Antes de la sacudida y la explosión,
lo único que oí fueron los pasos de June mientras trataba de
alejarse de mí en la oscuridad arañada solamente por las linternas,
pequeñas guerreras que no se daban por vencidas.
Pude escuchar la reprimenda a sí
misma que se echó June entre los dientes antes de girarse y
enfocarme con su linterna. El haz de luz me dio justo en la cara,
dañándome la vista. Fruncí el ceño y me tapé la cara
instintivamente, sin tan siquiera pretenderlo.
-¿Qué ha sido eso?
-Estoy aquí contigo-respondí,
cortante, meneando la mano para que apartara la linterna.
Evidentemente, no había pensado en que podría fastidiarme.
O sí que lo había pensado y lo
estaba haciendo a mala uva.
Después empezaron las carreras
demenciales; todos los runners que no estaban haciendo nada buscaban
la manera de enterarse de qué pasaba. Descubrir qué ocurría era la
primera forma, y la más rápida, de resolver la situación.
Con los ojos todavía clavados en mí
y mis facciones, seguramente esperando que hiciera algo que me
delatara, June apartó de mala gana la linterna e hizo un gesto con
la cabeza para que la siguiera. A ninguna de las dos nos apetecía
tener las espaldas descubiertas en ese momento, y podía
comprenderlo. Mejor de lo que me gustaría, de hecho.
Echamos a correr a toda velocidad por
la Base, sin apenas fijarnos en las esquinas y los recovecos más
insospechados que se revelaban a la oscuridad como si poseyeran
bioluminiscencia. Con ella delante y yo pisándole los talones, lo
único que cabía en mi cabeza era la tarea ya automatizada de correr
y dejar la mente en blanco. Ahora no necesitaba salidas, necesitaba
concentrarme en darles a mis piernas el mayor impulso posible.
Sentía la histeria de la gente de los
pisos superiores, que no sabía muy bien qué ocurría, como sentía
la mía propia. Estaba demasiado nerviosa como para apartar mis
pensamientos del continuo “izquierda, derecha, izquierda, derecha,
más rápido, un poco más”, pero eso no hacía que me aislara de
mi entorno, ni mucho menos.
June se detuvo de repente frente a las
escaleras. Le habría preguntado por qué no cogíamos el ascensor,
directamente, dado que nos estábamos apelotonando todos en un mismo
sitio, cuando me di cuenta: podría haber alguien metido en el
ascensor, esperando a que el pánico cundiera y empezar la masacre.
O incluso el ascensor podría haber
sido detenido por la misma persona que había cortado la luz, porque
si había detenido la corriente eléctrica que alimentaba las luces,
siempre encendidas del enorme edificio con forma de hongo, ¿no
podría detener el ascensor?
Recé porque el ascensor estuviera
efectivamente parado y Puck estuviera dentro. Así no habría forma
de llegar hasta él.
Y, sobre todo, quería que tuviera
todos los planos consigo, que nadie pudiera alcanzar nada
comprometedor con lo que hacernos daño si había conseguido entrar.
-Dime que tienes una pistola.
-Tengo una pistola.
June alzó la cabeza, con el pelo
negro cayéndole sobre la cara, la boca abierta en una mueca
aterrorizada que luchaba por disimular:
-¿Es en serio?
Le tendí una a modo de respuesta, y
juro que nunca la había visto sonreír de la manera en que lo hizo
cuando sus dedos tocaron el material del arma. Con un movimiento
seco, apuntó al pie de las escaleras mientras yo hacía lo propio
con la luz que manaba de mi linterna.
-¿Quién eres?
Alguien estaba allí tirado, y no
llevaba mucho tiempo, pues la sangre todavía brillaba
fantasmagóricamente. Noté un sabor metálico esparciéndose por mi
boca, como si me hubiera mordido la lengua; era una tontería pensar
eso ya que, a fin de cuentas, había matado a mucha más gente y
había herido a otros de gravedad. Casi prefería matar a herir,
porque los heridos eran una carga para la familia, pero también
hacían más daño a su Gobierno, que tenía que fabricar excusas
para por qué el policía en cuestión cojeaba cuando había sido
atleta en su instituto.
-Percy-gruñó el chico, levantando la
cabeza y mostrándonos unos ojos verdes, semejantes a esmeraldas.
Quise abalanzarme sobre él para detenerle la hemorragia, pero podía
ser un truco.
Los runners éramos buenos mentirosos,
y si alguien quería hacerse pasar por uno de nosotros, debía serlo
también. Incluso mejor.
-¿Percy?-ladré yo, sacando la otra
pistola que tenía y encañonándolo. June bajó lentamente las
escaleras, cuidando de no perder de vista ni un sólo segundo al
chico. Su ceño se hizo más profundo.
-Sí, Percy, sector 5-jadeó-.
Aerodinámica.
June se giró y me miró largo rato,
preguntándome en silencio qué debíamos hacer. Me encogí de
hombros. No podíamos esperar que nos preguntara quiénes éramos; en
su estado habría aceptado ayuda hasta de la policía, aunque luego
aquello implicara torturas mucho peores que tener un balazo en el
vientre.
-¿Qué haces tú tan lejos de tu
sitio? ¿No se supone que estabais recluidos buscando maneras de ir a
por los ángeles?
-Cuando oímos todo el alboroto
salimos de nuestra investigación-contestó él. Me coloqué al lado
de June, que había vuelto a girarse y atravesarlo con la mirada.
-Tenemos que hacer algo.
-Seguir el camino es la solución, y
él está en medio.
-No, June. Somos valiosos, y los de
aerodinámica, en estos tiempos, lo son más.
June alzó una ceja, mirándome. Bajó
la pistola y el chico suspiró, aliviado de no estar en el punto de
mira. Emitió un gemido de miedo cuando su suspiro hizo que June se
diera cuenta del error y le apuntara directamente a la cabeza. En mi
opinión, hubiera sido mejor apuntarle al vientre, si lo que quería
era amedrentarlo. Se veía en sus ojos que casi prefería morir a
dejarse contemplar como un animal en el zoológico mientras se iba
desangrando lentamente. Tal vez la herida física se curase, pero la
del orgullo permanecería allí para siempre.
-Tenemos que llevarlo a la enfermería.
-¿No es mejor, directamente, a una
planta de médicos?
-La enfermería está aquí
mismo-sacudí la cabeza-. Y no creo que a nuestro amiguito le
importe, ¿verdad que no, Percy del sector 5?
Percy negó con la cabeza, el pelo
negro cubierto de sudor, apelmazado en greñas que hacía unos
minutos no estaban allí.
-Nos retrasará mucho-gruñó June. Yo
bufé y me giré.
-De acuerdo. Lo llevaré sola.
-No me fío de ti. Podrías estar de
su parte.
-¿De parte de quién?-preguntamos
Percy y yo a la vez. A él aún le quedaba sangre en el cuerpo para
ruborizarse al sentir mis ojos clavarse en los suyos.
-De quienes nos atacan-respondió
June, hinchando el pecho con un tono condescendiente, típico del que
se usa con los niños pequeños, cuando quieres explicarles algo que
no van a comprender por mucho que lo intenten. Simplemente les dices
cualquier cosa, sabiendo que va a ser demasiado complicada, y te
sientes superior al tener una mínima idea de lo que a ellos no les
entra en la cabeza.
-¿Y por qué no puedo ir con él si
estoy de parte de “ellos”?-espeté, haciendo el gesto de las
comillas con sorna. Ella apretó los dientes.
-Podrías aprovechar que es de
aerodinámicas y sacarlo por la puerta trasera...
-No hay puerta trasera.
-... y conseguir que uno de tus amigos
lo saque de aquí, lo cure, y luego le sonsaque todo lo que sabemos
de ellos.
-¿Qué amigos?-ladré yo, molesta.
¿Estábamos de verdad discutiendo por esas gilipolleces cuando había
un compañero nuestro, y encima de los que más falta nos hacían,
desangrándose frente a nosotras?
El charco de sangre en que Percy se
estaba convirtiendo ya casi llegaba a alcanzar el primer escalón
sobre el que nos encontrábamos. Un ligero reguero goteaba escaleras
abajo.
-Espera, ¿quién te ha hecho eso?-me
giré para mirarlo. Bajé el escalón que me separaba de él y me
acuclillé a su lado. Respiraba con dificultad y cada vez le costaba
más hablar, pero tenía que decírmelo ahora. Si no, June jamás le
permitiría que se acercara a mí, ni yo a él, y mucho menos que me
contara la verdad.
-No logré verle la cara.
-Qué casualidad-gruñó June.
-¡¿Quieres dejar de tratarlo así?!
¡Todo lo que está pasando no es culpa suya!-exploté. Ella sonrió.
-Estáis compinchados, ¿no es así?
-Estás como una puta cabra.
-Dile a la puta cabra que me lleve a
algún sitio, pelirroja. Prefiero ir con ella a quedarme aquí-jadeó
Percy en un intento de salvarse.
-Oh, no. No te dejaré solo con ella.
-Mientras habláis de vuestros
amoríos, no sé si lo sabéis, nos están atacando. Haced lo que os
dé la gana, pero alguien tiene que bajar ahí abajo-señaló el
límite de las escaleras, a través de las que se veía a algunos
runners saltando de acá para allá, buscando la salida más rápida.
-Yo le llevaré a la enfermería. Baja
tú si quieres-respondí, pasando uno de los brazos del herido por
encima de mis hombros y luchando por levantarlo. June se cruzó de
hombros y torció la boca.
-No voy a darte la espalda.
Puse los ojos en blanco.
-Entonces ayúdame a llevarlo.
No tenía muchas ganas de obedecerme,
estaba claro, pero sabía que en el fondo era más importante cuidar
de ese chico que cualquier otra cosa. Al fin y al cabo, no estábamos
seguras de lo que había sido la explosión, pero sí que sabíamos
que, si alguien no ayudaba a aquel chaval, moriría allí mismo.
De modo que terminó acercándose a mí
y apoyó el peso de Percy contra sí. Él gimió, pero trató de
soportar, estoico, todo el dolor que le estábamos causando.
Apenas llevábamos recorrida la mitad
del camino cuando nos encontramos con un runner de proporciones
típicas de un armario. June levantó la vista y le sonrió.
-Crow.
-¿Qué hay?-respondió él,
recorriéndome con la mirada, sin creerse que estuviéramos juntas,
colaborando.
-Ahora somos enfermeras-respondió
ella, soltando una risotada cínica. Luego se dirigió a mí-.
¿Sabes? Una de las dos podría irse ahora.
-Y esa vas a ser tú, ¿no es así?
Negó con la cabeza y soltó una
risita.
-En realidad, he estado pensando que,
si te quedas a solas con él, tal vez podáis hablar de una coartada,
o le hagas algo. Crow tiene cosas que hacer, ¿no es así?
-Sí.
-Iré yo con él. Tú baja. Entérate
de todo lo que haya pasado e infórmame.
Percy había agachado la cabeza y
exhalaba e inhalaba hondas bocanadas de aire, luchando por conseguir
un poco de oxígeno de cualquier sitio.
-¿Estás segura?
-No voy a poder bajar, pero odiaré
que alguien me lo cuente mal. Sé que tú eres buena en tus informes,
y que tienes buena memoria, así que... largo. Yo me ocupo de éste.
Me quité de encima el peso muerto de
Percy y observé cómo Crow se lo cargaba encima como si de un fardo
bien ligero se tratara. Luego, sin esperar a que June me dijera nada
más, me giré y eché a correr como alma que llevaba el diablo
escaleras abajo. Me daba la impresión de que todo había pasado en
muchísimo tiempo, dilatándose en el espacio, pero la realidad era
que apenas habían pasado 5 minutos entre la explosión y el temblor
hasta que me puse realmente en marcha.
En el piso más bajo de la Base no
necesité utilizar ya la linterna. Un gran boquete en la pared
exhibía todo lo que había fuera y que un día había estado oculto
tras muros de hormigón.
Decenas de compañeros se apelotonaban
en el mismo lugar. Pude distinguir la silueta de Faith poniéndose de
puntillas sobre una chica baja que se encontraba entre las primeras
filas, examinando el destrozo entre las piernas de un chaval alto y
delgado, que recordaba a un espárrago.
Seguramente fuera uno de los que se
colaban por los conductos de ventilación a la menor oportunidad.
Empujé a todos los que se
interpusieron en mi camino y me encargué de comprobar yo misma la
magnitud de la masacre. No había ni una gota de sangre, pero aquello
era comprensible: todos estábamos arriba ayudando a las familias
cuando aquello ocurrió. Los que más abajo se encontraban estaban en
el 7º piso, por lo menos.
Tan sólo dos o tres runners se habían
atrevido a atravesar las fronteras de la luz y colocarse justo debajo
de la abertura, examinando el color ennegrecido de la pared y
escudriñando el suelo en busca de algo que sólo ellos sabían cómo
era.
-¿Qué hacen?-preguntó uno de los
principiantes más avanzados a su tutor. Él puso mala cara, molesto
por tener que explicar aquellas cosas que a los demás nos parecían
tan evidentes.
-Buscan la composición de la bomba.
Quieren saber de qué estaba hecha.
-¿Alguien ha visto a Puck?-levanté
la voz por encima del murmullo general, que iba en aumento a medida
que más runners se acercaban al lugar y demandaban noticias. Varios
de los que estaban a mi lado negaron con la cabeza.
-La pregunta es, ¿alguien ha visto a
alguno de los vigilantes?
Esta vez fueron todas las cabezas las
que negaron automáticamente, y luego se miraron entre sí, sin
comprender muy bien cómo podía ser aquello posible. No es que
hubiera demasiados vigilantes, pero tampoco eran difíciles de
identificar, ni había los suficientes como para poder meterlos a
todos en una sala.
-Tal vez estén arriba coordinando a
los que ayudan a la gente-susurró una chica, no muy segura de
aquello, pero con ganas de creerlo a pies juntillas.
-¿Quién podrá haber sido?
-La policía, ¿no es evidente?
-Se fueron y no han vuelto. Yo no he
visto a nadie, salir corriendo de aquí antes de que la bomba
estallara, y eso que estaba en una de las ventanas de ahí arriba en
el momento de la explosión.
-Han venido de otro lado de la ciudad;
la puerta está justo en el otro extremo.
-Tal vez lo que hayan hecho ha sido
entrar, ¿estaba alguien vigilando cuando...?
Empezaron con sus teorías
conspirativas, achacando los problemas a gente que ni existía. Tan
sólo buscaban la manera de comprender qué había pasado, por qué
sucedían cosas así, a qué se debía todo lo que pasaba...
Y yo no podía ser partícipe de todo
aquello porque estaba aterrorizada ante la idea de que, tal vez, los
vigilantes hubieran ido al bajo con la esperanza de hacer
contabilidad de los runners que iban llegando.
Y la bomba podría haberlos matado,
pero, claro, eso no había sido así: no había cadáveres.
Pero podían haber ido a ver qué
pasaba y ser sorprendidos allí por la policía, que se las habría
arreglado para salir por otro lugar sin que les viéramos. Tal vez,
incluso, hubieran salido por la misma puerta, creyendo que todos
íbamos a ir allí.
-Deberíamos ir a buscarlos-grité por
encima del ruido del grupo, que se había metamorfoseado en
verdaderos gritos.
Todo el mundo se me quedó mirando.
-¿En serio, Kat? ¿En
serio?-respondieron. A ellos no les parecía tan buena idea como a
mí.
-Les necesitamos para que nos
coordinen en las misiones.
-Estamos preparados para vengarnos sin
que ellos estén susurrándonos continuamente al oído-respondió un
chico, molesto por mi insinuación. Parecía entrado en edad,
seguramente estuviera en sus últimos años de servicio y hubiera
elegido aprovecharlos al máximo apagando la mitad de las veces su
comunicador.
Si no, no encontraba ninguna
explicación lógica a por qué le faltaba media oreja.
-Pero les necesitamos para que
localicen todo lo que puede hacernos daño. Además, mi vigilante
estaba comprobando que todo iba bien cuando se fue la luz.
-¿Y qué?
-Hace tiempo fui a una misión. La del
ángel-dije, extendiendo la mano. Todos murmuraron asentimientos, en
parte incrédulos porque hablara de aquello como si nada-. Recogí
unos papeles que podrían hacer que los pájaros perdieran el
monopolio que tienen sobre nosotros. Y eso, lógicamente, a los
pájaros no les gusta. Puck estaba comprobando esos documentos cuando
se fue la luz.
-¿Y qué?-repitió el mismo chico. Me
apeteció meterle la pistola en la boca y disparar, pero me contuve.
-Que la luz no se va así como así.
Alguien de dentro tuvo que apagarla.
Nadie había pensado en eso. Era
increíble, pero nadie lo había hecho; yo había sido la primera. Lo
supe por las caras sorprendidas de los demás: algunos abrieron la
boca, otros parpadearon extrañados, y otros simplemente agacharon la
cabeza, reprochándose no haber caído en ello mucho antes.
-Tal vez los hayan sacado por aquí. Y
estarán muy lejos cuando sepamos dónde tenemos a nuestros
vigilantes si no los buscamos y esperamos a que falten algunos. No
podremos encontrarles a no ser que empecemos ya.
-Las vallas estaban
electrificadas-dijo uno-. No han tenido mucho tiempo para llevarlos
lejos.
-Si no hay luz dentro, es evidente que
tampoco la hay fuera, so gilipollas-replicó una rubia que mascaba
chicle con una rabia digna de admiración. Varios le dieron la razón
mientras el otro enfurecía de furia.
-Nadie los vio salir-protestó otro.
-Tal vez hayan dado la vuelta y
rodeado el edificio aprovechando los puntos ciegos. La policía no es
tan tonta.
-Te sorprenderías.
-Me apuesto lo que quieras a que ha
sido como dice el retaco.
-¿A quién estás llamando retaco?
Y así fue como empezamos a
organizarnos para buscar a nuestros vigilantes. Decidimos que un
grupo se quedaría allí, en el boquete, esperando a que algo
sucediera y vigilando que nadie entrara ni saliera; otros subirían a
los centros de control y nos informarían de lo que pasaba.
Y otros nos armaríamos con los
intercomunicadores y nos echaríamos a la calle, trazando las rutas
más rápidas hasta los cuarteles de la policía, con la secreta
esperanza de llegar antes que ellos.
Como éramos gente de disciplina,
salimos por la puerta que siempre utilizábamos y no nos molestamos
en pensar que aprovecharíamos mucho tiempo si nos íbamos por otro
lugar. Apuntamos nuestros nombres en la pequeña pizarra bajo la
frase Búsqueda, inédita en
aquella pantalla, y nos echamos a la calle.
Sólo
cuando estaba saltando la valla, demasiado ocupada pensando en qué
había sucedido y en las miradas de June, con aquellas palabras
siempre cargadas de doble sentido, cuando su nombre corrió a mi
mente.
Taylor.
Llevaba sin verlo
desde antes de que se apagaran las luces,y recordaba haber subido en
el ascensor con él, pero luego... nada. Ni rastro.
No podía dejar de
pensar en que últimamente pasaba mucho tiempo con Puck, y que tal
vez hubiera quedado con él para examinar los planos y hacer
contabilidad de lo que había y lo que no. No podía dejar de darle
vueltas a eso, ni a que hacía mucho tiempo de que no corría a
buscarme cada vez que algún imprevisto sucedía, aun sabiendo lo
muchísimo que me molestaba.
Puck y el resto de
los vigilantes pasaron a un segundo plano; ahora todo lo que me
importaba era mi novio.
Deseé tener alas
para poder levantar el vuelo y contemplar el suelo desde una
distancia prudente, y poder llegar más rápido a los sitios. Mis
piernas no bastaban para alejarse de las penas, pero confiaba en que
las alas sí.
Las alas podían
ser la solución a muchas cosas, eso lo sabía. Así como también
eran la causa de decenas de problemas.
Un par de alas en
particular había sido el que nos había metido en ese lío.
Deseé que ese par
de alas me ayudara a salir de él, pero... claro.
Eso sería
confirmar que estaba traicionando a todo lo que me importaba. Y, de
momento, no podía permitirme eso.
Traté de
centrarme en correr, pero es muy difícil que tus piernas vayan a un
lugar y tu corazón quiera regresar a otro, del que piensas que nunca
deberías haberte ido. No puedes huir de casa cuando lo único que
quieres hacer es volver.
Sin palabras, no puedo esperar para el siguiente capitulo!! @LauraTrashorras
ResponderEliminarawww <3
EliminarJo Eri, que bien escribes. Me ha encantado el cap sobre todo el final, yo creo que Taylor está compinchado o algo...
ResponderEliminarUn besooo :) @mullingarlies
Jo, muchas gracias ♥
Eliminar¿En serio? ¿qué te hace pensar eso?