-¿Dónde cojones
estabas?-ladré, cogiendo a Eleanor de la cara interna del codo y
arrebatándosela a Scott, que simplemente se echó a reír, a lo “vale, estás
cabreado, lo pillamos, ¿tienes que hacerte de verdad el macho con tu hermana?”.
Pues sí,
gilipollas. Sí.
-Si querías que estuviera tirándote de las faldas toda
la noche, sólo me lo tendrías que haber dicho, Jesús-bufó, zafándose de mi
captura. Me giré sobre mis talones y me encaré a Scott.
-¿Y a ti qué coño te pasa, tío? ¿Te encontraste con
dos y te las trabajaste a ambas?
-¿No teníamos prisa?-fue su respuesta-. Pues ya
discutiremos de camino, joder.
Lo imité como mejor pude y puse los ojos en blanco;
tiré de mi hermana en dirección a la salida mientras Diana iba haciendo sitio…
o, más bien, anunciando nuestra salida.
Que las luces no nos hicieran justicia a ninguno o que
no nos permitieran admirarla no significaba que le sentasen mal. Todo lo
contrario, le daban un aire místico, casi divino, en el que su pelo rubio
brillaba con un aura celestial mientras los focos violáceos y azules arrancaban
chispas de diversos colores de sus ojos cada vez que se giraba y comprobaba que
estábamos bien, que la seguíamos.
Y no hubo nadie que no se girara a contemplarla según
pasaba, como si estuviéramos en una procesión muy esperada que, tras horas
posponiéndose por culpa de la lluvia, salía triunfal al exterior.
Sabrae se nos unió cuando estábamos a punto de llegar
a la salida, se agitó el pelo, se guardó un par de papeles en el bolsillo
trasero de los shorts de cuero e hizo un globo inmenso con su chicle.
-Tenemos que repetir lo de esta noche, ha sido
bestial.
-Menos mal que no quería subir a cantar.
-Y no quería. Hasta que supe que mi voz puede
granjearme un par de polvos.
-Sabrae-suspiró Scott.
-Scott-suspiró Sabrae, imitando el tono trágico de su
hermano. Se cogió la gorra y le dio la vuelta; la visera pasó a estar en su lugar,
la placa brillante con el símbolo de Batman brillando contra la luz de las
farolas.
-¿Tenemos tiempo a llevarlas a casa?-preguntó Scott, y
yo me alegré de haber salido de la calle de las fiestas cuando lo hizo, porque
sabía que tendríamos movida en el segundo en que contestara a esa pregunta.
-Podemos dejar a Eleanor de camino, pero no nos
podemos desviar.
Scott se detuvo, Sabrae lo esquivó de milagro, mirando
la pantalla de su móvil.
-Estás de puta coña-dijo él. Diana se paró, y con
ella, todos los demás. Se volvió para disfrutar del espectáculo que era ver
cómo Scott y yo nos peleábamos en serio, y no de broma. Sabíamos cómo putear al
otro y nuestras broncas eran inmensas; nos importaba una mierda dar golpes
bajos con tal de arrancarle al otro la razón, y lo hacíamos más a menudo de lo
que quisiéramos o nos atreveríamos a admitir cuando ya no estábamos de mala uva
el uno con el otro.
-¡Yo quiero ir con vosotros!-protestó Eleanor. Sabrae
se levantó un poco la visera de la gorra.
-¡Tú te callas! ¿Qué dijo mamá antes de irse?
-Me importa tres cojones lo que dijera mamá.
Le solté una bofetada sin pensar. Fue automático. Ella
intentó devolvérmela.
-En vez de tener la mano tan suelta, lo que deberías
hacer sería escuchar, gilipollas-se metió Scott. Sabrae sonrió para sí misma,
porque sabía que no se estaba enfrentando a mí, sino defendiendo a su novia, a
la que nadie iba a volver a tocar sin que él se pusiera como una fiera-. Tú
serás el mayor, pero la lista de los dos es ella.
-No podemos llevárnosla.
-Sabrae no va a venir.
-¿Es que le caigo mal a Layla, o algo?-replicó Sabrae,
abriendo los brazos. Diana le dijo que se callara, tanto por su integridad
física (Scott la mataría como siguiera poniéndose chula estando él de tan malas
pulgas), como por la posición privilegiada que había conseguido obtener en
nuestro concierto de puñaladas.
Yo la miré un segundo.
-¿También quieres darle una hostia?-provocó Scott-. Es
mía. Tócala y te juro por tu dios y
por el mío que te destrozo aquí mismo.
Eleanor dio un paso atrás. Sabrae también. Era la
pelea más épica desde Batman vs Superman
(y eso que la más épica no la habían protagonizado ni Batman ni Superman, sino
Wonder Woman contra la cosa que había creado Lex Luthor), y los daños
colaterales serían muy altos si seguían cerca el uno del otro.
-Lo has hecho a posta, ¿verdad que sí, cabrón? Por eso
querías que viniera también ella-Scott dio un par de pasos hacia mí, y yo hice
lo propio, estábamos a medio metro y estábamos a punto de liarnos a palos. A la
mierda 17 años sin tocarnos; ahora íbamos a hacerlo. Y nos íbamos a poner al
día.
-Es mejor que nosotros-repliqué yo-, y es cosa de
chicas.
-¡Una puta mierda es cosa de chicas!-ladró él,
salvando la distancia que había entre nosotros y pegando nuestras frentes.
Eleanor dio un paso al frente, dispuesta a meterse entre los dos; mala idea.
Sabrae la agarró de la muñeca y tiró de ella, alejándola de la bronca masiva.
Dijo un nombre, pero no fue el mío.
Diana le dijo algo, pero yo no le presté atención, a
pesar de que podría haber oído de sobra cómo le sugería que se lo volviera a
llevar al baño y se lo trabajara como había hecho antes, porque estaba muy
crecidito y realmente lo necesitaba. Vale, sí, lo necesitaba de veras.
Casi fue mejor que no le hubiera hecho caso a la
americana; con la mirada envenenada que le dedicó mi hermana, bastó. Si hubiera
prestado atención, seguramente hubiera acabado por matarlo.