¡Hola! Ha pasado mucho tiempo, pero creo que aún recuerdo
cómo iba esto. Se supone que ahora tengo que decir qué libro acabo de leer,
pero la realidad es que he tardado en animarme a escribir esta entrada varios
meses, así que corramos un tupido velo sobre ello y hablemos de:
¡Fuego y Sangre!
Fuego y sangre es una de las muchas
historias “complementarias”, por así decirlo, a Canción de hielo y fuego, la saga literaria creada por George RR.
Martin que dio lugar a una de mis series preferidas (al menos, hasta la sexta
temporada), Juego de Tronos. Sin
embargo, Fuego y sangre se inicia
mucho antes de los acontecimientos que ponen en marcha la serie; concretamente,
la novela se centra en la historia de los Targaryen, tomando como punto de
partida la marcha de los Targaryen de la Antigua Vayria y su llegada, y
posterior conquista, de Poniente. En Fuego
y sangre, Martin nos da un cuadro más o menos detallado de la historia de
los Siete Reinos gobernados por los Targaryen, cosa que sólo se mencionaba muy
de pasada tanto en JdT como ASOIAF. El libro, que imita a un volumen de los que
manejan los maestres contando la historia de diferentes personajes o guerras,
visita la vida y reinado de todos los Targaryen, ocuparan el trono de hierro o
no.
Fuego y sangre se
trata de un libro que yo no sabía que necesitaba,
pero sí quería, desde el momento
en el que una jovencísima Emilia Clarke interpretando a una casi desconocida
Daenerys se sumergía en un baño de agua caliente (casi hirviendo), sin
inmutarse. Desde esa misma escena, antes de leer los libros publicados, supe
que ella sería mi personaje favorito de la serie, y su casa, a la que me
gustaría pertenecer (incesto aparte, por favor). Pero incluso habiendo visto a
sus pequeños dragones anclados en su cuerpo y lanzando un rugido al aire en la
serie, o habiendo leído las últimas palabras del primer tomo de la saga que
hacían referencia a esa misma música, “la canción de los dragones”, nunca pensé
que una historia como ésta podría atraparme tanto, incluso estando contada como
lo está. Es decir, vale, sí, empecé a ver Juego
de Tronos básicamente por el tema de los dragones (y me desesperó descubrir
lo poco que aparecían en lo que se había emitido de la serie cuando empecé a
verla, allá por 2013/2014), pero con Fuego
y sangre el lector descubre que los Targaryen no se limitan a ser “sólo” la
casa que doblegaba a esas bestias, aunque sí que es verdad que, en cierto
sentido, los dragones definían a los Targaryen de la misma forma que los Targaryen
definían a los dragones.
El libro es a su vez una primera parte de la monografía
de la casa Targaryen que Martin narra poniéndose en la piel de un maestre que
se está ocupando de recopilar la información más relevante de esta familia, con
lo que la historia completa, por desgracia, aún no la conocemos. Sin embargo,
el autor va visitando los inicios de la dinastía y también de los Siete Reinos
de una forma que te hace verte inmerso en el universo que ha creado en su
cabeza como si se tratara de una casa real europea desaparecida hace unos cientos
de años. El libro está perfectamente construido, con narraciones que recuerdan
a un libro de historia pero que, personalmente, no me han aburrido en absoluto
(aunque puede ser también por mi interés en la familia de Dany, también creo
que si alguien no está medio fascinado por los Targaryen directamente ni
empezaría el libro), aunque sí que hay determinados puntos en que es complicado
seguir la lectura. Como se trata de una novela que abarca cientos de años y que
pasa muy por encima de las intrigas de la corte que inclinan la balanza de la
historia a un lado u a otro, Fuego y
sangre es un continuo baile de personajes que termina siendo literalmente
imposible de seguir. Por eso, llegó un punto en que terminé metiendo la quinta
y leí quedándome sólo con los personajes más importantes (en su mayoría
Targaryen, aunque también hay unas cuantas casas grandes que cobran
protagonismo). De esta forma, me da la sensación de que me he perdido una parte
bastante importante de la obra en la que el factor sorpresa del comportamiento
de algunos personajes al que tan acostumbrados nos tiene Martin y tanto
valoramos de él, termina perdiéndose en detrimento de la trama.
Sin embargo, esa pega no me impidió empatizar con muchos
personajes (en su mayoría, reinas) que literalmente consiguieron que sus
desgracias se me clavaran en el corazón, o sus triunfos me alegraran un poco el
día. Mención especial se merece Alysanne Targaryen, una de las reinas más
longevas que tuvo Poniente, y de las más queridas por sus habitantes, que dio a
luz a casi tantos hijos como terminó enterrando, y cuya tristeza al final de su
vida hizo que yo misma me hundiera en un pozo del que me costó mucho salir.
Además, está el tema de que los protagonistas no son sólo
humanos: es cierto que nuestra especie es la que más tira por la trama, pero en
cuestión de guerras y las situaciones más épicas, los dragones toman el relevo
y son los encargados de hacer que te enganches al libro y no puedas parar de
leerlo. Al mismo tiempo que reclamo para mí, también fueron la razón de que yo
siguiera con tantas ganas la lectura; puede que, llegado un punto de la
historia, no aparecieran mucho, pero siempre lo hacían en un momento en que yo empezaba
a pensar “bueno, por hoy ya está bien”, y que me obligaba a seguir unos
minutitos más. Saber que hubo una época en la que el cielo no sólo lo
gobernaban los tres dragones de Daenerys, sino muchísimos otros con sus propias
historias, ha hecho que le tome un cariño aún mayor a todo lo que rodea a Canción de hielo y fuego, y que me dé
aún más rabia, visto en retrospectiva, el final que le dieron a Juego de Tronos.
A esta manera de escribir un libro de historia que ha
conseguido capturarme como no lo hicieron los de mi instituto (y eso que
historia era mi asignatura preferida), que hace que Martin merezca que nos
quitemos el sombrero ante él, tenemos que añadirle que el libro viene
acompañado de varias decenas de ilustraciones, en su mayoría a toda página, de
los sucesos más épicos que están ocurriendo en la historia. Desde un dibujo del
trono de hierro tal y como lo imaginó el autor en su cabeza (bastante más
imponente que el de la serie, he de decir) a un retrato de Jaehaerys y Alysanne
el día de su encamamiento, pasando por una lucha a muerte en los cielos de tres
dragones o la entrada triunfal de Aegon el Conquistador a lomos de Balerion, el
Terror Negro, en Desembarco del Rey, el dibujante Dough Wheatley hace un
trabajo espléndido y muy merecedor de compartir formato con alguien de la talla
de George RR. Martin.
Si tuviera que sacarle una pega al libro sería, quizá, el
hecho de que no tenga un índice con los cortesanos más importantes de cada rey,
como sí ocurre con los miembros de cada casa en Canción de hielo y fuego. Aunque al final de la obra hay un anexo
en el que te ponen la cronología de reyes Targaryen y un árbol genealógico (muy
complicado de leer; ni habiendo acabado el libro llegas a entenderlo), este
anexo no consigue orientarte un poco mejor en el cacao mental que es la
continua cascada de personajes que aparecen en la novela y que ya he mencionado
anteriormente.
He leído críticas en Goodreads de gente quejándose de que
Fuego y sangre es una especie de
libro de historia del instituto pero con personajes y sucesos inventados;
aunque no deja de ser verdad, me parece una crítica muy simplista. La historia
está muy cuidada, la lectura no se hace nada pesada salvo por el detalle de los
personajes, y la forma tan lógica en la que se van desarrollando los
acontecimientos no hace más que hacer que admire más y más a Martin: a fin de
cuentas, sí, es un libro de historia de instituto… pero con personajes y
sucesos inventados. Y que un solo hombre sea capaz de inventarse todo esto no
deja de asombrarme.
En resumen: si quieres un libro con el que flipar todavía
más con lo que puede hacer George RR. Martin… no sé a qué esperas para
comprarlo.
Lo mejor: la
luz que arroja sobre Poniente y su pasado y el nuevo nivel de comprensión que tienes
de lo que ocurre en Juego de tronos ahora
que tienes como referencia un marco más amplio; concretamente, de 300 años.
Lo peor: la
ingente cantidad de personajes que hacen que muchas veces no te enteres del
todo de lo que está ocurriendo y simplemente te dejes arrastrar.
La molécula
efervescente: «La oración no puede detener la ira, no más que las lágrimas
pueden socavar las llamaradas de los dragones.»
Grado cósmico: Estrella
galáctica {4.5/5}.
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