¡Hola, delicia! Recupero esta sección del blog unas
semanas demasiado tarde, para hablarte de un libro que terminé de leer hace alrededor
de un mes. Se trata de:
¡Asesinato en el
Orient Express! Como seguramente sepas, Asesinato
en el Orient Express pertenece a la serie de libros protagonizada por
Hercules Poirot escritos por Agatha Christie, madre de las novelas de
detectives. En él, el protagonista se ve envuelto en la investigación de un
asesinato ocurrido en medio de las montañas, en plena ventisca de nieve, con un
asesino que parece haberse esfumado… como seguramente ya sepas, y es que no son
pocas las veces que esta historia sale mencionada en las clases de literatura,
o incluso que se ha llevado al cine.
Debo decir que descubrí la historia con la adaptación al
cine que hicieron hace poco, en la que participan, entre otros, Kenneth Branagh
como director, y Judi Dench, Daisy Ridley, Willem Dafoe, Michelle Pfeiffer y
Penélope Cruz, película que ya he visto dos veces y que me encantó (aunque más
la segunda que la primera). Y, aun sabiendo cómo se va a resolver el misterio y
quién es el asesino, eso no ha hecho que no me enganchara al libro desde la
primera página.
La manera de narrar de Agatha es sorprendentemente
sencilla, con frases que no son nada enrevesadas, sino más bien telegráficas,
lo cual me sorprendió mucho cuando empecé a leerla. No sé por qué, siempre
asocio clásicos con frases muy poéticas, incluso los que son de prosa (sobre todo los que son de prosa, en
realidad), como si el hecho de ser relevantes viniera por ser capaz de mezclar
los géneros literarios hasta hacerlos uno. Y, aunque entiendo que es parte de
la construcción del mundo (o esa impresión da), en tanto que Poirot es más
analítico que otra cosa como todo buen detective, a una parte de mí no dejaba
de chirriarle el hecho de que las frases sean tan cortas. Tan sencillas. Tan
propias de un telegrama, sin conectarse unas con otras, separadas por los
puntos pero unidas en su mismo párrafo. En clase me habían hablado de
corrientes literarias basadas en este tipo de escritura, o más bien de novelas
que se construían de esta manera pero como seña de identidad de la obra, como
si fuera una excepción. Y ver que hay gente que puede hacer de la escritura
telegráfica su estilo estándar me choca un poco, tanto por lo que he dicho de
los clásicos recargados como por mi manera de escribir también, con frases muy
largas e interconectadas las unas con las otras con muchas conjunciones y casi
tantos puntos y coma.
Y, aun siendo sencilla y telegráfica, consigue
engancharte desde la primera página, incluso si sabes lo que va a suceder. Su manera
de entender el crimen y de ir construyéndolo poco a poco hace que te sientas al
borde de un precipicio constantemente, pero no en el mal sentido: tienes el subidón,
pero no el peligro. Poco a poco, vas descubriendo más y más pistas del
asesinato, unas buenas y otras falsas, que te hacen incluso dudar de si lo que
has visto en el cine es una adaptación libre o se ciñeron mucho al libro como
guión (tranquilidad, ¡no voy a decir nada a ese respecto!☺). Sinceramente, cogí
el libro más por descubrir a la autora que a la historia, pero me encontré con
que había otra forma de contar los mismos hechos que podía atraerme igual que
la película, lo cual es de agradecer.
Sin embargo, sí que es cierto que incluso teniendo la
base de la película, la abundancia de personajes y las someras explicaciones
que se dan de cada uno no son suficientes, y te encuentras en una suerte de
baile de máscaras donde apenas consigues conocer a un par de personas, y situar
a otro puñado justo antes de que se termine la novela. En historias como Juego de Tronos, de gran extensión, es
mucho más asequible para el lector que haya muchos personajes, e incluso lógico;
pero en una historia que no supera las 250 páginas no termina de ser un
obstáculo que te lo pone todo muy difícil (de lo que me estoy dando cuenta
leyendo Muerte en el Nilo, del que no
tengo ningún tipo de referencia). Me da la impresión de que los personajes juegan
un papel muy importante en el hecho de que la novela te sorprenda: son tantos
que desistes de intentar hacer teorías porque ya no recuerdas la relación que X
tenía con el muerto, o en qué momento se encontraba cuando supuestamente
ocurrió el asesinato. En ese sentido, la adaptación del cine te hace mucho más
partícipe de todo, por razones obvias, y teniendo en cuenta la música consigue que te
involucres más en la historia en el sentido de elucubrar por tu cuenta. Y no
hablemos del final, que como dije en Goodreads, te dejaba un poco a medias.
Con todo, a pesar de que el final no fue santo de mi
devoción y de la maraña de personajes, creo que la historia no tiene nada que
envidiarle a su versión cinematográfica. A pesar de ser la misma historia, son
diferentes en diversos aspectos, y donde una falla, brilla la otra, con lo que se
complementan a la perfección. Y, ya hablando de Agatha como escritora y no como
autora de esta historia en particular, reitero que me ha sorprendido muchísimo,
tanto por su forma de ir desarrollando la historia, como por la manera de
contarla. Creí que sería más del tipo Conan Doyle con Sherlock Holmes, pero me
resulta más analítica, con mucha menos pompa, más directa.
Lo mejor: la
forma en que todas las piezas encajan al final de la historia.
Lo peor: aparecen
tantos personajes en tan poco tiempo que no terminas de situarlos a todos antes
de terminar el libro; hacerse un esquema es altamente recomendable.
La molécula
efervescente: «-¿No cree usted, monsieur Poirot, que da usted demasiada importancia
a lo que no la tiene?
Poirot
extendió las manos en gesto de disculpa.
-Es
quizás una falta peculiar de los detectives. Nosotros queremos que la conducta
sea siempre consecuente. No consentimos los cambios de humor.»
Grado cósmico: Estrella
{4/5}.
¿Y
tú? ¿Has leído la historia? No dudes en dejarme un comentario contándome tus
impresiones ᵔᵕᵔ.
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