martes, 26 de septiembre de 2017

Adiós a la Diosa.

-¡Uf!-exclamé, abriendo la puerta y lanzando las gafas de sol sobre la cómoda, justo al lado de la televisión apagada-, si vierais el día que me han hecho llevar, estoy agotadísima-me quejé, dejándome caer sobre la cama y soltando las bolsas de ropa recién comprada o regalada, cuyo contenido se desparramó aquí y allá-. Y encima creo que hemos perdido a Chad y Aiden-parloteé, descalzándome con el pie contrario-, se pasaron a ver cómo iba el reportaje y quisieron quedarse un rato conmigo, ¡Kiara incluso me pidió maquillarme y todo!-me volví y los miré-. ¡Y no sabéis lo genial que es esa chica maquillando, de verdad, me quiero casar con ella y…!
               Me quedé callada. Algo no encajaba, o, más bien, había encajado después de muchísimo tiempo sin hacerlo. Tommy y Layla me miraban, sonrientes, tapados hasta la cintura bajo las mantas. Él tenía el pecho descubierto, y ella, los hombros tapados por una camiseta de él, como ya venía siendo costumbre mientras dormíamos.
               Lo que empezó a activar mis alarmas no fue, sin embargo, que llevara puesta una camiseta de Tommy, sino que aquella camiseta la había estado usando nuestro inglés durante la mañana y gran parte de la tarde.
               Tommy apartó a un lado el iPad en el que estaban mirando algo en cuanto entré en la habitación, se sonrojó un poco y miró a Layla, por cuyo rostro se extendió una preciosa sonrisa, llena de satisfacción y pletórica de felicidad. Se pasó una mano por el pelo cuando me incorporé para mirarlos, jugando con su flequillo de paso y descubriéndome en sus ojos una chispa que antes no estaba allí.
               Miré los ojos de mi inglés, sólo para encontrarme con lo mismo. El mismo brillo en los ojos, la misma luz en el pelo, la misma tierna rojez en la piel del rostro.
               -¿De qué os reís?-pregunté, aún sin caer. Layla se mordió los labios y bajó la mirada, azorada, mientras Tommy respondía, con una sonrisa boba:
               -De nada.
               -¿Qué pasa?-insistí yo cuando Layla levantó la cabeza y le miró y su sonrisa se amplió un poco. La de Tommy la imitó.
               -De nada-respondió.
               Y entonces, lo entendí. Me puse en pie como un resorte, comprendiendo las señales y siguiendo el trayecto que indicaban. El brillo en los ojos, las sonrisas tontas, los cuerpos entrelazados, probablemente desnudos debajo de las mantas, la intimidad de su cercanía y el amor que ambos destilaban por cada poro, como si fueran un par de lámparas que pendían del techo y amenazaban la oscuridad de la noche.
               -Madre mía-dije, tapándome la boca con las manos. Layla se sonrojó-. ¡Madre mía! ¡Lo habéis hecho!-festejé, y por toda respuesta mi inglés miró a la inglesa y asintió con la cabeza imperceptiblemente-. ¿¡Verdad!?-chillé, como una niña pequeña en el día de Navidad-. ¡Os habéis acostado por fin!-no me di cuenta de que estaba dando saltos hasta que me detuve en ese momento, dando palmadas, entusiasmada. Levanté las manos al cielo y exhalé un jubiloso-: ¡Aleluya! ¡Esto tenemos que celebrarlo! ¡En cuanto vuelvan todos los demás, salimos de fiesta! ¡Me da igual si nos echan esta semana por no ensayar lo suficiente! ¡Es un día precioso!-celebré, tirándome sobre la cama y arrastrándome hacia ellos, a toda velocidad, cual lagarto de carreras.
               -Tranqui, Didi-sonrió Tommy.
               -¿Qué tal ha sido?-le pregunté a Layla, que se sonrió.
               -Genial. Mejor de lo que decías.

               -Es que las palabras no son lo mismo que los actos-le guiñé un ojo a la chica, que se echó a reír. Tommy frunció el ceño y se hizo el indignado.
               -¿Es que habláis de lo que hacemos cuando tú y yo estamos juntos?-protestó, cruzándose de brazos. Me giré sobre mi costado.
               -¡Claro que sí, Tommy! Y ahora, ¡vete!-afiancé mi posición con respecto a él, clavando las rodillas en el colchón, y tiré de él para levantarlo. Le empujé en dirección al borde de la cama-. ¡Tenemos que intercambiar impresiones!
               Tuve que empujarle con los pies, y mentiría si dijera que no disfruté del tacto de sus nalgas contra mi piel.
               Descubrí que estaba deliciosamente semidesnudo, sólo vestido con unos bóxers blancos que acentuaban el dulce tono caramelo que su piel había adquirido durante nuestra estancia en Menorca. Noté cómo un fuego insistente se encendía en mi interior, y gemí para mis adentros, apretando inconscientemente los muslos, recordando lo que se sentía teniéndolo entre ellos, cuando se volvió y pude echar un vistazo no sólo de su culo y los músculos de su espalda, sino de su pecho, sus brazos, sus abdominales, y, ¿por qué no?, también su paquete.
               -¿De veras me vais a echar?-protestó, fingiéndose cabreado, pero yo sabía de buena tinta que era prácticamente imposible enfadar a Tommy después de una buena sesión de sexo. Y, a juzgar por su tremendo aspecto, diría que había disfrutado precisamente de eso con Layla: de muy buen sexo.
               -Asamblea de chicas-expliqué, alzando las manos, y Layla se echó a reír-. Los hombres no estáis invitados.
               Tommy puso los ojos en blanco.
               -Te avisaremos si necesitamos algo-le prometió Layla, y él asintió con la cabeza. Me revolví en mi asiento mientras Tommy se iba hacia la puerta. Hizo amago de recoger su ropa.
               -¡No! ¡Sal ya, remolón! ¡Layla y yo tenemos mucho que discutir!-protesté, haciéndome la interesante, tirándome del pelo y colocándomelo sobre los hombros y el pecho.
               -¿Es en serio?
               -¡Fuera!-exclamé, levantándome y corriendo hacia él, que dejó escapar una risita mientras yo le empujaba en dirección a la puerta. Le obligué a atravesarla y la cerré tras él. Me volví hacia Layla y entrechoqué las manos entre sí, sacudiéndome el polvo de ellas. Di un paso en dirección a la cama y la puerta se abrió.
               -¿Ni un triste beso vas a darme?-gimoteó el inglés, y yo me reí, me giré sobre mí misma, me apoyé en la puerta y me puse de puntillas para pegar mis labios a los suyos. Él abrió la boca y reconoció mi lengua con la suya. Tenía un ligero regusto salado, el inconfundible sabor del sexo en su lengua, de sus gemidos contenidos para que nadie le escuchara y de una erección pasada que se estaba despertando de nuevo.
               No sigas por ahí, o lo meterás en la cama con Layla, y esta vez, no te bastará con dejarla mirar.
               -Sabes bien-coqueteé, separándome de él, que me dio un piquito juguetón y me guiñó el ojo.
               -Puedes comerme cuando tú quieras-prometió, girándose sobre sus talones y caminando, descalzo, hacia el sofá. Observé cómo se movía su culo con cada paso que daba. Uf, delicioso. Le habían hecho los dioses. Y lo habían hecho para mí.
               Inconscientemente, me llevé una mano a la entrepierna y ejercí una ligera presión, deleitándome en la visión de su espalda y su trasero y en la sensación de urgencia que mis dedos leían como si estuviera en braille.
               -Ejem-carraspeó Layla, y me volví como un resorte hacia ella. Me había olvidado de que estaba allí. ¿Sinceramente? Diría que hasta me había olvidado de que nada más que Tommy, mi cuerpo y la urgencia de sentir el suyo sobre el mío existían.
               Sonreí y ella me sacó la lengua.
               -Veo que no soy la única a la que le gusta mirar.
               -Cariño, si tú supieras…-salté sobre la cama a su lado, le guiñé el ojo y crucé las piernas-. Y bien, ¿qué tal la experiencia con nuestro inglés?
               Layla suspiró, se dejó caer en la cama un momento con expresión soñadora.
               -Ha sido… increíble. Es mucho mejor de lo que dices, Didi.
               -No quería estropearte la sorpresa-expliqué, encogiéndome de hombros y sentándome con las piernas cruzadas-. Pero, vamos, cuéntamelo todo. ¿Qué habéis hecho? ¿Cómo lo habéis hecho? ¿Cuánto lo habéis hecho?
               -Sólo ha sido una vez-admitió Layla, con las mejillas coloradas.
               -A veces una vez es suficiente-respondí sin darle más importancia, tumbándome sobre mi vientre y meneando los pies por encima de mis piernas.
               -Para mí, no-susurró, y se sonrojó aún más-. Estaba armándome de valor para pedirle que lo hiciéramos otra vez cuando… llegaste.
               -¿Quieres que me vaya?-ofrecí, señalando la puerta con el pulgar-. Podría volver más tarde y así tendríamos más polvos que comentar.
               -No, no-Layla se echó a reír-. Creo que es mejor darnos un tiempo, no forzar la máquina, ¿lo captas?
               Asentí con la cabeza.
               -Bueno, pues… uf-Layla negó con la cabeza y se llevó una mano a la boca-. Él es tan atento, tan tierno… se ha preocupado muchísimo por mí. Ha sido genial. No ha sido de las mejores relaciones sexuales que he tenido en mi vida, pero sí en la que más cómoda y a gusto me han hecho sentir.
               -Tommy tiene mucho tacto.
               -Es único-convino ella, asintiendo con la cabeza-. Es un amor. Lo hemos hecho tan despacio… creía que me volvería loca.
               -Es su especialidad-asentí, riéndome-. Le encanta hacerlo despacio. Es el único chico que he conocido que es capaz de refrenarse sólo para hacerte disfrutar más.
               -Te aseguro que, conmigo, no se ha frenado-Layla cerró los ojos y se mordió el labio al tiempo que se agarraba a las sábanas, evocando las sensaciones de tenerlo en tu interior, de sentir el peso de su cuerpo sobre ti-. Es tan fuerte, tan atento… creo que no habría otro con el que hubiera estado así de a gusto, ¿tiene sentido?
               -De todos los chicos con los que he estado (y, créeme, Lay, son muchos), él es, de lejos, el que más cómoda me ha hecho sentir. Incluso cuando lo hacemos fuerte, sé que una parte de él se preocupa de que yo me lo esté pasando bien. A la mayoría de los de ahí fuera-señalé la puerta con el pulgar de nuevo-, les importa una mierda cómo estés tú en cuanto consiguen metértela. Con correrse deprisita, les basta-me encogí de hombros-. Tommy no es así-volví a sentarme.
               -No-asintió Layla, sonriendo-. Tommy no es para nada así.
               Nos quedamos calladas un momento, sumidas en nuestros pensamientos, cada una flotando en las ensoñaciones del cuerpo de nuestro inglés sobre nosotras. Exhaló un suspiro y yo la miré.
               -¿Qué ocurre?
               -Si vieras…-negó con la cabeza-, la cantidad de cosas que me apeteció hacerle. Uf-se pasó las manos por el pelo-, es increíble lo mucho que es capaz de influir en mí. Estábamos viniendo entre la gente y yo tenía que contenerme para no abalanzarme sobre él. Estábamos subiendo en el ascensor y empezamos a besarnos y estuve a esto-juntó el pulgar y el índice- de darle al botón de parada y hacerlo ahí. Y luego entramos, y él se tira en el sofá, y yo pienso, “¿sabes qué? Si a Diana le gusta hacerlo con él ahí, puede que a mí también”. Y luego le pedí venir a la cama, le pedí hacerlo, y me daba igual no tomar precauciones-suspiró.
               -Pero las tomasteis, ¿verdad?-pregunté. Layla asintió.
               -Si vieras qué tierno fue, se puso entre mis piernas, arrodillado, a pensar, y luego se fue a la habitación de Scott y Eleanor, y hasta que no encontró un preservativo no regresó conmigo. Y me quitó la ropa tan despacio-Layla se estremeció-, se aseguró de que me apeteciera hacerlo, se aseguró de excitarme lo suficiente que casi le suplico que… se metiera en mí.
               Parpadeé.
               -Vaya, sí que estás curada-bromeé, y ella se echó a reír, tímida-. Jamás habrías usado esa expresión para hablar de lo que hicisteis.
               -Es que ha sido tan bonito-arqueó la espalda, sonriendo, y se estiró-. No pensé que pudiera volver a sentir esta conexión con nadie. Pero lo he conseguido. Me he curado y he podido disfrutar del sexo otra vez. Y creo que me va a gustar incluso más a partir de ahora.
               -Ya me has visto-me encogí de hombros-, no puedo controlarme cuando él está cerca, y menos de esa guisa. No es el chico perfecto, pero es el chico al que quiero.
               -Creo que eso es lo que nos gusta de él. Que no es perfecto-reflexionó Layla, y yo me tumbé a su lado-. A veces es tozudo.
               -Y a veces nos trata con demasiada delicadeza.
               -Sí-asintió ella-. Llegó un momento en que me hubiera apetecido ir un poco más deprisa y un poco más fuerte. No me malinterpretes, estuvo genial, y ahora, en frío, le agradezco que lo hayamos hecho así y que haya tenido la cabeza fría en todo momento. Pero una parte de mí hubiera deseado que perdiera el control.
               -Tommy es así-meneé la mano en el aire-, ya le irás conociendo, pero en el sexo es muy… cuadriculado, por así decirlo. Si empezamos despacio, acabamos despacio. Y en la misma posición.
               -Ah, sí, eso lo había notado-se echó a reír.
               -A veces consigo que cambiemos de postura, pero chica, otras veces es imposible-puse los ojos en blanco-. Ni a cuatro patas, ni nada. Si uno de los dos está tumbado, ya puedes tirar de él, que no se va a mover un milímetro.
               -Es que es vago.
               -Y mandón.
               -Y tozudo.
               -Y a veces puede ser muy pegajoso.
               -A mí no me molesta que sean pegajosos-Layla se encogió de hombros.
               -A mí tampoco-repliqué-. Pero lo es.
               -Sí, a veces lo es.
               -Menos mal que ahora ya estás bien y podemos repartírnoslo, ¿no te parece?
               -Respecto a eso, ¿cómo lo vamos a hacer ahora? ¿Nos turnamos para acostarnos con él o cómo?
               -Cuando te apetezca. Tú me lo dices, y yo me voy de la habitación.
               -No quiero que te vayas de la habitación-respondió Layla, escandalizada, y yo alcé las cejas y le di un golpecito en la cadera con la mía.
               -Sabía que me ponías ojitos, es que lo sabía.
               -¡No te pongo ojitos!-se rió-. Pero puedes mirar, si quieres.
               -Lay-me incorporé, hice una pausa dramática-, eres cruel. ¿Me harás mirar, pero no me vas a dejar tocar?
               -Es mío-me sacó la lengua. Puse los ojos en blanco.
               -¿Sabes qué? Que se aguante. Si le apetece follar y a nosotras no, que se la casque, y si a nosotras nos apetece y él está cansado porque lo ha hecho hace poco con una de las dos, que se aguante también-puse los brazos en jarras-. No van a ser todo ventajas, esto de tener dos novias.
               -¿Y cómo vamos a hacer cuando volvamos al programa?
               -Me gusta dormir contigo-respondí, cautelosa.
               -Y a mí. Pero también me gusta dormir con él.
               -Pues… como no juntemos las camas…
               -Podría funcionar-respondió. Estaba a punto de contestarle que ni de coña renunciaría Scott a Tommy, no como lo habíamos hecho nosotras, cuando se abrió la puerta de la suite y unas llaves tintinearon en el vestíbulo. Me incorporé, aguzando el oído, preguntándome si serían Chad y Aiden, que ya habían llegado (y, en ese caso, tendría que pedirle a Tommy que entrara a la habitación y me hiciera suya mientras los irlandeses hacían lo propio al otro lado de la pared), o Scott y Eleanor.
               No me hizo falta comerme la cabeza mucho más; dos pares de pasos resonaron por el pasillo, y una voz masculina que conocíamos muy bien rompió el silencio expectante en que nos habíamos sumido Layla y yo, sólo interrumpido por el ruido de la televisión de Tommy.
               -Tío, ¿qué coño haces así? ¿Ahora eres pobre y no tienes para ropa?
               -¡Scott!-celebró Tommy, y me lo imaginé poniéndose en pie, o por lo menos sentándose en el sofá, sonriendo como un niño pequeño al que le dan por fin el juguete por el que lleva siendo bueno todo el año-. ¡Adivina qué!
               Layla suspiró y sonrió mientras yo contenía una carcajada. No podíamos decir que no me esperara la reacción de los ingleses en cuanto se juntaran.
               Scott se detuvo, cauteloso, mientras Eleanor fruncía el ceño.
               -¿Qué?
               -¡Adivina! Dios, no vas a acertar ni en un millón de años.
               Scott se quedó callado un momento, examinando las facciones de Tommy, hasta que algo hizo clic en él igual que lo había hecho en mí. Su pelo alborotado, su sonrisa tonta, su piel brillante, sus ojos iluminados y su semidesnudez.
               -¡No me jodas!
               -¡Sí!
               -¡Thomas, no me jodas!
               -¡Sí!-replicó Tommy.
               -¡¿Te has acostado con Layla?!
               -¡¡Me he acostado con Layla!!
               -¡Estoy aquí!-gritó la inglesa, arqueando las cejas, pero ninguno de los dos le hizo caso.
               -¡Así me gusta, joder, vaya semental estás hecho, hoy nos vamos de fiesta y que les den a los ensayos!
               -Tenéis que ensayar, Scott-replicó Eleanor.
               -¡Pues vamos de doblete, si hace falta, ¿verdad que sí, Tommy?!
               -¡Ya lo creo, tío! ¡Se van a enterar en este país de cómo nos las gastamos en Inglaterra!
               Eleanor entró en la habitación y cerró la puerta tras de sí, poniendo los ojos en blanco y articulando silenciosamente un agotado “hombres”. Nos reímos y le hicimos un hueco en la cama para que nos contara lo que Scott y ella habían visto, y para contarles yo lo que había hecho en ausencia de los demás, cómo me había maquillado Kiara, los posados y la posterior salida de compras y parada en todas las tiendas caras de la capital de la República Checa, dejando que las dependientas me mimaran y consintiéndome todos los caprichos que se me antojaron, a pesar de que en todas las tiendas de diferentes países pero misma marca vendían más o menos lo mismo.
               Layla asintió con la cabeza y Eleanor aplaudió con discreción que hubiera entablado amistad con la dependienta de la pequeña tienda y les hubiera comprado toda la ropa que tenían, a un precio mucho mayor del que ellas estaban dispuestas a pedir por pura vergüenza (pero no porque las prendas no lo valieran) y dejarla “olvidada” en la tienda, después de hacerles prometer que prepararían una colección para el próximo otoño y que me llamarían en cuanto la tuvieran lista. La abuela lloraba mientras me cogía las manos y repetía la misma palabra, que la nieta me tradujo con un emocionado “gracias” salpicado de lágrimas.
               Entre ese acto de caridad y la salida de compras había hecho una pequeña sesión de fotos para un minirreportaje que la revista ELLE praguense preparaba como celebración de la visita del concurso que nos había traído hasta allí, y me había permitido descubrir el talento de Kiara con el maquillaje. La chiquilla tenía un don y me aseguraría de que no lo echara a perder.
               Hablamos y hablamos y empezaron a rugirme las tripas, pero aún era demasiado tarde para ir a cenar, de modo que llamé al servicio de habitaciones y pedí que me subieran fruta fresca. Cuando salí de la habitación a recibir al botones, me encontré con Scott y Tommy con las cabezas muy juntas, hablando apresuradamente y en voz baja, temiendo que alguien escuchara lo que estaban comentando. Se quedaron callados y se volvieron para mirarme en cuanto escucharon el clic de la puerta al cerrarse. Tommy se me comió con los ojos, y me felicité a mí misma por hacer que mi inglés no pudiera apartar los ojos de mí en el momento en que entraba en escena, gracias a mis genes y también a la elección de mi ropa, con un jersey de cachemir y unos vaqueros rotos que me alargaban incluso más las piernas.
               -Me pregunto qué estaríais comentando-constaté, digna, atusándome el pelo-. No es digno de caballeros hablar de sus amoríos.
               -Diana-respondió mi inglés-, las cosas que te hago cuando se hace de noche deberían indicarte que yo estoy lejos de ser un caballero.
               Scott se echó a reír y yo estiré el cuello y me contoneé en dirección a la puerta, abriendo precisamente en el momento en que el botones se disponía a llamar con los nudillos.
               Me incliné en la barra americana de la cocina que nadie usaba y seleccioné un plátano, despojándolo de su piel y metiéndomelo en la boca con los ojos fijos en Tommy, que era incapaz de apartar la vista de mí.
               -Aquí todo el mundo folla-se quejó Scott, mirándome también-, y yo, mientras tanto, con Eleanor con la regla.
               -Tragedia es tu segundo nombre-se burló mi inglés, con voz ronca.
               -No, mi segundo nombre es una tragedia.
               -Es cierto, Yasser.
               -Me cago en tus muertos, Thomas.
               Me chupé los dedos con sensualidad cuando terminé de devorar el plátano.
               -¿Estoy invitada a la fiesta de esta noche, o es salida de chicos?
               -Tú estás invitada a todo lo que quieras, americana-ronroneó Tommy, y yo sonreí.
               -Bien-coqueteé, volviendo a la habitación y cerrando la puerta tras de mí. Esa noche, Tommy y yo follaríamos duro en los baños de una discoteca, y yo espiaría por la rendija de la puerta a mi inglés mientras se acostaba con Layla, resistiéndome a la tentación de tocarme mirándolos. Estaba cansada y mañana era un gran día.
               La semifinal.
              

Me recoloqué el vestido una última vez, esperando en el centro de la línea que nos habían hecho formar, mientras el público guardaba silencio de nuevo y nos daban las instrucciones para que nos mantuviéramos alerta. Enseguida comenzaría la actuación.
               Y dicho y hecho. El escenario se iluminó tenuemente con las primeras notas antes de que el violín de Chad arrancara a sonar. Un foco iluminó el cuerpo del irlandés, con el pelo haciendo sombra sobre su dulce rostro, y Chad se llevó el violín al cuello con parsimonia, deleitándose en el momento. Cerró los ojos e inclinó la cabeza hacia atrás, entregándose a unas notas tan escasas como efímeras y sentidas. Abrió los ojos y miró al público un segundo antes de que lo que habíamos acordado llamar “los golpes de música” encendieran los focos de detrás del escenario, eligiendo dos siluetas de cada vez, y desde el exterior hacia el interior, iluminando por un momento el cielo estrellado que teníamos a nuestra espalda, hecho de tela, terciopelo, perlas y purpurina, y las siluetas de los cinco, ya situados en formación, se recortaran contra la luz.
               Los focos de encima de nosotros se encendieron mientras movíamos los brazos, los pies, los hombros y las caderas sin llegar a cambiar de posición o movernos de sitio, esperando a que se iniciara la parte cantada en la obra.
               La orquesta sinfónica de Praga se unió a nosotros mientras esperábamos a que Layla se llevara el micrófono a la boca, con el director siendo la única figura con un foco de luz sobre su cabeza.
               Se me pusieron los pelos de punta al escuchar el sonido de los instrumentos en directo, siguiendo su sinfonía con las manos y los pies como habíamos ensayado de una forma tan coordinada (es difícil hacer movimientos sencillos y armoniosos entre cinco personas, ya no digamos si esas cinco tienen estaturas, edades y orígenes diferentes) que incluso me daba la impresión de que lo estábamos haciendo de forma natural, improvisada.
               Por fin, después de una eternidad, Layla se llevó el micrófono a la boca y entrecerró ligeramente los ojos cuando entonó los murmullos del inicio de la canción con la que Chris Martin comenzaba su particular perorata.
               -Wooo-ooh-ooh-oooh, woooo-oooh-oooh-mmm.
               Se me aceleró el corazón por encima de unas pulsaciones que nadie consideraría sanas ni normales, se me secó la garganta, pero, como habíamos ensayado y como llevábamos preparando desde que llegamos a aquella preciosa ciudad, di un paso al frente y, lentamente, sintiendo la música y con gesto triste, con la presencia de una bailarina que se dispone a ejecutar su gran número final en solitario, me situé en el centro del escenario.
               Vi por el rabillo del ojo cómo Tommy, vestido con una sencilla camiseta blanca y pantalones negros, daba un paso y se colocaba una mano en el vientre, exactamente igual que hacía su padre, preparado para iniciar la canción.
               -When she was just a girl-di un paso adelante, arrastrando la punta del pie-, she expected the world-me arqueé en función de cómo lo hacía la voz de mi inglés favorito, inclinándome para acariciar un animal imaginario que haría las veces de mundo-, but it flew away from her reach-levanté la vista, siguiendo con la mirada algo que no estaba ahí pero que yo podía ver-, so she ran away in her sleep-me arrodillé como si fuera a suplicar y me abracé a mí misma.
               -And dreamed of para, para, paradise-continuó Scott, dando un paso al frente, dibujando una especie de semicírculo alterado en sus puntos con su avance-, para, para, paradise, every time she closed her eyes.
               Un nuevo interludio musical me hizo levantarme y avanzar a Layla, que vino a mi encuentro y nos rodeamos la una a la otra, mirándonos a los ojos, hasta que yo me dejé caer de nuevo en el suelo mientras ella se ocupaba de su parte otra vez.
               -When she was just a girl, she expected the world-cantó Chad-, but it flea away from her reach, and the bullets catch in her teeth.
               -Life goes on, gets so heavy-retomó Scott-, the wheel breaks the butterfly.
               -Every tear a waterfall-intervino Tommy.
               -In the night, the stormy night-cantó Layla mientras yo echaba la espalda hacia atrás, cerrando los ojos, separando las piernas para tener siempre las rodillas pegadas al suelo, y me convertí en una especie de crisálida dorada-, she closed her eyes-me uní a ella, los ojos aún cerrados.
               -In the night, the stormy night-cantó Chad.
               -Away she’d fly-replicaron Scott y Tommy, acercándose todos a mí y agarrándome para que me levantara. Me puse en pie en un segundo y miré al público, al tiempo que todo el escenario se iluminaba, incluidos los palitos luminosos por control remoto que habían repartido antes de nuestra actuación.
               -And dreams of para-para-paradise, para-para-paradise-cantamos todos, y se me llenaron los ojos de lágrimas, escuchándonos y escuchando al público. No me podía creer que estuviéramos haciendo aquello, cogiendo la canción más preciosa que jamás se había escrito nunca, que jamás se había cantado, e interpretándola en una de las ciudades más hermosas que había visitado, con instrumentos de verdad que nos acompañaban. Terminamos el estribillo y echamos a correr, en aparente caos pero perfecta sincronización, cada uno recorriendo el escenario, hasta que yo me encontré con Tommy en una esquina y Layla con Scott.
               Los chicos nos cogieron de la cintura y nos levantaron en el aire mientras Chad se quedaba en el centro, quieto, con el micrófono pegado a los labios y dirigiéndonos, haciendo que todo el mundo contuviera el aliento.
               -And so lying underneath those stormy skies, she said…
               -Ooh, oh oh oh, I know the sun must set to rise-canté, mirando a los ojos de Tommy, que también brillaban, por las luces, el maquillaje, y por todo lo que habíamos pasado. Éramos libres. Estábamos en el paraíso.
               Me dejó en el suelo al mismo tiempo que Layla tocaba con los dedos de los pies la madera del escenario frente a Scott, y, de la mano, nos encaminamos hacia el centro del escenario, donde Chad nos esperaba para finalizar la canción. Cantamos por encima de una guitarra eléctrica que alguien le había hecho llegar al hijo de Niall, y así, juntos, hechos un ovillo, protegiéndonos los unos a los otros, terminamos la actuación, conmigo esta vez siendo la que hacía las florituras con las que había iniciado la canción.
               Tommy me tendió la mano para ayudarme a levantarme, pues había terminado la canción sentada y con las piernas dobladas, y me sonrió. Le devolví la sonrisa, tímida, y cerré los ojos, inhalando el aroma de su colonia mezclada con la esencia de su cuerpo y un ligero sudor que no resultaba en absoluto desagradable, impregnándome de cada gotita de él. Vi que Layla y Scott se abrazaban y que Chad se inclinaba, agradeciendo los aplausos para después fundirse en un abrazo conmigo.
               Las juezas estaban de pie, y comprobé con satisfacción que Jesy tenía lágrimas en los ojos y que a Gaga el maquillaje amenazaba con causarle estragos.
               -June-solicitó Simon, sonriendo satisfecho por lo que acabábamos de hacer.
               -María, de España, dice que ésta ha sido la actuación del milenio y se batirá en duelo con quien ose llevarle la contraria-leyó June, y añadió-. Es mi animal espiritual-unas breves carcajadas que agradecimos para liberar la tensión-. Patri, también de España, dice que su banda favorita acaba de interpretar la canción favorita de su otra banda favorita y que ya puede morirse en paz-sonrió.
               -No te mueras, Patri de España-pidió Chad, y nos echamos a reír. Scott le revolvió el pelo y le soltó un qué morro tienes, irlandés.
               June continuó leyéndonos tweets y publicaciones que se subían a las redes sociales, que estaban al rojo vivo gracias a nuestra actuación. Se quitó las gafas un momento y escuchó las valoraciones de Nicki y Gaga, que se centraron más en el aspecto vocal y la sincronización que en la puesta en escena en sí.
               Cuando le tocó el turno a Jesy, Scott se revolvió en su sitio, nervioso. Sabía que le costaría caro el haberse ocupado de dos partes fundamentales en la canción, en las que los instrumentos prácticamente no sonaban, y que puede que se metiera con él. Todo sería mucho más violento y probable por haberse atrevido a cantar una canción del Enemigo Público Número Uno para Jesy la semana pasada. Pero Jesy tomó aire, se reclinó en el asiento, y recogió la fila de papeles que le habían puesto delante para que tomara las notas pertinentes. La levantó en el aire y la abrió como si fuera un abanico, o un mago en los preliminares de su truco final.
               Todos nos quedamos en silencio, a la espera.
               -Ha sido la mejor actuación que he visto en mi vida-dijo por fin, y todo el público estalló en vítores y en aplausos, jaleándonos a nosotros o a la integrante del jurado más dura y también más querida-. Y creo que sois dignos herederos de vuestros padres. Me habéis puesto los pelos de punta, y no hay mucha gente que pueda decir eso. Así que felicidades. Y gracias-se inclinó ligeramente a modo de agradecimiento, y Layla se echó a llorar. Scott la recogió y Tommy le dio un beso, rodeándole la cintura con las manos para consolarla. Yo le apreté la mano y Chad le acarició la mejilla.
               -Habéis hecho llorar a Layla, el ser más puro que existe-protestó June, entre carcajadas.
               -Seguro que para vosotros ha sido mil veces más emocionante que para nosotros, que estamos aquí y no hemos participado en los ensayos-aventuró Gaga.
               -Pase lo que pase esta noche, que estoy segura estará llena de sorpresas-dijo Nicki-, quiero que sepáis que estoy orgullosa de en lo que os habéis convertido, de cómo habéis evolucionado como artistas y madurado como personas, y que ha sido un verdadero honor para mí poneros los retos y hacéroslo pasar mal cada semana, porque gracias a vuestro afán de superación, nos habéis regalado un espectáculo tan precioso como éste.
               -Vuestra estancia en el programa ha sido intensa, pero de las mejores que he podido ver nunca-comentó Simon, acariciándose el mentón-. No en términos de audiencia, eso por descontado, sino en términos del cariño que os tiene el público. Tenéis la capacidad de traspasar la pantalla y hacer ver que estáis allí, con ellos, que vuestros problemas son los suyos, y los de ellos, los vuestros.
               -Que vuestros amoríos también les pertenecen-añadió June, clavando los ojos en Tommy-. Tommy, ¿hay algo que quieras contarnos?
               Tommy puso los brazos tras la espalda y abrió un poco las piernas, en una actitud defensiva que, recordé, solía adoptar su padre en las alfombras rojas.
               -Soy transparente como el agua-respondió, y Scott se mordió el piercing para contener una sonrisa.
               -Supongo que, entonces, no te importará comentar las fotos que llevan revolucionando la red una semana, en la que se te ve confraternizando mucho con Layla-le pinchó Simon, y Tommy le miró, y alzó una ceja.
               -¿Confraternizando? Es curioso; hablo dos idiomas a la perfección, me defiendo en un tercero bastante bien, pero en ningún momento se me hubiera ocurrido usar esa palabra-respondió. Simon alzó las cejas, que se asomaron por encima de sus gafas.
               -¿Ah, no? ¿Y eso por qué?
               -Porque confraternizar es para hermanos. Y, vamos a ver, Simon, ¿tú te piensas que yo me doy morreos con mis hermanos? Porque más quisiera Eleanor que le metiera yo la lengua hasta el esófago-espetó, y un silencio incrédulo siguió aquella declaración, hasta que Tommy esbozó una sonrisa canalla, su equivalente a la sonrisa de Seductor™ de Scott, y todo el mundo se echó a reír.
               -Entonces…-June hacía girar su bolígrafo entre los dedos-, tú y Diana…
               -Diana y yo nada-contestó Tommy, y me miró-. Estamos bien, ¿no, americana?
               -Ya lo creo, inglés.
               Mi inglés arqueó las cejas y June hizo sobresalir su labio inferior, pintado de un color chocolate que me daba hambre.
               -Está bien saber que hayáis quedado como amigos.
               -Otra vez-Tommy puso los ojos en blanco-. June, por favor. Que ya nos conocemos un poco. Deberías saber que yo no me acuesto con mis amigas.
               -¿Y con Diana sí? ¿Ella es la excepción?-acusó la encargada de la presencia en internet.
               -Diana no es sólo mi amiga-puntualizó Tommy-. Pero oye, si queréis una exclusiva sobre mi vida privada, yo encantado os pongo a la cola para cuando decida conceder entrevistas.
               Nicki se echó a reír y aplaudió su valor.
               -Cómo se nota que eres hijo de tu madre.
               Tommy sonrió, agradecido, la tensión del ambiente un poco reducida.
               -Es lo mejor que me han dicho en toda la semana, Nic, gracias.
               -Yo te he llamado guapo-protestó Scott.
               -Pero tú no cuentas, estás cegado por el amor-Tommy le acarició la mandíbula y fuimos a sentarnos mientras ponían el vídeo de nuestros ensayos y de los paseos por Praga, en los que podíamos ver a Chad y Aiden cogidos de la mano, a Layla mirando puestos de frutas y flores o a Scott y Tommy discutiendo en urdu y español respectivamente sobre los mejores regalos para llevarles a sus familias.
               -No sé por qué hacemos esto-le confió Tommy a la cámara mientras se metía en la mochila una bolsa con una sudadera que había pedido que le envolvieran en papel de regalo-, si lo vais a subtitular, y mi madre entiende español, y la de Scott entiende urdu. Para algo son las que nos lo enseñaron. Scott, tío, no me jodas, no vas a cogerle a Duna un oso de peluche. Podrías comprárselo en cualquier juguetería.
               -¿Quieres cerrar la boca? Lleva una camiseta de la universidad de Praga-discutió Scott, cambiando al inglés. Tommy parpadeó.
               -Sí, pero es verde.
               -¿Qué tiene de malo el verde?
               -Es feo.
               -Los ojos de Diana son verdes.
               -La excepción que confirma la regla-respondió Tommy, saliendo de la tienda, con Scott persiguiéndole-. Deja eso ahí, Scott, joder, que todavía vamos presos.
               -Mis putos ojos también son verdes. Un poco, al menos.
               -Y por eso mi hermana está contigo. Es por pena-aclaró cuando Scott lo fulminó con la mirada.
               -Eres un puto retrasado.
               -El pobrecito es corto de entendederas, pero eso desde que nació-le dijo Tommy a la cámara-. Aunque la culpa no es de él. Sus padres le concibieron borrachos. Los espermatozoides de Zayn fueron haciendo pim-pam, pim-pam-sacudió las manos- en el útero de Sherezade, como si fuera un pinball. Y claro, así, hasta el mejor espermatozoide se queda tonto.
               -Habré salido de un espermatozoide tonto, pero por lo menos me tiré a tu hermana sin que tú te enteraras durante más de dos meses-sonrió Scott por detrás de él. Tommy miró por encima de la cámara.
               -Corta un momento, Janet, ¿quieres, corazón?-le sonrió y se giró-. ¡ME CAGO EN TU PUTA MADRE!-le gritó a Scott, y echó a correr tras él, esquivando a la gente-, ¡YO TE MATO, DESGRACIADO, ESPERA A QUE TE COJA, NO TE QUEDA INGLATERRA PARA CORRER!
               -¿Ves como eres imbécil? ¡Estamos en la República Checa!
               -¡Te voy a dar hasta en el carnet de identidad!-ladró Tommy, y Chad pasó a ocupar la pantalla, ensayando con su guitarra eléctrica y púa que le había regalado su padre mientras Layla y yo nos revolcábamos por el suelo del escenario, muertas de risa.
               -Menudos personajes estáis hechos vosotros dos-les recriminó Chad a los ingleses.
               -La mayor parte del tiempo, no tenemos ni idea de lo que estamos haciendo-respondió Scott.
               -Se nota-intervine yo. Me hizo un corte de manga y yo le saqué la lengua. Guardamos silencio a la espera de que la siguiente actuación comenzara. Justo después de Beth, iba Eleanor, que hizo una presentación espectacular de una canción de Sia, Chandelier, cantando a grito pelado mientras la balanceaban a varios metros del escenario, haciendo que sobrevolara en algunas ocasiones incluso el patio de butacas. Scott y Tommy se revolvieron en el asiento, incómodos y molestos, tratando de controlar las ganas que tenían de levantarse y poner a parir a los organizadores del programa por permitirle hacer eso, y a los jueces por ser tan duros en sus valoraciones hasta el punto de hacer que Eleanor se viera empujada a hacer una actuación tan perfecta pero exigente.
               Anunciaron la pausa de anuncios y Scott se volvió hacia Tommy.
               -Perdona por lo que estoy a punto de hacerte-sonrió, revolviéndole el pelo. Tommy le miro.
               -Tira, anda-respondió-, y no babees demasiado, no te vayas a resbalar por el escenario y te pegues la hostia del siglo-Scott se echó a reír, chocaron los cinco y se cogieron las manos un momento antes de soltarlas-. Aunque es lo que te mereces, por dejarme tirado. Suerte, hermano.
               -Procura no ponerte muy celosón, ¿quieres?-Scott le sacó la lengua y Tommy puso los ojos en blanco, negando con la cabeza.
               -¿Adónde va?-preguntó Layla, frunciendo el ceño, muy confusa, porque, que supiéramos, Scott no había preparado ninguna presentación en solitario. Después de elegir cambiar en el último momento la canción de la semana pasada, nadie se había acercado a él ofreciéndole un espacio en el que cantar la que tenía programada, Don’t wake me up. Sólo le habían dicho que, si le apetecía, podía cantar otra canción de su padre en la semifinal y compensar la falta de ensayos que había tenido en la primera.
               Y su respuesta fue simple.
               -No.
               Se giró sobre sus talones y se reunió con nosotros para seguir investigando la ciudad.
               -Enseguida lo veréis-respondió Tommy, cruzándose de brazos y estirándose, mirando por encima del hombro el sitio en el que estaba sentado Jake, puede que rezando en silencio por que él fuera uno de los que se fuera esta noche. Como era la semifinal y aún quedábamos muchos, hoy se haría un barrido impresionante de candidatos, y sólo tres aspirantes pasarían a la final, garantizándose los puestos. Tommy masticó el chicle, fulminando con la mirada a un Jake que parecía no ser consciente de su presencia, y se sentó recto de nuevo cuando las luces se bajaron y los jueces se colocaron en posición, listos para la actuación sorpresa que venía, de la que no conocían nada más que la duración.
               La música comenzó dejando el escenario de nuevo en penumbra, con lo que parecía una cama en el centro de la que se incorporó una silueta. Un foco la iluminó, y Scott, con un micrófono inalámbrico pegado a la boca, miró al público en el momento exacto en que todo el mundo empezaba a murmurar y comentar.
               Casi todos habíamos reconocido la canción ya, y algunos sospechábamos lo que iba a pasar. El único que lo sabía a ciencia cierta era Tommy, y no porque les hubiera visto ensayando, sino porque conocía a Scott mejor que a la palma de su mano, y sabía que no dejaría pasar una oportunidad como ésta.
               -Oh, wer’re not in the same place, show me in the same light-Scott se levantó de la cama y caminó hacia el borde del escenario. Tenía el pecho desnudo y unos pantalones grises le cubrían pobremente la cintura, dejando, eso sí, a la vista esas líneas tan sensuales que tenían los chicos en las caderas. Pensé en lo mucho que me gustaba ver a Tommy salir de la ducha con una toalla alrededor de la cintura, precisamente porque se veían esas líneas.
               Alguien se abanicó entre el público y yo no me sentí tan representada en toda mi vida.
               -Feels right when we take flight-cantó Scott, quitándose unas vendas de las manos que le habían puesto a toda velocidad, pero con maña. Levantó la mirada y continuó-. Clothes off cause she’s so soft-dejó las vendas y permitió que sus brazos cayeran a ambos lados de su pecho-. This ain’t a fair fight, I wanna shed light on the subject
               Sonrió.
               Con esa sonrisa de Scott Malik que tanto nos gustaba a las chicas, la que nos atraía hacia él incluso cuando no le conocíamos, o no le soportábamos.
               Y la siguiente frase que dijo acabó con todos los que estábamos en el teatro.
               -I get her wetter tan ever, four letters are never the question-echó a andar en dirección a una pared de cristal colocada estratégicamente en el escenario-. She likes when I’m messy, and I like when she’s undressing.
               Llegó a la pared, se apoyó en ella, y comenzó a darle golpes con el dorso del puño mientras sonaba la música, acompañando cada golpe de ésta con uno de su cuerpo.
               -You’re looking in the wrong place for my love. Don’t think because you’re with me, this is real-se dio la vuelta y apoyó la espalda, las manos, y a la luz de los focos, se podía ver su respiración-. You’re looking in the wrong place for my love. Don’t stop what you’re doing, cause I like that too.
               Se deslizó por la pared transparente y se quedó sentado, con la cabeza apoyada en ella, y el foco sobre él se hizo más tenue mientras otro, encima de la cama, se encendía rápidamente.
               La madre que los parió.
               -Joder-gimió Chad, y Tommy sólo asintió, con una mano en la mejilla, observando el espectáculo y suspirando.
               -Here with you cause you got the right vibe, seems like you probably have a dope mind, but it’s gotta be the right time-Eleanor se levantó, y para deleite de cada chico entre el público, iba vestida sólo con una camisa, que le quedaba grande y no dejaba nada al descubierto. Pero a veces, a los tíos, les interesa más imaginar que ver.
               Me volví hacia Tommy un segundo.
               -¿La camisa…?
               -No me la ha cogido a mí-siseó, dándome a entender que necesitaba que estuviera callada, y yo asentí, a la espera-.
               -We’re only good for the right time-me fijé en que Scott se había sentado en el borde del escenario, y Eleanor caminó hacia él, sin pausa pero sin prisa, hasta quedar arrodillada a su espalda mientras continuaba-, I see through your demeanor, baby, I’m a pleaser-le susurró al oído mientras le acariciaba el pecho, y Scott cerró los ojos, probablemente disfrutando más de la actuación de lo que nunca llegaría a admitir-, I go out my way to treat you, but I can’t be a teacher, cause I’m a problem-estiró una mano a un lado de la cabeza de Scott, como una bruja que lee en su bola de cristal- with problems-estiró la otra mano y las movió de un lado a otro, haciendo que Scott siguiera sus movimientos con la cabeza, los ojos aún cerrados-, I know who I am and I’m not no good.
               Se incorporó y Scott también, y se quedó mirándola, dieron un paso hacia el otro y Scott le cogió las manos mientras ella cantaba, mirándole a los ojos.
               -You can have me tonight or never, I tought you understood. Baby, some people are meant to be loved and others just make it-de alguna manera, hicieron que la pared transparente apareciera de nuevo entre ellos, que pusieron las manos a cada lado de ésta-, so take what I’m willing to give, love it or hate it.
               Scott salvó la distancia que les separaba y los dos cantaron abrazados, con las manos de él en la cintura de ella y las de ella en el cuello de él, como si fueran a besarse, pero sin hacerlo realmente. Cantaron el estribillo y, a continuación, se separaron mientras la música balbuceaba fragmentos inconexos de las frases ya pasadas.
               Scott la cogió en brazos y dieron vueltas sobre sí mismos hasta que la dejó de vuelta en la cama, y fue subiendo, dándole besos por el pecho, mientras cantaba el puente de Zayn.
               -I don’t I don’t really know, I don’t, I don’t really care, maybe keep it on the low, stories that I don’t wanna share, I don’t…
               -Don’t stop-le pidió Eleanor, jadeando, rodeando sus caderas con sus piernas y dejando que la levantara otra vez. Terminaron la canción en la cama, él sobre ella, ella sobre él, rodando hasta que quedaron sentados, mirándose, y la música murió.
               Jamás había escuchado tantos gritos, vítores y aplausos seguidos. Scott y Eleanor se sonrieron, se pusieron un poco rojos, se levantaron y se encaminaron hacia el borde del escenario para agradecer la reacción a su actuación, la mejor sin duda que habíamos visto en todo el programa.
               Tommy se puso a silbar y a aplaudir más fuerte que nadie, orgulloso de su hermana y de su mejor amigo y de lo que podían llegar a conseguir cuando estaban juntos y estaban bien. Vi por el rabillo del ojo cómo varias de las concursantes daban incluso saltos de la emoción y el entusiasmo mientras June se abanicaba exageradamente.
               -¿Es normal que me apetezca ver cómo follan?-preguntó Tommy, sin aliento. Conseguí morderme la lengua antes de soltarle que yo también me moría de ganas de verlos en plena acción, no sólo por el ruido que hacían cuando estaban juntos sino también por lo que acababa de ver, y le respondí:
               -Teniendo en cuenta que tienes dos novias, creo que esto entra en tu espectro de degenerado-bromeé, y Tommy se echó a reír, me pasó un brazo por los hombros y me pegó a él para darle un beso.
               -June-pidió Simon, pero Scott levantó la mano, pidiendo la palabra, y Eleanor lo miró.
               -Antes de que empecemos, yo sólo quiero hacer un apunte-se puso una mano en la cintura y la miró. No, no la miró, se la comió con los ojos. Eleanor puso los brazos en jarras y alzó las cejas, expectante.
               Scott esperó a que el público redujera sus sonidos a un leve murmullo y espetó, mirando cada cara:
               -La camisa que lleva puesta es mía-hizo un gesto con las manos, como pasando la pelota a otro tejado-, así que, que pierda las bragas quien las tenga que perder.
               Eleanor se rió, negando con la cabeza, y se tiró un poco de los bordes de la camiseta, tapando sus muslos un poco más.
               -Acabas de ganar 100.000 seguidores, S-sonrió June, tecleando en su iPad.
               -Lo típico de una noche de juerga, nada fuera de lo común-contestó el musulmán, y todo el mundo se echó a reír. Eleanor le dio un empujoncito.
               -¿Puedes dejar de ser tan chulo y dejarles hacer su trabajo?
               -No lo sé, Eleanor, ¿podrías vestirte un poco más? Tengo toda la sangre concentrada en un punto de mi cuerpo, y no es precisamente en el cerebro.
               -¿Tanto te afecta?-coqueteó Eleanor, como si estuvieran solos y no en la puñetera televisión en directo.
               -¿El agua moja?-le contestó él, rodeándole la cintura.
               -Bárbara de Winchester dice: “tengo un examen en dos semanas y estoy jodidísima pero Scott y Eleanor son mis padres y tienen dinero así que creo que podrán pagarme el psicólogo” (y lo siguiente está en mayúsculas) “QUE VOY A NECESITAR DESPUÉS DE ESTA ACTUACIÓN”.               Todos nos echamos a reír.
               -¡Suerte con tu examen, Bárbara!-sonrió Eleanor.
               -¡Sí, suerte, hija mía!-coreó Scott, y todos volvimos a reírnos.
               -Ari de Wolverhampton dice “creo que me he muerto 200 veces cuando he visto a Scott con el pecho descubierto de verdad qué HOMBRE” (“hombre” en mayúsculas), “quién fuera sofá para que se me sentara encima todo el día.
               Scott se río, Eleanor le pellizcó la cintura.
               -Está un poco gordito-le picó su chica-, terminarías cansándote.
               -¿Disculpa? Todo esto es fibra, chavala-discutió Scott. Eleanor negó con la cabeza y se echó a reír.
               -Ana, de Edimburgo, dice “he visto a Sceleanor actuando, ya sólo me falta un beso de Scommy para haber cumplido en este mundo y poder morirme tranquila”.
               -Eso quiero verlo-respondió Gaga, reclinándose en su sofá. Scott se puso de puntillas y miró a Tommy-. ¿Para cuándo un beso, chicos?
               -Cuando lo pida la audiencia. Yo me debo a mi público. ¿Eh, T?
               -Baja aquí, bribón-le respondió mi inglés, y todos se echaron a reír.
               -Pues id preparando las bocas, porque Paula, de Kensington, quiere ver cómo os besáis antes de morir de una taquicardia por la actuación.
               Tommy se levantó y caminó hacia el escenario, Scott saltó de él y fueron al encuentro del otro, se dieron un abrazo y un sonoro beso en la mejilla.
               -No era eso a lo que yo me refería-protestó Gaga, haciendo un puchero.
               -Habéis pedido un beso y un beso es lo que os hemos dado-respondió Tommy, regresando a los asientos. Scott se subió de nuevo al escenario y se puso al lado de Eleanor, a la espera de la valoración. Nicki cogió el bolígrafo que les daban siempre y lo hizo girar entre sus manos.
               -No sé a quién de los dos debería ponerle más nota, de verdad-susurró, mareando papeles-, si esto fuera un duelo final, estaría muy jodida.
               -¿Puedo decir algo?-pidió Scott. Nicki asintió mientras Eleanor se llevaba una mano a la cara, temiendo lo que fuera a soltar su novio.
               -Yo creo que vocalmente le he dado mil vueltas-Eleanor puso los ojos en blanco y espetó un más quisieras-, teniendo en cuenta que ella todavía estaba sin aliento por haber hecho la actuación anterior, colgada del techo como si fuera un jamón o algo así-la miró y Eleanor le hizo un disimulado corte de manga-, pero, ¿podemos apreciar, por favor, lo bien que lleva ese sujetador?-señaló la pieza de lencería negra que se había visto durante toda la actuación gracias a los botones desabrochados en la camisa de Eleanor, que le dio un empujón.
               -¡Eres tontísimo, Scott, madre mía!
               -Si tengo la novia más guapa de toda Inglaterra podré presumir de ella, ¿o no?
               -A ver si consigues presumir de mí en la final.
               -A ver si presumes de en la final.
               -Yo voy a ganar este programa-respondió Eleanor, desafiante.
               -¿No os encanta lo humilde que es?-preguntó Scott a los jueces, pasándole un brazo por los hombros y besándole la cabeza a Eleanor, que hizo una mueca amorosa.
               Las juezas se deshicieron en halagos, incluso Jesy tuvo cosas buenas que decir de Scott y Eleanor.
               -El espectáculo ha sido algo sencillo, no ha sido tan espectacular como el de Paradise, pero creo que vais entendiendo de qué va el programa. A veces menos es más, y teneros a los dos solos en el escenario, viéndoos bailar e interactuar ha sido incluso mejor que si os hubierais sentado a cantar la canción mientras llenabais todo de bailarines. La química que tenéis ha sido la que ha soportado la mayoría de la actuación, y he de decir que la habéis superado con nota.
               Eleanor le dio un golpecito con la cadera a Scott.
               -¿Has visto? Jesy dice cosas buenas de ti cuando actúas conmigo.
               -No estés tan subidita, nena, que ya me había dicho cosas buenas antes.
               -Pero no tantas-respondió Jesy.
               -Ni tan seguidas-añadió Gaga.
               -Ni sin cara de asco-puntualizó Nicki.
               -Creo que lo van pillando, gracias-cortó Jesy, molesta.
               Eleanor y Scott vinieron a sentarse, le dieron una camiseta a él y unos leggings a ella, que se los puso a toda velocidad y se sentó con una pierna por encima de las de Scott, quien aprovechó la ocasión para ponerle la mano en la rodilla e ir subiendo poco a poco, tanteando el terreno hasta que Eleanor le daba un manotazo en la mano y le decía que no se pasara de listo, a lo que él respondía con una carcajada.
               El momento más dramático llegó cuando empezaron las expulsiones. Eleanor fue la ganadora de la gala por un 3% que le supo a gloria y a nosotros nos fastidió bastante, pero hasta cierto punto también nos daba igual. La hermana de Tommy se había presionado muchísimo, había salido de su zona de confort y había empujado sus límites hasta zonas insospechadas, así que se merecía el título de ganadora de la semifinal, que no comportaba nada más que el honor de proclamarse vencedora otra vez.
               Nosotros quedamos segundos, salvados de la expulsión por los pelos. Beth y el resto de concursantes fueron eliminados enseguida, y Eleanor le clavó las uñas en la palma de la mano a Scott cuando Jake y Taraji se quedaron a las puertas, con las manos cogidas, esperando a la valoración del público y a que se anunciara quién se iba esta noche y quién se quedaba y se convertía en finalista.
               -No quiero que se marche ninguno-susurró Eleanor y Scott puso los ojos en blanco y se volvió hacia Tommy.
               -Si quedamos por delante del gilipollas de Jake, nos hacemos un pendiente.
               -Te lo harás tú, que tienes vicio a agujerearte la cara. Vas a terminar pareciendo un puto colador.
               -Gilipollas, he dicho un pendiente, no un piercing.
               -¿En la oreja?
               -Si quieres hacértelo en la punta del nabo es problema tuyo.
               Tommy le dio una colleja a Scott, y luego le tendió la mano, que el otro le estrechó. Las luces bailaron por el escenario hasta clavarse en las figuras de Jake y Taraji, que, tensos, tenían los hombros cuadrados y respiraban con dificultad. Taraji cerró los ojos y Jake le dio un apretón de consolación.
               -Es bueno-le dijo Eleanor a Scott.
               -Será lo que tú quieras, pero a mí no se me va a olvidar en la vida las cosas que dijo sobre ti, cómo hablaba de ti.
               -Es todo fachada.
               -Una fachada de mierda-sentenció su novio-. Ojalá se largue esta noche.
               -Necesita el dinero.
               -Taraji también.
               -Su padre está enfermo y su madre murió cuando él tenía 7 años, tiene hermanas que cuidar, Scott-le riñó Eleanor-, ¿quieres dejar de juzgar tanto a la gente? Algunos no tienen la suerte que tenemos nosotros.
               -¿Y Taraji la tiene?
               -Por lo menos sus dos padres están sanos. Quiero que pase ella. Pero no quiero que Jake se quede sin nada. Y si se va ahora, se quedará sin nada.
               -Ha vivido del cuento estos dos meses, no creo que eso…-replicó Scott, pero se calló cuando las luces se hicieron rojas y todo el mundo guardó un expectante silencio.
               -Y el concursante que se queda en 4º lugar de la 5ª edición de The Talented Generation, y último expulsado de hoy, es…
               Chad se revolvió en su sitio, Layla me cogió la mano, Tommy inhaló y Eleanor le clavó más profundo las uñas a Scott.
               -… Taraji.
               Eleanor se echó a llorar mientras la chica asentía con la cabeza y recibía el abrazo de Jake, que le acarició la espalda y le dijo que lo sentía en el alma.
               -Suerte-le deseó Taraji, y se limpió las lágrimas que le empezaban a desbordar los ojos mientras Jake se separaba de ella, sosteniendo aún una mano entre las suyas, y venía a ocupar su lugar entre nosotros.
               -Taraji-sonrió June a través de unos ojos brillantes, mientras la chica se limpiaba las lágrimas.
               -No ha podido ser. No he estado a la altura.
               -Has tenido mala suerte, eso es todo. No has podido ensayar todo lo que te gustaría y el accidente de la semana pasada te costó caro.
               -Respecto a eso… quiero darle las gracias a Sabrae por recoger el testigo. Lo hizo mejor incluso que yo. Y quiero darles las gracias también a mis compañeros por darme la oportunidad de venir y resarcirme. Sé que había otros que se lo merecían más que yo, pero nunca olvidaré ese gesto.
               -Creo que es evidente cuál es la respuesta a la pregunta de con quién vas a hacer tu dueto de despedida-comentó Jesy, y Taraji asintió, sonriendo a través de la cortina de lágrimas.
               -Con Eleanor.
               -Claro que sí.
               -¿Puedo ir con ella?-pidió Eleanor.
               -Por supuesto, cielo-animó Gaga, y Eleanor se levantó y salió corriendo en dirección a Taraji, que la recibió entre sus brazos y le susurró al oído que iba a ganar, que tenía que ganar, que era la mejor, la que más se lo merecía. Después de repasar la trayectoria de Taraji por el concurso, de los vídeos más divertidos de ella y también los más tristes, les trajeron un par de sillas, las colocaron una al lado de la otra, se sentaron en ellas, se cogieron de las manos y comenzaron a cantar. Eligieron Quit, el remix de una canción de Ariana Grande y Sia, en la que Eleanor hacía la voz de Ariana, y Taraji, la de la australiana. Terminaron la canción entre lágrimas y se abrazaron mientras terminaba la emisión, despidiéndose, aunque no para siempre, y prometiéndose que se animarían hasta el fin de los tiempos, que estarían ahí para la otra y que nunca olvidarían las cosas que habían compartido en el concurso.
               Taraji tenía la misma edad que Jake y Eleanor era como su hermanita pequeña.
               Hay veces en que los años que te separan no son más que un puente más resistente, unos cimientos más sólidos en los que afianzar una relación que duraría toda la vida.


La primera vez que Layla me sacó el tema de que era el momento ideal para contarle a Tommy la razón por la que yo estaba allí, me entró tal ataque de pánico que me sorprendió no desmayarme.
               -Él es feliz, no puedo estropear este momento ahora. Es el mejor que ha tenido en meses-me excusé, pero Layla me cogió las manos y negó con la cabeza. Acabábamos de volver del programa y Tommy se había enfrentado a nuestras familias en el backstage. Mientras nosotras hablábamos en susurros, Scott y Eleanor se lavaban los dientes y se disponían a ir a acostarse, comentando que Alec y Sabrae se los lavaban cogidos de las manos, ella admirando lo mucho que se querían y la envidia que le despertaban; él, respondiendo que tampoco tenía tanto mérito, teniendo en cuenta que Alec era zurdo y eso era un punto a su favor en las relaciones.
               En ningún momento comentaron lo que había pasado detrás del escenario, cuando salimos a ver a nuestras familias y nos encontramos a mis padres, los de Tommy, y los de Layla, haciendo una piña, un frente común. Tommy suspiró y asintió con la cabeza, dejando que Scott se marchara para ver a sus padres y sus hermanas. Chad fue el más inteligente y se deslizó por la sombra para reunirse con su familia, mientras Tommy avanzaba en dirección a sus padres con gesto dócil pero pasos decididos, luchadores.
               Y mi padre lo fulminó con la mirada nada más llegar, le estudió mientras le daba unos besos a su madre y un abrazo incómodo a Louis.
               Nos quedamos en un silencio incómodo hasta que Louis decidió romperlo.
               -Te parecerá bonito lo que estás haciendo, chaval.
               -Yo no estoy haciendo daño a nadie-discutió Tommy, digno. Eri puso los ojos en blanco y murmuró algo en español.
               -Hay que quererse muy poco para estar con un chico que quiere estar con dos a la vez-escupió Alba, y Layla se la quedó mirando, estupefacta.
               -Y bueno, Erika-mamá se volvió hacia Eri-, vaya sinvergüenza, tu hijo. ¿Qué van a hacer cuando las dos quieran acostarse con él?
               -Pues un trío, Noemí, deberías probarlo, ya está inventado, y todo-respondió Eri, venenosa. Tommy agachó la cabeza.
               - Esto seguro que ha sido idea de Scott; no hay más que ver la vida que vivió él.
               -¡Oye! A mi hijo lo dejáis fuera-ladró Sherezade.
               -Bueno, Sherezade, las cosas son como son-sentenció la madre de Layla-. Si tanto te jode que pase esto, haber intentado pararlo.
               -¿Y qué influencia podría tener yo, si se puede saber?
               -Es cuestión de cultura-intervino mamá.
               -¿Tengo yo cara de pasarle una a mi marido, como hacéis vosotras?-discutió Sherezade.
               -Igual es que te gusta tener más prestigio que los demás, con tu despatucho y los Grammys de Zayn-gruñó Alba.
               -Vaya, perdona que no me interese explotar a la gente hasta el punto de que no pueda más; eso es lo único que me impidió ser empresaria.
               -Los abogados no sois santos, precisamente-espetó mamá.
               -No sé qué definición tendrás tú de santa, Noemí, pero no creo que me interese encajar en ella, especialmente si va en consonancia la forma en que debe actuar una madre. Igual a ti no te lo parece, pero yo quiero a mis hijos y no los mando a otro continente cuando no puedo controlarlos.
               -Me consuela saber que no soy la única que controla a sus hijos-mamá le lanzó una mirada envenenada a Eri, que puso los ojos en blanco.
               -Tommy-Eri le hizo levantar la cabeza-. No puede ser.
               -¿Por qué no?-Tommy se separó de ella-. Estoy enamorado de Layla. Y también estoy enamorado de Diana. Estamos de acuerdo. No les molesta. Les gusta.
               -Sí, seguro que les gusta compartir novio y estar a turnos-asintió Alba.
               -Mamá-la regañó su hija.
               -Siempre he sido muy claro con ellas, mamá. Les he dicho las cosas como eran. No les importó.
               -No les importó por las circunstancias, Tommy. Pero, cuando las circunstancias cambian, los sentimientos también.
               Tommy se volvió hacia mí, y yo negué con la cabeza.
               -No lo entiendo-dijo-. Me has educado para que quiera a rabiar. Eso es lo que estoy haciendo. ¿Vas a castigarme ahora por eso?
               -No quiero castigarte, T. Sólo quiero entenderte.
               -No quiero sacrificar a una por la otra. No puedo. Las quiero igual.
               -Eso es mentira-replicó Alba-. Si quisieras a Diana, no te habrías enrollado con Layla también.
               -Sí, si quieres a dos personas, debes dejar ir a la primera. No la querías de verdad, no si te fijaste en otra-asintió papá. Di un paso atrás.
               -Sois unos cínicos-espeté, mirándolos-. ¡Teníais la cara de ir por los conciertos diciendo que One Direction celebraba el amor, y ahora que yo he encontrado a alguien, me decís que no es lo bastante bueno y que no me quiere!
               -¡Diana, por favor, mírate! Eres preciosa, puedes buscarte a alguien que te quiera de verdad, que no lo haga a medias.
               Tommy se giró y se plantó delante de papá, que le sacaba aun así una cabeza.
               -Dímelo en la calle, Harry. Ven a decírmelo, si tienes cojones, que yo no quiero a tu hija. Dímelo en la calle, venga, repítemelo fuera, lo de que la quiero a medias.
               -Tommy, no seas imbécil-Louis le agarró del brazo y tiró de él para que corriera el aire entre mi padre y mi inglés. Papá ni se inmutó-. Reconoce que te has equivocado y ya está.
               -¡Es que no me he equivocado!-discutió Tommy-. ¿Por qué no puedo querer a dos personas a la vez?
               -¡Porque las relaciones son cosa de dos, Thomas, joder!
               -¿Y quién dice que no lo sean? ¿Quién dice que yo no tenga dos relaciones en vez de una muy rara? Es lo mismo. Quiero a mamá igual que te quiero a ti, ¿por qué no me hacéis elegir entre vosotros también?
               -Porque no es lo mismo.
               -Yo creo que sí. Es amor.
               -Es un amor distinto.
               -Sigue siendo amor.
               -¿Puedo hablar?-pidió Vee, abriéndose paso en el círculo. Todos nos la quedamos mirando-. A mí no me parece tan mal. Puedes estar enamorado de dos personas a la vez. Puedes querer con locura a dos personas. El corazón no es un cuenco, no tiene límites. Creo que las quiere-dijo-. Creo que es bueno para ellas y ellas lo son para él. Vuestro hijo ya va a sufrir bastante, os necesitará en el futuro. Necesita vuestro apoyo, no vuestra resistencia-se llevó una mano al vientre-. Es un regalo. Tener un hijo así es un regalo. Que tenga tanto amor dentro, que quiera compartirlo con dos personas, que incluso tenga suficiente para dos personas-le miró-. Yo te admiro, Tommy. Eres valiente. Tienes ese tipo de valentía que yo perdí hace años. Pero ahora la estoy recuperando-miró a Niall, que hablaba con Chad y con Aiden, ajeno al asunto, y tomó aire-. No dejes que nadie te diga lo que debes hacer o a quién querer. O te despertarás un día como me desperté yo: teniendo un hijo con el hombre de mi vida y durmiendo a 10 kilómetros de él. Si no fuera por Chad, le habría perdido para siempre-murmuró-. Tú no tienes hijos con ellas. Tienes que luchar por ellas-le cogió las manos-. No le digas adiós a ninguna. Porque, si lo haces, algún día te darás cuenta de que has pasado los últimos 15 años de tu vida lamentándote por algo que te hiciste a ti mismo. Como yo me hice daño cuando me separé de Niall, o como me lo hacía cuando me acostaba con él y le decía que no podía volver a repetirse.
               Nuestros padres se quedaron callados, mirando a Vee.
               -Todos tenéis hijos. Sólo dos tenéis nada más que una. No sé muy bien cómo irá esto, pero supongo que, cuando tienes dos, quizás tengas un favorito, pero a ambos les quieres por igual. Es lo que espero que me suceda a mí, de todas maneras.
               Layla fue la primera en reaccionar. Parpadeó.
               Y luego, mamá.
               -¿Qué insinúas, Vee?
               Vee sonrió, la típica sonrisa de una mujer que está a punto de anunciar la mejor noticia del mundo.
               -Estoy embarazada-dijo, y los semblantes se iluminaron. Se llevó una mano a la tripa y sonrió, mirándosela, aunque todavía no se notaba ningún cambio-. Me han dicho que es una niña. Y quiero pensar que voy a querer a mi pequeña como quiero a mi pequeño. Quiero pensar que va a crecer en un ambiente que celebre el amor y deteste el odio. El amor es algo demasiado hermoso como para querer ponerle puertas. No quiero que ella lo haga, igual que no lo hace su hermano. Espero que tú tampoco lo hagas, Tommy-le cogió las manos-. Tienes a dos chicas increíbles sólo para ti. No las dejes escapar.
               Tommy miró a su madre en el momento en que Chad miraba a la suya, después de que su padre le diera la noticia. El rostro del irlandés se iluminó con una sonrisa.
               -¿ES VERDAD?-gritó.
               Chad se había pasado llorando de alegría la siguiente hora y media, con Aiden y Kiara celebrándolo con él.
               Y Tommy se había tirado en la cama, rendido, con un peso de encima ya levantado, y se había quedado dormido en el acto. El sonido de un timbre le despertó, igual que a todos nosotros, y pronto nuestra puerta se abrió. Eleanor se asomó tímidamente por ella.
               -Mamá está aquí-anunció. Tommy no dijo nada, asintió con la cabeza, se incorporó, se vistió y salió de la habitación. Layla y yo nos miramos, sin saber cómo actuar. Nos levantamos y nos acercamos a la puerta, sin ningún tipo de remordimiento por estar escuchando conversaciones ajenas.
               -Mamá-saludó, y le escuché caminar, somnoliento, por la suite-. Hola. ¿Quieres algo de beber?
               Su madre negó con la cabeza.
               -No voy a quedarme mucho tiempo.
               -¿Porque papá no quiere que vengas a verme?-sugirió Tommy, irónico, cogiendo una lata de cerveza de la nevera del minibar y abriéndola. Se la llevó a la boca.
               -No-respondió su madre, y alzó un poco la cabeza-. Porque necesitas dormir.
               Tommy se la quedó mirando, dejó la lata abierta sobre la mesa y le hizo un gesto para que se sentara en el sofá. Eri se lo quedó mirando, tomó asiento finalmente, y esperó a que él lo hiciera a su lado, en el otro extremo del sofá, dolorosamente lejos pero más cerca de lo que madre e hijo se sentían.
               -Te has convertido en un hombre-susurró su madre, y Tommy no dijo nada. Cruzó las piernas y esperó-. He venido a pedirte disculpas.
               -¿Por qué?
               -Porque, como tú me dijiste, ya no eres un niño. Tú sabrás lo que haces. He estado pensando en lo que nos dijo Vee. Y tiene razón, debería estar orgullosa de haber concebido a alguien que es capaz de querer tanto. Quiero que sepas que tu padre y yo estamos en el mismo bando. Es tu bando. No queremos que te hagan daño. No queremos que tú lo hagas-añadió, y Tommy asintió con la cabeza-, pero eres nuestro hijo. Eres mi pequeño, por mucho que crezcas-Eri sonrió, sus ojos se humedecieron-, siempre serás ese bebé que sostuve en brazos hace tantos años, aterrorizada porque sabía que no lo conseguiría hacer todo lo bien que te merecías.
               -Lo has hecho bien, mamá.
               -No lo he hecho bien esta noche. Pero quiero que sepas que he cambiado de opinión con respecto a ti. No soy nadie para decirte con quién debes o no estar. Ya eres mayorcito, todos lo sois. Y si esto es lo que queréis, yo lo respetaré. Y te apoyaré siempre. Quiero que lo sepas.
               -Lo sé, mamá.
               -Quiero que sepas que te quiero con locura y que siempre estaré ahí para ti. Yo no soy la de esta noche. Debería haberte defendido.
               -Ahora lo estás haciendo.
               -No quiero que me guardes rencor.
               -No puedo guardarte rencor, mamá. Te quiero.
               Eri se quedó callada un momento. Se llevó una mano a la boca y asintió con la cabeza.
               -Yo también te quiero, mi amor.
               Se abrazaron largo y tendido, Tommy le dio un beso en la sien y se la quedó mirando cuando se incorporaron. Eri se afianzó en su chaqueta y comenzó a marcharse.
               -¿Crees que esto es bueno?-preguntó. Eri se volvió.
               -Eres bueno para ellas.
               -¿Y para mí?-respondió él. Eri tragó saliva, le cogió las manos.
               -Van a hacer de tu vida un infierno-le dijo-. Por eso he venido. Porque quiero que sepas que congelaré el infierno para que tú, Diana y Layla podáis vivir en él. Por ti haría lo que sea. Daría mi vida si con eso supiera que ibas a ser feliz.
               -Lo soy.
               -Pues ya está. Todo lo demás, no importa. Nada importa. Sólo tu felicidad.
               Tommy asintió con la cabeza, salió de la habitación, acompañando a su madre por los pasillos desiertos, y le besó las mejillas cuando llegaron a su habitación. Cuando volvió a la nuestra y se tumbó entre nosotras, se había quitado diez años de encima, brillaba con luz propia y volvía a parecer joven y feliz, dispuesto a aprovechar cada segundo que se le regalara.
               -¿Os he despertado?
               Negamos con la cabeza mientras se pasaba una mano por el pelo. Se dejó caer sobre la cama y se arrastró hasta la almohada.
               -Tommy-llamó Layla, y yo la miré, acurrucándome al lado de él.
               -Mm.
               -Me ha gustado ese tono de general de guerra que has utilizado antes. Con nuestros padres.
               Tommy abrió un ojo y la miró.
               -Tendré que utilizarlo más a menudo.
               Se durmió feliz, con una sonrisa en los labios, y Layla aprovechó para sacarme el tema al día siguiente, pero a mí me parecía demasiado pronto, me daba demasiado miedo.
               Decidimos pasar un par de días en la misma casita en cuyo balcón nos habíamos acostado, aprovechando que teníamos más tiempo para ensayar. Debido a que era la gran final, la gala se emitiría un domingo en lugar de entre semana.
               Layla aprovechaba cada oportunidad que tenía de soledad para insistirme en que debía decírselo ya a Tommy, me quitaría un peso de encima y nunca encontraría un momento mejor. Pero a mí me parecía que, precisamente, el mejor momento sería nunca.
               Hay secretos tan grandes y oscuros que te terminan teniendo a ti.
               La tensión en mi interior fue creciendo hasta límites que se me hicieron imposibles de soportar. Varias veces le grité a Layla, que se quedó callada y asintió con la cabeza, y sólo murmuró una disculpa que me hizo sentir como una mierda.
               Llegó un punto en que ya no lo soporté más. Layla dejó de insistirme después de que me pusiera como una loca con ella, pero yo ya sabía que había cruzado un punto de no retorno y que tenía que contarlo.
               Tommy estaba dando la cara por mí. Ya no entraba en las redes sociales por miedo a las cosas horribles que le decían, apenas miraba su perfil y mantenía el teléfono lejos. Veía cómo daba un respingo cuando le llegaba un mensaje, aunque después se relajaba, cuando recordaba que nadie tenía acceso a su teléfono personal.
               Sabía por qué me insistía Layla.
               Y precisamente por eso no quería abrir la boca.
               Si lo contaba, si decía la razón por la que me habían mandado ir, Tommy dejaría de quererme y se iría con ella. Todos sus problemas se solucionarían. Dejarían de acosarle.
               Dejaría de ser mío.
               La idea no partió de ella, sino del propio Scott. Nos sentamos en el balcón en círculo para cenar, aprovechando el fresco y la noche estrellada que ya se intuía más allá de los tintes rojizos del crepúsculo. Layla no sería capaz de ponerme contra la espada y la pared. Ella era muy superior a esas cosas, demasiado buena para hacerme algo así. Si quería que me confesara, era sólo porque pensaba que decir la verdad me haría libre. Confiaba en que Tommy lo entendería, pero yo sabía que Tommy no era como ella, que Tommy me juzgaría, igual que lo habían hecho todos, todos salvo dos personas: Zoe y Layla.
               Por dios, si mis padres me habían mandado al otro extremo del mundo con tal de no tener que verme la cara, ¿qué no haría un chico al que hacía meses que conocía, por mucho que me quisiera o le gustara?
               -Creo-comenzó Scott- que todos tenemos algo que los demás no saben de nosotros. Cuando le conté lo que le hice a Eleanor-la miró-, me sentí como una verdadera mierda, pero a la vez nunca me había sentido tan en paz conmigo mismo, porque me daba la sensación de que no tenía nada que ocultar, que si ella me perdonaba, lo haría porque me conocía, y no porque estuviera engañada. Me parece que sería una buena idea hacerlo nosotros también. Creo que es lo único que nos falta por superar, para terminar con la confianza.
               Scott miró a Tommy, que asintió con la cabeza.
               -Ya no es por ganar o no ganar este programa. Hace mucho que dejó de ser por eso. Nuestras vidas van a estar entrelazadas durante mucho tiempo. Y creo que os merecéis saberlo todo de mí-ahora, sus ojos saltaron hacia Layla, Chad y yo. Se frotó las manos, tragó saliva y anunció-: intenté suicidarme. Bueno, estaba a punto de intentarlo. Pero estaba convencido de que lo haría-tomó aire-. Pero Tommy me detuvo.
               Tommy le acarició el hombro en señal de aceptación y premio. Layla se sentó sobre sus rodillas.
               -Aún le echo de menos-confesó, mirando el fuego que habíamos hecho en torno a nosotros, que nos calentaba la cara y arrancaba sombras danzantes de nuestras facciones. Cerró los ojos y apretó los puños-. Después de todo lo que me hizo, después de todo el mal que me ocasionó… después de ser el protagonista de mis pesadillas, todavía me sorprendo recordando con cariño y anhelo las veces en que me hizo feliz.
               -Eso es normal-susurró Eleanor, acariciándole la mano. Layla asintió con la cabeza.
               Tommy se aclaró la garganta y nos miró a todos.
               -Tengo miedo de lo que nos a pasar después de esto. Lo que hemos construido es tan grande…-levantó la vista al cielo-. No voy a poder volver a mi vida normal después de que se acabe este programa. Y también tengo miedo de que queráis romper. Yo sé que no voy a poder ir en solitario como podríais los demás-carraspeó y miró a su mejor amigo y a su hermana-. No quería que Scott y Eleanor se liaran porque tengo miedo de que llegue un día en el que se vayan a vivir juntos y yo me aleje de ellos porque los dos me verán en el otro, mientras que yo no tendré a nadie para recordarlos. Eleanor se parece demasiado a mí.
               -Tommy, yo no voy a dejarte atrás nunca-aseguró Scott, tocándole el hombro.
               -Es igual-susurró, tragando saliva y limpiándose unas lágrimas de los ojos. Sus ojos se posaron en mí, pero, como me quedé callada, atragantada con mis palabras y mi pánico a que la historia se repitiera conmigo, a que yo me quedara sola mientras él seguía adelante con Layla, que no le daría problemas, que no era una drogadicta, que ya estaba bien.
               -Me acosté con mejor amiga-dijo Chad por fin, y todos nos volvimos hacia él, sorprendidos-. Desde entonces, no he vuelto a hacerlo con ninguna chica-añadió-, porque sé que ninguna se podrá comparar a ella. No me malinterpretéis, quiero muchísimo a Aiden. Con locura. Pero… no he estado tana gusto con nadie como lo he estado con Kiara. Y lo mejor de todo es que ni siquiera me gusta en ese sentido.
               Chad se calló. Eleanor se revolvió en su asiento.
               -Tengo miedo de que Scott vuelva a hacerme lo que me hizo-confesó, y le miró-. Sé que odias que piense así, pero me aterra la idea de que pueda ser genético, S. Y más me aterra la idea de saber que dejaría que me destrozaras la vida, y probablemente yo siguiera volviendo contigo, quizás incluso hasta te diera las gracias.
               Scott no dijo nada durante un instante.
               -Pero no volvería a hacerlo, mi amor. Lucharé contra los genes si hace falta.
               -Ya lo sé-suspiró Eleanor, y se miró las manos-. Ya lo sé.
               Todos los ojos se posaron en mí. Se me aceleró la respiración y empezaron a sudarme las palmas de las manos. Me las pasé por las rodillas, intentando controlar su temblor irrefrenable.
               -Didi-animó Layla, y yo negué con la cabeza, cerrando los ojos, mordiéndome los labios. No podía decirlo, no podía decirlo, jamás me había sentido tan aceptada, jamás nadie me había querido tanto, y ahora…
               Ahora no podía mentirles, pero tampoco podía mandarlo todo a la mierda.
               -Venga, amor-animó Tommy, cogiéndome una mano-. No puede ser tan malo. Estamos aquí-me besó los nudillos, y yo sentí que iba a vomitar. No me merecía su cariño, ni sus besos, ni nada.
               Aparté la mano y me la metí junto con la otra entre los muslos.
               -Perdí la virginidad con un tío que me duplicaba la edad en los camerinos de un desfile. Estaba un poco borracha-dije, mirando de reojo a Tommy y agachando rápidamente la cabeza-. Fue cosa mía, no de él-no entendía por qué estaba justificando a aquel cabrón, pero sentía la necesidad de quitarle un poco de su oscuridad y ponérmela por encima. Había sido lo bastante estúpida como para dejarme seducir por él, no toda la culpa era suya-. Me lo hizo sin condón-cerré los ojos y me clavé las uñas en los muslos, recordando aquel dolor insoportable-. Pude sentir cómo se corría dentro de mí-se me escapó un sollozo y alguien me tocó la espalda, pero yo di un respingo y me aparté-. Me hizo daño-tomé aire y miré las estrellas, puntos difuminados a través de mis lágrimas en un cielo que ya se había oscurecido-. Y por eso estoy aquí.
               El silencio cayó sobre nosotros como un manto de medianoche. Nadie dijo nada durante un buen rato, hasta que Scott, finalmente, aturdido, consiguió articular:
               -Me he perdido.
               -Puedes contárselo, Didi-me alentó Layla, asintiendo con la cabeza, las cejas alzadas en una mueca de comprensión, cariño y apoyo. Negué con la cabeza y me abracé a mí misma.
               -Soy un monstruo-jadeé-. No puedo decíroslo, no os lo voy a poder contar nunca, ahora que tengo un grupo de gente que me apoya, al margen de Z… y que no me mira con pena… no puedo joderla ahora. No puedo.
               No dijeron nada.
               -No quiero que me tengáis miedo. No quiero que me odiéis-les miré, suplicante. En sus expresiones reinaba la confusión.
               -Cuéntaselo, Didi. Cuéntaselo todo. Ellos te entenderán.
               -¿Entenderme?-espeté, estupefacta, limpiándome las lágrimas. No podía controlar mi rabia-. Son chicos, ellos no entienden, no escuchan, no sienten lo que es. ¿No lo pillas, Layla?-ladré-. Son ellos los que nos llevan a un camerino aparte, son ellos los que se meten en nuestro maquillador y cierran la puerta, son ellos los que nos besan y nos convencen de que queremos eso y son ellos los que nos separan las piernas y se meten dentro de nosotras con fuerza, sin importarles que no estemos listas para hacerlo así. Son ellos los que nos usan y luego nos dejan confundidas y rotas para salir a la pasarela o ir a ver a su novia más mayor y más rica que tú sin mirar atrás, aunque sólo sea para ver cómo lloras, cómo te abrazas a ti misma y te preguntas: “si esto es el sexo, ¿por qué le gusta tanto a todo el mundo?”-les señalé-. Es lo único hermoso y puro que he obtenido sin que tenga ningún tipo de relación con él en toda mi vida. Y no quiero que lo destruya.
               De nuevo un silencio sepulcral que helaba la sangre.
               -¿Dónde está él?-preguntó Tommy en tono tenso, sediento de sangre.
               -No importa-respondí, sin mirarle. Tommy me cogió de la mandíbula y me obligó a mirarle. Procuré no pensar en que había sido exactamente así como me había cogido Scott.
               Exactamente así como me había agarrado Ethan para besarme, justo antes de pegarme contra la pared, darme la vuelta, bajarme las bragas y meterme la polla en el coño sin ningún tipo de compasión.
               -Diana-exigió Tommy, en un tono que me asustó.
               -Está muerto-le dije, y era verdad. Ojalá pudiera decir que me había encargado personalmente de ello, pero las drogas y el alcohol, sus armas favoritas, acompañados de una depresión en la que yo sí que había tenido que ver, hicieron el trabajo por mí.
               -¿Por eso estás aquí?-preguntó.
               -No.
               -¿Por qué estás aquí?-quiso saber Chad, en un tono duro, molesto, nada similar al que utilizaba cuando hablaba normalmente. Nos quedamos callados, impresionados por la rabia de Chad.
               -No puedo-susurré, hecha un manojo de lágrimas.
               -¿Por qué?-exigió Chad.
               -Diana-pidió Layla. Scott frunció los labios.
               -Didi-suplicó Tommy.
               -No puedo-respondí.
               -Por favor-me pidió mi inglés.
               Y lo dije.
               El contenido de aquel sobre, las fotos de su cuerpo estrellado contra la acera, lanzado desde la azotea de una de las fiestas en que terminé de joderle la vida.
               -Porque hice que una chica se suicidara, ¿vale? ¡HICE QUE UNA CHICA SE SUICIDARA!-grité. Y no soporté su expresión contrariada, su miedo, su repulsión, la repugnancia en aquellos ojos azules que yo consideraba mi casa.
               Me puse en pie y eché a correr.
               Ojalá la que hubiera saltado de la azotea hubiera sido yo y no aquella pobre chica. La vida de todo el mundo sería mucho mejor si yo estuviera muerta.


Ya había trazado un plan. Llevaba el suficiente tiempo sentada en el borde del embarcadero, bamboleándome con el suave vaivén de las olas, que, de haber tenido el teléfono a mano, habría reservado los billetes.
               Me marcharía a Nueva York por la mañana. Recogería mis cosas y me haría sin hacer ruido antes de que nadie en la casa se despertara. En el avión, escribiría a Eri agradeciéndole por esos meses maravillosos, los mejores de mi vida, por haber traído al mundo a alguien tan especial como Tommy, y pedirle que no dejara que nadie le hiciera daño. Que le dijera de mi parte que deseaba de todo corazón (un corazón emponzoñado, oscuro y putrefacto, sí, pero un corazón que le quería) que fuera muy feliz con Layla, que se hicieran reír y que nadie consiguiera separarlos, porque se merecían el uno al otro como no había visto a nadie merecerse a una persona.
               Recogería mis cosas en el apartamento de mis padres. Llamaría a un taxi, me metería en el primer avión que encontrara con dirección a la isla más pequeña que tuviera aeropuerto, y viviría allí, sola, pescando, cazando, lejos de todo y de todos.
               Adiós a Diana Styles.
               Adiós a la Diosa de Nueva York.
               Ahora sólo tenía que dejar de llorar. Contemplaba el horizonte, encogida, con las piernas clavadas en el pecho y una sensación de ahogo imposible de resistir. Las astillas de la madera gastada por la sal, el agua y el viento me rascaban en los glúteos y las plantas de los pies. La luna resaltaba destellos plateados en el mar. Cuando llegué allí, hecha un manojo de nervios, fantaseé con la posibilidad de tirarme al agua y dejar que el océano me tragara.
               Pero no tenía valor suficiente, llevaba sin tenerlo prácticamente desde que nací.
               Unos pasos se acercaron a mí después de un rato, creo que más de una hora. Lo hicieron de forma pausada, puede que hasta cautelosa. Afiancé mi abrazo un poco más.
               -No vas a conseguir que vuelva. No puedo volver con él-le dije a Layla. Ella se quedó callada, a un par de pasos de mí. Su respiración se enredaba con el aire salado, ahogada por la brisa de la noche y del mar.
               Y entonces, habló con una voz que no era la suya, con una voz que, en un tiempo, no le había pertenecido a nadie más que a mí.
               -Menos mal que él está dispuesto a venir a por ti.
               Me giré y miré a Tommy desde arriba, que me sonrió con cierta incomodidad. Me limpié las lágrimas con el dorso de la mano y miré de nuevo hacia la luna, que se alzaba perezosa por el horizonte.
               -No tienes por qué venir.
               No quería saber por qué había tardado tanto: quería que me abrazara y me diera un beso y me dijera que todo iba a salir bien. Incluso aunque no me lo mereciera. Porque yo era así de egoísta.
               -Necesito estar lejos de ella ahora mismo-le había dicho a Layla cuando fue a buscarle para que viniera y hablara conmigo, pero ella puso los brazos en jarras.
               -Pues no puedes.
               -¿Qué?
               -Si no vasa verla y le das tu apoyo, implícitamente me estás eligiendo a mí. Y no quieres elegiré a mí. Si quieres estar lejos de ella esta noche, lo estarás toda tu vida-sentenció Layla-. La destruirás. Y te destruirás a ti mismo por destruirla a ella. Y de mí no quedará nada, porque ninguno de los dos estaréis enteros. Tienes que ir a verla, Tommy. Dale una oportunidad.
               -¿Tú se la darías?-preguntó él, incorporándose y quedándose sentado en la cama.
               -Sí-respondió ella sin dudar-, porque tú me das una nueva cada vez que me miras y me sonríes. Yo también tengo las manos manchadas de sangre. Más incluso que ella.
               -Los dos sabemos que sí, Diana-dijo el Tommy de mi presente. Miré las olas-. ¿Puedo sentarme?
               -Es tu país-respondí.
               -También es el tuyo.
               Tomé aire e ignoré su presencia durante todo lo que pude, pero el silencio se me hizo tan insoportable que finalmente tuve que romperlo.
               -Probablemente me odies ahora mismo.
               -Necesitas hacer mucho más para que yo te odie. Cargarte a Eleanor, por ejemplo-mencionó, pensativo.
               -Tengo experiencia en so.
               Se me quedó mirando. Se desabrochó la chaqueta y me la pasó por los hombros.
               -No tengo frío.
               -Ya, claro, y tampoco hablas raro-sonrió. Me conminé a no sonreír, pero era imposible resistirse a sus encantos, especialmente cuando hacía bromas sobre las cosas que nos decíamos cuando éramos pequeños y no nos conocíamos bien. Cada verano de mi infancia, Scott y Tommy se acercaban a mí y me preguntaban por qué hablaba raro. Yo les decía que ellos hablaban raro, y discutíamos hasta que algún padre nos explicaba que aquello que escuchábamos no era nada raro, era un acento.
               Se pegó un poco más a mí. Tenía frío él también. Se pasó la chaqueta por encima de su hombro y se quedó allí quieto un momento.
               -¿Quieres que te la devuelva?
               -No.
               -Vamos a estirarla.
               -No me importa.
               -Es tu preferida.
               -No me importa-repitió.
               Me pasó un brazo por la cintura. Sus dedos se cerraron en mi piel. Cerré los ojos e inhalé disimuladamente el aroma que desprendía la chaqueta. Me sería muy difícil marcharme mañana, oliendo la esencia de su cuerpo, pero no podía evitarlo. Era adictivo. Era mi droga. Era la droga más potente que se hubiera creado jamás.
               -¿A quién fue?
               -¿Acaso importa?
               -A ti te importa. Si no, no estarías rehuyendo las preguntas.
               Tragué saliva.
               -A una zorra que se lo ganó-dije, mirando el horizonte.
               -Diana, que nos conocemos. Que ya no me puedes mentir como lo hacías cuando empezamos.
               No respondí. Sus dedos corrieron por mi antebrazo hasta mi mano. Me acariciaron el dorso y se apoyaron en ella.
               -Esto no es justo-susurré.
               -La vida no es justa-respondió él, besándome el hombro desnudo.
               -Qué me vas a contar.
               Me apartó el pelo de la cara y observó mi cuello. Intenté no mirarle por el rabillo del ojo para aparentar indiferencia. Evidentemente, cada célula mía se volvía loca con su presencia, pero, después de que supiera de qué madera estaba hecha yo, ya no podía permitirme ese maremágnum de demencia. Ya no es tuyo. Ya no es tuyo.
               Ya no es tuyo.
               -Diana-susurró-. Te está matando. Tienes que decirme qué te pasó.
               Me volví hacia él. Díselo, díselo, se lo merece.
               Díselo. Mira qué ojos, no conocen el mal. Mira qué labios, no saben morder.
               Mira qué alma.
               No sabe juzgar.
               -Yo no perdí la virginidad, Tommy. A mí me la robaron.
               Asintió con la cabeza, me cogió la mano, se la llevó a los labios y me la besó de nuevo. Mi caballero inglés.
               -Cuéntamelo. Estoy aquí.
               Me giré lo justo para ponerme frente a él.
               -Era mi segundo desfile importante. La semana de la moda de Nueva York. Hacía una semana de mi debut. Era el último desfile de la temporada y yo estaba como loca. Había un modelo… Ethan Armstrong-esperé una reacción que no llegó-. Es muy bueno. Era muy bueno. De los mejores. Se acercó y me dijo que me quedaba muy bien el vestido que me habían puesto. Yo estaba eufórica. Era de los favoritos de mi madre, y de repente, ¡me estaba hablando! No podía creérmelo. Me preguntó cuándo salía y, al enterarse de que me quedaba aún bastante tiempo, se ofreció a enseñarme las bambalinas. Yo nunca había visto unas bambalinas que no fueran las de mi madre-me aparté el pelo de la cara-. Así que acepté, cómo no. Era guapísimo. El típico modelo que nos hace volvernos locas-sonreí, y él asintió, intentando imitarme-. Me llevó por los pasillos. Me ponía la mano en la espalda para guiarme. Al principio, no me di cuenta. Luego, cuando terminó todo, caí en que todo estaba desierto. Estaba rehuyendo a la gente. Lo que se suponía que era una expedición de muestra resultó ser una inspección en toda regla del lugar en que sucedería. Llegamos a un tocador y nos metió dentro. Empezó a besarme. Yo me había besado ya con un par de chicos, pero nunca había usado la lengua. Pero claro, era Ethan Armstrong, así que me creí guay, y mayor… todo lo que quiere ser una niña de 13 años. Todo lo que yo no era. Todo lo que a él le gustaba que yo no fuera-se me quebró la voz-. Me puso contra la pared. Me cogió de la cara para seguir besándome. Yo me estaba quedando sin respiración. Le pedí que parásemos pero él no me hizo caso. Empecé a asustarme.
               Tragué saliva y Tommy me acarició las manos.
               -Me rompió el vestido y empezó a manosearme las tetas. Siempre me había encantado hasta ese momento. Me salieron enseguida. Cuando tienes tetas a los 13 años eres lo más cercano a Dios que vas a ser nunca, por lo menos en los institutos americanos.
               -Aquí es igual-aseguró Tommy, y yo asentí.
               -El caso es que me las toqueteó, y a mí no terminaba de gustarme, pero como era él, pensé que esto era una especie de broma pesada, un ritual de iniciación. Una novatada o algo así, organizada por las mayores. Y entonces, me preguntó si tenía novio. Le dije que no, obviamente.
               Me quedé callada, escuchando sus palabras, sintiendo su aliento en mi boca y sus manos en mis pechos. Estaba asustada y me corría el corazón a mil, aunque lo atribuía más al alcohol que me habían dado a probar que a él.
               -¿Quieres saber lo que me dijo? ¿Sus palabras exactas?
               Tommy asintió.
               -“Qué bien. Qué suerte. Te voy a estrenar yo. A ver a quién te follas ahora, que te dé como lo voy a hacer yo”. Me rompió el vestido. Me puso una tela en la boca y me dio la vuelta. Me puso contra la pared.
               -No-susurró Tommy.
               -Me bajó las bragas. Ni siquiera esperó a bajármelas del todo. Me agarró de un brazo y me lo retorció por detrás para ponerme en posición. Por eso no me gusta que me cojas los brazos si lo hacemos de espaldas-le confesé-. No me tocó el pelo. Sería con el pelo de haber sido así. Pero me agarró del brazo, me separó las piernas y me la metió-me eché a llorar-. No sabes cómo duele, Tommy. No sabes cómo duele que te follen cuando eres una niña y no tengan ni pizca de piedad, ni un ápice de humanidad. Fue un infierno. Me golpeó y me pegó y siguió follándome y follándome hasta que se cansó. Cuando creí que todo había pasado, me la sacó un momento, se frotó contra mí, se escupió en las manos y continuó. No sé por qué tuvo que escupirse-gemí-. Yo sangraba tanto que era imposible que marcara ninguna diferencia.
               -Dios mío, Diana…
               -Empezaron a crujirme los huesos-continué, viéndome en aquel armario, viendo aquella puñetera pared-. Empecé a llorar y él me dio una bofetada. Me dijo que no me hiciera la mojigata ahora, que le había seguido encantada, que sabía que me estaba gustando, que debería dar gracias de que me la estuviera metiendo cuando no era más que una pequeña zorrita tan estúpida que ni siquiera sabía follar. Se corrió insultándome. Jamás olvidaré la sensación de su lefa mezclándose con mi sangre, haciéndola más espesa y deslizándose dentro de mí. Sentí tantísimo asco de mí misma que pensé que nunca, jamás, conseguiría volver a estar cómoda en mi cuerpo. Se marchó sin decir nada más. Se limpió mi sangre de la polla con una toalla y me la tiró a la cara. “Para que te limpies”, me dijo. “Y no seas tan imbécil de contarlo, nadie creerá a una niñata como tú”.
               Tommy estaba temblando a aquellas alturas.
               -A la semana, Zoe consiguió sonsacármelo. Y, después de contárselo a ella, empezamos a consumir. Éramos niñas, y ya nos estábamos metiendo sustancias que habían hecho perder la cabeza a media Nueva York. Todo lo que había a nuestro alcance, Zoe y yo lo probábamos. Todo con tal de que a mí se me pasara ese dolor.
               -¿Y tus padres?
               -No se lo conté. Y no se lo voy a contar-añadí-. Mira lo que me han hecho, mandarme a la otra punta del mundo. Si se enteran de que me violaron, seguro que piensan que yo me lo busqué.
               -Dudo que tus padres crean que hiciste algo para que te sucediera eso.
               -No están orgullosos de mí. No soy el angelito que se supone tenía que tener Harry Styles. Soy todo lo contrario a lo que se esperaba de mí. Soy orgullosa, contestona, egoísta y creída. No soy buena persona. No soy una Styles. Si no fuera por mis ojos, nadie diría que mi padre es mi padre.
               -Hay bondad en ti, Didi-respondió él, acariciándome la cara, limpiándome las lágrimas con el pulgar, pero yo negué con la cabeza.
               -La había, pero la sangré en aquel cuarto.
               -¿No has hablado de esto con nadie?
               -Con Zoe y con Layla. Y ahora, contigo. Me quedo sin fuerzas cada vez que lo repito, así que no me pidas que lo cuente.
               -No iba a hacerlo, no te preocupes.
               Me quedé mirándole.
               -¿Tommy?
               -¿Sí?
               -¿Te puedo abrazar?
               Él no contestó, sino que se inclinó hacia mí y me estrechó entre sus brazos. Me dejó llorar en su hombro hasta que me tranquilicé un poco, lo suficiente para seguir hablando y hacerle saber.
               -In mare veritas-susurró en mi oído antes de separarnos.
               -¿Qué?
               -Es latín-explicó-. Significa “en el mar está la verdad”. Gracias por confiar en mí y contármelo-me besó las manos-. Lo aprecio más de lo que piensas. ¿Cómo se llamaba?
               -Su nombre era Penélope.
               -¿Y cómo era?
               -Buena. Inocente. No como yo. La infecté-susurré, mirando las olas-. Eso es lo que soy. Una infección.
               -Es increíble lo poco que te quieres-me dijo-, cuando eres de las personas más importantes en tu mundo.
               -Ser importante no me hace ser buena.
               -Explícate.
               -No me arrepiento de lo que le hice. Eso le mató a él. Era su hermana-expliqué-. Era buena, era inocente, pero era su hermana, y yo eso no pude perdonárselo. Porque ella murió, él también está muerto. Es un mal menor-dije, y la voz se me rompió.
               Nunca olvidaría su cara cuando me encontró follando con su novio, sus ganas de llorar cuando los demás le hacían putadas y me miraba buscando compasión, que les parara los pies, y yo me reía.
               La cara de la traición, del mal, de lo bajo que podía caer yo.
               -Si no te arrepientes, ¿por qué no dijiste nada?-preguntó Tommy.
               -Porque me daba vergüenza que lo supieras.
               -Igual que a Scott ponerle los cuernos a Eleanor, o a mí acostarme con Megan. Nos dan vergüenza las cosas de las que nos arrepentimos.
               -Ella no me importaba-aseguré.
               -Y si no te importaba, ¿por qué lloras por ella?
               Me quedé callada un momento, reflexionando.
               -¿Qué le hiciste?
               -Me acosté con su novio.
               -Vale. Mal hecho-asintió, se cruzó de brazos-. ¿Qué más?
               -Nada, directamente. No detuve a los demás cuando empezaron a acosarla. Me reí igual que ellos. Cuando vino en busca de mi ayuda, le dije que mejor le estaba pidiendo una mano a su hermano. Por aquel entonces estaba en una clínica de desintoxicación. Sabía que estaba indefensa. Lo sabía. Y me dio igual. Cuando me sentía un poco mal por ella, me metía en el baño, esnifaba una raya, y de repente todo lo que podía despertarme se moría. Es lo que te estoy haciendo ahora a ti.
               -¿A qué te refieres?
               -Estoy dejando que la gente te haga la vida imposible. No dejándote elegir. Nunca te dejé elegir porque no quería que lo hicieras, sabía que jamás me elegirías a mí.
               -Eso no lo sabes, Diana.
               -Yo no me elegiría-le respondí-. No me lo merezco, soy un monstruo, mis padres lo dijeron. No me merezco nada, y mucho menos a ti.
               -¿Qué es lo que quieres que te diga, exactamente?-respondió con calma, pero sus palabras eran duras-. ¿Que la Diana que vino es un monstruo y que no la escogería? ¿Que me ponía cachondo y me al follaría y luego la tiraría a la basura, y ya está? Pues no lo voy a hacer-dijo después de una pausa en la que yo asentí, resignada, y agaché la cabeza. Volví a levantarla-. Porque puede que fuera verdad, o puede que no. Me gustaste desde el primer momento en que te vi. Puede que fueras una mala persona entonces, pero poco a poco cambiaste, y yo poco a poco me enamoré de ti. Quizá eras mala antes, pero yo no me enamoraría de alguien que fuera malo, y lo estoy de ti. Eres diferente a lo que me cuentas, no pareces tú.
               -Pero lo era, Tommy, lo era-respondí, desesperada. Él no lo entendía, era tan bueno, pero yo iba a joderle la vida, porque yo jodía todo lo que tocaba, me habían maldecido apenas había iniciado mi vida-. Y tengo las manos manchadas de sangre.
               -Eso fue hace otra vida.
               -Por favor, no me quieras. Por favor, márchate. No soy buena para ti-le pedí, empujándole en el pecho.
               -No puedo no quererte cuando sólo conozco esta faceta tuya, la de la chica que llora por otra que murió.
               -Me daba igual.
               -Te daría igual antes, cuando viniste. Pero ya no. Si no, ya no llorarías por ella-sentenció Tommy-. Creo que nunca te dio igual, Diana. Si hubiera sido así, me lo habrías soltado nada más venir. Eras una chula. Eras igual que yo. Querrías mi respeto a toda costa. Y con eso, lo conseguirías.
               -Quería acostarme contigo.
               -Lo habrías conseguido igual. Mírate, Diana. ¿Te crees que eres modelo por lo inteligente que eres? Porque tengo noticias.
               -Tú me dabas igual.
               -Pero ya no te lo doy.
               -No, ya no me lo das.
               -Y si yo ahora me fuera, tú llorarías.
               -Pero lo entendería.
               -Pero llorarías.
               -Sí, lloraría-acepté, cerrando los ojos. Tommy me cogió las manos.
               -¿Lo ves? Llorarías por mí igual que lloras por esa chica. Te arrepentías cuando viniste. Lo sentías. Yo lo sé. Lo veo en tus ojos. Lo veo ahora. Preferirías no haberme conocido si con eso ella estuviera bien, en casa, a salvo.
               -Le arrebaté una hija a sus padres.
               -Diana, no quiero bajarte de la nube, pero dudo que nadie se suicide sólo porque tú te acostaras con su novio. Perdona, pero no eres el ombligo del mundo. Y, si fue por su acoso, que no digo que no, la única culpable no eres tú. Es más, diría que tú no tienes la culpa. Aparte de lo de su novio, ¿le hiciste algo más?
               -No.
               -Pues la culpa no es tuya. Deberías haber intervenido, sí. Eso estuvo mal. Pero no creo que la sangre de esa chica esté en tus manos.
               -Yo era la reina de mi instituto. Todo el mundo hacía lo que yo le decía.
               Tommy se echó a reír.
               -Creo que entiendo de monarquías un poco más que tú. Vamos, Didi, ¿de verdad piensas que la reina de Inglaterra nos dice cada día a cada inglés lo que tenemos que hacer? Tú influirías en tu instituto. Podrías haberlo parado. No lo hiciste, está bien. Asume las consecuencias de tus errores y ya está. De tus errores-insistió-. No de los de la gente que le hizo daño. La gente que la mató.
               -La animé a hacerlo. Le dije que si mi vida fuera tan mierda como la suya, saltaría del tejado sin pensármelo dos veces.
               -¿Y pensaste que iba a hacerlo?
               Suspiré.
               -¿Qué más da lo que pensara, Tommy? Ella se tiró porque yo se lo dije. Ella está muerta porque yo le hundí la vida. Y me sentí un poco mal durante dos segundos. Los segundos que su hermano tardó en suicidarse al saber que ella había muerto. Me compensó, durante un tiempo, me compensó.
               -Pero ahora ya no.
               Cerré los ojos.
               -No. Ahora, ya no.
               -¿Qué es lo que ha cambiado?
               -Tú. Ahora te conozco. Y ya no me da igual ser una mierda de persona. Tengo algo a lo que aspirar. Algo por lo que trabajar para merecerme.
               Sonrió con calidez.
               -Pues empieza a trabajar.
               -¿Cómo?
               Me cogió la mano y me miró a los ojos. Sus dedos jugaron con los míos.
               -Cuando terminemos el programa, irás a casa de sus padres. Les explicarás lo que sucedió. Les pedirás perdón. Puedes crear una fundación con su nombre que se dedique a la prevención del suicidio entre adolescentes y del acoso escolar en los institutos. Donaremos los ingresos de nuestro primer disco para esa fundación. ¿Qué te parece?
               -Suena bien-asentí. Me besó los nudillos.
               -Te pasarás el resto de tu vida defendiendo la máxima de tu padre: trata bien a la gente, siempre.
               -Vale-acepté.
               -Y una última cosa.
               -Dime. Lo que sea. Dime.
               -Dejarás las drogas. Y va en serio, Diana-sus ojos se oscurecieron-. Vas a tener que elegir. Se acabó el esnifar. O las drogas, o yo. Cuando terminemos el programa, te irás derecha a un centro de desintoxicación. Y no te sacaremos de allí, y no haremos nada con el grupo, hasta que tú no estés limpia.
               Me lo quedé mirando.
               -Las drogas me ayudan a no pensar en lo que me sucedió.
               -Puedes ir al psicólogo.
               -No estoy loca-protesté.
               -Mi madre va al psicólogo, ¿a ti te parece que está loca?-gruñó-. Tuvo tendencias suicidas de adolescente y sigue yendo por si acaso. No hay nada de malo en ir al psicólogo. Los problemas llegan cuando no vas. Layla también va-añadió-, ¿te parece que lo esté?
               -No.      
               -Y pasó por lo mismo que tú. Más o menos.
               -No es lo…
               -Mira, Diana: es la última movida que te paso por estar drogada. Tienes que darte cuenta de que tú no eres así. ¿Te habría parecido buena idea mandar a una chica saltar de un edificio, sabiendo por lo que estaba pasando, si no estuvieras colocada?-preguntó, y yo me quedé callada, porque lo había pensado varias veces y en todas había llegado a la misma conclusión: no.
               Pero era un mal menor que había que soportar, todo con tal de no acordarme de aquello.
               -Igual piensas que voy de farol, pero por mi madre te juro que como no dejes de meterte, te dejo. Y voy en puto serio esta vez.
               Asentí despacio. Él también asintió. Miró al mar, pero yo seguí examinando su perfil.
               -¿Ha cambiado algo entre nosotros?
               -Ha cambiado todo-respondió-. Ahora sé quién eres. Y qué te pasó.
               Tragué saliva y miré mis pies, colgando sobre el agua, tan cerca y a la vez tan lejos.
               -Y ahora es cuando te demuestro que todo lo que te he dicho hasta ahora iba en serio. Sigues siendo mi regalo caído del cielo. Y mi perdición. Y te aseguro que voy a luchar por conservarte conmigo. Ya no quiero saber qué va a ser de mí. No quiero perderme, si no es contigo.
               Me pasó un brazo por la cintura y me estrechó contra sí.
               -No voy a apartarme de tu lado-aseguró-. Estaré contigo siempre. Y si algún cabrón de mierda se atreve a meterse en tu cabeza e invadir tus pesadillas, yo te sacaré de sus garras. Te despertaré y te recordaré quién eres. Eres orgullosa, contestona, egoísta y creída. Pero también eres un angelito. Eres exactamente la hija que se esperaría de Harry Styles. Una diosa que comete errores. La única que tenemos. La única que queremos-me apartó el pelo de la cara y me besó la punta de la nariz-. Te he visto follar y fallar, Diana, y créeme, no sé cuándo me has gustado más: si cuando te vi proclamarte una diosa o cuando te observé confesarte humana.
               Me acurruqué contra su pecho, liberada por fin de una carga que llevaba soportando meses.
               Estaba claro que no me merecía a Tommy.

               Pero, por suerte, eso a él le daba igual.


El sexto capítulo de Sabrae ya está disponible, ¡entra a echarle un vistazo y apúntate para que te avise de cuando suba los siguientes capítulos! A más gente apuntada, antes subiré



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11 comentarios:

  1. SEÑORES EÑORES SEÑORES QUE TENEMOS UN BOMBAZO JODER JODER JODER
    NO ME LO ESPERABA LO DE DIANA PERO ME HE QUEDADO LOQUISIMAAAAA y ufff...yo también pienso que Noemí y Harry no la entenderían. Serían los típicos qie dirían "seguro wue ibas provocando " SEGURO
    LAS ACTUACIONES ME MEO DE LA EMOCIÓN JODEEEER
    PD: NUESTROS COMENTARIOS

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  2. JODER ESTOY LLORANDO MACHO. ERI ESTOY HARTA YA. HAY CUATRO COSAS QUE QUIERO RESALTAR:
    1. HE SALIDO EN LA PUTA NOVELA.Y HA SIDO PARA HABLAR DE LOS QUE AMO CTS Y A COLDPLAY. ESTOY DONE EN LA VIDA . YCHAD SE HA DIRIGIDO A MI. A. MI. Juro qur ahora mismo le comia la boca, si quieres follamos y a ver si igualo a Kiara.
    2. LA ACTUACIÓN DE ELEANOR Y SCOTT: ME HE QUEDADO PREÑADA. joder tio es que me dieron arrancar un ojo con tanto cachondeo (literalmente hablando)
    3. DIANA. MI ANGEL DIANA. MI NIÑA. MI LUCERO HERMOSO. Ha habido un momento que pensé que iba a decir que habia abortado pero cuando lo ha contado me he quedado a cuadros. Menos mal que Tommy se ha acercado a ella y le ha dejado las cosas claras. Que las cosas no fueron todo su culpa, que no se martirice tanto. Y A VER SI DEJA YA LAS PUTAS DROGAS JODER. ESTOY HARTA YA.
    4. Y ultimo pero no menos importante: la frase de Elvira Sastre. Ahi ya ha sido la brecha del llanto. Amo esa frase con toda mi alma y nunca pensé que pudiese encajar tan bien con Diana. De verdad, es que la amo. Quiero darle un abrazo enorme y comer la cara a besicos.
    5. ( Se que he dichi cuatro cosas pero me la suda) HAZ QUE SCOMMY SE MORRE YA JODER. ME CAGO EN MI VIDA (ah no que no tengo con la uni :D)

    -Patricia

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    1. Ah y se me ha olvidado. No me esperaba para nada los comentarios de Alba, o sea, what the fuck are you saying?!?!? Y bueno menos mal que Eri luego pide perdon porque si no maemia. Sherezade y Vee en su linea como siempre mi hijas. QUE POR CIRRTO VEE ESTA EMBARAZADA SODNDODNDO CHAD VA A TENER UNA HERMANITA Y NO VOY A PODER LEER COSAS SOBRE ELLOS DOS JUNTOS. (estoy llorando otra vez?
      Noemi y Harry en su linea de gilipollez como siempre, no pueden darme mas asco los cabrones. Ojala Tommy le hubiese roto la boca a Harry dios mio. Aparte de haberlo disfrutado me hubiese puesto cachonda otra vez JAJAJAJAJAJAJ

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  3. LOS COMENTARIOS QUE SCELEANOR ME HA DESEADO SUERTE Y SCOTT ME HA LLAMADO HIJA
    Y LA ACTUACION HOSTIA PUTA MIS PADRES QUE BIEN LO HAN HECHO
    YA LO ESTOY VIENDO: JAKE Y CTS TIENEN QUE LUCHAR POR EL SEGUNDO PUESTO Y GANA CTS Y MORREO SCOMMY POR FAVOR TE LO PIDO ERIKA
    THOMAS ENFRENTANDOSE A HARRY YA LE PODRIA HABER DADO UNA HOSTIA POR SUBNORMAL
    AY Y TOMMY DEFENDIENDOLAS MIRA QUE MONO POR FAVOR Y MENOS MAL QUE ERI HA IDO LUEGO A PEDIRLE PERDÓN
    Y DIANA POBRECITA QUE NO ME ESPERABA ESO Y ENCIMA SE PENSABA QUE TOMMY IBA A QUERER DEJARLA ME MUERO DE PENA

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  4. "-No voy a apartarme de tu lado-aseguró-. Estaré contigo siempre. Y si algún cabrón de mierda se atreve a meterse en tu cabeza e invadir tus pesadillas, yo te sacaré de sus garras. Te despertaré y te recordaré quién eres. Eres orgullosa, contestona, egoísta y creída. Pero también eres un angelito. Eres exactamente la hija que se esperaría de Harry Styles. Una diosa que comete errores. La única que tenemos. La única que queremos-me apartó el pelo de la cara y me besó la punta de la nariz-. Te he visto follar y fallar, Diana, y créeme, no sé cuándo me has gustado más: si cuando te vi proclamarte una diosa o cuando te observé confesarte humana." Hablemos de lo que he llorado porque no ha sido ni medio normal tío. Entiendo a Diana, no la justifico pero la entiendo. Debe de una puta mierda que te jodan la vida y que lo único que quieras es vengarte, hacer daño, tanto o más del que te hicieron a ti. No me imagino lo que pudo sufrir mi niña bonita.

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    Respuestas
    1. Que mierda de comentario es este, si 3/4 es parte del capítulo JAJAJAJAJ
      -Patricia

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    2. PAULA YO TE AMO, PERDÓNAME

      -PATRICIA LLORANDO

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  5. A TUS PUTÍSIMOS PIES ERIKA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
    NO EXITEN PALABRAS MAYÚSCULAS Y GRITOS PAREA COMENTAR ESTE CAPÍTULO AY MI MADRE YA ME HABÍA EMOCIONADO CON LAS ACTUACIONES, YA ME HABÍA ESTALLADO UN OVARIO CUANDO SCELEANOR HAN CANTADO JUNTOS (HO LA) Y YA HABÍA LLORADO CUANDO TOMMY DEFIENDE SU RELACIÓN CON DIANA Y LAYLA, PERO CUANDO DIANA POR FIN LO HA CONTADO HE EXPLOSIONADO
    TODA LA PUTA NOVELA PARA SABER QUÉ ES LO QUE HABÍA PASADO CON ELLA Y POR FIN LO SABEMOS MADRE MÍA SI ES QUE NO ME LO PUEDO CREER ESTO ES COMO CUANDO STYDIA POR FIN SE BESARON EN TEEN WOLF DESPUÉS DE 6 TEMPORADAS
    MI POBRE NIÑA, POBRECITA TODO LO QUE ME HABÍA IMAGINADO SE QUEDA CORTO A ESTO, LLEVO MEDIA HORA LLORANDO CUAL MONGOLA PORQUE ME SIENTO FATAL POR ELLA, TENGO QUE DECIRTE QUE ME HA PARECIDO TAN BONITO EL MOMENTO EN EL QUE LO HA CONTADO... SIEMPRE PENSÉ QUE SE LO DIRÍA A TOMMY DESPUÉS DE QUE ÉL INSISTIERA, Y SIEMPRE PENSÉ QUE SERÍA DESPUÉS DE HABER HECHO EL AMOR (IDK WHY) PERO ESTO ES MUCHO MEJOR, LA MANERA EN LA QUE TODOS SE HAN ABIERTO, HAN CONTADO SUS MIEDOS Y SUS DEBILIDADES MIRA ME ESTALLO
    CUANDO TOMMY HA IDO A BUSCARLA A LA PLAYA Y LA HA ESCUCHADO Y LA HA DEJADO DESAHOGARSE, HA SIDO DE LOS MOMENTOS MÁS INTENSOS DE TODA LA NOVELA PARA MÍ, CÓMO LA HA HECHO VER QUE NO ES UN MONSTRUO, QUE EN VERDAD SÍ QUE ESTÁ ARREPENTIDA Y QUE ELLA ES BUENA... AY DIOS MÍO. DIANA DICIENDO QUE NO ES LA HIJA QUE TODOS ESPERABAN DE HARRY STYLES, MIRA DIDI, YA QUISIERA HARRY STYLES TENER EN ALGÚN MOMENTO UNA HIJA COMO TÚ #HEDICHO
    "-No voy a apartarme de tu lado-aseguró-. Estaré contigo siempre. Y si algún cabrón de mierda se atreve a meterse en tu cabeza e invadir tus pesadillas, yo te sacaré de sus garras. Te despertaré y te recordaré quién eres. Eres orgullosa, contestona, egoísta y creída. Pero también eres un angelito. Eres exactamente la hija que se esperaría de Harry Styles. Una diosa que comete errores. La única que tenemos. La única que queremos-me apartó el pelo de la cara y me besó la punta de la nariz-. Te he visto follar y fallar, Diana, y créeme, no sé cuándo me has gustado más: si cuando te vi proclamarte una diosa o cuando te observé confesarte humana." CHI LLAN DO CON ESTE ÚLTIMO PÁRRAFO TE HAS SUPERADO QUE ALGUIEN TE DE UN PREMIO YA TÍA

    -María 💜

    ResponderEliminar
  6. LA! ESCENA! DE! LOS! 5! CANTANDO! PARADAISE!!!!!!!!!!!!!!! Me la he imaginado mucho en la cabeza y dios mío ojalá exisitieran de verdad y poder ver eso de verdad porque ha sido precioso y alucinante

    No me esperaba lo de que fueras a nombrarnos y que ilusión me hizo es que di un gritito y todo cuando me di cuenta que era yo vale GRACIASSSS!!!

    De la actuación de Sceleanor solo tengo que decir unas cosa: todavía tengo el chichi dando palmadas a lo bestia, ahí lo dejo

    mmm Tommy contra Harry ha sido otra cosa que ha hecho que mi chichi se ponga contento porque bfffffff y ya le podría haber cascado una hostia la verdad a ver si así se le quitaban tantas gilipolleces, igual que al resto de los padres, menos mal que Eri fue luego a disculparse que ya podía haber hecho Louis lo mismo que es tonto

    EL DISCURSO DE VEE que bonita es también me ha emocionado mucho todo lo que le ha dicho Y EL EMBARAZO Y QUE ENCIMA ES NIÑA, aunque queda poco ya ojalá pueda salir porque tiene que ser tan tiernita que ayyyyy

    La escena en la que estaban todos sincerándose me ha recordado tantísimo a la de la hoguera de This Is Us que ay mi corazoncito

    Y bueno, ya el final lo de Diana, bufffff. No me esperaba eso para nada, pobrecita, porqué la has hecho sufrir así :( y menos mal que Tommy fue a verla porque si no nunca hubiera sido capaz de seguir ella sola.

    "Te he visto follar y fallar, Diana, y créeme, no sé cuándo me has gustado más: si cuando te vi proclamarte una diosa o cuando te observé confesarte humana." (esta frase es de algún lado? es que me suena mucho jajaja) creo que no había mejor forma para acabar el capítulo

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  7. Lo emocionada que estaba Diana al ver que Layla y Tommy se habían acostado y la conversación que tienen las dos ai adoro a estas chicas ❤
    SCOMMY ES LA OSTIA Y PUNTO
    LA ACTUACION DE PARADISE HA SIDO FUCKING AMAZING Y LA ACTUACION DE SCELEANOR SOCORRO HE MUERTO E IDO AL CIELO
    Si Eleanor ha ganado la semifinal tiene que tener una actuación extra en la final, no? Quiero verla cantar con Tommy sería precioso
    Vee puta ama gracias por intervenir Y ESTA EMBARAZADA SOCORRO Y CHAD TODO ILUSIONADO MI BEBITO IRLANDÉS ❤
    La conversación de Tommy y Eri me ha hecho llorar ❤
    Y LO DE DIANA NO ME LO ESPERABA PARA NADA (LO DE LA VIOLACION SI PERO LO DE LA CHICA NO) PIENSO EN TODO LO QUE DEBE HABER SUFRIDO Y ME DA ALGO ES UN ANGEL QUE MERECE TODO LO BUENO
    "Hay veces en que los años que te separan no son más que un puente más resistente, unos cimientos más sólidos en los que afianzar una relación que duraría toda la vida." ❤
    "Hay secretos tan grandes y oscuros que te terminan teniendo a ti." ❤
    PD: ERI NOS HAS METIDO EN LA NOVELA CON LOS COMENTARIOS QUE LEE JUNE AI NO PUEDES SER MAS BONITA ES QUE TE BESO TE ABRAZO Y ME CASO

    - Ana

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  8. TOMMY Y LAYLA MADRE DEL AMOR HERMOSO
    no puedo recuperarme.
    Los plot twist en la confesión de cada uno whaaaaaaaat y lo de Diana más o menos sabía de que iba (menos lo de la chica (eso sí que ha dado el plot twist de los plot twists)). Ojalá hicieran una versión cinematográfica de las actuaciones de los chicos porque así respiraria tranquila.
    VEE Y NIALL I CANNOT EVEN IMAGINE HOW BEAUTIFUL IS GOING TO BE THAT BABY
    Algún día me tranquilizaré con esta novela pero no todavía.
    @young_bloodx

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