sábado, 18 de septiembre de 2021

África y América estuvieron conectadas.

 Para María, Rosana y Lucía.

Hola.

               Vengo a decirte que puedes soltar esa relación que sientes más como un ancla que como un avión. Que el hecho de que una persona a la que tú quieres no te quiera de vuelta, o no lo haga con la intensidad con que tú lo haces, no significa que nadie más en el mundo vaya a hacerlo. De hecho, por aferrarte con demasiada fuerza a algo que se hunde, no puedes sacar la cabeza a la superficie y ver los rayos del sol, las nubes esponjosas. Hay un montón de personas ahí fuera que se mueren de ganas de que les dejes quererlas. Hazlo. Que alguien te rechace o no te eche de menos no implica que seas indigna de cualquier tipo de conexión.

               Tus fotos no son demasiado borrosas. Tus historias no son demasiado largas. No te enrollas demasiado en tus audios, lo que te preocupa no es ningún bucle y lo que te ilusiona no te convierte en pesada. No te mereces que te digan mientras te desahogas que tu voz en x2 es muy graciosa, aun cuando estás hablando de algo que te duele, y que debería dolerles a ellos también, ni que eres dependiente por echar de menos. Simplemente lo haces con una intensidad distinta. Las cosas cambian, el tiempo fluye, ni siquiera los árboles de hoja perenne tienen las mismas hojas ahora que cuando brotaron hace décadas, siglos, o incluso miles de años. Hubo un tiempo en que África y América estuvieron conectadas. Y ahora, sin embargo, un océano entero los separa; el único del que tenían constancia los griegos cuando trataron de conquistar medio mundo.

               No eres todo eso que te dejan caer y que tú te grabas a fuego en la memoria como si fueran los preceptos sobre los que tienes que construir tu propia religión, como es probable que los demás tampoco sean como tú los pintas cuando la rabia te hace verlo todo en tonos muy parecidos a la representación del infierno. Lo que pasa es que, simplemente, ya no vibráis en la misma onda, ya no tenéis la misma energía. Quizá nunca la tuvierais, y eso tampoco es algo malo; hay momentos en los que dos hilos son tan cercanos que pueden llegar a entrelazarse, pero eso no implica que no puedan separarse más adelante en el tapete, cada uno dibujando lo que le corresponde. Estabais en puntos lo suficientemente cercanos como para tocaros, pero que eso ya no sea así no quiere decir que fuera mentira.

               Igual que una flauta travesera y un barco no se parecen en nada, y sin embargo pudieran haber proyectado la misma sombra en otra vida, echar raíces en el mismo sitio, ser hogar para el mismo nido, salir de un solo árbol.  



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