No hay nada como que se te revuelva el estómago pensando
en algo para hacer que tu manera de mirar y ver las cosas pegue un cambio
radical.
Antes, solía pensar que cualquier manera de vivir, y
saber que estás vivo, era preferible a la muerte. Que tener un ser querido
postrado en una cama, mirándote y sonriendo cuando podía, era mejor que una
tumba.
Ahora, prefiero la tumba. Ya entiendo a la gente que
glorifica a los mártires, y lo sabio que es convertirte en uno: no te das
tiempo a cagarla y dar asco, no te das tiempo a mostrarte como realmente eres. Simplemente,
pum, estás muerto. Y todos los
muertos son santos.
Y todos los vivos, acaban degenerados en lo contrario a
un héroe. Hasta la palabra antihéroe es demasiado buena para ellos.
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