martes, 16 de febrero de 2016

Post-San Valentín solitario.

No dejo de preguntarme cuántas entradas serán demasiadas entradas. Pero se acerca tu cumpleaños, y yo sigo un poco muerta por dentro.
Sabes cómo me molestaba tener la capacidad emocional de un ladrillo en ocasiones, y una de ellas es ésta. Nunca lloraré lo suficiente; pero, a este paso, parece que nunca lloraré, y punto.
Las cosas aquí siguen como estaban cuando te fuiste. Bueno, salvo por las fundas del sofá. Antes me encantaban los sofás, tan blancos, y me gustaba sentarme en ellos sin funda cuando tú te quedabas en Aces. Ahora, no los soporto. Y nadie se ha sentado en tu sitio aún.
Hemos ido de paseo un domingo. Como si el que no hubiéramos salido antes fuera por tu culpa. Como si fuéramos de pasear, o a mí me gustase salir de casa. Hemos ido al cine. Sí, a Leo. Sí, lo hace bien.
Sí, este año es el año.
Son mis segundos Oscars.
Los primeros sin ti.
No sé qué haré despierta de noche cuando sean los anuncios, a quién veré roncar. No sé quién me hará desviar la vista y mirar al sofá de al lado, porque estás suspirando, o te estiras, o te estás poniendo patas arriba.
Creo que los voy a ver por la tele. Qué locura, ¿verdad? Qué locura.
Creo que este año han acertado con el lema. We all dream in gold. Todos soñamos en dorado.
Como tu pelo. El que no era azabache.
Creo que se me dejará de encoger el estómago cuando camine a tientas de noche, sin encender la luz, y me dé cuenta de que ya no hace falta que estire un poco el pie antes de pisar. Ya no voy a pisar a nadie. Nadie va a chillar y me va a lamer la cara cuando me agache, sufriendo por el golpe más que tú. Qué locura, ¿verdad? Qué locura.
Creo que los voy a ver sola. Que ya nadie me va a hacer levantar las bolsas con comida y decir “Noble” de la manera más cariñosa que me ha salido nunca.
Tal vez algún día se me levante este luto transitorio. Puede que algún día esté conduciendo, y te vea en el espejo retrovisor.
Hasta entonces, seguiré reproduciendo en mi cabeza todos tus ladridos, los que no conseguí grabar a tiempo. Qué horrible es pensar que tienes todo el tiempo del mundo cuando, en realidad, te quedan segundos.
No dejaré de verte hasta que me vuelva loca.
Y la locura inducida es la peor de las locuras.

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