lunes, 1 de octubre de 2012

El Gran Hermano de Danielle Peazer.

Zayn, Niall y Louis me miraron. Me revolví incómoda en el banco del piano, estudié la partitura de I Want y asentí.
Louis y Niall posaron sus ojos en Zayn, que comenzó a marcar el ritmo de la canción dando palmadas en la pierna. Niall esperó a que Louis tocara los primeros acordes de la canción, y entró conmigo tocando la guitarra.
-Give you this, give you that, blow a kiss, take it back...
Louis hizo una mueca, intentó que no se le notara, pero bastó para que yo me detuviera y no siguiera cantando. 
-Perdón.
-No pasa nada.
Llevábamos así cerca de 20 minutos, intentando que yo encontrara mi voz y cantara I Want sin imitar las de ellos. Mientras tanto, Harry y Noe estarían por ahí, revolcándose entre las sábanas, en la piscina o en el jardín (ni me atrevía a girar la cabeza y mirar en dirección a la plantas, por miedo a encontrármelos en plena faena), disfrutando de su tarde de sábado, y Liam y Alba, desquiciados, exprimiendo los pocos minutos que les quedaban de los siete días que Danielle les había dado para encontrar la solución a su problema; aunque yo sospechaba que esos siete días ya habían expirado, no me atreví a decirle nada a mi amiga, que sollozaba en silencio cada vez que pasaba la página del libro que tuviera entre manos, cerraba los ojos y trataba de reprimir las lágrimas de desesperación.
Deslicé los dedos por el teclado y apreté el Fa sostenido.
-Otra vez.
Y otra vez lo mismo; no era capaz de cantar I Want sin falsear las voces de los chicos.
-¿Y si probamos el estribillo?-sugirió Zayn. Louis asintió.
-Por mí-movió las hojas y las colocó de forma que los pentagramas con el coro estuvieran a la vista. Niall alzó las manos.
-Un momento.
Colocó los dedos en la posición correcta del mástil de su guitarra, rasgueó las cuerdas, escuchó y asintió. Se inclinó hacia delante y, sin apartar la vista de la partitura de Louis, preguntó:
-¿Desde dónde?
-Batería.
-Vale.
-I want, I want, I want.
-Tú sola.
-I want, I want, I want, but that's not me, I want, I want, I want to be love by you.
-Bien.
-Oh, now the girls sing: I want, I want, I want, but that's crazy.
-Cheesy.
-I want, I want, I want, and that's not me.
-Like blue cheese.
-I want, I want, I want, to be loved by you. To by loved by yoooooooooooou, I wanna, that's so true...
Todos negaron con la cabeza y me dejaron cantando un par de segundos a capella. Cerré la boca de golpe y los miré, azorada.
-Yo...
Louis me acarició la mejilla.
-No pasa nada. Ya vemos que el estribillo se te da bien.
-¿Por qué creéis que es?-preguntó Niall. Zayn se encogió de hombros.
-Tal vez porque al ser varias voces juntas no puede falsearlas todas a la vez.
Me quedé mirando la partitura un rato.
-Léela.
-¿Qué?-me giré hacia mi novio con los ojos desorbitados.
-Solféala. Entonando. A ver si sigues haciendo lo mismo.
Me mordí el labio inferior, él sonrió, se inclinó hacia delante y clavó el codo en las teclas, tan lentamente que estas no emitieron ningún sonido. 
-¿La izquierda también?
-Si puedes solfear dos notas a la vez, estaría encantado de que me enseñaras-replicó Louis, sonriendo. Zayn y Niall se miraron un segundo y también esbozaron una tímida sonrisa.
-La. La. Mi mi mi, re re re, do do do...
-¿Qué es eso, tía? ¡Con letras!
-¡Yo no sé con las letras, ¿vale?! Yo con los nombres. Si no te gusta, te aguantas.
-Está bien.
Volví a empezar, pero Louis en seguida me cortó.
-Entona.
-No sé entonar.
-¿Te acompaño al piano?
-Sí, anda.
Al menos no estaba haciendo un desastre demasiado grande, como antes de conocerlos, que dejaba que el piano me arrastrara la voz, en vez de ir llevándola yo a la vez que el piano, esto es; cuando tocaba algunos agudos en marzo, por ejemplo, la voz me iba demasiado arriba, muchas veces incluso un par de notas por encima del tono real del instrumento, pero ellos me habían enseñado a adaptarme la voz al piano y no dejar que fuera este quien marcara el camino.
Terminé la canción bastante bien, y cuando los miré, sonreían satisfechos.
-Ahora haz eso mismo con la letra.
Pero era demasiado fácil decirlo y demasiado difícil hacerlo, ya que conocía los entresijos de la canción. Una cosa era una maraña de notas en un pentagrama, notas que nunca decían absolutamente nada, a parte de hacer distinción entre alegría, tristeza o enfado, y otra cosa era una canción, un mensaje, una voz dentro de mi cabeza que me decía cómo tenía que cantar, entonar, pronunciar, etc.
En ese caso, la voz era de Harry, y yo arrastraba las palabras exactamente igual que lo hacía Harry.
Probamos con otras canciones, pero con todas conseguimos lo mismo. Después de escribirles a los chicos en una hoja de papel las equivalencias de las notas inglesas con las propias (A era La, B era Sí, y así hasta llegar a Sol), solfeé a la perfección todas y cada una de las canciones que me pusieron delante. Incluso me colocaron un par de partituras del nuevo álbum, canciones que yo nunca había escuchado cantar, pero había un problema: traían el nombre del chico que debía cantar los versos, y, sabiendo leer las notas, era capaz de escuchar la  canción dentro de mi cabeza, y cantaba exactamente como me parecía que iban a cantarlas ellos.
Pero lo peor no era eso, ni siquiera era lo frustrada que me sentía yo, decepcionada y cabreada, todo a la vez, porque no era capaz de encontrar mi propio estilo: era que ellos se estaban preocupando, se estaban frustrando porque no encontraban la manera de conseguir ayudarme, y eso me dolía en el alma.
Tanto, que la decimotercera vez que intentamos que yo cantara More Than This sin rasgar la voz como Liam, sin éxito, enterré el rostro entre mis manos y me eché a llorar. Ellos pararon inmediatamente, Louis intentó pasarme el brazo por los hombros, pero yo me lo sacudí de encima.
Fui tranquilizándome y dominándome poco a poco, cuando sentí que volvía a ser dueña de mí, levanté la vista, y descubrí a Louis mirándome con los brazos cruzados. Estaba solo.
-No llores más.
Me aparté el pelo de la cara y me sequé las lágrimas. Me sonrió.
-No soporto que llores, y lo sabes, y sigues haciéndolo. No lo entiendo.
Dejé escapar una pequeña risa, y su sonrisa se amplió.
-Os estoy haciendo perder el tiempo.
-No.
-Sí, Louis, y sabes la rabia que me da. Podríais estar por ahí, dando una vuelta, o descansando, pero en cambio estáis aquí conmigo-me encogí de hombros y paseé los dedos por las teclas, tocando una versión vaga, lenta y grave de Para Elisa. Colocó su mano sobre la mía y me obligó a mirarle.
-No estamos perdiendo el tiempo.
Sonreí, asentí con la cabeza y me mordí el labio. A veces olvidaba que no hacía falta decir las cosas para que Louis las captara.
Suspiré, volví a mirarlo y le di un puñetazo en el pecho. Él puso cara de sorpresa, me miró, negó con la cabeza y sonrió.
-A mí me lo parece.
-Estás estresada-se levantó de un brinco del banco del piano y me tendió la mano. Se la cogí, sin apartar la vista de sus ojos-. Déjalo. Ya tendremos tiempo.
-Tenemos una semana-espeté, apartando la mano. Suspiró, y, dando un par de pasos, se colocó detrás de mí.
-Tiempo de sobra.
-No.
-¿Sabes lo que te pasa?-me obligó a girarme para taladrarme con los ojos, me ahogó en aquel mar azul... y me gustó-. Estás colapsada porque no hemos encontrado nada para lo de Liam y Alba. Estás... no sé cómo decirlo-negó con la cabeza-, pero tú me entiendes. Tú siempre me entiendes, ¿no es así?
Asentí.
-Simplemente tienes que relajarte-deslizó sus manos hasta mis hombros y los presionó suavemente, disparando las corrientes eléctricas por todo mi cuerpo, incendiándome, preparándome para lo que siempre acababa pasando-. ¿No te parece?
-Pero...-empecé a protestar. Me cortó apretando sus labios contra los suyos.
-A principios de este mes dijiste que harías lo que yo te dijera, ¿o es que ya no te acuerdas?
-Sí-sí, claro que me acuerdo. Fue un par de segundos antes de perder la virginidad... contigo.
-Bueno, entonces, vas a relajarte. ¿Está claro?
Asentí.
-Está bien.
-Nada de pruebas de voz. Nada de libros. Nada de tengo que, ni voy a... nada. Solos tú y yo-se sentó a mi lado y me acarició la mejilla, sonriendo-.¿Qué te parece?
-Perfecto-sonreí, inclinándome hacia él y besando sus labios. Asintió.
-Buena chica.
-¿Qué hacemos? Es sábado. Hay que salir los sábados. Tenemos que salir los sábados-sonreí, él hizo una mueca, haciéndome burla, pero terminó echándose a reír.
-¿Cuánto hace que no tenemos una cita en condiciones, nena?
Me encogí de hombros.
-¿16 años? ¿Casi 21?
Me miró con los ojos entrecerrados.
-Puta-musitó. Le di un puñetazo y él se echó a reír-. Sabes que...
-Ya, no iba en serio.
-Es que me provocas. Sacamos el tema de la edad, y claro, pasa lo que pasa.
-Es que eres muy violento.
-Mira quién fue a hablar.
Paseó los dedos por el piano, apretando teclas al azar, creando una melodía que yo no reconocí.
-¿Cine?-sugirió, por fin. Asentí.
-Solos, ¿no?
Se sacudió entero; era su manera de decir que a) le daba igual, b) yo elegía, c) no sabía o d) todas son correctas.
-Porque, ¿recuerdas lo que pasó la última vez que fuimos todos juntos al cine?
Sonrió, perdido en sus recuerdos.
-¿Cómo puedes pretender meterme en una película de risa y que esté callado? ¡Que no haga comentarios y Niall se descojone al oírme! ¡No estoy preparado para oír semejante subnormalidad!
-Casi nos echan.
-También fue culpa tuya, ¿recuerdas, Ellen DeGeneres? Tú tampoco estuviste callada.
-¡Porque me incitabas a hablar!
-Siempre soy yo la mala influencia-cerró los ojos y se encogió de hombros-. Terminaré acostumbrándome.
-Algún día-concluyó, media hora después. Suspiré.
-¿Qué vamos a ver?
Meditó su respuesta un instante, después dio una palmada cuando se le ocurrió una idea, y yo di un brinco del susto. Me sonrió.
-¡Ya sé! Van a reponer Saw. ¡VAMOS A VER SAW!
Le lancé una mirada envenenada.
-Me llevas a ver Saw y te dejo sin sexo un mes.
Alzó una ceja y sonrió.
-Quince días.
No dijo nada. Le mantuve la mirada un rato, pero no abrió la boca.
-Cállate-espeté, por fin, a modo de respuesta, y él se echó a reír.
-No eres tan estúpida de castigarte a ti también por algo que he hecho yo-razonó. Asentí sin apartar la vista de la partitura y sin detener la danza de mis dedos por el teclado.
-Es cierto.
Sacó el teléfono y se puso a mirar la cartelera de un cine de Londres mientras yo deslizaba los dedos por el piano, tocando sin apenas darme cuenta la Nana de Bella. Recitó las películas una a una, y cuando le pregunté si podíamos ir a ver la nueva de Pixar, Brave, me mandó a la mierda.
-Vete tú sola-espetó. Me eché a reír, le pasé el brazo por los hombros y me eché a reír. Eché un vistazo a la pantalla del móvil y leí las que me parecían interesantes.
-Quiero una con Audrey-suspiré, haciendo pucheros. Frunció el ceño.
-Y yo que Marilyn Monroe resucite y venga a hacerme hombre, y me jodo y me conformo con lo que tengo.
-Vete tú solo al cine-gruñí, intentando separarme de él y forcejeando cuando me capturó con un brazo. Consideré seriamente la posibilidad de darle un mordisco y hacerle sangrar cuando apretó sus labios contra los míos e introdujo su lengua en mi boca, pero decidí desistir.
Terminaría necesitando aquella boca, aquella lengua, entera otro día.
-Sabes mejor cuando estás enfadada-susurró, volviendo a besarme.
No respondí a su beso, lo que pareció divertirle aún más.
-Entonces voy a saber mejor el resto de mi vida-repliqué.
Dejé de saber mejor cuando me mordisqueó el cuello y me acarició la cintura; aquello era jugar sucio, y cuando se juega sucio es más fácil ganar.
-¿Me perdonarás algún día?
-Cuando se extingan los dinosaurios.
Se detuvo un segundo, se apartó de mí y se me quedó mirando. Yo seguí con mis paseos dactilares por las teclas del rey de los instrumentos.
-Eri.
-Mmm.
-Los dinosaurios ya se han extinguido.
Me giré hacia él con una radiante sonrisa.
-Ahora entiendo por qué repetiste curso.
Sonrió.
-Vete a la mierda.
Me eché a reír, me incliné hacia él y lo besé en los labios. A diferencia de mí, no se hizo de rogar, me devolvió el beso con ternura, como siempre que yo me inclinaba hacia él: sospechaba en secreto, y tenía mis razones para hacerlo, que le gustaba más cuando era yo la que reclamaba un beso que cuando lo hacía él; ponía un sentimiento y una pasión que rara vez se daban cuando él se inclinaba hacia mis labios y los besaba, bien lentamente o bien devorándolos.
Apoyé la cabeza en su hombro y rocé su cuello con mi nariz. Se giró un poco, torció los ojos cuanto pudo, y me estudió.
-¿Estás mejor?
-Sí. Gracias.
-Españolas-sacudió la cabeza, pero yo no moví la mía de sus hombros-, qué educadas.
Sonreí, le di un mordisco en el músculo que se le marcaba cuando torcía mínimamente el cuello y se echó a reír.
Continuamos paseando los dedos, retándonos en silencio a ver quién tocaba más rápido, quién tocaba más suave y quien tocaba mejor cualquier canción. Alzábamos las anos, las cruzábamos y nos empujábamos para llegar a notas fuera de nuestro alcance entre risas.
Utilizó su magia y sus habilidades para hacerme olvidar que nunca, jamás en mi vida, había escuchado mi voz cuando cantaba, sino que simplemente me limitaba a falsear la de otra gente.
Así era él.
Por eso le quería.
Estábamos tocando Claro de Luna en plan jazz (aporreando el piano como si no hubiera mañana, deslizando los dedos con vagancia pero a la vez con urgencia por las teclas y haciendo staccatos donde había ligaduras que clarísimamente indicaban la ausencia de silencio entre una nota y sus consecutivas), cuando algo cambió en el ambiente.
El piano se movió.
La pared se movió.
Louis se movió.
Todo en la habitación se movió, yo incluida. Todo se movió, pero todo quedó a la misma distancia, y nada, absolutamente nada, dio muestras de ese movimiento.
Ni siquiera la botella de agua que descansaba sobre la tapa del piano; el líquido de su interior se mantuvo como hasta hacía tres segundos.
Habría atribuido eso a mi imaginación si Lou no hubiera levantado la cabeza y se me hubiera quedado mirando, como ido.
-¿Lo has sentido?
-¿Tú también?
-¿Qué ha sido eso?
Negué con la cabeza y los dos nos giramos hacia la puerta justo en el momento en que Liam entraba a todo correr, pálido como un muerto.
-Eri... tienes que ver esto.
Me levanté del banco del piano y seguí a Liam hasta el salón. Notaba la presencia de Louis a mis espaldas, pero habíamos decidido (sin hablarlo, solo habíamos pensado en ello al mismo tiempo, nos habíamos mirado y habíamos sentido que era lo correcto) no tener más contacto físico del que yo tenía con los demás delante de Liam, por aquello de que no podía acostarse con Alba hasta que no supiéramos qué tenía exactamente.
Mi amiga estaba sentada en el sofá, tapándose la muñeca izquierda con la otra mano con tanta fuerza que la mano se le estaba poniendo morada, y los nudillos de la derecha se habían tornado pálidos. De entre los dedos de Alba salían haces de luz verdes, como si tuviera una linterna soldada al hueso.
-¿Qué mierda es eso?-espeté, sin poder apartar la vista de aquello.
Alba levantó la vista, tragó saliva y retiró lentamente los dedos de su muñeca, arrastrándolos por su brazo.
Había un cronómetro detenido a cero en él, exactamente como en la película In Time.
Oh, mierda, ¿qué va a pasar ahora? ¿Va a morir? ¿Danielle va a matarla?
¿Dejará que veamos cómo muere?
¿Le dolerá?
Oh, Jesucristo, ayúdanos. ¡Eleanor! Ayúdanos, por favor, Eleanor.
Estudié el reloj vital de la película con ojos como platos, sin saber qué decir. Liam se acercó a Louis, este le pasó un brazo por los hombros y le susurró algo que yo no alcancé a entender.
Me senté al lado de Alba y arranqué su mano amoratada, que comenzaba a recuperar un color normal, de su pecho. Pasé los dedos por el reloj, observando cómo brillaba con mi contacto (exactamente como en la película), cómo cambiaba de un verde claro a un verde amarillento para al segundo recuperar el color normal, y noté los cambios de temperatura.
Su muñeca estaba congelada.
El dorso de la mano se entibiaba por momentos.
No conseguí llegar a sus uñas, apenas llegué a los nudillos tuve que apartar los dedos, con las yemas ligeramente chamuscadas.
Seguramente si hiciéramos que sostuviera un huevo consiguiera freírlo.
-¿Qué me pasa, Eri?-musitó con un hilo de voz. Niall y Zayn asomaron la cabeza por la cocina, dieron un par de pasos y miraron a sus compañeros de banda. Lejos, muy lejos, a kilómetros de allí, Noemí se levantaba apresuradamente, olvidando por completo que estaba a punto de tener un orgasmo, cogía una  camiseta de Harry, se la pasaba por los hombros y se lanzaba escaleras abajo.
Yo lo he notado antes. Louis y yo lo hemos notado antes. Va a pasar algo y Danielle quiere que lo veamos.
No, Danielle no. Eleanor. Eleanor cree que podemos hacer algo.
-No... no lo sé, corazón-susurré, estudiando aquel espectáculo. Toda mi vida habría matado por estar en una película, por vivir una película, y ahora estaba viviendo dos: Starstruck (porque estaba saliendo con un famoso cantante, aunque yo lo adoraba, no como la gilipollas de la película con Sterling Knight), y también In Time versión terror.
Bueno, en realidad, Starstruck estaba fusionada con Casper, o algo así. No había fantasmas de las ex novias de mis amigos en la película de Disney.
-Hielo-murmuró Louis, como si hubiera dado con la última cifra del número Pi después de años y años de búsqueda. Se giró en redondo y miró a Niall y Zayn. Zayn le devolvió la mirada; Niall estaba absorto con el reloj de Alba. Noemí pasó entre los dos mayores del grupo justo cuando Louis gritaba esa palabra. ¡Hielo!
Noe se sentó con los ojos aterrorizados al lado de Alba, estiró la mano hacia su muñeca, y apenas la tocó cuando apartó rápidamente la mano. Estiré el brazo lo justo para notar el calor que emanaba de su muñeca, le toqué el hombro y comprendí.
Danielle la estaba calentando. Probablemente le hubiera hecho eso para detener su ovulación, claro. ¿Podía hacerse eso?
Bueno, nena, ¿puede la novia de tu famoso preferido evaporarse y cederte el puesto? Yo diría que no.
Y, sin embargo, Alba no parecía notar nada; estaba atontada, observando su muñeca y las cifras digitales plasmadas en ella, como si de un tatuaje se tratara.
Si conseguíamos salir de aquella y Alba fuera Zayn, tendría un tatuaje exactamente igual a ese en una semana, tal vez incluso menos.
El calor alrededor de mi amiga comenzó a hacerse insoportable, tanto, que me levanté del sofá. Ella se levantó conmigo, se me quedó mirando, suplicante, esperando a que se me ocurriera algo.
Siempre se me ocurría algo.
-Eri...-suplicó ella con un hilo de voz, a punto de llorar. Miré a Louis, me hundí en aquellos ojos azules como el mar, que siempre me tranquilizaban, que siempre me daban ideas, que siempre me inspiraban, me daban luz para ver en la oscu...
Azules como el mar.
Como el maldito mar.
El mar estaba templadito.
¡UNA PUÑETERA PISCINA, LA PUÑETERA PISCINA!
-Vete a la piscina.
-¿Qué?
-¡¡QUE VAYAS A LA PISCINA!!-bramé, estirando los brazos hacia ella y empujándola. Yo misma cogí la bolsa de hielo que Zayn nos tendió, pero no me molesté en ponerla sobre ella: estaba alcanzando tal temperatura que el cubito se convertiría en un charco en la alfombra antes de llegar a ella. Me froté las yemas de los dedos, ennegrecidas por el calor que emanaba de la mayor de las tres, y le hice un gesto con la cabeza.
Alba echó a correr en dirección a la piscina, todos la siguieron, todos salvo Louis, que se quedó un momento a mi lado, mirándome.
-¿Estás bien?
Alcé una mano, pidiéndole un minuto. No se movió. Ni siquiera sus ojos se deslizaron ni un solo segundo hasta la piscina; tan centrado en mí como estaba.
Cogí la bolsa de hielo, se la tiré, la pilló al vuelo y nos apresuramos a la piscina.
Alba estaba quieta en el límite donde hacía pie, dando pequeñas patadas de vez en cuando, mientras se desnudaba. Lanzaba la ropa mojada y Noe la tendía en el prado, a la espera de que secara, o de que enfriara, o ambas cosas. Me descalcé y metí el pulgar del pie un poco en el agua.
Estaba empezando a calentarse.
Un par de minutos después, la primera burbuja estalló en la piscina... y Alba no tenía el más mínimo rubor en el rostro, estaba como siempre.
Oh, Dios, qué le habrá hecho.
Lejos, en la cocina que parecía estar a varias galaxias de distancia, oí a Louis gritarle a Liam algo, Liam le respondió con otros gritos, Louis volvió a chillar, y luego bramarle algo a Niall. Niall apareció a todo correr con una bolsa con más cubitos de hielo mientras Zayn daba voces, preguntando cómo se bajaba la temperatura de la nevera, y Liam sacaba más y más cubos, tratando de bajar la temperatura de su novia, que ahora se había convertido en un horno.
Harry y Noe se dedicaban a lanzar cubitos lo más cerca posible de Alba mientras Niall no paraba de correr de la cocina a la piscina y vuelta a empezar con las cubiteras vacías por mis amigos.
Yo me senté en la hierba con las piernas cruzadas, notando cómo el calor que emanaba del cuerpo de Alba llegaba hasta mí.
Me hervía la sangre.
Cerré los ojos, y cuando los abrí, ya no estaba allí.
Estaba en la misma sala de baile que siempre estaban ellas, solo que Danielle no bailaba; no había música en la sala, sino simplemente sonidos: gritos, carreras, ruido de puertas al cerrarse... Danielle había convertido mi casa en su Gran Hermano particular.
Eleanor se materializó delante de mí.
-No va a hacerle nada. Solo está parando. Habéis ganado.
-Va a pararlo ahora. Ahora mismo, Eleanor.
-Eso está haciendo.
-¿Lo está controlando todo?
-Sí.
-Que lo haga más suave.
-No podemos. Son las normas.
Negué con la  cabeza y solté, un segundo antes de volver a mi plano terrestre:
-Yo dicto las normas.
Sentí la energía de Eleanor y la presencia de Danielle flotar a mi alrededor y en la otra esquina de la piscina, respectivamente.
Esto no está bien. Yo dicto las malditas normas. Yo digo cómo se hacen las cosas.
¡YO!
Temblando de la rabia, metí los pies en la piscina. Todos se quedaron mirando en mi dirección, congelados, incluida el volcán andante. Fue el turno de mis rodillas, mis caderas, mi cintura, hasta mis hombros. Ahora Alba estaba en la mitad de la piscina, pataleando como si no hubiera mañana, asustada por las burbujas, burbujas que hicieron más difícil que llegara hasta ella...
Louis se me quedó mirando, estupefacto.
-¿QUÉ COJONES SE SUPONE QUE VAS A HACER?-rugió. Los demás me miraron en silencio, con ojos tan grandes que podrían verse desde la Luna.
Alba movió los pies en mi dirección, alejándose de mí.
Con el simple hecho de desear que se quedara donde estaba, lo hizo. Sonreí, estiré el brazo y le susurré:
-Dame la mano.
Ella al principio se negó.
-¡Dame la mano! ¡Yo lo pararé!
Estiró los dedos, reticente, como el techo de la Capilla Sixtina, donde Dios se estiraba hasta casi caer de su nube mientras Adán alargaba el índice con vagancia.
En cuanto la toqué, su temperatura comenzó a bajar drásticamente. Noe dejó caer los cubitos de hielo que tenía en la mano; algunos cayeron en el agua, otros, se derritieron en el suelo durante los siguientes minutos.
Liam me dirigió una mirada de amor y adoración.
-¿Qué has hecho?
Negué con la cabeza, confusa; ni siquiera yo lo sabía, ¿cómo iba a explicarlo?
-No lo sé.
Una brisa de viento nos trajo unas palabras suaves pero concisas.
-Lo habéis hecho bien. Sorprendentemente bien.
-¿Qué hemos hecho?-replicó Alba al viento, a su enemiga y eterna rival. Una bombilla se encendió en mi cabeza, pero me mantuve callada hasta el último momento.
-Demostrarme que mereces mi lugar.
Metimos a Alba dentro de casa y la obligamos a beber un par de litros de agua, solo pro si acaso había sudado y se había deshidratado. Después de comprobar que su temperatura era normal, la cubrimos con una manta para que no se resfriara.
-Payzer se ha acabado-sentencié. Todos me miraron.
-¿No se había acabado hacía mucho?
Negué con la cabeza.
-Digo en otro sitio. El sitio del que vienen Eleanor y Danielle.
Liam frunció el ceño.
-¿He roto con Danielle?
-Hace bastante-murmuró Noe, sorprendida de poseer esa información.
-¿Cuánto?
Alba bajó la vista y se estudió los pies.
-Una semana-murmuró. Asentí.
-Una semana.
-Espera, espera-llamó Harry a la calma. Todos lo miramos-. ¿Me estáis diciendo que ahora Danielle la fantasma va a desaparecer por el simple hecho de que ya no es nada de Liam en su mundo paralelo?
Las tres españolas asentimos a la vez.
-¿Alguien está flipando tanto como yo?
Todos alzamos las manos.
-Entonces, ¿se ha acabado?-preguntó Niall. Me encogí de hombros, Noe me miró.
-Sí, se ha acabado-sonrió Alba.
Todos miramos las bragas de Alba.
Estaban cubiertas de sangre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Dedica un minutito de tu tiempo a dejarme un comentario; son realmente importantes para mí y me ayudarán a mejorar, al margen de la ilusión que me hace saber que hay personas de verdad que entran en mi blog. ¡Muchas gracias!❤