Farsalia.

Tu ausencia es como un temblor del párpado superior. No duele. Apenas molesta. Es tan ligero como una pluma. Tan imperceptible que nadie lo nota, excepto yo.
Ha pasado ya un tiempo, y tú te ahogabas en el negro pozo del olvido a medida que pasaban los días y yo no pensaba en ti. En cómo te escondiste y no me dejaste hacer ver que la luz valiente que hay en ti para que salieras. En lo que crees que te hice, tan malo que ni merecía un adiós. Simplemente vacío, mientras tú te alejabas de ella y ella y yo seguíamos tan cercanas como siempre, sin saber de tu traición, o sin querer darla a conocer, hasta que sucedió, y una sufrió a manos de la otra. Te haré saber que seguimos siendo amigas como nunca dejamos de serlo.
Pero, hoy, te he reanimado. Llevo dándole vueltas a esto un tiempo, desde que me preguntaron por tu país y dije: "Es bonita, incluso cuando vas rodeada de una panda de gilipollas de campeonato es bonita". Entonces recordaba lo que había visto, probado y tocado, pero también lo que había sentido en esas tierras de más allá de los Alpes. Y llegó a mi cabeza cómo le dediqué aquella foto al diablo sin cuernos y de color carne, no lava, y tú lo viste y dijiste "great words". No he podido dejar de pensar en ese "great words", preguntándome qué te ha hecho aquella a la que una vez quisiste tanto como para cortar la comunicación con los demás, acallándolos con el silencio de la estática.
Tienes cosas pendientes conmigo. Me preocupa la de enseñarme a hacer gifs. Pero son muchas más y muchas otras.
No vas a cumplirlas; lo sé. Al igual que yo voy a hacerte llegar esto, ¿para qué? No está en el mismo dialecto procedente de la misma lengua madre que tú hablas.
En serio, Ema. Ni siquiera está en tu idioma.