Que no te engañen: todos, en algún momento, necesitamos
ser débiles. Que alguien nos sostenga entre sus brazos y nos reconforte, y no
es, necesariamente, exclusivamente cuando somos pequeños. En ocasiones, te das
cuenta de que crecer significa, precisamente, el aceptar que hay veces en que
eres un dragón, y otras una simple mariposa. A veces escupes fuego, y desgarras
carne, y custodias castillos, y otras el viento te arrastra a su antojo,
mientras tú sólo flotas, luchando por intentar estirar tu etérea existencia
unos segundos cruciales más, que en ti son años, pues sólo has nacido para ver
la Luna una vez.
Es perfectamente normal sentir un nudo en la garganta,
encerrarte en un baño para poder expulsar los sentimientos, colocar tu chaqueta
en el asiento de al lado del bus, sólo porque no quieres que nadie se te
acerque. Necesitas estar solo, necesitas tiempo para pensar.
Es como si fueras un copito de nieve aplastado contra
otros para formar un muñeco: todos juntos sois el muñeco y, sin embargo, sois
individuos. Eres una gota de agua en un océano, pero, ¿qué es un océano, sino
una multitud de gotas?
Y que no te engañen: el ser débil también implica ser
fuerte. A muchos nos engañan, nos enseñan a reprimir nuestros sentimientos, a
prohibirnos sentir cosas negativas y canalizarlas hacia lo positivo. Todo puede
canalizarse, ya se ha hecho hasta con el Nilo. ¿Por qué debería ser diferente
una lágrima? ¿Por qué habría de ser distinto con un grito?
Mi consejo es el siguiente: canalízalo. Conoce tu
interior, abrázalo; es tu único y verdadero hogar. Escucha lo que te diga, y si
te dice que seas discreto, que lo compartas, hazlo. A veces, lo mejor es gritarlo
a los cuatro vientos; otras, sólo decírselo al reflejo que te observa desde el
otro lado del espejo, ese que tan bien te comprende.
No compartas tu escape con demasiada gente. Especialmente
con gente que conozcas. De esa manera, no estarás vinculado a tener que
mantener una postura ante ellos. Porque es precisamente lo que necesitas; es,
precisamente, lo que deseas darte. Estallar.
Todos hemos dicho alguna vez que “los psicólogos no
sirven para nada”, que te dejan peor de lo que entraste. Son malos, son
pésimos, porque te revientan por dentro.
Pero tal vez seamos nosotros los culpables de ser
volcanes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Dedica un minutito de tu tiempo a dejarme un comentario; son realmente importantes para mí y me ayudarán a mejorar, al margen de la ilusión que me hace saber que hay personas de verdad que entran en mi blog. ¡Muchas gracias!❤