero de 2014

Chasing the stars.

Si lo prefieres, puedes leer este capítulo en Wattpad haciendo clic aquí.

No sueles tener mucha suerte si te pillan peleándote en el instituto, y deciden que eres tú el importante y los demás a los que no hacer caso. Pero cuando tu padre trabaja en el mismo instituto, y justamente pasa por la zona de los castigados cuando tú estás sentado a la mesa, bueno... no es momento para comprar un boleto de lotería, colega.
Scott Malik se masajeaba la mejilla, cabreado porque no había podido devolver los golpes recibidos. Levantó la vista, sus ojos color miel, y la clavó un segundo en la entrada. Frunció ligeramente el ceño para volver a bajar los ojos, pero su mano se deslizó hasta pellizcarme suavemente en la cara interna del hombro, en nuestra señal de cuidado particular.
Yo estaba tirado en la silla, más tumbado entre ella y el aire que otra cosa, cuando Scott me tocó. Ni siquiera necesité levantarme; sabía qué pasaba, algo en mi interior me lo decía.
Además, había crecido escuchando esa voz, y papá no la cambiaba cuando hablaba con los demás. Podía cantar muy bien pero, en lo que se refería a la voz, no hacía unos milagros lo suficientemente buenos como para que su propio hijo no le reconociera.
-Susan, ¿ya están las fotocopias que te pedí esta mañana?
No necesité girarme al escuchar la respuesta de la secretaria de los del instituto, alias la conserje, alias la esclava vital a la que todo el mundo tenía por allí sin necesitar realmente de sus servicios, a la que todo se le pedía y exigía (Susan contestó con timidez, y me la imaginé bajando la vista. A pesar de ser mayor, todavía tenía gusto por los hombres jóvenes, y mi padre tampoco era un carcamal, precisamente), para saber que papá le sonreía y esperaba pacientemente a que ella le entregara los papeles que había venido a buscar. Papá miraría a su alrededor, intentando recuperar esos segundos que de todas maneras no iba a utilizar para nada, y...
-¿Scott?
Bam.
-Thomas.
Lo único peor de que tus padres fueran tan cabrones de ponerte un nombre tan parecido a tu apellido que le causara gracia a todo el mundo al que conocías y se lo contabas por primera vez, era cuando tu padre fingía ser imparcial contigo. Me iba a caer una hostia monumental en cuanto llegara a casa, pero aquí tenía que guardar las apariencias.
Levanté la vista y clavé los ojos en papá, azules, idénticos a los míos.
-Hola-dije. Siempre procuraba evitar encontrármelo en público, dado que no sabía cómo dirigirme a él. Es decir, ¿cómo llamas a tu puñetero padre cuando estás en el instituto y los dos tenéis que fingir que la relación entre vosotros viene dada exclusivamente por lo que hay en esas cuatro paredes que, en realidad, rodean al infierno? ¿Lo llamo papá? ¿Señor Tomlinson, como se empeñan en llamarlo los alumnos nuevos, hasta que él les convence de que le llamen Louis? ¿Cómo mierdas te diriges a tu padre?
-¿Qué coño estáis haciendo aquí?
Sentí a Scott encogerse de hombros detrás de mí.
-Nos hemos peleado.
Me di la vuelta y le clavé una mirada envenenada, aunque el pequeño corte aún sangrante de mi labio (me daba mucho asco estar tragándome la sangre continuamente, pero más asco me daría la bronca que me echaría mamá si llegaba a casa con el uniforme blanco teñido de rubí) no escondía la acción que acababa de producirse, precisamente.
Él se encogió de hombros, excusándose por ser un bocazas gilipollas. Puse los ojos en blanco, negué despacio con la cabeza y me giré hacia papá. Él se me quedó mirando, con semblante duro, pero sin decir nada aún. Seguramente estuviera meditando cómo echarme la bronca, cuándo, dónde... antes de que mamá me pillara por banda y me hiciera acojonarme.
Le sacaba una cabeza a mamá, pero mamá siempre se las ingeniaba para volver eso contra mí. A pesar de que era pequeña (de estatura normal, salvaba con apenas 3 centímetros el metro 60), y yo llevaba años contemplándola desde arriba, el poder que le otorga a una mujer el hecho de haberte parido es inmenso.
-¿Por qué?-respondió por fin, aceptando con una cálida pero efímera sonrisa las fotocopias que le tendió Susan. Las ojeó distraído, sin hacernos mucho caso, y pensé que ahí se acabaría nuestra conversación... pero no.
-Thomas.
Suspiré.
-¿Acaso importa? Vamos a ver al director, hablaremos con él, le diremos que no volveremos a hacerlo, y nos portaremos bien, bla bla bla...
Papá iba a añadir algo, pero la voz gutural del director del instituto lo acalló. Frunció el ceño y asintió con la cabeza, dejándome ir. Ahí no era totalmente suyo, pertenecía a más gente, y aceptaba compartirme.
No tenía miedo de perder el trabajo; de hecho, no trabajaba ahí por necesidad. Podríamos vivir perfectamente y con todas las comodidades del mundo sin que papá ni mamá trabajaran más, gracias a los ingresos de ambos antes de que mis hermanos y yo apareciéramos, pero... la vida nunca dejaba de ser extraña si tus dos padres estaban en casa, muertos del asco, todo el día.
Claro que mis padres aprovechaban el tiempo, sabían hacerlo.
Desgraciadamente.
Arrastré la mochila por el suelo mientras caminaba los pocos metros de pasillo hacia el despacho del director, siguiendo a Scott, que llevaba la cabeza bien alta, con la altanería propia de la familia Malik. Solamente cuando conocías a sus tías y primas comprendías por qué alguna gente el tenía tanto asco a Scott. Cuando le salía la vena Malik, esa vena que en su padre rara vez se manifestaba, se volvía insoportablemente pedante.
Nos sentamos en las sillas de siempre, escuchamos la bronca de siempre del hombre de siempre, respondimos lo de siempre con la esperanza de librarnos pronto, cosa que nunca sucedía. Y, tras media hora de gritos, por fin el hombre que estaba al frente de nuestro instituto y era jefe directo de nuestros padres nos permitió marchar. Con un gesto de la cabeza, haciendo relucir su calva casi perfecta de no ser por una especie de corona que le rodeaba la parte baja de la cabeza, nos indicó que podíamos irnos. Ni siquiera movió su rechoncho cuerpo cuando Scott y yo le dirigimos la mirada más dura que habíamos conseguido recrear y nos tomamos nuestro tiempo en abandonar su despacho.
El día que me graduase, entraría allí con un bate y no dejaría nada entero. Lo juro por Dios.
Me eché la mochila al hombro y recé porque papá o Zayn tuvieran alguna hora ocupada, pero ninguno de los dos tenía nada más interesante que hacer que reñir a su descarriado hijo por ser la vergüenza de la familia.
Después de que Zayn le diera una colleja a Scott, y literalmente se lo llevara a rastras lejos de mí, papá y yo nos miramos un segundo. Él se levantó lentamente, dio un sorbo de su café y meneó la taza, haciendo bailar en círculos el líquido del interior. Mi estómago se quejó, retorciéndose, al acusar el delicioso aroma del café reptando hasta mi nariz. Con eso de la pelea, había terminado por no comer nada.
-¿Qué clase tienes?
-Filosofía-dije, recolocándome la mochila, cambiándola de hombro, al igual que cambié el peso de mi cuerpo de un pie a otro.
-Ah, bueno. Entonces puedes venir conmigo. Total, llevas sin ir mucho tiempo, ¿no?
-Fui la semana pasada-protesté, sin levantar demasiado la voz. En el colegio había que ser un buen chico, obediente, pero lo justo. Había que ser rebelde, pero solo una mínima parte; lo necesario para que te tomaran en serio, pero no lo suficiente como para hacer que alguien quisiera cruzarte la cara.
Papá no me hizo caso, como venía siendo tradición cuando alguno de mis hermanos o yo le cabreábamos, e hizo un gesto con la cabeza para que lo siguiera. Sabía que no me iba a escapar, ya hacía mucho tiempo que había aprendido que huir de una bronca de mis padres conseguía única y exclusivamente que la bronca durara el doble, y fuera aún mayor. Me cargué la mochila del hombro y lo seguí, fiel como un cordero, por los pasillos del instituto, que estaban ahora totalmente vacíos, en silencio excepto por algunos gritos aislados de alumnos que aún no habían entrado en clase.
No pude evitar echarme a temblar cuando abrió la puerta de la sala de profesores de un empujón. Hubiera preferido que lo hubiera dejado estar, al fin y al cabo, la sala de profesores siempre impresionaba cuando entrabas, puesto que, al ser alumno, eras capaz de sentir el poder que almacenaban aquellas cuatro paredes, poder que los profesores parecían emanar como si de un volcán echando lava se tratasen. Algunos decidían esconder ese poder y sacarlo a relucir solamente en las ocasiones especiales (ese era el caso de mi padre, pero también el menos corriente); por el contrario, otros profesores llevaban ese halo de poder como una corona de flores que indicaba que eran mejores a los demás, superiores en todo, recordándonos que podían jodernos con sólo proponérselo.
De todas formas, ¿no podía haberme llevado a su departamento? Seguramente estuviese vacío, y no habría peligro de que nadie entrara y nos interrumpiera en nuestra discusión (que en realidad iba a ser un monólogo iracundo del que una vez hubiera llenado escenarios de tías de mi edad gritando como locas, deseando follárselo de todas las formas posibles, uf, y ahora era alguien que llenaba aulas de tías nada interesadas en su asignatura, pero sí en mojar las bragas bastante, fantaseando con quitarle el lugar que a mi madre le correspondía porque todos los astros lo habían decidido así), lo que sería muy humillante.
La profesora de matemáticas de la clase vecina a la mía levantó la cabeza un segundo de los exámenes que estaba corrigiendo. Miró a Louis, que se encogió de hombros. Ella torció el gesto, y volvió a centrarse en los folios que estaba cubriendo de tachones en rojo. Daba la impresión de que se habían llevado esos papeles al rodaje de alguna película de guerras, como aquella que aún veían mis padres y que presentaba a un actor que apenas podía caminar por sí solo, Russell Crowe. ¿Cómo se llamaba la película?
-Papá-dije, y anoté mentalmente que lo había llamado así, precisamente en ese lugar. La profesora de matemáticas reprimió una sonrisa, enganchándose el pelo por detrás de las orejas, como si la cosa no fuera con ella, pero pudiera disfrutar del humor que yo no veía en la situación.
-Siéntate, Thomas- gruñó mi padre, haciendo que volviera a estremecerme. En casa no solían llamarme así, yo siempre era Tommy, Tommy Tomlinson, porque mis padres eran los dos un par de cachondos y habían decidido que yo era el sujeto perfecto con el que hacer la gracia.
Dejé la mochila en el suelo y arrastré en silencio una silla, procurando no hacer demasiado ruido. Me dejé caer en ella despacio, y jugueteé con las cremalleras de la mochila, sin saber muy bien qué hacer.
Papá miró en segundo a la profesora, que seguía a lo suyo. Carraspeó, pero, al no darse ella por aludida, me miró un segundo, como diciéndome “espera un minuto”, y se fue hacia ella. Se acercó y, amablemente, se inclinó a echar un vistazo por encima del hombro de la mujer, que desvió un segundo la vista, solamente para comprobar que quien le importunaba era un colega, no uno de aquellos alumnos que lo estaban haciendo tan mal en sus exámenes.
Al fin y al cabo, era normal que aquella mujer tuviera tanto que corregir. Corrían rumores de que era una verdadera zorra. Y tenía cara de zorra, lo que era más preocupante.
Papá se inclinó hacia ella y le susurró algo. Ella lo miró con el ceño fruncido señalando con la punta del bolígrafo el trabajo que estaba haciendo. Pequeñas lagunas aparecieron en exámenes que parecían sangrar, sin que ellos hubieran hecho nada para merecerlo. El papel era la gran víctima de todo aquello. Papá se explicó un segundo, sin entrar demasiado en detalles, y luego me señaló con la barbilla. La profesora se giró, asintió con la cabeza, emitió un sonido de asentimiento y empezó a recoger sus exámenes.
Una vez los hubo metido en su carpeta, se levantó sin hacer ruido. Colocó la silla en su posición inicial, pegada a la mesa para que no ocupase demasiado espacio, y salió sin prisa de la sala.
-Suerte con ello, Louis.
-Gracias, Catherine-se limitó a decir mi padre, mirándome a los ojos con una mirada ardiente que hubiera podido eliminar todo el hielo del ártico, a pesar de todas las técnicas que la ciencia había logrado alcanzar para frenar un calentamiento global que, cuando mis padres eran jóvenes, parecía inevitable. Por suerte, se habían puesto las pilas, y antes de que entrara el año 2010 ya habían empezado con protocolos de emergencia que no permitirían que todos los territorios a menos de 50 m de altitud sobre el nivel del mar se hundieran totalmente en su superficie salada, llena de oleaje.
Yo suspiré, cerré los ojos un segundo y me miré los pies, incapaz de aguantar su inquisidora mirada.
-¿A qué estás jugando, Tommy?
Bueno, al menos ya no era Thomas, lo cual era un avance.
-¿Yo? A nada-respondí, alzando la cabeza a la vez que hacía lo mismo con los hombros.
-Entonces, ¿por qué me acaba de decir tu profesor de historia que no has entregado ni uno solo de los exámenes de lo que lleváis de curso con algo escrito más que tres palabras, lo que viene a ser... déjame pensar... tu jodido nombre?
Papá se llevó un dedo a la mandíbula, pensativo. Me encogí de hombros.
-Sabes que no se me da bien la historia.
-Gilipolleces, Tommy. Toda tu vida has sido un buen estudiante, y ahora que cuenta lo que hagas y lo que te esfuerces, ¿decides que no merece la pena estudiar un poco?
Se inclinó hacia mí. Me hubiera gustado echarme hacia atrás.
Negué con la cabeza.
-Solamente estoy poniendo en orden mis prioridades, y organizando mi vida. También merezco divertirme-dije, tímido, alzando las cejas como un niño bueno. Papá las alzó, incrédulo, sin poder entender que me atreviera a usar ese viejo truco con él, precisamente en ese momento.
-¿Es por eso que no trabajas una puta mierda?
-Sí que trabajo.
-Permíteme que lo dude, porque, chaval, si estás metiendo la pata hasta el fondo entregando exámenes en blanco, es que mucho no estás trabajando.
-Tengo cosas más importantes en las que pensar. Además, el de historia es un gilipollas. ¿Para qué necesito la carrera? ¿No iba a hacer traducción? Es una soberana gilipollez que me obliguen a saber de memoria todos los reyes de Inglaterra, con fecha de nacimiento, coronación y muerte incluidos, si luego no los voy a necesitar para nada.
-Es cultura general.
-¿Tú te los sabes?-espeté.
Se me quedó mirando un instante, con la cabeza inclinada, sin saber si cruzarme la cara ya o esperar un poco. Le aguanté la mirada, desafiante.
-Yo no soy tu madre, Thomas. Sabes que yo te daré una hostia si me tocas los cojones.
Asentí con la cabeza, deseando que siguiera con su charla, porque cuanto menos tardara en soltarme todo lo que me tenía que soltar, antes podría irme de allí. Me estaba empezando a encontrar mal, me dolía la cabeza y se me estaba revolviendo el estómago, y las piernas comenzaban a temblarme en un ritmo rabioso que no sería capaz de controlar durante mucho tiempo.
-Te diré lo que haremos-se inclinó hacia mí y me colocó bien el cuello de la camisa, que siempre se me doblaba y yo nunca me molestaba en colocar bien. Era perder el tiempo-: vas a volver a clase, vas a estudiar como has hecho hasta ahora, y mejorarás tus notas. Puedo conseguirte una prueba extraordinaria; no será como si todos los errores que has cometido no hubieran sucedido nunca, pero, ¿de qué te serviría eso?-alzó una ceja, y me recordó a ese ser sarcástico y borde que afloraba en su piel cuando alguien le cabreaba lo suficiente. Y ese ser raras veces había surgido frente a mi madre, que estallaba como un fuego artificial, llenaba todo el radio de alcance de un sonido de explosión durante unos segundos, para luego volver a darle a la noche silencio y oscuridad-. No aprenderías nada, y, la verdad, me has cabreado lo suficiente como para que no me apetezca una puta mierda que nadie te favorezca. No te lo mereces, Tommy.
Asentí con la cabeza, porque en el fondo tenía razón. Había descuidado las cosas, pero, ¿qué podía decir? No era culpa mía, yo no me había buscado todo aquello, las cosas habían venido a mí, y yo me había visto arrastrado por ellas; así de simple era todo.
-Volverás a ser el de antes-qué más quisiera él-, volverás a hacer las cosas que hacías antes. Tienes buena genética, Tommy- arguyó, dándome una palmada en el hombro y levantándose-. No te será demasiado complicado contrarrestar mis genes con los de tu madre, y las cosas simplemente volverán a su cauce, del que nunca debieron salir.
Volví a asentir, sumiso.
Papá me miró un segundo, con la ceja alzada, disfrutando de la posición de superioridad que había adquirido por el mero hecho de haberse puesto en pie.
-¿Por qué has elegido este momento para arriesgarlo todo, Tommy? Precisamente ahora que necesitabas la nota.
Me encogí de hombros y, por fin, me digné a levantar la mirada y mirarlo a los ojos. Sentí toda su fuerza inquisidora volar hacia mí como si de flechas punzantes se trataran, sin piedad, sin nada que se le asemejara.
Reuní todas las fuerzas de mi interior, la rabia, la tristeza, todos aquellos sentimientos que barrían mi ser y mi esperanzas vitales como un tsunami arrasaba una isla a pocos metros del nivel del mar; la tempestad que había encontrado su lugar en mí ahora parecía tener sentido. Podría canalizar el viento que no dejaba de amenazar con echarme abajo para mi propio beneficio.
-Papá...-me atreví a decir, e ignoré la imperiosa necesidad de apuntarme a mí mismo que, una vez más, había dicho esa palabra en aquellas cuatro paredes que convertían al instituto en una cárcel en la que mi padre era alguien a quien tenía que fingir desconocer-, no sé si estoy tan seguro de qué es lo que quiero hacer con mi vida.
Lo que había estado pasando aquellos últimos días me había hecho ver las cosas de un modo diferente a como había creído que era. Las cosas en el instituto estaban que echaban humo; se acercaban los exámenes finales de la primera evaluación, nos lo jugábamos todo a muy pocas cartas, y muchos teníamos nota de corte que decidiría si fracasaríamos o triunfaríamos en la vida.
Y ahora no sabía si merecía la pena deslomarse más de lo que llevaba haciéndolo toda la vida.
Pero ese no era el único obstáculo con el que me había encontrado, que me había hecho tropezar y ver las cosas desde una perspectiva nueva.
Había sido ella. La razón por la que últimamente no dejaba de pelearme. La razón por la que ya no había podido controlar más mi vena más anarquista y largarme por ahí en cuanto pudiera, reivindicando cosas que en el fondo me daban igual, protestando por cosas que no conocía, pidiendo cosas que no deseaba... simplemente porque odiaba a aquella versión de mí mismo que había permitido que ella se alejara de mí y me hiciera daño, mucho daño, más daño del que nadie había hecho jamás a otra persona, más daño del que seguramente se podía hacer a alguien.
-No sé qué quiero... hacer con mi vida.
En cuanto las palabras salieron por mi boca me arrepentí de decirlas. Irle con un cuento así a papá era como irle a un león salvaje con un filete en la mano y esperar que no te intentara matar a ti después de probar el aperitivo que le despertaría el hambre y, a consecuencia, incendiaría la bestia que el animal llevaba dentro.
Papá tomó aire con fuerza, alzando los hombros, y se me quedó mirando un segundo.
-Escucha, Tommy; sé que puedes tener dudas, yo también las tuve, pero tienes que seguir adelante. Puede que aprovecharte de tu apellido y de todo lo que conlleva eso sea demasiado tentador, pero, créeme, no quieres triunfar por otro. No quieres vivir de otro.
Fruncí el ceño, pero me quedé callado.
-No desperdicies tu vida, ¿quieres?-me puso la mano en el hombro; ésa fue la señal para que me levantara. Me cargué la mochila al hombro y lo seguí hacia la puerta de la sala de profesores, sabedor de que a esta le seguirían varias, hasta encontrarme por fin en la calle-. Ya no sólo por ti, porque, créeme, es algo que duele, duele y mucho, y por lo que vas a tener que luchar. No lo hagas por mí. O, si eso no te sirve, no lo hagas por tu madre. No tires por la borda el sacrificio que ha hecho tu madre-parpadeé, incrédulo.
-¿Qué...?
-No harás nunca lo que llegué a hacer yo, Tommy-se limitó a decir como si no hubiera nada que pudiera hacerme cambiar de opinión más que eso. Y, tras revolverme el pelo de forma cariñosa, se giró y desapareció por el pasillo, sin demasiada prisa, casi disfrutando de un corto paseo. Seguramente no tuviera ninguna clase, o estuvieran ocupando su puesto y no le apetecía ir a recuperar su lugar en el sistema.
Miré al suelo, negué con la cabeza, me ajusté las tiras de la mochila y me saqué el móvil de la parte interna, donde nadie podría robármelo. Después de mucho tiempo debatiendo con Scott sobre dónde era mejor guardar el aparato, habíamos decidido que lo meteríamos en un compartimento secreto, hecho por nosotros mismos, donde nadie podría encontrarlo nunca. Llevarlo en el bolsillo era arriesgarlo tontamente; al fin y al cabo, no teníamos planeadas las peleas continuas en las que no parábamos de meternos.


Le envié un mensaje a mi mejor amigo diciéndole que me largaba a mi casa y caminé en silencio por los entresijos del pasillo, temiendo encontrarme con alguien que me obligara a volver a clase. Tuve suerte y, apenas dos minutos después de que terminara mi reunión con mi padre, ya estaba fuera. No llovía. Mi suerte aumentaba por momentos.

19 comentarios:

  1. Eri... me encanta, me encanta y ME ENCANTA! Solo es el primer cap y ya quiero el siguiente... jo... Adoro como escribes! Ya quiero conocer al resto de los hijos de los chicos y quiero saber quien es la que le ha hecho daño al pobre Tommy :))
    Espero que subas pronto, y si pudieras avisarme por twitter cuando lo hagas, te lo agradeceria :D
    Mi twitter: @olatztelletxea

    ResponderEliminar
  2. Eri entonces esta nove la vas a subir solo una vez al mes no?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. De momento sí, hasta que acabe con Light wings :3

      Eliminar
    2. si no quieres estar pendiente de cuándo publico o no puedes decirme que te avise por Twitter sin problema, amor :3

      Eliminar
  3. Esta genial!!! Merece la pena leerla!! Me puedes avisar tambien en esta novela? Me encanta tu forma de escribir tus comparaciones son unicas!! <3 @LauraTrashorras

    ResponderEliminar
  4. Ays Eri eres increíble:') Entonces, eres tú la masre de Tommy? Que nervios, quiero ya el siguiente capitulo joo:( jajajaja
    Sigue así, es preciosa:3

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ah, es secreto (aunque si has leído Its 1D bitches, y me consta que sí, ya lo sabes, jeje)

      Eliminar
  5. Jooo eri,yo no quiero esperar hasta el mes que viene.TIENES QUE PUBLICAR OTRO CAPI PRONTO POR FAVOR!!!!!

    ResponderEliminar
  6. JO-DER, Eri, JO-DER!
    No te puedes imaginar las ganísimas que tenía de que subieras capítulo de Chasing The Stars.
    No me avisaste cuando subiste capítulo, pero si de hoy en adelante me avisaras, te juro que te hago un altar mejor que el anterior que te hice jajajaja
    Esque iba leyendo y a la vez iba pensando "En esta novela es en la que Eri dice lo que le da la gana porque Light Wings es como más seria (creo yo)" y me estallaba viva.
    En serio, no cambies NUNCA, NEVER IN A MILLION YEARS!
    Un beso muy fuerte.
    No te olvides de avisarme en Twitter pliiis ( @MariArce10)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Aw Mari, tú siempre tan amorosa :)
      JAJAJAJAJA pues sí, la verdad es que Light Wings me la tomo como más seria (que no más en serio, me las tomo las dos igual), porque como trata temas diferentes, más del estilo de THG y Divergente y cosas así, no me parece que sea adecuado ponerme a escribir tonterías. Quiero probar con algo serio, pero eso no significa que vaya a dejar ese sarcasmo que tanto me gusta para mis demás novelas :)

      Eliminar
  7. Eriiii, me encanta la nueva novela, avísame cuando subas porfi, un beeeeso <3
    @mullingarlies

    ResponderEliminar
  8. Me encanta! Bueno... como si fuera algo nuevo, me encanta todo lo que escribes pero que solo subas una vez al mes!! NOOOO, quiero otro capitulo ya! Avisame por twitter please! @marta_nialler

    ResponderEliminar
  9. Hey! Hahahah he de decir que es como la tercera vez que empiezo a leerla porque soy una lectora pésima y siempre me quedo a medias hahah pero ahora me he propuesto que la voy a leer del tirón! Y voy a intentar comentar en todos *pinkie promise*

    ResponderEliminar
  10. Vale, me muero. Antes que nada quiero avisarte de que soy “itsonlybooks” la chica de twitter que quería comenzar a leer tus novelas ��.


    Ahora, comencemos con lo que importa:

    HOLAAAAA, ME ENCANTA. Es el primer capítulo pero tu forma de narrar, de exponer lo que piensa Thomas (que por cierto me meo con lo de Thomas/Tommy Tomlinson) es genial. O sea, con solo decirte que he sentido yo también miedo de la que le iba a caer a Thomas... JAJAJAJAJ.

    Por otro lado, me da bastante el bajón saber que Thomas se encuentra así, en plan, que no sabe qué hacer y qué quiere, jo. Encima yo hace nada pasé por una situación “parecida” con el tema de la carrera (que la he dejado hace nada porque no era lo mío ��) . Ademaaaás, quiero saber ya quién es la que le rompió el heart al pobre Tommy, jo. Menos mal que ya está terminada la novela y no tengo que esperar a que subas jjjj ��.

    Nos vemos en el siguiente capítulo ��.

    ResponderEliminar

Dedica un minutito de tu tiempo a dejarme un comentario; son realmente importantes para mí y me ayudarán a mejorar, al margen de la ilusión que me hace saber que hay personas de verdad que entran en mi blog. ¡Muchas gracias!❤