domingo, 19 de julio de 2020

Lo bueno se da en pequeñas dosis.


¡Toca para ir a la lista de caps!

Cuando terminó de hacer trizas mi alma, Sabrae se incorporó con una sonrisita de suficiencia que poco tenía que ver con su actitud cuando estábamos con gente. Pasándose un dedo por la comisura del labio tremendamente despacio, como si estuviera aplicándose bálsamo labial o corrigiendo la dirección que había tomado al aplicarse carmín en lugar de retirando los restos de semen que había dejado en su boca, parpadeó tan despacio que, por un momento, pensé que tendría que pedirle que volviera a ponerse de rodillas.
               Francamente y viendo el curso de acontecimientos, me sorprendió que no hubiera saltado sobre mí nada más verme en la puerta de su casa, llevando su paquete recién comprado como el gran profesional que era. No es por presumir, pero llevaba el suficiente tiempo con Sabrae como para saber el tiempo que nos quedaba antes de que uno de los dos se corriera, y en cuanto vi su expresión al abrir la puerta, no sólo supe que antes de acostarnos compartiríamos un orgasmo, sino que todas las papeletas para disfrutarlo las tenía yo.
               Me había costado Dios y ayuda contenerme en el baño para no hacerle caso omiso cuando, después de arrodillarme frente a ella, hundió los dedos en mi pelo y, jadeando, con todo su cuerpo suplicándome que me la follara, me pidió que parara. Como soy un caballero, y sobre todo porque sabía lo mucho que se comería la cabeza cuando empezáramos a hacerlo, simplemente le di un mordisquito en el muslo y le dije que de acuerdo, sin problema, antes de incorporarme de nuevo y empujarla lentamente hacia la ducha, donde yo sabía que no dejaríamos de besarnos. Lo que no me esperaba era que lo hiciéramos de aquella manera, acariciándonos como si hiciera dos milenios que no nos teníamos, jadeando con cada beso como si fuera un empellón en su interior, con los nervios a flor de piel.
               No es que la tensión sexual entre nosotros estuviera bajo mínimos, ni mucho menos: no sabía cómo, pero siempre nos las apañábamos para morirnos de las ganas en cuanto nos veíamos a pesar de que nuestra ratio de polvos no tendría nada que envidiar a la de una prostituta muy solicitada. Créeme, el sexo con Sabrae era peor que la heroína: cuanto más me daba, más quería yo, y más me costaba sobrevivir al contacto sin tenerla del todo. Habíamos conseguido sobrevivir a la semana anterior relativamente bien (si consideras “relativamente bien” a echar uno rapidito antes de que yo me fuera por la noche, lo cual para una persona normal estaría de puta madre, pero para nosotros era un ejercicio de autocontrol tremendo), porque yo sabía que lo estaba pasando mal y que no dejaría de pensar en su hermano salvo cuando estuviéramos haciéndolo. Y era normal. Sería normal que me buscara como lo hacía, pero tenía que aprender a manejar la ausencia de Scott de otra manera; bien sabía yo (y su hermano, ya que estamos) que el sexo podía ser un arma de doble filo que se volvía contra ti a la mínima de cambio, más caprichoso incluso que un gato malcriado, y no podía dejar que se convirtiera en eso para Sabrae.
               Eso era lo que me repetía una y otra vez mientras ella me tocaba en la ducha, mientras jadeaba y se frotaba contra mí como una gatita en celo, mientras me lamía despacio y después me miraba a los ojos. No lo quiere, no realmente, necesita sentirse viva, y bien, y ahora sólo se siente bien cuando… bueno, cuando está conmigo.
               La prueba palpable de que estaba desesperada era que le daba igual tener la regla.
               O eso pensaba yo. Estaba demasiado acostumbrado a verla acurrucada en el sofá, reclamando mimos y las atenciones de una delicada especie en peligro de extinción como para achacar su comportamiento precisamente a su período. Joder, si me esperaban toda la vida duchas de agua fría acompañado de ella, firmaría ya mismo.
               No fue hasta que me siguió a la cocina, me empotró contra la pared y me hizo una de las mejores mamadas de mi vida, que conseguí establecer la conexión. Sabrae no estaba ansiosa por estar juntos por los nervios por la falta de Scott. Estaba ansiosa de mí porque estaba cachonda perdida.
                -Parece-comentó, rompiendo el silencio que se había instalado entre los dos después de mi último gruñido, tan alto que seguro que me habían escuchado en el sótano-, que no eres el único capaz de hacer que alguien alcance un orgasmo en menos de tres minutos.
               Su voz era tan sensual, tan seductora, que mi cuerpo respondió en el acto. Noté que se me ponía dura de nuevo, espabilándose en un tiempo récord que a todas las chicas de Inglaterra les encantaba, y que a Sabrae la volvía loca, y tuve que contenerme para no agarrarla de la cintura y devolverle el favor. Tiene la regla, me dije a mí mismo.
               No es que para mí supusiera ningún impedimento. Si supieras en qué sitios he llegado a meter la boca… a veces me sorprende seguir teniendo dientes, o que mi lengua no esté tetrapléjica.
               Pero para ella, era diferente.
               -¿Seguro que no has tardado más de tres minutos?-repliqué, apoyándome en la encimera con las palmas de las manos bien abiertas, y reclinándome hacia atrás de manera instintiva, presionando suavemente mi erección contra ella. Casualmente, le rozaba los pechos.
               Lo único malo que tenía su estatura era que teníamos que ponernos un pelín más creativos para hacer el 69 que con otras chicas con las que lo había hecho antes, como por ejemplo, Chrissy o Pauline. Sin embargo, ese minúsculo detalle no iba a impedir la miríada de ventajas que tenía que Sabrae viniera en un formato prácticamente de bolsillo.
               Lo bueno se da en pequeñas dosis, ¿no?
               Sabrae se echó a reír, me puso una mano en la muñeca y me acarició el dorso de la mano con los dedos.
               -¿No has estado pendiente del reloj? Creía que mis mamadas tenían aún margen de mejora-ronroneó, inclinándose hacia mí. Tragué saliva, sintiendo la presión de sus pechos en la parte de mí que más la deseaba. Tenéis que ir a ver a Scott conseguir un millón de groupies esta noche, fue lo único que pude pensar para no agarrarla de las caderas, sentarla sobre la encimera y hacer que empapara esos pantalones estampados con su dulce éter.
               -La verdad es que había otro movimiento horario que me tenía un poquito ocupado. Estaré más atento la próxima vez.
               -¿Te apetece repetir?-ronroneó. Le acaricié los labios con la yema del pulgar, y Sabrae me mordisqueó la piel, lanzando una corriente eléctrica derechita hacia mi polla.
               -Si alguna vez te digo que no… mátame. Me habrá poseído un parásito alienígena.

               Sabrae se echó a reír, se puso de puntillas para darme un beso con ese ligero regusto a mi propio placer que tan delicioso me sabía de su boca, por todo lo que implicaba, y deslizó la mano hasta mi paquete.
               -Quizá, si me doy prisa…-ronroneó, pero yo negué con cabeza.
               -Scott no te perdonaría que te perdieras su primera actuación por estar chupándomela.
               Abrió los ojos, sorprendida.
               -¿Y qué hay de ti?
               -Ya sabe cómo soy. Me pierden unos labios tan hábiles como los tuyos-le guiñé un ojo y Sabrae se echó a reír. Asintió despacio con la cabeza, se toqueteó las trenzas y me preguntó cómo estaba. Puse los ojos en blanco-. ¿Quieres mi opinión post-mamada, o mi opinión sincera?
               -Depende. ¿Me va a ofender tu opinión sincera?
               Parpadeé despacio.
               -¿Cuándo no te ofende mi opinión sincera?
               -Cuando consiste básicamente en lo fascinado que estás de que una criatura divina como yo se haya fijado en ti.
               -Sabrae. Soy la persona que mejor folla en todo el planeta, ¿cómo coño no ibas a fijarte en mí?
               -Para saber cómo follas, primero tendría que sentirme atraída por ti, ¿no te parece?
               -Mira esta cara, niña, y dime que no grita “silla” desde cualquier ángulo-soltó una sonora carcajada y yo me pasé una mano por la mandíbula, esperando a que terminara de reírse-. Pero no, ahora en serio. Yo siempre estoy prendado de ti, nena, ya lo sabes.
               -Sí, por eso no puede ofenderme tu opinión sincera.
               -Creo que estás muy follable ahora mismo-confesé.
               Sabrae sopló sobre un mechón de pelo que le caía sobre la frente.
               -Ajá, vale, eso definitivamente es una novedad. Por curiosidad, ¿cuál es la opinión post-mamada?
               -Igual, pero gruñida en ese tono sexy que tanto te gusta.
               -¿La voz de recién levantado?-inquirió con ojos de cachorrito abandonado, poniéndose de puntillas.
               -Creía que la llamábamos la voz de “me voy a correr en tu boca, Sabrae”.
               -Es dependiendo-jugueteó con nuestros dedos entrelazados-. Entonces, ¿es así? Ni se te ocurra usarla-me amenazó, muy seria, viendo la sonrisa que se extendió por mi rostro.
               -¿O qué?
               -O duermes en el sofá.
               -Estoy seguro de que eso le encantaría a Zayn.
               -Seguro que más que pescarnos haciéndolo a las cuatro de la mañana porque yo no soportaba estar bajo el mismo techo que tú, con toda la cama para mí sola.
               -¡Sabrae!-me eché a reír, y ella sonrió-. La verdad es que sí que es una cama muy grande para ti sola.
               -Vamos, venga. Como sigamos de cháchara, nos perderemos el resto del programa.
               -Pero, ¡si eres tú la que me está distrayendo todo el rato! Primero la mamada, ahora lo del polvo nocturno… que, por cierto, me tomo como una promesa, y no como una vacilada…
               -Vaaaaamoooos-instó, tirando de mí hacia la salida de la cocina-. Y ni una palabra a los demás.
               Tampoco es que hiciera falta contarles con pelos y señales por qué habíamos tardado tanto. A no ser que hubieran montado una orgía en el tiempo que habíamos estado fuera (cosa que dudaba, porque Bey era muy responsable cuando había niños delante; mi hermana, una mojigata, y las amigas de Sabrae, unas estiradas), seguro que nuestra ausencia les había cundido lo suficiente como para sospechar que no nos habíamos puesto a discutir sobre el régimen sociopolítico de Eslovenia, precisamente.
               Y no es que Sabrae se esforzara mucho en hacer que mantuviera la boca cerrada. Por la forma en que estaba agitando las caderas, había disfrutado de lo lindo. Sería injusto y mentira decir que había disfrutado tanto como yo, dado el poco tiempo de margen que había tenido para avisarla de que iba a correrme antes de acabar en su boca (no vayas por ahí, Al…), pero tampoco era tan estúpido como para pensar que Sabrae no se lo había pasado genial.
               Empezaba a cogerle el mismo gusto que yo sentía a practicarle sexo oral a otra persona. Interesante.
               -Contrólate, haz el favor-le gruñí en un tono ronco que hizo que ella se volviera, radiante de felicidad por haber conseguido calentarme de nuevo, cuando se puso a agitar el culo como si estuviera en un videoclip de reggaetón. Cuando yo la cogía y la empotraba con ganas, jadeaba como una perrita apaleada e incluso hasta lloriqueaba alguna vez porque estaba siendo muy brusco, y eso le encantaba, pero jamás estábamos solos y no podía gritar como le apetecía, así que nos tocaba aguantarnos a los dos. Y yo era el malo de la película.
               Ella, sin embargo, no hacía nunca nada mal. No, qué va. Sólo ponerme tan cachondo que yo me comportaba como un puto neandertal.
               Y encima tenía una erección de caballo delante de mis amigos. Genial.
               -¿Y las cervezas?-preguntó Logan en cuanto nos vio aparecer. Max y Jordan aún estaban demasiado cohibidos por la bronca monumental que acababa de echarles (con toda la razón del mundo) como para intentar meterse conmigo, aunque vi de sobra que los dos se dieron cuenta de en qué estado volvía yo de la cocina.
               -¿Qué cervezas?-repliqué yo, dejando que Sabrae me soltara la mano y trotara hasta sentarse al lado de sus amigas. Rápidamente la rodearon como las moscas a la miel, pero no protesté. Sabía que ellas eran tan importantes para su felicidad como yo, y que realmente mis amigos y yo éramos los acoplados. Si a mí no se me hubiera ocurrido preguntarle qué planes tendría, estarían disfrutando de una noche de chicas.
               -Fuiste a por cervezas-me recordó Tam.
               -No, fui a tirarlas.
               -Has dicho “bueno, las cervezas”, y te has levantado y os habéis ido-constató Karlie.
               -¿Qué es esto? ¿La policía del vocabulario? ¿Llamo a Sherezade para que me defienda, o será mejor Zayn, que es profesor de Lengua?
               -Papá es profesor de Literatura, no de Lengua-me corrigió Shasha.
               -Guapa, tu padre da clases de Lengua también.
               -Sí, pero es doctor en Literatura.
               Me cago en Dios…
               -Vale. ¿Alguien más tiene algo que decirme, o puedo sentarme ya y acomodarme con todos los puñales que tengo en la espalda?
               -Estás guapísimo con ese pijama, Al-me piropeó Duna.
               -Menos mal que alguien en esta casa me quiere.
               -Yo te quiero-me dijo Jordan.
               -Porque pagamos a medias los videojuegos.
               -Ésa es una de las razones.
               -Entonces, ¿no hay cervezas?
               -Tío, nuestros amigos, el puñetero Tommy Tomlinson y el puñetero Scott Malik van a salir en la tele, ¿es que quieres estar borracho viéndolos?
               -Una fiesta no es una fiesta si no hay alcohol.
               -Sí, Al. Además, ¿es que tú no vas a beber cuando vayas a Barcelona a ver a The Weeknd?-inquirió Max, y yo me lo quedé mirando.
               -Claro que sí. Pero eso es distinto. Escuchar a The Weeknd sobrio es casi un delito. Joder, tío, si canta sobre consumir cocaína. Ir borracho a sus conciertos no es suficiente.
               -No vas a ir borracho a ver a The Weeknd-me advirtió Sabrae.
               -¿Ah, no? ¿Y cómo me lo vas a impedir?
               -Cerrando las piernas-contestó con tono de listilla. Y yo no pude frenarme. Alcé las cejas y espeté:
               -No sería la primera vez que te la meto cuando tienes los tobillos bien juntitos.
               Se hizo un silencio sepulcral en el que pude escuchar la respiración de Bey a mi lado. Mi corazón martilleaba a toda velocidad en mis oídos. Mis amigos abrieron la boca para corearme su frase preferida: “cierra la boca, Alec”, pero Sabrae se les adelantó.
               -No-consintió-, ni tampoco la última.
               Me guiñó un ojo y vi cómo esbozaba esa sonrisa que en su hermano tenía nombre, que en mí también tenía nombre, pero que en ella… en ella aún no estaba patentada. Seguramente, ni siquiera supiera que era capaz de hacerla. Además, ¿qué nombre podíamos ponerle a una sonrisa que literalmente podía robarte el alma? Scott era capaz de hacer que cualquier chica cayera rendida a sus pies con su sonrisa de Seductor™, yo podía hacer que se le cayeran las bragas a cualquier chica con mi sonrisa de Fuckboy®, pero… ¿Sabrae? Sabrae había hecho algo que tenía muchísimo más mérito: había cogido un rey de la noche, el príncipe de los polvos, un dios del sexo sin ataduras, y lo había convertido en un fiel cachorrito, el firme defensor del intenso poder del amor y la prueba viviente de que la monogamia era un estado natural cuando encontrabas a la persona adecuada.
               ¿Qué nombre podríamos darle? Estaba claro que mi nombre no se aplicaba a ella, pues no había dos personas más opuestas en sus pasados que nosotros. Y, francamente, simplemente  cambiarle el género a la de Scott me sabía a poco.
               Sonrisa de Diosa©, quizá. Tenía que darle unas vueltas, aunque era bastante acertado. Sólo una diosa podría hacer esos cambios sin despeinarse siquiera.
               El aire entre nosotros vibró un momento, como cargado de la tensión sexual que crecía entre los dos. No faltaba nada para que nos fuéramos a Barcelona, y los dos sabíamos bien que nos pasaríamos haciendo turismo el mismo tiempo que teniendo sexo, disfrutando por fin de un fin de semana en un lugar en el que podíamos hacer todo el ruido que quisiéramos, donde nadie nos conocía, y podíamos dejar volar nuestra imaginación.
               Y, para que conste en acta, tenía pensado recorrerme la ciudad de arriba abajo, sin dejar ningún hueco sin conocer, peinándola como el mejor de los sabuesos. Así que, si íbamos a hacer tanto turismo como polvos íbamos a echar… echa cálculos tú mismo.
               Mis amigos empezaron a reírse por lo bajo, dándome codazos y compartiendo conmigo gestos cómplices y felicitaciones, como si no supieran de lo que era capaz con las mujeres. Me di cuenta de lo rápido que habían cambiado las tornas: con un puñado de palabras de Sabrae y un solo gesto suyo, habían  pasado de ir a recriminarme a felicitarme por las cosas que era capaz de hacer. Definitivamente, era una diosa.
               Tampoco se me escapó el detalle de que sus amigas hicieron piña en torno a ella, cuchicheando a toda velocidad, seguramente pidiéndole detalles. Vaya, vaya. Así que yo no era lo suficientemente bueno para ella (en lo cual estábamos de acuerdo, pero… seguía escociendo un poco que me lo dijera alguien que estuviera fuera de mi cabeza), pero sí lo suficientemente interesante como para querer detalles de lo que le hacía inmediatamente, sin poder esperar a estar a solas.
               Shasha y Mimi contemplaban la escena en absoluto silencio, no sé si porque les daba vergüenza preguntar o porque no querían llamar la atención de nadie y seguir aprendiendo con las conversaciones de los demás. Sospechaba que mi hermana estaba intentando no escuchar, pero Shasha… Shasha daba la impresión de tener un gran interés en descifrar los susurros de su hermana y sus amigas.
               Las conversaciones se acallaron de repente cuando el logo del programa, junto con su  sintonía, apareció en la pantalla. Fue rápidamente sustituido por la radiante sonrisa del presentador, que tenía las manos unidas frente a su pecho, esperando a que le devolvieran la conexión.
               -Ya estamos de vuelta en rigurosísimo directo aquí, en The Talented Generation. Nos queda la última ronda de actuaciones antes de que abramos líneas para que desde casa podáis votar, pero me cuentan que las redes ya están echando humo gracias a nuestros increíbles concursantes, ¿no es así, June?-preguntó, mirando a la mesa de los jueces, en cuya esquina había una chica de apenas unos pocos años más que yo manejando varios aparatos electrónicos a la vez: un ordenador, un iPad, y varios teléfonos móviles que tenía repartidos por la superficie de una mesita un poco más pequeña que la de los jueces, lo bastante baja como para que los dos teclados que tenía colocados frente a ella le quedaran a la cómoda altura de los dedos.
               La chica asintió con la cabeza, regalándole al presentador una sonrisa igual de radiante, flamígera igual que el tono sonrosado de su pelo cuyos rizos enraizaban en torno a una bandana de color blanco.
               -Sí, Robert, la verdad es que la dirección ha hecho bien en restringir el tiempo de voto para los favoritos de la audiencia al final de la gala, ¡de lo contrario, los últimos serían los primeros en irse!-se echó a reír acompañada del presentador-. Tenemos a Emma, de Canterbury, por ejemplo, que dice que estaría más que dispuesta a honrar el nombre de los chicos de Thr3some…-empezó a leer tweets, publicaciones en Instagram y en Tumblr con una  sonrisa en los labios, como si fuera el mejor trabajo del mundo.
               -La chica tiene estilo para hacer eso-comentó Karlie-. Lo está volviendo interesante, y todo.
               -¿A quién coño se le ocurrió poner a una lectora de redes sociales?-se quejó Max-. Menudo despilfarro de pasta. No se me ocurre peor curro que ése.
               -A mí sí-sonreí-. Puede que el año que viene, eche el currículum. Oye, Shash, ¿me darías unas clases de programación?
               -Claro-sonrió Shasha-. Aunque tampoco es que necesites saber mucho de ordenadores-se encogió de hombros-. Será la hija de alguien.
               -Pues a mí me parece un gran truco de márketing. Si tienes a alguien leyendo las opiniones de la gente por ti, no te metes en las redes sociales y dejas de hacerle caso al programa. Y también incitas a la audiencia a que hable sobre ello en redes para conseguir la ocasión de que su nombre salga mencionado en la tele-comentó Jordan.
               -Jordan, el empresario-le pinché, y Jordan me hizo un corte de manga.
               -¿No sería más efectivo poner un cartelito y ya está?-preguntó Amoke-. Así te ve todo el mundo. Tu cuenta tendría más publicidad.
               -¿Qué publicidad necesitas tú? Estás etiquetada en más de la mitad de mis fotos-respondió Sabrae.
               -Me gusta tener mi propio momento para brillar.
               -Sh-siseó Mimi, inclinándose hacia la pantalla mientras el presentador daba paso a uno de los últimos concursantes que quedaban. Una tal Taraji, una chica negra de pelo afro, oscuro como la noche, que se comió el escenario cantando un versión de Sorry not sorry de Demi Lovato que Eleanor se había pasado cantando la semana antes de irse al programa.
               Todos nos quedamos sin habla viéndola comerse el escenario, hacer las notas altas como si fuera una profesional. Logan parpadeó.
               -Los chicos lo van a tener muy jodido.
               Lo fulminé con la mirada.
               -Pon más respeto en el nombre de Scott. Puede que esta tía sea cojonuda, pero no hay persona que cante mejor que él.
               -¿A alguien le importa que se la chupe otra vez?-preguntó Sabrae.
               -Por Bey, no te cortes-pinchó Tam.
               -Menos mal que Eleanor no es ninguna persona-respondió Mimi pagada de sí misma, cruzando las piernas y mordisqueando un ladrillo de gominola. La fulminé con la mirada.
               Taraji se colocó en el centro del escenario, aún jadeante. Se inclinó para agradecer la ovación de pie que le ofrecían tanto el público como sus compañeros, y esperó pacientemente a que los jueces (bueno, juezas; el hombre que había sentado a la mesa estaba ahí por ser el dueño del programa, no por su importancia en el mundo de la música) y asintió con la cabeza mientras ellas hablaban.
               -Ha estado genial, ¿qué coño dicen de errores?-protestó Karlie.
               -Se ha salido de tono en un par de ocasiones-contestó Sabrae, torciendo la boca.
               -Nadie se ha dado cuenta.
               -Yo sí. Y Jesy, también-mi chica se encogió de hombros-. Jesy es la más exigente, dicen. Les dio caña a Scott y los demás.
               -¿Te esperabas otra cosa? Quiero decir… Scott es igual que papá-dijo Shasha.
               -¿Y eso qué más da?-quiso saber Logan.
               -Madre mía, no puedo creer que seáis amigos del hijo mayor del rey de la música en Inglaterra y no sepáis su historia-Taïssa se frotó la cara-. Hace como un millón de años, Perrie y Zayn estuvieron comprometidos-nos recordó-. Y Jesy y Perrie son íntimas amigas, así que cuando lo dejaron y Perrie lo pasó fatal, Jesy le cogió un asco a Zayn increíble.
               -Yo también le cogería asco a Zayn si dejara a mi amiga en la mierda-meditó Karlie, mirando a Tam.
               -Yo se lo cogería si la dejara, a secas. Imagínate tener relación con Zayn, y después ya no.
               -¿Por eso somos amigas?-preguntó Sabrae. Taïssa le dio una palmadita en la pierna y asintió con la cabeza.
               -Por eso te aguanto yo también-dije yo-. Me apetece que escriban una canción sobre mí.
               -Entonces, tienes fácil adivinar cuál es en el momento en que la publique.
               -¿Ah, sí?
               -Sí. La que se llame “gilipollas”.
               Todos mis amigos se echaron a reír, yo puse los ojos en blanco y le di un toquecito en el pie a Sabrae a modo de advertencia, pero ella me sacó la lengua y todo quedó en nada.
               Nos quedamos callados cuando Robert Loyal presentó a Eleanor, que caminó con tranquilidad hacia el centro del escenario mientras él cantaba las alabanzas de la que consideraban una de las promesas de la presente edición, con voz dulce como su padre pero potente como la de su madre. Pudo demostrar lo que podía hacer cantando una versión de Sweet Talker, de Jessie J, que hizo que todo el mundo se pusiera en pie. Eleanor sonrió al terminar, se inclinó ligeramente, retrocediendo un pie para hacer la reverencia propia de una princesa, y esperó a que los aplausos terminaran para que las juezas le dieran sus valoraciones.
               Sabrae se lamía con rabia los dedos, escuchando a Lady Gaga, la mentora de Eleanor, comentando con ella detalles técnicos en los que nadie más que ellas dos se habían fijado. Parecía ansiosa por limpiarse las manos.
               -Has conseguido imitar muy bien el vibratto de la voz de Jesy, algo que es complicadísimo de hacer, y más en alguien tan joven como tú. Nos había dado muchos problemas en los ensayos, quiero que la gente en casa lo sepa-Gaga miró a la cámara-, e incluso le sugerí a Eleanor que modificáramos un poco la canción para adaptarse más a su voz, pero ella insistió en que quería intentarlo.
               -Prefería hacerlo mal intentándolo que esquivarlo como si fuera una bala-confesó Eleanor-. Jessie tiene una voz preciosa.
               -Sí que la tiene-coincidió Gaga.
               -Y potente, como un deportivo-añadió Jesy-. Te has arriesgado muchísimo con la elección de la canción, y creo que te ha salido bien porque has conseguido meterte al público en el bolsillo. Puede que Jessie no tuviera mucha proyección internacional…
               -¿Disculpa? Cantamos juntas-le recordó Nicki, la otra componente del jurado-. Junto con Ariana, nada más y nada menos. No es una desconocida fuera de vuestras fronteras, precisamente.
               -Me refiero a que Jessie no ha tenido el éxito que han tenido otros artistas ingleses en el extranjero. Es complicado salir de nuestras fronteras según quién seas-comentó, y me dio la sensación de que lo decía por su banda, que no había terminado de cuajar fuera como lo había hecho la del padre de Eleanor-, pero, a la vez, se agradece que no hayas querido tirar por lo seguro y buscar un artista con la que estés más cómoda, más reconocido internacionalmente, como por ejemplo, la misma Ariana Grande. Me han dicho que es de tus cantantes preferidas, ¿no es así?
               -Sí, pero me gustaría guardármela para un poco más avanzada la gala. Quiero decir…-Eleanor se aclaró la garganta-. No es que Jessie no tenga complicaciones, por supuesto. Pero Ariana me parece muy compleja.
               -Lo es-coincidió Nicki.
               -Y me gustaría tener un poco más dominado todo esto antes de atreverme con algo de ella.
               -Tenéis las voces bastante parecidas.
               -Sí, lo sé, me lo han dicho en alguna ocasión, y creo que ésa es una de las razones por las que me gusta tanto. Aparte de, por supuesto, porque es una artistaza de los pies a la cabeza. Y precisamente por lo muchísimo que me gusta, no quiero estropearlo apresurándome a cantar algo suyo. Me gustaría que fuera especial cuando lo hiciera, tener un poco más de control, asegurarme que lo haré bien.
               -Eleanor, cariño, si sigues por este camino, ya tienes asegurado que lo harás bien-sonrió Gaga, y Eleanor sonrió.
               -Gracias, Gaga-susurró en tono suave, comedido en su entusiasmo.
               -Lo ha hecho genial, ¿no creéis?-preguntó Mimi-. No sé por qué está tan nerviosa.
               -Porque Jesy le ha recordado que con ser genial a veces no basta, siendo mujer. Ella no es la única hija de alguien de One Direction que está en esta edición. Ni siquiera cuenta con esa ventaja-meditó Sabrae, frotándose las manos con furia.
               -Vale, Saab, calma-rió Amoke-. Estoy segura de que a Eleanor le irá genial independientemente de que se enfrente a los demás. No hace falta que te enfades.
               -Es que soy estúpida, y no me he dado cuenta de que estaba comiendo compulsivamente gominolas hasta que me he notado las manos pegajosas. No puedo ir a lavármelas ahora, seguramente me pierda la salida de Scott. ¿Tiene alguno un pañuelo? Me están matando las trenzas.
               -Ven aquí, mi reina-insté yo, abriendo las piernas. Sabrae parpadeó, se incorporó,  salvó de un par de pasos la distancia que nos separaba, y se sentó en el suelo entre mis piernas. Mientras Bey alcanzaba en su mochila un paquete de pañuelos, yo le deshice las trenzas con mucho cuidado.
               Con Eleanor escuchando los comentarios de las juezas de fondo, me afané en deshacerle los nudos del pelo antes de recogérselo todo en un moño no demasiado tirante, para que no le hiciera daño. Tenía la puñetera costumbre de hacerse los recogidos muy apretados, tanto que incluso se generaba migrañas, pero yo no iba a quejarme jamás de que me pidiera que le cepillara el pelo. Desde que lo habíamos hecho en la habitación del hotel, le había cogido el gusto, no sólo por lo suave que lo tenía, sino porque compartíamos un momento tranquilo e íntimo en el que lo único que se escuchaba era el sonido de las cerdas de su cepillo entrelazándose con sus mechones. Además, le relajaba que la peinara, y yo no iba a privarle de ese pequeño momento de cuidados. Sabrae había hecho tanto por mí que ni viviendo mil vidas sería capaz de compensárselo, aunque cuidar de su melena era una buena manera de tratar de equilibrar la balanza.
               Muy despacio, le masajeé el cuero cabelludo mientras Eleanor se iba a sentar en el sofá con el resto de concursantes, los ojos de nuestros amigos puestos en nosotros dos. A veces me sorprendía a mí mismo siendo capaz de comportarme como el Alec de Sabrae cuando estábamos en público, como si mi versión de pareja fuera algo que tuviera que esconder. Pero más me sorprendía que mis amigos no parecieran en absoluto descolocados, como si supieran que dentro de mí estaba oculto aquello que Sabrae había conseguido hacer que germinara a base de cultivarlo con mucho amor, regándolo con la tranquilidad de la lluvia y quitándole las malas hierbas que eran mis pensamientos intrusivos, los demonios de mi cabeza.
               Todos los ojos estaban puestos en nosotros, ignorando la televisión, cuando terminé de darle vueltas a unos cuantos mechones de su pelo para hacerle los moñitos que en ocasiones le había visto a Amoke. Así no le caía el pelo por la cara, pero a la vez tenía una parte libre para que se pudiera relajar.
               Le di un beso en la frente para avisarla de que ya había terminado para delicia de absolutamente todos los presentes.
               -Al, te das cuenta de que estamos casados, ¿no?-sonrió Sabrae.
               -Sí-respondí, sonriente, como si fuera un descubrimiento recién realizado. Como si el pijama no significara nada. Como si las noches cenando en su casa y marchándome cuando no quedaba más remedio no significaran nada. Como si su sonrisa cada vez que me veía y la forma en que se abrazaba a mí cuando nos despedíamos, como si se le fuera un trocito esencial de su ser, no me lo hubieran dejado bien claro en numerosas ocasiones.
               Nunca pensé que pudiera sentirme así. Ya me parecía exagerado cuando lo veía en las películas que tanto le gustaban a mi hermana; me parecía un cuento que se utilizaba para mantener a la gente distraída, demasiado ocupada buscando una felicidad que no existía como para fijarse en los problemas del mundo que podían resolver, y que harían tambalear el orden tal y como estaba establecido.
               Pero no. Realmente… aquellas cosas sucedían. Se podía llegar a ese estado de felicidad absoluta. Podías estar casado sin pronunciar ningunos votos, sin tan siquiera hincar la rodilla y pedir una mano en matrimonio, sin llevar una alianza en el anular.
               -Vale-canturreó ella-, gracias.
               Me dio un beso en la cara interna de la rodilla y se quedó allí sentada, en el suelo. Cualquier lugar duro pero cercano a mí era cien veces más cómodo que una esponjosa nube, por el mero hecho de que seguíamos piel con piel.
               Bueno, más o menos. Todo lo piel con piel que se podía estar con un pijama.
               Todos en la habitación nos pusimos tiesos como palos cuando el presentador se colocó en el centro del escenario, y con las manos unidas como si estuviera haciendo un esfuerzo tremendo para no ponerse a aplaudir de inmediato, proclamó:
               -¡Bueno, familia! Hemos llegado a uno de los momentos más especiales del programa. ¡Nos queda la última actuación, y luego abrimos líneas! Espero que estéis tan ansiosos como yo por ver a los concursantes que nos hemos reservado para el final. A juzgar por cómo han explotado las redes en cuanto se anunció su entrada en el concurso, y por el número de seguidores que han acumulado en sus cuentas personales y en la de la banda, tienen algo que nos resulta vagamente familiar, ¿no creéis?
               Los jueces rieron, pillando la broma. Duna y Astrid se tumbaron en el suelo, con las piernas dobladas, y se acodaron para ver mejor la televisión. Había visto a Duna hacer ese gesto un millón de veces, y a Sabrae decirle que se levantara y se alejara de la tele. Hoy, sin embargo, no hubo ni rastro de esa vena correctora de mi chica. Estábamos demasiado ocupados esperando que Chasing the stars aparecieran como para ponernos a educar a un par de niñas.
               -¡Un fuerte aplauso para los últimos concursantes de la noche, Chasing the stars!-pidió el presentador, abriendo un brazo para señalar el centro del escenario desde una pasarela cercana a la fila de asientos, a la que se había desplazado mientras las cámaras enfocaban las reacciones enloquecidas del público. Me sentí un poco mal por el resto de concursantes, que eran como barquitos veleros intentando sobrevivir a un tsunami.
               Las luces se apagaron, y a mí me dio un tirón en el estómago. Era el último segundo en que mis amigos me pertenecían sólo a mí: en el momento en que se volvieran a encender las luces, no sólo los compartiría con Tam, Bey, Karlie, Max, Logan y Jordan; Tommy y Scott pasarían a ser de dominio público en Inglaterra.
               Los acordes de la canción que habían elegido, Shape of you, la misma con la que se habían presentado a las audiciones, empezaron a sonar. Y, a la par que sonaban, cinco siluetas de colores  (azul, rojo, blanco, dorado y verde) se iluminaban latiendo al son que marcaban los instrumentos, de forma alternativa primero, como si fueran la misma figura teletransportándose y cambiando de color a la vez.
               Entonces, cuando empezó el sonido del rasgueo que daba pie a la voz de Ed Sheeran (aunque aquí no la escucharíamos, claro), las siluetas se encendieron todas a la vez, dejando que la que llevaba la voz cantante, situada en el centro y de color blanco, destacara sobre las demás. Layla.
               -The club isn’t the best place to find a lover, so the bar is where I go-se quitó la capucha que le cubría la cara, haciendo que su rostro fuera bañado por la luz de los focos. Sonreía como si fuera la dueña y señora del universo, y por un momento, lo pareció-. Me and my friends-abrió el brazo señalando a las figuras que tenía a su lado, pero tanto Diana como Tommy, a su derecha, se quitaron también las capuchas a la par que Scott y Chad-, at the table doing shots talking fast and then we talk slow.
               -Mmm-mm-mm-asintieron los demás, moviendo la cabeza en lateral y arrastrándose a un lado.
               -No puedo creer que estén bailando de ver…-empezó Tam, alucinada, pero todos siseamos para que se callara.
               -Come over-Layla le sonrió a la cámara, estirando un dedo en nuestra dirección y enroscándolo para invitar a todos a que nos uniéramos a ella, guiñándonos un ojo para terminar de hechizarnos-, and start up a conversation with just me-giró sobre sí misma y volvió a acercarse el micrófono a la boca-, and trust me I’ll give it a chance now-un bailarín se le acercó por detrás, rodeándola, y Layla le concedió su mano-. Take my hand, stop-le puso una mano en el pecho y lo apartó de ella, y aún mirándole cantó-: put Van the Man on the jukebox and then we start to dance, and now I’m singing like…
               -Girl-entró Chad, pasándose una mano por el pecho-, you know I want your love. Your love was handmade for somebody like me, come on and follow my lead, I might be crazy, don’t mind me.
               -Say boy-intervino Diana, pegándose a Chad y sonriéndole como si quisiera tirárselo, aunque en realidad le producía más ternura que otra cosa-, let’s not talk too much. Grab on my wrist-le puso la mano de él en su cintura-, and put that body on me, come on now follow my lead. Come, come on now, follow my lead-Diana giró la cabeza, agitando su coleta dorada en el aire como si fuera un látigo, y se afanó en el estribillo con los demás.
               -I’m in love with the shape of you, we push and pull like a magnet do-se inclinaron hacia un lado, estirando el brazo en dirección al público, que a estas alturas le entregaría su primogénito. Continuaron cantando deslizándose por el escenario, y cuando llegaron a la parte de los jadeos, los cinco dieron un taconazo el unísono y empezaron a agitarse al ritmo de la canción.
               -¡QUE VA TOMMY!-chilló Astrid al ver que su hermano se ponía en primera fila, para deleite de todas las chicas de plató, que se pusieron a chillar.
               -One week in, we let the story begin, we’re going out on our first date-Tommy sonrió a la cámara y yo me di cuenta en ese momento de la suerte que había tenido de que él no quisiera participar en la competición sexual que Scott y yo habíamos tenido hasta hacía poco, porque nos habría barrido a los dos-. You and me are thrifty, so go all you can eat, fill up your bang and I fill up  the plate.
               Scott pasó a toda velocidad al lado de Tommy, que se retiró para dejar pasar a su amigo.
               Scott ni siquiera necesitó abrir la boca para que los gritos se intensificaran tanto que costara escucharlo.
               -We talk for hours and hours about the sweet and the sour, and how your family is doing okay. Leave and get in the taxi, kiss in the backseat-se le arrimó una bailarina que le puso ambas manos en el pecho, y Scott se la comió con los ojos como no le había visto hacer con ninguna otra chica.
               -Es una puta estrella del rock-jadeé, y entonces me sisearon a mí.
               -Tell the driver make the radio play, and I’m singing like…
               -Girl, you know I want your love-se metió Tommy-, your love was handmade for somebody like me, come on now, follow my lead, I might be crazy, don’t mind me.
               -Say boy-replicó Layla-, let’s not talk too much, grab on my wrist and put that body on me-Layla se pasó las manos por el cuerpo mientras Diana tomaba el testigo y Shasha chillaba.
               -¡QUÉ REINA ERES, LAYLA!
               -Come on now, follow my lead. Come, come on now, follow my lead.
               Volvieron a cantar el estribillo dirigidos por Chad, hicieron una armonía al final, se acercaron a la pasarela por la que se había retirado el presentador y se movieron al ritmo de los golpes del puente “come on, be my baby, come on”.
               En cuanto empezó a sonar la guitarra, se quedaron tiesos. “Come on, be my baby come on”.
               Dieron una patada al suelo en el momento en que la música empezó de nuevo, y Tommy alzó la voz por encima del coro de los demás, hasta que Scott se hizo con la última frase de la canción después de una nota alta.
               -I’m in love with the shape of you-entonó, sonriente, mordisqueándose el piercing. Los aplausos empezaron antes incluso de que terminara la música, se volvió a mirar a Tommy, y los focos iluminaron todo el plató mientras nosotros nos poníamos en pie.
               -¡LO HAN HECHO DE PUTA MADRE!
               -¡MENUDOS REYES!
               -¡SCOTT ES UNA LEYENDA!
               -¡C-T-S! ¡C-T-S! ¡C-T-S! ¡C-T-S!-coreaban Sabrae y Taïssa,  abrazadas y dando brincos en círculos mientras Shasha cogía el teléfono y abría Twitter.
               -¡HAN HECHO HISTORIA! ¡Son los mejores! ¡Van a ganar!
               -¡Ha estado genial!
               Robert Loyal corrió a colocarse al lado del grupo, que acababa de hacer una reverencia y se habían pasado las manos por los hombros, organizándose en una cadena humana en la que el centro era Layla. Tommy le estaba diciendo algo a Scott mientras se reía, y Scott respondió soltando una carcajada, negando con la cabeza, y tratando de escabullirse cuando Tommy le revolvió el pelo.
               -¿Quién empieza?-pidió Robert, y el hombre enclenque de pelo cobrizo, cara alargada y ojos oscuros coronados por unas gafas se envaró en su silla.
               -Tengo que empezar yo, chicos-anunció cuando la gente se hubo tranquilizado un poco-. Guau-alabó, dejándose caer en la silla. Diana soltó una risa feliz, probablemente aliviada al ver que no era la única cuya opinión era mínimamente relevante que estaba satisfecha con el trabajo que habían hecho. Simon Asher miró a la mesa, a sus papeles, puso las manos sobre ellos como queriendo organizarlos y repitió-. En serio, ¡guau! No tengo ni idea de lo que acabáis de hacer; lo único que sé es que no quiero que dejéis de hacerlo-nos pusimos a aplaudir en casa-.  Espero que sepáis que la semana que viene está asegurada para vosotros, porque estamos en un país que tiene criterio y que no dejará que os vayáis tan pronto.
               -Estoy sorprendida por la actuación que acabáis de hacer, chicos-admiró Nicki-, y fijaos que os dije que me había encantado la primera, pero ésta le ha dado mil vueltas-se toqueteó las extensiones negras que le caían de una gorra con una chapa con el logo de Batman-. Ha sido increíble, he disfrutado muchísimo, y tengo ganas d ver lo que Jesy prepare para vosotros para la semana que viene.
               Las cámaras enfocaron a la mentora del grupo. Como Jesy era la única en el programa que había trabajado en un grupo, era la que mejor conocía la mecánica y la mentora por defecto cuando se presentaban grupos. Jesy hizo una mueca a modo de sonrisa, pero algo me dijo que no estaba tan contenta como parecían los demás.
               -Yo quiero centrarme más en lo rápido que os habéis compenetrado-comentó Gaga, toqueteando un bolígrafo y pasando los ojos por los integrantes-. Cuando vinisteis, nos encontramos con un grupo de voces bonitas, pero que no terminaban de casar. Si acaso, Scott y Tommy tenían más compenetración, supongo que por vuestras circunstancias personales…-caviló.
               -Ni que lo digas, reina-comentó Bey.
               -La canción sonaba bien la semana pasada, pero esta noche ha sido espectacular. Habéis demostrado que podéis convertiros en un grupo, y que estáis en proceso de ello. He visto mucha compenetración, mucha complicidad, y eso me ha encantado. Puede que más que la canción en sí. Se nota mucho que os lo pasáis bien juntos, y espero poder seguir disfrutando de lo que es teneros en un escenario durante muchos programas más.
               Gaga se giró para mirar a Jesy, que esbozó una sonrisa traviesa mientras el público proclamaba a la que acababa de hablar como su jueza preferida.
               -He de decir-añadió a regañadientes- que estoy orgullosa de cómo habéis evolucionado de la audición a esta semana. Ha habido unos cuantos fallos en la coreografía, y vosotros lo sabéis…-canturreó, mirándose las manos-. Pero no mucha gente se ha dado cuenta, y eso está muy bien. Ahora, en cuanto a las voces…-se rascó la nariz-. No estoy del todo de acuerdo con Gaga; creo que habéis trabajado y que tenéis más compenetración que antes, de eso no hay duda. Pero todavía os queda un largo trecho por recorrer. Tenéis conciencia de grupo, y se nota, tanto al cantar como al bailar, pero todavía hay algunos egos por ahí sueltos-clavó los ojos en alguien al otro lado de la pantalla, y rápidamente la imagen cambió a Scott- que tenéis que intentar controlar.
               -Perdona, Jesy, pero, ¿qué egos?-preguntó Simon, alzando una ceja como si eso no fuera una estrategia para generar audiencia.
               -Ésta es tonta-ladró Shasha.
               -Es el puto Scott Malik, por supuesto que tiene el ego del tamaño de un globo aerostático, ¡tiene derecho a ello!-protestó Jordan. Sabrae subió hasta sentarse en el hueco en el sofá que había entre mis piernas, mordisqueándose las uñas, nerviosa.
               -No voy a entrar en tu juego de señalar a adolescentes, Simon-sonrió Jesy, pero Nicki aplaudió.
               -¡Venga, Jesy, aquí hay que dar nombres, que si no, no es divertido!
               Sabrae se revolvió, mirando fijamente la pantalla de la televisión. Comenzó a susurrar algo que yo no conseguí entender. En el plató reinaba un silencio expectante; nadie parecía querer abrir la boca, como temiendo que Jesy cambiara de opinión y no soltara el cotilleo más jugoso del siglo.
               -Scott-constató. Se escuchó una risa al fondo del plató, y estaba bastante seguro que era de Zayn.
               -¡Esta tía está chalada!
               -¡¿Ego Scott?! ¡Si es un sol!
               -¡CON MI HERMANO NO TE METAS!
               Sabrae seguía mordisqueándose las uñas. Yo le toqué la cintura intentando tranquilizarla, y ella se giró para mirarme, preocupada. Negué despacio con la cabeza.
               -Lo van a echar-decían sus ojos.
               -No se va a ningún sitio-respondieron los míos. Era demasiado importante.
               -¿En qué se le nota el ego?-preguntó Tommy, dispuesto a defender a Scott de quien fuera.
               -Scott, estarás de acuerdo conmigo en que has destacado por encima de los demás igual que lo hiciste en la otra actuación-Scott se lo pensó un momento, pero finalmente  terminó por asentir con la cabeza. ¿Destacar? ¿En serio? No era culpa de él ser el que mejor voz tenía-. La nota alta que has hecho ha estado bien-había subido varios tonos el “I’m in love with your body” original mientras los demás hacían los coros de “come on, be my baby, come on”, una improvisación de última hora que había hecho que Tommy sonriera y Layla se mordiera el labio, divertida, pensando que, si se iba a dedicar a eso todas las semanas, ya tenían un pie en la final-…o lo estaría-sonrió la jueza-, si fuerais escasos de puntos o estuvierais haciéndolo mal, pero creo que sabes que ibais lo bastante sobrados como para que el cambio de tono fuera innecesario.
               -Vale-baló Scott cual dócil corderito.
               -Si tienes afán de protagonismo…-espetó, y Gaga se la quedó mirando.
               -¡Pero, ¿qué dice, señora?!-le gritó Logan a la tele.
               -¡Le voy a arañar la cara!-tronó Karlie.
               -¿Cómo se atreve?-jadeó Taïssa. Sabrae estaba rígida como una estatua en mi regazo.
               -… sólo dilo-constató Jesy–y podremos explotar eso; pero no os viene bien presentaros aquí como un grupo, decir que no tenéis líder, y luego que tú intentes destacar por encima de los demás-se reclinó sobre su asiento-. A otras bandas les ha sucedido, y no les terminó yendo del todo bien-sonrió, irónica, alzando una ceja. Shasha se levantó, furiosa.
               -¿Acaba de insinuar que papá…?-comenzó, y Sabrae la miró-. Voy a sacarle todo el dinero de la  cuenta bancaria. Que alguien me traiga un ordenador-instó.
               -Siéntate y escucha. Como se pase con Scott… tenemos que impedir que él se le ponga chulo.
               -Yo no lo hago con la intención de destacar, sólo quiero ayudar y dar el mejor espectáculo posible-aseguró Scott, y Jesy asintió, aburrida de que no entrara al trapo. Se miró las uñas y asintió con la cabeza.
               -¿Debería ocuparse ella del grupo, si tanto los odia?-pregunté.
               -Es la que les ha tocado, y la única con experiencia.
               -Sí, pero aun así, quizá fuera mejor que se fueran con Nicki o…
               -No pueden ir cambiando de mentor, Al. No funciona así-Sabrae suspiró-. Por lo menos, ha sido prudente.
               -Aunque-añadió Scott, y Sabrae tragó saliva mientras Tommy lo fulminaba con la mirada en la pantalla de televisión- no creo que haya nada malo en que haya una voz cantante en los grupos, Jesy.
               -Ahí tiene razón-asintió Nicki-. En el rap hay acompañantes, no colaboraciones propiamente dichas. Es bastante raro que se ponga a dos raperos por igual.
               -En el rap, pero ellos no hacen rap-respondió Jesy, encogiéndose de hombros-. No en todas las bandas hay un integrante que destaque. Deberías saberlo-le clavó la puñalada a Scott, y sonrió con satisfacción, sabedora de que había ganado la batalla.
               ¿O no? Por la expresión que adornaba la cara de Scott, no todo estaba perdido. Aún no se habían repartido todas las cartas.
               -Bueno, supongo que tienes razón-Scott se encogió de hombros, fingiendo docilidad -, aunque todos tenemos claro que Little Mix eran en realidad Perrie y sus coristas.
               Nos quedamos en completo silencio.
               -Por lo menos, en el primer disco.
               La expresión de Jesy era la de una máscara. Si le divertía o molestaba el comportamiento de Scott, era imposible saberlo. Me levanté.
               -¿Adónde vas?-preguntó Sabrae.
               -A cambiarle las sábanas a la cama de tu hermano, porque va a dormir en casa esta noche.
               Sin embargo, cogí el móvil. Puede que hubiera hecho una coña para rebajar el ambiente, pero yo sabía que Scott se estaba cavando su propia tumba, sin darse cuenta de que ya estaba en ella. Suspiré para mis adentros. El sobrecoste que me supondrían todos los mensajes que enviaría para salvar a mi amigo se comería gran parte del extra que iba a hacer la semana siguiente. Adiós a mejorar la estancia en el hotel de Barcelona con Sabrae.
               - Menos mal que corregimos ese rumbo-contestó Jesy, sonriendo con malicia-. De lo contrario, no habríamos seguido todas juntas… puede que alguna se hubiera ido sin dar más explicaciones que una publicación en Facebook.
               Me quedé estupefacto ante la crueldad de aquella mujer.
               -Shash-susurró Sabrae-. Acércame el móvil. Voy a destruir a esa hija de puta.
               -¡Vaya!-rió Robert Loyal, entrando de nuevo en escena-. Parece que los ánimos están un poco caldeados. ¿Por qué no rebajamos tensión recordando los números de teléfono? ¡Abrimos líneas, familia! Ya podéis votar por vuestros preferidos; para los más despistados, os pasamos un resumen de las actuaciones que os refrescarán la memoria…
               Los de realización pasaron entonces un apresurado resumen de las actuaciones antes de que un artista invitado amenizara la gala. Nos pusimos manos a la obra. Mientras pasaban los anuncios y hacían entrevistas, nos dedicamos a votar y pedir que votaran por el grupo como si no hubiera un mañana. En cierto sentido, parecía que CTS estuvieran en la final ya, y todo dependiera de la buena publicidad que les hiciéramos.
               Karlie y Tam se turnaban para enviar mensajes con el móvil de la primera, pues la gemela se había dejado el suyo en casa. Jordan llamaba y colgaba, llamaba y colgaba, llamaba y colgaba, mientras Max y Logan escribían mensajes a gran velocidad.
               Sabrae se acurrucó a mi lado, y antes de que yo pudiera rodearla con los brazos y atraerla hacia mí, Dan saltó sobre su regazo y se hizo un ovillo entre sus piernas.
               -¿Crees que les irá bien?-preguntó el niño. Sabrae me miró.
               -Pues claro-mintió-. Lo han hecho genial, ¿no te parece?
               -Sí, pero han enfadado a Jesy.
               -Ya sabes cómo es Scott, pequeñín. Le gusta picar a la gente.
               En ese momento, Robert fue a sentarse al sofá con los concursantes, y se las apañó para hacerse un hueco entre Diana y Tommy. Se volvió hacia la primera, le hizo un par de preguntas sobre cómo iba a hacer para compaginar su trabajo como modelo con su nueva faceta de cantante, y cuando Diana confesó que estaba completamente comprometida con la música y había dejado la moda temporalmente aparcada para poder darlo todo, se volvió hacia Tommy.
                -Bueno, bueno, el gran Tommy Tomlinson. Tengo que confesar que cuando me anunciaron que habíais pasado con el grupo, me alegré muchísimo.
               -Vaya, muchísimas gracias, Robert. Se me hace un poco raro tenerte delante, ya sabes… tantos días viéndote por la tele-Tommy se rió.
               -Qué va, hombre, si yo soy más de tu casa que tus zapatillas-Robert se unió a sus risas-. Oye, me han dicho que Inglaterra tiene que echarte a ti la culpa de que hoy estéis aquí.
               -Bueno, un poco. Verás, yo le propuse a Scott hacer lo del grupo, pero cuando él aceptó, fuimos los dos los que fuimos convenciendo a los demás. No fue fácil.
               -Oh, así que, ¿Scott tuvo que dejarse convencer?-Robert se giró y miró a Scott, que se encogió de hombros.
               -Ya habrás visto que tengo un carácter muy dócil. Soy fácil de liar. Nunca le he dicho que no a una fiesta.
               -Y esta es la fiesta más impresionante en la que hemos estado-comentó Tommy.
               -Esperemos que también sea la más larga-añadió Scott.
               -¡Seguro que sí! El público os adora, sólo tenéis que entenderos un poco mejor con las juezas.
               -Son más difíciles de conquistar.
               -Dímelo a mí-Robert hinchó los carrillos y se rió de nuevo, con esa sonrisa perfecta que  daba a entender la gran inversión que hacía su programa en él.
               -Qué guapo-gimió Duna.
               -¿Estáis contentos con el trabajo que habéis hecho esta noche?
               -Claro que sí, están súper guapos-respondió Duna.
               -Dun-dun, ya te hemos oído. Sí, Scott está súper guapo y Robert está genial, como siempre, pero déjanos disfrutar de…-la regañó Sabrae.
               -No, si me refería a Tommy-respondió la niña-. Con esa chaqueta de neón, sus ojos son azulísimos. Más que los tuyos, Ash-miró a su mejor amiga, que torció la boca un segundo, meditabunda.
               -Los míos son muy bonitos.
               -Sí, pero no tan azules como los de Tommy.
               Lo dijo balanceando los pies en el aire, delante de mí, como si yo no fuera su amor platónico más importante. Ah, no. Por ahí no iba a pasar. Una cosa era que Scott me quitara el protagonismo, que consiguiera levantarme a las tías tirando de su puñetero piercing y sus ojitos de niño bueno, pero, ¿su hermana? Su hermana era mía. Y si ni siquiera él podía quitármela, menos lo iba a hacer Tommy.
               -¿Perdona?-espeté, y Duna se giró y me miró-. No, si al final me va a salir competencia por todos lados-Sabrae me fulminó con la mirada, como diciendo “deja a mi hermana en paz”, pero yo no podía dejar de protestar. Que Scott se fuera era una cosa. Que Tommy se fuera era una cosa.
               Que se fueran los dos, me dejaran solo cuidando de sus hermanas, y Tommy me levantara a su hermana… era algo por lo que yo no pensaba pasar.
               -Me parece fatal, Duna. Tú me decías que me querías, yo pensaba que lo nuestro iba en serio, ¡creía que estábamos enamorados! Y ahora resulta que Tommy se va, y pierdes el culo por él. Eres una groupie, una mojabragas. Yo no pensé que me fueras a hacer esto a mí. Estoy disgustadísimo, Duna-ella se rió, se levantó y vino a abrazarme-. No, basta. No quiero tus mimos. Se acabó. Que sepas que voy a entrar en depresión. No creía que fueras capaz de hacerme una cosa así. No sé si conseguiré despertarme mañana por la mañana, del disgusto que me acabas de dar. Un puñal en mi pecho dolería menos que esta traición.
               -Tú siempre serás mi preferido, Al. El más guapo y el más todo.
               -No-insté, empujándola suavemente-. No trates de seducirme. El daño ya está hecho. Me duele el pecho y jamás me sanará. Gracias, de corazón, Duna.
               -¡Jo, Al!-rió Duna, saltando para atravesar la barrera de mis brazos y conseguir encaramarse a mi cuello. Me dio un beso antes de que yo la rechazara.
               -Basta-ordené.
               -¿Y si te hago cosquillas?
               -Hay cosas que, una vez rotas, jamás se vuelven a arreglar.
               -Pero nuestro amor es muy fuerte.
               -Lo era.
               -Por favor-ronroneó, toqueteándome la oreja. Me estremecí de pies a cabeza y la miré de reojo.
               -¿Estás verdaderamente arrepentida?
               -Sí.
               -¿Cómo?
               -Mucho, mucho. Me duele el corazón.
               -Así sabes lo que se siente.
               -¿Me das un beso?
               -¿Y tú a mí?
               -Claro que sí-me plantó un sonoro beso en la mejilla y se sentó en mi pierna. Astrid frunció el ceño.
               -Yo también quiero un sofá humano.
               -Búscate a otro. Estoy con Alec.
               -¿Max?
               -Ven aquí, pequeña-Max abrió los brazos y dejó que Astrid se acomodara en ellos mientras Dan nos fulminaba a mí y a Max con la mirada. No le gustaba no tener éxito.
               Al final, la noche se resolvió bastante bien. Cuando anunciaron los ganadores de la gala, no nos sorprendió ver a Chasing the stars en un puesto alto, pero el alivio no dejó de ser importante incluso cuando teníamos esperanzas de que los salvarían. Nos pusimos en pie de un brinco, chillando, y Sabrae se giró y me dio un pico no como si ya fuéramos novios, sino como si lleváramos años casados, con varios hijos (que perfectamente podían ser los niños) y nuestro equipo preferido acabara de ganar el mundial de fútbol. Todos nuestros amigos nos miraban; las únicas que no lo hacían eran Karlie y Tam, que se fundían aún en un cálido abrazo, celebrando el buen trabajo en equipo que habían hecho.
               -Bueno…-me pasé una mano por los pantalones-. Pues, ¿hasta la semana que viene?-sugerí.
               -Déjalos que se queden hasta el final-me instó Sabrae.
               -No les estoy echando. Sólo quiero saber…
               -Podéis venir la semana que viene, si os apetece. Será más cómodo, aunque la casa de Alec esté más cerca.
               -Aquí estaremos-prometió Bey mientras Robert Loyal continuaba proclamando con lentitud la clasificación. Cuando se terminó el programa, Sabrae apagó la tele y entre todos nos ocupamos de devolverlo todo a su estado normal. Las niñas dormían acurrucadas la una a la otra en una esquina del sofá; Dan, por su parte, se había quedado dormido en el otro extremo, tumbado solo, encogido bajo la manta que Kendra le había pasado por los hombros.
               -¿Seguro que no queréis que mis padres os acerquen?-preguntó Sabrae cuando mis amigos se apiñaron en la entrada de la casa. Negaron con la cabeza.
               -Llegarán tarde, y seguro que estarán muy cansados. No nos importa caminar.
               -Acompaña a mi hermana a la puerta-ordené a Jordan, que puso los ojos en blanco.
               -Eso tenía pensado hacer. No soy tan mal hermano mayor como piensas.
               -Ni siquiera lo eres. Eres el pequeño.
               -Vete a la mierda, Alec.
               -Adiós, hermanito pequeño-le tiré un beso y él me hizo un corte de manga. Esperé a que desaparecieran por la esquina de la calle antes de meterme en casa. Las amigas de Sabrae cargaban con Duna y Astrid, así que fui a por Dan.
               -Venga, campeón, hay que ir a dormir.
               -Puedo ir yo solo-protestó el niño, pero se durmió en mis brazos antes de poder defenderse. Miré a Sabrae.
               -Por lo menos tiene una excusa para no dirigirme la palabra.
               -Te quiere mucho. Sólo quiere más a Duna-se rió, y exhaló un sonoro bostezo.
               -¿Por qué no te vas a la cama?
               -Quiero esperar abajo a que lleguen mis padres-respondió, subiendo las escaleras detrás de mí.
               -¿Aguantarás despierta?
               -Es probable que no.
               -Vaya, ¿y qué hay de ese polvo a las cuatro de la mañana que me habías prometido?
               Lo único que pudo hacer fue acariciarme la mano. La verdad es que entendía que estuviera así; después de apagar la televisión, había sentido cómo mis fuerzas disminuían  hasta el punto de casi desaparecer. Pensaba que no conseguiría llegar al piso superior, pero saber que estaba siéndole útil a Sabrae, quitándole trabajo, hacía que siguiera caminando.
               Tras arropar a los pequeños y darle a cada uno un beso de buenas noches, me fui al piso de abajo mientras Sabrae se despedía de sus amigas. Shasha estaba en el baño, así que no tuvimos ocasión de darnos las buenas noches antes de que se metiera en la habitación con el resto de chicas.
               Como un espectro, Sabrae descendió por las escaleras en silencio. Se había deshecho los moñitos y sus párpados pesaban toneladas.
               -Puedo esperarles yo despierto, si quieres.
               Negó con la cabeza, se sentó en mi regazo y se acurrucó contra mi pecho. Dejó escapar un suspiro, cerró los ojos, apoyó la mejilla en mi clavícula y así, sencillamente, se durmió.
               A pesar del cansancio, del torrente de emociones que había dejado un cierto regusto a exceso en mis venas, me sentí muy a gusto. Con ella acurrucada en mi pecho, había pocas cosas que pudieran afectarme. ¿Toda mi vida iba a ser así? Porque podría acostumbrarme a esto.
               -Estás muy callado-comentó, sorprendiéndome. Creía de verdad que estaba dormida.
               -Pensaba que dormías.
               -Quiero estar…
               -Despierta. Lo sé-le besé la cabeza-. Me lo he pasado muy bien.
               -Yo también. Has hecho un gran trabajo.
               -¿Suplantando a Scott?-ironicé. Sabrae negó con la cabeza y levantó sus ojos castaños para bucear en los míos.
               -Convirtiéndote en un nuevo Malik.
               Le aparté el pelo de la cara.
               -Aprecio mucho que me digas eso.
               -Es la verdad. Eres de casa. Siempre lo has sido, pero… ahora, más que nunca. Creía que Scott volvería a casa esta noche.
               -¿Sinceramente? Yo también.
               -Y me sorprendió pensar…
               -¿Qué?
               -No quiero que vuelva aún. Si vuelve, las cosas volverían a ser como antes. Y yo no quiero que sean como antes, Al-confesó-. Me gusta demasiado lo que tenemos como para renunciar a ello tan pronto. Quiero más.
               Escondió la cara en mi pecho, inhaló el aroma que desprendía mi cuerpo y añadió con un hilo de voz:
               -Toda una vida.
               Sonreí.
               -Mira, por fin algo que puedo darte-le acaricié la espalda y le di un beso en los labios.
               -¿Soy una egoísta? Seguro que sí. No está bien que no quiera que mi hermano vuelva tan pronto, sabiendo que mi hermana no lo está pasando bien. La casa está muy vacía sin Scott, pero yo te tengo a ti, y… me siento acompañada. ¿Tiene sentido?
               -Estás enamorada de mí, por supuesto que tiene sentido.
               -Y tú de mí-constató, pegando su nariz a mi cuello y emborrachándose de mi olor. Parecía una droga en manos de una toxicómana. Me sentía igual de necesario y adictivo, pero beneficioso en lugar de perjudicial.  
               Los dedos de Sabrae encontraron la cadena de plata con la que llevaba colgado del cuello su anillo.
               -Si me dijeras decírtelo… la cantidad de veces que te lo diría ahora mismo.
               -Si te dijera decírmelo, no podría irme. Ni siquiera sé si podré después de esto. Por eso no quiero que me lo digas. Si nunca te lo he escuchado decir sin que se te escape, o…-negué con la cabeza-. Dime que tengo que hacerlo, Sabrae-le acaricié el labio.
               -Tienes que hacerlo.
               -Dime que quieres que lo haga.
               -No quiero que lo hagas.
               Me eché a reír, negué con la cabeza y apoyé la nuca en el sofá.
               -Ay, Sabrae…
               -Prometimos que seríamos sinceros el uno con el otro. Nada de mentiras. Y yo jamás te mentiría en esto-me puso una mano en la mejilla y me hizo mirarla-. Te voy a echar tanto de menos que me desintegraré, Alec. Puedo sobrevivir a la ausencia de Scott, pero no a la tuya.
               Conmovido, le besé la mano.
               -Pero aún estoy aquí. Y pienso seguir aquí mucho tiempo. Incluso si viniera tu hermano, se tendría que aguantar. Ha cambiado demasiado entre nosotros como para poder volver atrás. Igual que yo no puedo volver a cómo era antes de conocerte, nosotros no podemos volver a cómo éramos antes de que Scott se fuera.
               -Mejor, porque ni aunque él me lo pidiera de rodillas cambiaría lo que tenemos ahora-confesó. Le di un beso, que ella me devolvió, que yo le devolví, que ella me devolvió, y así entramos en un bucle del que sólo pudimos salir cuando escuchamos el ruido de unos neumáticos deteniéndose en la calle. Un haz de tenue luz se coló por las ventanas.
               Decidido a ser un caballero y porque Sabrae se había pasado el día de acá para allá, me levanté y la dejé en el sofá. Caminé en silencio por la casa, conociendo cada rincón sin tener que encender la luz. Escuché los pasos de Zayn y Sher al otro lado de la puerta, y cuando la abrí, me encontré con sus expresiones sorprendidas. Se esperaban a Sabrae, no a mí.
               Claro que esperarse a Sabrae también suponía esperarme a mí a esas alturas de la película.
               -Vaya, ¿así que ahora quien me recibe en recibe en mi casa eres tú, chaval?-preguntó Zayn. Y yo sonreí.
               -Sí. Espero que no os importe, porque pienso quedarme por aquí bastante tiempo.
               -Todo el que ella te quiera, Al-respondió Sher.
               -¿Qué tal habéis visto a Scott?
               -Chulo. ¿Y vosotros?
               -Chulo es su estado natural-contesté-. Lo que pasa que vosotros no lo sabéis; sois sus padres.
               -Tiene a quién parecerse.
               -¡Zayn!
               -¿Acaso es mentira, Sherezade?
               -Papi-llamó Sabrae, estirando el brazo en su dirección. Zayn se acercó a verla.
               -Hola, pequeña. ¿No duermes?
               -Os estaba esperando. ¿Cómo estaba Scott?
               -Te echaba de menos.
               -¿Le dijiste que yo también a él?
               -Claro, cariño.
               -Bien. Mamá, ¿le diste los besos que te pedí?
               -Y más. Me debes unos cuantos, de hecho.
               -Perfecto-bostezó sonoramente-. Mañana te los doy. Si me disculpáis… Alec y yo tenemos que dormir.
               -A él se le ve fresco como una lechuga.
               -Soy bueno disimulando.
               -¿Me llevas en brazos?-pidió Saab.
               -¿Qué soy? ¿Tu esclavo?
               -Por favor.
               -Vale, vale, si te pones así…
               Sabrae sonrió, se estiró cuan larga era y esperó pacientemente a que le pasara los brazos por debajo del cuerpo. Se despidió de sus padres con un movimiento de los dedos y bufó en mi cuello.
               -Eso, explota a tu novio de clase obrera, niña burguesa.
               -Tú no eres de clase obrera, Al.
               Sonreí, cerrando la puerta de su habitación.
               -Y tampoco soy tu novio.
               -Y menos mal. Los novios usan pijama.
               Dicho lo cual, se dejó caer delicadamente sobre el suelo, y me quitó ella misma la camiseta.  



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1 comentario:

  1. No he notado nada en falta la promesa de Barcelona porque sinceramente no puedo protestar a un capítulo de Alec y Sabrae estando casadisimos y actuando como una pareja casada de 80 años delante de sus amigos.
    La parte del pelito??? MUERTA ESTOY. MUERTA.
    Y me ha encantado ver las actuaciones de cts narradas por parte de Alec, me va a encantar leer como despellejan viva a Jessy a base de insultos a la tele.

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