¡Hola, delicia! Llevo amenazando un tiempo con escribir
esta reseña, y por fin me he decidido. Hoy vengo a hablarte de una de las
películas que se han estrenado este verano y que más ilusión me hacía ir a ver:
Ocean’s 8. Como
ya sabrás, se trata del spinoff de la saga de Ocean’s 11, protagonizada por George Clooney, Julia Roberts y Brad
Pitt. En este spinoff, sin embargo, no aparece ninguno de los personajes de la
saga original: Sandra Bullock recoge el testigo de una de mis películas sobre
robos preferidas, reinventando toda la saga y dándole un toque mucho más
personal y femenino que me encanta.
En Ocean’s 8 conocemos
la historia de Debbie Ocean, hermana del protagonista de la saga principal.
Debbie obtiene finalmente la condicional después de que un colega la
traicionara y la delatara por un robo anterior. Lejos de mantener las promesas
que les hizo a los funcionarios de prisiones, Debbie sale de prisión con un
único objetivo: cometer el robo del siglo. Para ello, se armará con un cuerpo
de mujeres con el que crear el equipo perfecto, en el que cada detalle estará
planeado al milímetro y no hay margen a error.
He de decir que iba al cine con unas expectativas
altísimas:
Ocean’s 11 es la primera
película de “mayores” que vi en mi vida (como
ya dije en Letterboxd, recuerdo
que la primera vez que la vi y me quedé fascinada con la forma en que se
trazaban los planes y cómo se llevaban a cabo, mi padre comentó a modo de broma
que “ya empezaban a interesarme las pelis de mayores”), por lo que le tengo un
cariño especial. No en vano es la primera película que vi del cine “adulto” (que
no porno, ya sabes
😉), la que me introdujo
en este mundo que tanto me encanta y en el que tanta evasión y buenos momentos
encuentro. Es por ello que, en cierta medida,
Ocean’s 8 tenía todas las papeletas para ser una de las películas
que más me gustaran del año, o uno de las que más odiara en mi vida.
Por suerte, me decanté por la primera opción. No sólo me
parece que recoge perfectamente el testigo de la saga original, sino que me
atrevería a decir que es la mejor de todas las que han sacado. No sólo tiene
esa frescura tan típica de los spinoff bien hechos, sino que también tiene una
ambición propia de una entrega experimental propia de un director afamado que
sabe que su audiencia tragará con lo que sea (aunque aquí no sea el caso). Ocean’s 8 consigue reinventar la saga tanto
por el robo y los diversos giros de guión que hay a lo largo del metraje, como
por la forma en que trata temas de actualidad, particularmente, el feminismo,
aunque de una forma un tanto velada.
Y es que ni Debbie ni el resto de sus compañeras asisten
a ninguna manifestación ni hacen ningún tipo de comentario que puedas
identificar claramente como feminista, pero toda la película está cargada de un
simbolismo empoderante que es imposible ver incluso para el más obtuso. Desde la
propia negativa explícita de Debbie a incluir hombres en el equipo hasta la
forma en que todas se las apañan para salir adelante sin ningún tipo de ayuda
masculina, pasando por las relaciones que surgen entre las protagonistas. Y es
que ésta es una película preciosa de ver si quieres hacerte una idea de una de
las consecuencias del feminismo: no hay malos rollos, no hay competitividad,
las ocho mujeres trabajan juntas para conseguir un fin común y en ningún momento
hay nada mínimamente machista que pueda interponerse entre ellas y formar
rencillas. Son, en cierta medida, hermanas, más que competencia, y ver tanta
mujer junta sin que haya esa negatividad tan típica de Hollywood cuando se unen
a varias féminas en una película es, cuanto menos, refrescante. Otra de las
cosas que más me gusta de esta película es que el buen rollo entre las
protagonistas continuaba incluso cuando se detenían las cámaras, como
declararon las actrices en varias ocasiones (mismamente, cuando Anne Hathaway
habló de las
reacciones de sus compañeras de rodaje al verla llegar en su
primer día, haciendo que perdiera la vergüenza que tenía por el cambio que ha
sufrido su cuerpo tras pasar por la maternidad). Detallitos como estos en los
que las mujeres se apoyan unas en otras en lugar de intentar destruirse hacen
que se me llene el corazón de esperanza y felicidad, porque demuestra que las
cosas están cambiando (más despacio o más rápido, depende de qué sector
observemos) y que estamos yendo por el buen camino y los esfuerzos son
recompensados.
El éxito de esta película y su gran anticipación se debe
en gran medida a ese toque de frescura que le aporta a la industria del cine:
Sandra Bullock comentó en varias ocasiones que el feminismo ha hecho posible
que se apostara por esta película, que Ocean’s
8 en sí es una muestra de los avances que estamos viendo como sociedad. Hace
una década, esta película sería más un chiste por lo imposible de su realización
que una realidad tangible. Ahora, se alza como uno de los éxitos del verano.
Antes de pasar a hablar de los aspectos más técnicos de
la película, me gustaría comentar algo que me pasó desapercibido en el cine
pero que, viendo los comentarios de la gente en Letterboxd, me sorprendió
gratamente: no sólo las protagonistas son sus propias salvadoras, siendo
mujeres las que ayudan a otras mujeres (como es el caso de Cate Blanchett y
Sandra Bullock con Helena Bonham Carter), sino que hay un cierto toque lésbico
que no se confirma ni se desmiente entre el personaje de Sandra y el de Cate,
y, además, las mujeres comen. A esto
hacían referencia los comentarios que leí y que más me chocaron en Letterboxd:
las mujeres comen, comparten comida en sus restaurantes, y en el guión se trata
como algo natural. Tan natural, que ni siquiera se menciona. Estoy bastante
segura de que ésta es la primera película en la que aparecen personajes
femeninos comiendo en bastantes escenas y en ningún momento se hace mención a que lo están haciendo, como si
fuera la gran cosa. Nada de “menudas calorías tiene esto”, nada de “siento que
me va directamente a los muslos”. No hay un solo comentario de ese tipo a lo
largo de la película, y creo que eso es un buen indicador del paso adelante que
da en relación al resto del cine. No sólo trata a las mujeres como seres
humanos, sino que las cosas que hacen y se muestran en cámara no son la gran
cosa como sucede en el resto de películas. Y, sinceramente, esto me parece
mucho más realista. No sé si tú, como mujer, en algún momento has comentado “esto
me va a ir directamente a x sitio”; yo, desde luego, lo he hecho, pero más
porque sentía que era lo que se esperaba de mí, que tenía que excusarme (¿?) porque mi cuerpo
necesitara comer. Como si considerara que hacerlo fuera una tara, algo de lo
que avergonzarme. Y estoy convencida de que el papel del cine en ese tipo de
comportamientos ha sido protagonista, y me alegra muchísimo ver que por fin hay
una película que no sólo no me hace sentirme mal por necesidades de mi cuerpo,
ni tampoco intenta excusarme por ello, sino que directamente lo menciona porque
es una cosa normal. Ocean’s 8 no
grita “¡vivan los carbohidratos!”, ni tampoco “¡te vas a poner como una vaca!”;
no dice absolutamente nada, lo cual
es como si viniera a decir “¡sí, las mujeres comemos y no, no es motivo por el
que obsesionarse, dejadnos vivir, Hollywood!”.
Metiéndome ya en cuestiones más técnicas de la película,
tengo que decir que el guión me parece sublime. Bien construido, perfectamente
sellado y con unos personajes que sinceramente da gusto verlos, con
aspiraciones y una profundidad excepcional, incluso para los que tienen menos presencia
en lo que respecta a la historia. El tema, el robo de una joya en la gala del
MET, no podría interesarme más, y la forma de plantearlo y resolverlo me parece
sencillamente fascinante. Sí que es cierto que hay determinados momentos en que
sientes que ves venir el final, o en que éste se te presenta como un reflejo
que captas por el rabillo del ojo sin saber a ciencia cierta qué lo ocasiona,
pero el caso es que, aun si consigues adivinar cómo se va a terminar la
película, estoy segura de que consigues disfrutarla. Como en las anteriores
entregas de Ocean’s, ningún paso que
dan los protagonistas es porque sí, todo responde a un propósito. Y chapó.
Es más, esta película no es la típica entrega independiente
que Hollywood se saca de la manga para intentar sacar más oro de una mina, sino
que es digna heredera de las anteriores. Sabe de dónde viene, incluso en el
mismo tráiler se menciona cuando se explica la relación de Debbie con Danny y
se da la razón de que la película sea otra Ocean’s.
Los guionistas se encargan de responder a esa pregunta inevitable de “¿dónde
está George Clooney?” pronto, para que tú no te pases las dos horas de duración
del filme preguntándotelo y que puedas disfrutar de la historia. Movimiento que,
por otra parte, me parece muy inteligente.
Y el elenco. Qué decir del elenco, por favor. Como
decimos en Asturias, se juntaron la fame
con las ganas de comer. Si ya el guión es espléndido, las actrices son
sencillamente espectaculares. A pesar de que cada una tiene un determinado peso
en la historia, se las apañan para brillar con luz propia, sin quitarle el foco
de atención a las demás. Sandra Bullock capitanea a un pequeño ejército de
reinas de la interpretación de coronas más o menos longevas, comandadas en
segunda opción por una Cate Blanchett a la que le viene como anillo al dedo el
papel de segunda de a bordo. Helena Bonham Carter consigue aprovechar esa parte
de su talento más extravagante dando vida a una diseñadora caída en desgracia a
la que Sandra y Cate sacarán de la ruina; Mindy Kaling interpreta a una joyera
que no piensa resignarse al rol de esposa a la que su familia quiere someterla;
Awkwafina pone el toque divertido a la película como carterista experimentada,
Sarah Paulson es la ama de casa cuyas dotes de organización no podían faltar en
una película en la que todo se planea al milímetro, Rihanna se sale en un papel
de hacker caribeña que le viene como anillo al dedo, y Anne Hathaway encarna el
alter ego de la película en la que yo la conocí, El diablo viste de Prada. Anne es la mala malísima a la que hay que
robar, la actriz pagada de sí misma que se comporta como si salvara vidas. Todas
tienen un papel diferente y sin embargo esencial en la película, y todas sus
interpretaciones se complementan a la perfección, como sólo podía ocurrir en una
película que trate de un robo de un objeto tan importante como de uno de los
collares de diamantes más caros del mundo.
Lo mejor: los
hombres no están, ni se les esperan. Son poco más que figurantes.
Lo peor: los
cameos de famosos, entre los que no faltaba ESA familia (leí que Zayn salía en
la película, y chico, yo no le vi la cara. Eso sí, a la Kim Kardashian, bien que
me la metieron entre pecho y espalda sin yo pedirlo).
La molécula
efervescente: los robos de Debbie nada más salir de prisión. Realmente le
viene en la sangre a esta chica. Mientras redactaba esta reseña, pensaba en
hablar del momento del hotel, pero cuando está en la tienda robando maquillaje
tampoco se queda corta, así que me quedo con el hecho de que, muchas veces,
para ser un ladrón de guante blanco basta con tener más cara que espalda.
Grado cósmico: Estrella
galáctica {4.5/5}.
¿Y tú? ¿Ya has visto Ocean’s
8? De ser así, ¡no dudes en dejarme tu opinión en los comentarios! ❤