domingo, 30 de octubre de 2016

La única chica por la que merece la pena pelearse.

Dicen que las posibilidades de que te mates en un accidente de avión son menores que el morir porque te caiga en la cabeza una maceta según vas paseando por la calle.
               Hay gente que lo consideraría no tener nada de suerte, pero, ¿no es precisamente tener muchísima suerte el burlar de aquella manera a la estadística, y estar en un avión destinado a caerse, o en la trayectoria de una maceta según se precipitaba hacia el suelo?
               La gente que la palmaba en los accidentes de avión tenía suerte.
               El que no tenía suerte era yo.
               Menudo puto añito llevaba, y eso que apenas llevábamos dos semanas.
               Creí que el volver al instituto contribuiría a que los ánimos se calmaran un poco, yo me sintiera algo mejor, y tuviera una distracción para no pensar en ella, pero me equivocaba. Alá me había puesto en este planeta para hacerme sufrir, estaba claro.
               Aunque me la cruzaba bastante menos por los pasillos, y había empezado a ir con Sabrae al instituto, y volver de éste, zumbando antes de que yo apareciera, todavía el universo se las apañó para hacer que nos encontráramos dos veces.
               El pobre Tommy no sabía qué hacer conmigo, y por más que yo intentaba fingir que estaba bien, no podía engañarlo. Se me había terminado el cupo de mentiras precisamente cuando más lo necesitaba.
               A ver, lo cierto es que me restringía bastante mi comportamiento pseudo depresivo, y me lo pasaba bien con los chicos cuando salíamos, y también cuando estábamos entre clase y clase o en el recreo, pero Tommy notaba que mis carcajadas duraban un poco menos, y que prestaba menos atención en clase.
               Si hubiera seguido un par de días más, cómo me sentía se habría reflejado incluso en mi rendimiento en matemáticas, la única área donde me desenvolvía siempre bien, pasara lo que pasase.
               Tommy me dio una palmada en el cuello cuando entró la profesora de Historia, yo lo miré, le sonreí con cansancio, un poco reconfortado por el cariño que había en sus ojos, y protesté cuando me pellizcó la mejilla al susurro de:
               -Pero qué rico eres-era lo que me hacía mi abuela; yo no lo soportaba, él sabía que no lo soportaba, y por eso lo hacía.
               Pasaron apenas diez minutos desde que la profesora se sentó, se mesó el pelo mientras pasaba lista, leyendo nuestros nombres sin molestarse en levantar la mirada para ver si alzábamos la mano o dábamos alguna señal no sonora de que “Knowles, Tamika” era Tam, “Malik, Scott” era yo, “Tomlinson, Thomas” era Tommy, “Whitelaw, Alec” era Al, o “Belfort, Jordan” era Jordan. Porque, sí, siempre se lo saltaba, y Jordan siempre tenía que levantar la mano, soltar:
               -No me has mencionado.
               -Ay, sí, perdona-asentía la profesora, y Jordan espetaba:
               -¿Es porque soy negro?-y toda la clase se echaba a reír.
               Entonces, la profesora sonreía, nos mandaba callar, diciendo que íbamos atrasadísimos en el programa, y procedía a darnos un somero resumen del temario antes de pasarse cerca de media hora contándonos anécdotas sobre su vida.
               Nos estaba contando el origen de la revolución rusa cuando Alec la interrumpió, diciendo que era mentira que habían sacado a la familia real del zar a los jardines para proceder a su ejecución: los habían matado en el Palacio de Invierno; si no, no tendría sentido lo de la leyenda de Anastasia, la princesa a la que los revolucionarios no habían asesinado y que se suponía que podría salir de las sombras en cualquier momento y reclamar el trono de Rusia.
               Aunque tuviera, según nuestros cálculos, cerca de 160 años.
               La profesora se frotó la cara, quitándose las gafas. Estaba acostumbrada a que le hicieran preguntas, e incluso a que alguien le discutiera la versión oficial (estábamos en la edad), pero solía defenderse con elegancia, machacándonos con hechos.
               No era el caso. La abuela de Alec era rusa, así que él podía discutírselo mejor que los demás.
               Estaban enzarzados en una especie de discusión-debate cuando llamaron a la puerta.
               -Mira, Al, la KGB viene a buscarte-se burló Logan, y Alec le tiró un bolígrafo, el único material que traía a clase desde hacía varios meses.
               Se trataba de una de la conserje, Kate.
               -Hola, Lucy. Perdona que te moleste. Vengo a por Scott, tengo que llevármelo al despacho del director-dijo, buscándome entre la multitud-. Malik-se apresuró a añadir, al ver que me miraba con Scott Austin, mi tocayo que se sentaba en última fila, en la esquina contraria a la clase.
               No era ninguna novedad que lo llamaran al despacho del director: su grupo se metía en mil veces más movidas que el nuestro.
               -¿Está aquí?-carraspeó Kate, después de comprobar el post-it que traía con el número de mi clase. Me levanté, y ella clavó los ojos en mí. Susurró algo parecido a “sí, claro, tú eres Scott”.
               Sí, claro, yo soy Scott. Malik. No soy clavado a mi padre a mi edad por nada.
               Tommy arrastró la silla y comenzó a incorporarse. La profesora ni se inmutó. Nunca habíamos ido al despacho de director solos; siempre nos metíamos en las mismas movidas, nos caían las mismas broncas y nos aplicaban los mismos castigos. En realidad, el estar metidos en una clase durante todo el recreo no era un castigo si estábamos juntos, pero sospechábamos que nadie quería hacerse cargo de un estudiante en una clase si ya había otro metido en la contigua, bajo la vigilancia de un colega.
               Lucy se frotó la cara de nuevo, asintió con la cabeza y empezó a decirnos que volviéramos derechitos a clase después de hablar con el director.
               Pero Kate la interrumpió.
               -En realidad-se puso coloradísima-, sólo vengo a por Scott. Nadie me ha dicho nada de traerme a Tommy. Es más, específicamente se me ha dicho que sólo tengo que buscar a Scott.
               Tommy y yo nos miramos un momento. Sentí cómo huía toda la sangre de mi rostro, mientras él también me miraba, sin entender.
               Toda la clase se quedó en silencio mientras me subía al avión que se iba a precipitar al suelo desde 20.000 pies de altitud, en una caída libre tan angustiosa como duradera.
               Ninguno de nosotros cayó en la cuenta de por qué me llamaban sólo a mí. Por la expresión de Kate, no parecía que me fueran a ofrecer una beca. ¿Se había muerto alguno de mis abuelos? Eso no tenía sentido; me permitirían ir con Tommy. Tenía que ser otra cosa. Iba para que me echaran una bronca, pero, ¿qué había hecho yo, que Tommy no hubiera hecho también?
               Me levanté y me encaminé hacia la puerta, cuando Kate me detuvo.
               -Puede que quieras llevarte tus cosas.
               Un murmullo se levantó entre la gente mientras yo me la quedaba mirando, procesando sus palabras, como si me hubiera hablado en un idioma que me costaba comprender, y, acompañado de los susurros, me giré mecánicamente, metí las cosas en la mochila y me la cargué al hombro. Miré a Tommy una última vez, él me apretó la muñeca, dándome ánimos. Me estaba dedicando la típica mirada de “ánimo”, “luego me lo cuentas”, y “tranquilo”, todo a la vez.

               Pero no podía estar tranquilo, no con las caras que se les quedaron a mis amigos cuando me vieron salir de la clase. A la profesora le costó dios y ayuda volver a hacer que se concentraran; pude escuchar el ruido sordo de decenas de bocas balbuceando al unísono incluso mientras bajaba las escaleras.
               Kate me condujo en silencio por el instituto, como si yo no lo conociera, no hubiera madurado y hubiera descubierto un montón de cosas estando entre esas paredes. Me llevó hasta el vestíbulo, se metió en la zona de administración, y me abrió la puerta del despacho del director. Fitz levantó la cabeza, su calva incipiente brilló a la luz de las lámparas del techo, le dio las gracias a Kate, que cerró la puerta sin hacer ruido, e hizo un gesto con la cabeza en dirección a la silla de frente a su escritorio, la derecha, la que estaba libre.
               Me senté, dejé la mochila en el suelo, entre mis piernas, y miré al director.
               Me acojonaba demasiado la forma de mirarme de la persona que también estaba en la habitación, sentada en la silla de la izquierda según había entrado, la contigua a la que ahora ocupaba yo.
               Si las miradas matasen, papá habría pasado en ese instante a tener sólo hijas. Sus ojos oscuros chispeaban de rabia, había una profunda decepción en la forma en que me miraba, con el ceño fruncido; hacía fuerza con las manos entrelazadas, se le notaba en los brazos, como si estuviera haciendo acopio de toda su fuerza de voluntad para no estrangularme allí mismo. Rechinaba los dientes, se mordía la lengua, y me estudiaba de arriba abajo y de abajo arriba, tal y como si no me reconociera, como si me viera por primera vez.
               Fitz se inclinó hacia delante.
               -¿Sabes por qué estás aquí, Scott?
               Pensé en hacer bromas sobre que me habían concedido una beca por ser tan guapo, o que todas mis conquistas se habían vuelto locas y habían decidido venir en masa al instituto y ahora los coches no podían salir, pero mi padre destilaba tanta tensión que decidí que era mejor quedarse callado.
               Negué con la cabeza, papá se pasó una mano por la boca, se la dejó allí, ocultando unos colmillos que me destrozarían el cuello si se lo permitían, y siguió mirándome.
               -¿Seguro?
               -No tengo ni idea.
               Fitz clavó los ojos un momento en mi padre, que hizo caso omiso de su intento de contacto visual y continuó taladrándome a mí. Tragué saliva; tenía la garganta seca, y me sudaban las manos.
               -¿Tienes algo que contarnos, Scott?
               Papá suspiró, esperando a que se me soltara la lengua, pero me encogí de hombros. La situación en sí era surrealista: ¿qué querían que les contara, exactamente? ¿Que Eleanor y yo lo habíamos dejado? ¿Que estaba empeorando no sólo en el baloncesto, sino en todo lo demás? ¿Que las ganas que tenía de que llegara el fin de semana era porque me emborrachaba y me olvidaba de ella durante diez minutos, diez gloriosos minutos? ¿Que creía que, una vez se acabara lo nuestro, ya no me sentiría agobiado por si Tommy se enteraba, y que por tanto no entendía de dónde provenía esa mano que me obstruía la garganta cada vez que nos mirábamos, y yo tenía la certeza de que me iba a decir algo en referencia a lo mío con su hermana?
               ¿Que le estaba absorbiendo la energía vital a mi mejor amigo y era lo bastante cobarde como para seguir buscando su compañía, porque me reconfortaba un poco, aun a riesgo de terminar apagándolo como se apaga una vela de un soplido?
               Dudo que les interesara saber eso, saber lo cabrón que era, lo cobarde, lo… dios, ni siquiera podía considerárseme una mala persona, porque no llegaba a la calificación de “persona”, punto.
               Negué despacio con la cabeza, sin atreverme aún a mirar a papá a los ojos. Lo veía reflejado en las gafas del director, y con eso me bastaba. Su solo reflejo me parecía aterrador e imponente; no podría reunir el valor necesario para girarme y contemplarlo.
               -¿Nada?-insistió el director-. ¿Ni siquiera sobre lo que estabas haciendo hace un par de meses, la noche en que le pegaron aquella brutal paliza a uno de tus compañeros?
               Me quedé helado, mirándolo. ¿Cómo era posible que supiera lo de la paliza a Simon? Incluso si el cabrón hubiera hablado, no tenían nada que pudiera incriminarme, ni a mí ni a mis amigos. Absolutamente nada. Lo único que podría considerarse sería nuestra sangre, pero dudaba que, para un instituto, la policía se molestara en tomar muestras de adn de los lugares del delito. Además, en el caso de que la hubiera, la sangre podría haberse derramado en cualquier momento: con un empujón en un juego, o un corte sin querer con la cremallera de alguien…
               -No sé de qué estás hablando-murmuré, primer error. Papá se revolvió en la silla, apartó la vista de mí, chasqueó la lengua y miró por la ventana. Tuve la impresión de que reaccionaba así en las reuniones del departamento, cuando se decía algo que no le gustaba o en una votación salía algo que no le favorecía.
               Lo miré de reojo, él clavó los ojos en mí, lo único que no me había dejado heredar.
               Ver los ojos de mi madre sin atreverse a enfocarlo directamente debía de ser una sensación nueva para él, aunque no parecía desagradarle mucho.
               Con un bufido, Fitz abrió la tapa del ordenador portátil que tenía sobre su escritorio. Tecleó la contraseña de su sesión, arrastró el dedo por el panel del ratón, le dio la vuelta al ordenador y lo puso frente a mí.
               Se me olvidó cómo se respiraba.
               En la pantalla había una imagen en blanco y negro de un pasillo que yo conocía muy bien, pero desde un ángulo que no había visto hasta entonces: el hall de la entrada del instituto, visto desde la esquina superior de la entrada, de tal manera que todo el que entrara en el edificio por ese lugar, la única entrada posible, quedara registrado.
               Las cámaras de seguridad.
               Se me habían olvidado las putísimas cámaras de seguridad.
               Las habían puesto hacía unos años, cuando yo estaba empezando, porque pillaron a varios alumnos con droga. Su expulsión no fue suficiente: las anfetas siguieron circulando y los restos de coca siguieron apareciendo por los baños; había que cortar el problema de raíz, descubrir quién pasaba la droga.
               Y de ahí vinieron las cámaras. Las teníamos tan vistas que ni reparábamos en ellas.
               Y eso había sido un error garrafal.
               Miré la fecha grabada en blanco en una esquina de la pantalla. Era del domingo, no del sábado. Bien, por lo menos, no habían echado un vistazo a las grabaciones del día anterior, y sólo me habrían pillado a mí. Sabrae, Eleanor, Logan, Max y Alec estarían a salvo, si yo no abría la boca.
               Antes morir que abrir la boca.
               Con gesto ceremonioso, Fitz presionó el botón de pausa. Papá se reclinó un poco más en el asiento, tenía las piernas separadas y las manos en la boca, pero ya no me prestaba atención. A pesar de que ésa era su postura favorita para follarse a mamá, en ese momento no la relacionaba con nada más que con un canal de liberar la tensión que sentía.
               Me vi aparecer por la puerta principal con aires de grandeza, caminando a largas zancadas y con las manos en los bolsillos. Visto en frío, aquello había sido una gilipollez: si se hubieran liberado hacía poco tiempo y habían salido del gimnasio, yo no tendría ni la más mínima posibilidad de defenderme, intentar protegerme, o huir.
               Pero me sentía un dios, me sentía invencible, me sentía un héroe, y todo por Eleanor, por la noche anterior, por cómo me abrazó y me dijo que tuviera cuidado antes de marcharme a cumplir con mi deber.
               Fitz se levantó cuando yo desaparecí del plano, se apoyó en el escritorio, y le dio a avance rápido hasta detenerse de nuevo cuando volví a aparecer, mostrando mi cara a la cámara sin el más mínimo reparo.
               Necesitaba un vaso de agua, pero sabía que no me lo iban a dar… o temía que le echaran veneno, por petición de mi padre, claramente.
               Presionó de nuevo la barra de espacio, y la imagen se congeló conmigo a medio paso, ya encaminado hacia la puerta, habiendo atravesado todo. Podría intentar defenderme diciendo que no era yo el de la imagen, pero había algo que me hacía inconfundible entre los demás tíos de mi curso que tuvieran mi misma complexión: misma altura, mismo pelo negro.
               Me lo mordí.
               El piercing. Yo era el único en todo el curso que llevaba aquel piercing, por lo menos, de ese lado de la boca, y con esa forma. Había otro tío que llevaba un pendiente en el labio, pero era un cono que le sobresalía por la comisura contraria a la que llevaba yo…
               … y era rubio.
               Papá se estaba pasando los dedos por el antebrazo izquierdo: era lo que hacía cuando alguien de casa lo cabreaba lo suficiente como para ni siquiera querer molestarse en gritarnos. Se tocaba ese punto precisamente, y no otro, porque era allí donde llevaba a toda su familia: se había tatuado mi nombre escrito en árabe, y la fecha de mi nacimiento con números romanos, cuando nací. Hizo lo mismo cuando fuimos a por Sabrae; el mismo procedimiento siguió a Shasha y Duna.
               Sobre nuestros nombres y las fechas, tres palabras, también en árabe: “lujuria y soberbia”. Tenía la ligera sospecha de que ese tatuaje estaba relacionado con mamá, pero no encontraba ningún vínculo entre la mujer que me había traído al mundo y esa conjunción.
               Claro que, si nos parábamos a buscarle el sentido a los tatuajes de mi padre, nos romperíamos la cabeza sin deducir a qué se debía la paloma de una mano, o el tatuaje del cómic, o los símbolos de sus dedos, o la silueta de un gato sentado en uno de sus omóplatos…
               Había cosas que se podían deducir y otras que serían un misterio. No entraba en esta última categoría el significado de las caricias rabiosas sobre su antebrazo derecho.
               Seguro que se arrepentía de haberme tenido. Puede que estuviera pensando en que no le había compensado, después de todo, aguantar mis gilipolleces a cambio de que mamá volviera a buscarlo. Ojalá no se hubiera roto el condón. Ojalá la píldora hubiera funcionado. Ojalá mamá hubiera decidido que no iba a tener un hijo de un tío que no conocía. Ojalá no lo hubiera encontrado. Ojalá me hubieran perdido aquella noche en que descubrió lo milagrosa que era mi existencia; la mía, y la de mis hermanas pequeñas.
               Todo eso significaban esos dedos paseándose por la camisa que ocultaba mi nombre, grabado a tinta en su piel, para siempre.
               Fitz bajó la tapa del ordenador, se volvió a acomodar en su silla, se inclinó hacia delante, unió las yemas de sus dedos y me miró.
               -¿Eres consciente de la gravedad de lo que has hecho entre estos muros?
               Asentí despacio con la cabeza, y pasó entonces a echarme una bronca de mil demonios, con mi padre sin abrir la boca, mirándome con repulsión. Cada vez me sentía más y más pequeñito, hasta que tuve la sensación de que las bacterias eran mastodontes a mi lado. No dije una palabra, sólo escuché, asentí, bajé la mirada en ocasiones y volví a levantarla.
               Hasta que me obligaron a hablar.
               -Las consecuencias de tus actos van a ser las mismas, pero su duración depende de ti. Si nos dices quién te ayudó a hacerles eso a esos chicos, estarás expulsado sólo un mes.
               -¿Sólo?-repetí, incrédulo. Puede que sonara un poco chulo, pero estar expulsado “sólo” un mes, especialmente en mi curso, era algo bastante fuerte… e imposible. Un mes era muchísimo tiempo, no debíamos considerarlo “sólo”, sino más bien “hasta”, “incluso”…
               -Sí-asintió Fitz. Papá se revolvió en su asiento-. Si colaboras con nosotros, la expulsión será temporal.
               -¿Y si no?-pregunté tras tragar saliva, con un hilo de voz.
               -Si no, quedarás expulsado de forma definitiva. La expulsión será irrevocable-anunció-. Sé que estás familiarizado con los tratos privados; al fin y al cabo, tu madre es abogada. Y, como es natural, igual que sus pactos expiran en el momento en que salga de la estancia en la que se encuentre, si tú te marchas de aquí sin decirnos quién te ayudó a pegarles la paliza a esos pobres chicos…
               -No tienen nada de pobres-interrumpí.
               Y papá, sin previo aviso, me soltó una colleja que me podría haber dejado tonto... si no lo fuera ya.
               -… la expulsión tendrá carácter permanente, con todo lo que eso implica. Habrás perdido un año de tu vida, y te será complicado encontrar un instituto decente en el que te admitan con estas credenciales-sacó una pila de folios envueltos en una carpeta de cartón marrón y la tiró encima de la mesa.
               Me lo quedé mirando, desafiante. Me iban a joder igual. No iba a arrastrar a nadie conmigo.
               Alec, Logan o Max se sentarían esa misma silla, con sus padres en la misma posición que el mío ahora, por encima de mi cadáver.
               -Lo hice solo-sentencié. Fitz suspiró; abrió la carpeta. Papá puso los ojos en blanco.
               -Entiendo que quieras hacerte el héroe, y es muy noble por tu parte esta lealtad de la que estás haciendo gala, pero, hijo, no hay que confundir la lealtad con la estupidez. Y si no me dices quién más estuvo contigo esa noche, estarás siendo un estúpido.
               -No más que un perro al que su dueño le pega y se sigue acercando a él cuando lo ve llegar de trabajar-repliqué-. Lo hice solo.
               -Scott-fue todo lo que dijo mi padre, y yo me volví hacia él.
               -Fui yo solo. Sabes que soy capaz. Sabes que no puedo parar una vez que empiezo. Me has visto, has tenido que venir las veces suficientes como para saber que soy como un pitbull, y una vez que cojo un hueso, ya no lo suelto, aunque se me vayan con él los dientes-me volví hacia Fitz-. Si tengo que irme a vivir debajo de un puente por esto, que así sea. Lo hice yo solo.
               Los ojos de Fitz relucieron de rabia. Sabía que me importaba mi futuro, que no quería vivir de ser un Malik, no iba a acostarme bajo la sombra de mi padre el resto de mi existencia. Me buscaría la vida, conseguiría una educación, una carrera, un trabajo decente. Me lo curraría; por eso se había decidido a amenazarme con quitármelo todo, incluso antes de tenerlo: según la lógica, debería vender a mis amigos con tal de dejar de ser “el hijo de” para pasar a ser, simplemente, un trabajador más.
               Pero no iba a ser tan sencillo. Yo no era tan cabrón; con mis amigos, por lo menos, no.
               -¿Eres consciente de las consecuencias que va a tener esto?-preguntó el director, quien pronto dejaría de serlo, al menos, para mí. Asentí con la cabeza.
               -Soy consciente. Lo hice yo solo. No me ayudó nadie-me envaré-. Ya tienes lo que querías, ¿no, Fitz? Ya tienes a alguien a quien acusar. Puedo cargar con todas las culpas. No tienes por qué seguir investigando. Te viene mejor que yo me vaya diciendo que estuve solo todo el fin de semana.
               -¿Zayn?-se volvió hacia mi padre, que sacudió despacio la cabeza. Papá se volvió hacia mí.
               -No tiene nada de malo que compartas la culpa, Scott. Será lo mejor para todos.
               -No hay culpa que compartir-repliqué, tozudo-, porque estuve solo. No hay nadie más en esa grabación. Sólo yo. ¿Por qué crees que es?
               Me miró largo rato, con una expresión indescifrable. Por fin, después de lo que me pareció una verdadera eternidad, se volvió hacia Fitz, que bufó, asintió con la cabeza, abrió mi expediente y fue hasta la última página. Escribió algo a bolígrafo, luego, cogió un enorme sello, lo posó sobre un recipiente con tinta roja, y estampó la palabra “EXPULSADO”, en sangrantes letras mayúsculas, sobre la primera y la última hoja del fichero.
               Miré mi foto, ahora edulcorada con las dos primeras letras de la palabra, y la cabeza empezó a darme vueltas. Me levanté, tambaleante, y recogí mi mochila.
               Iba a echar de menos esto, el verlos a  todos, todos los días; venir a clase y enterarme de la gilipollez por la que habían discutido Bey y Tam la noche anterior, o preguntarme si algún día Karlie nos honraría con su presencia, o si Jordan había pasado a limpio los apuntes… echaría de menos putear a Tommy, ver cómo Alec lo vacilaba cuando tenía el día chungo y no era capaz de meter un triple en todo el recreo, escuchar a Logan suspirar cuando alguien le pedía el típex y se lo terminaban estropeando, o ver cómo Max se metía el teléfono en el estuche para poder hablar con su novia en las clases que no le interesaban, lo cual venía a ser todas.
               Se acabaron los recreos peleándome por llegar a la barra y pedir un bocadillo antes de que los retacos que entraban ese año en el instituto vaciaran los mostradores, o el ir despacio por los pasillos porque no nos apetecía llegar a clase; sentarnos en la cafetería a no hacer absolutamente nada, o echar partidos de baloncesto o salir al patio y tirarnos en el prado como si fuéramos serpientes para que nos calentara el sol; pillar a las pequeñas mirándonos y pensando en las cosas que nos podrían hacer en esa posición, dar las gracias por lo cortas que algunas se dejaban las faldas, especialmente cuando subíamos las escaleras con ellas delante.
               Dios, mi vida hasta Eleanor había sido una puta película, y ahora estaba apareciendo el nombre del director en letras blancas sobre fondo negro.
               Fitz le dijo algo a mi padre, que simplemente asintió, se descruzó de brazos y me condujo por los pasillos en dirección a la salida. Me di la vuelta un momento, para echar un vistazo una última vez al edificio que tanto asco me había dado en diversas épocas de mi vida, pero lo cierto era que era bonito: su fachada imitaba a un estilo gótico, con un par de torres más de adorno que de otra cosa que hendían el cielo y rasgaban las nubes, o por lo menos, lo intentaban; con complicados diseños que daban formas alejadas de lo plano a las paredes grisáceas, en ocasiones negras, de las piedras que lo conformaban.
               -Sube al coche, Scott-ordenó papá, y yo hice lo que me decía, me metí dentro, dejé la mochila entre mis piernas y apoyé la cabeza en el cristal, contemplando cómo el edificio temblaba mientras el motor se esforzaba en arrancar para, por fin, empezar a deslizarse hacia mi espalda.
               Papá no dijo absolutamente nada, y el silencio que se instauró en el coche mientras me llevaba casa hizo el trayecto insoportable. Ni siquiera sabía por qué me habían hecho llevarme los libros. No tenía sentido que les diera ningún uso. ¿Para qué me habían aconsejado que me llevara mis cosas?
               A cada vuelta de las ruedas, el silencio se hacía más y más pesado, hasta el punto de que miré a papá, conduciendo con una sola mano, pues la otra estaba ocupada clavándose en el cristal de la ventana y dejando que los dientes machacaran la uña, intentando canalizar la rabia que sentía y que se reflejaba en su mandíbula apretada y deslizante, en la sola tarea de conducir.
               -Di algo-le pedí cuando ya no soporté más aquel frío tratamiento-. Lo que sea.
               -¿Qué quieres que te diga, Scott?-replicó, clavando una mirada rabiosa, decepcionada, dolida, con un montón de emociones que no sabía que se pudieran combinar en unos ojos hasta que los vi en él-. Si todo lo que te decimos, te entra por un oído y te sale por el otro.
               Volví a apoyar la cabeza en el cristal, y cerré los ojos. Me costaba respirar y tenía unas ganas tremendas de llorar, pero no iba a hacerlo.
               Mis palabras no contribuyeron a mejorar el estado de ánimo de papá; es más, lo empeoraron. Si antes todavía había sentido alguna lástima por mí, ahora esa sensación había desaparecido. Se tocó un par de veces el brazo tatuado, y, cuando dejamos el coche en el aparcamiento, se me quedó mirando.
               -¿Ahora es cuando me gritas?-pregunté. Negó con la cabeza.
               -Ahora es cuando tu madre te grita; a ver si a ella la escuchas.
               Abrió la puerta del coche, esperó a que saliera, y fue delante de mí en dirección a la casa, fuera del garaje.
               Cerré la puerta procurando hacer el ruido justo y necesario para que mamá no se cabreara, pero, a la vez, supiera que ya habíamos llegado. Y funcionó.
               -¿Zayn?-inquirió mamá, bajando las escaleras, soltándose el pelo y mirando a mi padre-. Madre mía, ¡gracias a dios que has llegado! Ya pensaba que te habían cambiado una guardia, o lo que fuera, y eso me habría cabreado porque he venido del despacho mucho antes; no me podía concentrar, estaba que me subía por las paredes-susurró, terminando de bajar las escaleras y encaminándose hacia él-, tengo unas ganas de ponerte contra la pared, quitarte la camisa y…-lo besó y se afanó en los botones de la su camisa, pero frunció el ceño al ver que papá no respondía. Aquello siempre funcionaba. Se separó de él, abrió los ojos y lo miró.
               Fue entonces cuando reparó en que había dos Zayn. Uno, el del presente, y otro, un fantasma del pasado, el primer recuerdo que tenía de él.
               -Hola, mamá-saludé, y mamá se separó de papá como si la hubiera cazado morreándose con otro hombre. Se llevó una mano a los labios, y se los limpió.
               -Scott. ¿Qué?-frunció ligeramente el ceño-. ¡Scott!-procesó por fin, recordando que hola, Sherezade, ¿te acuerdas de cuando te quedaste preñada hace 18 años? Pues, sorpresa, la personita que llevaste dentro nueve meses es la que ahora tienes ante ti-. ¿No deberías…estar en clase?-miró a papá, intentando comprender.
               Papá torció la cabeza y clavó los ojos en mí.
               -Dile a tu madre qué haces en casa-ordenó, y yo tragué saliva, dejé caer la mochila, y susurré, en voz muy baja:
               -Me han expulsado.
               -¿Qué?-preguntó mamá.
               -Que me han expulsado-dije, tras aclararme la garganta. Mamá me miró un momento, luego miró a papá, y después se echó a reír.
               -¿Que te han expulsado?-repitió-. Sí, claro, y yo voy y me lo creo. Venga, chicos, en serio, ¿qué pasa? ¿Te encuentras mal? No habrás cogido catarro. Mira que te dije que sacaras el abrigo del armario, pero eres terco como una mula…
               -Es verdad, Sherezade-intervino papá, y mamá lo miró. Un chispazo atravesó sus ojos cuando se encontraron con los de su marido. Papá no podía tomarle el pelo con algo así, y mucho menos no reírse después de decirle eso. Se llevó una mano a la cabeza y se apartó el pelo de la cara, tirando de él hacia atrás.
               -Vale, ¿cuántos días? ¿Tres? ¿Cuatro?-gruñó, clavando sus ojos verdosos, llameantes de ira, en mí. Tragué saliva. Papá me miró.
               -Scott-ordenó.
               -Para siempre.
               -¿Qué?-repitió mamá. Papá se dio la vuelta; ahora nos tenía a cada uno a un costado. No había nada que se interpusiera entre mamá y yo. Podría matarme rápidamente, si quisiera, antes incluso de que yo me diera cuenta de que venía a por mí-. Por el amor de dios, ¿qué coño has hecho, Scott?-ladró, acercándose a mí. Y yo supe que me iba a matar en ese instante. Ojalá no me hiciera demasiado daño, aunque fuera lo que le apetecía.
               -Yo… me peleé.
               -No se peleó-espetó papá-. ¿Recuerdas el crío que te conté, al que le pegaron una paliza y acabó en el hospital con una pulmonía? Fueron Scott y sus amigos.
               -Si lo vas a contar tú-gruñí-, ¿por qué haces el paripé de hacerme hablar a mí?
               BOOM. Bofetón al canto por cortesía de mamá.
               -¿Quién coño te crees que eres para hablarle así a tu padre, Scott? ¡SIÉNTATE!-rugió, señalando los sofás. Hice lo que me ordenó: me dejé caer en el sofá y esperé a que viniera a mi encuentro. Se sentó en el otro extremo de éste, con papá a su lado, apoyado en la espalda del sofá-. ¿Qué coño te pasa, Scott? ¿Por qué estás tan chulo últimamente?-me encogí de hombros-. ¿Qué le hiciste a ese pobre chico?
               -De pobre no tiene nada-espeté, y esta vez me cayó una bofetada por cortesía de papá.
               -¡Haces el favor de no usar ese tono con tu madre!-exigió, y yo asentí. Mamá entrecerró los ojos.
               -Le pegué una paliza el día anterior.
               -Y no quiso decir con quién más estuvo-añadió papá-, aunque eso le habría permitido volver después de un mes. Parece ser que la lealtad por unos amigos a los que va a dejar de ver este año es más importante que su futuro.
               -Qué vas a saber tú de lealtad-acusé antes de poder morderme la lengua-, después de cómo te fuiste de la banda o las cosas que les hiciste a todas las mujeres con las que estuviste antes de mamá.
               BOOM. Otro bofetón, también de mamá.
               -¿A TI TE PARECE QUE ESTÁS EN CONDICIONES DE ECHARLE NADA EN CARA A NADIE?-rugió, y yo me llevé la mano a la mejilla y la miré.
               -¡Tú no lo entiendes!
               -¡PUES EXPLÍCAMELO! ¿O ME CONSIDERAS DEMASIADO IMBÉCIL PARA SEGUIR TUS RAZONAMIENTOS, SCOTT? PORQUE TENGO UNA PUTÍSIMA CARRERA UNIVERSITARIA. DOS DOCTORADOS. CREO QUE SE PUEDE DECIR QUE SOY UN POCO LISTA. PUEDE QUE NO ME CUESTE DEMASIADO, SI ME HACES UN CROQUIS CON COLORES, SEGUIRTE.
               Suspiré, ella puso los ojos en blanco.
               -Perdón por ser insoportable, hijo de mi vida.
               -Es que…-me eché temblar-. No necesito que me hagáis esto ahora.
               -¿Y cuándo quieres que te lo hagamos? ¿Cuando te gradúes?-ladró-. ¡Ah, espera! ¡Que no vas a hacerlo! ¿TIENES IDEA DE LO QUE ACABAS DE HACER?
               -No podía venderlos, mamá-susurré, tragando saliva.
               -¿POR QUÉ?
               -¡Porque mis amigos son lo único que me queda! ¡No puedo perderlos a ellos también!
               Entrecerró los ojos.
               -¿Te van a dar ellos de comer?
               -No.
               -¿PUES ENTONCES? YO NO TE VOY A ESTAR MANTENIENDO HASTA QUE TENGAS 40 AÑOS. NO ESTAMOS EN ESPAÑA. A LOS 20, TE LARGAS, Y TE BUSCAS LA VIDA, Y MENUDO DISGUSTO ME VAS A DAR CUANDO TE ENCUENTREN MUERTO POR LA CALLE COMO SI FUERAS UN INDIGENTE, TODO PORQUE NO PODÍAS CONTENERTE Y TUVISTE QUE CANEARLE A UN TÍO QUE NO TE CAÍA BIEN.
               -No le pegué porque no me cayera bien-repliqué. Papá se echó a reír.
               -¿Por qué fue, entonces? ¿Se coló en la fila de la cafetería? ¿Te tiró una tiza? ¿Qué fue?
               -No puedo decíroslo.
               -Joder, ¿hay algo que nos puedas decir?-espetó mamá, inclinándose en el sofá-. Otra vez tus putas lealtades, Scott; somos tus padres, creo que nos merecemos un poco de respeto y saber qué es lo que pasa. No sé, igual me estoy extralimitando, pero te dimos de comer, te cuidamos, te vestimos y te educamos, lo mínimo que podrías hacer es decirnos por qué te expulsaron.
               -Por pegarle una paliza a ese chico.
               Papá se echó a reír.
               -No hay duda de que es hijo tuyo, Sher.
               -Tú, te callas-espetó mamá-. Esta chulería que tiene le viene de ti. Llama a Trisha, ahora que ha demostrado que es hijo tuyo. El parecido físico podría ser casualidad-se volvió hacia mí-. Muy bien, Scott, ¿y por qué te peleaste con ese chico?
               -No…
               -Como me vuelvas a decir que no me lo puedes contar, te juro por Dios que te encierro en el sótano y no te doy de comer los próximos meses. Y no volverás a ver la luz del sol. Hasta que te gradúes. O sea, nunca, parece ser.
               -Ella no quiere que lo cuente.
               -¿Ella?-preguntaron a la vez-. ¿Quién es ella?
               Me miré las manos, me dolía pronunciar su nombre.
               -Eleanor.
               Papá se frotó la cara.
               -No me puedo creer que fueras tan imbécil de pelearte por una chica.
               -Tú también lo habrías hecho, ¿no?
               -¡Puede que un par de hostias, pero…! ¡Una paliza, Scott! ¡Le cortasteis la cara!-bueno, eso fue cosa de tu hija, la sádica, pensé, pero me las arreglé para callarme-. ¡A uno de sus amigos le rompisteis costillas!
               -¿¡Qué querías que hiciéramos!?-rugí.
               -¡QUE FUERAIS HOMBRES, Y NO LOS DEJARAIS TIRADOS!
               -¡ELLOS NO SE MERECÍAN QUE FUÉRAMOS HOMBRES!-bramé, incorporándome-. ¡NO SON MÁS QUE ANIMALES, PUTAS BESTIAS DE MIERDA! ¡NO ME ARREPIENTO DE NADA DE LO QUE LES HICIMOS, ES MÁS, DEBERÍAMOS HABERLES HECHO MUCHO MÁS DAÑO!
               -No sabes lo que dices, Scott, ¿sabes cuántos años te pueden caer por romperle costillas a alguien, o por rajarle la cara?-mamá estaba asqueada, sacudía la cabeza, y yo ya no lo soporté más.
               -No lo sé, mamá, ¿más de los que te caen por violación? Porque era lo que esa basura estaba intentando hacer con Eleanor-los dos me miraron, incrédulos-. Sí. Me los encontré en el baño de puta casualidad, y él estaba intentando quitarle la ropa, aunque supongo que es más importante un puto papel que diga que yo no soy gilipollas del todo a que Eleanor tenga algo que decir sobre qué pollas se le meten dentro y qué pollas no, ¿eh?-me crucé de brazos.
               Mamá torció la cabeza.
               -¿Fue por eso?
               -Le pegué una paliza porque intentó violar a Eleanor, sí.
               -No-sonrió, macabra-; le pegaste una paliza porque eres un imbécil; no te das cuenta de que pegándole una paliza, lo convertirías en mártir.
               Me la quedé mirando de soslayo, puse los ojos en blanco.
               -A mí no me mires como perdonándome la vida, porque igual que me pasé dos días pariéndote, también me puedo pasar cuatro matándote.
               -Debe de ser una putada el estar pariendo dos días para luego ver que tu hijo no tiene las mismas prioridades que tú-acusé, y papá hizo amago de acercarse a mí para volver a cruzarme la cara, pero mamá se lo impidió.
               -Lo que es una putada es estar dos días de parto para que luego tu hijo te salga gilipollas perdido; supongo que es por ese esfuerzo por lo que me autoconvenzo a mí misma de que no es gilipollas, sino sólo un poco lentito.
               -Yo no soy gilipollas-ladré. Papá alzó las manos.
               -Pues lo disimulas bien, Scott.
               -¡NO HAY QUIEN OS ENTIENDA! ¿Qué es lo que os cabrea de todo esto, exactamente? ¿Que casi la violen, que yo la defendiera, o que me hayan echado del instituto? ¿No se supondría que tendríais que defenderme, o sentiros orgullosos de que tenga unos principios por los que estoy dispuesto a luchar? ¿Por qué os cabrea que le pegara una paliza? ¡Debería cabrearos que no intentara matarlo! ¡Me criasteis para que me defendiera, y defendiera a la gente que me importa, y Eleanor ya me importaba antes de empezar a salir con ella!
               -¡Estoy cabreado contigo porque te pregunté si sabías algo y me dijiste que no tenías ni idea! ¡Me mentiste a la puta cara, Scott!-bramó papá, inclinándose hacia mí.
               -¡¿Y qué querías que hiciera?!
               -¡¿Contarme la verdad, tal vez?! ¡Así podríamos protegerte! ¡TU MADRE ES ABOGADA, POR EL AMOR DE DIOS!-bramó, señalándola. Mamá cerró los ojos y tomó aire-. SI HUBIERAS HABLADO CON ELLA, AHORA ESE CABRÓN ESTARÍA ENTRE REJAS, Y NO RECUPERÁNDOSE EN UNA CAMA DE HOSPITAL RODEADO DE FLORES. Y TÚ VAS A PERDER UN AÑO DE TU VIDA HACIENDO ABSOLUTAMENTE NADA.
               -¿QUÉ VERDAD QUERÍAS QUE TE CONTARA, PAPÁ? ¿QUE LOS CACÉ CUANDO ÉL INTENTABA METÉRSELA MIENTRAS ELLA LUCHABA PRO APARTARLO DE SÍ SIN PODER PARAR DE LLORAR, MIENTRAS DIANA ESTABA HASTA EL CULO DE QUIÉN SABE QUÉ MIERDA? ¿QUE CONSEGUÍ QUE Tommy NO NOS ACOMPAÑARA PORQUE SABÍA QUE LO MATARÍA? ¿QUE LA QUE LE HIZO LOS CORTES EN PLAN JOKER FUE SABRAE, Y NO YO?
               -¡¡¿TE LLEVASTE A TU HERMANA A PELEARTE CON ELLOS?!!-chilló mamá, y yo me di cuenta de hasta qué punto acababa de meter la pata.
               -Quiso venir ella.
               -¡Scott!-tronó-. ¿¡Y si ella te pide que la tires de un puente!?
               -Pues buscaría uno alto, para asegurarme los resultados.
               -¡Scott!-rugieron los dos a la vez.
               -En mi defensa diré que Sabrae podría haberse ocupado sola, y que llevarla fue peor para los otros que para ella misma.
               -Muy bien-bufó papá-, ¿algo más?
               -Sí, las clases de kickboxing que le pagáis son el dinero mejor invertido de la historia.
               Mamá entrelazó los dedos de sus manos y las acercó a su boca, como si rezara.
               -Yo tuve que comer algo en mal estado cuando estaba embarazada, Zayn-meditó, y se volvió para mirarlo-. No es normal que nos haya salido tan estúpido.
               -Son los genes-comentó papá.
               -Sabía que tenía que haberme tirado al alemán-asintió mamá.
               -Son los tuyos-precisó mi padre, y ella puso los ojos en blanco.
               -¿Estoy castigado?-pregunté, y los dos me miraron.
               -No lo sé, Scott, ¿el agua moja?-gruñó mamá, y papá sonrió, mirándose los pies-. Estás castigadísimo-informó mamá, y yo asentí con la cabeza, levantándome-. Scott-me detuvo, y yo la miré-. ¿Quiénes fuisteis? Si no estaba Tommy, ¿a quién estás protegiendo?
               Mamá no se lo diría a nadie. Sabía guardar secretos. Gran parte de su trabajo consistía en eso.
               -Logan, Max, Alec, Eleanor, Sabrae, y yo. Y aun así eran uno más-informé. Mamá puso los ojos en blanco, se reclinó en el sofá-. ¿Sigo castigado?
               -¿Qué diferencia hay entre tu situación de hace dos segundos y la de ahora?
               -Que ahora sabes que eran uno más.
               Mamá se echó a reír, cínica.
               -Tira a tu habitación-sonrió-, no quiero tenerte delante.
               -Seguro que estás orgullosa de mí-coqueteé, tocándole una rodilla.
               -¿A ti te parece que deberíamos estar orgullosos de lo que has conseguido, crío?-ladró papá.
               -Pero…
               -A tu habitación, Scott-sentenció mamá, en ese tono de siempre que no admitía discusión.
               -Vale-gruñí-, pero paraos a pensar en el mensaje que me estáis dando. En realidad, no me castigáis porque me hayan cazado. Me castigáis por pegarle a ese tío una paliza, por ser incluso suave con él. Es como si me dijerais que lo que tenía que haber hecho sería esperar a que se la cepillara, y luego ir yo detrás, darle una palmadita en la espalda, y decirle “muy bien, tío, la semana que viene se lo hacemos los dos a la vez, y me pido ser yo quien se lo haga por delante”.
               Me dirigí a las escaleras, muy digno.
               -No sabes nada de la vida, y te va a ir muy mal con esa actitud-comentó mamá. Me giré, pensé en algo que decirle, pero como sólo se me ocurrían borderías que no le debes decir a la mujer que te ha traído al mundo, me encogí de hombros y seguí subiendo las escaleras, dando pisotones cada vez que mis pies tocaban el suelo. Cerré a puerta de un portazo y me tiré en la cama, sin hacer caso del grito de papá, diciéndome que no me hiciera el chulo si no quería que me pusiera de un bofetón en el suelo de Marte.
               Cerré los ojos con fuerza, intentando pensar qué sería lo que haría a continuación. Mientras tanto, mamá se mordía el pulgar, como hacía cuando estaba preocupada por algo, y contemplaba la nada. Papá se sentó a su lado y le acarició los hombros.
               -Todavía estamos a tiempo para abandonarlo en algún país remoto-comentó. Mamá clavó los ojos en él.
               -No tiene gracia, Zayn.
               -¿Quién dice que estuviera bromeando?
               Mamá bufó.
               -Este crío es tonto-sentenció por fin, y papá se encogió de hombros.
               -No puedo decir que lo culpe; o sea, si a ti alguien te tocara un pelo… no sé qué le haría.
               -Ya, bueno, pero hay que ser gilipollas para ir a pegarse en el instituto-puso los ojos en blanco, se pasó las manos por los muslos, y finalmente sentenció:-. Voy a meditar.
               Papá se la quedó mirando.
               -O sea, que de lo de ponerme contra la pared…-coqueteó, y mamá puso los ojos en blanco.
               -Zayn, chico, de verdad; entre tú y él, me tenéis hasta el coño.
               -¿No crees que hemos sido un poco duros con él? O sea, sabiendo por qué lo hizo… estoy hasta orgulloso.
               -A mí me molesta más la chulería-replicó mamá, incorporándose-; el “no te lo puedo decir porque estaría vendiendo a mis amigotes”. Si explicaran por qué…
               -No lo van a hacer, Sher.
               Mamá se pasó una mano por el pelo.
               -Puede que debiéramos hablar con él un poco más calmados-reflexionó papá.
               -Cómeme el coño, Zayn-protestó mamá-. Ya sabes que no lo soporto cuando se me pone en modo gallito, y últimamente… No me metas mano, Zayn. Zayn. ¡ZAYN!-riñó, echándose a reír, cuando papá introdujo unos dedos traviesos por debajo de su falda de cuero negra-. ¡Que te den, Zayn!
               -¿Quién quieres que me dé?-murmuró papá, con la voz ronca. Mamá negó con la cabeza, suspiró.
               -Estoy preocupada.
               -Yo también. Mi mujer se me resiste; esto no se ve todos los días.
               -Cómeme el coño, Z-repitió mamá, y papá la miró a los ojos, sonriendo.
               -Si insistes…
               Y le quitó las bragas, y yo me puse los cascos cuando empecé a escucharla. Puse la música a todo volumen para contrarrestar sus gemidos; para nada estaban follando en el sofá en que hacía escasos minutos me acababan de echar una bronca del quince. No había nadie normal en mi casa; el que más se acercaba a los estándares aceptados como “normales” iba a terminar siendo yo, y eso sería preocupante.
               Las baterías me hacían daño en los tímpanos, consiguiendo que me retumbaran tanto que, en ocasiones, creí que me iba a quedar sordo. Se me levantó dolor de cabeza, tanto por la música como por la insistencia con la que mantenía los párpados cerrados. Me masajeé la sien, me fui envolviendo con una manta como si fuera un rollito de primavera, hasta estar cociéndome de calor mientras el heavy metal me cocía el cerebro.
               Las pausas entre canciones eran insoportables. Mi cerebro comenzaba a gritar “y ahora, ¿qué?”, como si no hubiera estado haciéndome la misma pregunta cuando empecé los últimos cursos y me di cuenta de que no tenía ni puta idea de lo que quería hacer con mi vida: lo único que sabía era que no iba a cantar, como hacía papá. Yo no servía para eso. No podía escribir así; no se me daban bien las palabras. Era bueno imitando, pero componiendo era otra historia.
               Además, nunca conseguiría que se me tomara en serio. Incluso si usara un nombre artístico, al estilo de Lady Gaga, Lorde, o Jessie J, se me seguiría relacionando con mi padre, porque de la millonada de combinaciones genéticas que podían salir de la unión de mis padres, mi madre había conseguido quedarse embarazada de la única en la que no había alteraciones, más que en el color de los ojos.
               Y Eleanor decía que cantaba igual que él.
               Eleanor…
               Joder, toda la culpa la tenía ella. Si no hubiera salido con nosotros aquella noche, yo no estaría en esa situación. Habría pasado el límite de las 200 chicas hacía tiempo y seguiría pasándomelo genial en las fiestas, con la única preocupación de que Megan no se acercara a Tommy y él no entablara contacto visual con ella.
               Tommy.
               Oh, joder, ¿qué iba a ser ahora de nosotros? Nunca habíamos estado en una situación de novedades más de dos días. Es decir, habíamos ido de vacaciones separados, sí (y había sido un puto infierno), pero, dentro de lo que cabía, tampoco hacíamos demasiados descubrimientos (pues nuestras vacaciones separadas consistían en ir a la playa; ya se encargaban nuestros padres de hacer los viajes culturales juntos). No podíamos comparar una semana de vacaciones a un año entero en el instituto.
               Y Tommy se graduaría.
               Iría a la universidad mientras yo buscaba algún centro de mala muerte en el que quisieran acogerme, después de lo que había hecho.
               Tommy seguiría con su vida, un año por delante de mí, y me contaría cosas que le sucederían, sí, claro, pero no me hablaría de la chica de la última fila que le lanzaba miraditas cada vez que hablaba, o del profesor que le tenía tirria, o del ejercicio que le había salido bien a la primera, pero después de leer los libros se convenció de que lo había hecho todo del revés.
               No quería perderme a Tommy, ni un puto segundo de su vida. Podía vivir perfectamente sin Eleanor; lo había hecho durante 15 años. Mi vida sería una mierda sin ella, sí, pero, por lo menos, sobreviviría.
               Su hermano, en cambio, era otra historia. Había vivido sin él casi seis meses, y había sido feliz, para empezar, porque había sido justo la época en que todo el mundo es feliz (supongo, la verdad es que no me acuerdo de cómo era yo con uno, dos, tres meses)… y porque no sabía que me faltaba algo hasta que nos encontramos.
               Y ahora iba a perder eso, iba a joderse todo porque yo había sido lo suficiente subnormal como para olvidarme de que en el instituto había cámaras de seguridad.
               No podía respirar.
               Tenía muchísimas ganas de llorar.
               Algo entró en contacto con mi crisálida, y me quitó un auricular. Abrí los ojos; era mamá.
               -A comer-bufó.
               -No tengo hambre-dije, afianzando mi prisión a base de tirar de las mantas un poco más.
               -Ni yo tengo paciencia para aguantaros hoy, Scott-ladró. Joder, sí que estaba cabreada. Conmigo era con quien más dura se mostraba, pero no solía ponerse así de cortante cuando nos veía mal. Mamá era estricta cuando tenía que serlo, y puede que a veces resultara un poco cruel, pero se detenía y se volvía cariñosa y comprensiva en cuanto se daba cuenta de que había atravesado una barrera con nosotros; nos acariciaba el pelo, nos daba un beso, nos miraba a los ojos, nos decía que no volviéramos a hacer lo que fuera que la hubiera disgustado, nos recordaba que nos quería y nos hacía prometer que seríamos mejores la próxima vez.
               Pero yo no tendría una próxima vez.
               Se me quedó mirando, esperando a que me moviera, pero no lo hice. Volví a cerrar los ojos y me tumbé sobre mi costado.
               -Déjame aquí para morir-supliqué, y ella rugió algo, me cogió del hombro para darme la vuelta, y cuando me resistí, hizo más fuerza, me soltó una bofetada y tronó:
               -¡SCOTT YASSER MALIK!-joder, otra vez mi puto nombre entero-. ¡NO ESTÁ EL HORNO PARA BOLLOS! ¡HAZ EL…!
               -Para los míos, porque para los de papá…-repliqué, porque soy así de retrasado, y me soltó tal bofetada que pensé que me rompería el cuello.
               -¡A mí no me vas a dar esas contestaciones! ¿¡Quién te crees que soy, uno de tus amigos!? ¡Pues soy tu madre! ¡Un poco de respeto!
               -Perdón, mamá.
               -¡Si me quiero tirara tu padre después de echarte la bronca, me tiro a tu padre después de echarte la bronca, ¿está claro?!
               -Sí, mamá.
               -¡Y si te digo que bajes a comer, tú te levantas, dejas la cama un poco decente, y bajas a poner la mesa, ¿está claro?!
               -No me has dicho nada de poner la…
               -¡ERES LA VERGÜENZA DE ESTA CASA!-chilló, y yo tuve que morderme los labios, porque sabía que me hacía gracia, a Sabrae y a mí nos encantaba esa frase, y nos teníamos que aguantar las carcajadas para no reírnos en su cara-. ¡TIRA PARA LA COCINA! ¡DELANTE DE MÍ!
               Hice lo que me ordenó; bastante suerte tuve que no me bajó a base de patearme el culo. Puse la mesa con docilidad, ignorando las miradas furiosas que me echaba Sabrae y fingiendo que no me daba cuenta de cómo me cerraba el paso e intentaba ponerme la zancadilla (hasta que me hizo trastabillar, y le di una patada en el tobillo, ella chilló, se abalanzó sobre mí y trató de darme un puñetazo, que yo esquivé con agilidad antes de que papá empezara a gritarnos que si acabábamos de salir del zoo) y me senté entre Shasha y Duna, lo más lejos posible de papá y mamá.
               Sabrae me lanzó una mirada fulminante al percatarse de que el único sitio libre era al lado de mamá, que bastante cabreada estaba ya. Seguro que les habían dicho ya que me habían expulsado, y a ella le habían prometido también una bronca por lo que les había contado sobre su presencia en la gran final de lucha libre.
               Comí todo lo que pude, que fue apenas nada, y lo poco que comí, me sentó mal. Duna me preguntó si me encontraba mal, y yo negué con la cabeza, le dije que no se preocupara, y las seguí fuera del comedor.
               -Sabrae-advirtió papá cuando la mayor de mis hermanas intentó seguirnos.
               -¿Adónde vas? Siéntate ahí-ordenó mamá. Nos escabullimos antes de que empezaran los gritos. Volví a tirarme encima de la cama, esta vez sin música, escuchando los bramidos de Sabrae y mi madre. Papá parecía demasiado harto de nosotros como para molestarse en participar en las broncas.
               Escuché unos pasos cortos y ágiles subiendo las escaleras, y Sabrae se materializó en la puerta.
               -¿Cómo puedes ser tan capullo? ¿Por qué les has dicho que estuve allí? ¡Me han castigado hasta que el tiempo y el espacio vuelvan a solaparse!
               -Déjame tranquilo, Sabrae.
               -¡No me da la gana! ¿Tanto te gusta sacar la lengua a pasear que ya te da igual delante de quién lo hagas? ¡Me parece de puta madre que se la metas en el esófago a medio Londres, pero, por favor te lo pido, Scott, por lo menos intenta medirla cuando estés en casa!
               -¡Que me dejes tranquilo, Sabrae!
               -¡¿Por qué no les dijiste que no me iba a pasar nada porque soy mejor que tú peleando?!
               -¿¡Te crees que no lo he hecho, puta cría de los cojones!? ¡Pero les da igual!
               -¡Por tu culpa no puedo salir este fin de semana, y teníamos pensado ir a un concierto en el centro!
               -¡¡A mí me han expulsado, so subnormal!! ¡¡Perdona que tus problemas me parezcan insignificantes!!
               -¡¡Eres un puto egoísta!!
               -¡Que me dejes en paz, Sabrae!
               -¡¡¡Devuélveme mi fin de semana, llevo meses con ganas de ir a ese concierto, y ahora por tu culpa no…!!!
               -¡PUES LLAMO A ALEC Y LE DIGO QUE VENGA Y TE ECHE UN POLVO, QUE PARECE QUE TE HACE FALTA!-troné, incorporándome. Ella me miró como quien mira a un animal espachurrado en la carretera, cuyas vísceras se han desparramado por todo el suelo-. ¡ASÍ TE MEJORARÉ EL FIN DE SEMANA!
               -¡ME GUSTARÍA VER CÓMO CONSIGUES QUE EL IMBÉCIL DE Alec ME MEJORE EL PUTO FIN DE SEMANA! ¡AUNQUE PUEDE QUE SI ÉL HACE QUE TE CUELGUES DE UN ÁRBOL ME LO TERMINE PASANDO BIEN!
               -¡FUERA DE MI HABITACIÓN!
               -¡TE ODIO, SCOTT!
               -¡MENUDA TRAGEDIA! ¡FUERA DE MI PUTA HABITACIÓN!
               -¡Al próximo que le oiga levantar la voz en esta casa, lo meto en un avión y lo mando a Siberia!-amenazó mamá, y Sabrae se mordió la lengua, me lanzó una mirada envenenada y cerró mi puerta con un golpazo; abrió la suya con tanto ímpetu que consiguió que se chocara contra la pared, y la cerró con más fuerza aún. Pude escucharla gruñendo:
               -Gilipollas de mierda, traidor, asqueroso, y encima me menciona al otro subnormal, si es que no hay quien los aguante, para qué sirven los tíos, qué ganas de una revolución lésbica que acabe con todos los hombres, joder…
               -Pero si todos los problemas los creáis vosotras, qué me estás contando-protesté, y ella dio una palmada en la pared.
               -¡Que te calles, Scott!
               -¡Cállate tú!
               -¡Callaos los dos, que no puedo escuchar mis animes!-protestó Shasha.
               -¡Idos a la mierda tú y tus dibujos chinos!-replicó Sabrae, que estaba en medio del campo de batalla.
               -¡SON JAPONESES!
               -¡SHASHA!-bramó papá, y se hizo el silencio en la casa.
               Estaba tirado en la cama cuando escuché el timbre sonar con insistencia, y unos pasos subiendo las escaleras de dos en dos.
               Y allí estaba Tommy, con la cara roja por haberse dado prisa en comer y en venir, recuperando el aliento, el pelo revuelto y la ropa descolocada por la carrera. Me incorporé hasta quedarme sentado, y me miró.
               -¿Qué ha pasado, tío? ¿Por qué te han hecho irte así? Te he llamado un par de veces, pero tienes el teléfono apagado, ¿te has quedado sin batería?
               No me había dado cuenta de que lo había puesto en modo avión, algo que yo nunca hacía, sólo para poder estar solo con mis pensamientos.
               -Me han expulsado-informé con voz neutra, y Tommy frunció el ceño.
               -¿Eh?
               Pasé a relatarle todo lo que pasó desde que nos separamos hasta que volvimos a encontrarnos, pasando suavemente por la bronca con Sabrae, porque me volvía a poner de mala uva, y disculpándome cuando di los nombres de los demás, a lo que me dijo que no pasaba nada, que mi madre era legal y no iría a contarlos para que volvieran a admitirme.
               -Joder, tenemos que hacer algo, Scott, ahora me siento fatal porque por culpa de mi puñetera hermana tú estás así-empezó, acelerándose-; seguro que si vamos y les contamos lo que pasó, rectifican, y te vuelven a admitir, es que no es…
               -No van a volver a admitirme, y puede que os echen a los demás, así que-me encogí de hombros.
               -¡Pues no es justo, tío! ¡Joder! ¡No podemos permitirnos esto! ¡Ya sé! ¡Montaré una muy gorda para que me echen a mí también! Le pediré a Tam droga, y me aseguraré de que me pillen con ella…
               -No digas gilipolleces, T, tío-protesté, y él puso los ojos en blanco.
               -Pues, ¿qué me sugieres que haga, S, tronco? Dios, no puedo tenerte lejos, especialmente ahora que estás mal… y bueno, yo tampoco estoy bien, ¿sabes? Suena egoísta, pero te necesito cerca; las cosas con Diana siguen todavía un poco tensas, y luego está la gilipollas de Eleanor, que me amarga la vida cada vez que entro en casa; es que, de verdad, no sé qué pollas le pasa últimamente, pero está a la que salta; yo creo que le pasa algo con ese puto novio que tiene, que no se la tira bien o lo que sea, pero, ¿por qué la paga conmigo? No tiene puto sentido, y…
               -Tiene todo el sentido del mundo-espeté, harto ya de todo. ¿Cómo podía tener los huevos de venir, justo cuando me habían expulsado, y empezar a protestar por cómo lo trataba Eleanor? Al lado de cómo me había tratado a mí, ella le besaba los pies.
               -¿Sí?-soltó, molesto-. Pues yo no se lo veo.
               Me eché a reír.
               -Joder, Tommy, llevas meses sin ver nada; es más, podrías pillarnos follando y no darte cuenta de que el novio de Eleanor soy yo-solté, y sentí un tirón en el estómago al quitármelo de encima. Ya estaba, ¡se acabó, joder! ¡Semanas de tensión a lo tonto, peleas con Eleanor por nimiedades, con lo fácil que era decirlo!
               Tommy se me quedó mirando, con la mandíbula desencajada. Sus ojos se oscurecieron.
               -¿Qué acabas de decir?
               -Era yo quien salía con Eleanor-repetí, y él frunció el ceño, con los océanos de sus ojos ardiendo-. Y sí, supongo que, si está de mala hostia, es porque ya no me la tiro-espeté, duro-. Lo dejamos, ¿sabes?
               -¿Te has liado con mi hermana?-ladró, poniéndose en pie y mirándome como si estuviera ante un cachorro que acaba de destrozar su peluche favorito. Lo miré, desafiante. Puede que no debiera haber hecho eso, pero lo cierto era que me sentía como un dios, invencible, un héroe épico sobre cuya vida se escribirían cientos de poemas, cada uno con miles de versos, y cuya persona alimentaría múltiples leyendas.
               -Sí-dije solamente.
               Y, entonces, Tommy hizo algo que ninguno de los dos había hecho nunca al otro.
               Me dio un puñetazo en la mandíbula.
               Y me sacó de mi ensoñación. Estaba poniéndome chulo con Tommy, estaba haciéndome el digno cuando no había hecho más que mentirle. Iba de superior, cuando no le había llegado ni a la suela de los zapatos.
               Hasta ahora.
               -¿TE HAS ESTADO TIRANDO A MI HERMANA A MIS ESPALDAS?-bramó, abalanzándose sobre mí.
               -Tommy…-empecé, en tono lastimero, pero me dio otro puñetazo y me cogió por el cuello de la camiseta.
               -¡ELLA TE QUIERE, SCOTT! ¿CÓMO HAS PODIDO HACERLE ESO? ¡LLEVA ENAMORADA DE TI DESDE QUE ERA UNA CRÍA!
               -¡Yo no lo busqué!
               -¡Y una puta mierda que no lo buscaste! –tronó, soltándome y dejando que cayera sobre la cama, inerte-. ¡¡Llevas tonteando con ella toda la vida!!
               -¡Todo eso era inocente, hasta hace nada!
               -¡¿Era lo que querías?! ¿¡Tenerla comiendo de tu mano para que, cuando te aburrieras, poder ir y tirártela!? ¿CÓMO HAS PODIDO HACERNOS ESTO A LOS TRES, TÍO?-volvió a pegarme, pero yo ni siquiera me moví para intentar amortiguar el golpe.
               -Tommy, por favor, espera, deja que te explique…
               -¡NO VAS A EXPLICARME NADA! ¡DEFIÉNDETE, MALDITA SEA!
               -Eres mi hermano, T-casi supliqué, pero él seguía cegado por su odio. Me había acostado con Eleanor, yo era la razón de que ella estuviera como estaba, era por mí por quien lloraba, era mi nombre el que llevaban sus lágrimas.
               -¡QUE TE DEFIENDAS!
               -La quiero, Tommy-dije, notando un nudo en la garganta-. Estoy enamorado de ella.
               -¡NO PUEDES ESTAR ENAMORADO DE ELLA!-replicó, tozudo-. ¡ELLA NO PUEDE SER MÁS QUE UN CAPRICHO PARA TI! ¡ES MI HERMANA, SCOTT, JODER!
               -Pero es verdad-dije, sacudiendo la cabeza-. Yo la quiero. No es un capricho. La quiero de verdad, T.
               -¿Cómo puedes ser tan miserable, Scott? ¿Cómo has podido venir a mi puta casa, estar con ella y no mover un músculo cuando ella se echaba a llorar porque ese novio misterioso que tenía se lo estaba haciendo pasar mal? ¡¡¿Cómo puedes decir que la quieres si no hiciste absolutamente nada para calmarla o que se sintiera mejor cuando estábamos los tres juntos?!!
               -No quería…
               -¿¡No querías!?-ladró, cuando no pude continuar la frase.
               -¡No quería que te enteraras así! ¡No quería contártelo, hasta…!
               -¿Hasta que ella no lo soportara más y se diera cuenta de lo que erais, y se pirara?
               -¡Lo mío con tu hermana no ha sido un juego en ningún momento, Tommy! ¡Tienes que creerme!
               -¿Cómo te voy a creer, Scott, después de estas semanas mintiéndome? ¡Te pregunté qué te pasaba, por quién estabas así, y ni siquiera tuviste los cojones de decirme su nombre! ¡Me dijiste su segundo nombre, y claro, yo no caí, porque, ¿cómo ibas a hacerme eso a mí? ¿Cómo ibas a hacerle eso a ella?! Se me pasó por la cabeza el otro día-dijo, y yo lo miré-. Y tardé como tres segundos en desechar la idea, ¿sabes? Porque sabía que no jugarías con ella de esa forma, que tienes unos límites. O, bueno, lo creía. Veo que me equivocaba-dijo, incorporándose-. No te reconozco, Scott. Eres todo lo contrario a lo que yo pensaba que eras. 17 años juntos, y toda la vida me has estado engañando. Puede que te merecieras todo lo que te pasó.
               -Tommy, sigo siendo yo-susurré, ignorando cómo me ardían los ojos.
               -Pobre Ashley-espetó, lacerante-. Llevamos años odiándola, y sabe dios qué le harías para que se terminara liando con otros.
               -Tommy…
               -Aléjate de mi hermana-advirtió, acercándose a la puerta, pero con los ojos fijos en mí-. Ella no se merece que le hagas esto.
               -Tommy, espera, no te vayas, yo…
               -Tú, ¿qué, Scott?-me cortó.
               -Yo no quería que te enfadaras.
               Se echó a reír.
               -¿Ves por qué no te la mereces?-acusó-. Ella dejaría que le pegaran un tiro por ti, y tú ni siquiera eres capaz de dar la cara por lo que supuestamente sientes por ella ante mí. Eleanor no se merece a alguien que antepone un par de borracheras a su felicidad.
               -¿Eso es lo que somos para ti?-solté, herido-. ¿Un par de borracheras?
               -¿Cuánto hace que no salimos sin coger una mangada impresionante uno de los dos, Scott? En eso basamos nuestra amistad: en cuidarnos el uno al otro.
               -No lo sé, Thomas, ¿desde que tú decidiste que no te bastaba con follarte a Diana, sino que también tenías que tirarte a Layla?-acusé-. ¿Desde que te deprimiste porque las deseabas a las dos? Fuiste tú el que empezó con las borracheras, no yo; y esto viene de antes que lo mío con Eleanor.
               Sonrió, una sonrisa lobuna.
               -Supongo que aquí se acaba nuestro alcoholismo, y eso a lo que llamábamos amistad.
               Me lo quedé mirando. No podía ir en serio. ¿17 años se acababan así, sin más? Nos medimos con los ojos, castaño contra azul, bosque contra mar, tierra contra agua.
               -Cierra la puerta al salir-fue todo lo que dije, y él asintió, se llevó dos dedos a la frente, haciendo el saludo militar, sonrió con cinismo cuando añadí-. ¡Fuera, gilipollas!-abrió la puerta y la cerró sin hacer ruido.
               Creí que Tommy saldría de mi vida con la explosión de una supernova, y no con la discreción de la llama que consume el último milímetro de mecha de su vela.
               Miré la puerta sin dar crédito, esperé a escuchar cómo se cerraba también la de la calle…
               … y me eché a llorar como no había llorado en toda mi vida. Me hice un ovillo y lloré por todo lo que había perdido: a Eleanor, a mí mismo, a Tommy… Tommy, que siempre iba a estar ahí para mí, acababa de marcharse porque yo era un subnormal, un cabrón, incapaz de controlarme. Qué fácil habría sido todo si sólo le hubiera dicho a Eleanor que se desnudara en su habitación, qué fácil habría sido si no la hubiera seguido al baño de Jeff y me la hubiera tirado allí.
               Ojalá no la hubiera encontrado cuando estaba con Simon.
               Ojalá hubiera llegado tarde.
               Hundí el rostro en la almohada y me puse a gritar, grité hasta que me ardieron los pulmones y empecé a marearme porque necesitaba respirar.
               Me daba asco por mis deseos, y también me daba asco por lo
               Si Shasha siguiera necesitando sus pastillas para dormir, me habría tragado un bote entero. No podía vivir solo. No podía vivir con Tommy odiándome.
               Me giré y miré la estantería, todas las fotos en las que salíamos los dos, sonriendo a la cámara sin saber el rencor que atesorábamos mutuamente en nuestros corazones. Yo le había perdonado muchas gilipolleces, incluso le había dicho que ser un putero y tener dos novias estaba bien porque sabía que no podría elegir y necesitaba escuchar eso; había renunciado a muchas fiestas cojonudas sólo porque él había cogido unas borracheras de aúpa y me había necesitado, y ahora iba, y me echaba en cara lo de Ashley, lo de Eleanor, lo de cualquier chica que se nos había acercado y me había preferido a mí antes que a él…
               Me levanté y cogí un libro que me habían regalado por mi segundo cumpleaños, el último antes de que la causa de la discordia hiciera acto de presencia en el mundo. Se trataba de un álbum desplegable sobre el universo: lo abrías, y aparecían un montón de cuerpos astrales, de diversas formas y colores. Había sido un regalo de Tommy, en teoría, aunque sabía que había sido Eri la que lo había elegido y envuelto en un papel de regalo que contenía estrellas y cohetes, así como un lazo rojo, que todavía conservaba.
               Recordaba vagamente que tenía sonido y que me había encantado que la música del libro cambiara según pasabas las páginas, pero se le habían acabado las pilas hacía años. Antes de ir a por Sabrae, creo, el libro ya se había quedado mudo.
               Estaba acariciando los bordes y las cosas que sobresalían cuando la puerta de mi habitación se abrió. Ni me molesté en levantar la cabeza. Una figura bajita, de melena negra, se acercó a la cama.
               -Scott-dijo Duna, zalamera.
               -Déjame solo-ordené.
               -¿Estás llorando?
               -Lárgate de mi habitación, Duna.
               -¿Qué te pasa?
               -Que te pires, Duna-pero llegó hasta la cama y puso sus manitas sobre mi mano. La aparté. No me merezco que me toques, no me merezco que nadie me toque, a no ser que sea para echarme las manos al cuello.
               -Vamos a jugar con mis muñecas y mis coches-me instó, agarrándome la mano y tirando de mí-. Te sentirás mejor.
               -Quiero estar solo, Duna.
               -¡No!-dijo, soltándome la mano y agarrando el libro-. ¡Ven a jugar conmigo! ¡Yo te haré sentir bien!
               -No puedes, nenita-repliqué, sacudiendo la cabeza. Me miró con sus ojos negros, se enfadó, cogió la parte del libro que tenía más cerca, y lo cerró de un golpe.
               Escuché el sonido de algo rasgándose: no le había dado tiempo a los planetas a guardarse, y ahora estarían rotos, destrozados.
               -¡Vamos a jugar!-exigió, y tiró del libro un poco más, y el ruido se repitió. Y yo me volví loco.
               -¡QUE ME DEJES EN PAZ, PUTA CRÍA DE LOS COJONES!-grité, dándole una bofetada, la primera bofetada que le di en toda mi vida. Era la bofetada que le habría dado a cualquier otro, las ganas que tenía de devolvérselas a mis padres, a Sabrae, a Tommy. Y se la di a ella, que no me llegaba ni a la cintura, con toda la fuerza y rabia que acumulaba en ese momento, como si fuera el único canal que tenía el universo para deshacerse de esos pensamientos negativos.
               Le di tan fuerte que Duna se cayó al suelo, y se echó a llorar, histérica. Se levantó y salió corriendo, pero yo no la miré, sino que abrí el libro e intenté alisar las dobleces nuevas, intenté volver a unir lo roto.
               Papá vino a gritarme, me arreó con todas sus fuerzas, me dijo que la próxima vez que quisiera ponerle la mano encima a Duna, le diera un puñetazo a la pared, le hiciera un favor al mundo y me rompiera la mano de una putísima vez. Cerró la puerta tras de sí, me dejó llorando aún más, porque le había hecho daño a mi hermana, se había roto mi libro favorito, mi recuerdo físico más especial de la infancia, y ahora sólo tenía hermanas. No tenía ningún hermano.
               Me di la vuelta y me quedé mirando la pared, deseando desaparecer. ¿Por qué habían tenido que levantarle la maldición a mamá aquella noche de agosto en la que me concibieron? Todo el mundo sería más feliz si ella hubiera sido estéril un ratito más.
               La puerta de mi habitación se abrió de nuevo, y una presencia silenciosa se instaló en la estancia. Creí que sería Shasha, que vendría a regodearse de mi miseria, o Sabrae, que vendría a vengar a Duna.
               Cuando dijo mi nombre como sólo ella podía hacerlo, no di crédito a mis oídos. Me volví y la miré.
               Eleanor me devolvió una mirada tristísima, con una tristeza que creció al ver cómo me encontraba yo. Tenía los ojos rojos, puede que de llorar.
               -Scott…
               -Se lo he dicho a tu hermano-la corté-. Es lo que querías, ¿no? Pues ahí lo tienes. Ahora, él me odia.
               Se sentó a mi lado en la cama y buscó mis manos. Eran tan suaves, tan calentitas, tan amorosas… pero no estaba bien que las sostuviera entre las mías.
               Yo no era de los que rompían y volvían, rompían y volvían, rompían y volvían. Nunca íbamos a volver.
               Pero, Scott, joder, mira esos ojos.
               Se inclinó hacia mí, me miró un momento, como pidiendo permiso, y depositó un suave beso en mis labios, delicado como el primer aleteo de una mariposa.
               A la mierda, Scott.
               Rompería y volvería, rompería y volvería, rompería y volvería, siempre, las veces que hiciera falta, siempre y cuando fuera con ella.
               -Todo esto es culpa mía-susurró, parpadeando rápido, para no permitirse llorar.
               -El, para-me incorporé-. Te defendí encantado-la tomé de la mandíbula-. Siempre te defenderé encantado. Lo sabes, ¿no? ¿Sabes que te quiero y que haré lo que sea por ti?
               Asintió con la cabeza, mordiéndose los labios.
               -Tengo la regla-espetó, sin venir a cuento-, pero, si quieres, puedo… no se lo he hecho a nadie más que a ti, pero creo que he mejorado algo, yo… te echo de menos, no estoy lista para hacer lo otro, pero eso sí que…
               -Eh, eh-le puse un dedo en los labios-. Para el carro. No me acuesto contigo porque me lo debas. Lo hago porque estoy enamorado de ti.
               Sonrió entre las cascadas que le dividían las mejillas.
               -La verdad es que no me esperaba que se lo dijeras-confesó, mirándose las manos.
               -¿Por qué?
               -Hemos roto-explicó.
               -Pues quiero volver.
               Se mordió los labios.
               -¿Por eso se lo has dicho? ¿Porque me echas de menos?
               -Porque te quiero, y Tommy tenía que saberlo-le dije, acariciándole el pelo, buscando sus labios- Llevo haciéndolo desde que naciste, lo que pasa es que ninguno de nosotros se daba cuenta.
               Sonrió, se dejó besar, y me regaló un beso salado, de mar, de los mares que teníamos los dos.
               -¿Scott?
               -¿Mm?
               -Yo también quiero volver.
               -Pues hemos vuelto, oficialmente.
               -Qué bien-sonrió, besándome, pegándose a mí, pasándome los dedos por el cuello. Puede que, si nos quedábamos así, lograra sobrevivir a lo de Tommy.
               O puede que no.
               En todo caso, era demasiado pronto para averiguarlo.
               Nos separamos y se me quedó mirando, confusa.
               -¿Qué…?
               -Necesito que te marches.
               -¿Por qué? ¿Es por lo de los demás? Porque…
               -Me da igual con quién estuvieras-sacudí la cabeza-. Necesito estar solo.
               -No voy a dejarte solo.
               -Eleanor-la corté, notando su obstinación-. De verdad, quiero que te vayas.
               -¿Por qué?-repitió, herida.
               -No quiero que me veas llorar.
               -Estás llorando ahora-acusó, y yo me limpié los ojos con el dorso de la mano.
               -Sí, bueno… tengo ganas de llorar más. Y no quiero que te sientas mal.
               -Me volveré loca en casa-contestó.
               -Pues vete a dar una vuelta con Sabrae-sugerí. Ella me miró un momento, asintió con la cabeza, me dio un último beso, se levantó y se dirigió a la puerta-. Eleanor-la llamé, y se volvió-. Eres la única chica por la que podría pelearme con Tommy.
               Se le encendieron un poco las mejillas, qué rica era. Me susurró que me quería y se deslizó por la minúscula abertura de la puerta. Tuvo la delicadeza de cerrarla.
               Ojalá existiera alguna chica por la que mereciera la pena pelearme con Tommy, pensé cuando se fue. Y me pasé el resto de la tarde tirado en la cama, llorando y calmándome a intervalos regulares. Apagué directamente el móvil, y escuché cómo llamaban al fijo de casa en repetidas ocasiones. Mis amigos querían saber qué me pasaba, puede que Tommy no les hubiera dicho nada.
               Bajé a cenar, un poco más animado. Todas mis hermanas se pegaron a mí, como si la tristeza fuera frío, ellas fueran soles, y quisieran aportarme calidez. Le pedí perdón a Sabrae por ser un capullo, y ella me pidió perdón por no acostumbrarse a que yo fuera un capullo.
               Duna no quiso bajar. Cuando se ponía de morros, había que subirle la cena a la cama. Y hoy estaba muy de morros.
               Cogí una bandeja, eché un poco de comida en su plato, un zumo de piña y manzana, su favorito, y subí a su habitación.
               Estaba metida en la cama, tapada con las mantas, abrazada a su peluche preferido.
               -Dun-dun-la llamé-, ¿estás bien?
               -Bueno-susurró, y se pegó un poco más a su peluche.
               -Te traigo la cena-informé, como si no fuera evidente. Sólo parpadeó. Di un paso en su dirección, y ella se acurrucó más en su cama, tapándose más con la manta, camuflándose, mimetizándose con el entorno.
               Me tenía miedo.
               Joder, era una persona horrible, un verdadero monstruo.
               -Siento lo de antes, mi princesita; te prometo que no te voy a volver a tocar así, de verdad-le aseguré-. ¿Crees que podrás perdonarme?-silencio-. Te juro que ha sido la primera, y la última vez.
               -No ha sido la primera-contestó.
               -¿Qué?
               -Me has llamado “puta cría”-me miró a los ojos, dolida. Dios, no le molestaba que le hubiera pegado. Le molestaba que me hubiera referido a ella como me refería a las demás, como me refería a todas cuando estaban juntas.
               -Yo… lo siento.
               Di otro paso hacia ella, y volvió a encogerse un poquito más.
               -Duna… no te voy a hacer daño. Soy yo. El de antes no era yo. Pero ese cabrón no va a volver, ¿vale?
               Se me quedó mirando.
               -¿Me dejas acercarme?
               Miró un momento su lado en la cama. Se pegó un poco más contra la pared, colocó el peluche sobre sus rodillas, y lo palmeó, invitándome a sentarme a su lado. Así lo hice, le pasé la bandeja y le besé la cabeza mientras ella cogía el tenedor de Lola Bunny, el que usaba en ocasiones especiales, como su cumpleaños, o cuando necesitaba ánimos, bien por estar enferma, o por estar triste.
               -¿Quieres dormir conmigo esta noche?-la invité, aunque me haría más bien a ella que a mí.
               -No puedo-se excusó, hablando con los carrillos hinchados por la comida que se había metido en la boca.
               -No hables con la boca llena, Dun-dun.
               Tragó y bebió un poco de su zumo.
               -Tengo que espera al hada de los dientes-explicó, abriendo la boca y tirándose de los labios para que le viera un hueco entre sus diminutas muelas. Se me cayó el alma a los pies.
               -¿Yo te he hecho eso?
               -Lo tenía suelto-explicó, encogiéndose de hombros. Observé cómo terminaba de comer y se limpiaba con la servilleta.
               -Acuérdate de lavarte los dientes.
               -Sí-dijo, y me estampó un beso en la mejilla cuando recogía sus cosas y me preparaba para llevar la bandeja a la cocina. Fregué los platos, aunque se suponía que le tocaba a Shasha. Y luego, subí a acostarme, sin ver la tele. Estaba agotado, aunque sabía que no podría dormir.
               Llevaba como diez minutos tirado en la cama cuando se encendió la luz del pasillo y mi puerta se abrió. Duna apareció por ella, estiró la cabeza, intentando ver si dormía, y se acercó a mí sin hacer ruido, dando pasos exageradamente sigilosos, para no despertarme. Levanté la cabeza, y ella suspiró.
               -Todavía no me he dormido-expliqué, para que no se sintiera mal.
               Tiró de las mantas y escaló por el colchón. Se metió en la cama conmigo y se acurrucó contra mí, pasándose mi brazo por los hombros y suspirando de satisfacción al pegar su cuerpecito contra mi pecho.
               -He cambiado de idea-explicó-. No voy a esperar al hada de los dientes.
               -Vaya.
               -Es mágica-reflexionó-. Debería saber dónde estoy-metió su diente debajo de la almohada y le dio una palmada.
               -Claro que lo sabe, mi amor.
               Se dejó caer, estiró los brazos, bostezó ampliamente y cerró los ojos. Luego, los volvió a abrir.
               -¿Scott?
               -Ponte a dormir, Duna.
               -¿No es un poco sospechosa?
               -¿A qué te refieres, nenita?
               -Pues… si coge mis dientes, y los del resto de niños del mundo, eso son un montón de dientes. Un porrón. Como… cincuenta, o así-meditó.
               -Caray, sí que son muchos, sí-sonreí.
               -¿Dónde los mete?-quiso saber, y yo me eché a reír.
               -Algún apañito tendrá, supongo. Puede que alquile trasteros por ahí.
               Duna se me quedó mirando, como si estuviera loco.
               -Tienes que dormirte-me riñó-. Si no, ella no vendrá.
               -Tú también tienes que dormirte-dije, acariciándole el costado, y ella se echó a reír. Le hacía cosquillas.
               Metió las manitas debajo de la almohada, suspiró, bostezó de nuevo y cerró los ojos. Le di un beso en la frente, y ella sonrió, se hizo de rogar, pero finalmente me dio otro en la mejilla.
               Estuve un rato mirándola, envidiando su tranquilidad. Cuando cerré los ojos, preguntándome si dormiría algo (no lo sé, Scott, ¿el agua arde?), ella los abrió.
               -¿Scott?-susurró en la oscuridad, en voz muy baja, como si estuviéramos en una tienda de campaña con más gente y sólo yo pudiera escucharla.
               -¿Piojito?
               -Te quiero-musitó, pegando la cara contra la almohada, porque le daba mucha vergüenza decirle eso a nadie. A cualquiera, claro, menos a mí.
               -Y yo a ti, mi amor-volví a besarla, y la abracé más fuerte-. Venga, a dormir.
               Se aferró a mi camiseta, cerró los ojos, inspiró hondo, y pronto se quedó dormida. Le acaricié la espalda, dándole las gracias por tenerla allí conmigo.
               Tener hermanas es una mierda el 90% del tiempo, pero el 10 restante hace que lo demás merezca la pena. Y lo bueno de tus hermanas es que pueden convertir un día de putísima mierda en, simplemente, un día de mierda.
               Puede que tus hermanas sean capaces de rellenar el hueco vacío que ha dejado tu hermano.

               O puede que no, y por eso seas incapaz de dormir en toda la noche… y casi lo agradezcas, porque sabes que soñarás con él. Con él, y con el silencio con el que cerró la puerta que os separará para siempre.

108 comentarios:

  1. ESTOY LLORANDO TANTÍSIMO LA MADRE QUE ME PARIÓ. TE ODIO DEMSIADO AHORA MISMO ERIKA.

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  2. SCOTT ESTÁ SUFRIENDO TANTÍSIMO PUFFFF. ES QUE EN SERIO QUE MAL ME SIENTO. HE LLORADO MUCHÍSIMO EN ESTE CAPÍTULO. EL QUE MÁS.

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    1. Cualquiera diría que es mi personaje favorito, con lo mal que se lo estoy haciendo pasar... aunque, para ser sincera, no tengo tan claro que sea mi fav de verdad. Los demás son tan geniales, SUFRO.

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  3. LLEVAMOS ESPERANDO ESTE CAPÍTULO MESES VALE, MESES Y CUANDO LO HE TENIDO POR FIN A DISPOSICIÓN ME HA TEMBLADO EN DEDO AL PULSAR EL LINK. HE LLORADO TANTO JODER. SCOMMY ME DA LA VIDA Y ME LA QUITA

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    1. TENÍA UNAS GANAS LOCAS DE ESCRIBIRLO, NO SÉ QUÉ VA A SER DE MÍ AHORA QUE YA ESTÁ SUBIDO. De verdad, todavía no me creo que, después de tantísimo tiempo, por fin haya escrito y publicado la pelea, todo pasa volando, tío. Ahora, los capítulos en los que estén separados se me van a hacer durísimos y larguísimos

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  4. Me ha dolido tanto la pelea y lo he pasado tan mal, que la reconciliación de Sceleanor me la ha sudado muchísimo. No creí poder sentirme tan mal leyendo algo.

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    1. Por favor, Lilith, DEJA DE METERTE EN MI CABEZA. Yo estaba igual que tú; creía que, cuando escribiera la parte en que Eleanor vuelve, me alegraría un poquito, pero de lo único que tenía ganas era de borrar todo lo que tenía redactado y hacer que Tommy reaccionara bien a lo que le contó Scott. No puedo con ellos, de verdad.

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  5. Scommy ha roto en este puto capitulo. No lo concibo vale. No lo asimilo. Me quiero matar. Hace tiempo pensaba y dije que Sceleanor era la pareja literaria más bonita que había visto, pues mentí como una puta vellaca. Scommy es lo más precioso de este puto mundo y me siento tan mal ahora mismo....

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    1. Madre mía, es que a lo tonto estoy haciendo que Scott haga más cosas por Tommy de las que haría por Eleanor, y que Tommy haga por Scott cosas que no haría ni por Diana ni por Layla :( lo "bueno" de que no sean gays es que pueden tener hijos propios y seguir con la tradición de esta hermosura de amistad, ¿te imaginas a un mini Scott y un mini Tommy siendo amiguitos como ellos?
      Me voy a por la lejía.

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  6. Me duele el corazón joder.... He llorado muchísimo. Todo le tiene que pasar a Scott, esta tan jodido que en serio puede irse todo Dios a tomar por culo, sólo quiero que el este bien.

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    1. Al pobrecito se le junta todo; yo no sé qué me pasa y por qué me cebo tanto con él.

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  7. HE SUFRIDO EN LA PARTE DE DUNA VALE. ME ESPERABA QUE HICIESE ALGO ASÍ PERO MADRE MIA HE LLORADO EN ESE MOMENTO MUCHO. Y ELEANOR ME PUEDE COMER EL COÑO,ESTYO ENFADADA CON ELLA VALE.

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    1. POR FAVOR APRECIEMOS QUE DUNA LE COGE MIEDO A SCOTT PORQUE ÉL NUNCA LE HA PUESTO LA MANO ENCIMA Y JUSTO LE HA PEGADO EN EL MOMENTO EN QUE MÁS CABREADO HA ESTADO DE TODA SU VIDA, NO PUEDO VIVIR ASÍ.

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  8. Me duele tanto el pecho ahora mismo....
    Entiendo por un lado a Tommy vale le ha ocultado todo durante meses pero es que joder Scott esta sufriendo la hostia inversa coño....
    Es todo tan frustrante que quiero llorar

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    1. Totalmente de acuerdo, Rosa, tía, es que no puedo dejar de entender las dos posturas: Scott quería evitar que Tommy se pusiera como efectivamente se ha puesto, y Tommy se ha cabreado más por la ocultación que por el mero hecho de que estuvieran juntos, aunque él diga que no es por eso.

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  9. "Puede que tus hermanas sean capaces de rellenar el hueco vacío que ha dejado tu hermano.O puede que no, y por eso seas incapaz de dormir en toda la noche… y casi lo agradezcas, porque sabes que soñarás con él. Con él, y con el silencio con el que cerró la puerta que os separará para siempre." Hubiese sido menos doloroso haberte presentado en mi casa con un bate y molerme el brazo a palos....

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    1. ¿Te puedes creer que, en las notas que tenía del capítulo, tenía puesto que éste acabaría con Scott diciéndole a Duna que él también la quería, y nada más? Me alegro un montón de haber seguido escribiendo un poquito más; estoy muy orgullosa de cómo he terminado este capítulo, creo que lo resume tan bien...

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  10. Dios Eri...te juro que tenía expectativas muy grandes y dolorosas sobre este capitulo y sobre la pelea en general. Pero las has superado en un 200% He llorado des la expulsión hasta el último punto. Creo que he llegado a sentir cada una de las palabras que ha soltado Scott como si las dijera yo o cada bofetada que ha recibido, como si me la dieran a mí. Es solo un crío...un crío que muchas veces comete estupideces pero que, como él ha dicho, tiene unas principios. Sí, puso a sus amigos antes que a la educación, puso el bienestar de Tommy por delante de su relación con Eleanor, pero...¿acaso eso no nos dice que tipo de persona es?
    Auqnue también lo he odiado tanto cuando le ha pegado a Duna, aunque me haya roto mil veces más el corazón ver a la beba asustada de él y dolida por lo de puta cría.
    En definitiva...me esperaba un gran capitulo, pero no algo tan grandioso como este. Sé que lo voy a leer de nuevo ahora, mañana y pasado porque creo que es una de las pocas veces en las que vemos a Scott Yasser Malik siendo tan humano...

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    1. Uf Ari, no veas cómo me alegro de no haberte decepcionado,tenía un miedo de que las expectativas fueran tan altas que no pudiera cumplirlas...
      No podrías haber retratado mejor a Scott: es sólo un crío, todos lo son, un crío que juega a ser mayor pero un crío al fin y al cabo. Lo peor de todo han sido sus padres, pero lógicamente su reacción está del todo justificada, después de lo que acaba de suceder y lo que nos acaba de demostrar: que es una BELLÍSIMA persona que no se merece nada malo de lo que le pasa, pero ya vemos que a los buenos siempre les pasa lo peor: mira a Layla, si no.
      Lo cierto es que lo de Duna ha sido otro intento mío de intentar desmitificar al héroe, pero de verdad que no puedo dejar de descibrilo como un bizcocho supremo al después ir y pedirle perdón, porque es lo que es: un completo y soberano bizcocho, que a veces tiene la mano muy larga y la lengua más aún.
      Otra vez, me alegro UN MONTÓN de que te haya gustado el capítulo; yo estoy bastante satisfecha con él, aunque también es verdad que yo sabía de antemano qué iba a suceder y por qué, y no estoy en las cabezas de los demás para juzgar objetivamente esta historia.

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  11. Estoy llorando lo que no está escrito Erika. Intenté convencerme de que estaba preparada para este capítulo, pero no tia. No lo estaba. He llorado demasiado

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  12. En este capítulo se resume el porqué de que Scott Malik sea mi personaje favorito. No he visto un personaje literario tan humano y tan inperfectamente perfecto. Me quito el sombrero una vez más Erika. Eres de lo mejor que he tenido el placer de poder leer.

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    1. No sé qué tiene, pero Scott me hace escribir y pensar de una manera con la que los demás no me atrevo ni a soñar. Tiene tanto carisma ya sólo cuando lo concibo... y creo que es por todo lo que tú dices, por lo humano e imperfecto que es, por cómo se enorgullece de su imperfección, y cómo la intenta corregir para estar a la altura de la gente a la que quiere.

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  13. ERIKA TE ODIO, TE LO JURO, DIOS DE MI VUDA Y MK CORAZÓN AUN SIGO LLORNADO ME CAGO EN LA PUTA, DIOS, LQ PUTA PARTE DE SCOMMY ME HA DEJAEO EN LA MKERDA, ME VOY DE LA VIDQ

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    1. AHORA ES CUANDO TE PIDO QUE HAGAS QUE SE PELEEN POR TWITTER PERO SÉ QUE NO VOY A PODER ASISTIR A TAN ACIAGO ACONTECIMIENTO Y QUE TÚ NO PODRÍAS AZUZARLOS DE ESA MANERA ASÍ QUE AQUÍ ESTAMOS

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  14. DUNA ES LA COSA MÁS PUTAMENTE TIERNA DE ESTA GALAXIA

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    1. Por favor, apreciemos que tiene OCHO AÑOS y que prefiere estar con su hermano porque lo ve muy mal a quedarse en su cama vigilando que el hada de los dientes haga su trabajo
      No nos la merecemos tío

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  15. Puede que tus hermanas sean capaces de rellenar el hueco vacío que ha dejado tu hermano.O puede que no, y por eso seas incapaz de dormir en toda la noche… y casi lo agradezcas, porque sabes que soñarás con él. Con él, y con el silencio con el que cerró la puerta que os separará para siempre

    Me ha dado un sincope

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    1. A veces me pregunto por qué soy tan hija de puta, luego recuerdo que es porque me encanta sufrir y haceros sufrir a vosotras, y se me pasan las dudas

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  16. AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH
    NO PUEDO CON MI VIDA ESTOY LLORANDO A MARES ERI, O SEA NO PUEDES ESCRIBIR ASÍ DE BIEN, DEJARNOS ESTO ASÍ DE GRATIS Y QUEDARTE TAN ANCHA, ESTOY ABSOLUTAMENTE ENAMORADA DE ESTA HISTORIA Y DE TODAS LAS COSAS QUE ME HACE SENTIR, O SEA VAN A PASAR MESES HASTA QUE YO ASIMILE LO QUE ACABO DE LEER, ESCRIBES TAN SUMAMENTE BIEN QUE POR UN MOMENTO HE SENTIDO TODO LO QUE SCOTT TIENE ENCIMA Y DIOS ES QUE SABÍA QUE ESTE CAPÍTULO IBA A SER HORRIBLE PERO NO ME ESPERABA ESTO PARA NADA, NO SÉ NI QUÉ DECIRTE ESTOY EN SHOCK, NO PUEDO ESPERAR A LOS SIGUIENTES CAPÍTULOS Y VER CÓMO SE RECONCILIAN PORQUE SCOMMY TIENE QUE RECONCILIARSE SÍ O SÍ PORQUE SI NO ME VOY DE LA VIDA.

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    1. PD: LA PARTE DUNA Y SCOTT HA SIDO TAN BONITA QUE CASI HA COMPENSADO LO QUE HE SUFRIDO EN TODO EL CAPÍTULO.

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    2. UF PORFA MIRA TE COMO LA CARA, ME PONGO MUY GOLOSA CUANDO ME DECÍS QUE ESCRIBO BIEN, y más me da por golosear cuando os expresáis de esta manera es que de verdad, me enternece tantísimo ver que hay alguien que comparte mi entusiasmo por esta historia a los mismos niveles que yo...
      Me temo que vas a tener que esperar un poco para ver cómo se reconcilian porque los dos son unos ORGULLOSOS DE MIERDA y van a estar semanas cabreados, con el consiguiente sufrimiento que eso va a acarrear; lo bueno es que vamos a estar juntas y vamos a ver las relaciones de cada uno con sus amigos de una manera que no podríamos presenciar de estar unidos, porque ahora que no se tienen el uno al otro, Tommy y Scott tienen que aprender a apoyarse en los demás.

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    3. PD: S y D son tan hermosos de verdad quiero que Scott se la coma a besos como hacía con Sabrae cuando eran bebés

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  17. Mi primer comentario en la novela es para decirque me quiero morir en mis lágrimas Eri...


    @Castlehoran1d

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    1. Ayyyyyyyyyyyyyyy por favor qué ilusión me hace que me comentes corazón, aunque sea para hablarme de tu sufrimiento ❤ no te preocupes tesoro, aunque pasaremos una época complicada, el sol siempre terminará brillando

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  18. "No quería perderme a Tommy, ni un puto segundo de su vida. Podía vivir perfectamente sin Eleanor; lo había hecho durante 15 años. Mi vida sería una mierda sin ella, sí, pero, por lo menos, sobreviviría." Estoy llorando muchísimo joder, quiero dispararle un pie. Podemos por favor hablar de una jodida vez de lo que se quieren SCOMMY no es mi medio normal coño. Que vamos a sufrir muchísimo en los siguientes capítulos

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    1. YA LO DIJO ALEC, ESTÁN TAN ENAMORADOS EL UNO DEL OTRO, YO NO ENTIENDO POR QUÉ NO LOS HICE GAYS DE VERDAD, ES QUE SON ALMAS GEMELAS LITERAL Y METAFÓRICAMENTE ❤❤❤❤❤

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  19. TOMMY Y SCOTT SE NECESITAN TANTÍSIMO QUE ME VA A COSTAR DIOS Y AYUDA NO LLORAR EN CADA UNO DE LOS CAPÍTULOS SIGUIENTES HASTA QUE SE RECONCILIEN

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    1. Van a estar tan jodidos sin verse de verdad recemos por ellos

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  20. "Pues, ¿qué me sugieres que haga, S, tronco? Dios, no puedo tenerte lejos, especialmente ahora que estás mal… y bueno, yo tampoco estoy bien" DIOS MIO OS DAIS CUENTA DE QUE SE VAN A DESTROZAR VIVOS AL ESTAR ENFADADOS. VA A SER UN SUPLICIO PARA TODO EL MUNDO. YA ME ESTA DOLIENDO EL PECHO SÓLO DE PENSARLO

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    1. Viendo la frase aislada, me acabo de dar cuenta de que Tommy suena diciendo el "tronco" como un rapero en su primer mixtape JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA tengo dos días de edad mental

      No estáis listas para los duros momentos que se nos avecinan, pero la noche es siempre más oscura justo antes del amanecer

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  21. "Cerró la puerta tras de sí, me dejó llorando aún más, porque le había hecho daño a mi hermana, se había roto mi libro favorito, mi recuerdo físico más especial de la infancia, y ahora sólo tenía hermanas. No tenía ningún hermano." Y que si me duele la cabeza de tanto llorar se dice y no pasa nada. En serio Eri lo que nos haces sufrir con esta puta novela no está escrito. No se como consigues que sienta tanto lo que sienten los personajes, a veces parece que estoy dentro de Scott y siento su frustración y luego recuerdo que es imaginario y flipo con el hecho de que seas capaz de conseguir que me pase eso.

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    1. Me sumerjo tanto en Scott que me es imposible no sentir lo que él siente, puede que sea por eso por lo que consigo transmitíroslo con él como no os lo transmito con nadie, aunque también influye él en sí, y, en fin... le adoro muchísimo, quiero dejar constancia de eso.

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  22. Scott Malik es el mejor personaje de esta puñetera novela y me da igual quien me lo debata. Es lo más humano que he visto, comete errores, ríe, llora, es chulo, se arrepiente, ama.
    Si me preguntaba si podía estar mas enamorada de el ahora se la respuesta.
    Gracias Erika, por crear a alguien tan increíble.

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    1. Ufffffffffff mira de verdad es que él es tan genial,❤❤❤❤ aunque yo tengo otro punto débil; eso sí, todo queda en casa, porque es Sabrae. Tengo muchísimas ganas de escribir su historia y que la conozcáis, porque no miento si digo que es, con diferencia, el personaje con más encanto, fuerza y profundidad de toda la novela. La adoro, chica. La adoro.❤

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  23. Es que me duele el alma os lo juro, Scott y Tommy son lo más precioso de esta novela y me duele tanto el corazón de pensar que van a estar sabe Dios cuánto sufriendo por no estar juntos

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    1. Desgraciadamente, van a estar bastante, porque ninguno de los dos va a querer dar el brazo a torcer, dado que son TERCOS como mulas

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  24. "Rompería y volvería, rompería y volvería, rompería y volvería, siempre, las veces que hiciera falta, siempre y cuando fuera con ella." SIEMPRE QUE FUESE CON ELLA VALE. SOLO CON ELLA. ESTOY LLORANDO CON SCELEANOR ME CAGO EN MIS MUERTOS

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  25. Me cago en mi vida Erika, no lloraba tanto desde el capítulo de Moonlight. Esto es un puto sufrimiento

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    1. Yo no estaba tan entusiasmada por un capítulo desde Moonlight; es curioso cómo las reacciones son similares aunque las cosas sean radicalmente diferentes.

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  26. Como sabía que lo de Simón no se iba a quedar así joder....
    Como lo sabía

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    1. Estoy fascinada con cómo conseguí hilarlo todo para llegar hasta aquí; lo curioso es que me ha salido solo. Seguramente si lo hubiera planeado no habría conseguido unos resultados tan buenos como estos, ni de lejos.

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  27. Llevamos esperando este capítulo meses vale y ahora ya que lo he leído me siento super mal. Tommy y Scott no pueden vivir el uno sin el otro, como puedes hacerles esto Erika? Como nos puedes hacer esto?

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  28. "-Porque te quiero, y Tommy tenía que saberlo-le dije, acariciándole el pelo, buscando sus labios- Llevo haciéndolo desde que naciste, lo que pasa es que ninguno de nosotros se daba cuenta." MADRE MIA ME HE DISPARADO EN UN PIE ME CAGO EN MI PUTIS8MA VIDA

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    1. ES UN DONJUÁN ESTE HIJO DE PUTA, ESTOY OFENDIDÍSIMA

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  29. Hablemos de lo calientes que estan Zerezade durante todo el capitulo y la chispita comica que nos han aportado entre tanta oscuridad

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    1. Zayn se pone cachondo con sólo mirar a Sherezade, y si encima ella tiene el día travieso, la cuestión no es si habrá sexo o si no lo habrá; la cuestión es cuándo, dónde, y por cuánto tiempo

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  30. Depsues de este capítulo queda más que claro que Tommy es la persona de Scott y viceversa. No hay nadie en esta novela que se quiera como ellos.

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    1. Cada segundo que pasa me arrepiento más y más de habérmelos imaginado heterosexuales

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  31. He llorado tantísimo con este capítulo.... Madre mia

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  32. "-¿Ves por qué no te la mereces?-acusó-. Ella dejaría que le pegaran un tiro por ti, y tú ni siquiera eres capaz de dar la cara por lo que supuestamente sientes por ella ante mí. Eleanor no se merece a alguien que antepone un par de borracheras a su felicidad.
    -¿Eso es lo que somos para ti?-solté, herido-. ¿Un par de borracheras?" PODEMOS HABLAR POR FAVOR SOBRE EL HECHO DE QUE SE HA SENTIDO MAS OFENDIDO POR LO DE CONSIDERAR SU AMISTAD UNA SIMPLE BORRACHERA CONTINUA QUE POR LO DE QUE NO HARÍA LO QUE FUESE POR ELEANOR. O SEA CHILLANDO ESTOY

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    1. DIOS MÍO ES QUE ES TAN ORGULLOSO Y LINDO Y AMA TANTO A TOMMY POR QUÉ NO SE CASAN POR QUÉEEEEEEEEE

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  33. En cuanto leí el capitulo en el que Scott iba a liberar a Simón super que el tema traería traca. Que poco equivocada estaba y esperaros también también lo de Chris, porque eso tampoco se va a quedar ahi

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    1. Cuando le estuve contando a una amiga por qué iban a pillar a Scott, me quedé muy flipada de lo natural que me salía el que lo cazaran por una cámara, y que sólo lo echaran a él (lo cual era necesario) por haber ido solo a soltar a los otros. Lo mejor es que todo eso lo pensé DESPÚES de subir el capítulo; esta historia se escribe a sí misma, pero a través de mí

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  34. Que da claro que vamos a sufrir como unas perras con los próximos capitulo, verdad?

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  35. Yo no entiendo como puedes escribir tan bien joder. Es que en serio, la madre que te parió tia Ojalá nunca dejes de escribir

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    1. ( ̯͡◕ ▽ ̯͡◕ ) mira de verdad cómo puedes ser tan AMOROSA es que te como la cara.
      Para ser sincera, yo tampoco sé cómo se me ocurren estas cosas; creo que es la novela la que habla a través de mí, si no, no se explica.

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  36. "Cerró la puerta tras de sí, me dejó llorando aún más, porque le había hecho daño a mi hermana, se había roto mi libro favorito, mi recuerdo físico más especial de la infancia, y ahora sólo tenía hermanas. No tenía ningún hermano." Con este capítulo queda más que claro que Scott sin Tommy se muere. Le importa tres pelotas el resto, Tommy siempre irá delante. Siempre.

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    1. Si pensáis que Scott lo va a pasar mal, esperad a ver cómo va a ir evolucionando Tommy a medida que pasen los días y no se vean. Eso sí que va a ser triste.

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  37. A veces me pregunto quien me mando a mi leer esta puta novela y sufrir tanto. Luego recuerdo que me metí yo sola en este embrollo y me descojono de mi misma. Me quito una vez más el sombrero Erika. No hay capitulo como este que defina tan bien a Scommy.

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    1. A veces me pregunto quién me mandó empezar a escribir esto, luego recuerdo el sueño que tuve después de terminar Its 1d bitches y entiendo perfectamente adónde tenía que llegar. Muchísimas gracias por tu comentario, cuqui❤

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  38. "-Eres mi hermano, T-casi supliqué, pero él seguía cegado por su odio. Me había acostado con Eleanor, yo era la razón de que ella estuviera como estaba, era por mí por quien lloraba, era mi nombre el que llevaban sus lágrimas." Si lloro más me explota un condenado ojo os lo juro. Entiendo a Tommy perfectamente vale, lo ha tenido engañado dos meses peor es que joder Scott leva unas semanas totalmente jodido. Es tan difícil posicionarse....

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    1. Odio tanto lo desesperado que se siente en ese momento Scott, que llega al punto de SUPLICAR que Tommy lo escuche y no se enfade con él, pero el otro no le haga caso... aunque, por otro lado, entiendo perfectamente a Tommy, es duro ver a tu hermana pequeña pasándolo mal y descubrir que la razón de su sufrimiento sea, precisamente, tu mejor amigo, el que se suponía que jamás iba a hacer nada con ella, porque el riesgo de hacerle daño era demasiado grande.

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  39. Llegados a este punto de la historia creo que deberíamos dejar bien en claro algo. Supuestamente estaera la historia de Tommy y (Diana) después ya todo se embrollo y tal y luego se convirtió en la de Scott y Eleanor. Ninguna nos hemos dado cuenta de que esta es la historia de Tommy y Scott. La historia de como dos almas gemelas a pesar del tiempo y el dolor siguen juntas.

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    1. HAS DESCRITO TAN BIEN LO QUE ME HA PASADO CON ESTO, en un principio ésta iba a ser la historia de Tommy y Diana; por casualidad descubrí a Scott y Eleanor y me pasé a su bando, pero ahora estoy volviendo a mis raíces y recuperando la idea original, rescatando la trama y llevándola por donde tenía planeado en un principio y ay♥ . Jamás podría renunciar a Tommy y Scott, por mucho que me intente convencer de lo contrario.

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  40. Me ha dado tanta penita lo de Duna...

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    1. Totalmente de acuerdo, es que ella sólo quería ayudar y al final... :(

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  41. Scott es el mejor personaje de esta puta novela. Para mi es el más cercano, es como un libro abierto, es como si lo conociéramos super a fondo. Sólo con el tengo esa sensación.

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    1. SÍ SÍ SÍ TOTALMENTE!!!!! Se nota que escribo con muchas ganas cuando narra él, pero por otro lado es que él en sí ya se merece toda la apreciación del mundo. Se me va a hacer imposible vivir después de esta novela, de veras.

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  42. Pensemos en que aunque lo vayamos a pasar mal por Scommy por lo menos tendremos algo de Scleanor. Será como estar en la oscuridad y tener el privilegio de tener una linterna, tardaremos en volver a ver el sol pero por lo menos no todo es oscuro.

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    1. Me ha encantado lo de la linterna; es posible que lo cambie a una vela y haga que Scott lo mencione en algún momento en referencia a que se siente solo, pero un poco menos cuando está con El❤ Muchísimas gracias por la inspiración cosa linda ❤

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  43. Espero llorar a mares con la reconciliación de estos dos Erika y por favor No me hagas sufrir mucho con la separación, que no sea muy larga y lo ruego.

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    1. Voy a hacerla lo más hermosa posible, hoy se me han ocurrido un par de ideas mientras estaba haciendo cosas en casa y me parecen bastante cuquis, espero recordarlas todas ❤ En cuanto a la separación en sí, me temo que no voy a poder cumplir tus deseos, porque tanto Scott como Tommy son más tercos que una mula, y para colmo orgullosos como yo qué sé, por lo que van a estar sufriendo bastante, y durante bastante tiempo

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  44. Este es sin duda el mejor capitulo de toda la historia. Resume tan pero tan bien lo que es la idea central. Que para mi sin duda lo es la relación de Scommy de como a pesar de todo esto volverán a estar juntos.

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    1. Ay Paula, a mí también me parece de los capítulos más importantes; así, a lo tonto, te resume la amistad de Scommy con mucha profundidad, y te demuestra que los que más daño se pueden hacer son ellos, que para algo son quienes más se quieren

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  45. Tío, Zayn me ha sacado un par de risas el muy cabron. Al rededor de tanto drama ha sido como un ratito de felicidad.

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  46. "-Porque te quiero, y Tommy tenía que saberlo-le dije, acariciándole el pelo, buscando sus labios- Llevo haciéndolo desde que naciste, lo que pasa es que ninguno de nosotros se daba cuenta."
    SCELEANOR ME DA LA VIDA Y ME LA QUITA JDOER.

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  47. "No podía vivir solo. No podía vivir con Tommy odiándome." ES MADRE MIA NO PUEDE VIVIR SIN EL. NO PUEDE. VAMOS A SUFRIR COMO PERRAS DURANTE LO QUE LES DURE EL ENFADO. Y A SABER CUANTO DURA.

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  48. Por que nadie está hablando de que Scott ha pensado en volver a sucidiarse? Porque en cuanto lo he leído he pensado que lo iba a intentar y he cerrado de golpe la pestaña vale. Ya te tengo como una sádica Erika.

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    1. GRACIAS DE VERDAD GUILLERMO temía que hubiera pasado desapercibido, me alegro de que no haya sido así.
      No lo he puesto a intentarlo porque ya me parecía mucha exageración, bastante tenemos con Layla... además, si te soy sincera, me parece que el hecho de que Scott no se sienta con fuerzas ni para acabar con su vida es incluso más triste que el que quiera hacerlo en sí.

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  49. Estaba tan triste por Scommy que me la fumo tres pueblos la reconciliación de Sceleanor. Fíjate si estoy mal joder....

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    1. Estoy igual que tú; pensé que me iba a consolar que Sceleanor volvieran pero al escribirlo me supo a poco

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  50. Me olía tanto lo de Simón.... Madre mia, es que me lo olía muchísimo. Y tu espérate a lo de Chris porque fijo que eso tampoco queda así.

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    1. Ayyyyy cómo me conocéis y me veis venir eh, JAJAJAJAJAJA. No os preocupéis, Chris está muerto y enterrado, aunque sí que va a haber algo relacionado con él más adelante; pero nada, no va a llegar ni a un capítulo de longitud, tranquila :3

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  51. PERO ES QUE NADIE ESTÁ RAYADO PRO SABRALEC?? PORQUE YO SI VALE. Y NO ENTIENDO QUE PASA Y ME PONGO MALA

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    1. Para saber qué sucede con Sabralec, TENDRÉIS QUE LEER LA HISTORIA, AHJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA.
      Es broma.

      Bueno, no, no es broma, técnicamente, pero Sabrae os hará una especie de "mini resumen", "sneek peak" o lo que sea para que os entre el gusanillo y queráis acompañarme en su historia.

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  52. Scommy>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>Sceleanor.Lo siento pero nada ni nadie deberían separarlos,Eleanor me cae mal lo siento
    Es increíble lo que consigues transmitir con tus historias,gracias de corazón por crearlas Eri
    Atentamente una seguidora de tu blog desde que I1DB llevaba apenas unos diez capítulos pero que nunca se ha atrevido a comentar,un besin

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    1. AY TÍA POBRE ELEANOR JAJAJAJAJAJAJA bastante tiene con que Scott la quiera menos que a su hermano :(
      Gracias a ti por leerlas corazón, y por dejarme un comentario, no veas lo que me alegro de que te hayas animado y de saber que me sigues desde i1db, para mí es un honor que haya gente que me lea desde hace tanto tiempo y que considere que lo que escribo es lo bastante bueno como para volver semana tras semana, mes tras mes, y año tras año. Espero seguir leyéndote de vez en cuando y que me cuentes tus opiniones sobre los capítulos cuando te apetezca ❤ un besote para ti ❤

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  53. TODO EL CAPÍTULO LLORANDO, YO NO SÉ CÓMO VOY A SOBREVIVIR AL SUFRIMIENTO DE VER A SCOMMY SEPARADOS :'(

    - Ana.

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    1. Como el resto de nosotros, querida Ana: MUY MAL, A DURAS PENAS, NO SE SABE SI LO CONSEGUIREMOS

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