Después de mucho tiempo pensando en qué información
tendría que dar en una entrada que me han pedido por CuriousCat
referente al TFG, por fin me he animado a escribir una entrada que me habría
salvado de bastantes apuros y sacado de muchas dudas (antes, incluso, de que se
me plantearan) a la hora de enfrentarme al último paso a dar en un grado. El
Trabajo de Fin de Grado es ese monstruo que planea sobre tu cabeza en el
momento en que llegas a tercero y piensas “el año que viene me toca hacerlo”.
Te meten muchísimo miedo, te dicen que es un coñazo (y lo es, no voy a
mentirte) y que es la pesadilla de todo universitario. Tengo amigas, incluso,
que querían decantarse por una carrera determinada porque pensaban que no había
TFG en todas, cuando, hasta donde yo sé, el TFG es algo por lo que todos tenemos que pasar si queremos obtener
nuestro título de graduado/a.
Aunque
el método de funcionamiento y evaluación del TFG varía en función de la carrera
y la universidad que estudies, en esta entrada encontrarás unas pautas que son
comunes a cualquier rama del conocimiento en que te hayas matriculado. Voy a
hablar desde mi experiencia y comentando cosas que yo querría que me
hubiesen dicho mientras estaba preparando mi TFG.
-Elige bien tu tutor. Puede parecer que
el tema es lo más importante a la hora de hacer tu TFG, y que el tutor es más
bien secundario. A fin de cuentas, el tutor sólo te dice cómo tienes que poner
el documento, qué expresiones cambiar y si una línea del trabajo está correcta
o no, ¿verdad?
ERROR. Todos al llegar a cuarto (o el
curso en que se haga el TFG) pensamos precisamente esto, que el tutor no es más
que alguien que te orienta en el tema del trabajo y te corrige cuando vas mal,
cuando la realidad es bien distinta: no sólo el tutor no te dice que algo de tu
trabajo está al revés (si tienes suerte te dirá que investigues lo que está mal
más a fondo para que te des cuenta tú solo), sino que el tutor puede incluso llegar a elegir el tema por ti. A mí, por
suerte, no me ha pasado nada por el estilo, pero tengo amigas que con mi mismo
tutor tuvieron que hacer el tema que él les impuso en lugar del que tenían en
mente.
Así
que se podría decir que el peso de elecciones de tu TFG es 65% tutor, 35% tema. Un buen tutor puede hacer que un tema durísimo
te sea muy sencillo, y que el trabajo sea mucho más cómodo. Un mal tutor, por
el contrario, puede hacer que tu trabajo dé asco, bien por no ser capaz de
orientarte a la hora de realizar la investigación, o bien porque no te dice
claramente cuándo algo del estilo está mal y debes cambiarlo.
Es por
eso que tienes que tener mucho cuidado a la hora de elegir tutor: a poder ser,
ve con alguien que ya conozcas, del que hablen muy bien o que se adapte bien a
como tú necesites trabajar; hay tutores que están más encima de sus alumnos que
otros, hay tutores que pasan más de ti y te dan más libertad. Todo depende de
si eres bueno trabajando bajo presión y organizándote o si por el contrario
necesitas que alguien esté más encima de ti.
Para elegir
bien el tutor, básate en tu experiencia personal pero también en experiencias
de alumnos mayores que hayan hecho el trabajo con él. Conozco casos de gente
que estaba muy contenta con cómo daba clase el tutor del TFG y que luego se
veían muy desencantados con cómo llevaba la tutoría, y también casos a la
inversa: profesores que eran un verdadero desastre dando clase y que luego se
transformaban muchísimo a la hora de dirigirte en tu trabajo. Esto puede ser
porque el tutor no tiene que ejercer el trabajo de profesor en el TFG; se
supone que tú estás investigando lo suficiente sobre el tema como para no
cometer errores, o saber identificarlos en cuanto te digan en qué zona cojea tu
trabajo.
-Elige un tema que te guste. Vas a
dedicarle muchísimas horas a tu TFG, probablemente sea la asignatura que más
machaques a lo largo de la carrera. Es por eso que, si no tienes un tema que te
guste, el trabajo se te va a hacer cuesta arriba. Además, si el tema te atrae,
te será más fácil sentarte a leer información y más tarde a redactar tu
trabajo.
Las elecciones
de tutor y de tema están muy relacionadas, hasta el punto de que tendrás que
tirar hacia un departamento concreto dependiendo del tema que tengas que
elegir. Mi consejo es que si tienes un tema muy concreto que te apetece tratar,
pero que no es de una asignatura que haya sido de tus favoritas en la carrera, no vayas a elegir el tutor por el tema que
tienes en mente. La jugada puede salirte bien, puedes hacer el trabajo como
querías, y todo genial; pero también puede salirte mal, presentarte en el
despacho de tu tutor y que él te diga que no puedes hacer el trabajo sobre eso,
porque está muy tratado/es muy controvertido/no hay casi nada de información/el
asunto es muy simple. Y entonces te verás en la tesitura de que tienes que
elegir otro asunto que tratar en una asignatura que simplemente… meh.
Personalmente yo no me arriesgaría si estuviera en esta situación, pero allá
cada cual.
¿Y si
no tengo un tema pensado o decidido? No te preocupes; eso es bastante más común de
lo que piensas. En ese caso, simplemente eligiendo el tutor del departamento
que más te llame la atención (yo me guié por quién me había dado clase en una
asignatura que había dado el año pasado) ya tienes bastante ganado. Él puede
recomendarte temas sobre los que basar tu trabajo si no tienes nada en mente;
o, si no consigues decidirte, darte un poco de información sobre cada uno de
ellos para que finalmente tú decidas.
-Prepara un primer borrador-esquema con los
apartados que quieres que tenga tu trabajo, y envíaselo a tu tutor para que te
oriente. No te preocupes si te introduce muchos cambios; es perfectamente
normal. De hecho, no conozco a nadie que haya conservado un solo apartado
intacto respecto de como se lo envió al tutor. Además, este esquema te va a
facilitar muchísimo la tarea de recopilar información que te comentaré más
adelante.
-Busca las fuentes que te recomiende el
tutor al poco de tener la primera reunión con él. Cuanto antes tengas a
mano lo principal para empezar con el TFG, antes podrás pasar al siguiente
punto e irle sacando ventaja al trabajo.
-Empieza a leer con mucha
antelación. Seguro que aquí ya te estás descojonando. ¿Cómo no vas a leer
con antelación para un TFG, cuando es lo más tocho que vas a tener que hacer en
la carrera? Pues te sorprendería la cantidad de gente que deja lo de empezar a
leer para dos meses antes al trabajo. Yo entre muchos de ellos. Al principio
tenemos la voluntad de mirar un poco en enero; luego, pasados los exámenes,
estamos cansados y lo dejamos para febrero, cuando no hay parciales; en febrero
nos ponen un parcial y ya lo dejamos para marzo… y al final acabamos llegando
al último día antes de las vacaciones de Semana Santa y diciendo que nos vamos
a pegar el tute del milenio a empezar con el TFG.
Y es
mentira. Vas a pasarte Semana Santa tocándote los huevos. Y lo peor de todo es
que tú lo sabes.
Así que
dosifícate el trabajo. No eches
cuentas de que vas a estar X días a destajo leyendo sin hacer otra cosa. Lo mejor
es que vayas leyendo un poco cada día; un artículo de revista, un capítulo de
un manual… vete adelantando el trabajo poco a poco.
-Ten una libreta a mano mientras estés
leyendo. Mientras vas recopilando información, se te van a ir ocurriendo
cosas sobre cómo puedes orientar tu investigación. Y no te vas a acordar de
ellas a los 10 minutos de que la idea se te pase por la cabeza, así que
imagínate cuando empieces a redactar el trabajo. Así que una libreta a tu lado
se convertirá en tu mejor amiga; cuando haya una frase que te parezca
importante, puedes anotar meterla en el trabajo; cuando se haga referencia a
una fuente distinta de las que tú estás consultando, puedes anotarla y buscarla
más adelante para profundizar además.
También
es muy interesante que anotes tus propias reflexiones a medida que vas leyendo.
Demostrarle al tribunal que leerá tu trabajo y escuchará tu defensa que tienes
ojo crítico puede conseguirte puntos extra por el mero hecho de que eso
demuestra que realmente has prestado
atención a lo que estabas investigando.
Y, lo
más importante: en la libreta puedes ir apuntando cambios que quieres hacer en
el esquema del trabajo, lo cual te será muy útil cuando comiences a redactarlo.
-Vete subrayando lo que veas más
importante de las fuentes que consultas. Yo iba subrayando y marcando cosas
en mi iPad con la app de Adobe Acrobat, pero también puedes hacerlo con el
ordenador mediante el mismo programa, o sacándoles fotos a pasajes concretos de
libros físicos que tengas que consultar. Esto será útil más adelante.
-Crea una carpeta específica para el TFG en
tu ordenador (porque vas a tener que hacerlo a ordenador, cariño) y guarda TODO lo que consultes en ella. Documento
que leas, documento que metes en la subcarpeta Fuentes. Web que visites, web que registras en el documento de Word
webs. Libro que consultes, libro que
apuntas en el documento de Word libros.
-Ten un USB exclusivo para tu TFG. Imagínate
que se te estropea el ordenador, Dios no lo quiera. O que por la razón que sea
te vas de casa unos días y quieres trabajar un poco en tu trabajo, o estás en
casa de un amigo y veis algo que es súper interesante para tu trabajo. Y no
tienes manera de apuntarlo, ni de enviártelo a ti mismo. Ahí es donde entra en
escena tu querido USB, que puedes llevar siempre a mano de forma más cómoda que
el ordenador o la tablet.
-NO PIERDAS EL USB. Por razones obvias.
-Guarda el trabajo y los documentos en
línea. Yo creé un grupo conmigo misma en Telegram para tenerlo separado de
todas mis conversaciones, porque me habían dicho que subiendo las cosas a
Dropbox podía darte plagio, pero estoy segura de que conoces muchos más sitios
para guardar cosas en la nube y no arriesgarte a empezar de cero si te estropea
el ordenador y el USB (y si te pasa, vete a que te quiten el mal de ojo).
-Recoge todo lo que vayas leyendo en un
documento de Word para tener acceso más fácilmente a ello. Vas a leer un
porrón de cosas y no te vas a acordar de la gran mayoría. Y la gran mayoría va
a ser importante para tu trabajo. Es por eso que manejar con facilidad las
tablas de Word puede salvarte la vida: puedes ordenar la información en
columnas (fuente, cita –sí o no–, información en sí, y páginas y apartados del
trabajo) y más tarde reorganizarlo todo para que se te muestre conforme a como
tú querías que apareciera. Si no sabes cómo hacerlo, hablo de ello en
esta entrada.
Dentro
de esta entrada es esencial que hagas
referencia a la fuente de la que sacas algo, la página en la que se encontraba,
y si quieres poner cita textual o no. Lo que yo hacía era marcar en negrita lo
que quería poner textual, y el resto lo reformulaba, haciendo continuas referencias
a dónde lo extraía porque…
-TEN CUIDADO CON EL PLAGIO. Es bastante
más fácil de lo que parece incurrir en plagio, porque se te olvida poner unas
comillas, porque reformulas un párrafo de un texto pero no pones adónde haces
referencia en el pie de página… lo cual me lleva el siguiente punto.
-Los pies de página son tus amigos. Jamás
pondrás demasiados en un trabajo. El mío, que consta de 48 páginas, tenía 141.
Créeme, más vale que sobren y pases los 300, que no que falten y acabes
expulsado de tu universidad porque “no quieres poner tanto en pequeño como en
grande”.
-Crea un documento específico sobre el que
vas a redactar el trabajo y pon las especificaciones de estilo de
conformidad al reglamento del TFG de tu universidad. Puedes mirar si en
la página web de tu universidad hay algún modelo con la portada y cómo debe ir;
en ese caso, puedes trabajar sobre él modificando el estilo de acuerdo a cómo
se supone que debes redactar el trabajo (es lo que hicimos el 99% de los de mi
promoción; el otro 1% eran torpes e iban modificando los párrafos uno a uno).
Hablo de cómo cambiar estilos en esta
entrada de mi blog. Si no quieres que el estilo se conserve en el resto de
documentos que hagas (porque escribir en Arial 12 con interlineado doble es una
aberración y encima terrorismo
ecológico), simplemente puedes especificarlo a la hora de cambiar el estilo marcando
la casilla de “sólo en este documento”.
-A medida que vayas redactando, vete
enviándole poco a poco lo que tengas al tutor. Dale el coñazo, que para eso
cobra. Envíale el trabajo según lo vayas haciendo y pregúntale todas las dudas
que tengas. Es mucho mejor que vayas poco a poco y corrigiendo sobre la marcha
las cosas que te indique que necesitan mejorar, a que esperes a tenerlo todo y
enviárselo de una sentada al tutor, porque:
a. el
tutor va a tardar más en leer 25 páginas que 5 páginas por día.
b. el
tutor va a pasar de leer un puñetero trabajo que le aparece en la bandeja de
entrada como “borrador definitivo” que consta de 25, 35, 45, o más páginas, en
profundidad. Cuanto más largo sea lo nuevo que tenga que leer, más fácil es que
sude de leerlo. Y créeme, lo digo por experiencia. La segunda mitad de mi TFG,
no me lo leyeron. Y luego fue justo lo que más le gustó al tribunal xd.
-Activa la opción de revisión en Word para
ver los cambios que realice el tutor, y tómate tu tiempo cada día a medida que
éste te envíe las correcciones de marcarlo todo como visto para que sólo se
destaque los cambios que hayas hecho tú. Otra vez, eso os facilita la tarea
a ambos: a él, porque ya sabe qué es lo que está diferente y en qué se tiene
que fijar, y a ti, porque cuando le señales qué es lo que tiene que leer, podrá
corregirte más rápido.
-No te preocupes por cuestiones de formato
según vas redactando. A la hora de escribir y poner las fuentes, yo iba
haciendo las referencias a pie de página como, por ejemplo, “REV 26”. Las referenciaba
conforme a cómo había llamado al documento del que sacaba la información en la carpeta
de fuentes, y después, cuando ya lo
tenía todo listo, ponía las citas
bien.
El ir
poniendo las citas bien sobre la marcha puede tener la ventaja de que así
tienes una corrección menos que enviarle al tutor, pero la grandísima
desventaja de que te rompe muchísimo con el ritmo trabajo. No tardas lo mismo
en poner “REV 26” que en poner “DONCASTERSKING, E., Citas que me invento para la entrada del TFG, Californian
Rasbpberry (Blogger), 2018, pág. 685”, ¿a que no? Parecerá una tontería, pero
cuando estás redactando, cualquier cosa que te haga perder el tiempo va en tu
contra.
-No te hagas un calendario
demasiado pillado sin contar con el tutor. Conozco casos de gente que
pretendía enviarle el borrador final al tutor dos días antes de finalizar el
plazo de presentación. El tutor, lógicamente, no sabía nada de esto, y abría el
correo cuando se acordaba y, ¡sorpresa! O lo leía y lo reenviaba tarde, o no lo
leía, o lo leía con antelación pero había demasiadas cosas que cambiar… y esa
gente no pudo presentar el TFG en esa convocatoria.
-Pídele al tutor que te dé su opinión del
trabajo y su visto bueno para
depositarlo. En mi universidad, el papel del tutor a la hora de
calificar el trabajo es inexistente; se limita a redactar un informe (que tú no
puedes ver) sobre cómo has llevado el trabajo y demás. Y, aunque no es
necesaria su autorización para depositarla en mi universidad, por lo menos si
se la pides y luego resulta que el trabajo es una mierda, puedes ponerlo a
vuelta y media.
-Mete en la bibliografía todas las cosas que hayas leído, las hayas
terminado usando en el TFG o no. No
lo haces por quedar bien; lo haces por cubrirte las espaldas. Puede que se te
haya escapado algo de información en la tabla-recopilatorio que mencionamos
antes, pero que hayas terminado poniéndola en el trabajo. O puede que haya
ideas que tú piensas que son tuyas pero que leíste muy de pasada en algún
documento. Por si acaso, haz referencia a todo lo que hayas leído para la
confección de tu trabajo, no vaya a ser que la líes.
-Si puedes, enséñale tu trabajo finalizado
a alguien que no lo haya visto nunca para que lo lea. Aquí te interesa su
opinión en dos cosas: la claridad de la redacción y las faltas de ortografía.
Sí, vas a leer lo mismo 80 mil veces, y sí, se supone que vas a ver las faltas
de ortografía más sangrantes… PERO NO. Al final de la redacción, habrás
machacado tantísimo el documento que serás incapaz de distinguir qué es lo que
está escrito ahí de verdad y qué es lo que recuerdas que habías mencionado en
algún sitio. Hacer el TFG te agota psicológicamente, hasta el punto de que no
vas a ver errores tan sangrantes como el uso de una b donde va una v, o
palabras que quedan descolgadas de un párrafo porque hiciste una modificación
en él (como me pasó a mí xd). Y eso da muy mala impresión frente al
tribunal.
-Finalmente: tómate descansos. Cuando empieces
a redactar el trabajo, y sobre todo si lo haces pillado de tiempo, vas a estar
tan exhausto psicológicamente que incluso puede que empieces a sentirte mal. Y eso
será por estar horas y horas y horas sentado delante del ordenador (por suerte,
yo ya sabía lo que era y a qué achacarlo, gracias al maratón de escritura que
me pegué con el final de Chasing the
Stars). Sé que puede parecer que tomarse descansos es una pérdida de tiempo
y mucho menos importante que redactar una o dos páginas, pero cuando lo vives
desde fuera, cuando amigas tuyas te llaman llorando agobiadas porque estuvieron
hasta las 4 de la mañana escribiendo y el tutor les dice que lo que llevan
hecho es básicamente una mierda, te das cuenta de una cosa:
Aprobar
es importante.
Pero sobrevivir
para celebrarlo y que te den el título lo es incluso más.
Además,
has llegado hasta aquí. Has sobrevivido
a años de universidad, a exámenes, parciales, prácticas y horas de estudio. Un
TFG de mierda no va a poder contigo si tú no le dejas.
Y ver
a Daenerys montada sobre Drogon es bastante más satisfactorio que añadir un
número a esa esquinita en Word que pone “página __ de __”.
Te va a dar tiempo, de verdad. Te lo
prometo, te lo va a dar.
Y así estarás tú en verano pensando que has sobrevivido 😍 |
Además,
todavía te queda el segundo asalto:
... la defensa del trabajo.
De la que hablaremos
un poco más adelante 😉.
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