Te crees muy guay por reírte de los demás, por criticarlos por cómo son, por cómo les gusta vivir su vida y cómo pasan su tiempo libre. Crees que eres el gran modelo a seguir, que todo el mundo debería estar intentando ser tu copia, que todos debemos ser como tú. Pero voy a decirte algo: en realidad, no es así. En la diferencia se encuentra la belleza, en la variedad el arte. ¿No has oído hablar de la ley de la oferta y la demanda? Si hay pocas cosas, esas cosas valen mucho. Si hay muchas, valen poco.
Yo soy así, tengo muchas facetas: Lautie ante todo y sobre todo, orgullosa de serlo y nadie podrá cambiar eso. Orgullosa también, terca como una mula, a veces egocéntrica, diva, pillo las cosas rápido. Y parece ser que gracias a eso he pillado antes que tú que no vas a poder conmigo, que no me vas a cambiar. Que cada uno vale lo que vale por el simple hecho de ser diferente, de ser único.
Así que tú ríete, ríete. El optimismo alarga la vida, la gilipollez y la hipocresía, las posibilidades de que te den una paliza. Mientras tanto yo estaré haciendo oídos sordos, al fin y al cabo, de momento yo valgo más que tú, porque yo no necesito reírme de nadie para pasármelo bien, ni para sentirme mejor conmigo misma.
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