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Eri se había
vestido no con sus mejores galas para la ocasión, pero tampoco
estaba demasiado informal. Fiel a su estilo de seguir los dictados de
su corazón, escuchó a sus instintos y se puso una blusa que, según
su marido, le sentaba como un guante. Ella se limitó a sonreír y
besarlo rápidamente.
Una cosa era una
visita de Zayn, con quien estaba a gusto, y otra muy distinta; la
visita de su recién estrenada esposa, la madre de Scott, que había
resultado ser una vecina de Bradford del segundo mayor de la banda.
Sherezade era la típica mujer de piel tostada y ojos verde aceituna,
que hacían darse la vuelta a los hombres, y Eri... bueno, no era
ninguna belleza, no tenía nada que la hiciera destacar sobre los
demás. Louis había encontrado algo en ella que ella aún no había
conseguido ver, pero, mientras su esposo siguiera viendo ese algo,
todo estaría en orden.
Simplemente no
quería que Sherezade la ganara en su propia casa. Eran algo parecido
a amigas, ya que habían estado mucho tiempo juntas (sus hijos eran
mejores amigos), pero tampoco llegaban a ser tan cercanas como lo
habían sido las madres de los integrantes del grupo al que sus
maridos pertenecían porque, simplemente, no habían necesitado
apoyarse la una en la otra ante la ausencia de sus hijos.
Sherezade y Eri
tenían una relación de amistad cortés, no demasiado distante, pero
no lo bastante cercana como para que las dos mujeres pensaran en irse
de compras la una con la otra por iniciativa propia.
Eri suspiró, se
llevó las manos a los pantalones vaqueros y se las frotó
repetidamente, intentando calmar sus nervios. Hacía bastante que no
veía a Zayn, desde que había empezado el curso, de lo que ya habían
pasado varios meses, y la confundía hasta qué punto era capaz de
echar de menos y recriminarse no ir a verlo cuando lo tenía a
escasos minutos en coche, viviendo en la misma ciudad. Se había
acostumbrado a la añoranza en esos temas, ya que Niall y Liam vivían
muy lejos, y Harry ya era un caso aparte, separándose de los demás
colocando un océano entre ellos.
-¿Te puedes creer
que estoy nerviosa?
Louis levantó la
cabeza del periódico y se encogió de hombros. Él no se había
preparado en absoluto; seguía con la camiseta que se había puesto
cuando llegó a casa, la chaqueta vieja, y los pantalones de chándal.
Al fin y al cabo, ¿para qué prepararse? Sólo era Zayn. Había
estado con él mucho tiempo.
Y no necesitaba
causarle buena impresión a su mujer, ya que a) era su mujer y
b) él era Louis Tomlinson, de One Direction. No necesitaba
esforzarse demasiado con esos temas: todo el mundo tenía una opinión
ya formada de él, y a él no le interesaba lo más mínimo tratar de
cambiarla. Seguiría siendo él mismo.
Esa era una de las
cosas que atraían a su mujer hacia él.
-Tan sólo es
Zayn-susurró pensativo cuando la escuchó corretear por la cocina,
asegurándose de que había preparado suficiente café-. ¿Vamos a
decirles lo que nos ha contado Harry?
-La cría de Harry
y Noemí es el menor de mis problemas ahora mismo-replicó Erika con
la boca seca, comiéndose la cabeza al meditar si sus invitados
querrían pastas con el café. Se mordió el labio-. ¿Querrán té?
Louis puso los ojos
en blanco y negó con la cabeza. Cerró el periódico, lo dejó
encima de la mesa, y se acercó a su mujer. Sus alianzas tintinearon
al chocar, pero Eri estaba demasiado ocupada volviéndose loca por
detalles insignificantes como para enternecerse por el hecho de que
llevaban anillos idénticos, y el significado de estos.
-¿Quieres
relajarte? Ya han venido muchas veces, y nunca te has puesto así.
-¿Acaso no te das
cuenta de la presión a la que nos acaba de someter Harry? ¿Por qué
nos ha elegido a nosotros en vez de a Liam, Niall, o Zayn? ¿Por qué
tú, Louis, de entre todos ellos? Si Liam siempre fue el más
disciplinado, y Niall el más alegre, y Zayn...-frunció el ceño un
momento-. Bueno, a Zayn ya le buscaré un rol que encaje con tener
hijos en la banda.
Louis se echó a
reír.
-Tal vez te haya
elegido a ti, y yo sea el efecto colateral de haberte elegido.
-Eso me asusta más
aún. Quiero decir, ¡venga! ¿Realmente Alba no puede ocuparse de
este asunto? Es la más tranquila, su hija va a la universidad y su
hermano es el primero de su clase, mientras que nosotros... bueno...
Tommy-señaló la puerta y negó despacio con la cabeza, sin dar
mucho crédito a lo que debía decir a continuación. Hubiera querido
detener el tiempo en el instante en que le mencionó a Louis que
había que ir a comprar y él le masajeó el cuello, dejó que sus
manos bajaran por el costado de su mujer, convenciéndola de que no
sería necesario ir a comprar ese día... podrían ir otro.
El contenido sexual
de aquella conversación y la profundidad de aquellas caricias le
habían causado verdadero pánico, porque era algo totalmente
público, rayano en la exhibición de sexo gratuito ante aquellos a
quienes había tratado de proteger con todo su empeño.
-Louis... los
niños-murmuró tratando de acallar los gemidos que veían en el
fondo de su garganta el lugar idóneo para salir al mundo y retozar
en el aire-. Están delante-lo dijo tan bajo, temiendo esa verdad,
que temió que él no la oyera. Pero él lo hizo. Llevaba
acostumbrado a escuchar sus gemidos mucho tiempo.
-Me da igual. Así
aprenden.
-Pues a mí no me
hace ni puta gracia-replicó.
En ese momento
había sido muy feliz, a pesar de la angustia y el terror a que los
pequeños entraran y la descubrieran así. Había sido feliz y ahora
le habían arrebatado la felicidad, dejando sólo la angustia y la
presión que conllevaba el ser una buena madre.
Se apoyó en la
encimera y contempló a Louis con ojos entrecerrados. Él le puso las
manos en los hombros, y la instó a respirar profundamente.
-¿Quieres que
cancele lo de hoy de Zayn? Puedo decirle que te encuentras mal...
Eri negó con la
cabeza, frotándose la frente.
-No... no podemos
echarnos atrás por esto. Tengo muchas ganas de ver a Zayn y a
Sherezade, incluso a Scott, y no puedo dejar que estas cosas me
afecten. Y mucho más ahora que me van a meter a otra adolescente de
hormonas revolucionadas en casa.
-Diana no puede
estar tan mal.
Eri alzó las
cejas, apartando la mano de su frente y mirando a su marido.
-¿Louis?-lo llamó,
tratando de atraer toda su atención.
-¿Qué?
-Noemí bajo ningún
concepto reconocería que no puede con su hija y me la mandaría a mí
para que me encargue yo de ella a no ser que Diana no fuera una
santa, como vuestra princesa.
-Ahora también es
la tuya.
-Louis.
Él asintió con la
cabeza, alzando las manos.
-Sólo intentaba
ayudar, ¿vale?
-Lo sé, y te lo
agradezco, amor, pero... quiero seguir con esto. No sé hasta qué
punto voy a aguantar, pero si no fuerzo hasta el límite, no sabré
dónde lo tengo.
-La última vez que
forzaste hasta el límite lo pagamos caro, Eri.
-Me volvió a
crecer el pelo.
Louis se echó a
reír, la besó despacio, y le acarició la cintura. Ella se dejó
hacer, rodeando su cuello con las manos y sonriendo para sí,
disfrutando de algo que no iba a cambiar nunca por mucho empeño que
pusieran los demás.
Sonó el timbre,
ella suspiró, lo miró a los ojos y se colocó bien la blusa,
asegurándose de que la había colocado como debía.
-Ya abro yo-baló
Eleanor, que estaba en el salón, viendo el programa de talentos de
rigor. America's Best Top Model se había tomado un descanso,
pero los británicos rápidamente habían hecho su propia versión
del programa, muy exitoso en el país que se creía continente, lo
que alentaba las esperanzas de la mayor de los hermanos Tomlinson de
meterse en la industria de la moda algún día. Que sus padres
hubieran hecho sendos pinitos posando para diversas revistas del
mundo, aunque ese no hubiera sido su trabajo “oficial”, hacía
que ella tuviera secretas esperanzas en que podría triunfar. Le
corría por las venas. Lo sabía. Tenía que correrle. Era algo
natural.
Louis le apretó la
mano a su mujer y le pasó el brazo por la cintura, acariciando su
vientre nuevamente plano, que tanto había hecho abultarse a causa de
aquellas noches de pasión, vestidos con los halos de luz de luna,
siguiendo a su hija.
-¡Zayn!
-¡Louis!
Ambos se abrazaron
como si no trabajaran juntos.
-Estás preciosa,
Sherezade.
-Oh, gracias,
Louis. Sólo es un trapito, es lo primero que he cogido.
-Sí, lo primero
después de revolver todo el armario-se carcajeó Malik, riendo a
carcajada limpia. Eri escuchó pasos subiendo las escaleras, y estuvo
segura de que Scott había ido con sus padres, aprovechando para
hacer una visita a su mejor amigo y contarle qué tal había ido la
clase a la que Tommy había faltado.
-¿Y Eri? Quiero
abrazarla; hace mucho que no la veo.
-Sí, tengo muchos
cotilleos que contarle-asintió la señora Malik más legítima,
esbozando una sonrisa luminosa, cuya pureza blanca se alimentaba de
la oscuridad de su piel.
-Está preparando
las cosas. Hoy ha tenido un día muy atareado.
-Más trabajo va a
tener ahora-contestó Zayn, entrando en la cocina y viendo cómo Eri
colocaba cuidadosamente las tazas de café que iban a tomar. Eri se
apartó el pelo de la cara, se colocó un par de mechones tras las
orejas, levantó la vista y sonrió como si hubiera visto al
mismísimo arcángel San Gabriel.
Erika abrió los
brazos y Zayn se escurrió entre ellos, levantándola y haciendo que
sus pies se despegaran del suelo. La española se echó a reír, le
dio un beso en la mejilla y murmuró:
-Cada día estás
más guapo.
-Es la
genética-replicó el musulmán, sonriendo y colocando
inconscientemente la lengua entre los dientes, como solía hacer en
las fotos.
Eri se apartó el
pelo de la cara, echándose un mechón tras la oreja, y se acercó a
Sherezade. La señora Malik sonrió y le dio dos besos a la señora
Tomlinson, que no se hizo de rogar y los devolvió sin dudarlo.
Sherezade tenía ese efecto en todo el mundo: la gente, cuando
pensaba en ella, se sentía se sentía amenazada por esa belleza
exótica, que la hacía semejante a una diosa egipcia, debido al tono
de su piel y sus ojos verdes; sin embargo, cuando estaban con ella,
se relajaban, como si los poros de la esposa de Zayn emitieran alguna
sustancia que relajaban a todo aquel que se encontraba frente a ella.
Zayn era el
encargado de poner en su sitio a los hombres que se sentían
demasiado cómodos con la mujer, que se mostraba azorada y tímida
cuando alguien desconocido se acercaba a ella.
-Estás preciosa,
Eri-sonrió Sherezade, mostrando unos dientes que parecían brillar
en la oscuridad. Eri se echó a reír y negó con la cabeza.
-¿Tú crees? ¿No
estarás hablando de ti?
Después de
intercambiar las cortesías de rigor, las dos parejas pasaron al
comedor, con vistas a la ciudad de Londres, capital del mundo (Eri
había dejado de luchar por hacer ver que Londres no lo era, siempre
defendiendo a su querida Los Ángeles, dando el caso por perdido; al
fin y al cabo, la adoración por la capital inglesa era muy superior
a la de la ciudad que ostentaba el título de Meca del Cine),
recortándose contra el cielo encapotado tan usual. Zayn se sentó
entre las dos mujeres, y Louis se colocó al lado de su invitada,
ligeramente alejado de su esposa, que no protestó. Tendrían mucho
tiempo para estar solos; no era ocasión de discutir por tonterías.
-Así que, ¿qué
tal todo? ¿Has hablado con Niall?-inquirió Zayn dando un sorbo de
su taza de café. Louis negó con la cabeza, apartándose la taza de
té de los labios. Sherezade alzó una ceja, mirando a su marido,
preguntándose en silencio a dónde quería llegar dando rodeos.
-¿Debería?
-Me llamó ayer por
la noche, y, como en el instituto estábamos tan liados, no me
apetecía demasiado hablar con toda esa gente escuchando.
-Y por eso me
habéis hecho preparar de comer-contestó Eri, alzando las cejas y
echándose a reír. Sherezade puso los ojos en blanco y negó con la
cabeza.
-Hubiera traído
pastas si no hubiera creído que tal vez te resultase ofensivo,
querida.
-Me lo
resultaría-aseguró la española, dejando su taza posada sobre el
plato y tomando una pasta de la pequeña bandeja plateada. Louis
experimentó un pequeño placer, semejante al que le recorría la
espina dorsal cada vez que su esposa comía sin que él se lo
pidiera.
Sherezade rió,
pero Zayn la ignoró.
-Quiere volver a
las andadas.
-Niall siempre
quiere volver a las andadas, así que eso no es nada nuevo-contestó
Louis, haciendo un gesto desdeñoso con la mano-. ¿De qué tipo de
canción estamos hablando? ¿Has hablado con Liam? Siempre escribimos
mejor juntos...
-Habla de la
banda-murmuró Zayn, clavando los ojos en su compañero. Louis
frunció ligeramente el ceño.
-¿One Direction?
¿Va en serio?
Zayn asintió con
la cabeza.
-Hace muchísimo
que no trabajamos juntos, y necesitaríamos muchos ensayos. Además,
Harry está en Nueva York...
-Eso mismo le dije
yo, pero... la verdad es que tengo ganas de revivir los viejos
tiempos.
-Yo tenía ganas de
cambiar el nombre de la banda y vosotros no me hicisteis ni caso.
-Siempre te dije
que One Direction está bien tal y como está-contestó Eri, molesta.
Siendo una gran fan de la banda como era, vivía en el pasado,
recordando cada uno de los premios que su marido y sus amigos habían
ganado, los momentos que les habían regalado, los instantes
compartidos con ellos, las decepciones... Y todo aquello tenía una
historia con un título, el mismo nombre de la banda. Que se quisiera
cambiar este título no le hacía ninguna gracia.
Louis suspiró.
-El caso es que
deberíamos hablar de todo. Al fin y al cabo, Niall y Harry están
triunfando en solitario, somos nosotros los que más desaparecidos
estamos.
-Entra en Twitter;
todavía tienes un millón de seguidores.
Louis y Zayn se
echaron a reír, recordando la pequeña competición que montaron
cuando ambos estaban rozando los cien millones de seguidores. El
resto ya los habían alcanzado (Harry, de hecho, casi duplicaba esa
cifra), pero ninguno de los dos quería ser el último. Así, habían
hecho de todo con la intención de ser el primero de los dos en
traspasar esa frontera, llegando Zayn antes que Louis, y
cachondeándose de eso en cada ocasión que se le brindaba.
Que Louis no se
callara nada era una de las cosas que hacía que fuera el menos
seguido, porque siempre hablaba de lo que pensaba, sin preocuparse de
las opiniones ajenas. Así, comentaba siempre lo que le apetecía (y
el fútbol ocupaba la mayor parte de su tiempo), lo que hacía que
dejara de ser interesante para los que una vez habían visto en él
el centro de su mundo.
Louis se mordió
los labios y cogió otra pasta, mientras Sherezade y Eri admiraban la
pulsera de la última, que rara vez se quitaba, pues era un regalo de
hacía mucho tiempo de su marido. Se la había comprado una de las
primeras veces que salieron juntos.
-No quieres volver,
¿verdad?-preguntó Zayn, mirándolo. Las dos mujeres interrumpieron
su charla y alzaron la vista. Todos los ojos de la habitación
estaban clavados en Louis, el mayor de la banda, el que había sido
el mayor soporte, el que había hecho a sus compañeros sonreír
cuando las cosas no iban nada bien.
-Claro que quiero.
La música es mi vida, ya lo sabes. Es sólo que... los hijos de
Niall aún son pequeños. Y los nuestros no.
Zayn asintió con
la cabeza.
-No había pensado
en eso.
-Yo sí-replicó su
mujer, encogiéndose de hombros-, pero no quise decirte nada porque
parecías muy ilusionado.
-Sher...
Sherezade se
encogió de hombros.
-Te eché mucho de
menos la última vez. Casi me volví loca.
-Escucha, Tommo.
Escucha, porque eso se puede aplicar a mí.
Louis sonrió con
una sonrisa escondida tras sus dedos índice y corazón, que había
apoyado cuando Sherezade se volvió hacia Malik.
-No quiero que te
vayas, pero tampoco quiero que te quedes. Es tu sueño, y yo no soy
quién para meterme en medio, pero... no soportaría otro tour.
Eri asintió con la
cabeza. Zayn cerró los ojos.
-Tenemos que hablar
con Niall, pero esto es cosa de todos. De nuestras mujeres también,
Zayn-respondió Louis.
Zayn abrió los
ojos y sonrió.
-Es increíble que
seas tú el que esté diciendo esto. ¿Te lo imaginas?
-El mundo está
jodido-respondió Louis.
-Entonces,
¿hablamos con Niall?
-Podemos hacer una
vídeo llamada entre los cinco y hablar de esto-contestó Louis,
encogiéndose de hombros-. Yo por mí volvía, Zayn, sabes lo que me
gusta todo eso. Me lo paso genial con vosotros y no lo cambiaría por
nada.
-Pero...
-Pero tengo una
familia. La última vez que me largué de tour, cuando volví tenía
un bebé más en casa-lanzó una mirada envenenada hacia su mujer,
que se ruborizó y bajó la vista. Sherezade rió con una risa
musical como el tintineo de una campanilla. Se había enterado del
embarazo de Erika cuando ella estaba en el sexto mes. Por suerte para
la sorpresa, fue a visitarla a ella antes de llamar a Louis para
felicitarlo por la noticia y a Zayn para reñirle por lo ocurrido.
-No volveré a
hacerlo, puedes confiar en mí.
-Confiaba en que me
hubieras dicho qué pasaba mientras pasaba, no después.
-Reconoce que te
encantó la sorpresa.
Louis alzó una
ceja, y Eri le imitó. Sherezade se echó a reír.
-No tuvisteis
ninguna bronca, así que no estuvo tan mal, ¿verdad?
Louis negó con la
cabeza, esbozando una tímida sonrisa.
-La verdad es que
no, pero eso fue porque estaba cansado. No me apetecía ponerme a
discutir apenas había llegado a casa.
Zayn se
mordisqueaba la uña, divertido por esa pequeña riña que sus amigos
parecían haber librado más veces y querían sacar a la luz, pero
aliviado porque no lo hicieran de verdad. Eso era lo mejor de la
banda y lo mejor de las chicas que habían estado con ellos desde
casi el principio: no se tomaban las cosas demasiado en serio, podían
hablar con tranquilidad sin temer que hubiera malas vibraciones o
malas contestaciones y, si las había, no les daban mucho crédito.
Siguieron charlando
de cosas insustanciales, alejándose cada vez más de lo que
realmente importaba a los Tomlinson. Sherezade le cambió el sitio a
su marido, y ahora las mujeres cotilleaban como nunca habían hecho
antes, hablando de que si la vecina había estado con otro hombre y
su marido no lo sabía, de la ropa que había llevado tal actriz a
tal entrega de premios, del vídeo de una cantante juvenil que había
seguido los pasos de Miley Cyrus y terminaba desnudándose como lo
había hecho ella, pero esta vez sin una metáfora relacionada con la
canción por detrás... Mientras tanto, los hombres echaban partidas
a las cartas y comentaban momentos del pasado, que iba a volver pero
a la vez era irrecuperable.
-¿Recuerdas
aquella vez en Italia en la que las fans se las apañaron para entrar
en el hotel y las chicas estaban dentro y casi se pelean?
-¿No fue en
México, tío?
-Puede ser. La
verdad es que los países se mezclan.
-Yo me acuerdo de
cuando fuimos a la India. ¿Te acuerdas tú? Nos lo pasamos muy bien
en Bollywood, a ti querían cogerte para hacer una película o por lo
menos salir de extra.
-Lo habría hecho
si me hubieran dejado.
-Casi no había
tiempo.
-Creo que donde
mejor me lo pasé fue en Dubai. Había mucha tranquilidad allí.
-Porque llevábamos
un montón de guardaespaldas.
-Sí, pero las
tiendas, el ambiente... todo allí era diferente, era como si los
demás estuvieran demasiado ocupados controlando que no se les
escaparan sus millones de dólares como para fijarse en nosotros, ¿no
te acuerdas?
-Apenas me acuerdo
de Dubai, tío. Estuve metido en el hotel casi todo el tiempo, viendo
películas de ninjas. Tenía demasiado miedo de la tormenta de arena
que habían anunciado el día anterior.
-Y que al final no
nos pilló.
-Me habría
recriminado eso toda la vida de no ser por una de las películas que
vi. Era genial.
-¿Te acuerdas del
título?
Louis negó con la
cabeza.
-Era muy raro.
-¿Cuánto hace que
no habláis con Harry, Zayn?-preguntó Eri. Sherezade había cambiado
radicalmente de expresión, ahora estaba seria, observando a su
anfitriona con ojos suspicaces, tratando de leer algo inscrito en su
piel, más hondo que sus pulmones.
Zayn se encogió de
hombros sin darle importancia a la pregunta, que había hecho que
Louis pusiera los ojos en blanco un segundo, alzara la vista al cielo
y asintiera con la cabeza. Así le hizo saber a su mujer que había
captado el mensaje en forma de indirecta que le había mandado.
-Un mes, quizá
dos. La verdad es que no lo recuerdo muy bien. ¿Muñeca?-se giró
hacia Sherezade, poniendo especial cuidado en no enseñar las cartas.
Los ojos de Sherezade chispearon, a juego con su blusa, y sus hombros
se alzaron.
-Puede que haga mes
y medio. Seguramente. Sí.
Zayn sacó una
cajetilla de tabaco y se la mostró a Louis, que se encogió de
hombros y señaló con la mandíbula a Erika, auténtica dueña de la
casa, a pesar de que las escrituras estaban a nombre de él. Ella
cuidaba de la casa y la mantenía en buen estado, limpiando
regularmente y acicalándola cada vez que se le presentaba la
ocasión, de manera que para él el verdadero poseedor del hogar era
su mujer.
Eri le dio luz
verde con un movimiento de la mano y Zayn encendió el cigarro. Dio
una larga calada y se levantó a por un cenicero colocado
estratégicamente en una de las pequeñas mesas que había en el
comedor. Su boca esbozó una sonrisa sarcástica, respondiendo a la
previsión de la mujer que, una vez más, iba por delante de él.
-¿Por qué?
-Hemos hablado hoy
con él.
-Ah, ¿sí? ¿Y
cómo estaba? ¿Todo bien en Nueva York?
-Quiere que nos
quedemos con Diana-espetó Eri sin ningún pudor. Sherezade frunció
el ceño y apretó los labios un poco más de lo que ya lo estaba
haciendo. Zayn alzó las cejas y miró a la pareja.
Louis estiró el
brazo y sacó un cigarro del pequeño paquete que traía su amigo.
-Lo siento, nena.
Erika se encogió
de hombros. La conversación se repetía tanto y se parecía tanto a
las demás que era capaz de reproducirla de memoria, y no quería
tenerla con los Malik delante.
-Tengo constancias
de que lo haces más a menudo de lo que te atreves a confesar.
-Sólo en
situaciones desesperadas que requieren medidas desesperadas.
-¿Por qué te
cabrea el asunto, Louis?-preguntó Zayn, sentándose de nuevo en el
lugar que previamente se le había asignado a su mujer. Louis se
encogió de hombros, encendiendo el cigarro apoyándolo apenas sobre
la llama que no iba a sostener nada, y se encogió de hombros. Dio
una larga calada, se encogió de hombros y soltó el humo tóxico que
habían almacenado sus pulmones con semblante serio.
-Porque no me ha
dado oportunidad a negarme.
-Pero, ¡es Harry!
Podrías haberle dicho que no-respondió Sherezade-. Sabes que no se
lo tomaría a mal. Es un cielo.
-Ya, pero también
sé que él sabe que yo no le podría decir que no a un favor. Y
menos siendo él.
-Larry-respondió
Eri esbozando una sonrisa. Louis frunció el ceño.
-A mí dejó de
hacerme gracia hace muchísimo tiempo.
-A mí me la sigue
haciendo porque seguís con esos lazos, por muy lejos que estéis.
-Stan no me toca
los cojones a este nivel-respondió Louis, echando la cabeza hacia
atrás y tragando saliva.
-Eso es porque Stan
es un tío legal, y Harry no lo ha sido nunca-replicó Zayn, riendo a
carcajada limpia.
-Pobre Harry, cómo
le estáis poniendo en un momento-sonrió Erika, incorporándose y
echando un vistazo por encima del hombro de su marido, contemplando
sus cartas. Sherezade se limitó a inclinarse para hacer lo mismo que
ella con el suyo. Hizo una mueca que a Eri no se le escapó pero,
dado que no era su partida, y no estaban jugándose nada verdadero,
no dijo nada.
-¿Qué te
preocupa, Louis?
Louis se encogió
de hombros.
-Me preocupan
muchas cosas. Tengo mucho en qué pensar, y no me ayuda el hecho de
que ahora Harry quiera que nos hagamos cargo de su hija.
Eri suspiró
levemente y asintió con la cabeza sin demasiada energía, como si de
repente le hubieran quitado toda la energía para utilizarla ya en la
empresa de cuidar de Diana Styles.
-¿Os ha dicho por
qué quiere que os encarguéis de ella?
Ambos negaron con
la cabeza, a pesar de que la mujer no había hablado realmente de
ello con el que ahora vivía en Estados Unidos. Se había limitado a
hacer de telefonista.
-No, no nos lo ha
dicho, pero la cría debe de haber hecho algo malo-murmuró Louis,
tocándose la mandíbula con la mano que sostenía el cigarro y
extendiendo una carta. Zayn asintió, meditabundo, y lanzó otra
carta a la mesa. Habían cambiado de juego sin decir nada, y las
mujeres estaban perdidas, sin saber muy bien cuáles eran las nuevas
reglas.
-Podréis con ello.
-¿Por qué estáis
tan seguros de que ha hecho algo malo? Tal vez sólo quieren que
estudie algo que se trabaja mejor en Reino Unido-comentó Sherezade,
llamando a la calma. Eri negó con la cabeza, haciendo que sus rizos
chocolate levitaran un segundo rodeando su cara.
-No; lo habrían
dicho a principios de curso, no en pleno primer trimestre.
-Que para Scott y
Tommy resulta ser finales-intervino Zayn, recogiendo un manojo de
cartas y colocándolo en un montón ya hinchado que acababa de
formar.
-En todo caso, han
hecho una buena elección.
Louis y Eri
levantaron la cabeza al unísono, haciendo gala de una coordinación
que se creía desaparecida, y que se había perdido realmente, porque
no se daba entre ellos dos, sino entre Niall y Louis cuando estos se
lo proponían.
-¿A qué te
refieres?
-Bueno, Eri... te
has casado con Louis, y tus hijos han salido normales. Les has
cuidado bien y estás haciendo un trabajo muy bueno conteniendo esos
genes Tomlinson que tienen. La sangre de Louis tiene mucha
influencia, lo sabemos (no hay más que pensar en tus cuñadas), pero
vuestros críos no han hecho nada particularmente gordo-se explicó
Zayn, alzando las cejas con la vista perdida, pensando en sus cosas,
seguramente recordando algo que sus hijos habían hecho y de lo que
no se alegraba demasiado. Scott, Sabrae, Shasha y Duna (el nombre de
esta última había sido motivo de muchas mofas hacia su padre,
porque los chicos creían que continuaría con la tradición y le
pondría un nombre iniciado en S, pero resultó no ser así) no eran
malos, pero sí revoltosos. Con predilección por el alboroto, los
hermanos Malik eran una bomba de relojería cuando se juntaban, y
minas antipersona cuando se separaban. Sin embargo, sólo las chicas
se comportaban relativamente bien, pues la timidez las frenaba.
Eso y que las
mujeres siempre estaban mucho más sometidas a la presión de la
sociedad y del ambiente que las rodeaba, cosa que con los chicos no
pasaba. Y eso, por muy jóvenes que fueran, los niños lo notaban,
haciendo que los varones tuvieran más libertad para hacer lo que
quisiera sin temer por lo que los demás dijeran, y las chicas
tuvieran que medir más sus actos, haciendo incluso cosas en la
sombra, escondiéndose de los demás por temor a los juicios.
-Después de lo que
está pasando con Tommy, no sé cómo tomarme eso-comentó Eri, dando
un trago de su bebida y apretando la mano en el hombro de su marido
que, automáticamente, le puso la mano sobre la suya, mostrándole
que no estaba sola.
-Son sólo etapas,
querida, no te preocupes. Tu hijo la superará.
-Además, con la
cabeza que tiene, seguro que se lo rifan en cualquier universidad. No
debéis preocuparos por eso.
-El problema es que
ahora no da un palo al agua, y deberíamos estar encima de él
constantemente y, si viene la hija de Noemí y Harry, no vamos a
poder hacer mucho de eso.
-Podréis con
ello-aseguró Sherezade, sonriendo de nuevo, devolviendo la luz a la
habitación y recuperando la confianza de quienes la estaban
escuchando. Ella era la luna en una noche oscura; en ocasiones se
ocultaba tras una nube, pero cuando volvía lo hacía con tanta
gloria que nadie se quedaba indiferente ante ella.
Después de animar
a la pareja con bromas y más charlas recordando el pasado, o
comentando los cambios de peinado de tal cantante que estaba dando
mucho que hablar, y cuando el sol parecía ocultarse, perezoso y
abatido por no conseguir que los Malik se echaran a la calle antes de
que él tuviera que irse, Zayn y Sherezade se levantaron de la mesa.
Llamaron a su hijo, que bajó con aires tristes la escalera, seguido
por su mejor amigo de cerca, y se despidieron de sus anfitriones.
-Ánimo con la cría
de Harry, Louis-le susurró Zayn al oído-. Si necesitáis algo...
-Lo sé, Zayn, lo
sé. No te preocupes-le dio una palmada en la espalda, agradecido por
el gesto.
-No te agobies,
¿quieres, Eri?-inquirió Sherezade tras darle dos besos a Erika, que
asintió con la cabeza, pero cuya expresión demostraba que estaba
lejos de obedecer-. Lo harás genial.
Y se fueron así,
después de intercambiar besos y promesas de que volverían a unirse
pronto.
Cuando se fueron y
se quedaron solos en el salón, Louis y Eri se miraron. Suspiraron y
se tiraron en el sofá, en silencio, mirando la tele con la pantalla
apagada, pero que parecía igual de interesante que cuando echaban
noticias de algún accidente de aviación o alguna catástrofe
natural.
Eri terminó
rindiéndose y acercándose a su marido. Se pasó el hombro de este
por encima del hombro y le besó el costado. Louis cerró los ojos,
disfrutando del contacto de su mujer.
-Deberías hacer
más caso a Sherezade.
-Estoy preocupada.
-Oh, vamos, Eri. Es
una Styles. Lo ha dicho Zayn. Comparada con Tommy y Eleanor, Diana
será una tontería.
Eri torció la
boca, no muy segura de sí misma.
-Pero la cuestión
es no cómo la vaya a cuidar, sino si estoy preparada para cuidar de
alguien que no sea mi hija. No sé si estoy preparada aún para
cuidar de la hija de Noemí, Lou. Si la hace irse es por algo.
Louis tomó la
mandíbula de la mujer con sus manos y la obligó a mirarla. La besó
en la boca despacio, con aquella delicadeza que a Eri siempre le daba
la impresión de tener miedo de que se rompiera entre sus manos,
esfumándose como el humo que se escurre entre los dedos.
-Lo has hecho bien
con los nuestros, nena. Una Styles será un paseo.
Eri sonrió con
ternura, observando aquellos labios tan apetecibles, y se inclinó
hacia ellos. Se dejó besar y besó, acariciándole el cuello, con el
mismo sentimiento que había puesto en su primer beso.
-Louis.
Él no le hizo
caso, siguió besándola y pegándola contra él como solía hacer.
Tiraba de su ropa, la cogía por la cintura y la acercaba a su
cuerpo, dejándose llevar por el sentimiento.
-Louis-repitió
ella, sonriendo cuando él le besó el cuello, en un “cállate”
mudo, y negó con la cabeza. Lo apartó despacio, él se la quedó
mirando. Se mordió el labio y ella sintió cómo algo se retorcía
en su interior, respondiendo a esto y a la expresión hambrienta de
sus ojos. Supo que esa noche se lo iba a pasar bien.
-Tengo que preparar
la cena.
-Puedo hacerla yo
luego. O podemos pedir una pizza.
-No-respondió su
mujer, viéndose atraída de nuevo a sus brazos-. ¡Louis!-baló,
alargando su nombre todo lo que pudo, y echándose a reír. Él se
separó, bufó, se pasó una mano por el pelo y murmuró para sí:
-Debo de haber
perdido muchas facultades si es tan fácil para ti rechazarme de esta
manera.
-No es fácil, pero
tengo que hacerlo-se defendió Erika, besándolo rápidamente, tanto
que a él apenas le dio tiempo a cerrar los ojos y notar sus labios
sobre los de ella-. ¿Qué preparo?
Su marido dejó
caer la cabeza sobre el sofá, con los brazos extendidos en actitud
de absoluto amo de todo, y se encogió de hombros.
-Carne. Siempre
carne.
-¿Tienes cosas que
hacer?
-Oh, sí,
mierda-gruñó él, frotándose la cara. Eri volvió a reírse, se
levantó y le tendió la mano.
-Voy a cambiarme de
ropa. Luego puedes ir a la cocina y estaremos un rato juntos, ¿qué
te parece? Hace mucho que no estamos juntos.
-Creo que quiero
suicidarme-respondió él, cerrando los ojos y haciendo un gesto de
dejadez con la mano-. Vete. Déjame morir en paz.
Eri volvió a
echarse a reír, le cogió la mano y tiró de él. Le besó la nuez
del cuello, que se marcaba especialmente ahora que él tenía aquella
posición tan comprometedora, y consiguió arreglárselas para
levantarlo. Le ordenó que fuera a la cocina o que la esperara allí,
pero que, bajo ningún concepto, se fuera con ella a la habitación,
porque se conocía y sabía qué iba a pasar si se metían en la
misma sala en la que ella se iba a desnudar.
Y se habían
prometido no hacer eso cuando los niños estaban en casa.
Cuando volvió,
vestida de nuevo con ropa totalmente informal, se encontró con que
Astrid había conseguido convencer a su padre para que jugara con
ella. Daniel estaba jugando al balón con Tommy, por lo que no le
prestaba atención, y Eleanor seguramente estuviera encerrada en su
cuarto, hablando por teléfono con cualquiera de sus innumerables
ligues del instituto, con los que hacía malabares para tener las
tardes y los fines de semana ocupados.
-¿Quieres venir a
hacer la cena, Astrid?-preguntó Eri, inclinándose hacia ella. El
rostro de la niña se iluminó, bramó un emocionado “¡sí!” en
español, y se levantó corriendo. Louis la miró, agradecido, ya que
las muñecas no eran algo que le atrajera especialmente de el asunto
de ser padre, y siguió a dos de sus tres mujeres favoritas hacia la
cocina. Astrid escaló como pudo, arreglándoselas para subir al
taburete y extendiendo sus brazos rechonchos por encima de la mesa.
Eri le tendió una bolsa de pistachos, y le pidió que los sacara de
su cáscara. Astrid asintió con la cabeza, tomándose la misión
como si de un auténtico asunto de estado se tratara, y se concentró
al máximo. Louis abrió su libreta y se dispuso a corregir deberes
del colegio.
-¿Qué tal las
clases?-preguntó Eri, sentándose al lado de la niña y enfrente de
su marido para pelar patatas.
-Bien. No me dan
guerra. ¿Y tú por casa?
-Bien. No me da
guerra-se burló Eri sin evitar una carcajada. Astrid no oía nada;
su misión la tenía totalmente absorbida.
-¿Qué has hecho
hoy?
-He barrido toda la
casa y luego me he tirado al sofá, compareciéndome de lo dura que
es la vida de la mujer casada.
Louis se puso serio
de inmediato.
-Oye, Eri, ya sabes
que si te ves sobrepa...
-¡Estoy bien! No
te preocupes, amor. No vamos a contratar a nadie que limpie la casa
estando yo aquí sin hacer absolutamente nada. Me aburriría
demasiado.
Louis torció el
gesto.
-No te preocupes-le
repitió, poniéndole una mano sobre el brazo y acariciándole con le
pulgar el bíceps. Louis cerró los ojos.
-Podrías volver a
dar clase.
Ella negó con la
cabeza.
-No tengo la
carrera; además, realmente no necesitamos el dinero. Tú también
podrías quedarte aquí... y hacerme compañía-susurró en tono
íntimo, dirigiendo una rápida mirada a su hija pequeña, que seguía
concentrada en sus asuntos-. Así tal vez no nos aburriríamos
tanto-bajó la vista como queriendo comprobar si su sonrisa era tan
bonita como Louis la veía y luego se echó a reír-. Pero entiendo
que quieras ir. Al fin y al cabo, es tu segunda vocación.
-Es la tercera.
-No me gusta que
juegues al fútbol, eso es todo. Te has lesionado mucho en esa
carrera meteórica que podría competir con la de David Beckham.
-Sólo
caridad-coincidió él, pasándose una mano por el pelo, asegurándose
de que lo tenía bien peinado, y siguiendo con sus correcciones.
Hablando entre
ellos como si realmente estuvieran solos pasaron el tiempo mientras
Eri preparaba la cena y Louis terminaba su trabajo. Daniel y Tommy
entraron en la cocina y exigieron que ella se diera prisa, recibiendo
una merecida riña pro parte de su padre, que les invitó a hacer lo
que estaba haciendo su madre tan bien como lo hacía ella y más
rápido. Los chicos se sentaron a la mesa; Daniel trató de ayudar a
su hermana, pero Astrid interpretó esa intrusión como un boicot a
su trabajo y protestó enérgicamente, amenazando con desbordarse en
lágrimas si no la dejaban tranquila.
-¿Has hecho los
deberes, Dan?-inquirió Louis. Dan bajó la cabeza y sonrió, azorado
porque le habían pillado en media fechoría. Louis esbozó una media
sonrisa y le instó a que fuera a hacer sus deberes.
Eleanor fue la
última en llegar, vestida con un pijama que dejaba al descubierto su
vientre pano y dejaba entrever unas piernas fuertes y sanas,
perfectas, las de una chica que arrancaba miradas allá por donde
pasaba. Cenaron juntos, como siempre solían hacer, y luego se fueron
distribuyendo por la casa: Tommy y Eleanor en sus respectivas
habitaciones, viendo la televisión (podrían haberse reunido, ya que
veían el mismo programa, pero su orgullo les hacía creer que no era
acertado reunirse con el otro, y menos con las peleas que podían
desatarse), y los dos más pequeños se quedaban viendo en el salón
el último programa infantil del día, esperando a que los dibujos
animados les dieran la señal para ir a la cama.
Louis se metió en
la ducha, decidido a descargar toda la tensión del día en el agua y
dejar que ésta se escurriera por el desagüe... y no pareció avisar
a Eri, ya que ella se dispuso a fregar los platos (quejándose una
vez más de que Eleanor se quejara de que tenía mucho que estudiar y
se escaqueara, sin demasiadas ganas de iniciar otra pelea con su hija
mayor, que era igual que ella incluso en aquellas cosas).
Tommy pudo escuchar
los improperios de su padre en la habitación contigua, que resultaba
ser el baño, cuando cerró el grifo. Louis se envolvió la cintura
con una toalla y abrió la puerta del baño.
-¡Erika!
¡ERIKA!-bramó con todas sus fuerzas. Tommy se asomó a la puerta,
sorprendido: su padre sólo llamaba a su madre así en ocasiones muy
contadas.
Cuando por fin la
interpelada se dio por aludida, lanzó un grito que recorrió toda la
casa.
-¿QUÉ ESTÁS
HACIENDO!
-¡Fregar!
-¡CIERRA ESE PUTO
GRIFO, QUE ME ESTOY DUCHANDO!
Tommy frunció el
ceño. Louis se giró, se lo quedó mirando un segundo, y notó la
mirada de su hijo recorriendo todos sus tatuajes, cada uno con una
visión distinta, cada uno mostrando secetos al mundo que nadie era
capaz de descifrar. Se preguntó por millonésima vez por qué no le
dejaban tatuarse un símbolo tribal en el hombro si su padre tenía
un ciervo en el mismo lugar. Y un gorrión en el antebrazo.
Un puto gorrión
en el antebrazo.
-Tommy, si tanto te
gusto puedes teclear mi nombre en Internet. Te sorprendería ver
hasta qué punto se me conoce-se cachondeó su padre.
-No quiero ver
montajes de tu polla al aire, papá.
-¿La tengo grande?
-Enorme.
-Entonces no son
montajes, chico.
-¡PAPÁ!
Louis se echó a
reír, negó con la cabeza y cerró la puerta. Pero Tommy ya había
abierto la caja de Pandora que era su mente, y ya estaba pensando en
los tatuajes. Cada uno de los cuales, sin excepción, y de eso estaba
seguro, contaba una historia pasada hacía mucho, pero lo bastante
importante como para que alguien, por temor a perderla, utilizara su
piel a modo de diario y la estampara allí para la posteridad, sin
importar lo dura que fuera.
Y es que son
precisamente las historias duras las que te hacen ser quien eres.