¡Feliz cumpleaños, Vir! Aquí tienes tu regalo ♥.
Fue papá quien les abrió la puerta a Scott y su familia. Sherezade ya no estaba con ellos; todos los años, se iba a comer el día de Nochevieja con sus socias de bufete, discutían sobre cómo les había ido el año y ponían en común nuevas propuestas para mejorar tanto la política como las relaciones dentro de sus cuatro paredes.
Fue papá quien les abrió la puerta a Scott y su familia. Sherezade ya no estaba con ellos; todos los años, se iba a comer el día de Nochevieja con sus socias de bufete, discutían sobre cómo les había ido el año y ponían en común nuevas propuestas para mejorar tanto la política como las relaciones dentro de sus cuatro paredes.
Papá y Zayn siempre se iban toda la tarde a hospitales
infantiles, a visitar a niños, regalarles juguetes, y estar un poco con ellos;
hacerles más amenas sus vidas y, de paso, permitir que las madres les hicieran
una millonada de fotos porque, ¡vaya, Louis, el de One Direction! ¡Zayn, el que
se fue de One Direction!
Mamá sería la última en abandonarnos; iría al centro,
a las oficinas, a firmar el papeleo que se enviaría a los pocos días a las
oficinas de Hacienda, estudiar los balances de año, y decidir en último momento
a qué organizaciones se destinaban los excedentes.
También se ocupaba de ayudar a los encargados del
refugio de animales que habían construido a alimentar a las criaturas.
Pero, primero, tenía que vigilar a sus propias
criaturas.
-¿Estás?-preguntó Zayn, mirando a papá de arriba
abajo. Papá asintió, se dio la vuelta, nos dio a todos menos a mamá un beso en
la frente (a ella, fue en los labios), me revolvió el pelo, me dijo que
intentara no quemar la casa, y salió por la puerta, al encuentro de Zayn.
Era el primer año en que yo estaba al mando de toda la
cena; el anterior, había estado mi tío para cuidar de que no estropeara nada,
aunque él mismo casi se cargó la cocina de inducción, porque no sabía cómo
funcionaba.
Duna y Astrid salieron disparadas en dirección al
cuarto de juegos; Dan las siguió, un poco más tímido, mientras Sabrae y Shasha
se acercaban a Eleanor y se quedaban tiradas en el sofá, mirando la tele sin
prestarle apenas atención.
Miré las bolsas que traía Scott.
-¿Es el pescado?-pregunté. Él alzó las cejas.
-¿Pescado? No; me dijiste que el pescado lo cogías tú.
Yo he comprado la verdura.
Me lo quedé mirando.
-¡Scott! ¡Te dije que yo tenía verdura de sobra!
¿Cómo…?
Se empezó a reír.
-Claro que tengo el pescado, T.
-¿Lo traes todo? ¿La lubina? ¿El cabracho?
-Sí.
-¿Lo has cogido fresco?
-Sí.
-¿Pero estás seguro de que…?
-¡Que sí, Thomas, joder! Viví 6 meses sin ti, ¿sabes?
Creo que sé comprar pescado fresco. Especialmente, cuando voy con mis
padres-gruñó. Puse los ojos en blanco.
-No te acuerdas de aquellos 6 meses-acusé, poniendo
los brazos en jarras.
-Fueron los mejores de mi vida-replicó, llevándose la
mano al pecho, herido, como si no llevara engañándome mes y pico sobre su
soltería… o lo que se traía con mi hermana.
-Es mentira-dije, tajante.
-Sí, es mentira-asintió, suspirando-. Venga, chef, a
por las estrellas Michelín.
Le dio un beso a Zayn (después de que éste protestara,
“oye, chaval, ¿adónde vas sin despedirte?”), y me siguió a la cocina. Yo había
dedicado la mañana a limpiar y despejar el espacio, sabiendo que no tardaríamos
en tener becarios (más bien, becarias) que querrían participar del festín de
agradecimiento a nuestros padres por criarnos y hacernos personas decentes… más
o menos.
Mamá
todavía estaba en casa; nos contempló con aprensión mientras sacábamos lo
indispensable, lo que sabíamos que íbamos a necesitar.
-¿Seguro que no queréis que…?-empezó, pero me envaré.
-¿Madres? ¿En la cocina?-chasqueé los dedos y me volví
hacia mi mejor amigo-. ¡Scott! ¿Dónde se ha visto eso?
-En casas ancladas en la Edad Media.
-¡Exacto, S! ¡Gracias! Los chicos del futuro nos
manchamos las manos cocinando, mamá-asentí. Ella sonrió, se acercó y me pasó un
brazo por el cuello. Me dio un beso en la mejilla-. Mamá, ¿estás llorando?
-No puedo creerme lo mayores que sois los dos ya. Si…
es que fue ayer cuando os vi por primera vez, y erais tan poquita cosa… habéis
mejorado un montón con la edad. En todo.
-Joder, Eri, ¿Tommy era aún más feo de pequeño?-atacó
Scott.
-Te voy a sacar los ojos con unas tenazas de las de
partir el cangrejo-gruñí, tirándole un trozo de papel en el que venían
envueltos los ingredientes. Scott sólo se echó a reír. Mamá nos dejó solos, no
sin antes decirnos que no nos pasáramos cocinando, que la llamásemos si
necesitaba algo… y que nos quería muchísimo. A los dos.
-Me vas a sacar los colores, Eri-sonrió Scott,
acercándose y abrazándola. Hice una mueca.
-¿No te basta con ligar con mi hermana, que ahora
también te pones cariñoso con mi madre?-bufé. Mamá se echó a reír, me revolvió
el pelo, me dio un beso extra (que para algo me había parido, joder, no iba a
llevarse Scott toda la atención del mundo) y se fue.
Empezamos por el postre, porque quería sorprender a mi
madre con su tarta favorita.
Cocinar con Scott era una puta pesadilla, porque
enseguida le entraba el hambre y se ponía a picotear de aquí y de allá… más de
allá, especialmente si “allá” había algo que le gustaba.
La tarta de mi madre llevaba una capa de turrón blando
por debajo, y estábamos machacándola concienzudamente cuando me di cuenta de
que el turrón desaparecía como por arte de magia más rápido de lo que lo
desmenuzábamos.
Miré a Scott.
Scott me miró a mí.
Sonreí.
Scott no me sonrió, porque sabía que acababa de
cazarlo. Cuando nos mirábamos y uno de los dos sonreía, y lo hacía con la
malicia con que lo estaba haciendo ahora yo, el otro siempre preguntaba
“¿qué?”.
A no ser, claro, que supiera de sobra qué era lo que
le resultaba tan gracioso.
Parpadeó, muy digno.
-¿Sabes que tienes una miguita de turrón en el
piercing?-puso los ojos en blanco, tragó, y se relamió.
-Esta mierda está tan buena, no sé por qué no la hay
siempre; es lo bueno de que sea Navidad.
-Ya me ocupo yo de la tarta. Tú ponte con el paté,
para que esté frío.
-Pero…
-Scott. El paté. Ya.
Se puso a refunfuñar, pero si nuestra amistad era una
democracia, se volvía una dictadura fascista en cuanto nos metíamos en la
cocina.
Estaba terminando con la segunda capa, hecha de una
crema, cuando apareció Shasha.
-¿Queréis que os ayude?
-No.
-¿Eso es turrón?-preguntó y, antes de que pudiera
detenerla, se hizo con una caja que finalmente no había utilizado, y salió
disparada sin que yo pudiera hacer nada más que mirar, estupefacto, cómo huía
con tan preciado botín.
Al poco tiempo, entró Eleanor. Tanto Scott como yo
detuvimos nuestros quehaceres para observarla. Yo, para vigilar que no se
llevase nada (como, por ejemplo, los mazapanes que habíamos sacado de la bolsa
para preparar la tarta); Scott, simplemente porque le encantaba el culo que
tenía mi hermana.
La sonrisa que le dedicó a Eleanor bien podría haberme
empalmado incluso a mí, de ser yo un enfermo al que le gusta tirarse a sus
hermanas. Afortunadamente, había nacido Tomlinson, no Lannister, de modo que
sólo pude alzar las cejas y observarla mientras desaparecía por donde había
venido, con una bolsa de doritos en las manos.
Espabilé cuando le guiñó un ojo a Scott, ya cerrando
la puerta, y él se mordió el labio a modo de contestación.
-¡Déjanos tranquilos, Eleanor!-bufé, e intuí, más que
vi, cómo ella alzaba el dedo corazón por encima de su hombro. Una dedicatoria
deliciosa para su hermano favorito-. Debería dejar de hacer eso-murmuré por lo
bajo, y Scott me miró, divertido.
-¿Por qué?-quiso saber-. A mí no me molesta. A ti,
sí-sonrió-. Y eso es, evidentemente, muy divertido.
-Tiene novio-informé, y él alzó las cejas en una
actuación digna de una camionada de Oscars. Joder, incluso mi madre no podría
decir nada si Scott ganaba el Oscar a Mejor Corto de Animación Extranjero por
aquella interpretación. Ni el Oscar a Vestuario se le resistiría con aquel
levantamiento de cejas.
-¿Y le conocemos?-quiso saber. Valiente paliza le
pegaría en cuanto me enterara de que, efectivamente, conocíamos al novio de
Eleanor. Era él. Lo gracioso sería que querría matarlo (y lo intentaría) no por
estar con Eleanor en sí, ni por hacer caso omiso de todas mis advertencias,
sino por ser un gilipollas prepotente que no hacía más que mentirme cada vez
que abría la boca; un imbécil que me vacilaba incluso cuando no tenía por qué.
-Ella dice que no-dije, sacando la base, de bizcocho,
del horno para comprobar que estaba en perfectas condiciones-. No me ha dicho
cómo se llama.
Scott asintió, sin darle más importancia al asunto. Se
estaba comiendo la cabeza, decidiendo si sería un buen momento para contarme
toda la verdad.
Yo estaba a otras cosas; enseguida me ocupé de
revolver el chocolate.
Algo acababa de hacerme clic.
Si Eleanor no me decía con quién estaba, era porque
sabía que me cabrearía. Le había preguntado un par de veces más, y ella sólo
había fruncido el ceño, me había espetado que no lo conocía, que no fuese
pesado, y que me metiera en mis asuntos.
Que yo le preguntara no hacía más que recordarle que
Scott no estaba por la labor de ponerme en situación aún, y que, por tanto,
tenían que esconderse, seguir esperándose, seguir robándose besos cuando nadie
miraba. Y eso la cabreaba un montón.
Scott siguió con sus ojos clavados en mí.
-Estás preocupado-dijo, y no era una pregunta, era una
afirmación como una casa, como el monumento en cuya dirección se suponía que
tenía que rezar.
-Un poco.
-¿Se puede saber por qué?-inquirió, y no fue en ese
tono chulo que suele tener la gente cuando escupe esa frase, sino con la
preocupación que se hacía hueco a pasos agigantados por mi alma acercándose a
la suya.
-Casi la violan, Scott-murmuré, y se me hizo un nudo
en la garganta. De no ser por él, quién sabe lo que habría sido de mi pobre
niña.
-Eso fue hace un millón de años, T-me acarició el
hombro-. Déjala vivir. Además, puede que ese tío con el que anda no sea más que
un rollo-la puta que lo parió, habían hablado de tener críos y ahora tenía los
cojones de decirme que lo suyo “podía no ser más que un rollo”-. Besos por
aquí, besos por allá. A nosotros, con su edad, era más fácil satisfacernos que
con la que tenemos ahora. Con un par de morreos, les basta. Nada más.
-Van en serio-repliqué. Scott frunció el ceño.
-¿Cómo puedes saber…?
-Está engordando-corté. Frunció el ceño un poco más.
-Yo la veo guapísima.
Nos ha jodido, tienes un puto bloc de dibujo dedicado
exclusivamente a ella. Tendrías problemas si no la vieras guapísima.
-Porque está guapísima.
Pero tiene más culo-zanjé-. Ya sabes cómo se pone cuando se echa novio.
-¿Más buena?-sonrió, apoyándose en la encimera y
mordiéndose el piercing. Lo mataría allí mismo.
-Scott-gruñí-. Le salen más curvas. Es como si….
Quisiera tener a alguien contento, que alguien las disfrutara.
-El hijo de puta no sabe la suerte que tiene-comentó,
y volvió a su paté. Ahora me tocó a mí mirarlo.
-¿Por qué? ¿Porque mi hermana iba detrás de ti?
-Porque tu hermana es una tía cojonuda… y sí, que una
chica que va detrás de mí se fije en ti es el mejor halago que pueden
hacerte-se encogió de hombros, mordiéndose el piercing. Chulo de mierda. Le adoraba.
Cada uno siguió a lo suyo; pronto empezaron a interrumpirnos
en nuestros quehaceres. La primera en hacerlo fue Sabrae, que asomó la cabeza y
se nos quedó mirando. Su pelo colgaba por detrás de su cabeza, en dos tupidas trenzas.
-Los peques se aburren, ¿necesitáis ayuda?
-Ponles una peli-cortó Scott, sin siquiera mirarla.
Sabrae alzó las cejas.
-Ya les he puesto una peli.
-Pues ponles otra-soltó Scott, sin inmutarse. Sabrae
puso los ojos en blanco.
-Parenting done
right, Scott-sonreí, y él se echó a reír.
-Voy a abrir una puta guardería.
Después, fue Shasha, que venía a por un zumo. A
continuación, Astrid y Duna nos honraron con sus diminutas y aun así imponentes
presencias, preguntando si necesitábamos que pelaran patas.
-Pero si no sabéis-corté yo. Ellas dijeron que era un
buen momento para aprender; y yo, que era un buen momento para que no me
tocaran los cojones más de la cuenta. Se marcharon sacudiendo la cabeza.
Eleanor fue la última antes de empezar a aceptar
becarias. Se metió en la cocina para coger un nuevo zumo (joder, qué éxito
tenían los zumos) y, cuando pasó delante de mí, me la quedé mirando.
Scott llevaba mirándola un buen rato.
-¿Ves lo que te decía?-ataqué, atrayendo la atención
de él. Scott me miró, frunciendo el ceño, pero la que habló fue Eleanor.
-¿Qué?
-Fíjate en su culo-la ignoré, y ella abrió los ojos y
los clavó en mí.
-¡¿Qué?!
Scott hizo lo que se le pidió; tampoco es que hubiera
estado esperando sin ganas mi propuesta.
-Hostia, Eleanor, ¡es verdad! ¡Tienes más culo que la
última vez que te vi!
-Y eso que fue hace poco-coqueteó ella, sonriendo,
complacida de aquellas atenciones que, según yo creía, Scott no le dispensaba.
Pero se las entregaba en cantidades industriales.
-Canterbury te ha sentado bien-respondió él, veloz
como el rayo, mentiroso de los cojones, me tenía hasta la mismísima polla.
-¿Qué cojones, Scott?-bufé, pero yo estaba de más en
aquella cocina, hasta un ciego podría verlo.
-¿Puedo tocar?-inquirió mi mejor amigo, la madre que
lo parió, me lo cargaría. Eleanor me miró, sonriendo, y se acercó a él.
-Sírvete, S.
Qué surrealista, qué sinvergüenzas eran, qué cosas
hacían sólo por fastidiarme. Scott le pasó la mano por la espalda, fue bajando
mientras ella sonreía, ya sólo con ojos para él. S le sonrió, la acarició
despacio en aquel sitio en el que le gustaba perder sus manos. Eleanor también
sonrió.
-Bueno, Scott-gruñí-. No tiene ningún tesoro por ahí
escondido, ni nada por el estilo, ¿sabes? Puedes parar cuando quieras.
Rompí el hechizo que habían formulado sin palabras
entre los dos, con sólo mirarse, hecho de unas filigranas invisibles cuya
existencia sólo ellos dos conocían.
-Lo hacemos para putearte-se burló mi hermana pequeña,
la mayor traición e insulto que había visto nunca.
-Pues lo conseguís-gruñí.
-Vamos, T, ella es ya mayor para decidir si le gusta o
no. Si quiere que la toquen, o no-rebatió Scott, y era como si me estuviera
preparando el terreno; se estaba excusando sin excusarse, pedía perdón sin
lamentarlo de veras-. Ya puede decidir quién, y cómo la tocan.
-Lo peor es que a ti te gusta-acusé, entrecerrando los
ojos.
-¿Me gusta manosearla? Claro-respondió, como si fuera
la cosa más obvia del mundo. Como si no estuviéramos hablando de mi hermana ni
me estuviera traicionando diciendo eso.
-Y a mí que me manosees, S-sonrió ella, mirándolo y
dándole un golpecito con la cadera. Scott le sonrió.
-¿Ves, T? Es recíproco. La reciprocidad es buena.
-Cómeme los huevos recíprocamente, Scott-espeté.
Eleanor se quedó ya con nosotros, echando una mano. Se
acercaba la hora de cenar y, como siempre, habíamos puesto demasiada pasión en
los primeros platos que preparábamos, y se nos echaba el tiempo encima. Las
hermanas de Scott y mis dos hermanos restantes no tardaron en hacer acto de
presencia, preguntando si podían ayudar, y tanto S como yo asentimos.
Necesitaríamos un mínimo de 20 manos para conseguir
llegar a tiempo.
Eleanor se puso al lado de Scott, a terminar de guisar
la carne, mientras él revolvía la sopa. No hacían más que darse con la cadera y
reírse de algo que sólo tenía gracia para ellos dos. Me tenían hasta los
cojones.
-Deja a Eleanor tranquila, Scott-ordené.
-¿O qué?
-Su novio te pegará una paliza.
Eleanor le lanzó una mirada aterrorizada a Scott.
-Probablemente yo sea más alto que él, ¿no, El?
El pánico de los ojos de mi hermana se evaporó.
-Un pelín-admitió.
-Y seguro que no le ofende, ¿verdad?
-Yo creo que no.
-Pues es gilipollas-intervine yo, Sabrae puso los ojos
en blanco.
-Un poco-admitió mi hermana.
-¿Lo es?-casi ladró mi mejor amigo.
-Sí-dijeron tanto Sabrae como Eleanor.
-Cierra la boca, Sabrae.
-Y, ¿por qué te gusta, si es gilipollas?-quise saber
yo. Eleanor sonrió.
-Es parte de su encanto.
-Entonces, debe ser encantador-murmuró Sabrae, y Scott
la taladró con la mirada, pero ella estaba hecha a prueba de aquellos aires de
dignidad que a veces se daba mi mejor amigo.
-Y todo lo que hace, lo hace genial.
Eleanor miró a Scott, Scott miró a Eleanor, y yo los
miré a los dos.
-Suena a partidazo, El-comentó S.
-Es un
partidazo-replicó mi hermana.
Me metí entre ellos dos, cansado de que amenazaran con
meterse mano delante de los pimientos, y Scott se mordió el piercing,
divertido, comentó que alguien estaba celoso, y me dio una palmada en el culo.
-Diana te va a matar por las libertades que te tomas
conmigo, S-me burlé.
-Diana no me preocupa; si le molestaran a Layla sí que
tendría más cuidado. Es más alta que yo.
-Yo soy más baja que tú, y puedo partirte la cara
cuando me apetezca-comentó Sabrae.
-¿Por qué no se la partes ya?-casi suplicó Shasha.
-Mamá le tiene cariño.
-No me extraña, soy adorable-Scott se tiró de la
camiseta, como diciendo “ahí lo tenéis”.
-Hay opiniones-soltamos Shasha, Sabrae y yo al
unísono.
Scott iba a contestarnos algo muy ingenioso, como que
nos fuéramos a la putísima mierda, pero un grito se lo interrumpió: Dan lanzó
un alarido, como si le estuvieran arrancando un riñón, y bramó:
-¡Hijas de
puta!
-¡DAN!-chillamos tanto Eleanor como yo, volviéndonos
hacia él. Tenía 10 años, debería esperar un poco más antes de ponerse a hablar
como un puto malnacido, joder.
Astrid y Duna se reían de la perrería que le habían
hecho al pobre chico; le habían reventado un huevo en la cabeza. Dan no se lo
pensó dos veces, cogió dos, y se los estampó en la cara a las dos niñas, que no
paraban de reírse.
-¡Vais a limpiar eso los tres con la putísima
lengua!-bufé yo, y ellos suspiraron. Astrid se tiró al suelo y fue en dirección
al baño, en busca de la fregona. Duna miró a Dan, se echó a reír, le pasó la
mano por el pelo, esparciendo la yema que le había tirado encima… y se acercó a
él y le lamió la cara, limpiándole la cara.
Sabrae contuvo una arcada. Cerró los ojos y apartó la
cara, concentrándose en cualquier otra cosa menos en la imagen mental de su
hermana tomando huevo crudo. Se le revolvieron las tripas. Qué asco.
-¡DUNA!-esta vez fue el turno de Scott-. ¡SERÁS
CERDA!-Duna sólo se echó a reír-. Puta juventud, tío.
-Yo aquí veo futuro-comenté, ignorando las protestas
de mi propio cuerpo.
-Él tiene dos años más que ella-acusó Scott, volviéndose
y mirándome con una expresión indescifrable. Alcé las cejas.
-¿Y?
Sonrió con toda la maldad del mundo, con la de quien
sabe qué hacerle a una chica para conseguir que se retuerza, susurre su nombre
y suplique más; sonrió como quien conoce el secreto mejor guardado del universo
y sabe por qué funciona todo como funciona.
-Adivina quién tiene aquí dos años más que ella.
Eleanor nos miró, dándose por fin por aludida. Y
también sonrió.
-No. De ninguna manera. No.
-Están destinados, ¿eh, S?-se rió la víbora a la que
había sostenido en brazos tantos años atrás. Ay, si la hubiera asfixiado en la
cuna cuando todavía tenía ocasión, cuántas desgracias le habría ahorrado al
mundo.
-La historia se repite, ¿no crees, El?-se rió Scott.
Siguieron dándome el coñazo, amargándome la vida,
hasta que finalmente algo les hizo detenerse. El sonido de una puerta
abriéndose. Miramos la hora, y supimos que sólo podía ser una de nuestras
madres.
Un par de voces entraron en la casa, y todos nos
quedamos quietos, escuchando. Shasha y Sabrae fruncieron el ceño, intentando
entender lo que decían. Hablaban en español.
Mi “tía” Laura había llegado.
Eleanor dejó los utensilios de cocina que estaba
usando encima de la mesa y se fue en dirección al salón, acudiendo a la llamada
de mamá, que quería saber dónde estaba todo el mundo.
Pronto, volvió con las dos mujeres, que nos
contemplaron con curiosidad y las bocas hechas agua. Laura repartió besos por
doquier, dejando marcas de pintalabios en cada mejilla que tocaba. Los últimos,
como siempre, fuimos Scott y yo.
-Qué guapos estáis los dos, madre mía, dejad de
crecer-protestó, sonriendo, y acariciándonos las mejillas. Nos dejamos hacer-
Os comería con patatas, de verdad.
-Laura-riño mamá, sabiendo de sobra por dónde quería
llevar ella la conversación-. La monogamia bien, ¿eh?
-Me he vuelto a divorciar-replicó ella, mirándose las
puntas del pelo. Mamá frunció el ceño.
-¿Cuándo?
-Pf, ¿qué se yo? ¿Dónde pone que deba llevar las
cuentas de mi cambio de estado civil? Creo que llevo dos días, no sé. Los
hombres son tan inmaduros, en seguida me agoto de ellos-chasqueó la lengua y
nos miró con intención-. Lo mejor es coger a uno joven, amoldarlo a la imagen
que tú quieras, y a correr. Si no te sale, lo mandas a la mierda, y coges a
otro. Además, es muy divertido amoldarlos.
Mamá alzó las cejas. Shasha y Sabrae intentaban captar
lo que decían, pero sus conocimientos de español eran demasiado limitados como
para seguir una conversación que incluso para Scott era complicada.
-Seguro que es eso lo que te interesa: amoldarlos.
-Suelen follar que da gusto-admitió mi falsa tía.
-¿Alguno legal?-atacó mi madre. Laura se la quedó
mirando.
-Por favor, Erika, con el más joven con el que he
estado era 5 años más pequeño que yo.
-Teníamos 25 años. Eso es una barbaridad de tiempo a
esa edad.
-Todos los de mi clase eran feos-acusó mi tía, dando
por finalizada la conversación con un movimiento de melena.
-¿Qué tal nuestras primas?-pregunté yo, y Scott
sonrió, recordando la vez, el año pasado, en que por fin le presentaron a mis
primas, dos gemelas de ojos claros (cortesía de la genética checa) y melenas
rubias (cortesía de los tintes) que nos había costado Dios y ayuda aprender a
distinguir.
-En Canadá, con su padre, y por mí, como si se cuelgan
de sus huevos-soltó Laura, y todos nos echamos a reír. Mamá nos preguntó si
queríamos que nos ayudara; la expulsamos de la cocina por toda respuesta. Ambas
mujeres se miraron un momento y fueron a sentarse en el salón, dejando la
puerta de la cocina abierta, a pesar de mis protestas.
Se pusieron a hablar de nosotros, porque no había
ningún tema de conversación más interesante que el hijo mayor de mi madre y el
hijo mayor de Zayn en cuanto se reunían cada Navidad. Laura no hacía otra cosa
más que ver a nuestros padres reflejados en nosotros.
Después de alabar lo mucho que me parecía a papá y el
buen trabajo que había hecho conmigo, le tocó el turno a Scott.
Tanto él como yo pusimos especialmente la oreja, con
más interés, cuando captamos un retazo de conversación más interesante: no sólo
Scott ganaba por parecerse a Zayn; al parecer, él era mejor que Zayn… algo que no acostumbrábamos a escuchar.
-Es mejor que su padre en todos los aspectos, salvo en
uno-suspiró Laura-: no es su padre. Pero no tiene los tatuajes. Creo que
compensa. ¿Cuándo decías que se volvían legales aquí?
-Tiene diecisiete
años-ladró mamá.
-Ya lo sé, mujer. En fin-suspiró-, ¿cómo lleva
Sherezade el tatuaje de Perrie?-la típica pregunta que incluso yo utilizaba
para aplacar la furia justiciera de mi madre.
-Bien, teniendo en cuenta que es ella la que se lo folla todos los días, la que lo llama esposo, y
la que ha parido a sus hijos.
-Ya-Laura volvió a chasquear la lengua-. Me imagino
que no hay esperanzas de que siga haciendo lo de aquella época, ¿no?
-¡LAURA!-bramó mamá.
-¿Qué?
-¡Cierra la boca! Scott entiende español, los dos entienden español.
-Ajá-intervino Scott, y las dos lo miraron-. Y
ejercemos un control férreo en mi casa sobre mi padre. Lo tenemos atado en
corto.
-¿Cómo de férreo, y cómo de corto?
-¡Eres una lagartona!-acusó mamá, pero se echó a reír.
-¿Cómo te crees que se pasan varios divorcios con dos
hombres, niña?-un nuevo suspiro-. Hablando de divorcios… ¿conoces a algún
hombre que me puedas presentar, de más o menos nuestra edad…?
-Yo conozco ingleses-cortó mamá, muy digna-. No
checos.
Los dos maridos que había tenido mi tía habían sido
checos, los dos conocidos en viaje de negocios en Praga.
-Me sirven irlandeses-sonrió Laura, burlona.
-¿Y te sirven ingleses, Laura?-pregunté yo, asomándome
por detrás de Scott-. Porque S está interesado.
-Por supuesto que está interesado, mira este cuerpo,
cariño-replicó mi tía, y los dos sonreímos.
-¿Qué cuerpo ni qué hostias, si mi niña ya tiene más
curvas que tú?
-¡Esa es otra! ¡Eleanor está preciosa! Ya es toda una
mujer, seguro que…
-Estaba hablando de Astrid-cortó mamá, alzando una
ceja un par de milímetros. Laura se pasó la mano por la cara.
-Menuda puñalada-comentó Scott por lo bajo.
No tardó en llegar su madre, en intercambiar un par de
impresiones con Laura acerca de lo rápido que pasaba el tiempo y lo mucho que
habíamos crecido. Empezaron a sacar trapos sucios las unas de las otras, todos
en forma de “mi hijo es mucho más guapo que el tuyo”, exhibiendo con orgullo
fotos que nos habían hecho de pequeños, sosteniendo sus móviles tan cerca de
las caras de las otras que a sus retinas les resultase imposible no ver lo que
se les ponía delante.
Llegaron nuestros padres, y pronto todo estuvo listo
para que pudiéramos cenar. Incluso preparamos la mesa, como ya habíamos hecho
el año pasado, y los pequeños hicieron de camareros, porque todo el mundo tenía
que arrimar el hombro.
Todo fueron risas y pequeñas pullas mientras los
entrantes volaban; para cuando se terminaron la sopa, algunos ya decían estar
llenos. Cada uno puso en común su día con los demás; los jóvenes escuchamos con
atención lo que habían hecho los mayores, Scott me robaba comida del plato y yo
se la quitaba a él, y todo estaba bien.
La cena amenazó con torcerse cuando Sherezade alabó mi
lubina.
-Estaba deliciosa, Tommy.
-Es que tengo un don-me excusé-. Lo que me viene de
Tomlinson no acompaña en el cantar-sonreí, y papá puso los ojos en blanco,
riéndose-. Así que… algo bueno tenía que heredar de mi padre, ¿no? Estas manos
son mágicas.
Papá había enseñado a cocinar a mamá, y mamá me había
enseñado a cocinar a mí. Cada uno había mejorado con creces el trabajo del
siguiente. Tenía muchas ganas de enseñarles a cocinar a mis hijos y ver lo que
serían capaces de prepararme.
-Díselo a Diana-acusó Scott, dando un sorbo de vino,
porque eso tenía “mucha clase”. Me eché a reír y le pedí que me acompañara a
por la dorada.
-¿Qué?-espetó Zayn.
-¿Dorada?-inquirió mamá, atónita.
-¿Habéis hecho dos platos de pescado?-casi bramó papá,
mirándonos.
-Y tres de carne-anunció Scott, orgulloso porque, si
bien nos habíamos visto un poco pillados en cuanto al horario, al final
habíamos conseguido salvar la cena con elegancia y talento. No habíamos quemado
nada, es más; las prisas nos habían venido bien para practicar como si fuéramos
chefs, se me aceleró el pensamiento, y se me ocurrieron un par de cosas que, de
poder haber recurrido a una cocina automatizada, no habrían sido posibles.
-Tú, chaval, no tienes vergüenza ni la has
conocido-gruñó papá, mirándome y sacudiendo la cabeza
-Scott me dijo que no había huevos a intentar
cocinarlo todo-expliqué, y Zayn clavó una mirada envenenada en su hijo.
-Y tú, Scott, miras a ver si cierras la puta boca de
vez en cuando.
Les guiñamos un ojo a nuestros padres, fuimos a por el
segundo pescado, y lo plantamos delante de ellos. Mamá me dio un beso cuando
descubrió que el postre era su tarta favorita y, aun a riesgo de enfermar, se
comió un trozo. Me dijo que estaba incluso más rica de lo que estaba la que
había comido en cada cumpleaños en España, y yo me lo creí.
Estábamos preparándonos para que dieran las uvas
cuando llamaron al timbre. Me peleé con Eleanor para que fuera a abrir, pero la
chiquilla tenía el día rebelde, y me tocó ir a mí. Me estaba ganando el cielo
aquel día, de verdad. No me merecía que me dedicaran un lugar especial: tenían
que ponerlo a mi nombre.
Me sorprendió encontrarme con que era Alec quien
llamaba a mi puerta. Al principio, creí que había pasado algo.
-Hola, Al-saludé, y él inclinó la cabeza en mi
dirección, en un gesto de deferencia.
-Hola, ¿está Eleanor?
-¿Alec?-preguntó Scott, reconociendo su voz,
levantándose y viniendo a nuestro encuentro.
-¿Ahora vas detrás de mi hermana?-acusé, en coña.
-¿Me la quieres quitar, hijo de puta?-soltó Scott,
medio en broma, medio en serio.
-Mary se ha olvidado no sé qué mierda del vestido,
dice que la tiene Eleanor, y le ha tocado al pringado venir de recadero… porque
el pringado es, en realidad, muy buena persona-asintió, convencido de que su
buen corazón lo llevaría lejos. Y, si se lo creyera de verdad, seguramente
fuera así.
Sin embargo, Scott y yo sabíamos qué se escondía
detrás de aquella expresión pacífica.
-Te ha tocado el cuello-dijimos a la vez, y Alec asintió
con más profundidad; no sabría decir cómo es que no se hizo daño en el cuello.
-Eso también; la cabrona sabe qué tiene que hacerme.
¿Seguís de cena?-preguntó, siguiéndonos dentro. Él habría cenado haría ya un
par de horas. Casi se le estaba volviendo a abrir el estómago mientras nosotros
luchábamos con un empacho de proporciones titánicas.
-Estamos con las uvas-informé-. ¿Quieres comértelas
con nosotros?
Lo bueno de que en España fuera una hora más y a mamá
no le gustaran las campanadas canarias era que podíamos comernos las uvas
juntos, y luego irnos de fiesta y celebrar la entrada del año (la de verdad) en
condiciones, con nuestros amigos, asomándonos a cualquier jardín para ver los
fuegos artificiales que tatuaban Londres con un millón de colores,
convirtiéndola en un arcoíris efervescente.
-Yo como melones, no uvas; ya lo sabes, T-contestó
Alec, en parte disgustado por lo desacertado de mi pregunta. Madre mía, chico,
perdona, a veces se me olvida que eres un puto vividor. Cálmate.
Eleanor clavó la mirada en nosotros, y no hubo
necesidad de que Al le dijera a qué venía: se levantó como un resorte y salió
disparada escaleras arriba. Todos nos miraron; Alec saludó con una inclinación
de cabeza, y nos deseó un feliz año nuevo en español.
Sus conocimientos de español se reducían a “feliz año
nuevo”, “feliz cumpleaños”, “un chupito de tequila, por favor”, y “hola, guapa,
¿tienes novio?”, así como el reglamentario “eres la chica más guapa que he
visto en mi vida”.
Las dos primeras cosas, las había aprendido en clase.
Las demás, las más útiles, se las había enseñado yo. Para que luego digan que
en los colegios sales curtido para la vida. A veces, tener amigos te hace ser
inteligente.
-¿Quién es este guapo?-preguntó Laura, mirándolo de
arriba abajo. Lo hizo en inglés, un inglés con un ligero acento del norte; no
era el típico inglés con acento español. Era diferente, el acento de Islandia,
donde se había instalado después de visitar la isla y darse cuenta de que no
había ningún hotel con spa. Eso era algo que una graduada en Turismo podía
resolver fácilmente.
Tanto Scott como yo nos giramos para clavar una mirada
estupefacta en ella. Vale que Alec era guapo, desde luego, triunfaba entre las
chicas; pero triunfaba entre las chicas, no
las mujeres, porque todavía éramos
jóvenes para entrar en el mercado más grande.
-Laura, por favor-suspiró mamá-. Tiene la edad de mi
hijo.
-¿Y qué? Madre mía, Erika, sólo he preguntado quién
es; tranquilízate.
-Relaja ese coño asaltacunas que tienes-gruñó mamá.
Laura la ignoró, se volvió hacia nosotros, y decidió tomarse la justicia por su
mano. Si quieres que algo se haga bien, hazlo tú.
-¿Cómo te llamas, guapo?
-Tengo muchos nombres-respondió Alec, críptico-.
Algunas chicas me llaman “oh, sí”. “Madre mía” también está bastante
solicitado. En ocasiones, “Jesús”. Y, de vez en cuando, “sigue, sigue, por
ahí”-sonrió, y Laura estaba encantada. Seguro que deseaba que Scott y yo
fuéramos un poco más como Alec y un poco menos como nosotros-. Pero mi madre me
llama Alec, aunque tú, muñeca, puedes llamarme “el padre de tus hijos”.
-¡Alec!-recriminamos Scott y yo-. ¿Qué cojones
haces?-continué yo, la voz de la razón-. Podría ser tu madre.
-Mm, me la bufa-respondió nuestro amigo-. Tiene morbo.
-Alec, por favor-suplicó Scott.
-Cierra la boca, Scott; los mayores estamos hablando,
es hora de que los niños se callen mientras hablan los adultos-volvió a centrar
su atención en la amiga de la adolescencia de mi madre-. ¿Y tú, muñeca? ¿Qué
nombre te han puesto?
-Laura-sonrió, y lo dijo en español, sin pasarlo al
inglés, y Alec también sonrió-. Y sería la “madre de tus hijos” si no tuviera
ya dos niñas y tuviera intención de aumentar la familia.
-¿No quieres tener más niños, muñeca? ¿Por qué? Con lo
que mola hacerlos-sonrió Alec. Puse los ojos en blanco. Era insoportable, era
mil veces peor que Scott estando con Eleanor… porque Alec podía convertir a
cualquier chica en Eleanor.
Laura soltó una carcajada.
-Qué chiquillo más gracioso.
-Sí, te sorprendería las risas que te puedes echar teniéndolo
en clase-intervino Zayn, que llegaba con un botellín de cerveza en la mano.
Alec le sonrió.
-Zayn… porfa… pídele a Stone que le eche otro vistazo
a mi examen-pidió, porque nunca estaba de más pedirle un favor al padre de uno
de tus amigos, quien casualmente estaba en el departamento de la asignatura que
peor se te daba.
-Tu examen daba pena y dolor, Alec.
-Venga, hombre, que es Navidad. Ya sé que tú no la
celebras, pero el espíritu está por todas partes. Hoy por mí, mañana por
ti…-sonrió-. Además, eres artista-uno de los talentos más desarrollados y
valorados de Alec era saber exactamente dónde tenían el ego las personas, y
atacarlo con un ataque frontal-, seguro que puedes encontrar algo buen en él.
-Fui yo quien la convencí para que te pusiera un tres
y no un dos con cinco que te jodiera la media y te dejara suspenso hasta las
recuperaciones.
-¿Sacaste un tres?-inquirí yo.
-¡Alec!-suspiró Scott, disgustado, porque veíamos a
Alec repitiendo curso por lo vago que era. Claro, tanto follar todos los fines
de semana con todo lo que se le pusiera por delante acababa con cualquiera. Así
estaba luego, muerto del asco entre semana, rogando por un minuto para
descansar… y volver a hacer lo que hacía el fin de semana.
-¿Ves?-Alec decidió ignorarnos; era más sencillo para
él-. Hay feeling entre nosotros; esto
se puede arreglar.
-No está para aprobar, Alec, y lo sabes-pero Zayn le
sonrió, porque Alec le caía bien. Caía bien a todo el mundo, salvo a los que
Alec decidía obsequiar con su odio.
-Clavé la explicación de Tolstoi-se quejó Alec.
-¡Se te preguntó por la Ilíada!-estalló Zayn. Alec se lo quedó mirando, pensativo.
-Gran libro, sí señor. Admirado por muchos. Entre
ellos, Tolstoi.
Zayn se tuvo que echar a reír. Joder, Alec era un
dios. Eleanor continuó revolviendo hasta cinco minutos antes de nuestras uvas;
Alec se habría ido de no ser porque una distracción se cruzó en su camino.
Sabrae bajó las escaleras con majestuosidad, pasándose
los dedos por los rizos, aún un poco húmedos de la ducha que se había dado
después de terminar sus trabajos de pinche. Sonrió nada más ver a nuestro
amigo.
-Hola, Al-ronroneó cual gatita, posándose como una
grácil mariposa en el suelo, abandonando de una vez por todas las escaleras.
-¿Qué hay, Saab?-replicó Alec, en un tono casual,
intentando disimular lo mucho que le gustaba lo que veía.
-¿Te apetece quedarte y probar las uvas?
-Hay un par de cosas que me apetecen ahora
mismo-replicó él, tirando de ella y pasándole las manos por la cintura. Zayn
los observaba con atención y suspicacia. Su niñita se estaba haciendo mayor,
entraba en aquel inmenso tablero de juego que era una adolescencia plena… y se
estaba dando cuenta de que jugaba bastante bien.
Scott alzó las cejas, contemplando a su hermana
tontear de aquella manera con Alec. Parecía un poco cabreado… mira, estaba
probando su propia medicina.
-… peeeeeeeeeero-sonrió Alec, acariciándole la
cintura, pasándole los dedos por la piel desnuda, que el mono de color rojo
sangre que traía la hermana de uno de sus mejores amigos dejaba al descubierto
en sus costados y caderas-… el deber me llama.
-Es una lástima-ronroneó Sabrae, acariciándole la
mandíbula.
-Cualquiera diría que eres tan devoto, Al, después de
cómo has perdido el tiempo con Laura y lo estás perdiendo con Sabrae.
-Yo con Sabrae no puedo perder el tiempo-replicó él,
sin mirarme-. Lo estoy invirtiendo.
Ella se echó a reír.
-Así que, ¿hay otras?
-Siempre hay otras, muñeca, pero ya sabes que yo sólo
tengo ojos para ti.
Sabrae volvió a reírse.
-¿Llamas “muñeca” a todas las chicas que
conoces?-quiso saber Laura, con unas cejas que se unían en la parte más baja de
su frente.
-Sólo a las que me quiero ligar. Y lo que os encanta
que lo haga, preciosa.
Eleanor apareció como un rayo por las escaleras.
Todavía no se había cambiado de ropa, y seguía vistiendo los vaqueros tan
gastados por las rodillas, los que le quedaban inmensos porque… vaya, pero si
me los había quitado a mí. Le entregó una bolsa, de ésas que te dan en las
tiendas caras, y le sonrió.
-Supongo que ya no tengo nada que me permita postergar
más mi marcha, ¿mm?-susurró Alec, burlón.
-A mí se me ocurren un par de cosas que pueden
postergar tu marcha, Al.
-¿Cuáles, Saab?
-¿Queréis subir a mi habitación?-inquirí, y Scott me
dedicó tal mirada que no supe cómo no me derretí en ese mismo momento.
-Bueno, T, ya que lo sugieres, tampoco voy a decirle
que no a despedir bien el año-replicó Alec, mirándome.
-¡Pírate a tu puta casa, Alec!
Alec se echó a reír, hizo ademán de marcharse, pero a
Sabrae no le costó mucho convencerlo de que se quedara. Comimos las uvas todos
juntos, Eleanor se reía de cómo competíamos los chicos por ser quienes más
devorásemos (gané yo, que para algo soy medio español… y me las apañé para
coger el cuenco de uvas peladas y sin pepitas, más parecidas a la gelatina que
a ninguna otra fruta).
Nos fuimos a la cocina, a dejar los cuencos vacíos;
Alec estaba de tan buen humor que nos ayudó sin que nadie se lo pidiera. De
todas formas, las chicas todavía tenían que terminar de arreglarse, así que no
le quedaban muchas cosas por hacer, más que darle consejos de belleza a Sabrae.
-¿Cómo me dejo el pelo, Alec?-le preguntó la Malik, y
él sonrió, mirándola.
-Suelto-dijo sin darse un segundo de vacilación.
-¿Te gusta más suelto?
-Ya sabes por qué, bombón.
Sabrae se inclinó, le dio un beso en la mejilla y
salió disparada en dirección al baño, donde Eleanor ya se estaba pintando como
una puerta.
Tanto Scott como yo nos quedamos mirando a Alec.
-¿Qué?-espetó él.
-No has llamado “bombón” a una chica en tu vida-acusó
Scott. Alec se lo quedó mirando.
-Seguro que sí, lo que pasa es que no me hacéis caso.
-Te digo que no. Tommy puede corroborarlo.
-Scott tiene razón.
Alec suspiró.
-Tu hermana es negra,
Scott. Y está buena. ¿Qué es negro y está bueno? Los bombones.
-¿No será porque es dulce?-se metió con él Scott. Alec
volvió a suspirar.
-Cómeme los huevos.
-¿Qué diferencia hay entre una muñeca y un bombón,
Alec?-quise saber yo, y él sonrió.
-Juegas con las muñecas, y te lo pasas bien con ellas.
A los bombones los deseas, y los deseas, y los deseas, y cuando los tienes… son
mejores de lo que esperabas. Y engordan. No te voy a decir exactamente qué engordan-alzó una ceja, Scott puso
los ojos en blanco.
-¿Y esto? Antes mi hermana y tú pasabais el uno del
otro.
-Eso era antes de
saber que éramos compatibles, Scott. Hay que primar la compatibilidad por
encima del pasotismo.
Yo lo miré.
-Te echa unos polvos de miedo, ¿eh?
-Es una Malik-espetó Scott, como si eso fuera una
explicación plausible, fácilmente demostrable ante un tribunal científico.
-Los mejores de mi vida-asintió Alec, sonriendo con su
equivalente a su sonrisa de Seductor™-. Y esta noche siento que va a ser
diferente. Que voy a tener suerte, ¿sabes?
Las chicas no se hicieron esperar mucho tiempo más.
Estábamos apoyados en la pared, ya con los trajes; Alec protestaba porque el
mío parecía de un funeral, pues era todo negro, y Scott no hacía más que
meterse conmigo para que terminara por mandarlo a la mierda.
Nuestros padres hicieron alarde de una inmensa
capacidad para darnos consejos y mantenernos atados en corto: cuidad de
vuestras hermanas, no les deis el coñazo a vuestros hermanos, bebed con
responsabilidad…
-En fin, que mires a ver lo que haces, Scott-finalizó
Zayn. Scott alzó las cejas.
-¡Perdona! ¿Acaso fui yo el que dejó embarazada a una
tía que ni conocía?
-¡SCOTT!-tronó Sherezade.
-Mira a tu madre, chaval, ¿de verdad te crees que no
debería haberla dejado embarazada, aunque no la conociera?
-¡ZAYN!
-Por cierto, de nada por eso, ¿eh, chaval?-respondió,
revolviéndole el pelo a Scott.
Ellas fueron delante, en dirección a casa de Alec;
nosotros íbamos detrás. Habíamos vuelto a sacar el tema de cómo había tonteado
con Laura, a pesar de que nos doblaba la edad sobradamente. Alec se jactaba de
no tener vergüenza ni saber lo que era. Le encantaba hacérnoslo pasar mal, y yo
lo había pasado un poco mal viendo cómo no Laura no se amedrentaba ante sus
pullas.
-Por favor, Al, por los años de amistad que hemos
compartido, ¿puedes dejar de zorrearle a cualquier cosa que no tenga polla? ¿Es
mucho pedir?-supliqué, mientras Scott reía-. Yo, de verdad, no te pido más,
Alec. Ni siquiera te pido que te gradúes, pero deja de zorrearle a todo el
mundo.
Al se echó a reír.
-No-dijo por fin.
Scott lo miró.
-¿Y si te lo pidiera mi hermana?-atacó, y Alec le
devolvió la mirada, sopesando las posibilidades.
-Sabrae no folla lo bastante bien como para que cambie
mi forma de ser-sentenció por fin.
-¿Seguro? Mírala bien, Al-insistió Scott, alias El
Demonio, Satán, Lucifer… haciendo un gesto con la cabeza en dirección a Sabrae,
que en ese instante se reía de algo que le había dicho Eleanor. Alec dirigió la
mirada hacia las dos chicas, se detuvo sin interés en Eleanor, y sus ojos
chispearon con alegría al pararse en las curvas de Sabrae, en su manera de
andar, en cómo le botaban los rizos…
-A Sabrae le gusto tal y como soy-sentenció por fin,
lo cual significaba, básicamente: sí, si
me lo pidiera Sabrae, pararía.
Y eso, en su lengua, era mejor que cualquier
declaración de amor súper currada, de ésas que salen en los libros que les
gustan a las tías.
No debería haber venido. Me doy cuenta en cuanto me
detengo frente a las escaleras que dan a su puerta, con unos adornos que nadie
se ha molestado en quitar.
Sé
que no hay ninguna fiesta más allá de estas paredes.
Sé
que se ha cambiado el rojo y blanco de Papá Noel por el negro y el negro del
luto.
Sé
que hay velas en el lugar donde debería haber calcetines y dulces.
Sé
que hay regalos olvidados en algún rincón de algún armario que ya nadie va a
tener interés en abrir.
Nada
más comer las uvas, después de que mamá llamara a los Tomlinson y yo
descubriera, desilusionada, que no podría hablar con mi Tomlinson preferido, me
he terminado de preparar y he salido a la calle. Le he dicho a mamá que me voy
de fiesta con mis amigas.
He
comprado un vestido en una tienda del centro; ni siquiera sé si me sirve. No
tengo intención de ponérmelo. Aunque he hecho planes con ellas, desde el primer
momento mi intención ha sido no seguir adelante con todo esto. Desde que recibí
la llamada de Tommy, he sabido lo que haría en fin de año.
Es
curioso cómo la tranquilidad que sentía se difumina apenas te das cuenta de que
ésta es tan frágil como tú la hagas.
Me he
cambiado en el garaje, me he puesto un jersey, les he mandado un mensaje a mis
amigas diciendo que algo de la cena ha debido de sentarme mal, y me he marchado
sin que nadie me vea.
Es
una noche enjaulada, con un cielo encapotado que casi no te deja respirar.
Vuelvo
a mirar la escalera.
Y me
armo de valor, subo los pocos peldaños que elevan la casa, y aprieto el timbre.
Tardan
un poco en abrirme. Estoy empezando a pensar que se trata de una señal divina
cuando alguien, finalmente, me abre.
Es su
madre.
Me
mira con ojos llorosos, enmarcados en profundas ojeras. Me doy cuenta de que ha
sido una mala idea para mi estabilidad emocional el venir a verla nada más me
topo con ella. Tiene un aspecto demacrado, de ultratumba; su cuerpo sigue ahí,
negándose a abandonar este mundo...
…
pero su alma está muy lejos, carbonizada, hecha pedazos. Muerta antes de arder,
por lo menos no ha sentido las llamas devorándola.
Desea
ser él. Se cambiaría mil y una veces por Chris. Desea haber estado en la
explosión. Ojalá hubiera muerto de verdad en la explosión, ojalá hubiera sido
un regalo divino. Pero no le digo nada.
No,
porque no sabe la verdad, y es mejor que sepulte a un hijo que no que entierre
a un monstruo.
Le
agradezco a Tommy en silencio el haberme parado los pies. Haber conseguido que,
con sólo oír su voz, yo no quisiera arrojarme al vacío.
Esas
ojeras podrían ser de mi madre.
El
pelo revuelto podría ser el de mi madre.
Los
ojos vacíos, perdidos, sin vida, podrían ser los de mi madre.
Es su
único hijo.
Era
su único hijo.
Y yo
le quité la vida.
-Layla-susurra.
Le cuesta muchísimo hablar. Yo no digo nada; también me cuesta muchísimo
hablar-. Pasa, cariño.
Entro
en la casa. Sigue como siempre, pero ahora, su atmósfera es triste. La culpa es
mía. No debería haber convencido a Chris para que viniera conmigo a Londres. La
culpa es mía. La culpa es de Londres, pero yo lo llevé a Londres, así que la
culpa es mía.
Han
puesto un árbol de Navidad. Han pasado la Navidad preguntándose qué le sucedía,
por qué no llamaba, si se habría quedado sin dinero otra vez. Y yo, comiendo
con mis padres, con mi familia.
Recordando
cómo me sentí cuando estuve con Tommy. En mi cama. Cuando él me hizo lo que no
me gustaba que me hiciera Chris… y me había gustado, un poco, con él.
Yo
debería haber tenido las Navidades horribles, no ella.
-Vengo
a ver cómo estáis-digo, como si no fuera evidente. Ella asiente-. Os he traído
dulces-añado, pasándole un envase lleno de golosinas que sé que se pudrirán en
una esquina hasta que alguien se arme de valor para lanzarlas a la basura.
-Es
un detalle por tu parte, cariño.
Me
siento con ellos en el sofá. Me preguntan por el curso. Les he tenido que
contar que he roto con Chris, que lo dejamos en Noviembre, para que no
sospechen. No creo que sea justo para ellos el saber lo que él me hacía.
Bastante se han torturado ya.
No
quiero que tengan que volver a enterrarlo, más profundo aún. Todavía no les han
devuelto el cuerpo, pero ellos ya lo han empezado a sepultar. Si encima les
cuento en qué se convirtió, jamás podrán perdonarlo, igual que yo jamás podré
perdonarle.
Ha
sido muy cobarde decírselo a Tommy.
Debería
haber sabido que se ocuparía.
Debería
haberme entregado antes de que él pudiera hacer nada.
Le he
jodido la vida también a él.
Llevo
varios días fingiendo que estoy bien, y llorando hasta dormirme por las noches.
Le he dicho que le quiero, le he besado, tengo las manos manchadas de sangre y
me he atrevido a desnudarlo con esas mismas manos.
He
sufrido porque Diana también lo tiene.
No me
merezco nada, nada, nada. Y menos a él.
Nos
quedamos mirando por la ventana. Ni siquiera llueve. No hay nada con que
distraerse. La televisión está apagada. Lleva apagada desde que les llamaron
por teléfono.
Ha
habido una explosión. Su hijo estaba en casa. No se preocupe, señora, no
sufrió. Señora, por favor, siéntese. Su hijo ha muerto. Señora, no sufrió, se
lo garantizamos. Fue todo muy rápido.
Yo
también se lo garantizo. Sí, fue rápido. Un latido de corazón. Y pum. El suyo
se detuvo.
Y ahora,
mi ex suegra desea que se hubiera detenido el suyo en lugar de el de ella.
-¿Queréis
que os deje solos?
Me
miran los dos. Su padre tampoco está muy bien. De hecho, creo que está peor.
Pero se hace fuerte, por su esposa. Los hombres son así. Pueden estar sufriendo
más que tú, pero jamás lo dejarán entrever. Tienen que ser las rocas a las que
aferrarte.
Me
pongo muy triste de repente. Puede que Tommy esté así. No he vuelto a hablar
con él desde que me llamó. Creo que ya ha elegido, por fin.
Evidentemente,
no ha sido al juguete roto.
He
pensado en llamarlo. Pero me he dado cuenta de que mejor, no. Las cosas tienen
que reposar un poco.
No
voy a acercarme más a él. Está Diana. Diana es la que se lo merece. Ella es la
fuerte, la luchadora. Yo sólo soy una sombra cuando ella es el sol.
Despacio,
niegan con la cabeza.
Les
cojo las manos.
-Era
una buena persona. De veras. Lo era-digo, y creo que lo digo en serio, que no
estoy mintiendo… no del todo. O puede que sí. Estoy demasiado confusa.
Nos
quedamos con las manos unidas un rato más.
-Vamos
a hacerle funeral el día 3-dice por fin su padre, tras tragar saliva y
carraspear un par de veces-. Esté él, o no.
-No
puedo enterrar a mi hijo si mi hijo no está ahí para que lo entierren-replica
su madre.
Es curioso
cómo no pienso en “mi ex suegro” o “mi ex suegra”, sino en su padre y su madre.
Los padres de alguien que ya no está. Dos personas que ya, por tanto, no son
padres.
Me
pregunto si se divorciarán después de esto. Muchísimas parejas son incapaces de
superar la muerte de uno de sus hijos.
Espero
que no. No puedo cargar también con su divorcio. Hacen buena pareja.
Se
hace un silencio. Tarda una eternidad en romperse, y eso que la aguja del reloj
casi no se mueve.
-He
estado limpiando el polvo en su habitación-dice su madre. Su padre la mira, con
infinita tristeza. No entiende qué gracia hay en limpiar el polvo de una
habitación que ya nadie va a usar-. He limpiado todas las fotos. Te adoraba,
Layla.
Se me
llenan los ojos de lágrimas.
-Lo
sé-miento. Ojalá fuera verdad. Nadie hace daño a algo que adora. No le golpean,
no lo rasgan, no lo queman, no lo rompen… no lo violan.
Siento
una urgente necesidad de subir las escaleras, en dirección a su habitación. La
miro un momento. Sus ojos miran más allá de mí. Están viendo lo que yo
represento: el amor de su hijo, la chica que lo ha sacado de casa y no ha
permitido que se vuelva a meter.
-Voy
a ver las fotos-digo. Me las sé de memoria.
-Coge
las que quieras-replica, y luego se lo piensa mejor-… para fotocopiar. Luego,
devuélvemelas, por favor.
-Claro-asiento,
me levanto, subo las escaleras, alejándome del ambiente enrarecido del salón.
Me
quedo frente a la puerta de su habitación. Doy un par de inspiraciones, y
finalmente me armo de valor para entrar. Empujo la puerta y me planto allí
dentro. Todo está como lo recordaba.
Y,
sin embargo, no hay nada que esté como antes.
No
hago caso de la ropa, de los libros, de los apuntes apelotonados en la mesa,
que ya nadie va a ordenar. Me acerco a la cómoda. Miro las fotos.
Éramos
felices.
Sobre
todo, yo.
¿Qué
nos pasó?
¿Por
qué me violaba?
¿Por
qué lo maté?
Cojo
una foto que nos hicimos el verano antes de irnos. Él sonríe a la cámara
mientras yo me vuelvo y lo beso en la mejilla. Ya tengo el colgante de la caracola.
Y la pulsera con una caracola de verdad en la muñeca. La que me regaló ese
mismo día.
Se
rompió al poco tiempo.
Pero
yo todavía guardo la caracola.
Quiero
que me entierren con ella.
Lenta,
muy lentamente, me acerco la foto más y más a la cara, hasta que no es más que
un amasijo de color y píxeles. Recuerdo nuestra primera vez juntos.
Me
tumbo en la cama.
Fue
aquí mismo.
Esta
cama lo ha acogido cuando aún era bueno. En esta cama me desnudé por primera
vez para él. Y a él le gustó tanto verme desnuda que acabó antes de empezar.
-No
te preocupes-recuerdo haberle dicho, sonriendo, besándole-. Esto ha sido
tierno.
Le
acaricié. Le besé. Me tumbé para él. Me abrí de piernas para él.
No
era un monstruo. Si se hubiera quedado en Wolverhampton, no sería un monstruo.
Me
echo a llorar, abrazada a la foto de nosotros dos besándonos. Y, de repente,
quiero volver corriendo a mi casa. Vomitar la cena. Las uvas. Todo. No hay nada
que celebrar. Mi alma no ha llegado a cambiar de año.
Sigue
marchitándose en aquel instante en que le di aquella patada, difuminándose como
cundo me senté en la ventana, dispuesta a tirarme.
Estoy
anclada en el pasado. Lloro por mí, por él, por su madre, por su padre, por
todos, por Tommy y por Diana, y me quedo dormida llorando por lo que he pasado,
por lo que he hecho y lo que no he hecho, por cómo le consentí ir con gente que
no me gustaba, por cómo no peleé con más fiereza, por cómo no lo dejé en cuanto
vi que algo no andaba bien.
Me
quedo dormida llorando.
Para
variar.
Nadie
me despierta. Sus padres se olvidan de que estoy aquí arriba. Incluso si me
muero aquí dentro, no se percatarán. No van a volver a entrar a esta
habitación, ni siquiera para limpiar.
Pero
no me muero allí dentro. Me despierto. Algo en mi muslo vibra. Me llevo la mano
al bolsillo, y contesto sin mirar la pantalla. Me limpio las lágrimas, sorbo
por la nariz, y susurro un tímido:
-¿Sí?
No me
espero su voz. Casi me espero más la de Chris, llamándome desde ultratumba,
diciendo que me aleje de su familia, de su casa. Que salga de su habitación y
deje de profanar su cama.
-Princesa-es
todo lo que dice, arrastrando cada sílaba. Le cuesta bastante hablar.
-Tommy-susurro,
y me siento estallar por dentro.
-Princesa-repite,
como si fuera lo único que sabe decir. No hace más que salvarme la vida.
-¿Estás
borracho?
Tarda
un poco en contestar.
-Un
poco-admite. Me lo imagino tambaleándose, con los ojos brillantes. Y sonrío.
Madre mía, le quiero tantísimo…
-Te
echo de menos, T-digo por fin, después de escucharlo respirar, y que él me
escuche a mí.
-Ojalá
estuvieras aquí, conmigo, princesa-dice, y se echa a reír por algo que yo nunca
sabré qué es-. Me apetece mucho verte. Tenerte cerquita. Abrazarte.
Tengo
la foto de nosotros juntos de vacaciones y no hago más que desear que los
deseos de otro se conviertan en realidad.
-Yo
también quiero tenerte cerquita. Y abrazarte.
-Abrazarte
como amigos, me refiero-aclara-. Y, bueno, si quieres repetir lo del otro día…
yo estoy por la labor.
Me
echo a reír. Estoy a punto de decirle que creo que yo también. Pero sé que no,
y él no se merece que lo rechace así, como entonces.
-No
puedo creer que me llames estando borracho-es todo lo que se me ocurre decirle.
-Jordan
dice que, si piensas en una chica tres veces estando borracho, tienes que
llamarla-explica, con mucho esfuerzo.
-Tres
son muchas veces-susurro.
-Me
ha costado cinco armarme de valor… y seis conseguir marcar el número bien.
Me
río. Me lo imagino luchando contra números que bailan… y me vuelvo a reír.
-Princesa-me
llama-. Me gusta escucharte reír.
-A mí
también me gusta escucharme reír, Tommy-confieso. Hace tanto que no lo hago...
por lo menos, con sinceridad.
Desde
que él se marchó.
-No
me extraña-replica-. Tienes una risa preciosa.
-Tommy-replico.
-Tengo
que colgar, princesa. Sabrae está haciendo no sé qué. No encuentro a Scott.
Tengo que cuidar de ella. ¿Cuidarás de ti por mí, princesa? Dime que sí.
-Sí,
T.
-No
estés triste, princesa.
-No
lo estoy.
-Suenas
triste, princesa.
Tengo
que emborracharlo más a menudo. Me gusta que no pueda parar de llamarme
“princesa”.
-Lo
estaba, T, pero ya no lo estoy.
-¿Porque
te he llamado?
-Sí-susurro.
-Pues
mañana te vuelvo a llamar. No me gusta que estés triste, princesa. Te quiero
muchísimo.
-Yo también
te quiero muchísimo, T.
-Vale.
También quiero a Diana-suelta, con toda la naturalidad del mundo-. Espero que
puedas perdonarme. Y que ninguna de las dos os deis cuenta.
-¿De
qué?
-De
que no soy lo bastante guapo como para que las dos estéis detrás de mí.
Y
coge y cuelga. Sin decir nada más. Y yo me quedo mirando el techo, mordiéndome
la sonrisa. Puede hacerme feliz a miles de kilómetros de distancia, con una
simple llamada.
Vuelvo
a llamarlo.
-¿Princesa?
¿Se te ha olvidado algo?
-Eres
mucho más guapo de lo que merecemos, T. Yo por lo menos.
-Eres
muy amable, princesa. Tengo suerte de tenerte. Tengo que colgar. Sabrae dice
que es el Sauce Boxeador. Está agitando las trenzas. Va a sacarle un ojo a
alguien. Un día quiero verte con trenzas, princesa-espeta-. Seguro que te
quedan bien.
-La
suerte es mía, T.
-Qué
maja eres-replica.
Y nos
quedamos callados.
-Creo
que tenía algo que decirte.
-Es
Año Nuevo-le recuerdo.
-Ah.
Sí. La próxima vez, deberíamos usar un condón que no esté caducado.
-No creo
que sea eso, T-me echo a reír, qué blasfema soy. Me río en una casa que está de
luto.
-Pues
no me acuerdo de qué es.
-Feliz
año, T.
-Me
comí trece uvas.
-¿Qué?-inquiero,
frunciendo el ceño.
-El
año pasado. Me comí trece uvas. Le quité una a Scott. Puede que por eso llegara
Diana a Inglaterra y me enterara de lo que te pasó. Menuda movida-lo oigo
bufar-. Si lo llego a saber, le dejo a Scott su uva extra.
-Pásalo
bien, amor.
-Y
tú. ¿Princesa?-dice, tras una pausa en la que yo noto cómo se me llenan los
ojos de lágrimas.
-¿Sí?
-Sal
a divertirte. Sé feliz. Besa a un montón de chicos. Vuelve a enamorarte. Aunque
no sea de mí. Bebe mucho, mucho, hasta que no recuerdes qué hiciste. Y que te
duela la cabeza. Regodéate en cómo duele. Si no duele, es que no te lo has
pasado bien, que no has bebido bastante.
-Tommy…-susurro.
-No
te suicides-salta-. Por lo que más quieras. No te suicides. La última vez que
te llamé, pensabas en suicidarte. No pienses en eso. Es horrible.
-No
lo haré. Ya no. Tranquilo.
-Vale,
princesa. Buenas noches.
-Que
descanses, T.
-Eso,
si encuentro a Scott.
Y
cuelga. Y yo me quedo mirando el techo, y estoy extrañamente feliz. La tristeza
sigue ahí, impregnando mi ser, toda la casa, pero, por otro lado… no siento que
termine de invadirme como estaba haciendo antes.
Me vuelve
a vibrar el móvil.
-No
quiero que pienses que Scott es más importante que tú-espeta-, pero es que no
lo encuentro y estoy empezando a preocuparme.
-Tranquilo,
T.
-Vale.
Hasta luego, princesa.
Espera
a que le diga adiós, y entonces, volvemos a colgar. Me quedo mirando la
pantalla del móvil.
Me lo
pienso un momento. Se lo merecía. Puede que los monstruos no empiecen siendo
monstruos, pero yo me estaba defendiendo. Al final, se lo merecía. Puede que el
de las fotos de la casa jamás se mereciera eso, pero el que me hizo los
moratones, sí.
Marco
un par de números. Borro. Pienso. Vuelvo a marcar. Mis amigas se esfuerzan por
escucharme. Sigo el consejo de Tommy. Quedo con ellas, me emborracharé, puede que
incluso me arme de valor para contárselo.
No me
pongo el vestido de nuevo. Voy a buscarlas y nos quedamos en un sitio
tranquilo, lejos del barullo de la gente. Veo a un chico besando a su novia, a
una chica besando a su novia, a un chico besando a su novio, y pienso que puede
que en algún momento yo pueda hacer eso con otro.
Que no
sea Tommy, claro, porque Tommy no es “otro”. Es Tommy. Y es tan bueno, tan
dulce… no tiene mérito enamorarse de él.
Ellas
hablan, y se ríen, y son felices, y se alegran de que esté con ellas. Y yo me
alegro de estar con ellas, al igual que me alegro de que Tommy me llame cuando
está borracho. Eso es que piensa en mí, y me echa de menos de verdad.
Chris
me llamaba también cuando estaba borracho, y me gustaba de la misma manera.
Me
ofrecen un chupito. Yo lo miro un momento. Ellas esperan con impaciencia a que
haga algo.
No voy a convertir también a Tommy en un
monstruo.
Y me
lo bebo de un trago, a la vez que ellas.
AYYYYYYY ¿Podría ser más completo este capítulo?
ResponderEliminarYo lo siento mucho pero soy incapaz de shippear a Alcé con Sabrae. ES IMPOSIBLE PARA MI. No les veo ningún futuro como algo más que un polvo.
EN OTRO ORDEN DE COSAS, admiremos y suframos sintiendo como comienza a mascarse la tragedia entre Scommy, como la tensión va creciendo y tengo que empezar a preparar mi corazón para ese día porque estoy segura de que VOY A LLORAR LÁGRIMAS DE SANGRE Y DOLOR! Creo que nadie está preparado para ese momento...
ATENCIÓN IMPORTANTE AL MOMENTO ENTRE LAYLA Y TOMMY. Yo solo digo que me da una pena increíble todo este triángulo Diana-Tommy-Layla porque alguno saldrá herido de todo esto y no soportaría que fuera Tommy porque si él sufre, también sufre Scott lo que es sinónimo de que SUFRA EL PUTO UNIVERSO!!
PD: un besito de parte de una campanada canaria jajajajaj
Ay, Ari, tenía ganas de subirlo aunque no ha salido como yo esperaba; me había apetecido mucho escribirlo y que narraran los 5 en el mismo (me hacía ilusión, no sé por qué), imagínate lo completo que habría sido si no me hubiera emocionado con Tommy y hubiera escrito 13 páginas sólo con él...
EliminarYo a Alec y Sabrae los shippeo MUCHÍSIMO, desde que me disteis permiso para hacer su spinoff, pienso un montón en ellos. Más que en Sceleanor, puede que sea por la novedad.
Entre Tommy y Scott ya hay muchísima tensión, me parece que, aunque Tommy asegure que no le importa que Scott mantenga en secreto con quién sale, en el fondo le duele y le cabrea. Se está gestando #lapelea
DIOS, Lommy son preciosos, quiero guardarlos en una cajita y cuidar de ellos mucho mucho, de verdad ♥
Muchísimas gracias por tu comentario, jo, qué mona eres.
PD: no sabía que fueras canaria, meca JAJAJAJAJA
Hablemos de que por fin Layla esta avanzando. Hablemos de que ya se está convenciendo poco a poco de que algún día podrá volver a enamorarse, que matar a Chris fue lo mejor que puedo hacer y que tiene que ir poco a poco curandose ella misma.
ResponderEliminarPoco a poco Layla va a salir del pozo, y con la ayuda de Tommy se le hace más llevadero y fácil el darse cuenta de que cargarse a Chris, en el fondo, no fue tan malo.
EliminarNecesitaba escribir cómo sonreía escuchando a Tommy tirada en la cama de Chris, con la foto de ellos dos en el regazo. Es como un símbolo de su situación: debajo de ella está Chris, llamándola, reclamándola y devorándola, ella queriendo salir, y Tommy sacándola❤
uy, me ha quedado muy poético, ahora que lo pienso❤
VALE O SEA, SI SHPPEO MAS SABREC ME EXPLOTA UN OJO. (SI, YA LOS HE BAUTIZADO)
ResponderEliminarYo los llamo Sabralec, y SON EL MEJOR SHIP DEL MUNDO ❤❤❤❤
EliminarMadre mía... Scott esta desaparecido y Tommy no para de buscarlo, como lo encuentre con Eleanor puede darme algo
ResponderEliminarTranqui Rosa, Tommy no va a pillarlos in fraganti
Eliminar"Valiente paliza le pegaría en cuanto me enterara de que, efectivamente, conocíamos al novio de Eleanor. Era él. Lo gracioso sería que querría matarlo (y lo intentaría)" Mima veo que ya no queda nada para la pelea y me está temblando hasta el ojete. En serio Eri, dime por favor que no vamos a tener que sufrir y estos dos van a estar meses enfadados.
ResponderEliminarSi os dijera cuánto tiempo van a estar cabreados y qué grado de sufrimiento tendría, perdería la gracia ☺
Eliminarno, no van a ser meses, tranquila...
... aunque os van a cundir como años. Y a ellos dos, como milenios.
"-Suena a partidazo, El-comentó S.
ResponderEliminar-Es un partidazo-replicó mi hermana." SON LO MEJOR DE ESTA NOVELS VALE
Hablemos de lo muchísimo que se vacilan por favor te los imaginas con niños vacilándose "porque papá esto" "mamá lo otro"
Eliminary al final del día no importa porque mamá es la más hermosa y la más lista del universo y papá es el más bueno y cariñoso del mundo mundial
ay❤
he llorado
"Nos ha jodido, tienes un puto bloc de dibujo dedicado exclusivamente a ella. Tendrías problemas si no la vieras guapísima." Puede el puto Scott enseñarle el Bloc a Tommy durante la discusión para que se de cuenta de que si adora más a su hermana ella que se convierte en una diosa y el en un siervo.
ResponderEliminarSERÍA TAN ÉPICO MADRE MÍA puede que lo meta Triana, gracias por la idea ❤
Eliminarpor cierto, me ha encantado lo de que "ella se convierte en una diosa, y él en un siervo" ay ❤❤❤❤
ResponderEliminar"cuando pasó delante de mí, me la quedé mirando. Scott llevaba mirándola un buen rato." CHILLANDO. O SEA ADORO EL HECHO DE QUE SCOTT NO PUEDE QUITAR LOS OJOS DE ELLA EN CUANTO LA TIENE EN SU CAMPO DE VISIÓN.
Pd: por esto último Tommy ya debería haberse dado cuenta hace un mes, pero como el pobre es tonto
ES #SU CHICA POR FAVOR, ELEANOR NO ES SU TIPO DE CHICA PERO ES #LA #CHICA #DE #SCOTT Y SCOTT NO PUEDE DEJAR DE MIRAR A SUS CHICAS Y PENSAR "seré un cabrón pero tengo un gusto cojonudo *emoji de las manitas uniendo dos dedos*" (sí, Scott piensa con memes).
EliminarA VER, jo, deberían darme un carnet de defensora de Tommy o algo, pero la cosa es que Scott y Eleanor llevan toda la vida tonteando así, entonces no hay mucho cambio; la única diferencia es que ahora follan, pero eso Tommy no lo sabe.
Por Dios Eri, esto es una agonía. Dinos por lo menos cuanto falta para el momento fatal. Para ir ahorrando para comprar pañuelos y tal sabes
ResponderEliminarEl capítulo con bronca en sí va a tardar como 4 en llegar, pero en el capítulo que viene ya se inicia un poco la movida.
EliminarEso sí, en el siguiente al siguiente YA EMPIEZAN LAS BRONCAS Y LA TENSIÓN VA ESCALANDO, espero que os guste ☺
En realidad yo creo que lo que más le va a jodera Tommy es el hecho de que lo hayan vacialdo tantísimo durante dos meses es que.... A mi sinceramente si mi mejor amiga me lo hace le dejo de hablar un mes pero por otro lado Tommy y Scott son tan preciosos que no quiero que no estén enfadados un día.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo Coquito, ya no es que Scott esté con El a sus espaldas, son la cantidad de vaciladas constantes que le mete a Tommy. Es que se está riendo de él, S no se da cuenta, pero se está riendo de él.
EliminarVamos a sufrir con la bronca, ya verás
"A Sabrae le gusto tal y como soy-sentenció por fin, lo cual significaba, básicamente: sí, si me lo pidiera Sabrae, pararía." MADRR MIA. GRITANDO ESTOY. PUEDEN SABRAE Y ALEC EMPEZAR A SALIR?? POR FAVOR
ResponderEliminarSOY FAN DE QUE KARLA HAYA PUESTO EL MISMO COMENTARIO QUE TÚ
EliminarPD: Sabralec son tan shippeables madre mía quiero que follen mucho mucho ❤
Eri, si no es mucha molestia podrías poner una foto en el siguiente capítulo de los vestidos de las chicas y tal. Es que me encanta imaginarme los vestidos y esas cosas.
ResponderEliminarNo es molestia, corazón, para nada. Si quieres busco un poco en mis ratos libres (vamos, nunca, o sea, mientras hago bici y tal) y subo un par de fotos de los vestidos al twitter del blog.
EliminarEspero que te sirva que las twittee y no las suba, es que no me gusta meter fotos en los capítulos, sólo lo hice una vez (en its 1d bitches) y porque era absolutamente necesario.
Espero encontrar algo que no me defraude y me convenza de que merece la pena ❤
"-¡Perdona! ¿Acaso fui yo el que dejó embarazada a una tía que ni conocía?
ResponderEliminar-¡SCOTT!-tronó Sherezade.
-Mira a tu madre, chaval, ¿de verdad te crees que no debería haberla dejado embarazada, aunque no la conociera?" ME HE DESCOJONANDO SERIAMENTE SOS
Scott es una copia de Zayn y todavía hay momentos en que su padre le cae mal manda cojones con el puto crío
Eliminar"A Sabrae le gusto tal y como soy-sentenció por fin, lo cual significaba, básicamente: sí, si me lo pidiera Sabrae, pararía." MADRR MIA. GRITANDO ESTOY. PUEDEN SABRAE Y ALEC EMPEZAR A SALIR?? POR FAVOR
ResponderEliminarSOY FAN DE QUE JULIANNA HAYA PUESTO EL MISMO COMENTARIO QUE TÚ.
EliminarPD: Sabralec son tan shippeables madre mía quiero que follen mucho mucho ❤
Tommy el pobre es tonto de remate yo no sé cómo no se da cuenta de las cosas. Y tengo miedo de cuando subas el capítulo de la pelea porque vamos a sufrir mucho y no quiero pasarlo tan mal.
ResponderEliminarY Layla es preciosa y y la conersación con Tommy es súper adorable y ay, qué ganas de que vuelva a ponerse bien.
BUF MARÍA la pelea va a ser muy épica de verdad encima el capítulo en sí es una escalada de tensión de mi puta madre uffffff me estalla un pulmón!!!!!!!!!!
EliminarTOMMY NO ES TONTO COÑO SCOTT Y ELEANOR LLEVAN TONTEANDO TODA LA VIDA madre mía cómo me pongo a defender a mi puto hijo (en realidad sí que es tonto pero no puedo dejar que el representante masculino del clan Tomlinson sea vapuleado públicamente sin hacer absolutamente nada).
Podemos por favor apreciar que Tommy sabe que Layla está pensando en morirse y Tommy la llama para decirle que no se suicide, estoy preocupada por lo sincronizados que tienen los cerebros ❤
HOLA ERIKA, DESPUÉS DE 9 DÍAS VENGO A BRINDARTE CON MI PRESENCIA
ResponderEliminarlol no
Tengo un descontrol importante y solo quiero leer y 😱
Bueno, al caso QUIERO QUE AL Y SAB SE CASEN, VALE
QUE
SE
CASEN
Tía, como te he dicho por Twitter, Laura es yo, me meo, todo lo que hace y dice es algo que yo haría JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA Y MÁS CON ESOS HIJOS DEL CIELO (aka S, T y Al)
Quiero que Layla sea feliz de una vez, vale?
En fin, no sé qué más decirte, voy a por el siguiente capítulo
TE AMO ❤
Querrás decir a HONRARME con tu presencia, ¿qué coño es eso de brindarme? JAJAJAJAJAJAJAJA
EliminarNo pasa nada, me imagino que será todo una locura con la mudanza y demás... mientras sigas volviendo y comentándome y me hagas huequecitos para fingir que eres Scott o Tommy por twitter, todo bien ☺
YO TAMBIÉN QUIERO QUE ALEC Y SABRAE SE CASEN MADRE MÍA LES VOY A ESCRIBIR TRES BODAS DE VERDAD.
Mi mejor amiga te saluda (en realidad no, no le he dicho nada de esto, supongo que lo hará si se mete en el blog).
Layla será feliz, tranquila, otra cosa será cuándo ☺
Lee, lee a gusto
YO TAMBIÉN TE AMO❤
Layla merece una larga vida feliz y me encanta ver que poco a poco va recuperándose ❤
ResponderEliminar- Ana.
Tengo la sensación de que es, con diferencia, el personaje más fuerte de esta novela. Tengo muchísimas ganas de escribirla recuperada ya del todo, mi niña preciosa.❤
Eliminar