Antes de que te embarques en esta lectura, debes saber algo:
1. Mi presencia en la historia se debe, básicamente, a que soy una puta egocéntrica que no puede alejarse de su imaginación. Oh, y a esto. De hecho, puede que más a lo segundo que a lo primero.
2. No es necesario que conozcas esa historia para entender esta. Ni de lejos. Aunque, si quieres, puedes leerla. El país desde el que lo lees es libre (me consta que no tengo coreanas leyéndome, así que...).
3. Sigo siendo larry shipper.
4. Creo que ya está. No, no, espera. Si quieres, puedes dejarme un comentario en relación a este asunto de Zayn o la historia. Te lo agradecería. Me encantan los comentarios.
5. Louis es el puto amo.
6. No sé si voy a escribir la segunda parte y la voy a publicar o si la escribo o me la quedo para mí o si directamente no hago nada porque lo que tengo planeado es un pelín de mal gusto y puede que hasta ilegal. Aunque me quedaría muy a gusto escribiendo un capítulo en el que básicamente los chicos se carguen al Traviesote. Toma spoiler rico rico.
7. Ahora sí que está. ¡Disfruta!
Sabías
que las cosas no iban bien cuando solíais ser cinco pero, un día,
sólo salíais cuatro al escenario. O cuando acababais llorando un
concierto porque sabíais que el puzzle no iba a estar completo por
un tiempo. O cuando os despedíais con un “hemos sido One
Direction”, cuando lo que hacíais siempre era recalcar lo bueno
que había sido el público, lo poco que lo merecías, lo mucho que
lo querías y cómo era literalmente imposible para ti comprender qué
habías hecho para tener semejante ejército apoyándote.
Pero, claro, nunca te ibas a imaginar que las cosas podrían volverse aún más oscuras,que el pozo en el que te hallabas atrapado no era negro, sino gris, y el negro se cernía sobre ti como la noche mientras caía el sol y lo teñía todo de un crepúsculo sangriento.
Pero, claro, nunca te ibas a imaginar que las cosas podrían volverse aún más oscuras,que el pozo en el que te hallabas atrapado no era negro, sino gris, y el negro se cernía sobre ti como la noche mientras caía el sol y lo teñía todo de un crepúsculo sangriento.
Como
si el mundo quisiera que no recibiésemos esas noticias, el ordenador
nos dio problemas desde el minuto uno. Acostumbrado a conectarse
rápidamente al wifi del hotel, esta vez se negaba en redondo, y se
revolvía y peleaba como pocas veces lo habíamos visto hacer.
-Me
estoy cabreando-escuché decir a mis labios, sorprendido de lo cierto
que era. Una mano se posó en mi hombro y me lo apretó
cariñosamente, pero ella llevaba varios días sin poder hacer mucho
por mejorar mi mal humor. Ni siquiera sus abrazos y sus besos
conseguían tranquilizar del todo la bestia enjaulada en mi interior,
sólo la calmaban un poco.
Esta
vez, el tigre dejó de intentar sacar las garras por entre los
barrotes de la jaula, pero siguió paseándose detrás de ellos con
la impaciencia de un dios a quien confinan en un cuerpo humano y cuya
único camino para recuperar su antigua inmortalidad es,
precisamente, muriendo.
-Tal
vez si apagamos el wifi y volvemos a encenderlo...-sugirió Liam, y
todos los ojos en la habitación se volvieron para mirarlo. Ya lo
habíamos hecho. Tres veces. No era cosa del wifi.
-O
podemos llamar a recepción y decirles que... no sé... nos traigan
un router.
La
pregunta disfrazada de sugerencia flotó en el aire un momento. Que
la hubiera formulado Harry no ayudaba mucho, especialmente teniendo
en cuenta sus vacilaciones a la hora de hablar.
-Esto
es el universo.
-No
empieces con el Universo, Eri-amenacé, y sentí cómo ella bajaba
los hombros detrás de mí, pero no importaba. No sabíamos qué hora
era en Inglaterra, apenas sabíamos qué hora era en Inglaterra.
Apenas sabía en qué día estaba viviendo.
Nadie
la defendió como solíamos hacer cuando alguien se pasaba tres
pueblos con otro, y una parte de mí se sintió mal por ella. Una
parte mínima, todo hay que decirlo: estaba demasiado ocupado
sintiendo cómo una marea se desataba en mi interior, más fuerte que
nunca, y arrasaba incontables villas costeras.
Todos
los móviles vibraron al unísono, como si de cierta serie que veían
las chicas se tratara. Fue Niall el que anunció que Zayn se estaba
empezando a poner nervioso también.
-Zayn
lleva nervioso un tiempo-espetó Eri con una lengua bífida que raras
veces sacaba a pasear. Me giré para mirarla. Ella me devolvió la
mirada, y sentí como si nuestras voluntades salieran de nuestros
cuerpos y empezaran a empujarse mutuamente, como en aquella escena de
Harry Potter y las Reliquias de la Muerte en la que Voldemort
y Harry alzaban las varitas y un rayo verde, y otro rojo, chocaban en
un intento de matar al otro.
-Se
ha conectado-anunció Niall, a quien poco le faltó para dar brincos.
Fui
yo quien rompió la conexión de muerte con ella girándome y
contemplando la pantalla del ordenador que, donde antes mostraba unas
rayas grises con una cruz, ahora lucía orgulloso unas barras
blancas.
-¿Con
qué cuenta de Skype nos conectamos?
-Con
la tuya, ¿no? Para algo te has dado tanta prisa en coger tu
ordenador.
-Vete
a la puta mierda, niña.
-Vale
ya. Los dos-bufó Liam,negando con la cabeza. Tecleé la contraseña
y esperamos a que el programa se conectara.
Evidentemente,
le llevó varios minutos. Las mejores películas de miedo y suspense
eran, precisamente, las que más tiempo mantenían la tensión en el
aire.
-Me
apetece suicidarme cosa mala-gruñó ella de repente, y mi rabia se
aplacó de nuevo otra vez. La lava había encontrado un canal por el
que no había ido nunca, y estaba decidida a aprovecharlo.
-Amén,
hermana-musitamos los cuatro que quedábamos al unísono y, como si
estuviera esperando esa señal divina para ponerse a trabajar, por
fin se oyó el sonido de algo escurriéndose por un túnel y una
burbuja explotando.
Zayn
no tardó ni dos segundos en mandar una petición de videollamada,que
aceptamos con la misma rapidez.
-Internet
aquí es mierda-anunció Liam a un pixeladísimo Zayn. El hecho de
que no hubiera encendido la luz de su habitación tampoco ayudaba
mucho, es decir, tío, no eres blanco nuclear, ¿sabes? Te
camuflas un poco con el fondo, haz el favor de poner a trabajar
alguna lámpara.
-Casi
prefiero no veros la cara-replicó una voz tan distante como su
dueño. Parecía que Skype quería jodernos todavía más y no nos
dejaba completar a la banda.
-¿Por qué?-había un deje de
pánico en la voz de Niall. Me apeteció estrangularlo.
-No son buenas noticias lo que os
voy a dar.
-¿Has roto con Perrie?-sugirió
alguien. La pantalla de Zayn vibró; estaba negando con la cabeza.
-No, yo... dejo la banda.
Un silencio atronador llenó la
habitación del hotel de Manila.
-¿Qué... acabas... de...
decir?-vacilé, y esbocé una sonrisa-. ¿Sabes, tío? Creo que no te
hemos oído.
-Dejo la banda.
-No-repliqué a la velocidad de la
luz.
-Pero...
-No puedes...
-O sea...
-Somos cinco-ladré-. Cinco. Tíos.
Eri no cuenta. No puedes irte.
-¿Esto es por lo de las fotos?
-N...
-Porque si es por las fotos,
deberías calmarte. Dos años. Ya sabes cómo somos las fans. Nos
ponemos nerviosas a veces, pero...
-No es por las fotos.
Y nos volvimos a callar como los
cinco (bueno, seis) subnormales que éramos.
-Oíd-dijo por fin-, voy a volver,
¿vale? Es sólo que... necesito un tiempo para pensar. Todo ha ido
demasiado rápido este año, apenas hemos descansado, y sabéis que
yo no puedo seguir el ritmo de esa manera. No estoy tan cómodo en el
escenario como antes, y no... no creo que sea justo que siga
fingiendo que me lo paso bien.
-Eres buen actor-gruñó Eri. A
quien quise estrangular en ese momento fue a ella.
-No debería poner la felicidad de
los demás por delante de la mía.
Sus palabras calaron como la lluvia
en el suelo de un bosque. No se lo pasaba bien. Tenía derecho a
irse, nadie podía impedírselo, habíamos entrado en esto porque
queríamos y de la misma manera deberíamos tener la posibilidad de
salir.
Entonces, si eso era así,¿por qué
siempre habíamos dado por hecho que seguiríamos juntos muchos más
años? Cinco era una mierda, cinco no eran nada, era literalmente un
cuarto de mi vida, y los otros tres había estado solo, no había
tenido hermanos, sólo a Stan, y...
… y FOUR iba a ser sólo el
nombre de nuestro disco.
-Tengo que parar. No es por
vosotros. De hecho habéis sido vosotros los que habéis hecho que
llegue hasta aquí, pero... no puedo más. Estoy agotado. Sólo me
apetece echarme en mi casa y dormir tres meses seguidos, ¿entendéis
lo que os quiero decir?
-Llevas queriendo hacer eso desde
que te conocimos, Zayn-comentó Liam, y tuve que sonreír.
-Sí, pero...-la sonrisa de su boca
se volvió triste-... ahora... es necesario. Antes sólo me apetecía.
Ahora lo necesito.
-¿Es Modest?
Y el que calla otorga.
-¿Cuándo se convirtió en un
trabajo y dejó de ser una banda?-preguntó la única voz femenina de
la habitación, y todos la miramos, y por primera vez aquella noche
quise besarla, darle un abrazo,agradecerle de alguna manera que no
hubiera conseguido lo que se propuso en su baño hacía tiempo y que
estuviera allí, conmigo y con los demás, poniendo voz a las
palabras que nosotros tardábamos tanto tiempo en formular.
Juraría que sentí en mi corazón
que Zayn tenía un nudo en la garganta que le impedía respirar.
-Os voy a echar de menos, tíos.
Sois mi familia. Sois mis hermanos. Sois mi sangre. Pero...
-... a veces hay que donar sangre
para ayudar a más gente-murmuró mi pequeña. Estaba llorando.
Cuando habló, Zayn también.
-Os quiero. Muchísimo. A los
cinco. No va a haber día en que no piense en vosotros.
Asentí con la cabeza; de repente
las luces brillaban más, pero todos estaban llorando, y yo no podía
permitirme el romperme también.
-No es justo que nos hagas esto
así. Te tendríamos que haber dado un abrazo más largo antes de
irte.
-No habría podido irme si os lo
hubiera dicho en persona.
-No-sonreí-, no habrías podido.
No te habríamos dejado. Te habríamos puesto una correa y te
sacaríamos a pasear cada 6 horas como el perro que eres.
Una mancha blanca apareció en la
parte baja de su pantalla. A pesar de todo, estaba sonriendo. Gracias
a dios, yo seguía siendo yo.
-Tenéis que seguir juntos-dijo por
fin, después de mucho tiempo de vibración en su imagen. Lo achaqué
a un movimiento de hombros dado por unos sollozos que detesté con
toda mi alma, y que me recordaron a nuestro último concierto con él
en nuestras filas, a nuestro último abrazo de grupo enfrente de
nuestro público, al abrazo que nos dimos en el hotel antes de que él
se fuera, solo, al aeropuerto en una furgoneta que solíamos
compartir los dos. Todo estaba tan mal de repente, y yo estaba tan
dispuesto a hacer lo que quisiera con tal de que nos dijera que esto
era una broma-. Hace tiempo yo hice una promesa. Tenéis que
cumplirla por mí.
El silencio armado de dolor envió
una avanzadilla, decidido a no perder la batalla, fuera como fuera.
No se iba a rendir; sentía su determinación tomando forma una y
otra vez, por mucho que nos esforzáramos en destruirlo. Simplemente
no iba a ser así.
-Pero... One Direction no es One
Direction si no sois cinco.
-Y hay cinco personas escuchándome.
Todos nos volvimos hacia Eri. No.
Aunque habíamos trabajado con ella, aunque nos acompañase y apoyase
durante todo el tour, en las promociones, hiciéramos lo que
hiciéramos... no podía sustituir a Zayn. No estaba dentro de la
banda. One Direction era un planeta, nosotros los continentes, y ella
era la Luna. Era necesaria para que el mar se moviera, pero había
planetas que no tenían lunas y se las arreglaban bien sin ella.
El pánico floreció en sus ojos
marrones como los cerezos japoneses a la llegada de la primavera.
-No. No voy a hacerlo. No voy a
ocupar tu sitio. No quiero que todo el mundo me odie. No.
-¿Desde cuánto te importa lo que
haga el resto de la gente respecto de ti, nena?-pregunté yo, alzando
una ceja.
-Desde que yo cuento en
“todo el mundo”-negó con la cabeza y alzó las manos, echándose
el pelo a un lado y llevándose la mano a la boca. Siempre hacía eso
cuando necesitaba pensar: nunca se mordía las uñas, pero siempre se
quedaba un rato con la mano en la boca, deteniendo todas las palabras
que se agolpaban en su garganta (cosa que, tal vez, debería hacer yo
la mayoría de las veces).
-Por favor, Eri...-suplicó un
chico al que de repente dejé de conocer, desde el otro lado del
mundo. Seguía siendo Zayn pero, a la vez, ya no era Zayn. Había
desaparecido en un punto del Océano Índico, muy por encima de la
superficie del mar, y ya no era el chico que nos había dejado para
salvarse de sí mismo en pleno tour.
Ella volvió a negar con la cabeza.
-No puedo sustituirte. No es justo.
-Lo que no es justo es que
compraran las entradas con la esperanza de ver a cinco personas en el
escenario y que al final sólo haya cuatro-replicó él en tono
cortante. Ella entrecerró los ojos.
-Entonces, si tanto te agobia esta
situación, te sugiero que vuelvas. Al fin y al cabo, no parecías
tan estresado cuando estabas aquí con nosotros. Y Louis puede
tranquilizar hasta a un toro-hizo un gesto con la cabeza hacia mí,
alzó las cejas, se levantó y se fue. Harry, Liam y yo la
contemplamos estupefactos.
Niall había decidido imitarla y se
estaba mordiendo las uñas, con la mirada clavada en algún punto
entre la pared y el ordenador, un poco más arriba de la cámara de
éste, pero no lo suficiente como para contemplar los cuadros que
había colgados en la habitación.
¿Las pesadillas siempre parecían
tan reales? Hacía tiempo que no tenía ninguna, era como si
estuvieran reservándose y reuniendo todo el poder que consiguieran
para, finalmente, desatar su furia cuando menos me lo esperase y más
débil fuera.
-Tíos... yo... lo siento-balbuceó
Zayn. Se estaba tapando los ojos.
-No te disculpes. Tu salud va antes
que los escenarios-intenté sonreír, a pesar de todo. Yo era la
roca, yo era el sol, no podía fallarles, ahora no.
-Te esperaremos con los brazos
abiertos-aseguró Niall.
Zayn estaba llorando. Todos estaban
llorando, todos menos yo. Me odié a mí mismo por haber representado
siempre el papel de fuerte, porque también me apetecía llorar, pero
no me podía hundir. No nos lo podíamos permitir, y mucho menos
ahora.
-Os quiero mucho, tíos. Sois mis
hermanos. Sois mi sangre. Y la sangre siempre se lleva dentro-nos
aseguró el de Bradford, recuperando un acento que hacía casi un año
que no le escuchábamos. Sí, definitivamente quería echarme a
llorar otra vez, como habíamos hecho en el último concierto juntos,
que ahora resultaba ser el último concierto de la banda en sí.
Me levanté del sofá con
movimientos mecánicos, sin una voluntad concreta de ir a ninguna
parte, más que el deseo de, simplemente, alejarme de allí. El
tiempo parecía arrastrarse desde el momento en que se acabó aquella
llamada, y yo no podía dejar de pensar en lo injusto que era que
todo se hubiera terminado con un simple programa informático cuando
nos habían juntado personas de verdad, en un programa de verdad, y
que nos habíamos abrazado de verdad, sin saber cuántos abrazos nos
quedaban...
Y todavía teníamos premios por
recoger, canciones que grabar, letras a las que poner voz y ritmo y
estadios en los que actuar, así como públicos a los que dar las
gracias sin poder creerte que estuvieran allí.
Si no habíamos sido suficientes
cinco, ¿cómo íbamos a conseguirlo cuatro?
¿Cuántas se quedarían con
nosotras después de esto?
¿Cuántas seguirían el camino de
Zayn?
¿Cuántas se marcharían para
siempre porque no habíamos mantenido la única promesa que les
habíamos hecho?
Me dejé caer en la cama y cerré
los ojos con una idea rebotado en mi mente:
La persona que había dicho que,
definitivamente, íbamos a seguir juntos, y había prometido que la
final de The X Factor no era lo último de One Direction había
sido la primera en irse... y la que había hecho que el último
concierto que habíamos dado fuera de verdad lo último de One
Direction.
Sólo me enteré de que me había
quedado dormido cuando un flamenco gigante me golpeó con la
violencia de un elefante con su culo emplumado. Y me llegó su voz
asqueada:
-¿Cómo puedes dormir con todo lo
que está pasando?
Después de despertar con un brinco
en una habitación en la que no había recordado entrar, conseguí
centrarme girando la cabeza y contemplando a Eri, sentada en la cama,
encima de las mantas debajo de las cuales yo me había escondido, con
ríos de tinta corriéndole por las mejillas.
Me di cuenta de que no sólo no se
había quitado el maquillaje para venir a la cama, sino que lo había
incrementado, rodeándose los ojos como hacía Lou antes de que
saliera al escenario. Se había puesto la cadena (la cadena literal,
como todos la llamábamos, pues era un collar que constaba de unos
eslabones demasiado parecidos a los de un perro como para poder
pasarlo por alto) dorada, la chaqueta vaquera, la camiseta blanca que
le llegaba hasta el ombligo y la falda de cuero rosa pálido que
tanto le gustaba.
Me di cuenta tarde de lo que
pasaba, porque ya había preguntado lo único que no debía
preguntar:
-¿Por qué te has vestido como
cuando sales al escenario?
De sus ojos chocolate rodeado de
ceniza se disparó tal odio que me sorprendió no acabar frito en
aquella cama. Una parte minúscula de mi mente, a la que estaba
demasiado atontado como para hacer caso aún, susurró: “dentro de
poco habrá tres en la banda como sigas tocándole los huevos así”.
-¿Cómo te atreves a dormir
con todo lo que está pasando, Louis?
Porque cuando duermo Zayn
todavía no nos ha dejado, quise decirle, pero me contuve justo a
tiempo, dándome cuenta de que no sólo se había pintado los ojos,
sino una de sus mejillas con el pintalabios que usaba de vez en
cuando, cuando le apetecía pintarse todavía más, echarse años
encima, fingir que ella era la mayor de los dos y no yo. Por el
contrario, su boca tenía prácticamente el mismo color de siempre,
tal vez un pequeño rubor: el rojo se había desplazado por su rostro
para terminar desembocando en su mejilla, difuminándose poco a poco,
igual que el Nilo al llegar al Mar Mediterráneo.
Y, a pesar de todo, seguía siendo
bonita.
Me acerqué a ella. Lo que
necesitaba eran unos brazos calentitos que me comprendieran, una boca
que susurrara palabras de consuelo, un cuerpo que combatiera el frío
de mi alma...
-Zayn fuera de la banda, y tú
roncando como una jodidísima moto.
Vale, nada de combatir el frío del
alma con un cuerpo. Puse los ojos en blanco y me aparté, en parte
enfadado conmigo mismo por ocurrírseme eso, en parte enfadado
con ella por no querer darse cuenta de que no estaba el horno para
bollos.
-Zayn estará durmiendo, como todo
el mundo.
-En Inglaterra es de día.
Puta listilla de mierda. La odiaba.
La tiraría al mar si pudiera.
Buscando no meterme en más líos,
me di la vuelta para darle la espalda y cerré los ojos.
-Le gusta dormir la siesta. Me
pregunto quién se lo habrá enseñado.
Me volvió a pegar un almohadazo.
-Vuelve a darme-amenacé, girándome
para mirarla-. Y te la comes. Te juro por dios que te comes la
almohada. Y como me sigas tocando los huevos, igual también el
colchón.
-Zayn no está durmiendo.
-¿Cómo lo sabes?
-Lo sé, simplemente.
-Entonces estará jugando al Call
of Duty.
-O al Pro Evolution Soccer.
-No. Le recordará a mí.
Se quedó en silencio un momento.
-No va a volver-susurró por fin.
Mis ojos escalaron su cuerpo hasta encontrarse con los suyos.
-¿Cómo lo sabes?
Se volvió para mirarme, con las
manos todavía atadas para impedir que las piernas se relajasen
demasiado. Se encogió de hombros, perdiendo la mirada en la
habitación, con la esperanza de que una explicación apareciera
escrita en una de las paredes.
-Ha estado escribiendo con ese
tío... y ahora lo tiene más cerca que a nosotros.
-Eso no significa nada. Harry sacó
una canción. Niall trabajó varias veces con Olly Murs, o con McFly.
No significa nada.
-A Zayn le gusta demasiado la
literatura como para creer ya que tus actos, por pequeños que sean,
no significa nada-sus manos se movieron durante la explicación,
intentando captar una palabra en el aire que se resistió y se
escurrió entre sus dedos-. Y tengo miedo, Louis.
Ahí ya tuve que incorporarme. No,
una cosa era que estuvieran tristes, eso podía entenderlo, y hasta
cierto punto había que dejar que fuese así. La vida era un piano, y
los momentos felices se componían de las teclas blancas, así como
los tristes de las negras. Y, en ocasiones, había que utilizar las
teclas negras para componer las más hermosas canciones.
-¿Por qué, pequeña?
Ya no era sólo ella la que estaba
frente a mí, sino miles y miles de rostros, tanto femeninos como
masculinos, que se mezclaban entre sí y que apenas conseguían una
forma nítida, caras que veías siempre que estabas trabajando, que
hacían la magia de gritar a coro las palabras que habían sonado por
primera vez en tu mente... y ahora todas estaban rotas por culpa de
la incertidumbre.
-Piensa en la mayoría de las
bandas. Cuando uno se iba, se perdieron en el vacío, y ya nada
volvió a ser igual.
-Con nosotros no va a ser así,
pequeña.
-Seguro que todos dijeron lo mismo.
-Pero yo lo digo en serio-le aparté
un mechón de pelo de la cara y se lo coloqué detrás de la oreja;
ella me sonrió con la tristeza de un millón de plantas cuya lluvia
no llega.
-Robbie Williams o Justin
Timberlake son la prueba viviente de que lo que yo te digo es verdad.
-Puede, pero... los Backstreet Boys
siguen juntos.
-¿A qué precio?
-Al de la paciencia. Esperar por
las cosas tampoco es tan malo. No hay más que pensar en el tiempo
que nos tuvo esperando, primero Rowling y luego el cine, por Harry
Potter.
-Por las cosas aseguradas no pasa
el tiempo.
-Y la promesa de Zayn era un
seguro.
-La gente se hace seguros de vida
constantemente; esto no quita de que no terminen muriendo.
Se levantó de la cama y se acercó
a la ventana. Habíamos pasado de ser dioses a recuperar nuestra
mortalidad, y entendía que sus ojos bajaran en caída libre hacia la
ciudad que se extendía más abajo: no podías ser feliz con la
limitación de un cuerpo mortal cuando habías pisado y habitado el
Olimpo, pero debías intentarlo con todas tus fuerzas. Dolía no
tener al alcance de tus dedos mil y un rayos, pero tenías que
acostumbrarte con los simples enchufes.
-¿Tú también quieres
irte?-pregunté cuando una minúscula bombilla se encendió dentro de
mí. Lo entendería... si decidía marcharse... si le dolían los
recuerdos... si mirarme era mirar a un pasado glorioso cuya sombra
era demasiado oscura como para permitirte disfrutar de la luz.
Se rió despacio entre los dientes,
negando con la cabeza.
-Si tú fueses Voldemort, yo sería
tu Bellatrix, Louis.
Recuperé un poco de mi
inmortalidad con esa frase.
-¿Así que...?
-Me preocupa el futuro.
-Es mejor vivir en el presente.
-¿En la montaña rusa que es la
vida?-puso los ojos en blanco-. No, esto... es peor. Preferiría mil
montañas rusas. Preferiría ver mil películas de miedo yo sola a
ver cómo todo se desmorona.
-No se está desmoronando.
-Habéis dejado sitios vacíos en
el escenario, esperando por alguien que ya no va a volver. Y no se
puede construir un edificio sin suficientes ladrillos. Se caerá, y
te matará.
-Pues dormiremos en tiendas de
campaña.
-¿Y si hace demasiado viento?
-Entonces al raso, y que nos
vigilen las estrellas.
Sonrió, y la sonrisa, gracias a
Dios, escaló por aquellos ojos que daban a millones de almas.
-Prométeme algo, Louis.
-Lo que quieras, nena.
-Si Zayn escoge a otro, prométeme
que tú nos escogerás a nosotros. Siempre. Por encima de quien sea.
Por encima incluso de Zayn.
-¿A los cuatro que me quedáis?
-A los 19 millones que no nos
queremos ir.
-¿Tengo yo cara de ir a
dejaros?-susurré, abriendo los brazos. Se me acercó despacio, como
temiendo que cambiara de opinión y me echase a reír en su cara
antes de decir que, efectivamente, iba a seguir el sendero abierto
por Zayn y me iba a dar un descanso. Pero no lo hice, sino que la
recibí con todo el amor que había cosechado durante aquellos cuatro
años en los que fuimos cinco y éramos como una flecha, y la
estreché entre mis brazos para hacerle comprender que todo estaba
lejos de acabarse, que Zayn no nos había abandonado, y que
trabajaríamos para que se siguieran sintiendo orgullosos de
nosotros, siempre.
Dormimos dos cuerpos en aquella
cama esa noche, pero millones y millones de almas asustadas se
congregaron debajo de las sábanas hasta ver salir el sol.
-¿Cómo que “en
solitario”?-espetó Niall, abriendo mucho los ojos, dejando la
guitarra a medio afinar. De repente, los micrófonos que teníamos en
las manos dejaron de tener cuerpo, y las fans cantando al ritmo de
nuestra telonera se desvaneció. Lou asintió con la cabeza.
-Sí,bueno, ya han anunciado que se
ha ido, así que no sabemos cómo se comportarán las fans en este
concierto, pero... Simon ha comprado los derechos de su próximo
disco.
-¿Cómo que “próximo
disco”?-repitió Niall. Me apeteció estamparle la guitarra en la
cabeza.
-Ha estado grabando algunas cosas
con Naughty Boy, y...
-Lo sabemos-dijimos a coro. Zayn no
era imbécil y sabía que no podía mantener eso en secreto, al menos
no para nosotros. Sorprendentemente, había conseguido que aquel
gilipollas mantuviera la bocaza cerrada todo ese tiempo, y nadie
tenía más que sospechas lo que se avecinaba.
-Pues esta mañana... bueno, en la
mañana de Inglaterra, se le ha visto entrando en un estudio. He
preguntado y resultaba ser de ese tío. Y he juntado las piezas.
-Sí, pero, ¿lo del
disco?-preguntó Harry, haciendo que si micrófono bailase entre sus
manos.
-Al parecer tienen muchísimo
material, y a Simon le ha gustado. Cree que es de muy buena calidad,
y...
-Nos ha jodido; lo ha escrito Zayn,
claro que es bueno-gruñí yo. Lou puso los ojos en blanco.
-Ya le han fichado para Syco. Tiene
vía libre. Evidentemente, publicará en momentos diferentes, para no
interferir en las listas. No veo por qué deberían peligrar vuestros
números 1, ni los de él. Creo que la diferencia de tiempo es lo
bastante grande como para que no os influyáis prácticamente nada
mutuamente.
Se encogió de hombros, murmuró un
apresurado “lo siento, chicos” y se alejó al trote. Hicimos un
círculo con la determinación de aclarar las cosas.
-Nos ha dejado. De verdad. Eri
tenía razón.
-Me siento pisoteado.
-Esto es un asco, tíos.
-Tenemos que conseguir hacer el
mejor show posible.
-¿Cómo? No tenemos tiempo para
repartirnos los solos de Zayn, y tampoco los podemos dejar en blanco.
-Y no podemos depender de lo que
las fans canten o no. Terminarán cansándose.
-Y tampoco podemos callarnos,
simplemente. Ni cantarlo juntos. Dependiendo del solo, algunos no
llegamos a la nota.
-Pero seguimos siendo cinco-murmuró
Harry.
-Harry, tío, mira...
-No, seguimos siendo cinco. Eri
llega a las notas de Zayn. Podemos hacer que cante ella. Al menos
hasta que encontremos una solución.
-Ha dicho que no quería hacerlo.
-Bueno, no sabía que,
oficialmente, íbamos a decirle adiós a Zayn con una publicación en
Facebook para que él se fuera por ahí con el gilipollas
ése-insistió Liam-. No será tan chocante si seguimos siendo cinco
en el escenario, aunque tengamos ahora a una chica.
-Ya, ¿y cómo la convencemos? Es
terca como una mula-la idea era buena, sí... pero, a la vez, una
locura. No iba a acceder. Ni de coña. Seguramente pusiera la excusa
de que debíamos empezar siendo fuertes desde el minuto 1.
-Convéncela. Para algo te la
tiras.
El público chilló una última
vez; era ahora o nunca. Entraba para ponerse unos pantalones y coger
unas bolsas de polvo de colores (siempre, pasara lo que pasase,
terminaba su presentación con Blow, de Ke$ha, lanzando polvo
arcoíris al aire porque todo el estadio estaba a punto de venirse
abajo, ya que nos tocaba salir a nosotros), para finalmente regresar
detrás del escenario y vigilar nuestras espaldas.
Una pequeña figura bajó casi
corriendo la rampa por la que ascenderíamos nosotros en menos de 4
minutos.
-¡Los vaqueros! ¡Los vaqueros!
¡Ya!-gritó como hacía siempre. Alguien se los tendió, y le dedicó
una sonrisa apresurada mientras se quitaba la falda (sí, delante de
todo el equipo, éramos una familia) lo más rápido que podía. Nos
acercamos a ella, que se puso los vaqueros dando brincos. Nos miró
un segundo.
-¿Estáis listos?
-Zayn va a sacar un disco en
solitario-espeté sin más preámbulos. Se quedó quieta, con el
botón de los vaqueros a medio abrochar y la cremallera sin subir.
-¿Te ruego que me disculpes?
-Con Naughty Boy.
Su expresión lo dijo todo.
-¿¿Disculpa??
Asentí con la cabeza.
Se abrochó los pantalones y se
subió la cremallera en un gesto que denotaba más poder que el
lanzar una bomba atómica.
-Me estás vacilando, ¿con el
Traviesote? ¿Después de vosotros? Por mis putos cojones.
-Necesitamos que ocupes su puesto.
-¿Que ocupe su puesto? Voy a
destruir a ese chaval. Mañana no contéis conmigo. Habré cogido un
vuelo y le estaré dando dos hostias a Zayn.
Se intentó escabullir, pero fui
más rápido y la agarré del brazo.
-¿Lo harás?
-Buscaré en lugares vacíos, por
cada esquina, gritando su nombre.
-¿Eh?
Pero Liam lo entendió.
-Es su primer solo.
Ella sonrió y se zafó de mi
brazo.
-Si me disculpas, Tomlinson, tengo
al fandom más fuerte del mundo ahí fuera, esperando que le dirija
por un éxodo.
Me eché a reír.
-Eres Dios, Eri.
-Sólo soy tú. En versión chica.
Hizo una reverencia y salió a la
luz. El público gritó más fuerte.
Claro que no tanto como cuando
salimos nosotros, con ella sentada al final de la plataforma,
mirándonos con el mismo gesto que la gente del público. Juraría
que, incluso, el público de Johannesburgo fue más ruidoso por el
hecho de ser cinco, como si quisieran demostrarnos que no nos iban a
abandonar. Recibieron a Eri con los brazos abiertos, quien no hizo
menos y las invitó a ser todo lo escandalosas que pudieran.
-Falta y sobra alguien aquí,
Johannesburgo, pero, ¿sabéis qué os digo? Que me dais pena, porque
las fans españolas conseguíamos hacer que no se oyera a los chicos.
Literalmente-su sonrisa divertida se reflejó en las cinco pantallas,
y las fans se picaban, y ella seguía picándolas, en un trabajo que
se apoyaba tanto en sus esfuerzos como en las miles y miles de
personas que estaban allí.
Y las fans se lo tomaban a pecho,
alzaban la voz hasta conseguir que no oyéramos nuestros
pensamientos, y se estaba bien. Estaba bien tener a mis hermanos,
aunque fuesen cuatro, conmigo, y a mi pequeña, y a miles y miles de
personas que te iban a acompañar por un camino más difícil de lo
que había parecido en un principio.
-No tenemos un fandom-les dije, y
ellas gritaron, enfurecidas y entusiasmadas a la vez-. Tenemos un
ejército-ahí ya los gritos se hicieron incontrolables-. ¡Y un
mundo por conquistar!
Empezaron a moverse al unísono,
haciéndonos reverencias coordinadas por Eri. Sí, realmente estaba
en el fandom, y sabía cómo manejar al público, y cómo animarlo.
Nos estaban haciendo reverencias, a nosotros, por estar ahí.
A nosotros, a quienes habían
salvado.
-Son héroes-susurró Niall cuando
atravesábamos la pasarela por última vez, encabezados por la chica.
-Son diosas-asintió Harry,
saludando de la que pasaba a unas cuantas fans.
-Y son nuestras-puntualizó Liam,
alucinado.
-¡BUENAS NOCHES, JOHANNESBURGO!
¡SON ONE DIRECTION! ¡Y ESTO ESTÁ LEJOS DE ACABARSE!-bramó Eri, y
nos inclinamos una última vez.
El estadio por poco se vino abajo,
pero yo no temí por mi vida. Nunca lo hacía cuando ellas hacían
esto.
Antes de regresar al backstage
y poner así punto y final al primer concierto sin Zayn, antes de
acercarme al móvil y ver que había puesto decenas de mensajes
apoyándonos y alentándonos, y consiguiendo así que dejara de
sentirme traicionado, antes de que el equipo se abalanzase sobre
nosotros y nos felicitase por “el mejor concierto que habíamos
dado en mucho tiempo”, eché la vista atrás.
Miles y miles de personas
despidiéndote era una sensación indescriptible.
Miles de personas recibiéndote era
una sensación inimaginable.
Y miles de personas que te
aseguraban con sus voces que no iban a dejar que te cayeras mientras
le dabas la mano a una de las personas más importantes de tu vida
era inigualable. Volvía a ser un dios.
Le di un toque en el brazo a Harry,
que se volvió y detuvo también a Niall y Liam. Los cinco
contemplamos un momento el escenario, nuestro Olimpo particular, y
alzamos las manos a modo de despedida.
-¿Cómo puede Zayn querer perderse
esto? También son suyas.
-Le han convencido bien. Pero
tranquilo, tengo gente ocupándose de ello.
-¿Eri?
-No hagas nada estúpido.
-Oh, y no voy a hacerlo. Sólo voy
a recuperar a uno de los sargentos de este ejército. Es mi deber con
la patria-aseguró ella, poniéndose recta.
-Y, ¿cómo lo harás?
-Lo siento, la misión es alto
secreta. Pero podéis ayudarme... a base de seguir siendo fuertes.
Y lo sería.
Nadie les haría daño.
No mientras Louis Tomlinson
existiese, y ese Louis Tomlinson fuese yo.
De modo que entré a Twitter. Y el resto, más o menos, ya sabes cómo resultó.