El CCME no me quitó mi “virginidad de festivales”, las
cosas como son. Ya había ido a otro, el Wireless
Festival en Londres, el verano en el que pasaba de primero a segundo de
carrera. El verano pasado, había visto a 1d, y aunque estuvo un poco mal
organizado, no creía que fuera a ser inferior al festival al que me dirigía en
tren en vez de avión. Iba al ccme convencida de que me pasaría dos días como
una croqueta: marrón por fuera y blanca por dentro, con un centímetro de
rebozado cortesía de unas nubes que sólo iban a pasarse por Madrid ese fin de
semana en todo el verano. Había
pedido que no hubiera una ola de calor, pero la verdad es que me iba a salir
caro, o eso pensaba yo.
Y, a pesar de que las cosas pintaban mal desde el
principio y no era mi “primera vez” estrictamente hablando, lo cierto es que no
hay nada que hubiera cambiado de haber podido (bueno, salvo la baja que tuvimos
el domingo en el grupo de Chasing the
stars y nuestra posición en los conciertos, lo bastante cerca como para no
poder bailar cómodamente como yo esperaba pero no lo suficiente como para poder
decir que Liam o Louis nos saludó con la mano). Nos llovió a cántaros desde que
llegamos, y por un momento pensé que todas cogeríamos una pulmonía y no
podríamos ir al festival al día siguiente, aunque por suerte Liam era el
primero y no me iba a perder el acto principal que yo quería ver. La tarde
empezó a mejorar cuando sólo llevaba un par de horas, y leímos que podíamos
llevar un paraguas en el recinto, al contrario de lo que había anunciado la
organización días atrás, cuando ya estaba confirmadísimo que iba a llover a
cántaros el viernes, y la tormenta eléctrica del sábado.
Cuando fuimos al McDonald’s y, separados en dos mesas,
empezó a sonar A million dreams de The greatest showman, y luego Zayn, yo supe que había tenido bajas expectativas con
respecto al festival en vano.
Al contrario de lo que pueda parecer, no iba al ccme por
Louis. Él era sólo un incentivo que añadir a la lista de razones por las que
ir, pero lo que me hizo coger los billetes de tren y reservar una habitación de
cuatro tiene nombre de tres chicas y un chico: Bárbara, María, Patri y Liam. Si
me llovía, al menos, estaría con las chicas, y por lo menos podríamos ver a
Liam, aunque sólo fuera de lejos.
Menos mal que cuando decido ponerme pesimista, el
universo se compincha para que yo vea que no tengo razones por las que pensar
mal. Apenas nos llovió el viernes, y el tiempo que pasaba entre cantante y
cantante que no nos interesaba, lo invertíamos en montarnos en los coches de
choque, dar una vuelta para ver las atracciones y tomarnos el pelo las unas a
las otras, como si fuera una de muchas veces que estábamos juntas en lugar de
la primera. Y, cuando quise darme cuenta, estábamos a unos 10 metros de Liam, y
yo me volvía y le chillaba a Celia “¡que le veo las flechas, que le veo las
flechas!”.
Pero eso es resumir demasiado el viernes: después de
llegar y ver a Locoplaya (a quienes yo no conocía, porque mi cultura de música
española es prácticamente nula), nos habíamos alejado hasta el fondo del
recinto, en busca de algo de comida para resistir entre la gente hasta que
saliera Liam; el siguiente al que queríamos ver era Miki, que ni de coña iba a empezar su concierto
cantando La Venda. Todo el mundo sabe
que la canción más conocida de un artista siempre se reserva para el final.
Igual que todo el mundo sabe que echamos a correr como
búfalos desquiciados en el momento en que empezaron a sonar los primeros acordes
de la canción y descubrimos que Miki iba a traicionarnos a todos. Pero no, por suerte, no pasó nada: ninguna nos caímos en
plancha y pudimos llegar a tiempo a gritar “LA VENDA YA CAYÓ” mientras dábamos
brincos al ritmo que nos marcaba el protagonista del robo del siglo en
Eurovisión nos merecíamos ganar, joder.
Le siguió, que a mí me interesara, Famous, que por lo
menos cumplió nuestras teorías y sí que cantó una canción suya al final de su
concierto, que por otra parte me encantó. A pesar de que no llovía, él terminó
empapado, en un sudor que le chorreaba por la barba y en unos gritos que a mí
ya empezaban a escocerme en la garganta. Tenía que reservarme para Liam, me
dije a mí misma, pero es que me estaba siendo imposible no cantar las canciones
que conocía: estaba demasiado contenta de estar allí, con mis amigas, como para
poder controlarme.
Finalmente, después de que Alba Reche se saltara una
canción como habían hecho 1d en mi concierto (ejem, me pregunto de quién fue la culpa) y siguiera Maikel Delacalle,
por fin empezó la tanda de artistas que
terminaría Liam. Anuncian que pronto viene un británico al escenario y yo
me vuelvo loca chillando en ultrasonidos “sólo” para descubrir que ese
británico “no es más” que Anne Marie. Llegan Clean Bandit y bailamos y nos
empujamos en dirección a las barras, y después llega Austin Mahone, que
literalmente me conquista, me hace lamentar (como por otro lado sabía que
pasaría) no haber mirado su setlist y
haberme estudiado sus canciones, y hace que todo mi grupo se ría cuando me
pongo a chillar la letra de Mm yeah, que
siempre relacioné con CTS y me motiva en mis peores días. Entonces, aparece
“sólo” Anne Marie, que está puto loca
y consigue que todos nos enamoremos de ella, siendo monísima y espontánea
y excéntrica y diciendo que somos un
público genial.
A esas alturas a mí me dolían horrores las rodillas;
estoy convencida de que cuanto mejor te lo estás pasando en un festival, menos
puedes andar al día siguiente. Y todavía me quedaba el plato fuerte: Liam no
había salido aún y yo no sólo tenía que cantar, sino también bailar, que para algo era (es) la
criatura más poderosa del universo y puede hacer que yo pierda el control de
mis capacidades psicomotoras cuando lo desea. Así que, como Don Patricio me
daba igual, pido que me hagan un corro y me siento en el suelo… hasta que llega
Lola Índigo para cantar Lola Bunny y mis amigas me levantan casi, casi, en
contra de mi voluntad.
Para lo que me queda, decido quedarme de pie, y apenas un
par de canciones más, Don Patricio se despide y entonces sí que sí. Mis amigas
me dejan la primera fila del grupo que hemos hecho y yo me uno al resto de
personas que han venido aquí porque perderse una reunión de 0.5d cuando te sale
por el módico precio de 30€ es un pecado mortal que no piensas cometer, y por
primera vez en varios años dejé salir a mi lado fangirl. Un lado fangirl que,
estoy convencida, tienen registrado a su nombre los chicos de 1d, porque sólo
ellos pueden hacer que desquicie de la forma en que lo hago: mi voz asciende
varias octavas, mis manos se levantan en el aire y mis pies no paran quietos,
apenas en contacto por el suelo, brincando y brincando y brincando como si
fuera un conejo drogado que necesita sudar todas las sustancias que ha
consumido. Grito las letras de las canciones, chillo con las demás cuando Liam
se acerca a nuestra parte del público, y cuando acaba cada canción yo jadeo
“PODEROSO, PODEROSO”, a pleno pulmón, como si fuera a oírme. Me ilusiono con el
resto del recinto cuando Liam habla de que Louis está detrás del escenario, y
acto seguido empieza a cantar Little
things, porque es imposible que
hayan hablado el uno del otro en sus conciertos sin que eso signifique que
vayan a compartir, por lo menos, una canción. Me rompió un poco el corazón
cuando llegó la parte de Louis y Liam siguió cantando como tiene por costumbre,
pero le perdoné rápidamente cuando me regaló Drag me down. Cuando salió la canción, estaba convencida de que
jamás podría escucharla en directo, lo cual me ponía tristísima porque creía (y
aún creo) que es una de esas canciones hechas para ser cantadas en directo, que
ganan mucho más así, aunque las voces no sean tan perfectas, sólo porque la energía que desprenden es energía de
concierto.
Lo único que cambiaría del viernes es no habernos
despedido de Patri o no haberle quitado el candado a la mochila al hacerme mi
foto con Celia, pero a pesar de que creía que el viernes sería el peak del fin de semana y que el sábado
tendría muchas cosas que le cambiaría, la verdad es que están muy empatados.
Esta vez, no nos tocó comer en un McDonald’s en el que
nos pusieran música de The greatest
showman ni de Zayn, sino un KFC abarrotado de gente en el que 1d seguía
presente. Tampoco nos tocó librarnos de la lluvia como sí nos pasó el viernes,
pero las tormentas eléctricas que había anunciadas no hicieron acto de
presencia en toda la tarde más allá de un par de rayos en el horizonte. Con la
mochila guardando una cremita de Rituals que da la sensación de estallar como
peta zetas, por fin nos montamos en la noria, aunque perdimos a otra por el
camino: Patri no había venido y Celia prefería quedarse en tierra, donde el
viento no la hiciera balancearse en un cajón. Después de la noria, nos tocó
acercarnos a la zona del escenario principal, en que la gente se apelotonaba
para tener un buen sitio en el que ver a Louis. Luc Loren fue el encargado de
hacer que nos desesperáramos, yo entre ellos, mientras seguía la cuenta atrás
hasta que Louis hiciera acto de presencia.
Y, por fin, se apagaron las luces y anunciaron a Louis.
Entró con pasos cortos pero confiados, con las manos unidas agradeciendo los
gritos, y empezó su concierto con una de las canciones a las que más tirria
tiene el fandom, pero con la que más gritamos todos: Steal my girl.
Tengo que decir que pensé que me haría menos ilusión
estar en su concierto de la que me hizo realmente: cuando lo anunciaron y
Bárbara nos propuso ir, lo consideré sólo durante un instante, en el momento de
euforia mientras piensas en las posibilidades que se abren ante ti. Pero
enseguida deseché la idea, y de no haber sido por Liam, finalmente no habría
ido a Madrid. Por suerte, me convencieron para ir, y pude ver al que una vez
fue mi preferido en la banda de nuevo en directo, más cerca que nunca, ya no
tan pequeñito como antes pero aun así siendo delicadamente minúsculo, a esa
manera tan característica a la que nos tiene acostumbrados. Nos regaló cuatro
canciones nuevas en la que el público que él se merecía contuvo el aliento, y
cada vez que terminaba una, levantaba los ojos al cielo mientras juntaba las
manos, dándonos las gracias. Esto es por
ti, mamá, y por ti, Fizzy, parecía decirles a las nubes. Se marchó entre
gritos y se llevó con él a parte del público, mientras otros nos quedábamos
para Natalia y Lola Índigo después, pero teniéndolo en la boca entre canción y
canción.
Y, aunque me hizo ilusión verlo de nuevo, también me di
cuenta de que, definitivamente, habíamos seguido caminos separados. Me alegra
el éxito que está teniendo y la confianza que ha ido ganando poco a poco para
ponerse de nuevo delante del micrófono después de todo por lo que ha pasado,
para hacer notas un poco más arriesgadas que antes y abrir su corazón sin miedo
a que lo juzguen, o precisamente con la valentía de saber que lo harán, pero ya
no le importa. Pero ya no es lo mismo para mí ahora, con 23 años, que cuando
tenía 17. Me apetece más bailar que sentir, más cantar a gritos que pensar en
voz baja, con la música de fondo… pero el cariño sigue ahí, en un rincón.
Recordándome que lo que una vez me hizo feliz, puede seguir haciéndomelo,
aunque de una forma algo diferente, más tranquila, más madura. No todo tiene
por qué arder hasta apagarse; hay cosas que estallan, y luego se consumen
lentamente, en un fuego estabilizado que sirve para sobrevivir al invierno.
Espero que Louis esté terminando su propio invierno.
Después de verlo en el escenario, así lo creo. Y me alegra que, lo que una vez
encontré en su música, ahora lo tenga él: refugio.
El pasado fin de semana ha sido uno de los mejores de mi
vida. Me he reído y no he llorado, a pesar de que creía que lo haría a lágrima
viva si Louis cantaba Two of us, la
única canción suya que no puedo escuchar tranquila. He dado brincos al ritmo
que me ha marcado Liam, y me he enfadado un poco con él al darme cuenta de que
había quitado el rap de Strip that down. Lo
he pasado mal viendo cómo Lola Índigo abría las piernas y nos lo enseñaba todo a 20 mil personas, y mis pies han
sufrido por la lluvia, el frío, y estar tanto tiempo de pie entre la gente…
pero mereció la pena. No porque necesitara estar en primera fila para ver a mis
artistas preferidos, sino porque allí era donde estaban mis amigas: Celia,
Patri, Bárbara, María, y Rosi, aunque a ella me la suela llevar de paquetito
por ahí.
Si habéis llegado hasta aquí… gracias por este fin de
semana, chicas. Tenemos que repetirlo pronto. ¿Cuándo decíais que volvía Liam? 😉
Jo eri te quiero un monton, bueno a ti y a Maria y Barbara. El viernes me lo pasé tan sumamente bien que lo repetiría eternamente. Promesa de que volveremos a repetirlo y esta vez sin ninguna baja <3
ResponderEliminarEriiii ���������� estoy tristisima, ojalá volver a repetir este fin de semana muchas más veces, os quiero un monton��
ResponderEliminar