domingo, 27 de junio de 2021

Redibujar constelaciones.


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Antes del dolor de cabeza, la boca reseca, la garganta dolorida, los músculos agarrotados y las costillas resentidas, estaba Sabrae.
               Así era mi vida ahora, como debería ser siempre: primero ella, la sensación de mi alma volviéndose una capa protectora a su alrededor, haciéndose consciente de sí misma al sentir la calidez que desprendía su cuerpo templando su ardor. Su aroma flotaba hacia mí como el perfume de la sal marina hacia la parte alta del único faro que impedía que las calas más maravillosas del mundo terminaran infestadas de naufragios.
               La percibía incluso en sueños, su calidez, su suavidad, su desnudez, la mezcla afrutada de manzana, maracuyá y sexo con que empapaba mi almohada cada vez que dormíamos juntos.
               Por eso le había pedido la noche anterior que durmiera conmigo: porque antes que resacoso, estaba enamorado de ella. Así que una resaca del demonio, como había tenido pocas en mi vida y como no debería estar sufriendo con lo poco que había bebido la noche anterior, se volvía una ligera molestia con su cuerpo de bronce tumbado a mi lado.
               Me desperté antes que ella, lo que me dio una ventaja que no pensaba desaprovechar. Cuando abrí los ojos lentamente, descubrí que el sol había ascendido más de lo normal en el cielo, arrastrando el cuadrado de luz por mi habitación hasta nuestras caderas, en lugar de arañando los pies de mi cama como un gatito que quisiera compartirla conmigo. No me había despertado con el amanecer, y por un momento lamenté la oportunidad que había perdido de grabarle un videomensaje en el que también apareciera ella. Aquellos videomensajes en que yo no estaba solo habían escalado puestos en nuestro ránking de cosas preferidas del mundo hasta convertirse en nuestros preferidos, no sólo por lo bien que me quedaban sino por lo que representaban: otra noche más que habíamos pasado juntos, bien con sexo, o bien en simple compañía, lo cual apreciaba igual que las noches de placer.
               Bueno… tal vez no exactamente igual que las noches de placer. A fin de cuentas, por mucho que lo nuestro nunca se hubiera basado exclusivamente en lo físico, sí que al menos había germinado ahí, cosa que no podíamos dejar de tener en cuenta.
               Vale, prefería mil veces follar con ella a no hacer nada, pero tampoco me quejaba si nos tocaba noche de arrumacos.
               Ignorando las quejas de mis costillas, a las que aún no les había permitido comenzar a recuperarse, me puse de costado para poder mirarla. Sabrae me daba la espalda, con sus rizos derramándose sobre la almohada y el colchón, igual que una cascada mitológica en la que no me sorprendería encontrar ninfas. Sus hombros subían y bajaban al compás de su respiración, tenía los pies entrelazados debajo de las sábanas, con la punta de un pulgar tocándome la rodilla, asegurándose de que siguiera allí…
               … y una mano alargada en mi dirección, buscando la mía, abandonada a su suerte ahora que yo me había movido y la había soltado nada más despertarme.
               Porque ah, sí. Ésa era una costumbre que los dos habíamos comprobado despertándonos a horas distintas: nos buscábamos en sueños. Siempre, siempre, siempre teníamos que estar en contacto. Necesitábamos tocarnos en todo momento, ya fuera rodeándonos con los brazos, apoyando la nariz en la espalda o el hombro del otro, pasándonos una pierna por encima o, en los casos más extremos en que nos ofrecíamos distancia y a la vez necesitábamos cercanía, nos cogíamos de la mano sin tan siquiera darnos cuenta. Los dos habíamos comprobado un par de mañanas ese pequeño gesto nuestro, pero siempre habíamos pensado que se trataba de una artimaña del otro al despertarse a solas en medio de la noche, hasta que un día yo lo comenté desayunando y Sabrae me dijo que creía que era algo que hacía cuando me despertaba al amanecer.
               -Cuando me he despertado esta mañana, ya nos estábamos cogiendo de la mano-contesté, y ella parpadeó despacio.
               -¿Y te has despertado antes a lo largo de la noche?
               -No. ¿Y tú?
               Sonrió, una sonrisa amplia extendiéndose por su boca con la seguridad con la que el verano se asentaba sobre Mykonos.
               -No.
               Yo me había acercado la taza a los labios y la había sostenido frente a estos para darle más énfasis a lo que estaba a punto de decir, como hacían en las pelis.
               -Somos material de fanfic, ¿eh?-bromeé, y Sabrae se había echado a reír. Por aquel entonces, Sabrae y sus amigas ya me habían instruido suficiente en el mundo de los famosos como para saber que muchas dedicaban sus ratos libres a escribir historias sobre sus ídolos en cualquier situación, aumentando aún más su leyenda.

miércoles, 23 de junio de 2021

Las leyendas de nuestra nación.


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-¡Abran paso al nuevo Jesucristo resucitado!-proclamó Tommy, levantando las manos mientras entrábamos en la discoteca que nos había cambiado la vida a Alec y a mí. La marea de gente ya estaba separando para dejar pasar al grupo, aún asimilando el hecho de que tres estrellas de la música se dignaran a compartir techo, bebidas y pista de baile con el común de los mortales. Scott, Diana y Tommy despertaban un respeto casi reverencial desde que habían vuelto del concurso, pero algo en el ambiente aquella noche era distinto.
               En lugar de seguir separándose como las aguas del Mar Rojo se separaron para dejar paso a Moisés y los judíos al inicio del éxodo, en cuanto los que abarrotaban el local de Jordan se percataron de que había alguien más en el grupo, se abalanzaron sobre nosotros a recibirnos como si fuéramos héroes llegados del frente de batalla, donde habíamos luchado por proteger las fronteras de nuestra nación.
               Scott sería Moisés, separando a la gente, abriéndose camino hacia lo desconocido y consiguiendo que todo el mundo le siguiera en una larguísima travesía por el desierto. Pero Alec… Alec era Jesucristo, convenciendo al mundo de que era inmortal, haciendo que toda una ciudad que no había creído en él prácticamente hasta que no tuvo más remedio saliera a recibirlo como se merecía: como un héroe, como un profeta, como un dios.
               Como un campeón. Como una leyenda.
               La música quedó ahogada por las exclamaciones de reconocimiento, los codazos avisando de que había algo más interesante que el escote de la chica de al lado, el ruido sordo de los cuerpos frotándose al girarse, chocando unos contra otros como asteroides enloquecidos en su carrera por componer un planeta. Poco a poco, los cuerpos de gente de lo más variopinta, cuya relación con Alec pasaba por todos los tonos del espectro, comenzaron a rodear a Alec, el astro rey, la razón que les daba sentido a sus existencias.
               Comenzó entonces una lluvia de piropos venida desde todos los rincones de la sala, las nubes del mundo congregándose en una tormenta perfecta cuyo ojo era mi chico.
               -¡Me alegro muchísimo de verte!
               -¡Menudo susto nos has dado!
               -¡Bienvenido, tío!
               -¡Cómo se te ha echado de menos, Alec, no te lo puedes ni imaginar!
               -¡Tronco, estás genial, ¿seguro que has tenido un accidente?! ¡Fijo que te has ido a Las Vegas a dilapidar la fortuna familiar!-le soltó un chaval cuya cara me resultó vagamente familiar dándole un codazo.
               -¿No se me nota?-rió Alec, soltándole un amistoso gancho que podría haberle destrozado el bazo si hubiera querido hacerle daño-. ¡Estoy un poco fofo, pero puedo seguir pateándote el culo sin despeinarme!
               El chico se rió y lo estrechó en un abrazo amistoso, dándole unas cuidadosas palmadas en la espalda que me provocaron una ligera inquietud. Sin embargo, no tenía de qué preocuparme: todo el mundo trataba a Alec como a un delicado príncipe, glamuroso, fuerte y glorioso, pero delicado al fin y al cabo. Si eran capaces de acusar sus cambios físicos, no lo sabía, pero los disimulaban a la perfección.
               Acepté el lugar que la noche me asignó a su lado, retirada en un discreto segundo plano mientras recibía las felicitaciones, bienvenidas y alabanzas de amigos, conocidos, rivales y enemigos por igual. Un lugar para el que no había nacido y contra el que me rebelaría en circunstancias normales, pero ver a Alec así me bastaba para sentir que estaba cumpliendo con mi cometido en la vida. Mi novio sonreía y prácticamente resplandecía con cada cosa que le decían, contestando con socarronería y agilidad a las bromas que los chicos le dedicaban y humildad y una pizca de picardía a las muestras de cariño de las chicas.
               Y nunca, nunca, nunca, me soltó la mano en el proceso. Cada vez que daba un apretón de manos, lo hacía con la mano derecha, la que le ofrecían los demás por inercia. Cada vez que rodeaba una cintura para agradecer un abrazo con un beso en la mejilla, lo hacía también con la mano derecha. La mano izquierda, su mano dominante, la mano con que prefería hacerlo absolutamente todo, estaba reservada exclusivamente para mí, afianzada entre mis dedos para asegurarse de que no me iba lejos.
               Jamás lo haría, incluso si me hubiera dejado la opción a ello: Alec era como un agujero negro supermasivo, pero resplandeciente de luz. En lugar de una estrella tan masiva que no permitía ni que la luz escapara de su centro, era una tan poderosa que se tragaba el cosmos al completo en una espiral de absoluta felicidad. Por primera vez desde hacía dos meses, Alec era el de antes: el accidente no le había dado más que aquello que tanto le gustaba, la atención y el cariño de todo el mundo, que le demostraba lo querido que era.

lunes, 14 de junio de 2021

Viola Davis protagoniza.... cómo defender tu TFG (Tremendo Flow Galáctico) o TFM (Te Follaba Mami)

 


Nota informativa si has venido aquí por la promesa que hice la semana pasada: sí, soy consciente de que dije que no iba a subir capítulo de Sabrae ayer, sino hoy, porque tenía un examen. El caso es que he tenido un finde de locos, así que no he podido escribir absolutamente nada, de modo que he decidido no escribir aprisa y corriendo para cumplir con los plazos, y darme más tiempo para subir el siguiente. Así que lo tendrás, como muy tarde, el miércoles de la semana que viene. Que, ¡sorpresa inesperada! Es día 23 😉. Absolutamente nadie veía venir esa jugada, ¿verdad? En fin, ¡disculpa las molestias y gracias por tu paciencia!

Y hablando de paciencia y de molestias… es probable que no recuerdes la entrada que subí en septiembre de 2018 hablando del Trabajo de Fin de Grado. O, quizá, no recuerdes que dije que haría una entrada hablando de la Defensa “un poco más adelante”.

Un

POCO

más adelante.

Pues así es, querida amiga, querido amigo. Ese poco más adelante por fin ha llegado, después de prácticamente tres años. No puedo decir que no haya tenido tiempo para prepararla, ¿verdad? Madre mía, si incluso es probable que te acabes de enterar de que hice una entrada hablando del TFG. A mí me ha dado tiempo a, literalmente, sacarme un Máster y encontrar trabajo mientras llegaba ese POCO más adelante. ¿Lo bueno? Que he tenido que pasar dos veces por el trámite del Trabajo de Fin de Grado/Máster, así que sé mejor de qué hablo.

En fin, pasamos al lío ᵔᵕᵔ

Primera parte: Redacción de la defensa.

Antes que nada, tengo que recordarte que cada universidad regula los TFG/TFM como quiera, incluso con diferencias entre las respectivas facultades. Evidentemente, no es lo mismo un trabajo de Derecho (lo que yo estudié) que de Magisterio (lo que han estudiado amigas mías) o de Medicina (de los que no tengo mucha información, porque no soy amiga de ningún médico… me parece). Así que dependiendo de los distintos tipos de trabajo que puedas hacer (en Derecho es exclusivamente de investigación bibliográfica, mientras que en Magisterio tienen varios tipos, como uno en el que tenían que hacer una especie de propuesta de método de enseñanza para los niños –súper chulo por cierto), lo que a mí me sirvió, para ti puede no ser muy útil, o viceversa.

               -Para preparar mi defensa, lo que yo hice fue coger mi Trabajo terminado e ir destacando lo más importante. Es fundamental que le des este último repaso, pues ahora que lo estás leyendo desde la perspectiva de hacer un resumen y no de corregir errores, lo verás de otra manera.

               Dado que el formato de mi universidad era de espaciado muy amplio, yo lo imprimí y fui anotando entre líneas. Si no es demasiado largo, te recomiendo que lo imprimas, ya que te resultará muy útil tenerlo delante a la hora de presentarlo, por si acaso te hacen preguntas sobre él.

               Destacado lo más importante ya, es el momento de ponerse a escribir la defensa. Si eres la reencarnación del puñetero Marco Tulio Cicerón y quieres improvisando sobre la marcha, enhorabuena, te vas a ahorrar muchos quebraderos de cabeza y este apartado seguramente no te sirva de mucho a partir de ahora.

               Pero, si eres como el resto de los mortales, necesitarás armarte de paciencia. El momento de los destacados es el paso previo para lo que para mí es el momento más complicado de la defensa,  y es precisamente escribirla. Yo la hice como una redacción que tendría que aprenderme de memoria, y es probable que tú necesites hacerla también así.

               -Haz tu defensa lo más personal posible. Si hay alguna cosa con la que te involucres especialmente, menciónala. Por ejemplo, a mí me encanta el Derecho Medioambiental, y me preocupa especialmente por a) vivir en Asturias y b) vivir la mitad del año en el pueblo de mis abuelos. Hay cosas que ni siquiera necesité estudiar porque crecí sabiéndolas (como la figura de los montes vecinales en mano común, que parece ser que sólo existe en el norte de España).

               Es por ello que quise hacer mi Trabajo de Fin de Máster sobre los Montes y Espacios Naturales Protegidos (¿sabías que un tercio del territorio asturiano está sometido a algún tipo de protección como Espacio Natural Protegido? Somos la Comunidad Autónoma peninsular con más porcentaje de territorio protegido, y contamos con el Parque Nacional más antiguo de España. Comeos esa). Porque resonaba conmigo, por mi preocupación por el medio ambiente (el cambio climático es real y está pasando ahora, nena, en palabras de Leonardo DiCaprio) y, sobre todo, por mi pueblo. Y me ocupé de dejárselo claro a mi tribunal del TFM, cosa que les encantó.

               -Es muy, pero que muy recomendable dividirla en apartados. Te ayudará tanto a la hora de hacer el PowerPoint (si es que lo quieres) o para lo más horrible de escribir la defensa: el control del tiempo.

               Incluso si se trata de una defensa cortita (el límite máximo eran 18 minutos en mi Grado), escribirla se volverá un verdadero infierno si tienes que ir controlando el tiempo cada poco. Mi consejo es que cronometres el tiempo que te lleva lo que vas escribiendo según lo escribes, y vayas sumando el tiempo por cada apartado de la defensa (por ejemplo, planteamiento 1 minuto, introducción 1:30 (2:30), y así). De esta manera, no te pondrás a escribir como loco y excederás demasiado el tiempo ni tampoco te llevará demasiado el control del tiempo, ya que no tendrás que empezar desde el principio.

               -Di en voz alta lo que quieres decir en la defensa. A veces nos ponemos a escribir palabras súper específicas y elaboradas porque creemos que lucen mejor, y luego… bueno… es bastante posible que nos trabemos si no son palabras a las que estamos acostumbrados (evidentemente, esto hay que equilibrarlo con ser preciso, pero quién mejor que tú para saber las diferencias entre un tecnicismo en la materia de tu Trabajo y algo más coloquial –como la puta diferencia entre hurto y robo, por ejemplo xd-).

lunes, 7 de junio de 2021

Vinilo.

 
¡Hola! Quería avisarte de que no publicaré el próximo capítulo el domingo, sino el lunes, por incompatibilidad de horarios (tengo una clase que no puedo posponer, y prefiero dedicarle todo el día a sólo medio al cap). Dicho lo cual… ¡disfruta del cap, y gracias por la espera!

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Estaba siendo una amiga pésima, era plenamente consciente de ello. Después de todo el tiempo y energías que mis amigas habían invertido en apoyarme, lo justo era que yo estuviera completamente presente en el momento en que nos reuniéramos de nuevo, por fin.
               Taïssa había pospuesto su cumpleaños sabiendo que no me sentiría cómoda celebrándolo con Alec aún en el hospital, y yo, presa de la culpa, le había prometido que lo celebraríamos en cuanto a él le dieran el alta. Mis amigas habían celebrado, pues, la noticia de que a Alec le dejarían salir del hospital en unas semanas como el evento del año, tal y como esto se merecía, pero quizá por motivos un poco diferentes de los míos. Yo quería que Alec estuviera bien por encima de todo, y la normalización de mi rutina, vida social incluida, venía por detrás.
               Para ellas, que Alec saliera del hospital suponía recuperarme, aunque me imaginaba que no esperaban tenerme como lo hacían. De lo contrario, seguramente no lo hubieran celebrado tanto, prácticamente sacando bengalas cuando les anuncié el día en que finalmente mi chico sería libre.
               Participaba no con desgana en los juegos que organizaron mis amigas para la fiesta de pijamas en casa de Taïs, pero sí con bastante distracción, siempre con la cabeza en otra parte. No dejaba de preguntarme si Alec estaría bien, si me echaría de menos, si me necesitaría pero no recurría a mí porque sabía que estaba con mis amigas, y bastante mal se sentía ya por lo mucho que me había “monopolizado”. No es que él no quisiera, como yo, pasar el máximo tiempo posible conmigo, pero sabía que había otra gente con la que tenía que  compartirme y que podría ejercer su derecho a reclamarme a base de llamarme la atención y echarme en cara que me había convertido en lo que juraría destruir, como Anakin Skywalker: esas chicas que abandonan su círculo social en el momento en que se echan novio.
               Las chicas y yo nos referíamos a ese suceso como “enrocarse en una polla”, pero era básicamente lo mismo. Y no sonaba tan mal cuando me lo tenía que aplicar a mí misma.
               Pero yo tenía una excusa. ¿Verdad? Quiero decir, antes de que Alec y yo hubiéramos formalizado nuestra relación, ya éramos muy domésticos y nos habíamos integrado mucho en el círculo social del otro. Yo salía con sus amigos y Alec se venía con mis amigas cada vez que lo invitaba, así que no nos habíamos convertido en una de esas aburridas y agobiantes parejas que pasaban a ser su propio universo una vez empezaban a salir. Alec y yo no nos habíamos aislado el uno al otro, sino que habíamos ampliado los puentes que ya teníamos.
               Esto era distinto. Desde el accidente, no había estado tanto tiempo lejos de él (salvo durante mi cumple-adopción, y había tenido personal formado alrededor de él las veinticuatro horas del día, capaz de cuidarlo y atenderlo tan bien como yo), así que no podía apartar muy lejos de mí la preocupación. Me inclinaba a coger un poco más de comida, y me asaltaban las dudas. ¿Estaría bien?
               Ayudaba a Kendra a enredar un nuevo mechón de Taïssa con más tela sintética rosa fucsia, y me asaltaban las dudas. ¿Le dolería algo?
               Me reía sin ganas por escuchar a mis amigas hacerlo de un chiste que había contado Momo, y me asaltaban las dudas. ¿Necesitaría verme?
               Quizá debería visitarlo, me descubrí pensando en varias ocasiones. Necesitaba descansar, así lo habíamos acordado. Pero mis amigas lo entenderían si cancelaba los planes, me decía durante la comida, estando en mi casa rodeada de mi familia. Las chicas lo entenderían si les pedía dar un rodeo y hacer una parada para pasarme por su casa y ver cómo estaba.
               El día ya había prometido la misma mañana. Despertarme entre sus brazos, embriagada por el aroma a suavizante de las sábanas limpias, había sido una sensación placentera como pocas había sentido en mucho, mucho tiempo. Por fin las cosas empezaban a encauzarse, por fin empezábamos en serio nuestra vida juntos, sin miedos ni dudas absurdas, solos él y yo y la cama que compartíamos, la primera de muchas.
               Y sin ropa. Sobre todo, sin ropa.