domingo, 30 de marzo de 2014

Canta el pueblo su canción

nadie la puede detener.
Esta es la música del pueblo
que no se deja someter.


Barcos. Cadenas. Trajes de época. Presos. Carceleros. Obispos. Obreros. Prostitutas. Rebeldes. Hijas. Madres. Padres. Amantes. Amor no correspondido. Libertad. Justicia. Injusticia. Huidas. Llegadas. Tabernas. Barricadas. Palacios. Bodas. Funerales.
París.
Los miserables.
Crees que por ver una película de musicales ya eres un experto en el género, pero te diré algo: no hay nada que pueda compararse a la voz de un actor elevándose hasta notas que ni sabías que existían, frente a ti, usando únicamente su garganta y los instrumentos de la orquesta para que se te pongan los pelos de punta, ni hay nada que se compare con ver la acción en primera persona, teniendo el escenario al alcance de los dedos, que el humo te ciegue y te piquen los ojos, que la pólvora inunde el ambiente, que las explosiones te sobresalten, que la música haga vibrar las paredes de todo el teatro.
Ni ver morir a alguien frente a ti para que se te salten las lágrimas.
No son musicales. Son magia.
Y cada día estoy más segura de qué es lo que mueve el mundo.

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