jueves, 23 de noviembre de 2017

Mamá.

Estoy recogiendo margaritas en el jardín de casa mientras me da el sol. He decidido hacerle un collar de flores a Shasha y una corona de flores a mamá, que está sentada en el comedor, con las ventanas y las puertas abiertas, mirándome mientras garabatea en su iPad o con un bolígrafo en un montón de hojas de papel que tiene desperdigadas por ahí.
               De vez en cuando levanta la vista y nos observa, aunque estamos en buenas manos. Eri se ha sentado en una de las tumbonas de al lado de la piscina a vigilarnos mientras se acaricia la tripita y mira a Eleanor, Tommy y Scott chapotear en el agua de la piscina en la que yo he estado jugando hasta hacía nada: sólo he salido cuando han recogido a Shasha y la han envuelto en una toalla porque se estaba quedando dormida.
               Pero, la mayor parte del tiempo, está concentrada en sus papeles. Sigue haciéndolos bailar de un lado a otro como cuando yo era pequeña. A veces me pregunto si no se aburrirá de estar haciendo siempre lo mismo. Incluso yo termino cansándome cuando Amoke y yo seguimos los mismos juegos durante la misma tarde.
               Papá aparece en escena y yo me lo quedo mirando. Le deja una jarrita de cristal con un zumo de colores encima de la mesa, al alcance de su mano, y le da un beso en la sien. Mamá le sonríe.
               -Gracias, amor-susurra, incorporándose lo justo para darle un beso en los labios. Eri los mira de reojo y luego se acurruca bajo su sombrilla, entrelazando los dedos, con la vista de nuevo en mi hermano y sus  hijos, también saltando a mí.
               -Sólo quiero que sepas-le dice papá a mamá, apartándole el pelo del hombro-, que tienes un marido dispuesto a complacerte.
               Mamá se echa a reír, divertida, siguiendo los dedos que papá desliza por su cuello. Suspira cuando él le da un beso en el rincón en que la mandíbula y el cuello se unen, suelta una risita y cede:
               -Vale.
               -Y, si quieres yacer en nuestro lecho conyugal-le dice al oído, de manera que nadie le oye-, yo te estaré esperando.
               Mamá deja caer un bolígrafo y lo mira, mordiéndose el labio.
               -¿Y ese vocabulario, mi lord?-coquetea, divertida.
               -Estoy releyendo a Shakespeare. Para las clases-responde, besándola en los labios.
               -Mm.
               -Y me apetece hacerte lo que él le hizo a la literatura-añade papá en su oreja, rozando el lóbulo de mamá con sus labios, metiéndole la mano por entre los pantalones.

               -Zayn-jadea ella, sorprendida-. Tengo que trabajar.
               -Déjame escucharte-le pide papá-, aunque sólo sea eso, por favor. Te necesito-le dice-. Necesito estar en tu interior. Déjame tener eso.
               Mamá suelta un gemido ahogado rápidamente con sus dientes, y nos mira con preocupación, un poco cohibida.
               -Zayn-responde-, los niños.
               -Los niños van a crecer, y van a hacerlo también. ¿No prefieres que lo aprendan de nosotros para que lo hagan bien?
               Mamá respira agitada, pensando en las posibilidades.
               -Eri… quizás necesite…
               -Estará bien-le promete papá-. Los niños están tranquilos, y entretenidos. Hace un día precioso-observa, levantando la vista un segundo a las mismas nubes a las que he estado contemplando yo-, y lo único que podría mejorarlo sería verte desnuda.
               Mamá se muerde el labio de nuevo. No está convencida del todo, pero le apetece mucho. Finalmente, se gira y se entrega a los besos de papá, que sonríe en su boca. Eri vuelve a mirarlos antes de apartar la vista con una sonrisa y dar un sorbo de su botella de agua.
               Me acerco a ella y me entrega la botella sin contemplaciones.
               -Eri-avisa papá-, vamos arriba-informa-. Si necesitas algo…
               -Encima que me tenéis en todo incluido-responde Eri, y yo me pregunto qué será eso del todo incluido, pero no puedo dejar de mirar la sonrisa de mamá cuando se levanta y le da las gracias a la madre de Tommy por lo que va a hacer. Suben las escaleras cogidos de la mano, y mi mente hace clic.
               Van a hacer eso que hacen por las noches, eso que hicieron en Capri, las cosas que hacen cuando creen que Scott y yo estamos distraídos.
               Me acurruco al lado de Eri y me siento feliz. Me gusta mucho cuando papá y mamá se meten en su habitación y cierran la puerta porque luego salen muy felices y muy mimosos. Ya casi puedo sentir las caricias de papá por mis piernas y sus mordisquitos en la tripa.
               Clavo los ojos en Eri y ella los clava en mí. Me da un beso en la cabeza y me envuelve con su brazo. Sin pensármelo dos veces, le entrego una de mis margaritas, y ella la huele, sonríe.
               -¿Para mí?
               -Sí-respondo, tímida, subiendo los pies a la tumbona y dando otro sorbo de agua.
               -Vaya, ¡gracias, Saab!-celebra, y se la vuelve a llevar a la nariz-. Pero creo que te quedaría mejor a ti-contesta, poniéndomela en el pelo, detrás de la oreja-. ¿Ves? ¡Mucho mejor! Una flor preciosa para otra flor preciosa.
               -Ay-contesto, tapándome la boca y sintiendo cómo me sonrojo. Me quedo sentada un ratito a su lado y ella me hace cosquillas. Me deja toquetear su barriga y beberme su agua.
               Cambio de opinión, como cada tarde, y decido que me gusta que ella se haya mudado a mi casa. El padre de Tommy y Eleanor se ha marchado a otro sitio, dicen que está en una gira, y no tiene sentido para mí que esté en un sitio que a la vez no es un sitio, y que no pare de cambiar de lugar. Cada vez que habla por teléfono con su mujer, le da el nombre de una ciudad distinta. Yo ni siquiera comprendo aún que estoy en Londres, como para descubrir lo amplio que es el mundo.
               Y, como no quieren que se sienta sola, mamá y papá han invitado a Eri a venir con nosotros hasta que Louis vuelva. O eso creo yo. La verdadera razón tiene más que ver con el hecho de que le está creciendo la tripa. Claro que yo era demasiado pequeña cuando le pasó eso a mamá como para acordarme de lo que eso significa, o relacionarlo de alguna manera con un hermanito que viene en camino.
               ¡Ha pasado mucho tiempo! ¡Ya tengo cuatro años! ¡Soy  toda una hermana mayor!
               Sus manos cariñosas me hacen cambiar de opinión de nuevo porque por las noches no me gusta nada que Eri, Tommy y Eleanor estén en casa. Scott y Tommy duermen en la misma cama y yo comparto otra con Eleanor y Shasha. Echo de menos a mi hermano.
               Scott compensa el tiempo que no estamos juntos colmándome a mimos y jugando conmigo todo lo que yo quiero. Pero no es lo mismo. Me gusta acurrucarme a su lado por las noches, sentir su cuerpo calentito y dormirme oliendo el aroma que desprende.
               Aunque Shasha me pasa la mano por la cintura como me la pasa él. Así que tampoco pierdo tanto.
               Eri se incorpora ligeramente y Tommy se detiene en seco. Se la queda mirando, salta de la piscina y se acerca a nosotras. Le pone una mano en la suya con preocupación.
               -¿Estás bien, mamá?
               -Sí, mi amor-responde, dándole un beso en la frente.
               -¿Necesitas algo?
               -Estoy bien.
               -¿Quieres más agua?-pregunta Tommy, señalando la botella vacía-. Te traeré más agua-decide, y se marcha.
               -Tommy, tu madre se va a poner verte, como una planta-le dice Scott, y Tommy se detiene en seco y se vuelve hacia él.
               -¡Mamá no es una planta!
               -¡No haces más que regarla!
               -¡Las embarazadas necesitan beber mucha agua!
               -¿Qué sabrás tú lo que necesitan las embarazadas?
               -¡Algún día me quedaré embarazada y querré que la gente me traiga agua como a mamá se la traigo yo!-protesta Tommy, dando un fuerte pisotón en el suelo y perdiéndose en dirección a la cocina. Eleanor suelta su patito de goma y mira a su madre.
               -Mamá, ¿Tommy puede quedarse embarazado?
               -Lo tiene un poco complicado-admite Eri, encogiéndose de hombros. Eleanor tuerce la cabeza.
               -Me pregunto cómo sería Tommy embarazado.
               -Redondo-responde Scott, como si fuera lo más evidente del mundo. Yo suelto una risita y salto de mi regazo. Me olvido del collar que estoy preparando para Shasha y me meto en la piscina con los demás. Scott me recibe con un beso y un abrazo y hace que también le perdone a él por abandonarme cada noche.
               Me lo paso genial esos días. Creo que son los mejores de los que he vivido hasta la fecha. Lo único que no me termina de encajar es por qué Eri está con nosotros, por qué Tommy y Eleanor también vienen a casa cada día, por qué los fines de semana vamos a jugar a su casa mientras mis padres, Eri, y una amiga de Eri, la ayudan a limpiar.
               No entiendo por qué Louis no viene cuando a Eri le empieza a crecer la tripa. ¿Por qué no va con ella al médico, como recuerdo que hacía papá con mamá? ¿Es que no quiere ver al bebé antes de que nazca? Al principio, pensaba que era necesario que los dos fueran juntos. Papá nunca se perdía una de esas cosas que le hacían a mamá, y luego se entusiasmaba explicándonos qué eran aquellas imágenes raras que traían después de la visita al médico. Eran fotos del bebé, explicaban, aunque para mí no tenía mucho sentido. ¿Cómo iban a hacerle fotos al bebé si estaba dentro de mamá? El bebé todavía no había llegado, nos explicaban.
               Y no pueden hacerles fotos a cosas que no existían. Es imposible. Hasta los unicornios de las películas y los dragones de las series eran de verdad, si no, ¿cómo iban a grabarlos?
               Hasta que, un día, el bebé de Eri decide salir. Estamos en nuestra casa y ella lanza un quejido. Le pide su hijo que vaya a buscar a mi padre. Se meten en el coche y se van al hospital mientras mamá se queda con nosotros.
               Louis tampoco viene entonces. Y a mí eso me preocupa. ¿Los bebés pueden hacer si su padre no está con su madre?
               Lo entiendo todo cuando Louis aparece por fin. Eri lleva un par de días con su bebé fuera, pero sigue teniendo un poco de tripa. El día que Louis regresa, todos vamos a su casa a esperarle. Tommy y Eleanor están impacientes, se asoman a la ventana cada vez que escuchan un coche, y se bajan desilusionados del banco cuando todos pasan de largo.
               Pero hay uno que no pasa.
               Y se lanzan hacia la puerta, con Scott y yo pisándoles los talones. Shasha se acerca caminando con pasos torpes, como buenamente puede aún. Se apoya en la pared y yo le doy la mano mientras esperamos a que se abra la puerta. Louis la abre, se inclina, se cae de rodillas y abraza a sus hijos. Cierra los ojos mientras ellos gritan “¡papá, papá!”. Les cubre de besos, les revuelve el pelo y vuelve a abrazarlos para olerlos como a mí me gusta oler a papá o a mamá cuando me abrazan, o Shasha y Scott cuando nos metemos en la misma cama a dormir.
               Incluso nos abraza a nosotros. Le da un beso a Shasha, que se acerca a él con timidez. Se ha olvidado de él, pero sabe que no tiene nada que temer. Es bueno. Si no lo fuera, nosotros no estaríamos tan contentos de que regresara.
               -¡Cuánto has crecido, Shash!-celebra Louis, y ella se mete una mano en la boca y asiente-. Y, ¡qué guapa estás, Sabrae!-añade, dándome un beso en la frente.
               -Sí-sonrío, porque es verdad. Mamá me ha puesto un peto rojo que me encanta. Me gusta cómo me tapa los muslos pero me deja plena libertad para jugar.
               Scott se cuelga del cuello de Louis y él se echa a reír.
               -¿Y mamá?-pregunta, en dirección a sus hijos-. ¿Dónde está? Quiero darle un achuchón, la echo muchísimo de menos. Hace seis meses que no nos vemos.
               Tommy y Eleanor se ríen, compartiendo un secreto que todo el mundo conoce menos Louis. Él frunce el ceño pero no dice nada, espera a que sus hijos le señalen el salón.
               Entra y la mira. En su boca se dibuja una sonrisa que tiene que dolerle de lo grande que es. Eri se vuelve hacia él y se levanta con el bebé en brazos.
               -Amor…-dice Louis, avanzando hacia ella, pero se detiene en seco al ver lo que sostiene entre los brazos. Eri sonríe, con los ojos un poco encendidos. Mamá y papá se están cogiendo de las manos, observando la escena con emoción-. ¿Qué…?-comienza Louis, y mira, confuso, a papá.
               Papá niega con la cabeza, como diciendo no es nuestro, es vuestro.
               Louis vuelve a mirar a Eri, sorprendido. Ella da un paso hacia él y le enseña la carita del bebé.
               -¡Sorpresa!-celebra ella, y se le encienden un poco los ojos. Louis la mira sin entender, acaricia la cabeza del bebé, lo estudia.
               -¿Qué?
               -Has sido padre, Louis-informa ella, feliz. Louis vuelve a mirar al niño mientras nosotros nos congregamos alrededor de él. Se lleva una mano a la boca.
               -¿Cu… cuándo?-pregunta, emocionado. Eri traga saliva.
               -Hace tres días. Por eso me surgían viajes a España cuando tú ibas a venir. Quería que fuera una sorpresa-dice ella, acariciándole la mejilla. Louis se echa a llorar-. ¿Quieres cogerlo?
               -Sí, sí-pide él, estirando los brazos. Eri se lo entrega y mira con amor cómo Louis estudia al bebé, lo sostiene, le da besos, y sonríe cuando la criatura se mueve entre sus brazos.
               -¿Cómo se llama?-pregunta después de un rato.
               -Daniel-dice ella, acariciándole la tripa al pequeñín-. Es grande y está sano. Y se moría de ganas de conocerte-añade, y Louis la mira a través de su cortina de lágrimas.
               -¿Sabes que eres la mujer más increíble que ha pisado esta tierra?
               Eri se sonroja, le da un beso en los labios mientras papá mira a mamá y le susurra al oído:
               -Bueno, hay opiniones.
               Mamá pone los ojos en blanco y se echa a reír.
               -Bienvenido a casa, papá-celebra Eri, acariciándole la cara.
               -Supongo que voy a tener que esperar un poco para que hagamos el amor, ¿no?-responde Louis, y ella se echa a reír y asiente con la cabeza. Dice que todavía se está recuperando del parto. Louis chasquea la lengua y suelta un “mecachis” que nos hace reír a todos.
               Eleanor, Tommy y Eri vuelven a su casa ese mismo día. Duermen en sus camas con el nuevo bebé. Nosotros nos metemos en la cocina y ayudamos a mamá y papá a preparar la cena. Estamos colocando los platos cuando Scott no puede más, y hace la pregunta del millón:
               -Mamá, ¿cómo se hacen los niños?
               Shasha y yo nos quedamos quietas, con los vasos en la mano, y miramos a nuestros padres, esperando a que contesten. Mamá y papá se miran entre ellos, asienten con la cabeza, suspiran y vienen a sentarse con nosotros a la mesa.
               Mamá pone los codos en la mesa, señal de que está pensando lo que va a decir, y mira a papá, que traga saliva, carraspea y asiente. Yo balanceo los pies por debajo de la silla mientras Shasha se dedica a desmenuzar el pan, seguramente sin darse cuenta de la trascendencia de la pregunta.
               -Veréis, eh… cuando un papá y una mamá se quieren mucho-empieza papá, y mamá sonríe, se pone colorada y murmura algo que sólo papá oye. Él se detiene y se gira. Intercambian un par de susurros y papá asiente-. Pues… esto… después de un tiempo viviendo juntos, se casan. ¿Me seguís?
               Shasha, Scott y yo asentimos. Si, hasta ahí, parece que todo tiene sentido. Es decir, papa y mamá están casados. Y tienen a Shasha, a Scott, y a mí.
               -Vale… pues… cuando se casan, hacen… cosas. En la cama. Se quitan la ropa y… eh…-papá mira a mamá en busca de ayudo.
               -Mirad-mamá se aparta el pelo de la cara-, las mamás tienen una especie de… cueva, por así decirlo, entre las piernas.
               Scott y yo nos miramos. ¿Una cueva? Las cuevas son demasiado grandes como para que mamá tenga una, y encima entre las piernas. Entre las piernas no tiene nada. Papá sí. Eso se nota. Se ve.
               -Está dentro de la tripa-explica mamá al ver nuestras caras de confusión. Scott y yo asentimos con la cabeza, exhalamos un “ah”, pero yo no estoy del todo convencida. ¿A mamá no le da miedo que se le pierda algo dentro de esa misteriosa cueva?
               ¿Y qué tiene esa cueva que ver con los bebés?
               -Y los papás… pues… tienen…
               -Una llave-espeta papá.
               -¿Una llave?-respondemos Scott, Shasha, y yo. Shasha y yo miramos a Scott, pero él abre los ojos-. ¿Qué miráis?-pregunta-. ¡Yo no soy un papá!
               -Sí, exacto, una llave-responde mamá, sonriendo con nerviosismo-. Y cuando se quitan la ropa, los papás…
               -Yo meto mi llave en la cueva de mamá-dice papá, y ella lo mira-. Si hablamos en abstracto es más complicado que…
               -Vale. Tienes razón. Sí. Pues eso, que cuando nos quitamos la ropa, a papá y a mí nos gusta meter su llave en mi cueva.
               -¿Tienes una cerradura… ahí?-pregunta Scott, y Zayn se reclina en el asiento, se pasa una mano por la cara.
               -Es una metáfora, Scott.
               -¿De qué?
               -De lo que tiene mamá realmente.
               -¿Qué tiene realmente?
               -Se llama útero-explica mamá, y Shasha y yo nos miramos y nos echamos a reír, porque suena a la típica palabrota que los niños buenos no utilizan.
               -¿Estáis entendiendo?
               -Más o menos-contesto yo.
               -Bueno, pues papá mete su lla… bueno, su pene.
               -¿Lo que tengo yo?-espeta Scott, estupefacto. Shasha y yo damos un brinco. Si Scott tiene lo que tiene papá, eso significa que nosotras tenemos lo que tiene mamá, porque mamá es una chica y Scott y papá son chicos.
               -Sí. ¡Exacto!
               Scott clava los ojos en papá.
               -¿Y por qué lo metes en ningún sitio? A mí me hace daño cuando me doy golpes.
               -Es que da gustito.
               Scott se estremece y parpadea.
               -Uf, creo que no voy a tener hijos nunca.
               -Te gustará cuando crezcas.
               -No lo creo.
               -Igual que besarte con chicas-lo pincha papá.
               -O con chicos-le recuerda mamá a papá. Scott da un golpe en la mesa.
               -¡Besarse es asqueroso!
               -Pene en útero-recuerdo yo, que no quiero perderme la explicación. Me está pareciendo interesantísimo aunque un cuento chino.
               -Vale, pues… papá mete su pene en mi útero y… se forma el bebé. Al principio, es muy, muy pequeñito. Del tamaño de una pulguita. Pero luego, va creciendo. Como vosotros-explica mamá-, sólo que muchísimo más rápido.
               -Entonces-digo-, cuando estáis desnudos en la cama… ¿estáis haciendo bebés?
               -Eh…-contesta mamá.
               -Pues…-responde papá.
               -¡Sí!-añade Scott-, ¿por qué no tenemos un montón de bebés en casa? ¡Si os desnudáis prácticamente todas las noches!
               -Es que los bebés están escondidos-explica papá-, y, a veces, no los encontramos.
               -¿Cuántos bebés tiene mamá dentro?
               -Yo no tengo ningún bebé dentro-contesta mamá-. Tengo los ingredientes para hacer un bebé.
               Shasha y yo abrimos la boca mientras Scott frunce el ceño.
               -¿Qué ingredientes? ¡Ni que esto fuera un bizcocho!
               -Es más o menos como un bizcocho. Y digamos que yo soy el horno a la vez que la mezcla-mamá se lleva una mano a la tripa-. Papá echa un poco de lo suyo y yo un poco de lo mío y… aparece el bebé. Pero se tiene que dejar reposar en mi tripa. Para que… crezca. Como los bizcochos.
               -¿Os acordáis de cómo se hace un bizcocho, no?-pregunta papá.
               Asentimos con la cabeza. Mezclas un montón de cosas y luego metes el cuenco en el horno. Te sientas a esperar a que el bizcocho se emocione y empiece a crecer. Es bastante guay.
               Scott se pasa una mano por la nariz, pensativo.
               -Y… ¿los padres… tienen que estar casados obligatoriamente?-pregunta. Papá y mamá lo miran-. Es que los padres de Alec no están casados. O sea, Annie sí. Bueno, lo estaba. Ahora ya no.
               -No, se divorciaron-asiente mamá-. Le llevé yo el divorcio.
               -Pero el padre de ahora de Alec, nunca se ha casado.
               -Es que no hace falta casarse para tener un bebé. O sea, es lo más común, pero no es necesario.
               -Nosotros no estábamos casados cuando te hicimos a ti-responde papá. Scott alza las cejas.
               -¿Y eso?
               Mamá le da un sutil codazo a papá, como diciendo mira la que acabas de liar. A ver cómo les explicamos ahora que hicimos a Scott borrachos, y encima a la hora de conocernos.
               -Porque… mamá me pareció tan guapa la primera vez que la vi que le pedí hacer un bebé con ella, porque sabía que nuestro hijo sería muy guapo y muy listo.
               Scott sonríe, complacido.
               -¿Y yo?-pregunto, y en la sala de repente reina el silencio. Scott me mira, triste, y papá y mamá clavan los ojos en mí sin saber qué decir-. ¿Estabais casados cuando me hicisteis a mí?
               La única que no se percata de la gravedad de mi pregunta, aparte de mí, es Shasha. Ella continúa jugueteando con el pan, aburrida de la conversación a estas alturas. Tiene hambre.
               -Sabrae…-dice por fin mamá-. Mi amor. Tú eres… especial.
               Me revuelvo en la silla, emocionada.
               -Verás… cariño… nosotros no… te hicimos.
               Frunzo el ceño.
               -Pero estoy aquí-contesto.
               -Sí, claro, y papá y yo damos las gracias todos los días porque así sea pero… no te… hicimos… como hicimos a Scott y a Shasha.
               Miro a mis hermanos. Miro a mis padres. Vuelvo a mirar a mis hermanos. No entiendo lo que están intentando decirme. Scott y Shasha son mis hermanos. Yo no puedo haber salido del capullo de una flor, como aquellos bebés de las películas. Soy un bebé de verdad, soy hermana de Scott y de Shasha, y tengo que haber salido del mismo sitio que ellos.
               -Mira, mi amor-dice papá, cogiéndome la mano-. Mamá y yo creíamos que no podíamos hacer más bebés.
               -Pero podéis-contesto yo, señalando a Shasha.
               -Sí, bueno, pero hubo una época en la que pensábamos que no podíamos tener más. Y queríamos uno, muchísimo. Le queríamos tanto que nos dolía. Te queríamos a ti. Y no queríamos que no existieras, así que fuimos a buscarte. Te buscamos muchísimo, hasta que por fin dimos contigo.
               Miro a papá.
               -¿Qué quieres decir?
               -Tú no… no has salido de la tripa de mamá. Nunca estuviste en la tripa de mamá. Estuviste en la tripa de otra mujer.
               Noto cómo se me detiene el corazón. Siento frío dentro de mí y calor en mi cara. Abro los ojos, sorprendida, y Scott me coge la mano, pero yo la aparto, confusa, dolida.
               -¿Mamá no es mi mamá?-pregunto, y papá traga saliva y mira a mamá, que está llorando.
               -Claro que es tu mamá, cariño, pero…
               -¿Tú no eres mi papá?
               -Por supuesto que sí…
               -Pero no me hicisteis-respondo, angustiada. Me entra el hipo y es entonces cuando caigo en que yo también estoy llorando.
               -Que no te hiciéramos no significa que no seamos tus padres-contesta mamá.
               -¡Pero no lo sois!-gimo, pasándome una mano por la cara y limpiándome las lágrimas, que ahora manan a borbotones. Mamá se encoge, herida por lo que le acabo de decir-. ¡Y yo quiero que lo seáis! ¡Quiero haber estado en tu tripa! ¿No tenéis fotos mías antes de nacer?-pido. Quizás, si me enseñan algo, puedo convencerles de que se equivocan, son mis padres, me han hecho ellos. Tiene que ser una broma, ¿cómo voy a ser su hija, cómo voy a vivir en su casa, si no me…?
               Mis pensamientos se detienen en seco. Si no soy hija de papá y mamá, eso significa…
               Miro a Scott.
               -Yo no soy tu hermana-susurro con un hilo de voz, y me echo a llorar aún más fuerte. Toda mi vida ha sido una mentira. Todo lo que creía que era verdad no era más que otro cuento de esos que mamá y papá me cuentan antes de dormir.
               Sólo que éste ha durado mucho más que una noche.
               Me levanto corriendo de la mesa y subo a mi habitación. Me meto en la cama y me echo a llorar, abrazada a mi peluche favorito, el osito marinero que Scott y yo teníamos en nuestra habitación en Capri.
               Escucho pasos detrás de mí. Se detienen a la puerta y la abren. Es mamá. Me encojo instintivamente mirándola, suplicando en silencio que se acerque a consolarme como siempre hace. Aunque esto no tenga consuelo.
               -Cielo…-susurra, acariciándome los rizos-. Siento mucho que hayas tenido que enterarte así. Papá y yo no nos decidíamos a contártelo… queríamos esperar un poco más, a que seas más mayor, a que lo entiendas mejor.
               -No sois mis padres-gimoteo, mirándola. No quiero hacerle daño, no quiero hacerme daño a mí misma, pero me duele pensar que yo no tenga nada que ver con ella-. Scott no es mi hermano… Shasha-espeto de repente. Me he olvidado de Shasha-, ella…
               -Shasha es tu hermana-zanja mamá antes de que termine de volverme loca pensando que no me ata nada a la pequeña-. ¿No la quieres con locura? ¿No morirías por ella?
               -Sí-respondo sin dudar.
               -Igual que ella por ti, o Scott por ti, o papá y yo por ti. Los hermanos y los padres no salen de aquí, mi amor-se toca la barriga-, sino de aquí-me pone una mano en el pecho y yo la miro-. Tú eres mi hija. Te quiero como si lo fueras, porque lo eres. Que yo no te haya llevado en mi vientre no quiere decir que no sea tu madre. Te quiero como quiero a tus hermanos. Te cuido como a ellos, ¿o no?
               No contesto.
               -¿No?-pregunta ella, alzando una ceja-. ¿No me quedo contigo cuando estás malita, no te doy caldo cuando tienes fiebre, no me baño contigo y no te cojo de la mano cuando vamos a cruzar la calle?
               -Sí.
               -¿No te doy un beso de buenas noches cuando te vas a la cama y te arropo y te digo que no te piquen las chinches?
               -Sí.
               -¿No te voy a llevar y a buscar al cole cada mañana?
               -Sí-cedo.
               -¿No te hago muchas, muchas cosquillas para escuchar tu preciosa risa?-dice, metiendo la mano por debajo de la manta y pasando sus dedos por mi cintura, de forma que me hace chillar y echarme a reír. Asiento con la cabeza y la miro, abrazada al peluche. Apoyo la mejilla en la del osito y asiento con la cabeza, un poco más tranquila.
               -Sí.
               -Hago lo mismo que hago con tus hermanos porque para mí no sois diferentes. Todo lo bueno que hago con ellos también lo hago contigo, ¿verdad que sí?
               -Sí. Hasta lo malo.
               Mamá parpadea.
               -¿Qué es lo malo?
               -Me llevas a vacunarme y me obligas a comer verduras.
               Mamá se echa a reír.
               -Las verduras son muy buenas y las vacunas son necesarias-contesta ella, y yo arrugo la nariz. Mamá se echa a reír y me da un toquecito en la punta.
               -Tienes la naricita de papá-dice-. Y la bondad de sus ojos. Y las pequitas que tienes por la cara, como si te hubieran espolvoreado virutas de chocolate por encima, son mías.
               -Pero… yo quiero parecerme más a ti y a papá, mamá. Quiero parecerme como se lo parecen Shasha y Scott.
               -Eso es cuestión de suerte. No porque los haya hecho yo tienen que ser como yo-mamá se encoge de hombros-. Además, ya lo haces, cariño. Te comportas como yo. ¿Me guardas un secreto?-pregunta, inclinándose hacia mí. Asiento con la cabeza-. Creo que tú eres la que más se parece a mí de mis tres hijos-me aparta un rizo de la cara y me lo pone tras la oreja-. Eres igual que yo-me pellizca una mejilla y yo la miro. Suelto un poco el peluche y ella se sienta a mi lado, ocupando su lugar. Me acaricia el pelo y me pasa una mano por la cintura-. Te gusta comer uvas, te gusta sentarte al sol y hacer cosas con las flores. Scott odia la fruta y Shasha no me ayuda con las flores como me ayudas tú-me besa la frente-. Eres como yo. No somos tan distintas, después de todo-coge mi mano y entrelaza nuestros dedos. Me los besa y yo esbozo un débil sonrisa. Me gusta que mamá me trate así, me gusta que sea tan buena conmigo.
               Me gustan las cosquillas que siento dentro de mí, y me gusta cómo me consuela su presencia. La calidez que mana de su cuerpo consigue tranquilizarme.
               -Yo soy tu mamá-me dice, y yo levanto la vista-. Y tú eres mi hija. Más que mi hija, ¡eres mi Sabrae! La única Sabrae que tengo y la única a la que voy a querer. Me gustaría que hubieras salido de mi tripa, sí, pero no por lo que tú piensas. No es porque crea que la  tripa sea lo que me une con tus hermanos.
               -¿No?-pregunto, y ella niega con la cabeza.
               -No. Desearía haber estado embarazada de ti para haberte tenido nueve meses más conmigo. Nueve meses en los que sólo serías mía-me coge en brazos y me pasa los dedos por la cintura mientras me levanta sobre sí-. Te tendría solo para mí.
               -¿No me viste en otra tripa?-pregunto, confundida. Mamá hace un puchero y niega con la cabeza.
               -No, pero no necesité verte en una tripita para quererte. Te quise en el momento en que mis ojos se posaron en ti. Eras preciosa-me dice, acariciándome la mejilla, apartándome el pelo de la cara-. Con tus ojazos, tus ricitos, tus pequitas, y esa sonrisa… ¡vaya!-abre los ojos y yo parpadeo, sorprendida-. ¡Pero si sigues teniendo tus ojazos, tus ricitos, y tus pequitas! Aunque esa sonrisa…-tuerce la boca y yo me sonrojo y sonrío con mucha, mucha timidez. Mamá me da un beso en la mejilla-. ¡Ajá! Ahí está. Tu sonrisa es preciosa, mi niña. No dejes que nada te la quite. Ni siquiera la forma especial en que tú y yo nos conocimos.
               -¿Dónde están los que me hicieron?-pregunto, y mamá se encoge de hombros.
               -No lo sabemos. Nadie lo sabe, en realidad. Ojalá les conociéramos-susurra, apartándome los rizos más rebeldes de la cara-. Hay tantas cosas que serían más fáciles si pudiéramos hablar con ellos…
               -¿Por qué no sabes quiénes son? Tú lo sabes todo. Eres doctora-digo, aunque no recuerdo qué implica eso del todo. Mamá se echa a reír.
               -Cariño, ¡si supieras la cantidad de cosas que yo no sé!-niega con la cabeza-. Pero sí sé esto-me confía, y yo la miro, expectante-: sé que eres la luz de mis días, sé que me pongo muy triste cuando te dejo en el cole y me pongo muy feliz cuando te veo aparecer de la mano de Amoke escaleras abajo. Sé que me salen mejor las tartas que más te gustan porque las hago con más amor. Sé que las flores crecen más bonitas y más fuertes porque tú me ayudas a quitar las malas hierbas de alrededor, y que el otoño es mi estación favorita porque te encanta saltar sobre los montones de hojas cuando paseamos por el parque, o ir apartándolas a patadas. Sé que los veranos son más fresquitos porque nos metemos juntas en el mar o que la primavera es más colorida porque entre tú y yo conseguimos que papá no se enfade con nosotras cuando vamos a la floristería a por una maceta y terminamos volviendo con el maletero cargado de flores. Y sé que los inviernos ya no son fríos, porque siempre puedo cogerte en brazos, acurrucarme en el sofá contigo, beber un chocolate caliente, taparnos con una manta muy suave y ver la televisión o leer.
               Me cuelgo de su cuello, hundo la cara en su melena, negra como las noches llenas de estrellas. Paso los dedos por su pelo tan suave como las nubes. Seguro que mamá es todo el mundo concentrado en el cuerpo de una persona.
               -También sé qué se siente cuando estás en el cielo. El cielo son tus brazos, y tus besos, y la forma en que me miras cuando algo te gusta mucho y quieres compartirlo conmigo. Tú eres mi cielo, Sabrae-me dice, acariciándome la espalda-. Y puede que yo pensara los primeros días que no era tu madre-me confiesa-, pero nunca dudé de que sería tu mamá.
               Me acurruco en sus brazos y me la quedo mirando. Sus ojos con tintes verdes y dorados me miran con una adoración que hace que todos los malos sentimientos que me abordaban se disipen. Me pasa las yemas de sus dedos por la piel y cada célula de mi cuerpo se despereza. Cierro los ojos.
               -Siento que te hayas tenido que enterar así. Papá y yo queríamos esperar un poco más para decírtelo, a que crecieras un poco, fueras más mayor…
               -No pasa nada-respondo, cogiendo su mano y sosteniéndola entre las mías, delante de mí. Observo las líneas de la palma de su mano y las dibujo con los dedos.
               -¿Sigues disgustada?
               Niego con la cabeza.
               -¿Y tú? ¿Te he puesto triste?
               -No me has puesto triste tú, mi amor. Me pone triste verte triste.
               -¡Pues estoy contenta!-respondo animada, cogiéndole la cara y sonriendo para que no se sienta mal. Mamá se ríe y frota su nariz con la mía, me da un besito en la punta y me estrecha contra ella.
               -Te quiero muchísimo, mi princesa.
               -Yo más, mamá.
               Mamá sonríe, me coge en brazos, como cuando era un bebé, y me lleva de vuelta al comedor. Shasha y Scott me miran con preocupación, y me abrazan en cuanto mamá me deposita en la silla. Papá me mira con tristeza, le coge una mano a mamá y le acaricia los nudillos.
               -Papi-saludo, sonriendo, y él me responde con un:
               -Me alegro de que seas feliz, mi niña-se levanta y me da un beso en la cabeza.
               -Lo soy-asiento, y él se sienta y empezamos a comer. Hablamos de nuestro día, de las cosas que queremos hacer con el nuevo bebé Tomlinson. Incluso les pregunto a papá y mamá si podemos tener nosotros otro bebé, un niño, para que sea como Scott, pero ahora Shasha y yo le cuidaremos, en lugar de al revés. Mamá suspira y dice que ya veremos, depende de cómo nos portemos.
               -¡Seremos buenas!-prometemos Shasha y yo, juntando las palmas de las manos. Scott no dice nada, simplemente se encoge de hombros cuando le preguntan si querría un hermanito y dice que con nosotras dos y con Tommy tiene suficiente. Nos terminamos el postre y yo me levanto para ayudar a recoger la mesa. Mamá y papá se quedan sentados un poco más, disfrutando del calorcito.
               Scott pide ver las fotografías de él y de Shasha en la tripa de mamá, y ella va a buscarlas y nos las muestra después de hacernos prometer que las trataremos con cuidado. Shasha las manipula y trata de doblarlas, pero Scott se lasquita y se las devuelve a mamá.
               Yo me quedo mirando la que he cogido, de un pequeño punto blanco en un fondo azul marino, preguntándome cómo aquel puntito puede ser Scott.
               -Cuando crezcas, si quieres-dice papá, acariciándole la espalda a mamá, que asiente con la cabeza-, podemos buscar a tus padres. ¿Te parece bien, Saab? Les buscaremos, y les daremos las gracias por haber permitido que nos encontremos.
               Miro a papá y mamá. Me encojo de hombros y les devuelvo la fotografía.
               -Yo ya sé quiénes son mis padres-respondo. Mamá sonríe y me acaricia los nudillos, y se despide de mí con un asentimiento cuando Scott anuncia que se va a jugar y que le vendría bien compañía. Corro por la casa detrás de mi hermano mientras nuestros padres nos observan.
               -Espero que esto no la marque-dice mamá, y papá la mira.
               -¿A qué te refieres?
               -No quiero que piense ni por un segundo que alguien no la quiso lo suficiente como para dejarla atrás. No quiero que se sienta abandonada.
               Papá le coge las manos entre las suyas.
               -Nunca se le pasará eso por la cabeza, Sher. Tú y yo nos ocuparemos de que se sienta como lo que es: el tesoro enterrado que descubrimos nosotros, la niña feliz corriendo por su casa; no el bebé sin nombre que amaneció en la puerta de un orfanato.
               Mamá sonríe, le acaricia el mentón.
               -Cómo no va a ser ella un tesoro-responde con un susurro-, si tiene un padre que vale su peso en oro.
               Se sonríen, se levantan de la mesa y le piden a Scott que sea responsable y cuide de nosotras. Suben su habitación y cierran la puerta.
               Hacen el amor, pero no un bebé. Para completar la familia, todavía queda un poco.
               Es una verdadera pena, la verdad. Estoy descubriendo que se me está dando muy bien ser una hermana mayor.  
              


¡Empieza lo bueno! Ahora que he terminado Chasing the Stars, me alegra anunciar que Sabrae pasará a ser semanal. Los días 23 también tendréis capítulo garantizado, ¡dale fav a este tweet para que te avise en cuanto suba un nuevo capítulo! 

10 comentarios:

  1. AL FIN PUEDO COMENTAR!!!
    De verdad que Sabrae de niña es lo más adorable y mono del mundo, es que quiero estrecharla entre mis brazos y no soltarla nunca ME MUERO DE AMOOOOOR
    Tengo que confesar que he llorado bastante en dos momentos: cuando Louis llega de gira y se encuentra con Dan y cuando Saab se entera que es adoptada, aquí me he muerto por mil viendo a la pequeña bolita de luz romperse ASÍ NO SE PUEDE EH! TAN PEQUEÑA Y HACIENDOLA SUFRIR TAN PRONTO
    pd: admiremos el momento de Zayn convenciendo a Sher para ir a fornicar como mandriles y Sabrae encantada porque después salen mimosos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ay Ari no sé cómo te las arreglabas que antes siempre eras la primera por mucho que tardaras, estás conchabada con las demás y no dejas que comenten hasta que lo hagas tú a que no???? JJAJAJAJAJA
      Es tan monísima por favor el ser más puro que existe
      DIOS EL MOMENTO DE LOUIS DE GIRA ES QUE LO MENCIONO DE PASADA EN CHASING THE STARS PERO COMO ES UNA REFERENCIA MUY SUTIL CREO QUE NADIE LA PILLÓ DE TODAS FORMAS AQUÍ LA TENEMOS AHORA PARA NUESTRO DISFRUTE CORTESÍA DE MI IMAGINACIÓN PRIVILEGIADA.

      Eliminar
  2. AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH ME ESTOY MURIENDO DE AMOR!!!!!!!!!!!!!!!!1
    Madre mía es que Sabrae es una ricura de verdad... Me han encantado leer por fin cómo Louis conoce a Dan y su reacción al volver de gira y encontrarse con un bebé más, siempre me había preguntado como sería y me ha parecido de lo más cuqui.
    NO ME ESPERABA QUE SABRAE SE ENTERARA DE QUE ES ADOPTADA TAN PRONTO LO HE PASADO FATAL, pero me ha encantado que haya sido Sher la que fuera a habalr con ella y sobre todo que al final dijera que ya sabía quien eran sus padres... todo lo que le ha dicho Sher... AY SI ES QUE ECHABA UN MONTÓN DE MENOS LEERTE!!!
    Siento no haber comentado el anterior (HABLEMOS POR UN MOMENTO DE SABRAE SIENDO UN BOMBÓN Y ALEC SIENDO EL ÚNICO QUE LO SABÍA, POR ESO LA LLAMA BOMBÓN !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!) pero estoy con la uni hasta arriba y no encuentro tiempo ni para respirar, aunque no te comente quiero que sepas que sigo leyendo aunque sea de camino a clase en el tren, que no os abandono ni a Saab ni a ti.
    Me está gustando taaaaaaaaaaaaaaaaaanto Sabrae que quiero que crezca ya pero a la vez quiero que se quede chiquitita para siempre.

    -María 💜

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Dios es que imagínate el sorpresón que llegas de no ver a tu mujer en mínimo 6 meses y cuando por fin lo haces ves que tuvo otro niño y tienes OTRO HIJO es que no me imagino nada más precioso y doloroso (porque te pierdes el embarazo) a la vez, ay ❤❤❤
      La verdad es que yo había pensado meterlo cuando fuera un poco más mayor y pudiera asumirlo mejor, igual me ha quedado poco creíble porque ella lo entiende en seguida a pesar de lo pequeña que es, no obstante como vi que era la ocasión y que realmente no había manera de continuar la escena sin que Z y Sher le mintieran a la nena (tenía clarísimo que ellos no harían eso), decidí tirar p'alante, y estoy contenta con el resultado. Además que lo que tú dices, que me ha dado para una buena conversación madre-hija de Sher y Saab ❤❤

      No te preocupes por no haber podido comentar María, comentabas mucho y lo aprecio un montón, me hace mucha ilusión ver tu icono en los comentarios, me recuerda que llevas mucho tiempo conmigo y eso me hace muy feliz ❤
      ME PASÓ LO MISMO quería que creciera y a la vez que fuera pequeñita siempre es que me dio tantísimo juego siendo una niña que ay, mi pequeña. Seguro que vuelvo a visitar a los niños pequeños como narradores en algún otro momento de mi vida, esto no puede haberse acabado aquí ❤

      Eliminar
  3. MIRA YA NO VOY A PODER LEER A SHAKESPEARE SIN IMAGINARME A ZAYN DICIENDO ESO DE "me apetece hacerle lo que le hizo él a la literatura" JAJAJAJAJAJA
    y luego el comentario de "no haces más que regarla" me estallo te lo juro jajajaajajajaja
    Pero te odio por romperme el corazón después cuando Sabrae se entera de que es adoptada jo; no se porqué me recuerda a Eleven de Stranger Things (sin sentido, ya lo sé)
    En fin, que me ha encantao <3

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. EL IMPACTO DE ZAYN MALIK DE NADA HERMANA
      Tío es que la conversación en sí???? acabo de leerla para recordar qué decía y te juro que no puedo más, me descoño con ellos dos, ya eran unos elementos importantes de pequeños, pues más ahora de adultos uf.
      ¿Qué le pasa a Eleven de Stranger Things? ¿También es adoptada? Es que no veo Stranger Things así que ni idea de lo que le pasa la verdad ajajajajaj
      Me alegro de que te guste Yone mi amol ❤

      Eliminar
  4. Te imaginas a zayn diciéndote que le apetece hacerte lo que shakespeare le hizo a la literatura es que me caigo MUERTA
    CUANDO LLEGA LOUIS A CASA Y SE TIRA A ABRAZAR A TOMMY Y A ELEANOR AY POR FAVOR QUIEN ES MÁS BEBE DE LOS TRES ME MUERO Y CUANDO VE A DAN Y SE PONE A LLORAR ESTOY MUY TRISTE
    "-Y los papás… pues… tienen…
    -Una llave-espeta papá.
    -¿Una llave?-respondemos Scott, Shasha, y yo. Shasha y yo miramos a Scott, pero él abre los ojos-. ¿Qué miráis?-pregunta-. ¡Yo no soy un papá!" TE QUIERO SCOTT JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJJAJAJAAJJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAAJAJJAAJAJAJJAJAAJJAAJJAAJJAJAJAAJJA
    Sabrae llorando cuando se lo cuentan HE LLORADO YO POR QUÉ HACES SUFRIR A MI NIÑA
    Cuando zayn le dice que de mayor pueden ir a buscar a sus padres y ella "yo ya sé quiénes son mis padres" THATS MY BABY!!!!!
    Siento haber tardado tanto pero es que ayer me quede sopa sin darme cuenta y esta mañana me he puesto a estudiar desde que me he levantado :(

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Buah es que de verdad menudo HOMBRE™ se merece que le escriba una novela a él también porque tiene mucho jugo que sacarle, pero si lo añado a la lista de espera no la escribo hasta que tenga 70 años xd
      El momento de Louis con Dan de lo mejor de la infancia de Sabrae, Eri nena qué fina eres escondiendo tu embarazo con tu marido para darle una sorpresa y regalarnos este momentazo uf.
      Scott tío cada vez que abre la boca nace un cachorrito debería ponerlo a decir tonterías más a menudo, ahora que en Sabrae ya no es protagonista
      LA POBRE LLORANDO PERO LUEGOTENIENDO LAS COSAS CLARAS DESDE EL MINUTO 1 DICIENDO QUE SUS PADRES SON ZAYREZADE SÍ SEÑOR TIENE MÁS NEURONAS QUE STEPHEN HAWKING

      Eliminar
  5. Sabrae descubriendo que es adoptada me ha roto el corazón, mi pobre niña la angustia que ha sentido hasta que Sher ha hablado con ella ❤
    Ha sido una preciosidad de capítulo y Tommy hablando de quedarse embarazado xd

    "También sé qué se siente cuando estás en el cielo. El cielo son tus brazos, y tus besos, y la forma en que me miras cuando algo te gusta mucho y quieres compartirlo conmigo. Tú eres mi cielo, Sabrae" ❤

    - Ana

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Fue un momento durísimo pero muy necesario porque a partir de ahí Saab ya sabe quién es y de dónde viene y puede elegir que eso la defina o por el contrario considerarse la Malik más pura de la familia como efectivamente cree que es, de verdad no nos la merecemos ❤
      La conversación de Scommy siendo niños me da mil años de vida no sé a ti es que de verdad no sé qué hago para que se me ocurran estas cosas pero no debo dejarlo NUNCA.

      Eliminar

Dedica un minutito de tu tiempo a dejarme un comentario; son realmente importantes para mí y me ayudarán a mejorar, al margen de la ilusión que me hace saber que hay personas de verdad que entran en mi blog. ¡Muchas gracias!❤