jueves, 19 de noviembre de 2015

Te ahogas en un vaso de agua a medias; sólo date la vuelta.

Muchas de las cosas que sientes que debes hacer, en realidad no son obligatorias. Subirte a un bus en el que todo el mundo lleva los auriculares puestos no significa que seas raro porque no te apetezca escuchar música. Que prefieras sentarte en silencio a mirar por la ventana y ver cómo pasan las nubes, en lugar de ponerte el disco de la banda de turno a todo volumen para cantar a voz en grito y bailar como si no hubiera mañana no te hace una mala persona. No tener ganas de salir en Nochevieja, o de llevar traje o vestido en tu graduación, o siquiera ir a tu graduación, y ver más apetecible tumbarte en el sofá, en pijama, con bata, palomitas y chuches, no te convierte en un antisocial.
Claro que puedes llorar con películas de acción cuando matan a un personaje, y por supuesto que puedes permanecer impasible en un drama con el que todo el mundo llora, con el que, en teoría, “si no lloras, no tienes corazón”.
Es evidente que puedes no estar de acuerdo con la mayoría de la gente con tus mismos grupos. Sí, mira, esa película de Meryl es una puta mierda. Sí, oye, esa canción de One Direction es basura. Ya está.
Sigues siendo de este planeta si prefieres leer los libros en formato electrónico a papel. Todo tiene sus pros y sus contras: la batería frente a la disponibilidad eterna, la deforestación frente a la contaminación que produce una pantalla la única vez en que es creada.
No tienes esquizofrenia por subrayar los apuntes de mil colores, y no necesitas mentirles a los demás, decirles que llevas una semana estudiando, cuando en realidad ese 9,5 se debe, simplemente, a que tu cerebro quiere trabajar de tu parte, y funciona bien bajo presión, y absorbe lo que otra persona en una semana, en una sola tarde.
Claro que tu sexo no condiciona las conversaciones que tengas, ni tus gustos. Si bien aunque siendo un chico no puedas hablar de los dolores menstruales, o siendo una chica no tengas una opinión sobre lo complicado que es ir al baño empalmado, por lo demás, tendrás el mismo conocimiento que el sexo contrario, por mucho “de tíos” o “de tías” que sea el objeto de tu conversación.
Está perfectamente bien que no quieras beber alcohol, o fumar, o drogarte. O sacarte el carnet de conducir. Nadie debería reírse de ti por eso, y si lo hacen, es que son más gilipollas de lo que en realidad tú sospechas que lo son.
No, no eres un monstruo por estar en la Universidad y ser virgen. Tampoco necesitas soñar que besas a alguien, cambiándole la cara cada noche, y que le dices con temor que lo eres, y que el otro te responda “no pasa nada, yo también”. No necesitas que te digan un “no pasa nada, yo también”, para dejar de sentirte mal.

Porque no pasa nada, ellos también se sienten mal.

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