domingo, 18 de octubre de 2020

Terivision: Los siete maridos de Evelyn Hugo.

 
¡Hola, delicia! Vuelvo después de, aproximadamente, dos millones de años a subir una reseña en el blog, para nada por suplir la ausencia de capítulo de Sabrae, que, por si te preocupa, llegará el 23 (¡hay cosas demasiado importantes acercándose, y me parecía imposible no hacer que pasaran en un 23!).
Pero en fin, que me enrollo mucho. El libro con el que he resucitado esta parte del blog es:
 
Créditos de imagen: Bitácora de libros





¡Los siete maridos de Evelyn Hugo! Lo había visto en Goodreads un par de veces, y lo cierto es que ya me había llamado la atención por su temática, que aborda la vida de una famosísima (e irreal, al menos hasta donde yo sé) actriz de Hollywood, Evelyn Hugo. Bueno, está bien, en realidad el hecho de que en la primera frase de la sinopsis ya se mencione la palabra “Hollywood” tiene mucho que ver en el hecho de que quisiera leerme este libro. Pero, después de añadirlo a “pendientes” y dejarlo ahí, olvidado, una amiga mía me dijo que lo había leído y se había acordado de mí, incitándome a que lo leyera pronto. Y eso he hecho.
Y tengo que decir que me ha encantado, como ella me dijo que me sucedería.
El libro narra la historia de Evelyn Hugo; no sólo de su vida amorosa, sino de su ascenso a la fama y los sacrificios que tuvo que hacer por mantenerse en la cumbre una vez la alcanzó. Para ello, la autora, Taylor Jenkins Reid, usa a la periodista Monique Grant, una “desconocida”, como se califica incluso ella misma, como puente para que el lector final (o sea, tú o yo) conozcamos esa vida plagada de luces y sombras que ha vivido Evelyn, con la que la diva del cine terminará teniendo un vínculo que, la verdad, tendría que haber visto venir.
No ahondaré mucho en la historia para no hacer spoiler por si mi reseña (que va a ser positiva) te da ganas de leerla; simplemente me gustaría señalar que a pesar de que parece una lectura ligera, de las que consumes en un viaje en tren o en avión con destino a tus vacaciones, no lo es en absoluto. O bueno, quizá un poco. A pesar de que hay momentos edulcorados, propios de comedia romántica con la que pasar una lluviosa tarde de sábado, hay otros momentos bastante crudos, que no te dejan indiferente, desde la muerte de personajes muy queridos por Evelyn, a momentos que ella se ve obligada a vivir. Y es que esta novela es, precisamente, el desnudo de una estrella para demostrarle a su público que es humana, al final del todo de su vida. La actriz se confiesa, literal y metafóricamente, con la periodista, en una redención de sus pecados en la que pone todas sus cartas sobre la mesa, desde la revelación de su auténtica sexualidad, a las artimañas que usó para llegar a la cima, pasando por los típicos trucos de márketing hollywoodiense con los que todos estamos acostumbrados (porque, no, evidentemente todos esos matrimonios no fueron por amor).
La vida de Evelyn engancha, y lo hace muchísimo más que la de Monique, una de las dos narradoras en primera persona (la otra, evidentemente, es la propia Evelyn) cuyo papel es casi anecdótico, hasta el punto de que el plot twist con el que Taylor Jenkins Reid pretende sorprenderte no es lo más importante ni impactante de la historia. Mientras que el personaje de Evelyn Hugo está perfectamente perfilado, el de Monique apenas es un esbozo, cuyos dramas personales (está intentando sobreponerse a su reciente separación de su también reciente marido) no consiguen hacer que gane en profundidad. Y, por consiguiente, cuando descubres la relación entre ambas narradoras, te quedas un poco frío.
Por otro lado, y ya en términos del libro en sí, he de decir que el estilo de Taylor Jenkins Reid me parece sencillo, pero elegante y cautivador cuando necesita serlo, consiguiendo atraparte incluso sin que tú pretendas pasarte horas y horas leyendo sus palabras. Algo que me ha gustado mucho de esta lectura es el juego que hace con los artículos de prensa que tratan la vida de Evelyn, retratando sus escándalos según se suceden, dándole más verosimilitud a la historia y creando un mundo todavía más complejo y tridimensional. En cierto sentido, me recuerda a las publicaciones en blogs y revistas que aparecían en La boda de Rachel Chu, de Kevin Kwan, que también me gustaron precisamente por lo novedoso; en aquella ocasión, era la primera vez que leía algo semejante.
Sin embargo, no puedo decir todo maravillas del libro, ni mucho menos. Llevo una temporada leyendo libros traducidos; no tengo nada en contra de leer en versión original, todo lo contrario: me parece una herramienta muy útil cuando quieres reforzar los conocimientos de un idioma extranjero, y en gran parte de los casos la traducción siempre perderá algo que tenía el original. Pero el caso es que he decidido concentrarme en el español de momento, al ser el idioma en el que escribo, y siendo la lectura una herramienta tan importante para un escritor, me parece que leyendo en inglés pierdo (nuevas palabras que puedo no conocer en mi idioma materno, y también soltura) más de lo que gano (construcciones gramaticales que tengo oxidadas, y vocabulario que desconozco completamente).
No ha sido el caso aquí. He leído el libro en formato electrónico, como llevo haciendo un tiempo ya (de hecho, ahora que me están regalando libros físicos por mi cumpleaños, me está costando un poco volver a acostumbrarme a las páginas en papel, los marcadores de plástico y demás), y cuál ha sido mi sorpresa cuando, a pesar de tenerlo todo en orden (las primeras páginas, con la información de la editorial y demás), me encuentro con que la traducción parece más un collage de las realizadas por personas a ambos lados del Atlántico que por una sola. Hay expresiones tanto españolas como latinoamericanas en la novela que hacían que, en ocasiones, me resultara complicado abstraerme con la novela; me descolocaban completamente, hasta el punto de que llegué a preguntarles a mis amigas, que tenían el libro en físico, para asegurarme de que no me había hecho con una versión con errores. Y no era el caso. La traductora había hecho una versión tanto para España como para América Latina, en la que, en lugar de elegir el “dialecto” del español (por llamarlo de alguna forma) de una zona en concreta, decidió meter expresiones de aquí y allá para, supongo, intentar agradarnos a todos. El inconveniente es que estoy convencida de que a mí me ha chocado de la misma forma que si fuera americana, con lo que realmente, por intentar tenernos a todos contentos, no ha quedado nadie satisfecho. O, por lo menos, esa es mi impresión; no hay problema en leer un libro traducido al español latinoamericano, grandes escritores de nuestra lengua no pertenecen a España, y eso no les hace peores, ni mucho menos. El principal problema es precisamente lo extraño de la mezcla: se queda a medio camino entre dos culturas, haciendo que no puedas acostumbrarte a una determinada expresión, pues pronto la traductora la cambia completamente, dejándote sin red de seguridad a la que recurrir en el caso de algún desliz.
En resumen, y quitando esto, la historia me ha gustado muchísimo. He conseguido empatizar mucho con el personaje de Evelyn a pesar de que no podríamos haber vivido vidas más distintas; he sufrido con ella, he amado con ella, e incluso se me ha escapado una lagrimita en algunos momentos muy duros que he revivido con ella. Por desgracia, sigo teniendo la capacidad emocional de un ladrillo, y me cuesta mucho llorar, aunque sé lo sanador que resulta.
Pero el quedarme mirando a la nada mientras proceso lo que ha sucedido en el libro, no me lo quita nadie. Quizá, para la siguiente vez que lea este libro (porque no me cabe duda de que lo revisitaré), tenga la lágrima más suelta, y pueda desahogarme todo lo que la historia se merece.
Lo mejor: la forma en que se tratan ciertos temas, como la homofobia, la misoginia, o la ambición. Cruda, descarnada, sin temor a ser sincero.
Lo peor: la traducción.
La molécula efervescente: «Hollywood tiene algo: es un lugar, pero también un sentimiento. Si huyes allí, puedes dirigirte hacia el sur de California, donde siempre brilla el sol y hay palmeras y naranjos en lugar de edificios sucios y aceras llenas de mugre. Pero también huyes hacia la vida tal como la muestran las películas.
Huyes hacia un mundo que es moral y justo, donde los buenos ganan y los malos pierden, donde el dolor al que te enfrentas solo es un esfuerzo que te hará más fuerte, para que al final tu victoria sea aún mayor.»
Grado cósmico: estrella galáctica {4.5/5}
¡Espero que hayas disfrutado con mi reseña! Y recuerda no preocuparte; Sabrae y Alec estarán de vuelta este viernes 23

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