viernes, 4 de abril de 2014

Eternidades que no bastan.

Cuando somos pequeños, llega un momento en el que nos tienen que explicar la teoría de algo que o es práctico, o no es. Nos tienen que decir cómo distinguir los narradores de un libro, sólo leyéndolo, pero diciendo quiénes son para que quien no lo lea se entere igual de la historia.
El narrador en tercera persona es el más abundante cuando tienes 9 años.
El narrador en primera se usa raras veces pero, casualmente, es siempre el más popular cuando alcanzas la adolescencia.
Sin embargo, el narrador en segunda persona es algo rarísimo; los libros que es escriben con un narrador así son tan complicados de crear como de leer. Las historias en segunda persona no abundan. Las historias en segunda persona apenas existen. Las historias en segunda persona no son tan gloriosas como lo son en primera o en tercera.
Y, con todo, se equivocan. Se equivocaban de pleno, porque tal vez alguien en el mundo jamás ha escrito nunca nada en tercera persona, hablando de las hazañas de un niño con cicatriz de rayo en la frente, de una mujer asfixiada en el adulterio, o de un monstruo que se enamora de la muchacha más bella y es correspondido. Tal vez nunca han escrito, tampoco, en primera persona las vivencias de alguien que no existe.
Pero todos los que escriben le han escrito alguna vez algo a alguien. Cualquier cosa. Un poema, una nota, una historia, una carta de amor, de odio, un mensaje de buenas noches, o de buenos días. Todos, en realidad, creamos historias con narrador en segunda persona. El narrador en segunda persona es el oxígeno de las palabras. Puedes estar sin él un tiempo, pero no demasiado, pues tarde o temprano terminas recurriendo a él.
Ni viviendo mil vidas podrías aprender a escapar de escribir algo para que un alguien en concreto lo lea.
Y ni en mil y una sería capaz de escribir todo lo que te mereces.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Dedica un minutito de tu tiempo a dejarme un comentario; son realmente importantes para mí y me ayudarán a mejorar, al margen de la ilusión que me hace saber que hay personas de verdad que entran en mi blog. ¡Muchas gracias!❤