Para María, Rosana y Lucía.
Hola.
Vengo
a decirte que puedes soltar esa relación que sientes más como un ancla que como
un avión. Que el hecho de que una persona a la que tú quieres no te quiera de
vuelta, o no lo haga con la intensidad con que tú lo haces, no significa que nadie
más en el mundo vaya a hacerlo. De hecho, por aferrarte con demasiada fuerza a
algo que se hunde, no puedes sacar la cabeza a la superficie y ver los rayos
del sol, las nubes esponjosas. Hay un montón de personas ahí fuera que se
mueren de ganas de que les dejes quererlas. Hazlo. Que alguien te rechace o no
te eche de menos no implica que seas indigna de cualquier tipo de conexión.
Tus
fotos no son demasiado borrosas. Tus historias no son demasiado largas. No te
enrollas demasiado en tus audios, lo que te preocupa no es ningún bucle y lo
que te ilusiona no te convierte en pesada. No te mereces que te digan mientras
te desahogas que tu voz en x2 es muy graciosa, aun cuando estás hablando de
algo que te duele, y que debería dolerles a ellos también, ni que eres
dependiente por echar de menos. Simplemente lo haces con una intensidad
distinta. Las cosas cambian, el tiempo fluye, ni siquiera los árboles de hoja
perenne tienen las mismas hojas ahora que cuando brotaron hace décadas, siglos,
o incluso miles de años. Hubo un tiempo en que África y América estuvieron
conectadas. Y ahora, sin embargo, un océano entero los separa; el único del que
tenían constancia los griegos cuando trataron de conquistar medio mundo.
No
eres todo eso que te dejan caer y que tú te grabas a fuego en la memoria como
si fueran los preceptos sobre los que tienes que construir tu propia religión,
como es probable que los demás tampoco sean como tú los pintas cuando la rabia
te hace verlo todo en tonos muy parecidos a la representación del infierno. Lo que
pasa es que, simplemente, ya no vibráis en la misma onda, ya no tenéis la misma
energía. Quizá nunca la tuvierais, y eso tampoco es algo malo; hay momentos en
los que dos hilos son tan cercanos que pueden llegar a entrelazarse, pero eso
no implica que no puedan separarse más adelante en el tapete, cada uno dibujando
lo que le corresponde. Estabais en puntos lo suficientemente cercanos como para
tocaros, pero que eso ya no sea así no quiere decir que fuera mentira.
Igual
que una flauta travesera y un barco no se parecen en nada, y sin embargo pudieran
haber proyectado la misma sombra en otra vida, echar raíces en el mismo sitio,
ser hogar para el mismo nido, salir de un solo árbol.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Dedica un minutito de tu tiempo a dejarme un comentario; son realmente importantes para mí y me ayudarán a mejorar, al margen de la ilusión que me hace saber que hay personas de verdad que entran en mi blog. ¡Muchas gracias!❤