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Cuando terminó de hacer trizas mi alma, Sabrae se
incorporó con una sonrisita de suficiencia que poco tenía que ver con su
actitud cuando estábamos con gente. Pasándose un dedo por la comisura del labio
tremendamente despacio, como si estuviera aplicándose bálsamo labial o
corrigiendo la dirección que había tomado al aplicarse carmín en lugar de
retirando los restos de semen que había dejado en su boca, parpadeó tan
despacio que, por un momento, pensé que tendría que pedirle que volviera a
ponerse de rodillas.
Francamente
y viendo el curso de acontecimientos, me sorprendió que no hubiera saltado
sobre mí nada más verme en la puerta de su casa, llevando su paquete recién
comprado como el gran profesional que era. No es por presumir, pero llevaba el
suficiente tiempo con Sabrae como para saber el tiempo que nos quedaba antes de
que uno de los dos se corriera, y en cuanto vi su expresión al abrir la puerta,
no sólo supe que antes de acostarnos compartiríamos un orgasmo, sino que todas
las papeletas para disfrutarlo las tenía yo.
Me
había costado Dios y ayuda contenerme en el baño para no hacerle caso omiso
cuando, después de arrodillarme frente a ella, hundió los dedos en mi pelo y,
jadeando, con todo su cuerpo suplicándome que me la follara, me pidió que
parara. Como soy un caballero, y sobre todo porque sabía lo mucho que se
comería la cabeza cuando empezáramos a hacerlo, simplemente le di un
mordisquito en el muslo y le dije que de acuerdo, sin problema, antes de
incorporarme de nuevo y empujarla lentamente hacia la ducha, donde yo sabía que
no dejaríamos de besarnos. Lo que no me esperaba era que lo hiciéramos de
aquella manera, acariciándonos como si hiciera dos milenios que no nos
teníamos, jadeando con cada beso como si fuera un empellón en su interior, con
los nervios a flor de piel.
No es
que la tensión sexual entre nosotros estuviera bajo mínimos, ni mucho menos: no
sabía cómo, pero siempre nos las apañábamos para morirnos de las ganas en
cuanto nos veíamos a pesar de que nuestra ratio de polvos no tendría nada que
envidiar a la de una prostituta muy solicitada. Créeme, el sexo con Sabrae era
peor que la heroína: cuanto más me daba, más quería yo, y más me costaba
sobrevivir al contacto sin tenerla del todo. Habíamos conseguido sobrevivir a
la semana anterior relativamente bien (si consideras “relativamente bien” a
echar uno rapidito antes de que yo me fuera por la noche, lo cual para una
persona normal estaría de puta madre, pero para nosotros era un ejercicio de
autocontrol tremendo), porque yo sabía que lo estaba pasando mal y que no
dejaría de pensar en su hermano salvo cuando estuviéramos haciéndolo. Y era
normal. Sería normal que me buscara como lo hacía, pero tenía que aprender a
manejar la ausencia de Scott de otra manera; bien sabía yo (y su hermano, ya
que estamos) que el sexo podía ser un arma de doble filo que se volvía contra
ti a la mínima de cambio, más caprichoso incluso que un gato malcriado, y no
podía dejar que se convirtiera en eso para Sabrae.
Eso
era lo que me repetía una y otra vez mientras ella me tocaba en la ducha,
mientras jadeaba y se frotaba contra mí como una gatita en celo, mientras me
lamía despacio y después me miraba a los ojos. No lo quiere, no realmente, necesita sentirse viva, y bien, y ahora
sólo se siente bien cuando… bueno, cuando está conmigo.
La prueba palpable de que
estaba desesperada era que le daba igual tener la regla.
O eso
pensaba yo. Estaba demasiado acostumbrado a verla acurrucada en el sofá,
reclamando mimos y las atenciones de una delicada especie en peligro de
extinción como para achacar su comportamiento precisamente a su período. Joder,
si me esperaban toda la vida duchas de agua fría acompañado de ella, firmaría ya mismo.
No
fue hasta que me siguió a la cocina, me empotró contra la pared y me hizo una
de las mejores mamadas de mi vida, que conseguí establecer la conexión. Sabrae
no estaba ansiosa por estar juntos por los nervios por la falta de Scott.
Estaba ansiosa de mí porque estaba cachonda perdida.
-Parece-comentó, rompiendo el silencio que se
había instalado entre los dos después de mi último gruñido, tan alto que seguro
que me habían escuchado en el sótano-, que no eres el único capaz de hacer que
alguien alcance un orgasmo en menos de tres minutos.
Su
voz era tan sensual, tan seductora, que mi cuerpo respondió en el acto. Noté
que se me ponía dura de nuevo, espabilándose en un tiempo récord que a todas
las chicas de Inglaterra les encantaba, y que a Sabrae la volvía loca, y tuve
que contenerme para no agarrarla de la cintura y devolverle el favor. Tiene la regla, me dije a mí mismo.
No es
que para mí supusiera ningún impedimento. Si supieras en qué sitios he llegado
a meter la boca… a veces me sorprende seguir teniendo dientes, o que mi lengua
no esté tetrapléjica.
Pero
para ella, era diferente.
-¿Seguro
que no has tardado más de tres minutos?-repliqué, apoyándome en la encimera con
las palmas de las manos bien abiertas, y reclinándome hacia atrás de manera
instintiva, presionando suavemente mi erección contra ella. Casualmente, le
rozaba los pechos.
Lo
único malo que tenía su estatura era que teníamos que ponernos un pelín más
creativos para hacer el 69 que con otras chicas con las que lo había hecho
antes, como por ejemplo, Chrissy o Pauline. Sin embargo, ese minúsculo detalle
no iba a impedir la miríada de ventajas que tenía que Sabrae viniera en un
formato prácticamente de bolsillo.
Lo
bueno se da en pequeñas dosis, ¿no?
Sabrae
se echó a reír, me puso una mano en la muñeca y me acarició el dorso de la mano
con los dedos.
-¿No
has estado pendiente del reloj? Creía que mis mamadas tenían aún margen de
mejora-ronroneó, inclinándose hacia mí. Tragué saliva, sintiendo la presión de
sus pechos en la parte de mí que más la deseaba. Tenéis que ir a ver a Scott conseguir un millón de groupies esta noche,
fue lo único que pude pensar para no agarrarla de las caderas, sentarla
sobre la encimera y hacer que empapara esos pantalones estampados con su dulce
éter.
-La
verdad es que había otro movimiento horario que me tenía un poquito ocupado.
Estaré más atento la próxima vez.
-¿Te
apetece repetir?-ronroneó. Le acaricié los labios con la yema del pulgar, y
Sabrae me mordisqueó la piel, lanzando una corriente eléctrica derechita hacia
mi polla.
-Si alguna
vez te digo que no… mátame. Me habrá poseído un parásito alienígena.
Sabrae
se echó a reír, se puso de puntillas para darme un beso con ese ligero regusto
a mi propio placer que tan delicioso me sabía de su boca, por todo lo que
implicaba, y deslizó la mano hasta mi paquete.
-Quizá,
si me doy prisa…-ronroneó, pero yo negué con cabeza.
-Scott
no te perdonaría que te perdieras su primera actuación por estar chupándomela.
Abrió
los ojos, sorprendida.
-¿Y
qué hay de ti?
-Ya
sabe cómo soy. Me pierden unos labios tan hábiles como los tuyos-le guiñé un
ojo y Sabrae se echó a reír. Asintió despacio con la cabeza, se toqueteó las
trenzas y me preguntó cómo estaba. Puse los ojos en blanco-. ¿Quieres mi
opinión post-mamada, o mi opinión sincera?
-Depende.
¿Me va a ofender tu opinión sincera?
Parpadeé
despacio.
-¿Cuándo
no te ofende mi opinión sincera?
-Cuando
consiste básicamente en lo fascinado que estás de que una criatura divina como
yo se haya fijado en ti.
-Sabrae.
Soy la persona que mejor folla en todo el planeta, ¿cómo coño no ibas a fijarte
en mí?
-Para
saber cómo follas, primero tendría que sentirme atraída por ti, ¿no te parece?
-Mira
esta cara, niña, y dime que no grita “silla” desde cualquier ángulo-soltó una
sonora carcajada y yo me pasé una mano por la mandíbula, esperando a que
terminara de reírse-. Pero no, ahora en serio. Yo siempre estoy prendado de ti,
nena, ya lo sabes.
-Sí,
por eso no puede ofenderme tu opinión sincera.
-Creo
que estás muy follable ahora mismo-confesé.
Sabrae
sopló sobre un mechón de pelo que le caía sobre la frente.
-Ajá,
vale, eso definitivamente es una novedad. Por curiosidad, ¿cuál es la opinión
post-mamada?
-Igual,
pero gruñida en ese tono sexy que tanto te gusta.
-¿La
voz de recién levantado?-inquirió con ojos de cachorrito abandonado, poniéndose
de puntillas.
-Creía
que la llamábamos la voz de “me voy a correr en tu boca, Sabrae”.
-Es
dependiendo-jugueteó con nuestros dedos entrelazados-. Entonces, ¿es así? Ni se
te ocurra usarla-me amenazó, muy seria, viendo la sonrisa que se extendió por
mi rostro.
-¿O
qué?
-O
duermes en el sofá.
-Estoy
seguro de que eso le encantaría a Zayn.
-Seguro
que más que pescarnos haciéndolo a las cuatro de la mañana porque yo no
soportaba estar bajo el mismo techo que tú, con toda la cama para mí sola.
-¡Sabrae!-me
eché a reír, y ella sonrió-. La verdad es que sí que es una cama muy grande
para ti sola.
-Vamos,
venga. Como sigamos de cháchara, nos perderemos el resto del programa.
-Pero,
¡si eres tú la que me está distrayendo todo el rato! Primero la mamada, ahora
lo del polvo nocturno… que, por cierto, me tomo como una promesa, y no como una
vacilada…
-Vaaaaamoooos-instó,
tirando de mí hacia la salida de la cocina-. Y ni una palabra a los demás.
Tampoco
es que hiciera falta contarles con pelos y señales por qué habíamos tardado
tanto. A no ser que hubieran montado una orgía en el tiempo que habíamos estado
fuera (cosa que dudaba, porque Bey era muy responsable cuando había niños
delante; mi hermana, una mojigata, y las amigas de Sabrae, unas estiradas),
seguro que nuestra ausencia les había cundido lo suficiente como para sospechar
que no nos habíamos puesto a discutir sobre el régimen sociopolítico de
Eslovenia, precisamente.
Y no
es que Sabrae se esforzara mucho en hacer que mantuviera la boca cerrada. Por
la forma en que estaba agitando las caderas, había disfrutado de lo lindo.
Sería injusto y mentira decir que había disfrutado tanto como yo, dado el poco
tiempo de margen que había tenido para avisarla de que iba a correrme antes de
acabar en su boca (no vayas por ahí, Al…),
pero tampoco era tan estúpido como para pensar que Sabrae no se lo había pasado
genial.
Empezaba
a cogerle el mismo gusto que yo sentía a practicarle sexo oral a otra persona.
Interesante.
-Contrólate,
haz el favor-le gruñí en un tono ronco que hizo que ella se volviera, radiante
de felicidad por haber conseguido calentarme de nuevo, cuando se puso a agitar
el culo como si estuviera en un videoclip de reggaetón. Cuando yo la cogía y la
empotraba con ganas, jadeaba como una perrita apaleada e incluso hasta
lloriqueaba alguna vez porque estaba siendo muy brusco, y eso le encantaba,
pero jamás estábamos solos y no podía gritar como le apetecía, así que nos
tocaba aguantarnos a los dos. Y yo era el malo de la película.
Ella,
sin embargo, no hacía nunca nada mal. No, qué va. Sólo ponerme tan cachondo que
yo me comportaba como un puto neandertal.
Y
encima tenía una erección de caballo delante de mis amigos. Genial.
-¿Y
las cervezas?-preguntó Logan en cuanto nos vio aparecer. Max y Jordan aún
estaban demasiado cohibidos por la bronca monumental que acababa de echarles
(con toda la razón del mundo) como para intentar meterse conmigo, aunque vi de
sobra que los dos se dieron cuenta de en qué estado volvía yo de la cocina.
-¿Qué
cervezas?-repliqué yo, dejando que Sabrae me soltara la mano y trotara hasta
sentarse al lado de sus amigas. Rápidamente la rodearon como las moscas a la
miel, pero no protesté. Sabía que ellas eran tan importantes para su felicidad
como yo, y que realmente mis amigos y yo éramos los acoplados. Si a mí no se me
hubiera ocurrido preguntarle qué planes tendría, estarían disfrutando de una
noche de chicas.
-Fuiste
a por cervezas-me recordó Tam.
-No,
fui a tirarlas.
-Has
dicho “bueno, las cervezas”, y te has levantado y os habéis ido-constató
Karlie.
-¿Qué
es esto? ¿La policía del vocabulario? ¿Llamo a Sherezade para que me defienda,
o será mejor Zayn, que es profesor de Lengua?
-Papá
es profesor de Literatura, no de Lengua-me corrigió Shasha.
-Guapa,
tu padre da clases de Lengua también.
-Sí,
pero es doctor en Literatura.
Me cago en Dios…
-Vale. ¿Alguien más tiene
algo que decirme, o puedo sentarme ya y acomodarme con todos los puñales que
tengo en la espalda?
-Estás
guapísimo con ese pijama, Al-me piropeó Duna.
-Menos
mal que alguien en esta casa me quiere.
-Yo
te quiero-me dijo Jordan.
-Porque
pagamos a medias los videojuegos.
-Ésa
es una de las razones.
-Entonces,
¿no hay cervezas?
-Tío,
nuestros amigos, el puñetero Tommy Tomlinson y el puñetero Scott Malik van a
salir en la tele, ¿es que quieres estar borracho viéndolos?
-Una
fiesta no es una fiesta si no hay alcohol.
-Sí,
Al. Además, ¿es que tú no vas a beber cuando vayas a Barcelona a ver a The
Weeknd?-inquirió Max, y yo me lo quedé mirando.
-Claro
que sí. Pero eso es distinto. Escuchar a The Weeknd sobrio es casi un delito.
Joder, tío, si canta sobre consumir cocaína. Ir borracho a sus conciertos no es
suficiente.
-No
vas a ir borracho a ver a The Weeknd-me advirtió Sabrae.
-¿Ah,
no? ¿Y cómo me lo vas a impedir?
-Cerrando
las piernas-contestó con tono de listilla. Y yo no pude frenarme. Alcé las
cejas y espeté:
-No
sería la primera vez que te la meto cuando tienes los tobillos bien juntitos.
Se
hizo un silencio sepulcral en el que pude escuchar la respiración de Bey a mi
lado. Mi corazón martilleaba a toda velocidad en mis oídos. Mis amigos abrieron
la boca para corearme su frase preferida: “cierra la boca, Alec”, pero Sabrae
se les adelantó.
-No-consintió-,
ni tampoco la última.
Me
guiñó un ojo y vi cómo esbozaba esa sonrisa que en su hermano tenía nombre, que
en mí también tenía nombre, pero que en ella… en ella aún no estaba patentada.
Seguramente, ni siquiera supiera que era capaz de hacerla. Además, ¿qué nombre
podíamos ponerle a una sonrisa que literalmente podía robarte el alma? Scott
era capaz de hacer que cualquier chica cayera rendida a sus pies con su sonrisa
de Seductor™, yo podía hacer que se le cayeran las bragas a cualquier chica con
mi sonrisa de Fuckboy®, pero… ¿Sabrae? Sabrae había hecho algo que tenía
muchísimo más mérito: había cogido un rey de la noche, el príncipe de los
polvos, un dios del sexo sin ataduras, y lo había convertido en un fiel
cachorrito, el firme defensor del intenso poder del amor y la prueba viviente
de que la monogamia era un estado natural cuando encontrabas a la persona
adecuada.
¿Qué
nombre podríamos darle? Estaba claro que mi nombre no se aplicaba a ella, pues
no había dos personas más opuestas en sus pasados que nosotros. Y, francamente,
simplemente cambiarle el género a la de
Scott me sabía a poco.
Sonrisa
de Diosa©, quizá. Tenía que darle unas vueltas, aunque era bastante acertado.
Sólo una diosa podría hacer esos cambios sin despeinarse siquiera.
El
aire entre nosotros vibró un momento, como cargado de la tensión sexual que
crecía entre los dos. No faltaba nada para que nos fuéramos a Barcelona, y los
dos sabíamos bien que nos pasaríamos haciendo turismo el mismo tiempo que
teniendo sexo, disfrutando por fin de un fin de semana en un lugar en el que
podíamos hacer todo el ruido que quisiéramos, donde nadie nos conocía, y
podíamos dejar volar nuestra imaginación.
Y,
para que conste en acta, tenía pensado recorrerme la ciudad de arriba abajo,
sin dejar ningún hueco sin conocer, peinándola como el mejor de los sabuesos.
Así que, si íbamos a hacer tanto turismo como polvos íbamos a echar… echa
cálculos tú mismo.
Mis
amigos empezaron a reírse por lo bajo, dándome codazos y compartiendo conmigo
gestos cómplices y felicitaciones, como si no supieran de lo que era capaz con
las mujeres. Me di cuenta de lo rápido que habían cambiado las tornas: con un
puñado de palabras de Sabrae y un solo gesto suyo, habían pasado de ir a recriminarme a felicitarme por
las cosas que era capaz de hacer. Definitivamente, era una diosa.
Tampoco
se me escapó el detalle de que sus amigas hicieron piña en torno a ella,
cuchicheando a toda velocidad, seguramente pidiéndole detalles. Vaya, vaya. Así
que yo no era lo suficientemente bueno para ella (en lo cual estábamos de
acuerdo, pero… seguía escociendo un poco que me lo dijera alguien que estuviera
fuera de mi cabeza), pero sí lo suficientemente interesante como para querer
detalles de lo que le hacía inmediatamente, sin poder esperar a estar a solas.
Shasha
y Mimi contemplaban la escena en absoluto silencio, no sé si porque les daba
vergüenza preguntar o porque no querían llamar la atención de nadie y seguir
aprendiendo con las conversaciones de los demás. Sospechaba que mi hermana
estaba intentando no escuchar, pero Shasha… Shasha daba la impresión de tener
un gran interés en descifrar los susurros de su hermana y sus amigas.
Las
conversaciones se acallaron de repente cuando el logo del programa, junto con
su sintonía, apareció en la pantalla.
Fue rápidamente sustituido por la radiante sonrisa del presentador, que tenía
las manos unidas frente a su pecho, esperando a que le devolvieran la conexión.
-Ya
estamos de vuelta en rigurosísimo directo aquí, en The Talented Generation. Nos
queda la última ronda de actuaciones antes de que abramos líneas para que desde
casa podáis votar, pero me cuentan que las redes ya están echando humo gracias
a nuestros increíbles concursantes, ¿no es así, June?-preguntó, mirando a la
mesa de los jueces, en cuya esquina había una chica de apenas unos pocos años
más que yo manejando varios aparatos electrónicos a la vez: un ordenador, un
iPad, y varios teléfonos móviles que tenía repartidos por la superficie de una
mesita un poco más pequeña que la de los jueces, lo bastante baja como para que
los dos teclados que tenía colocados frente a ella le quedaran a la cómoda
altura de los dedos.
La
chica asintió con la cabeza, regalándole al presentador una sonrisa igual de
radiante, flamígera igual que el tono sonrosado de su pelo cuyos rizos
enraizaban en torno a una bandana de color blanco.
-Sí,
Robert, la verdad es que la dirección ha hecho bien en restringir el tiempo de
voto para los favoritos de la audiencia al final de la gala, ¡de lo contrario,
los últimos serían los primeros en irse!-se echó a reír acompañada del
presentador-. Tenemos a Emma, de Canterbury, por ejemplo, que dice que estaría
más que dispuesta a honrar el nombre de los chicos de Thr3some…-empezó a leer
tweets, publicaciones en Instagram y en Tumblr con una sonrisa en los labios, como si fuera el mejor
trabajo del mundo.
-La
chica tiene estilo para hacer eso-comentó Karlie-. Lo está volviendo
interesante, y todo.
-¿A
quién coño se le ocurrió poner a una lectora de redes sociales?-se quejó Max-.
Menudo despilfarro de pasta. No se me ocurre peor curro que ése.
-A mí
sí-sonreí-. Puede que el año que viene, eche el currículum. Oye, Shash, ¿me
darías unas clases de programación?
-Claro-sonrió
Shasha-. Aunque tampoco es que necesites saber mucho de ordenadores-se encogió
de hombros-. Será la hija de alguien.
-Pues
a mí me parece un gran truco de márketing. Si tienes a alguien leyendo las
opiniones de la gente por ti, no te metes en las redes sociales y dejas de
hacerle caso al programa. Y también incitas a la audiencia a que hable sobre
ello en redes para conseguir la ocasión de que su nombre salga mencionado en la
tele-comentó Jordan.
-Jordan,
el empresario-le pinché, y Jordan me hizo un corte de manga.
-¿No
sería más efectivo poner un cartelito y ya está?-preguntó Amoke-. Así te ve
todo el mundo. Tu cuenta tendría más publicidad.
-¿Qué
publicidad necesitas tú? Estás etiquetada en más de la mitad de mis
fotos-respondió Sabrae.
-Me
gusta tener mi propio momento para brillar.
-Sh-siseó
Mimi, inclinándose hacia la pantalla mientras el presentador daba paso a uno de
los últimos concursantes que quedaban. Una tal Taraji, una chica negra de pelo
afro, oscuro como la noche, que se comió el escenario cantando un versión de Sorry not sorry de Demi Lovato que Eleanor
se había pasado cantando la semana antes de irse al programa.
Todos
nos quedamos sin habla viéndola comerse el escenario, hacer las notas altas
como si fuera una profesional. Logan parpadeó.
-Los
chicos lo van a tener muy jodido.
Lo
fulminé con la mirada.
-Pon
más respeto en el nombre de Scott. Puede que esta tía sea cojonuda, pero no hay
persona que cante mejor que él.
-¿A
alguien le importa que se la chupe otra vez?-preguntó Sabrae.
-Por
Bey, no te cortes-pinchó Tam.
-Menos
mal que Eleanor no es ninguna persona-respondió Mimi pagada de sí misma,
cruzando las piernas y mordisqueando un ladrillo de gominola. La fulminé con la
mirada.
Taraji
se colocó en el centro del escenario, aún jadeante. Se inclinó para agradecer
la ovación de pie que le ofrecían tanto el público como sus compañeros, y
esperó pacientemente a que los jueces (bueno, juezas; el hombre que había
sentado a la mesa estaba ahí por ser el dueño del programa, no por su
importancia en el mundo de la música) y asintió con la cabeza mientras ellas
hablaban.
-Ha
estado genial, ¿qué coño dicen de errores?-protestó Karlie.
-Se
ha salido de tono en un par de ocasiones-contestó Sabrae, torciendo la boca.
-Nadie
se ha dado cuenta.
-Yo
sí. Y Jesy, también-mi chica se encogió de hombros-. Jesy es la más exigente,
dicen. Les dio caña a Scott y los demás.
-¿Te
esperabas otra cosa? Quiero decir… Scott es igual que papá-dijo Shasha.
-¿Y
eso qué más da?-quiso saber Logan.
-Madre
mía, no puedo creer que seáis amigos del hijo mayor del rey de la música en
Inglaterra y no sepáis su historia-Taïssa se frotó la cara-. Hace como un
millón de años, Perrie y Zayn estuvieron comprometidos-nos recordó-. Y Jesy y
Perrie son íntimas amigas, así que cuando lo dejaron y Perrie lo pasó fatal,
Jesy le cogió un asco a Zayn increíble.
-Yo
también le cogería asco a Zayn si dejara a mi amiga en la mierda-meditó Karlie,
mirando a Tam.
-Yo
se lo cogería si la dejara, a secas. Imagínate tener relación con Zayn, y
después ya no.
-¿Por
eso somos amigas?-preguntó Sabrae. Taïssa le dio una palmadita en la pierna y
asintió con la cabeza.
-Por
eso te aguanto yo también-dije yo-. Me apetece que escriban una canción sobre
mí.
-Entonces,
tienes fácil adivinar cuál es en el momento en que la publique.
-¿Ah,
sí?
-Sí.
La que se llame “gilipollas”.
Todos
mis amigos se echaron a reír, yo puse los ojos en blanco y le di un toquecito
en el pie a Sabrae a modo de advertencia, pero ella me sacó la lengua y todo
quedó en nada.
Nos
quedamos callados cuando Robert Loyal presentó a Eleanor, que caminó con
tranquilidad hacia el centro del escenario mientras él cantaba las alabanzas de
la que consideraban una de las promesas de la presente edición, con voz dulce
como su padre pero potente como la de su madre. Pudo demostrar lo que podía
hacer cantando una versión de Sweet
Talker, de Jessie J, que hizo que todo el mundo se pusiera en pie. Eleanor
sonrió al terminar, se inclinó ligeramente, retrocediendo un pie para hacer la
reverencia propia de una princesa, y esperó a que los aplausos terminaran para
que las juezas le dieran sus valoraciones.
Sabrae
se lamía con rabia los dedos, escuchando a Lady Gaga, la mentora de Eleanor,
comentando con ella detalles técnicos en los que nadie más que ellas dos se
habían fijado. Parecía ansiosa por limpiarse las manos.
-Has
conseguido imitar muy bien el vibratto de
la voz de Jesy, algo que es complicadísimo de hacer, y más en alguien tan joven
como tú. Nos había dado muchos problemas en los ensayos, quiero que la gente en
casa lo sepa-Gaga miró a la cámara-, e incluso le sugerí a Eleanor que
modificáramos un poco la canción para adaptarse más a su voz, pero ella
insistió en que quería intentarlo.
-Prefería
hacerlo mal intentándolo que esquivarlo como si fuera una bala-confesó
Eleanor-. Jessie tiene una voz preciosa.
-Sí
que la tiene-coincidió Gaga.
-Y
potente, como un deportivo-añadió Jesy-. Te has arriesgado muchísimo con la
elección de la canción, y creo que te ha salido bien porque has conseguido
meterte al público en el bolsillo. Puede que Jessie no tuviera mucha proyección
internacional…
-¿Disculpa?
Cantamos juntas-le recordó Nicki, la otra componente del jurado-. Junto con
Ariana, nada más y nada menos. No es una desconocida fuera de vuestras
fronteras, precisamente.
-Me
refiero a que Jessie no ha tenido el éxito que han tenido otros artistas
ingleses en el extranjero. Es complicado salir de nuestras fronteras según
quién seas-comentó, y me dio la sensación de que lo decía por su banda, que no
había terminado de cuajar fuera como lo había hecho la del padre de Eleanor-,
pero, a la vez, se agradece que no hayas querido tirar por lo seguro y buscar
un artista con la que estés más cómoda, más reconocido internacionalmente, como
por ejemplo, la misma Ariana Grande. Me han dicho que es de tus cantantes
preferidas, ¿no es así?
-Sí,
pero me gustaría guardármela para un poco más avanzada la gala. Quiero
decir…-Eleanor se aclaró la garganta-. No es que Jessie no tenga
complicaciones, por supuesto. Pero Ariana me parece muy compleja.
-Lo
es-coincidió Nicki.
-Y me
gustaría tener un poco más dominado todo esto antes de atreverme con algo de
ella.
-Tenéis
las voces bastante parecidas.
-Sí,
lo sé, me lo han dicho en alguna ocasión, y creo que ésa es una de las razones
por las que me gusta tanto. Aparte de, por supuesto, porque es una artistaza de
los pies a la cabeza. Y precisamente por lo muchísimo que me gusta, no quiero
estropearlo apresurándome a cantar algo suyo. Me gustaría que fuera especial
cuando lo hiciera, tener un poco más de control, asegurarme que lo haré bien.
-Eleanor,
cariño, si sigues por este camino, ya tienes asegurado que lo harás bien-sonrió
Gaga, y Eleanor sonrió.
-Gracias,
Gaga-susurró en tono suave, comedido en su entusiasmo.
-Lo
ha hecho genial, ¿no creéis?-preguntó Mimi-. No sé por qué está tan nerviosa.
-Porque
Jesy le ha recordado que con ser genial a veces no basta, siendo mujer. Ella no
es la única hija de alguien de One Direction que está en esta edición. Ni
siquiera cuenta con esa ventaja-meditó Sabrae, frotándose las manos con furia.
-Vale,
Saab, calma-rió Amoke-. Estoy segura de que a Eleanor le irá genial
independientemente de que se enfrente a los demás. No hace falta que te
enfades.
-Es
que soy estúpida, y no me he dado cuenta de que estaba comiendo compulsivamente
gominolas hasta que me he notado las manos pegajosas. No puedo ir a lavármelas
ahora, seguramente me pierda la salida de Scott. ¿Tiene alguno un pañuelo? Me
están matando las trenzas.
-Ven
aquí, mi reina-insté yo, abriendo las piernas. Sabrae parpadeó, se incorporó, salvó de un par de pasos la distancia que nos
separaba, y se sentó en el suelo entre mis piernas. Mientras Bey alcanzaba en
su mochila un paquete de pañuelos, yo le deshice las trenzas con mucho cuidado.
Con
Eleanor escuchando los comentarios de las juezas de fondo, me afané en
deshacerle los nudos del pelo antes de recogérselo todo en un moño no demasiado
tirante, para que no le hiciera daño. Tenía la puñetera costumbre de hacerse
los recogidos muy apretados, tanto que incluso se generaba migrañas, pero yo no
iba a quejarme jamás de que me pidiera que le cepillara el pelo. Desde que lo
habíamos hecho en la habitación del hotel, le había cogido el gusto, no sólo
por lo suave que lo tenía, sino porque compartíamos un momento tranquilo e
íntimo en el que lo único que se escuchaba era el sonido de las cerdas de su
cepillo entrelazándose con sus mechones. Además, le relajaba que la peinara, y
yo no iba a privarle de ese pequeño momento de cuidados. Sabrae había hecho
tanto por mí que ni viviendo mil vidas sería capaz de compensárselo, aunque
cuidar de su melena era una buena manera de tratar de equilibrar la balanza.
Muy
despacio, le masajeé el cuero cabelludo mientras Eleanor se iba a sentar en el
sofá con el resto de concursantes, los ojos de nuestros amigos puestos en
nosotros dos. A veces me sorprendía a mí mismo siendo capaz de comportarme como
el Alec de Sabrae cuando estábamos en público, como si mi versión de pareja
fuera algo que tuviera que esconder. Pero más me sorprendía que mis amigos no parecieran
en absoluto descolocados, como si supieran que dentro de mí estaba oculto
aquello que Sabrae había conseguido hacer que germinara a base de cultivarlo
con mucho amor, regándolo con la tranquilidad de la lluvia y quitándole las
malas hierbas que eran mis pensamientos intrusivos, los demonios de mi cabeza.
Todos
los ojos estaban puestos en nosotros, ignorando la televisión, cuando terminé
de darle vueltas a unos cuantos mechones de su pelo para hacerle los moñitos
que en ocasiones le había visto a Amoke. Así no le caía el pelo por la cara,
pero a la vez tenía una parte libre para que se pudiera relajar.
Le di
un beso en la frente para avisarla de que ya había terminado para delicia de
absolutamente todos los presentes.
-Al,
te das cuenta de que estamos casados, ¿no?-sonrió Sabrae.
-Sí-respondí,
sonriente, como si fuera un descubrimiento recién realizado. Como si el pijama
no significara nada. Como si las noches cenando en su casa y marchándome cuando
no quedaba más remedio no significaran nada. Como si su sonrisa cada vez que me
veía y la forma en que se abrazaba a mí cuando nos despedíamos, como si se le
fuera un trocito esencial de su ser, no me lo hubieran dejado bien claro en
numerosas ocasiones.
Nunca
pensé que pudiera sentirme así. Ya me parecía exagerado cuando lo veía en las
películas que tanto le gustaban a mi hermana; me parecía un cuento que se
utilizaba para mantener a la gente distraída, demasiado ocupada buscando una
felicidad que no existía como para fijarse en los problemas del mundo que
podían resolver, y que harían tambalear el orden tal y como estaba establecido.
Pero
no. Realmente… aquellas cosas sucedían. Se podía llegar a ese estado de
felicidad absoluta. Podías estar casado sin pronunciar ningunos votos, sin tan
siquiera hincar la rodilla y pedir una mano en matrimonio, sin llevar una
alianza en el anular.
-Vale-canturreó
ella-, gracias.
Me
dio un beso en la cara interna de la rodilla y se quedó allí sentada, en el
suelo. Cualquier lugar duro pero cercano a mí era cien veces más cómodo que una
esponjosa nube, por el mero hecho de que seguíamos piel con piel.
Bueno,
más o menos. Todo lo piel con piel que se podía estar con un pijama.
Todos
en la habitación nos pusimos tiesos como palos cuando el presentador se colocó
en el centro del escenario, y con las manos unidas como si estuviera haciendo
un esfuerzo tremendo para no ponerse a aplaudir de inmediato, proclamó:
-¡Bueno,
familia! Hemos llegado a uno de los momentos más especiales del programa. ¡Nos
queda la última actuación, y luego abrimos líneas! Espero que estéis tan
ansiosos como yo por ver a los concursantes que nos hemos reservado para el
final. A juzgar por cómo han explotado las redes en cuanto se anunció su
entrada en el concurso, y por el número de seguidores que han acumulado en sus
cuentas personales y en la de la banda, tienen algo que nos resulta vagamente
familiar, ¿no creéis?
Los
jueces rieron, pillando la broma. Duna y Astrid se tumbaron en el suelo, con
las piernas dobladas, y se acodaron para ver mejor la televisión. Había visto a
Duna hacer ese gesto un millón de veces, y a Sabrae decirle que se levantara y
se alejara de la tele. Hoy, sin embargo, no hubo ni rastro de esa vena
correctora de mi chica. Estábamos demasiado ocupados esperando que Chasing the
stars aparecieran como para ponernos a educar a un par de niñas.
-¡Un
fuerte aplauso para los últimos concursantes de la noche, Chasing the
stars!-pidió el presentador, abriendo un brazo para señalar el centro del
escenario desde una pasarela cercana a la fila de asientos, a la que se había
desplazado mientras las cámaras enfocaban las reacciones enloquecidas del
público. Me sentí un poco mal por el resto de concursantes, que eran como
barquitos veleros intentando sobrevivir a un tsunami.
Las
luces se apagaron, y a mí me dio un tirón en el estómago. Era el último segundo
en que mis amigos me pertenecían sólo a mí: en el momento en que se volvieran a
encender las luces, no sólo los compartiría con Tam, Bey, Karlie, Max, Logan y
Jordan; Tommy y Scott pasarían a ser de dominio público en Inglaterra.
Los
acordes de la canción que habían elegido, Shape
of you, la misma con la que se habían presentado a las audiciones,
empezaron a sonar. Y, a la par que sonaban, cinco siluetas de colores (azul, rojo, blanco, dorado y verde) se iluminaban
latiendo al son que marcaban los instrumentos, de forma alternativa primero,
como si fueran la misma figura teletransportándose y cambiando de color a la
vez.
Entonces,
cuando empezó el sonido del rasgueo que daba pie a la voz de Ed Sheeran (aunque
aquí no la escucharíamos, claro), las siluetas se encendieron todas a la vez,
dejando que la que llevaba la voz cantante, situada en el centro y de color
blanco, destacara sobre las demás. Layla.
-The club isn’t the best place to find a
lover, so the bar is where I go-se quitó la capucha que le cubría la cara,
haciendo que su rostro fuera bañado por la luz de los focos. Sonreía como si
fuera la dueña y señora del universo, y por un momento, lo pareció-. Me and my friends-abrió el brazo
señalando a las figuras que tenía a su lado, pero tanto Diana como Tommy, a su
derecha, se quitaron también las capuchas a la par que Scott y Chad-, at the table doing shots talking fast and
then we talk slow.
-Mmm-mm-mm-asintieron los demás, moviendo
la cabeza en lateral y arrastrándose a un lado.
-No
puedo creer que estén bailando de ver…-empezó Tam, alucinada, pero todos
siseamos para que se callara.
-Come over-Layla le sonrió a la cámara,
estirando un dedo en nuestra dirección y enroscándolo para invitar a todos a
que nos uniéramos a ella, guiñándonos un ojo para terminar de hechizarnos-, and start up a conversation with just me-giró
sobre sí misma y volvió a acercarse el micrófono a la boca-, and trust me I’ll give it a chance now-un
bailarín se le acercó por detrás, rodeándola, y Layla le concedió su mano-. Take my hand, stop-le puso una mano en
el pecho y lo apartó de ella, y aún mirándole cantó-: put Van the Man on the jukebox and then we start to dance, and now I’m
singing like…
-Girl-entró Chad, pasándose
una mano por el pecho-, you know I want
your love. Your love was handmade for somebody like me, come on and follow my
lead, I might be crazy, don’t mind me.
-Say boy-intervino Diana,
pegándose a Chad y sonriéndole como si quisiera tirárselo, aunque en realidad
le producía más ternura que otra cosa-, let’s
not talk too much. Grab on my wrist-le puso la mano de él en su cintura-, and put that body on me, come on now follow
my lead. Come, come on now, follow my lead-Diana giró la cabeza, agitando
su coleta dorada en el aire como si fuera un látigo, y se afanó en el
estribillo con los demás.
-I’m in love with the shape of you, we push
and pull like a magnet do-se inclinaron hacia un lado, estirando el brazo
en dirección al público, que a estas alturas le entregaría su primogénito.
Continuaron cantando deslizándose por el escenario, y cuando llegaron a la
parte de los jadeos, los cinco dieron un taconazo el unísono y empezaron a
agitarse al ritmo de la canción.
-¡QUE
VA TOMMY!-chilló Astrid al ver que su hermano se ponía en primera fila, para
deleite de todas las chicas de plató, que se pusieron a chillar.
-One week in, we let the story begin, we’re
going out on our first date-Tommy sonrió a la cámara y yo me di cuenta en
ese momento de la suerte que había tenido de que él no quisiera participar en
la competición sexual que Scott y yo habíamos tenido hasta hacía poco, porque
nos habría barrido a los dos-. You and me
are thrifty, so go all you can eat, fill up your bang and I fill up the plate.
Scott
pasó a toda velocidad al lado de Tommy, que se retiró para dejar pasar a su
amigo.
Scott
ni siquiera necesitó abrir la boca para que los gritos se intensificaran tanto
que costara escucharlo.
-We talk for hours and hours about the sweet
and the sour, and how your family is doing okay. Leave and get in the taxi,
kiss in the backseat-se le arrimó una bailarina que le puso ambas manos en
el pecho, y Scott se la comió con los ojos como no le había visto hacer con
ninguna otra chica.
-Es
una puta estrella del rock-jadeé, y entonces me sisearon a mí.
-Tell the driver make the radio play, and I’m
singing like…
-Girl, you know I want your love-se
metió Tommy-, your love was handmade for
somebody like me, come on now, follow my lead, I might be crazy, don’t mind me.
-Say boy-replicó Layla-, let’s not talk too much, grab on my wrist
and put that body on me-Layla se pasó las manos por el cuerpo mientras
Diana tomaba el testigo y Shasha chillaba.
-¡QUÉ
REINA ERES, LAYLA!
-Come on now, follow my lead. Come, come on
now, follow my lead.
Volvieron a cantar el
estribillo dirigidos por Chad, hicieron una armonía al final, se acercaron a la
pasarela por la que se había retirado el presentador y se movieron al ritmo de
los golpes del puente “come on, be my
baby, come on”.
En cuanto empezó a sonar la
guitarra, se quedaron tiesos. “Come on,
be my baby come on”.
Dieron una patada al suelo en
el momento en que la música empezó de nuevo, y Tommy alzó la voz por encima del
coro de los demás, hasta que Scott se hizo con la última frase de la canción
después de una nota alta.
-I’m in love
with the shape of you-entonó, sonriente, mordisqueándose el piercing. Los
aplausos empezaron antes incluso de que terminara la música, se volvió a mirar
a Tommy, y los focos iluminaron todo el plató mientras nosotros nos poníamos en
pie.
-¡LO HAN HECHO DE PUTA MADRE!
-¡MENUDOS REYES!
-¡SCOTT ES UNA LEYENDA!
-¡C-T-S! ¡C-T-S! ¡C-T-S! ¡C-T-S!-coreaban Sabrae y
Taïssa, abrazadas y dando brincos en
círculos mientras Shasha cogía el teléfono y abría Twitter.
-¡HAN HECHO HISTORIA! ¡Son los mejores! ¡Van a ganar!
-¡Ha estado genial!
Robert Loyal corrió a colocarse al lado del grupo, que
acababa de hacer una reverencia y se habían pasado las manos por los hombros,
organizándose en una cadena humana en la que el centro era Layla. Tommy le
estaba diciendo algo a Scott mientras se reía, y Scott respondió soltando una
carcajada, negando con la cabeza, y tratando de escabullirse cuando Tommy le
revolvió el pelo.
-¿Quién empieza?-pidió Robert, y el hombre enclenque
de pelo cobrizo, cara alargada y ojos oscuros coronados por unas gafas se
envaró en su silla.
-Tengo que empezar yo, chicos-anunció cuando la gente
se hubo tranquilizado un poco-. Guau-alabó, dejándose caer en la silla. Diana
soltó una risa feliz, probablemente aliviada al ver que no era la única cuya
opinión era mínimamente relevante que estaba satisfecha con el trabajo que
habían hecho. Simon Asher miró a la mesa, a sus papeles, puso las manos sobre
ellos como queriendo organizarlos y repitió-. En serio, ¡guau! No tengo ni idea
de lo que acabáis de hacer; lo único que sé es que no quiero que dejéis de
hacerlo-nos pusimos a aplaudir en casa-.
Espero que sepáis que la semana que viene está asegurada para vosotros,
porque estamos en un país que tiene criterio y que no dejará que os vayáis tan
pronto.
-Estoy sorprendida por la actuación que acabáis de
hacer, chicos-admiró Nicki-, y fijaos que os dije que me había encantado la
primera, pero ésta le ha dado mil vueltas-se toqueteó las extensiones negras
que le caían de una gorra con una chapa con el logo de Batman-. Ha sido
increíble, he disfrutado muchísimo, y tengo ganas d ver lo que Jesy prepare
para vosotros para la semana que viene.
Las cámaras enfocaron a la mentora del grupo. Como Jesy
era la única en el programa que había trabajado en un grupo, era la que mejor
conocía la mecánica y la mentora por defecto cuando se presentaban grupos. Jesy
hizo una mueca a modo de sonrisa, pero algo me dijo que no estaba tan contenta
como parecían los demás.
-Yo quiero centrarme más en lo rápido que os habéis
compenetrado-comentó Gaga, toqueteando un bolígrafo y pasando los ojos por los
integrantes-. Cuando vinisteis, nos encontramos con un grupo de voces bonitas,
pero que no terminaban de casar. Si acaso, Scott y Tommy tenían más
compenetración, supongo que por vuestras circunstancias personales…-caviló.
-Ni que lo digas, reina-comentó Bey.
-La canción sonaba bien la semana pasada, pero esta
noche ha sido espectacular. Habéis demostrado que podéis convertiros en un
grupo, y que estáis en proceso de ello. He visto mucha compenetración, mucha
complicidad, y eso me ha encantado. Puede que más que la canción en sí. Se nota
mucho que os lo pasáis bien juntos, y espero poder seguir disfrutando de lo que
es teneros en un escenario durante muchos programas más.
Gaga se giró para mirar a Jesy, que esbozó una sonrisa
traviesa mientras el público proclamaba a la que acababa de hablar como su
jueza preferida.
-He de decir-añadió a regañadientes- que estoy orgullosa
de cómo habéis evolucionado de la audición a esta semana. Ha habido unos
cuantos fallos en la coreografía, y vosotros lo sabéis…-canturreó, mirándose
las manos-. Pero no mucha gente se ha dado cuenta, y eso está muy bien. Ahora,
en cuanto a las voces…-se rascó la nariz-. No estoy del todo de acuerdo con
Gaga; creo que habéis trabajado y que tenéis más compenetración que antes, de
eso no hay duda. Pero todavía os queda un largo trecho por recorrer. Tenéis
conciencia de grupo, y se nota, tanto al cantar como al bailar, pero todavía
hay algunos egos por ahí sueltos-clavó los ojos en alguien al otro lado de la
pantalla, y rápidamente la imagen cambió a Scott- que tenéis que intentar
controlar.
-Perdona, Jesy, pero, ¿qué egos?-preguntó Simon,
alzando una ceja como si eso no fuera una estrategia para generar audiencia.
-Ésta es tonta-ladró Shasha.
-Es el puto Scott Malik, por supuesto que tiene el ego del tamaño de un globo aerostático,
¡tiene derecho a ello!-protestó Jordan. Sabrae subió hasta sentarse en el hueco
en el sofá que había entre mis piernas, mordisqueándose las uñas, nerviosa.
-No voy a entrar en tu juego de señalar a
adolescentes, Simon-sonrió Jesy, pero Nicki aplaudió.
-¡Venga, Jesy, aquí hay que dar nombres, que si no, no
es divertido!
Sabrae se revolvió, mirando fijamente la pantalla de
la televisión. Comenzó a susurrar algo que yo no conseguí entender. En el plató
reinaba un silencio expectante; nadie parecía querer abrir la boca, como
temiendo que Jesy cambiara de opinión y no soltara el cotilleo más jugoso del
siglo.
-Scott-constató. Se escuchó una risa al fondo del
plató, y estaba bastante seguro que era de Zayn.
-¡Esta tía está chalada!
-¡¿Ego Scott?! ¡Si es un sol!
-¡CON MI HERMANO NO TE METAS!
Sabrae seguía mordisqueándose las uñas. Yo le toqué la
cintura intentando tranquilizarla, y ella se giró para mirarme, preocupada.
Negué despacio con la cabeza.
-Lo van a echar-decían sus ojos.
-No se va a ningún sitio-respondieron los míos. Era
demasiado importante.
-¿En qué se le nota el ego?-preguntó Tommy, dispuesto
a defender a Scott de quien fuera.
-Scott, estarás de acuerdo conmigo en que has
destacado por encima de los demás igual que lo hiciste en la otra
actuación-Scott se lo pensó un momento, pero finalmente terminó por asentir con la cabeza. ¿Destacar?
¿En serio? No era culpa de él ser el que mejor voz tenía-. La nota alta que has
hecho ha estado bien-había subido varios tonos el “I’m in love with your body” original mientras los demás hacían los
coros de “come on, be my baby, come on”,
una improvisación de última hora que había hecho que Tommy sonriera y Layla se
mordiera el labio, divertida, pensando que, si se iba a dedicar a eso todas las
semanas, ya tenían un pie en la final-…o lo estaría-sonrió la jueza-, si
fuerais escasos de puntos o estuvierais haciéndolo mal, pero creo que sabes que
ibais lo bastante sobrados como para que el cambio de tono fuera innecesario.
-Vale-baló Scott cual dócil corderito.
-Si
tienes afán de protagonismo…-espetó, y Gaga se la quedó mirando.
-¡Pero,
¿qué dice, señora?!-le gritó Logan a la tele.
-¡Le
voy a arañar la cara!-tronó Karlie.
-¿Cómo
se atreve?-jadeó Taïssa. Sabrae estaba rígida como una estatua en mi regazo.
-…
sólo dilo-constató Jesy–y podremos explotar eso; pero no os viene bien
presentaros aquí como un grupo, decir que no tenéis líder, y luego que tú
intentes destacar por encima de los demás-se reclinó sobre su asiento-. A otras
bandas les ha sucedido, y no les terminó yendo del todo bien-sonrió, irónica,
alzando una ceja. Shasha se levantó, furiosa.
-¿Acaba
de insinuar que papá…?-comenzó, y Sabrae la miró-. Voy a sacarle todo el dinero
de la cuenta bancaria. Que alguien me
traiga un ordenador-instó.
-Siéntate
y escucha. Como se pase con Scott… tenemos que impedir que él se le ponga
chulo.
-Yo
no lo hago con la intención de destacar, sólo quiero ayudar y dar el mejor
espectáculo posible-aseguró Scott, y Jesy asintió, aburrida de que no entrara
al trapo. Se miró las uñas y asintió con la cabeza.
-¿Debería
ocuparse ella del grupo, si tanto los odia?-pregunté.
-Es
la que les ha tocado, y la única con experiencia.
-Sí,
pero aun así, quizá fuera mejor que se fueran con Nicki o…
-No
pueden ir cambiando de mentor, Al. No funciona así-Sabrae suspiró-. Por lo
menos, ha sido prudente.
-Aunque-añadió
Scott, y Sabrae tragó saliva mientras Tommy lo fulminaba con la mirada en la
pantalla de televisión- no creo que haya nada malo en que haya una voz cantante
en los grupos, Jesy.
-Ahí
tiene razón-asintió Nicki-. En el rap hay acompañantes, no colaboraciones
propiamente dichas. Es bastante raro que se ponga a dos raperos por igual.
-En
el rap, pero ellos no hacen rap-respondió Jesy, encogiéndose de hombros-. No en
todas las bandas hay un integrante que destaque. Deberías saberlo-le clavó la
puñalada a Scott, y sonrió con satisfacción, sabedora de que había ganado la
batalla.
¿O
no? Por la expresión que adornaba la cara de Scott, no todo estaba perdido. Aún
no se habían repartido todas las cartas.
-Bueno,
supongo que tienes razón-Scott se encogió de hombros, fingiendo docilidad -,
aunque todos tenemos claro que Little Mix eran en realidad Perrie y sus
coristas.
Nos
quedamos en completo silencio.
-Por
lo menos, en el primer disco.
La
expresión de Jesy era la de una máscara. Si le divertía o molestaba el
comportamiento de Scott, era imposible saberlo. Me levanté.
-¿Adónde
vas?-preguntó Sabrae.
-A
cambiarle las sábanas a la cama de tu hermano, porque va a dormir en casa esta
noche.
Sin
embargo, cogí el móvil. Puede que hubiera hecho una coña para rebajar el
ambiente, pero yo sabía que Scott se estaba cavando su propia tumba, sin darse
cuenta de que ya estaba en ella. Suspiré para mis adentros. El sobrecoste que
me supondrían todos los mensajes que enviaría para salvar a mi amigo se comería
gran parte del extra que iba a hacer la semana siguiente. Adiós a mejorar la
estancia en el hotel de Barcelona con Sabrae.
- Menos
mal que corregimos ese rumbo-contestó Jesy, sonriendo con malicia-. De lo
contrario, no habríamos seguido todas juntas… puede que alguna se hubiera ido
sin dar más explicaciones que una publicación en Facebook.
Me
quedé estupefacto ante la crueldad de aquella mujer.
-Shash-susurró
Sabrae-. Acércame el móvil. Voy a destruir a esa hija de puta.
-¡Vaya!-rió
Robert Loyal, entrando de nuevo en escena-. Parece que los ánimos están un poco
caldeados. ¿Por qué no rebajamos tensión recordando los números de teléfono?
¡Abrimos líneas, familia! Ya podéis votar por vuestros preferidos; para los más
despistados, os pasamos un resumen de las actuaciones que os refrescarán la
memoria…
Los
de realización pasaron entonces un apresurado resumen de las actuaciones antes
de que un artista invitado amenizara la gala. Nos pusimos manos a la obra.
Mientras pasaban los anuncios y hacían entrevistas, nos dedicamos a votar y
pedir que votaran por el grupo como si no hubiera un mañana. En cierto sentido,
parecía que CTS estuvieran en la final ya, y todo dependiera de la buena
publicidad que les hiciéramos.
Karlie
y Tam se turnaban para enviar mensajes con el móvil de la primera, pues la
gemela se había dejado el suyo en casa. Jordan llamaba y colgaba, llamaba y
colgaba, llamaba y colgaba, mientras Max y Logan escribían mensajes a gran
velocidad.
Sabrae
se acurrucó a mi lado, y antes de que yo pudiera rodearla con los brazos y
atraerla hacia mí, Dan saltó sobre su regazo y se hizo un ovillo entre sus
piernas.
-¿Crees
que les irá bien?-preguntó el niño. Sabrae me miró.
-Pues
claro-mintió-. Lo han hecho genial, ¿no te parece?
-Sí,
pero han enfadado a Jesy.
-Ya
sabes cómo es Scott, pequeñín. Le gusta picar a la gente.
En
ese momento, Robert fue a sentarse al sofá con los concursantes, y se las apañó
para hacerse un hueco entre Diana y Tommy. Se volvió hacia la primera, le hizo
un par de preguntas sobre cómo iba a hacer para compaginar su trabajo como
modelo con su nueva faceta de cantante, y cuando Diana confesó que estaba
completamente comprometida con la música y había dejado la moda temporalmente
aparcada para poder darlo todo, se volvió hacia Tommy.
-Bueno, bueno, el gran Tommy Tomlinson. Tengo
que confesar que cuando me anunciaron que habíais pasado con el grupo, me
alegré muchísimo.
-Vaya,
muchísimas gracias, Robert. Se me hace un poco raro tenerte delante, ya sabes…
tantos días viéndote por la tele-Tommy se rió.
-Qué
va, hombre, si yo soy más de tu casa que tus zapatillas-Robert se unió a sus
risas-. Oye, me han dicho que Inglaterra tiene que echarte a ti la culpa de que
hoy estéis aquí.
-Bueno,
un poco. Verás, yo le propuse a Scott hacer lo del grupo, pero cuando él
aceptó, fuimos los dos los que fuimos convenciendo a los demás. No fue fácil.
-Oh,
así que, ¿Scott tuvo que dejarse convencer?-Robert se giró y miró a Scott, que
se encogió de hombros.
-Ya
habrás visto que tengo un carácter muy dócil. Soy fácil de liar. Nunca le he
dicho que no a una fiesta.
-Y
esta es la fiesta más impresionante en la que hemos estado-comentó Tommy.
-Esperemos
que también sea la más larga-añadió Scott.
-¡Seguro
que sí! El público os adora, sólo tenéis que entenderos un poco mejor con las
juezas.
-Son
más difíciles de conquistar.
-Dímelo
a mí-Robert hinchó los carrillos y se rió de nuevo, con esa sonrisa perfecta
que daba a entender la gran inversión
que hacía su programa en él.
-Qué
guapo-gimió Duna.
-¿Estáis
contentos con el trabajo que habéis hecho esta noche?
-Claro
que sí, están súper guapos-respondió Duna.
-Dun-dun,
ya te hemos oído. Sí, Scott está súper guapo y Robert está genial, como
siempre, pero déjanos disfrutar de…-la regañó Sabrae.
-No,
si me refería a Tommy-respondió la niña-. Con esa chaqueta de neón, sus ojos
son azulísimos. Más que los tuyos, Ash-miró a su mejor amiga, que torció la
boca un segundo, meditabunda.
-Los
míos son muy bonitos.
-Sí,
pero no tan azules como los de Tommy.
Lo
dijo balanceando los pies en el aire, delante de mí, como si yo no fuera su
amor platónico más importante. Ah, no. Por ahí no iba a pasar. Una cosa era que
Scott me quitara el protagonismo, que consiguiera levantarme a las tías tirando
de su puñetero piercing y sus ojitos de niño bueno, pero, ¿su hermana? Su
hermana era mía. Y si ni siquiera él
podía quitármela, menos lo iba a hacer Tommy.
-¿Perdona?-espeté,
y Duna se giró y me miró-. No, si al final me va a salir competencia por todos
lados-Sabrae me fulminó con la mirada, como diciendo “deja a mi hermana en
paz”, pero yo no podía dejar de protestar. Que Scott se fuera era una cosa. Que
Tommy se fuera era una cosa.
Que
se fueran los dos, me dejaran solo cuidando de sus hermanas, y Tommy me levantara
a su hermana… era algo por lo que yo no pensaba pasar.
-Me
parece fatal, Duna. Tú me decías que me querías, yo pensaba que lo nuestro iba
en serio, ¡creía que estábamos enamorados! Y ahora resulta que Tommy se va, y
pierdes el culo por él. Eres una groupie,
una mojabragas. Yo no pensé que me fueras a hacer esto a mí. Estoy
disgustadísimo, Duna-ella se rió, se levantó y vino a abrazarme-. No, basta. No
quiero tus mimos. Se acabó. Que sepas que voy a entrar en depresión. No creía
que fueras capaz de hacerme una cosa así. No sé si conseguiré despertarme
mañana por la mañana, del disgusto que me acabas de dar. Un puñal en mi pecho
dolería menos que esta traición.
-Tú
siempre serás mi preferido, Al. El más guapo y el más todo.
-No-insté,
empujándola suavemente-. No trates de seducirme. El daño ya está hecho. Me
duele el pecho y jamás me sanará. Gracias, de corazón, Duna.
-¡Jo,
Al!-rió Duna, saltando para atravesar la barrera de mis brazos y conseguir
encaramarse a mi cuello. Me dio un beso antes de que yo la rechazara.
-Basta-ordené.
-¿Y
si te hago cosquillas?
-Hay
cosas que, una vez rotas, jamás se vuelven a arreglar.
-Pero
nuestro amor es muy fuerte.
-Lo
era.
-Por
favor-ronroneó, toqueteándome la oreja. Me estremecí de pies a cabeza y la miré
de reojo.
-¿Estás
verdaderamente arrepentida?
-Sí.
-¿Cómo?
-Mucho,
mucho. Me duele el corazón.
-Así
sabes lo que se siente.
-¿Me
das un beso?
-¿Y
tú a mí?
-Claro
que sí-me plantó un sonoro beso en la mejilla y se sentó en mi pierna. Astrid frunció
el ceño.
-Yo también
quiero un sofá humano.
-Búscate
a otro. Estoy con Alec.
-¿Max?
-Ven
aquí, pequeña-Max abrió los brazos y dejó que Astrid se acomodara en ellos
mientras Dan nos fulminaba a mí y a Max con la mirada. No le gustaba no tener
éxito.
Al final,
la noche se resolvió bastante bien. Cuando anunciaron los ganadores de la gala,
no nos sorprendió ver a Chasing the stars en un puesto alto, pero el alivio no
dejó de ser importante incluso cuando teníamos esperanzas de que los salvarían.
Nos pusimos en pie de un brinco, chillando, y Sabrae se giró y me dio un pico
no como si ya fuéramos novios, sino como si lleváramos años casados, con varios
hijos (que perfectamente podían ser los niños) y nuestro equipo preferido
acabara de ganar el mundial de fútbol. Todos nuestros amigos nos miraban; las
únicas que no lo hacían eran Karlie y Tam, que se fundían aún en un cálido
abrazo, celebrando el buen trabajo en equipo que habían hecho.
-Bueno…-me
pasé una mano por los pantalones-. Pues, ¿hasta la semana que viene?-sugerí.
-Déjalos
que se queden hasta el final-me instó Sabrae.
-No
les estoy echando. Sólo quiero saber…
-Podéis
venir la semana que viene, si os apetece. Será más cómodo, aunque la casa de Alec
esté más cerca.
-Aquí
estaremos-prometió Bey mientras Robert Loyal continuaba proclamando con
lentitud la clasificación. Cuando se terminó el programa, Sabrae apagó la tele
y entre todos nos ocupamos de devolverlo todo a su estado normal. Las niñas
dormían acurrucadas la una a la otra en una esquina del sofá; Dan, por su
parte, se había quedado dormido en el otro extremo, tumbado solo, encogido bajo
la manta que Kendra le había pasado por los hombros.
-¿Seguro
que no queréis que mis padres os acerquen?-preguntó Sabrae cuando mis amigos se
apiñaron en la entrada de la casa. Negaron con la cabeza.
-Llegarán
tarde, y seguro que estarán muy cansados. No nos importa caminar.
-Acompaña
a mi hermana a la puerta-ordené a Jordan, que puso los ojos en blanco.
-Eso
tenía pensado hacer. No soy tan mal hermano mayor como piensas.
-Ni
siquiera lo eres. Eres el pequeño.
-Vete
a la mierda, Alec.
-Adiós,
hermanito pequeño-le tiré un beso y él me hizo un corte de manga. Esperé a que
desaparecieran por la esquina de la calle antes de meterme en casa. Las amigas
de Sabrae cargaban con Duna y Astrid, así que fui a por Dan.
-Venga,
campeón, hay que ir a dormir.
-Puedo
ir yo solo-protestó el niño, pero se durmió en mis brazos antes de poder defenderse.
Miré a Sabrae.
-Por lo
menos tiene una excusa para no dirigirme la palabra.
-Te
quiere mucho. Sólo quiere más a Duna-se rió, y exhaló un sonoro bostezo.
-¿Por
qué no te vas a la cama?
-Quiero
esperar abajo a que lleguen mis padres-respondió, subiendo las escaleras detrás
de mí.
-¿Aguantarás
despierta?
-Es
probable que no.
-Vaya,
¿y qué hay de ese polvo a las cuatro de la mañana que me habías prometido?
Lo único
que pudo hacer fue acariciarme la mano. La verdad es que entendía que estuviera
así; después de apagar la televisión, había sentido cómo mis fuerzas disminuían
hasta el punto de casi desaparecer. Pensaba
que no conseguiría llegar al piso superior, pero saber que estaba siéndole útil
a Sabrae, quitándole trabajo, hacía que siguiera caminando.
Tras
arropar a los pequeños y darle a cada uno un beso de buenas noches, me fui al
piso de abajo mientras Sabrae se despedía de sus amigas. Shasha estaba en el
baño, así que no tuvimos ocasión de darnos las buenas noches antes de que se
metiera en la habitación con el resto de chicas.
Como un
espectro, Sabrae descendió por las escaleras en silencio. Se había deshecho los
moñitos y sus párpados pesaban toneladas.
-Puedo
esperarles yo despierto, si quieres.
Negó con
la cabeza, se sentó en mi regazo y se acurrucó contra mi pecho. Dejó escapar un
suspiro, cerró los ojos, apoyó la mejilla en mi clavícula y así, sencillamente,
se durmió.
A pesar
del cansancio, del torrente de emociones que había dejado un cierto regusto a
exceso en mis venas, me sentí muy a gusto. Con ella acurrucada en mi pecho, había
pocas cosas que pudieran afectarme. ¿Toda mi vida iba a ser así? Porque podría
acostumbrarme a esto.
-Estás
muy callado-comentó, sorprendiéndome. Creía de verdad que estaba dormida.
-Pensaba
que dormías.
-Quiero
estar…
-Despierta.
Lo sé-le besé la cabeza-. Me lo he pasado muy bien.
-Yo
también. Has hecho un gran trabajo.
-¿Suplantando
a Scott?-ironicé. Sabrae negó con la cabeza y levantó sus ojos castaños para
bucear en los míos.
-Convirtiéndote
en un nuevo Malik.
Le aparté
el pelo de la cara.
-Aprecio
mucho que me digas eso.
-Es
la verdad. Eres de casa. Siempre lo has sido, pero… ahora, más que nunca. Creía
que Scott volvería a casa esta noche.
-¿Sinceramente?
Yo también.
-Y me
sorprendió pensar…
-¿Qué?
-No
quiero que vuelva aún. Si vuelve, las cosas volverían a ser como antes. Y yo no
quiero que sean como antes, Al-confesó-. Me gusta demasiado lo que tenemos como
para renunciar a ello tan pronto. Quiero más.
Escondió
la cara en mi pecho, inhaló el aroma que desprendía mi cuerpo y añadió con un
hilo de voz:
-Toda
una vida.
Sonreí.
-Mira,
por fin algo que puedo darte-le acaricié la espalda y le di un beso en los
labios.
-¿Soy
una egoísta? Seguro que sí. No está bien que no quiera que mi hermano vuelva
tan pronto, sabiendo que mi hermana no lo está pasando bien. La casa está muy
vacía sin Scott, pero yo te tengo a ti, y… me siento acompañada. ¿Tiene
sentido?
-Estás
enamorada de mí, por supuesto que tiene sentido.
-Y tú
de mí-constató, pegando su nariz a mi cuello y emborrachándose de mi olor. Parecía
una droga en manos de una toxicómana. Me sentía igual de necesario y adictivo,
pero beneficioso en lugar de perjudicial.
Los dedos
de Sabrae encontraron la cadena de plata con la que llevaba colgado del cuello
su anillo.
-Si
me dijeras decírtelo… la cantidad de veces que te lo diría ahora mismo.
-Si
te dijera decírmelo, no podría irme. Ni siquiera sé si podré después de esto. Por
eso no quiero que me lo digas. Si nunca te lo he escuchado decir sin que se te
escape, o…-negué con la cabeza-. Dime que tengo que hacerlo, Sabrae-le acaricié
el labio.
-Tienes
que hacerlo.
-Dime
que quieres que lo haga.
-No
quiero que lo hagas.
Me eché
a reír, negué con la cabeza y apoyé la nuca en el sofá.
-Ay, Sabrae…
-Prometimos
que seríamos sinceros el uno con el otro. Nada de mentiras. Y yo jamás te
mentiría en esto-me puso una mano en la mejilla y me hizo mirarla-. Te voy a
echar tanto de menos que me desintegraré, Alec. Puedo sobrevivir a la ausencia
de Scott, pero no a la tuya.
Conmovido,
le besé la mano.
-Pero
aún estoy aquí. Y pienso seguir aquí mucho tiempo. Incluso si viniera tu
hermano, se tendría que aguantar. Ha cambiado demasiado entre nosotros como
para poder volver atrás. Igual que yo no puedo volver a cómo era antes de
conocerte, nosotros no podemos volver a cómo éramos antes de que Scott se
fuera.
-Mejor,
porque ni aunque él me lo pidiera de rodillas cambiaría lo que tenemos
ahora-confesó. Le di un beso, que ella me devolvió, que yo le devolví, que ella
me devolvió, y así entramos en un bucle del que sólo pudimos salir cuando
escuchamos el ruido de unos neumáticos deteniéndose en la calle. Un haz de
tenue luz se coló por las ventanas.
Decidido
a ser un caballero y porque Sabrae se había pasado el día de acá para allá, me
levanté y la dejé en el sofá. Caminé en silencio por la casa, conociendo cada
rincón sin tener que encender la luz. Escuché los pasos de Zayn y Sher al otro
lado de la puerta, y cuando la abrí, me encontré con sus expresiones
sorprendidas. Se esperaban a Sabrae, no a mí.
Claro
que esperarse a Sabrae también suponía esperarme a mí a esas alturas de la
película.
-Vaya,
¿así que ahora quien me recibe en recibe en mi casa eres tú, chaval?-preguntó Zayn.
Y yo sonreí.
-Sí. Espero
que no os importe, porque pienso quedarme por aquí bastante tiempo.
-Todo
el que ella te quiera, Al-respondió Sher.
-¿Qué
tal habéis visto a Scott?
-Chulo.
¿Y vosotros?
-Chulo
es su estado natural-contesté-. Lo que pasa que vosotros no lo sabéis; sois sus
padres.
-Tiene
a quién parecerse.
-¡Zayn!
-¿Acaso
es mentira, Sherezade?
-Papi-llamó
Sabrae, estirando el brazo en su dirección. Zayn se acercó a verla.
-Hola,
pequeña. ¿No duermes?
-Os
estaba esperando. ¿Cómo estaba Scott?
-Te
echaba de menos.
-¿Le
dijiste que yo también a él?
-Claro,
cariño.
-Bien.
Mamá, ¿le diste los besos que te pedí?
-Y
más. Me debes unos cuantos, de hecho.
-Perfecto-bostezó
sonoramente-. Mañana te los doy. Si me disculpáis… Alec y yo tenemos que
dormir.
-A él
se le ve fresco como una lechuga.
-Soy
bueno disimulando.
-¿Me
llevas en brazos?-pidió Saab.
-¿Qué
soy? ¿Tu esclavo?
-Por
favor.
-Vale,
vale, si te pones así…
Sabrae
sonrió, se estiró cuan larga era y esperó pacientemente a que le pasara los
brazos por debajo del cuerpo. Se despidió de sus padres con un movimiento de los
dedos y bufó en mi cuello.
-Eso,
explota a tu novio de clase obrera, niña burguesa.
-Tú
no eres de clase obrera, Al.
Sonreí,
cerrando la puerta de su habitación.
-Y
tampoco soy tu novio.
-Y
menos mal. Los novios usan pijama.
Dicho
lo cual, se dejó caer delicadamente sobre el suelo, y me quitó ella misma la
camiseta.
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No he notado nada en falta la promesa de Barcelona porque sinceramente no puedo protestar a un capítulo de Alec y Sabrae estando casadisimos y actuando como una pareja casada de 80 años delante de sus amigos.
ResponderEliminarLa parte del pelito??? MUERTA ESTOY. MUERTA.
Y me ha encantado ver las actuaciones de cts narradas por parte de Alec, me va a encantar leer como despellejan viva a Jessy a base de insultos a la tele.