domingo, 8 de noviembre de 2015

Karla Souza, y tu arte.

Estaba acabando el primer año de tres en la escuela de actuación de Londres, y un día, sin ninguna razón, perdí la capacidad de hablar. Durante tres meses, no podía hablar. Durante tres meses no pude decir ni una mísera frase. Y ni los médicos ni los electroencefalogramas fueron capaces, nunca, de explicarme qué había pasado realmente. Lo que te puedo decir es que llegué a un punto de tanta frustración y desesperación que me llevó a querer realmente acabar con mi vida. […] Pero este dolor comenzó a ser un poquito menor cuando comencé a ver reflejado mi dolor, exactamente el mismo tipo de dolor, en las obras de otros. En obras de teatro, en películas, en pinturas. Poco a poco, empecé a ver mi dolor, y a leerlo en poemas. Las palabras de los poetas empezaron a llenar mi silencio. Se convirtieron en la única manera en que sentía que podía expresar mis emociones. El arte se convirtió en algo vivo.
Durante esos tres meses de silencio, frustración y angustia, me enamoré perdida, loca e inexplicablemente del arte.
Y me entristece saber que hay gente que no cree que el arte sea merecedora de nuestra atención, o de nuestro dinero.
Porque para mí, no es sólo una pasión.
Es lo que me salvó la vida. Lo que me mantuvo con vida.

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