Queda
poco para que pasen 24 horas y sin embargo todavía sigo en el mismo estado
inicial que cuando vi el primero de los tweets por la tl hablando de “lo de Liam”,
sin yo saber qué era, y ni siquiera sin saber qué esperar o qué imaginarme y,
con todo, no haber sido capaz
nunca de
llegar a sospechar la verdad. Escribir esto es raro, como dominar un idioma que
no recuerdas haber aprendido y cuya gramática tampoco entiendes, pero con el
que consigues que te den las indicaciones necesarias para llegar a un destino
que ni siquiera sabes cuál es.
A lo
largo del día he ido escribiendo notas para tratar de racionalizarlo y que por
fin me entre en la cabeza que One Direction ya jamás volverá a ser lo de antes,
porque en mi cabeza nadie que haya estado en One Direction puede morirse nunca.
He rescatado la libreta que en 2012 fue testigo de cómo me hacía directioner, y
he tomado notas de todo lo que quiero decirte, o quiero decirle al vacío, en la
libreta en la que tengo todavía subrayado en el color con el que ahora oposito
las cosas que se me ocurrían de la novela por la que os empecé a querer a ti, a
Louis, a Zayn, a Niall e incluso a Harry. Y todavía, a pesar del tiempo pasado,
a pesar de las evidencias, de los tweets, de las publicaciones y de las
despedidas de compañeros, no parece real. Aún no me parece real ver tu foto en
las noticias que todavía espero (pero no con esperanza, sino con incapacidad de
procesar que hayamos acabado así) que en cualquier momento desmientan. Todo
porque, en mi cabeza, nada que haya estado en 1D puede morir. Los cuatro con
cara de 5 lo dijisteis: nena, ¿no sabes que podemos vivir para siempre? Así que
no entiendo por qué ninguno de vosotros no elegiríais ese camino.
El 12
de octubre de 2012 escribí que queríamos mantener el fuego, pero estaba
lloviendo. Y ahora han pasado años, y no dejo de preguntarme cómo estará la
amiga con la que te casé y te hice tener unos hijos cuya historia estoy
escribiendo ahora y en la que te puedo dar una segunda oportunidad (otra más,
otra de cientos). Doce años ha estado esperando esa frase para ver la luz, y
más que iba a esperar si no te hubieras convertido en un villano de actos
nobles cuya muerte (“muerte”…
esto no es
real) me permite echar la vista atrás.
Y ahora
acabo de subrayar en color verde, como hacía hace doce años, las palabras que
han pasado de la libreta a mi ordenador, pero que quiero seguir conservando
igual que me gustaría no tener que conservar a One Direction porque todavía existiría
una pequeña posibilidad, por nimia que fuera, de que se alinearan los astros y One
Direction volviera a pasar.
Porque
puede que haga nueve años de que se acabó la banda, pero hoy se ha acabado One
Direction. Nos hicisteis una promesa,
Louis
nos hizo una promesa, y ahora han obligado a Louis a incumplir esa promesa.
El pasado
más reciente es el testigo de que, a veces, los ascensos meteóricos son los de
un fuego artificial en lugar de los de un cohete, y que incluso las estrellas
se consumen a sí mismas a veces. O también pueden hacerlas consumirse.
No
soy partidaria de la caza de brujas que están haciendo muchas personas porque
hace quince días el sentimiento hacia ti era bien distinto y ahora todas
sentimos más o menos pena, pero tampoco de fingir que no ha pasado nada. Por eso
puedo decir, por horrible que suene, que no me da pena que haya muerto la
persona que ha muerto. No siento pena por la muerte de un abusador que le ha
hecho daño a tantas mujeres (y más de las que no sabemos nada), en las que no
paro de pensar y espero que pasen este temporal lo más plácidamente posible.
Pero
no puedo no sentir pena por la persona que fuiste, incluso aunque dejara de existir
hace más tiempo; es como añorar a una amistad que ya no es igual pero a la que
sigues escribiendo por si acaso la recuperáis; ahora ya sabemos que no pasará. No
hay margen para engañarse, ni tampoco posibilidad de esperanza.
Porque
lo más triste de todo esto es que hoy nos despedimos de dos personas distintas:
la “persona atormentada y que atormenta a los demás”, como dijo una chica en Instagram,
a la que no me importaría decirle adiós; y el chico que podrías haber vuelto a
ser después de tu redención, de tu ayuda y de tu reflexión. El chico al que yo
sí podría llorar.
Escribir
esto sigue sin parecerme real. Soy bastante visceral cuando escribo: no han
sido pocas las veces en que se me han saltado las lágrimas al escribir frases
especialmente duras, pero incluso con los ojos anegados podía verlo todo con claridad.
Ahora no. A pesar de que mi cuerpo está reaccionando con fuerza (me tiemblan
las manos, tengo el estómago cerrado, me duele la cabeza, tengo gamas de
vomitar) mi cerebro se
niega en
redondo a procesar que la persona de la que se están despidiendo sea la misma
persona que el Liam Payne de la misma banda de mi adolescencia, la de mi primer
concierto y por la que a día de hoy soy quien soy. Mujer, amante de la música
en inglés, escritora.
Escritora. Tú y
los demás me disteis lo que más me gusta de mí y ahora nunca voy a volver a
teneros a los cinco delante. Nunca vamos a volver a cantar canciones que
desgarran el corazón pero de cuya profundidad y crudeza no te das cuenta hasta
que no les dan sentido con cosas como ésta.
Esto
es tremendamente injusto. La explotación y las drogas nos han quitado la
posibilidad de despedirnos como debíamos hacerlo: dentro de muchos años,
recordándote con un cariño pulcro que no se viera empañado de los reproches por
todo lo que hiciste y por lo que no pediste perdón. De un duelo sin
condiciones, sin tener que dar explicaciones. De poder hablar de que te habías
ido en busca de los corazones rotos para darles esa casa a partir de un hogar
roto; de que, cuando la noche nos caiga encima, tú ya habrías encontrado el
camino para guiarnos por la oscuridad.
Hubo
una época en que de verdad me creí que nos llevaríais a través del agua y del
fuego por nuestro amor. Y ahora… ahora echo de menos al que fuiste hace diez
años, a una persona que ya no existe y que lleva mucho sin hacerlo, pero que yo
creía de verdad que podía volver.
Al menos
nos queda el consuelo de que nos encontraremos de nuevo en despedidas
agridulces, en cada videodiario, cada entrevista, cada videoclip… entre páginas
digitales hechas de píxeles y no de papel. Una vez hablé de cómo no erais
píxeles sino células, y aunque me encantó que no hubiera pantallas entre todos
nosotros, y nada de opciones de resolución para elegir, agradezco a los píxeles
que siempre vayas a estar ahí. Incluso cuando ya no estás en absoluto, mucho
después de que el chico que enamoró a tantas ya no exista.
Se haya
ido.
Y se me
queden las ganas de vomitar.
Quiero
creer que nos veremos de nuevo en la región de las estrellas estivales, donde
todo es más bonito y no tenemos que preocuparnos… y tú nunca dejaste de ser el
que fuiste hasta 2015. Pero ahora hay una fecha maldita más en mi vida, y el
cumpleaños de Tommy estará siempre empañado por su víspera y la tristeza por
todo lo que fue, dejó de ser, y ya jamás volverá.
Gracias
por One Direction. Gracias por mis amigas. Gracias por mis historias. Te daré
en ellas la felicidad que perdiste; ahí también vivirás para siempre.
Adiós,
Liam… hasta siempre.