jueves, 14 de septiembre de 2017

Slay us, King T.

Me desperté cinco minutos antes de que sonara el despertador. No había dormido una mierda. Y, sin embargo, me notaba despejado y listo para entrar en el campo de batalla, sin armadura. No me pasaría nada. O eso creía yo. Me incorporé, harto de esperar, y sacudí a Tommy.
               -Tommy. Tommy. Tooooommyyyyyyyyyyyy-canturreé, meneando su brazo. Tommy exhaló un profundo suspiro.
               -¿Qué?
               -¿Crees que debería afeitarme?
               -¿Qué?
               -¿Me afeito, o no? A tu hermana le gustaba cuando tenía barba. Pero es que no me da tiempo a hacer que me crezca hasta dentro de dos horas. ¿Me quitaré la poca que tengo?
               -Te lo pido por favor, no me amargues la vida. Déjame dormir, Scott-se dio la vuelta y exhaló un nuevo suspiro, de satisfacción esta vez.
               Así que, cuando sonó la alarma del teléfono, salí disparado hacia el baño mucho antes de que Chad incluso terminara de abrir los ojos. Aporreó la puerta y le dije que pasara, que estaba en la ducha pero que no me importaba que usara el baño. Estudió cada rincón de mi cuerpo de una forma muy poco heterosexual.
               -No sé por qué Eleanor se te resiste tanto-soltó-. Mira qué culo tienes.
               Escuché a Tommy decirle que no pensaría lo mismo si hubiera visto el suyo. Layla asomó la cabeza por la puerta del baño.
               -¿Vas a afeitarte? Deberías afeitarte. Tu loción del afeitado huele genial, S.
               -Usa mis sales-animó Diana desde el otro lado de la pared-. Te relajarán la piel, se te abrirán los poros y brillarás con luz propia.
               Hice todo lo que me dijeron, me tomé mi buena media hora de aseo matutino cuando normalmente apenas tenía unos minutos: entrar y salir de la ducha y que pasara el siguiente mientras yo me secaba el pelo. Pero hoy, no. Hoy era un día especial.
               Hoy me tocaba el primer ensayo con Eleanor, y tenía pensado estar perfecto para que ella viera que estaba dispuesto a esforzarme, que iba a poner todo mi empeño en arreglar las cosas.
               Y todo empezaba poniéndome guapo para ella, igual que ella se lo había puesto para mí el fin de semana que pasamos juntos, o la tarde de aquel día en el que le había contado la verdad, todavía cargando con el peso del cansancio de mis pecados a mi espalda.
               Así que me lavé el pelo (casi le pongo acondicionador, pero Chad me disuadió para que no me produjera caspa), me convertí en una oveja cuya lana consiste en jabón con olor a manzana y me lavé los dientes, todo eso antes de desayunar.
               Me corté afeitándome. Nunca me cortaba, pero hoy me tocaba. Parece ser que la ley de Murphy había encontrado mi humilde persona en aquel maremágnum de humanidad.
               Me senté en calzoncillos a los pies de la cama mientras estiraba mis pantalones y Tommy se incorporó para olisquearme.
               -Hueles a granizado de manzana-sentenció por fin, después de un insistente olfateo que llegó a ponerme nervioso.
               -¿Y eso es bueno?
               -Me encantan los granizados de manzana. Te daría un puto bocado al hombro si no estuviera tan sobado-susurró, bostezando y frotándose la cara.
               -Por favor, no. Te canta el aliento que tira para atrás. Tendría que volver a ducharme.

               Tommy abrió la boca y me eructó en la cara.
               -Gracias-gruñí, apartándome de él, que se echó a reír.
               -No hay de qué. Bueno, hoy recuperas a mi hermana-me animó mientras yo miraba dos camisetas, una blanca, otra negra-, asegúrate de llevar unos pantalones que puedas desabrocharte bien.
               -Yo de vosotros, no me haría muchas ilusiones-susurró Layla, saliendo del baño con los pies descalzos y las piernas aún húmedas por su ducha. Se cepillaba el pelo a conciencia, hundiendo las manos en su melena para agarrarse un buen mechón y deshacerle los nudos con el peine sin darse tirones demasiado dolorosos-. Cuanto más alto vueles, más dura es la caída.
               -Pero, ¡mira qué bien huele, Layla!-protestó Tommy, cogiéndome la cara y apretándome las mejillas-. ¿No quieres darle un mordisquito? Le mordería los mofletes y me quedaría tan ancho.
               Layla se detuvo en seco.
               -¿Qué te pasa hoy, T?
               -Le molará Taraji-solté yo, levantando las dos camisas y poniéndome la blanca, que Layla señaló con el dedo índice. Tommy bufó, se tumbó sobre su espalda y negó con la cabeza.
               -Es que… hacía un montón que no te veía tan animado con algo, S. Me alegro de que estés saliendo del pozo.
               -Que no os hagáis ilusiones-advirtió Layla, poniéndose de espaldas a nosotros para quitarse la camiseta y ponerse un sujetador.
               Fuimos en manada a desayunar, y yo escaneé con ansia las mesas, buscando a Eleanor con la mirada, en vano. La hermana de Tommy aún no estaba allí.
               Eso empezó a desinflarme un poco. Intenté que no se me notara, pero, como le había dicho a Tommy, podía detectarle un cáncer en el páncreas antes de que lo hicieran en el hospital. Y a él le pasaba lo mismo conmigo.
               -Mi hermana es dormilona-la excusó-. No se lo tengas en cuenta. Seguramente esté en su cama, durmiendo como un bebé. No te preocupes, S-me agarró del hombro y me empujó contra su pecho, dándome ánimos.
               No quise comer mucho. Si me metía demasiado entre pecho y espalda, podría hacer que mi estómago se hinchara y perder la pequeña marca de los abdominales que había ido reforzando en las máquinas del gimnasio durante las últimas semanas. Y el puñetero Jake parecía un jodido armario empotrado. Estaba claro con cuál de nosotros se quedaría Eleanor, si sólo contara el físico.
               Bueno, y sin contar el físico, también; comentó una maliciosa voz en mi interior, no hay más que ver a cuál de los dos se folla.
               Aparté mi bollo a la mitad, diciéndome que lo que notaba en mi estómago no eran nervios, que lo tenía todo bajo control. Alá estaba de mi parte y me ayudaría a reconquistarla.       O eso pensaba yo. Me lavé los dientes de nuevo a conciencia, acepté el chicle que me ofreció Diana y me marché de la habitación con la suficiente antelación como para que Tommy se riera, viniera detrás de mí por el pasillo, me agarrara de los hombros y me susurrara al oído “a por ella, tigre”.
               Llegué incluso demasiado pronto. Me senté en uno de los sillones sin respaldo, con forma de dado, que plagaban las salas de ensayo en las que se decidía la canción a tocar y se comenzaban con los primeros arreglos. Enseguida llegó Daya, la “tutora” que nos habían asignado a Eleanor y a mí.
               -Qué madrugador-comentó, sonriendo, mientras dejaba caer su bolsa rosa de deporte y se sentaba en el suelo para estirar las piernas. La miré mientras se palpaba los muslos, como mimando sus músculos antes de dirigirse a la pelea de su vida. Me recliné sobre el asiento y saqué el móvil. Dieron las 9 en punto. Bueno, puede que aún estuviera desayunando. Decidí no darle más importancia y me dediqué a abrir y cerrar aplicaciones sin tener ningún plan fijo que seguir. Apenas les prestaba atención, tan nervioso estaba comprobando la hora.
               Daya se incorporó, puso los brazos en jarras y se acercó a mirar la pantalla de mi teléfono.
               -Mm. Qué raro. Eleanor suele ser muy puntual.
               -Quizás se haya dormido-susurré, queriendo convencerme de que sólo era eso, que no me estaba evitando y que se iba a presentar-. La noche de ayer fue un poco salvaje. Taraji y Beth montaron un karaoke. Creo que se quedaron hasta tarde.
               Las había escuchado dando gritos y saltando en la sala común mientras yo me metía en la cama como el niño dócil que había sido hacía eones, yendo prontito a dormir para levantarme temprano lleno de energía. En ningún momento distinguí la voz de Eleanor, pero no me importó: me convencí a mí mismo de que estaría bailando con sus amigas, reservando la voz y su talento para el día en que tuviera que utilizarlos sin poner en juego más que un par de puntos.
               Me negué en redondo a pensar que se había escabullido a la habitación de Jake, aprovechando el jolgorio creado por los demás concursantes en el que nadie repararía en su ausencia. Incluso conseguí no pensar mucho en ello.
               Sólo un par de veces cada 3 segundos.
               Nada de negatividad, me había dicho una y mil veces, repitiendo las palabras de Tommy cuando me di la enésima vuelta en la cama y él se quitó un auricular del oído, pausando la reproducción de un capítulo de Friends que yo había estado mirando de reojo, en un afán por distraerme que no dio ningún resultado. Sólo estará dormida. O puede que esté desayunando. Todo saldrá bien.
               Daya se paseó por la sala, comprobó su reloj, hizo un par de estiramientos, incluso rememoró una coreografía preparada con una de las concursantes que primero se habían ido, tratando de matar el tiempo. Yo la miraba sin verla. La miraba, y a la vez, no. Mis ojos volaban a la pantalla de mi móvil, en el que el tiempo pasaba irremediablemente, sin ningún tipo de compasión, llevándose consigo la poca confianza en mí mismo que me quedaba. Daya giró sobre sí misma mientras yo miraba la hora. Se dejó caer al suelo y yo volví a mirar la hora. Se encogió como el capullo de una flor de loto y yo miré la hora una vez más.
               Se incorporó y fue a beber agua.
               -¿Tienes alguna canción en mente?-preguntó. Negué con la cabeza.
               -Todo lo que Eleanor decida está bien.
               Daya asintió despacio.
               -Pareces tener mucha confianza en ella.
               -Sabe lo que se hace-respondí, notando cómo me ponía colorado. ¿Cómo explicarle a una de las encargadas de convertirme en un dios que yo era humano, que cometía errores?
               Daya se paseó de nuevo por la sala, aburrida, pensando, trazando un plan.
               -¿Debería ir a por ella?-sugirió. Estaba a punto de decirle que sí, sabedor de que Eleanor no se movería del sitio si yo iba a buscarla y le pedía que me acompañara (sospechaba que me contestaría algo así como “yo no te acompaño ni a la vuelta de la esquina, Scott”), cuando la puerta se abrió y una figura que yo conocía muy bien entró como si nada. La cerró con cuidado, temiendo despertar a la bestia, y se acercó a Daya, al centro de la sala, ignorándome por completo y mascando chicle de una forma portentosa, como si quisiera que todo el mundo supiera que tenía mandíbula y sabía usarla.
               Me incorporé de un brinco y me alisé la camiseta. Me subí los vaqueros y comprobé que estaba presentable. Me permití echar un último vistazo en dirección a un reloj de pared en el que yo no había reparado, a pesar de lo largo de mi estancia y mi aburrimiento y mi ansiedad.
               9:53.
               Había estado esperando por Eleanor casi una hora.
               Más de una hora, si contábamos el tiempo que había estado fuera de la sala, esperando a que alguien me abriera, y luego dentro, sentado en el dado de color púrpura mientras aguardaba a la llegada de Daya.
               -¿Has visto qué hora es?-le increpó Daya, enfadada por el pasotismo que Eleanor irradiaba por los cuatro costados. Eleanor miró el reloj de su muñeca.
               -Me dormí-la explicación fue tan vaga, la excusa tan poco elaborada y triste, que Daya apretó los puños, frunció los labios y no dijo nada. Avanzó hacia el piano de la pared y recogió un par de partituras, molesta por la actitud de todo me importa una mierda de Eleanor.
               -Espero que hayas soñado con la canción que vais a cantar-espetó-. Scott quiere dejarlo en tus manos. Debería darte vergüenza: un chico que confía tanto en ti, que pone su futuro en este programa en tus manos, al que tienes esperando durante tres cuartos de hora.
               -Cincuenta minutos-corregí yo, guardándome los tres de cortesía para mí. Daya se volvió. Eleanor también se volvió. Hizo un globo con el chicle, los brazos en jarras, las uñas clavándose en su cintura como si quisiera estrangularme y se estuviera imaginando con mi piel entre sus dedos. Me di cuenta entonces de que corregir a Daya había sido un error, que mi espera no parecería un acto de amor sino, más bien, una demostración del patetismo al que estaba dispuesto a llegar para recuperarla-. Pero…-me pasé una mano por el pelo, me mordisqueé el piercing, y Eleanor explotó su globo y comenzó a tragárselo-, eh… no pasa nada. No te preocupes.
               -No-respondió Eleanor, fría como un témpano-. Si no me preocupo-y se volvió hacia Daya. Se quedó allí plantada, con los ojos fijos en la monitora, cuya mirada saltaba de ella hacia mí.
               -Eh… vale. Creía que erais amigos, pero, si os lleváis mal, esto puede ser…
               -Scott y yo no somos amigos-sentenció Eleanor, cogiendo un mechón de su coleta apresurada, hecha sin ningún tipo de cariño ni preocupación, y enredándoselo entre los dedos. Yo no dije nada, a pesar de que Daya me invitó a hacerlo con un dardo visual que se me clavó en el corazón.
               -De acuerdo…-susurró, paseando algunas partituras. Cogió su móvil y lo desbloqueó-. He estado mirando algunas canciones que podrían iros bien con el tono de voz. He hecho una lista en Spotify. Os leeré los títulos y os reproduciré las que más os llamen la atención, ¿de acuerdo?
               Ninguno de los dos dijo nada.
               -¿Sabéis?-añadió tras una incomodísima pausa-, esto funciona mejor si estáis… no sé, cerca. ¿Y si nos sentamos, Eleanor?
               -Estoy bien de pie.
               Daya me miró, se encogió de hombros.
               -Como prefieras-murmuró, repasando en silencio la lista de canciones que había ido almacenando. Fui yo el que se acercó a ellas. Eleanor dio un paso a un lado, mirándome de reojo. Se cruzó de brazos y se toqueteó la nariz. Se pasó un mechón de pelo por detrás de la oreja.
               Yo estaba siguiendo el movimiento de sus manos, anhelando las caricias de sus dedos como la octava maravilla del mundo que eran.
               Y, entonces, lo vi. Un pequeño rayo de esperanza con forma circular, un faro en una noche de tormenta.
               Mi piercing, mi antiguo piercing, despojado de toda pintura, reposando en su oreja como un símbolo de lo que había sido y no era, brillando plateado en la absoluta negrura.
               Escaneé a Eleanor mientras ella se miraba las uñas, escuchando la perorata de Daya, que leía títulos de canciones con la misma gracia que los comentaristas de los noticieros matinales, que sabían a la perfección que nadie les veía y cuyo trabajo les aburría soberanamente. Eleanor parpadeó despacio, fingiendo escuchar peros sumida en sus pensamientos.
               Llevaba puesta una sudadera gris que había pertenecido en otra vida a Tommy, pero que ahora estaba tan gastada que sería imposible decir de qué sección de la tienda se había sacado, si de la masculina o la femenina. Por debajo de aquella sudadera, que le quedaba inmensa y ocultaba bajo un manto de tela su cuerpo y sus curvas, el tirante de una camiseta de algodón de color naranja chillón destacaba el ligero tono bronceado que su piel aún conservaba de las vacaciones del verano pasado. La sudadera reptaba por su cuerpo, protegiéndolo cual dragón a una doncella en una torre, hasta taparle un culo enfundado en unos leggings con estampado de galaxias, de esos que sólo una chica preciosa podría llevar sin parecer lo más hortera del mundo. El atuendo lo completaban unas converse mal anudadas de cuero blanco, o de lo que había sido hacía milenios cuero blanco, que ahora tenía un ligero tono grisáceo y marrón repartido tanto por la zapatilla en sí como por los propios cordones.
               No llevaba maquillaje, ni siquiera un poco de bálsamo labial, y por eso se mordía y relamía los labios inconscientemente cada diez o doce segundos. Sus uñas tampoco estaban pintadas, descansando para la próxima gala, y sus ojos estaban hinchados por el cansancio y la falta de sueño decente. Su piel brillaba con el tono jugoso de las mejillas que han recibido hace poco crema hidratante, y las raíces de su pelo tenían un tono pringoso y oscuro que denotaba que le tocaba lavarse el pelo hoy.
               Era lo más precioso que había visto en toda mi puta vida.
               -Estás muy guapa-me escuché decir antes de poder callarme. Eleanor se giró y frunció el ceño, como el que va caminando por la calle y es abordado por un mendigo particularmente pesado. Hizo una pompa con su chicle.
               -Gracias-respondió en tono cortante. Daya nos miraba, molesta por lo evidente de que no le estábamos haciendo caso pero demasiado intimidada por la hostilidad que Eleanor desprendía por cada poro de su precioso y minúsculo cuerpo como para hacer ningún comentario.
               Estiré la mano hacia la que hasta hacía nada había sido mi chica, antes de que yo me volviera un gilipollas que no sabía valorarla. La cogería del brazo y le daría suavemente la vuelta para que me mirara y le diría que me estaba convirtiendo en una mejor persona, pero la necesitaba conmigo para alcanzar la plenitud de lo que yo podía llegar a ser.
               Eleanor clavó la mirada en mí y se puso rígida, observando mi mano acercarse a ella.
               -El…-musité.
               Y se volvió hacia mí como un resorte, cual perro al que le van a arrebatar la comida y que pretende defenderla con garras y dientes, si es preciso.
               -No me llames El-espetó. Se medio giró, pero lo pensó mejor y volvió a plantarme cara-. Ni Eleanor. No me llames. Ni me hables.
               Me quedé callado un segundo, cohibido ante su dureza y la seriedad con la que lo dijo.
               -Vaya…-susurró Daya, comprobando por enésima vez unas partituras que no nos servirían de nada. Yo ya lo estaba viendo-. Alguien se ha levantado con el pie izquierdo hoy.
               -No me he levantado con el pie izquierdo-ladró Eleanor-. Yo no he pedido esto.
               -¿No has pedido el qué?
               -Pues… cantar con él-acusó, señalándome con un afilado dedo índice, recto como una lanza que no dudaría en clavarme en el pecho. Daya frunció el ceño.
               -Me da igual si os lleváis mal, chicos, pero creo que, por vuestro bien, os conviene, como mínimo, hablar. Ya no digo que no os tratéis bien, en eso yo no puedo meterme, no soy…
               -Antes de tratar bien a Scott-ladró Eleanor-, prefiero que me atropelle un camión lleno de mamuts, y que luego los mamuts se me escapen y me pisoteen bailando una sevillana, para que al final me termine cagando encima una paloma.
               Daya se quedó a cuadros. Noté el sabor metálico de la sangre en mi lengua cuando me mordí tan fuerte dentro de las mejillas que me hice una herida.
               -La paloma es…-empecé. Eleanor se volvió de nuevo para mirarme.
               -Simbólica-descruzó los brazos, cruzados durante su envidiable disertación sobre sus preferencias, y se los puso en jarras-. Sí-puntualizó, digna.
               Daya alzó las cejas de nuevo y continuó con su perorata como si nada hubiera pasado. Cuando ninguno de los dos dijo nada después de que hubiera terminado con su lista, dejó escapar un suspiro exasperado, se frotó el puente de la nariz y musitó:
               -No puedo creerme que me haya peleado para conseguir ser vuestra entrenadora de esta semana-abrió las manos y dio una palmada-. ¡De acuerdo! Quizá las canciones que he elegido no sean de vuestro estilo. ¿Tenéis alguna sugerencia?
               Me miré los pies, preguntándome qué podría decir para romper con la tensión y derretir un poco el inmenso muro de hielo que Eleanor había construido entre nosotros.
               -Rata inmunda-dijo Eleanor. Clavé los ojos en ella.
               -¿Qué me has llamado?-inquirió Daya, confusa. Eleanor suspiró otra vez.
               -No es a ti. Es una canción. Rata inmunda. La letra es fácil. Rata inmunda, animal rastrero; escoria de la vida, adefesio mal hecho-entonó, y yo tuve que contenerme para no derretirme a sus pies. Eleanor me fulminó con la mirada-. Infrahumano, espectro del infierno, maldita sabandija, cuánto daño me has hecho. Alimaña, culebra pon…
               -Creo que eso no sería muy adecuado para el programa, Eleanor-la detuvo Daya. Eleanor alzó las cejas.
               -¿Y eso por qué? Podríamos ensayarlo en dos días. Me sé la letra. No necesita coreografía. Y Scott ni siquiera tiene que cantar. Quedaría raro-explicó-. Puede quedarse a mi lado.
               -Scott tiene que formar parte del espectáculo.
               -Y la formará-discutió Eleanor, en un tono de suficiencia que hacía pensar que nos consideraba gilipollas a los dos por no darnos cuenta-. Le cantaré a él. Seguro que le encanta el plan, ¿verdad que sí, Scott? ¡A que te encanta!-Eleanor sonrió, malévola-. ¡Si él es muy vago! ¡No hacer nada es lo que mejor se le da, y lo que más le gusta! Por detrás de follar, claro. Para eso, sí que se levanta-espetó, venenosa, con una sonrisa maliciosa deformándole la boca-. Y va donde haga falta. ¿No es así?-inquirió, inocente.
               Tuve la decencia de ponerme colorado, lo cual fue una pequeña victoria para ella.
               -No vas a insultar a Scott en el escenario. Vais a cantar juntos-sentenció Daya-. Me da igual si queréis cantar sobre amor, desamor, o economía. Pero vais a cantar. Encontraremos una canción que se adecúe a lo que… lo que sea que estáis pasando. Anda que no habrá música que...
               -Me puso los cuernos-espetó Eleanor. Y yo me quedé helado. Daya abrió los ojos, sorprendida, y su boca se abrió en una O cincelada en sus labios por lo inesperado de la revelación.
               -Por Dios, Eleanor-mascullé-, ¿se lo tienes que decir a todo el mun…?
               -Sí-ladró ella-, para que se te caiga la puta cara de vergüenza.
               Daya me examinó con cierta incredulidad, como si no terminara de creerse que yo tuviera polla y supiera usarla. Sí, hija, sí, me gustaría haberle dicho; no sólo sé usarla, sino que se me da tan bien que incluso piensa por sí misma.
               -Entiendo cómo te sientes-comentó tras un instante, volviendo ya la mirada a Eleanor.
               -No lo creo-cortó ella, enfurruñándose y cruzando los brazos.
               -A mí me parece que sí. Mi marido me la pegó con otra-informó Daya. Eleanor alzó las cejas y yo ni me moví. Me quedé clavado en el sitio como una estatua, con la esperanza de que se olvidaran de que estaba ahí-. Con su secretaria. Cerca de un año. Me enteré, y le monté el pollo del siglo.
               -Y…-carraspeé-, ¿cómo lo… solucionasteis?
               -¿Le cortaste la polla?-inquirió Eleanor.
               -No-respondió Daya, afianzando su agarre sobre la tablilla con las partituras-. Me tiré yo también a la secretaria-espetó-, me divorcié de él, y ahora tengo su casa y su coche. Y a su amante. Echamos unos polvos de alucine. Está embarazada. Fecundación in vitro. Pero no de mi marido-añadió, llevándose una mano al pecho-. Eso sería raro.
               Y se echó a reír, a carcajada limpia, mandíbula batiente, la típica risa de a quien le cuentan el chiste del siglo. Miré a Eleanor, boquiabierto, y ella me miró a mí, estupefacta, un segundo.
               Luego recordó que yo era el Anticristo y volvió la mirada de nuevo al frente, su pose de chica dura de nuevo a plena potencia.
               -Escuchad, y os lo digo por experiencia: no deberíais dejar que vuestros problemas personales se inmiscuyan en vuestro trabajo. Tenéis unas voces geniales y podríais hacer algo espectacular aquí. No os cerréis esa puerta sólo por una riña.
               -¿Una riña? Me ha jodido la vida-acusó Eleanor.
               -Bueno, chica; en mi opinión, poco importa lo que haya hecho Scott. Si tú estás dispuesta a tirar por la borda la gran oportunidad que supone este programa, es que no necesitabas mucho para descarrilar.
               Daya se volvió, cogió la bolsa de deporte, abrió su cremallera y comenzó a llenarla. Eleanor se rascó el codo, molesta, pero ya no le apetecía discutir más.
               -Daya-susurré, y traté de no dar pistas de que me había dado cuenta de la arcada que fingió Eleanor al escuchar mi voz-. Por favor, no te vayas.
               Daya se cargó la bolsa al hombro.
               -Lo siento por ti, Scott, pero si ella no quiere trabajar, mi papel aquí ha terminado.
               -Trabajaremos. Te lo prometo. Lo solucionaremos. Conseguiré que me perdone.
               -Buena suerte con eso-farfulló Eleanor. Daya la miró, suspiró de nuevo, musitó para sí algo como “Simon debería darme un suplemento por niñera” y depositó con desgana la bolsa en el suelo.
               -Está bien. Pero sólo porque me meteré en un buen lío por abandonaros-advirtió. Nos señaló con el dedo y luego señaló el piano, sobre el que reposaban unos altavoces portátiles a los que conectó el teléfono.
               Nos pasamos la siguiente hora sugiriendo canciones, hasta que ya no se nos ocurrió nada. Eleanor se había sentado en el suelo sólo por no aceptar mi favor de acercarle los dados gigantes. Se frotó la cara mientras Daya gemía, agotada.
               -De acuerdo, ¿queréis algo de Sia?-preguntó, mirando en la lista de reproducción. Eleanor no contestó-. ¿Taylor Swift?-se le encendió una bombilla y clavó los ojos en mí-. Taylor Swift tiene una colaboración con tu padre.
               -I don’t wanna live forever, sí.
               -Yo tampoco quiero que vivas para siempre, Scott-espetó Eleanor, mirándome con la mandíbula desencajada. Tomé aire y lo expulsé, diciéndome que sólo estaba siendo dura conmigo y que no lo pensaba realmente.
               Pero lo pensaba, y yo lo sabía.
               -¿Y si…?
               -¿Podemos… evitarlo?-inquirí, y Eleanor se echó a reír.
               -No conseguirás que Scott cante algo de Zayn.
               -No me siento cómodo-expliqué, adelantándome al por qué exigido por Daya.
               -Ni yo contigo en esta sala, pero me tengo que aguantar-respondió Eleanor, mirándose las uñas.
               -¿Quieres que la cantemos?-exploté-. La cantaré si tú la cantas.
               Me miró por debajo de sus larguísimas pestañas.
               -Ya te he dicho que no voy a cantar nada contigo, Scott.
               Seguimos ofreciendo canciones, incluso insistí en que cantara Dusk till dawn conmigo, sabiendo que le encantaba Sia y que era de sus canciones favoritas de mi padre, pero ni por esas. Sólo conseguí que espetara un lacerante:
               -A ti te querría ver yo intentando, ya no mejorar, sino igualar a tu padre. Jamás serás como él-miró su reflejo en el espejo-, aunque no sea porque no lo intentes.
               No se me escapó que se refería más a lo que me había sucedido con cierta americana que al ámbito profesional de mi padre.
               Daya nos dio un ultimátum: o cantábamos algo o se largaba y nos dejaba tirados, con todas sus consecuencias. Le daba igual que la echaran, no se iba a pelear más con nosotros.
               Eleanor puso los ojos en blanco, susurró un “lo que sea” y se quedó callada mientras yo cantaba mi parte de una canción que Daya escogió para nosotros.
               -Voy a daros Say Something-explicó, tocando la pantalla de su teléfono-. Creo que os dará para luciros y os viene muy bien personalmente, porque estáis atravesando un momento delicado, ¿os parece?
               Yo había asentido, había escuchado con atención la parte de la canción que habían cantado hacía años, cuando yo era un bebé, en el mismo programa de talentos del que salieron nuestros padres, y puse todo mi empeño en la canción.
               Pero no bastó. Al llegar la parte de la chica, Eleanor miró a Daya con el desafío en la mirada, dejando claro que había escuchado lo que tenía que hacer, y que se declaraba en rebeldía. Daya montó en cólera.
               -Ponte de pie-exigió. Tiró de ella y la obligó a levantarse, la colocó al lado del piano y se sentó ella misma. Comenzó a tocarlo, repetimos la operación, volví a cantar, pero Eleanor no abrió la boca. Puso los ojos en blanco y se rascó la nariz-. ¿Esas tenemos, eh? Muy bien-Daya cerró de un plumazo la tapa del teclado y se levantó rápidamente, tirando el taburete hacia atrás. Recogió su bolsa y estiró el dedo en nuestra dirección-. Espero que sepas lo que haces. Espero que sepas que la actitud que tienes no sólo no le castiga a él, sino que te perjudica directamente a ti.
               -Daya…-empecé.
               -No, Scott. No. No pienso trabajar con alguien que no quiere hacerlo. Lo lamento por ti. Puede que las juezas se apiaden de ti. Desde luego, les contaré todo lo que ha sucedido aquí.
               -No, Daya-supliqué, perdiendo la cuenta de las veces que había suplicado ya esa semana-. Por favor, no les digas nada. Eleanor cantará, ¿no es así, Eleanor? Cantará y ensayaremos y todo irá bien. No hay necesidad de involucrar a las juezas. No tienes que decirle nada de esto a nadie. ¿Verdad que cantarás, Eleanor?
               Eleanor me miró con la expresividad de un cadáver.
               -Eleanor, por favor-susurré.
               Y su pasotismo encendió algo dentro de mí, un volcán que había entrado en erupción hacía poco, cubriendo de lava a la pobre Diana, cuyo único pecado había sido estar demasiado cerca de mí en el momento en que sucedieron los acontecimientos.
               -Me jodí la vida por ti, ¿sabes?-estallé, y Eleanor alzó las cejas-. Si estoy aquí, es por tu culpa. No tenía otra opción. No voy a estudiar la puta carrera que me gustaba porque me expulsaron por ir a vengarte. Me debes esto, ¿recuerdas?
               Y algo en sus ojos chispeó.
               -¿Te pedí yo que me vengaras?-inquirió en tono helado.
               -¡Me cago en dios, Eleanor! ¡Deja de ser una niñata caprichosa por dos segundos, ¿quieres?!
               -Yo seré una niñata caprichosa-espetó-, pero tú eres un cabrón de mierda y un adúltero, igual que tu padre-se inclinó para recoger la sudadera, que había usado como almohadilla para sentarse-. Si no quieres que te echen del programa-escupió, encarándoseme-, tírate a quien te tengas que tirar para que te dejen cambiar de compañero, porque ya te digo desde ya que yo al mismo escenario que tú no me subo, ya no digamos canto contigo.
               Se encaminó hacia la puerta, rezumando ira, estirando las piernas y sacudiendo la cabeza de un modo que hacía que todo su cuerpo vibrara y se retorciera, como una danza tribal de lo más profundo de África. No pude evitar fijarme en su figura, en la anchura de sus caderas, en cómo su cintura se estrechaba por sus pechos en un perfecto reloj de arena, y en cómo su culo rebotaba al dar ella zancadas tan grandes. Me vi a mí mismo salvando la distancia que nos separaba, besándola y arrancándole una ropa que de repente le sobraba, poseyéndola mientras ella gemía mi nombre y me pedía que no parara, me preguntaba por qué había tardado tanto…
               Recordé aquellas caderas chocando con las mías, lo mucho que me gustaba que se pusiera encima para poder manosearle el culo mientras se movía conmigo dentro, la forma en que la pegaba a mí para que sintiera mi erección mientras bailábamos o nos besábamos o nos acariciábamos o…
               Eleanor se giró de improviso y me cazó mirándole el culo descaradamente. Algo que antes le había encantado, algo que antes habría hecho que me ganara una reprimenda medio en broma, a la par que un coqueteo que llevaría casi seguro a sexo, ahora le parecía lo más obsceno y fuera de lugar del mundo.
               -¿Ves?-ladró-. Igual que tu padre-puso los ojos en blanco, abrió la puerta como un resorte y espetó, antes de cerrarla con un portazo-: cerdo de mierda.
               Daya y yo nos quedamos en silencio, escuchando sus sulfurosos pasos alejándose en una dirección aún por determinar. Daya suspiró, me miró un momento, y abrió la puerta.
               -Mañana lo intentaremos de nuevo.
               Cuando volví a la habitación, me cargué la fiesta que se habían montado en mi ausencia, como anticipando una reconciliación que no llegó. Sonrieron al verme y sus sonrisas se congelaron en sus bocas.
               Ya no era que Eleanor me odiase y que no hubiera manera de conseguir que me perdonara; era que no había accedido ni a trabajar conmigo aun a riesgo de perder su puesto en el programa. La daban como firme candidata a ganar y garantizada finalista, pero ella prefería no cantar conmigo a fingir que todo estaba bien de cara a la galería y asegurarse su permanencia.
               No era justo, ni para ella, ni para mí, ni para los chicos. Habíamos entrado por mí, y si a mí me echaban, a los demás ya no les quedaría ninguna razón por la que mantenerse. Habían dejado a un lado sus vidas para nada.
               -¿No ha habido suerte?-inquirió Layla, haciendo un puchero. Negué con la cabeza, absolutamente hundido.
               -No quiere cantar conmigo. Prefiere que la echen-musité, descalzándome y metiéndome en la cama. Los demás se miraron entre sí. Tommy se levantó y se sentó a mi lado, comenzó a acariciarme el pelo como hacía mi madre cuando yo estaba triste. Cerré los ojos y me concentré en ese contacto.
               -Voy a hablar con ella, a ver si consigo que entre en razón-anunció Layla, desenroscando sus largas piernas y atravesando la habitación con su aura característica de tranquilidad. Suspiré, derrotado, y me tapé un poco con la manta.
               -¿Vas a dormir?-preguntó Tommy.
               -Me echaré una cabezadita. No os preocupéis por mí. He dormido poco esta noche.
               No pude dormir, a pesar de que los demás se afanaron en hacerme creer que no estaban allí. Sólo conseguí levantarme, un poco más animado, cuando Layla dijo que había hablado con ella, que mañana sería otro día y que estaba segura de que me había conseguido otra oportunidad.
               Al día siguiente, me planté a la misma hora en la sala. Daya y yo estuvimos sopesando opciones de canciones para adelantar trabajo y tener algo listo cuando llegara Eleanor.
               Eleanor no apareció.
               Al día siguiente, fui un poco más tarde, a eso de las 9 y 10. Me crucé con Daya de camino y fuimos juntos hacia la sala.
               Eleanor tampoco apareció.
               Al día siguiente, volví a las 9 en punto. Daya llegó a las diez. Abrió la puerta de la sala, metió la cabeza dentro, me miró.
               -¿Nada?
               Negué con la cabeza, jugueteando con una pelusa que había encontrado detrás del piano. Daya suspiró.
               -Quizás deberías ir pensando qué les dirás a las juezas cuando te subas solo al escenario, Scott.
               Cerró la puerta, cansada de tanto pelear, y me dejó solo.
               Salí de aquella habitación infernal a las 11 y media. Ya no me quedaban lágrimas que llorar.


Lo peor no es que Eleanor no fuera a los ensayos y pareciera que se había esfumado de la faz de la tierra, era que su ausencia se hacía latente como la de un comensal cuando sus platos reposan vacíos en la mesa, huérfanos de comida y bebida. Eleanor rellenaba el resto del espacio como un líquido que se estiraba y se estiraba y parecía no tener fin. Me la encontraba en el desayuno, me la encontraba en el gimnasio, me la encontraba en todas partes. Mis intentos de reconciliarme con ella, tan variados como originales, no hacían mella en su coraza. Daba igual que le guardara la fruta más fresca, le reservara el mejor sitio o le cediera el mando de la televisión cuando me tocaba a mí. Daba lo mismo que dejara que ocupara mi sitio en la cola de la comida o que no dijera ni mu cuando alguien pasaba preguntando si habíamos visto a Jake.
               Todo eso, ella me lo compensaba echando polvos bestiales con Jake. Siempre lo hacían cuando estaban seguros de que yo estaba en la habitación, como confirmando que hacían daño.
               Si Eleanor hubiera desaparecido de la faz de la tierra y no me la hubiera cruzado más, podría haber llegado a consolarme diciéndome a mí mismo que había soñado su existencia. Incluso tendría sentido: un ser tan perfecto como ella sólo podía existir en mi imaginación.
               Pero, omnipresente en todo menos en nuestros ensayos, Eleanor conseguía exactamente el efecto que buscaba: hacerme ver que me detestaba, que me evitaba, que no quería saber nada de mí. Incluso parecía estar despidiéndose de la vida que había llevado el último mes, riendo y comiendo y charlando con sus amigas y follando con Jake como si fuera a morirse mañana.
               Ojalá yo me muriera mañana.
               Así no tendría que cumplir 18 años estando en la putísima mierda.
               Por mucho que Layla y Chad trataran de hablar con ella, Eleanor no se ablandaba. Y, un día, la situación llegó tan al límite que agotó la paciencia de su hermano.
               La segunda mañana que yo me iba a pasar encerrado en la habitación mientras todos los demás ensayaban sus duetos, Tommy abrió la puerta como un yeti entrando en su iglú y me miró.
               -¿No te vistes?-preguntó. Le miré.
               -¿Para qué? Sabes que Eleanor no va a ir. Otra vez.
               -Tienes que ensayar.
               -No voy a pasarme otras cuatro horas ahí encerrado, yo solo. Gracias por el intento.
               -No vas a estar solo-contestó Tommy con sencillez. Fruncí el ceño.
               -¿Qué?
               -Tienes un nuevo compañero.
               -Eso es imposible. No hay nadie libre.
               -Sí que lo hay. Acabo de dejar a Taraji-espetó. Me incorporé.
               -¿Que has hecho qué?
               ­-Hablé con Simon. Me dijo que sin problema. No quiere un numerito en el que Eleanor no cante y los organizadores queden como mierda. Dice que nosotros podemos vender tanto o más que tú y ella. Que la gente nos shippea. Hay mucho enfermo por ahí suelto, pero, en fin, ¿qué puedo decir? Somos adorables.
               Me froté la cara.
               -¿Qué demonios estás diciendo, Thomas?
               Tommy se cruzó de brazos.
               -Que soy tu nuevo compañero, Malik. Y ahora vístete. Hay una inmunidad que quiero ganar-me señaló los pies-. Y no voy a consentir que se la lleve la petarda de mi hermana-cogió una camiseta, la hizo una bola y me la tiró a la cara. Esperó a que se me deslizara por la cabeza y cayera en mi regazo para cruzarse de brazos, chasquear a continuación los dedos y exclamar-. ¡Deprisita!
               Daya fue la encargada de preparar la canción que Tommy había sugerido, una que nos encantaba y con la que nos motivábamos muchísimo cuando íbamos de fiesta y sonaba. Hall of fame. Aplaudió nuestra decisión y comenzó a trazar la coreografía, el reparto de los solos y la presentación del escenario.
               Yo estaba bien, más o menos. Me lo pasaba genial con Tommy, riendo y bromeando y jugando y picándonos como si tuviéramos 7 años y no 10 más. Nos empujábamos el uno al otro y nos hacíamos cosquillas cuando estábamos intentando perfeccionar una nota o hacíamos muecas cuando el otro estaba hablando con Daya, que nos daba indicaciones para que nos acercáramos a una presentación que veía en su cabeza con toda claridad.
               Ella fue paciente, sólo un par de veces nos regañó cuando vio que nos descentrábamos, pero, por lo general, diría que se lo pasó bien.
               -Da gusto trabajar con vosotros, chicos-musitó en el primer descanso, el que nos tomaríamos para comer. Llevábamos la presentación de Cake by the ocean (las juezas nos habían pedido que nuestra actuación tuviera elementos fuera del escenario y abarcara la totalidad del plató, incluyendo las butacas o la parte del backstage, que no se solía ver en televisión) bastante adelantada, y Diana, Layla y Chad podían perfeccionar sus partes, más complicadas, mientras nosotros pulíamos nuestra actuación. A pesar de que habíamos clavado a la primera la canción, todavía nos quedaban un par de cosas que perfeccionar.
               Daya se colgó la bolsa de deporte y me hundió en la miseria añadiendo:
               -Lo cierto es que me alegro de que, al final, no vayas a trabajar con Eleanor.
               Me dedicó una cálida sonrisa que yo intenté por todos los medios imitar (sin mucho éxito) y salió de la sala, estirando los brazos y sacudiendo los pies para desentumecer sus piernas.
               Tommy se giró y me miró. Me dio un golpecito en el hombro.
               -Todavía nos queda tiempo para que lo arregles con Eleanor-trató de animarme.
               -Estoy bien.
               -Scott.
               -Es la verdad. Venga, vamos a comer algo. Me muero de hambre.
               Fingí que no me importó verla sentada en el centro de la mesa como si ella fuera lo más importante del mundo (lo era) y la razón de que éste girara (lo era). Me senté entre Tommy y Chad y me serví un poco de comida que me dediqué a menear de un lado a otro del plato, preguntándome qué podía hacer, simulando que no me dolía lo más mínimo cómo Eleanor dejaba que Jake le comiera la boca.
               Aunque habíamos hecho un avance con lo del cambio de compañero, Tommy notó que la herida seguía escociéndome. Se pasó la tarde entera pensando en qué podíamos hacer para levantarme el ánimo, incluso sugirió un par de planes absurdos, entre los que se contaba salir a las vallas del edificio del concurso después de avisar de que íbamos a tomar el aire y firmar unos cuantos autógrafos y hacernos un millón de fotos con las fans que pudieran dejarse caer. Me dijo que me hacía bien estar entre gente que me quería, que me adoraba, pero a mí no me apetecía lo más mínimo salir de la cama para ir a ver a un grupo de chicas que gritaban de emoción al verme porque no sabían cómo era. Me sentía un impostor. Me daba la sensación de que las estaba engañando.
               Estaba convencido de que no les haría tanta ilusión verme si supieran cómo era yo realmente: un mentiroso, un cínico, un cabrón que engañaba a su chica y un inútil que era incapaz de recuperarla.
               -Lo que tenéis que hacer-dijo Bey, cruzando las piernas e inclinándose para mirar bien la pantalla del ordenador por el que estábamos haciendo Skype- es salir a que os dé el aire. Despejaros un poco.
               -¿Adónde? Sólo nos dejan salir para ir al hospital-respondió Tommy, frustrado. Bey miró a su hermana, que murmuró:
               -Podríais venir a ver a Alec y estaríamos todos juntos.
               -No me apetece ver a nadie.
               -¿Y a tus hermanas?-preguntó el susodicho, cuya frente estaba perlada de sudor. Cuando tenía una visita con la que quisiera hablar, Alec les pedía a las enfermeras que no le administraran morfina, y tenía que pasarse cerca de 8 horas aguantando el insoportable dolor de unas costillas rotas que se soldaban lentamente, unos pulmones que ardían por las heridas sufridas, cicatrices que se iban formando poco a poco, y el hormigueo constante de las extremidades que llevaba casi un mes sin poder mover.
               Tommy me miró y sonrió ligeramente al ver que yo levantaba la vista y me incorporaba un poco. Sí, puede que ellas consiguieran animarme algo. Al fin y al cabo, eran mis chicas, los soles de mi vida.
               -Tú lo que necesitas son mimos fraternales. Y femeninos. Lo cual nos viene de puta madre-Alec se incorporó un poco y dejó escapar un quejido que hizo que todos nos pusiéramos tensos-. Estoy bien-jadeó, y miró a Bey, que se mordía el labio-. El esternón. Ya sabes. En fin, S; llevo tiempo hablando con Sabrae, y te echa terriblemente de menos. Se muere de ganas de verte. Y, claro, como venís a verme cuando ella está en clase y os marcháis antes de que salga, le resulta imposible escaparse para veros. Está un poco tristona, la verdad-comentó, y Bey y Tam asintieron, reforzando su discurso-. Creo que le vendría bien verte.
               -¿Cuándo? No puedo salir de aquí, así, sin más. Todos tienen ganas de ver a sus familias. Esto no es un hotel-dije. Alec puso los ojos en blanco.
               -Puedes ir a buscarla al instituto. Y Tommy, que vaya a buscar a sus hermanos. Coméis en casa, hacéis lo que os dé la gana.
               -Ya, ¿y cómo se supone que voy a salir de aquí? Esto no es un hotel-repetí. Alec puso los ojos en blanco.
               -Mira, tronco, tú no te agobies por eso, ¿vale? Mañana voy a tener una recaída.
               Bey y Tam intercambiaron una mirada.
               -¿Qué se supone que significa eso?
               -Nada, chicas, no os preocupéis. Sólo voy a fingir que me he puesto fatal de repente. Así, os dejarán salir para “verme”-hizo el símbolo de las comillas con la mano derecha. Bey lo miró, sorprendida.
               -Parece mentira que sepas darle tanto a la cabeza.
               Alec se giró y la miró.
               -¿Llevas toda la vida enamorada de mí, pensando que soy imbécil?
               -Era parte de tu encanto-sonrió Bey-. Y no estoy enamorada de ti.
               -Me superarás algún día, nena.
               -Ya te he superado.
               -Por supuesto que sí-sonrió Alec, dándole unas palmaditas en la mano. Bey se echó a reír.
               Me sentí tentado de explicarle lo que nos proponíamos a Daya, pero Tommy me convenció de que, si yo iba largando por ahí que tendríamos que irnos antes, se sabría que Alec estaba bien y no nos dejarían marchar. Así que nos vestimos con ropa más elegante, olvidados nuestros chándales en el fondo del armario, e insistimos en que queríamos terminar de pulir ciertos cambios de tono y armonías antes de pasar a los ensayos de la coreografía. Daya alzó las manos, como diciendo vosotros mandáis y nos miró con suspicacia cuando una becaria llegó corriendo a decirnos que uno de nuestros amigos (el del hospital, Alex, y tuve que contenerme para no decirle que llevaba C y no X) se había puesto muy enfermo y que teníamos permiso para ir a verle.
               Daya meneó rechinó sus dientes pero no dijo nada, haciéndose a un lado para hacernos ver que teníamos vía libre.
               Y fue mano de santo. Apenas sentí que el sol me daba en la cara después de un millón de años encerrado (bueno, para ser justos, podíamos salir a los jardines del edificio, pero era un terreno de césped marrón y quebradizo por la falta de riego tan deprimente que lo evitábamos en la medida de lo posible), me sentí como una planta que espabila con las primeras lluvias de la primavera. El día era precioso, con un par de nubes moteando el cielo y haciendo las veces de guía hacia la parada de autobuses. Era como si incluso la atmósfera celebrara nuestra libertad.
               Todos mis problemas se hicieron un poco más pequeños, incluso logré olvidarme de Eleanor durante dos deliciosos minutos que dediqué a discutir con Tommy el reparto de tareas. Mientras él explicaba que lo mejor sería que yo fuera al instituto y que se pasaría por el colegio (yo tengo 2 hermanos en el colegio, y tú solo tienes una, adujo), la sensación de que mis amigos habían preparado esto porque me habían visto tan mal se empequeñeció en mi corazón.
               Me repantigué en la parte trasera del autobús, asegurándome de que la mayor cantidad de luz solar me bañara, y entrecerré los ojos. Tommy puso los pies en los asientos de delante, y los bajó tres veces y los subió cuatro cuando el conductor del autobús se olvidó de que estábamos allí. Miró los edificios pasar mientras yo echaba una cabezadita, agradeciendo el respiro que me había dado la vida.
               Me separé de él, que me dio un abrazo tan fuerte que me recolocó varias vértebras. Le di un beso en la mejilla y le dilas gracias por… bueno, por todo. Sólo le dije gracias, pero él sabía por qué lo hacía: por estar ahí, por hacerme sobrevivir y obligarme a seguir adelante, jamás aceptar que yo tirase la toalla.
               -Para eso estamos, S-respondió, mordisqueándome la mejilla al devolverme el beso. Agitó la mano en el aire y se perdió por entre las casas del barrio en dirección al colegio, mientras yo me daba la vuelta y me iba derechito al instituto.
               Llegué un par de minutos antes de que sonara la sirena y que se iniciara la marea de estudiantes uniformados que salían apresurados para dirigirse a sus casas. Me puse de puntillas, buscando las cabezas de Shasha y Sabrae, pero había tantos alumnos desfilando, tantas melenas negras y tantas mochilas de colores que, por un momento, me mareé.
               Era increíble lo diferente que podía parecer todo dependiendo de la perspectiva. Antes, en el instituto, me parecía que la afluencia de alumnos cuando estos salían de clase era una especie de baile improvisado pero con una coordinación natural y absoluta que nos salía sola. Apenas había empujones, apenas había codazos y rara vez no te encontrabas con las mismas caras a la misma altura del patio.
               Ahora, visto desde fuera, aquello me parecía más bien una riada de cabezas alborotando, cuerpos luchando por abrirse paso incluso entre sus amigos, mochilas golpeándose las unas a las otras y gritos y susurros y llantos y risas mezclados en una cacofonía de sonidos, como si toda la vida quisiera concentrarse en ese momento.
               Temí perderlas y que la sorpresa se me chafara.
               Pero, cuando acababa de convencerme de que ya debían de haber pasado a mi lado sin yo verlas, unas inconfundibles trenzas doblaron una esquina y se balancearon mientras su dueña se reía. Por detrás, una melena negra y lisa hacía de cortina, tapando la cara de Shasha mientras ésta escuchaba la conversación de sus amigas.
               Sabrae, pensé mientras la mayor se reía.
               Shasha, grité internamente, dándome cuenta de lo mucho que hacía que no estaba con ella, cuánto tiempo llevaba sin oler su pelo o sin sentir sus brazos en mi espalda mientras nos abrazábamos. Luché contra el impulso de echar a correr hacia ellas.
               Porque las echaría de menos, pero, oye. Soy su hermano mayor. Se supone que son ellas las que tienen que venir a mí.
               Al margen de que tenía una reputación que mantener.
               Es por eso que me quedé a un lado, esperando a que las chicas pasaran cerca de mí y, cuando estaban a un par de metros de mí, me metí las manos en los bolsillos de los vaqueros.
               -Guau, ya sé que en casa somos muchos-espeté mientras pasaban a mi lado, haciéndome caso omiso-, pero intentad fingid que os acordáis de que tenéis un hermano.
               Sabrae fue la primera en girarse. Shasha lo hizo un segundo antes que ella. Por sus bocas se extendieron sonrisas de absoluta felicidad y, antes de que Sabrae pudiera articular palabra, Shasha bramó:
               -¡SCOTT!
               Y saltó sobre mí, algo que yo no había previsto. Intenté cogerla, con tan mala suerte que fallé, y los dos trastabillamos y nos caímos al suelo mientras Sabrae saltaba encima de nosotros.
               -¡Bueno, que yo no estoy para que me rompáis las costillas como a Alec!-protesté mientras las chicas me cubrían de besos, reían y lloraban a la vez, estrechándome entre sus brazos tan fuerte que incluso me hacían daño.
               Un murmullo se extendió como la pólvora por el círculo que se había formado a nuestro alrededor.
               -¿Qué pasa?-preguntaban unos.
               -Es Scott-decían otros.
               -¿Qué Scott?
               -Malik, Scott Malik.
               -No jodas, ¿Scott? ¿Ha vuelto?
               -¿Se había ido?
               -¿No lo sabías? Está en un concurso.
               -¿Cómo has podido no enterarte? Sale por la tele, todo el mundo habla de ello.
               -¿Le habrán echado?
               -¿Cómo van a echarle? Es Scott.
               -Ahora es famoso.
               -Ya lo era antes, tonta; su padre es Zayn.
               -Pero ahora lo es más.
               Ignorando los murmullos que nos rodeaban como una crisálida, me incorporé y tiré de mis hermanas para ponerlas de pie.
               -¿Cómo estáis?-pregunté, rodeándolas con los brazos y pegándolas a mi pecho.
               -Bien-gimió Sabrae, mimosa, acercándose a mí.
               -Mal-espetó Shasha, abrazándose a mi cintura y sollozando en mi costado-. Te echo de menos. La casa es horrible sin ti. ¿Cuándo vuelves?
               Le besé la cabeza.
               -Con suerte, en tres semanas.
               -¿Y sin ella?
               -Dentro de 3 días.
               -Eso que sería con suerte-gimoteó Shasha, pegándose más a mí-. Quiero que vuelvas ya, Scott.
               -Quién te iba a decir a ti que me ibas a añorar tanto, ¿eh?
               Shasha se quedó callada, abrazada a mi cintura, inhalando el aroma que desprendían mi ropa y mi piel.
               -Mira, Saab, mira cómo huele.
               -Hoy me he duchado-bromeé-. Es mediados de mes. Ya tocaba.
               -Es verdad-asintió Sabrae, hundiendo la cara en mi pecho-. Huele tanto.
               Siguieron esnifándome mientras los murmullos aumentaban, más sorprendidos, más imperantes.
               Una niña de pelo teñido de rosa se me acercó. Me tocó la espalda y, roja como un tomate, dijo mi nombre.
               -Scott…
               -Hola-sonreí. La niña se agarraba al móvil como si le fuera la vida en ello.
               -Yo… me preguntaba… ¿me puedo hacer una foto contigo?
               Me quedé a cuadros.
               -¿Qué?
               -Es que eres el primer famoso que conozco. No sé cómo va esto.
               Alcé las cejas.
               -¿Cómo te llamas?
               -Ashley-murmuró, cada vez más y más roja. Sonreí.
               -Bueno, Ash… ¿puedo llamarte Ash?
               -Puedes llamarme como quieras-dijo antes de poder contenerse, y clavó la mirada en el suelo. Sus amigas se rieron, ocultando sus carcajadas tras sus manos.
               -No eres la primera Ashley que conozco. Pero sí eres la primera que me pide una foto. Así que yo tampoco sé cómo va esto-dije. Shasha se separó un poco de mí. Ashley la miró.
               -Va a clase conmigo.
               -Ah, ¿eres amiga de mi hermana?
               -Sí, algo así.
               -Guay. Ven-dije, abriendo el brazo-. ¿Quieres una selfie o que nos la hagan tus amigas?
               Y, entonces, se desató la locura. De repente me convertí en la mayor atracción que se había visto nunca en nuestro instituto, en el tío más popular e interesante en 4 kilómetros a la redonda. Me hice fotos a mansalva, más en 10 minutos de las que me había hecho en mi vida, mientras Shasha y Sabrae esperaban a un lado, apartadas, a que terminara. Alguien me pidió un autógrafo y de repente a todos les pareció la idea el siglo tener estampada mi firma en la mochila, la carpeta, el estuche o el libro de Ciencias Naturales.
               Gritaban mi nombre de una forma que me mareaba, pero me sentía bien, a salvo. Me gustaba ser aquel Scott al que atosigaban. Aquel Scott vivía entre ellos y no sufriría ningún daño. No tenía ninguna Eleanor de la que preocuparse. No tenía ninguna Eleanor a la que recuperar. Sólo tenía que firmar, posar, firmar, posar, sonreír, sonreír, un trabajo tan mecánico que ocupaba todos mis pensamientos y, a la vez, me permitía evadirme.
               -¡Scott, Scott, una foto!
               -¡Scott, porfa, en el estuche!
               -¡Saluda a mi prima, es súper fan tuya!
               -¡Scott, tienes que cantar algo de Jason Derulo!
               -¡Scott, cantad algo de Sia!
               -¡Scott, pídele a Diana de mi parte!
               -¡Scott, Scott, ¿me firmas el escote?!-me gritaron al oído, y yo me volví. Bey me sonreía, feliz de verme al aire libre, en mi elemento, lejos de un hospital.
               -Bueno, pero que no se entere Alec-dije, desenroscando un rotulador permanente-. Querrás dedicatoria, ¿no?
               -Hazle una larga-me provocó Jordan. Los ánimos se calmaron mientras abrazaba a mis amigos. Me dejé mimar, dije que estaba bien, pregunté por los exámenes, y me dijeron que iban mal, como siempre. Me eché a reír y acompañé a las chicas a casa, para decepción de los que no habían conseguido una foto o un autógrafo.
               -Qué dura es la vida de la estrella del rock-se burló Shasha.
               -Scott no hace rock, estúpida. Hace pop-discutió Sabrae.
               -Yo no hago pop, no me toquéis los huevos.
               Si ya el reencuentro con mis hermanas pequeñas había sido emotivo, con Duna fue bestial. La chiquilla corrió como alma que lleva el diablo en mi dirección en cuanto me dobló la esquina y me vio sentado en el porche de casa, esperándola. Saltó sobre mí y confió en que la cogiera (lo que hice sin sobresaltos) y gritó y rió y me dio besos y achuchones hasta el punto de conseguir que trastabillara y me cayera de culo en el vestíbulo de casa. Dan y Astrid me rodearon las piernas como dos gatitos y Tommy tuvo que quitármelos de encima para poder darme una opción a levantarme.
               -¿Te quedas a comer? Di que sí. Di que sí-suplicó Duna, dándome besitos en el cuello y restregándose contra mí cual minino, casi ronroneado de placer.
               -Vale-dije, tocándole la nariz y acodándome en el suelo-, pero si me preparas tú la comida.
               Duna se levantó y, con la mochila botando a su espalda, corrió hacia la cocina.
               -¡Mamá!-gritó-. ¡Mamá, sácame la sartén, que le voy a hacer la comida a Scott!
               -¡Mira qué suerte!-sonrió mamá, secándose las manos en un trapo de cocina.
               Justo en ese momento, la puerta volvió a abrirse y papá la atravesó.
               -¡Si vieras qué locura, Sherezade! ¡Cualquiera diría que han venido a repartir droga a la salida del instituto! ¡Cuando entré al despacho para dejar las cosas, medio instituto estaba en el patio haciendo un corro alrededor de dos críos peleándose! ¡Lo nunca vist…!
               Fue entonces cuando vio a Tommy.
               -Tommy-musitó. Tommy sonrió, se llevó la mano a la frente, haciendo el saludo militar. Papá bajó la vista al suelo, consciente de que había algo que no cuadraba en casa
               Y me encontró allí, todavía sentado, apoyado sobre los codos y con el pelo, que me había crecido bastante, alborotado por los mimos de mis hermanas.
               -Hijo-dijo sin aliento, y yo me estremecí internamente, pensando que no tenía por qué avergonzarme de serlo, no tenía que avergonzarme de él. No había más que ver cómo me quería, cómo quería a mis hermanas, cómo quería a mi madre.
               Ser su hijo era un orgullo, no una maldición.
               Y yo me di cuenta en ese momento.
               -Hola, papá-sonreí.
               Tiró de mí para levantarme y me dio un abrazo tan, tan fuerte, que volvió a crujirme la espalda.
               Casi puso el mismo sentimiento en ese abrazo que yo.
              

El oasis y el buen rollo de la visita a nuestras familias duró poco. Fue más de lo que pensaba, pero menos de lo que me habría venido bien. Cuando entramos en el edificio, Tommy y yo lo hicimos con una sonrisa de oreja a oreja que bien parecía que habíamos echado el polvo de nuestras vidas.
               Con el primero con el que nos cruzamos fue con Jake, que nos escaneó de arriba abajo, visiblemente molesto por nuestra felicidad.
               -Vaya, ¿eso es lo que se sienta al saber que la has perdido-atacó-, igual que vas a perder este programa, mientras vamos a follar todas las noches?
               Tommy fingió meterse dos dedos en la boca y dispararse para no tener que aguantarlo. Pero yo me giré. Porque era Scott Malik, estaba a gusto conmigo mismo, había estado con mi familia y mis hermanas me habían dado nuevos ánimos.
               -Me imagino que no tendrá comparación con lo que será follársela mientras lleva puesto el piercing que yo le regalé y que se hizo por mí.
               Tommy se giró, me miró, sorprendido, y aplaudió mi contestación. Juntó el índice y el pulgar haciendo un círculo y se llevó dos dedos a la boca, los besó y luego los separó de ella haciendo el gesto de exquisito.
               Saboreando la derrota de Jake, efímera pero deliciosa, esbocé mi sonrisa torcida y me di la vuelta para continuar caminando, dejándole bien claro a aquel gilipollas que yo había ganado el asalto. Quizás él iba ganando la guerra, pero yo no dejaría de celebrar la batalla.
               Enseguida se me bajaron los humos, obligado a escuchar sus gemidos al otro lado de la pared mientras Eleanor le hacía y se dejaba hacer una y mil cosas. Tommy insistió en llevarme a otro lugar, y terminé aceptando cuando sacó el tema de que a mis hermanas no les gustaría ver cómo me martirizaba gratuitamente, que no querrían que yo me empeñara en quitarme su esencia de encima mientras ellas estaban en casa, celebrando todavía que había hecho una escapadita de apenas un par de horas pero que me vino de lujo.
               Ensayamos una última vez nuestra colaboración, ultimamos los detalles de mi solo (había elegido, por insistencia de Daya, Don’t wake me up de Chris Brown, por eso de que me daba para lucirme) y nos quedamos sentados en el borde del escenario, hablando.
               -¿Creéis que llegaremos a ganar?-preguntó Chad, mordisqueando la pajita por la que se estaba tomando su bebida isotónica. Diana se encogió de hombros.
               -Eleanor está muy fuerte-dijo, y me lanzó una mirada de disculpa por el desliz. Fingí que no la había escuchado mientras daba un sorbo de mi agua.
               -Estamos ensayando como locas-musitó Layla, masajeándose las piernas.
               -¿Vais a decirnos ya qué canción vais a cantar tú, Diana, mi hermana y Taraji?-inquirió Tommy, acariciándole los hombros. Layla negó con la cabeza.
               -Os vais a cagar-prometió Diana, riendo. La semana pasada, después de una presentación increíble de Big bad Wolf y I’m in love with a monster, las juezas se habían desecho en halagos con las chicas, diciendo que no esperaban menos de ellas, y que habían conseguido resultar sensuales y poderosas en unos minutos preciosos, incluso mejorando las actuaciones originales.
               -Tenía ganas de veros cantar canciones de la mejor banda femenina de la historia-aplaudió Nicki, haciendo una reverencia. Gaga se llevó una mano a la boca y alzó las cejas, mirando a Jesy, que se volvió hacia ella con gesto contrariado.
               -Detesto tener que corregirte, Nicki, pero esa canción no es de la mejor girlband de la historia.
               -¿Seguro, Jesy?-replicó Nicki, harta de las pullas que venía aguantando durante todo el programa por parte de la inglesa.
               -Completamente-asintió Jesy-. Yo estaba en ella, y en ningún momento cantamos esas canciones-siguió meneando sus papeles y sonrió cuando el público celebró su anuncio con una ovación. Algunas personas incluso se pusieron de pie.
               -Eso me ha dado una idea-sonrió Gaga, extendiendo las manos para abarcar los hombros de sus colegas-. Chicas, habéis hecho la mejor actuación que he visto en toda mi vida en un programa de talentos. Y creo que vuestro nivel de exigencia y trabajo está a la altura de la mejor girlband de toda la historia-sonrió, apretando el hombro de Jesy, que asintió con la cabeza, invitándola a continuar-. Es por eso que quiero poneros un nuevo reto: cantad una canción de Little Mix la semana que viene. ¿Será posible?
               Las chicas asintieron y se pusieron manos a la obra. Diana decía que las cosas con Eleanor iban un poco mejor gracias a la canción, pero las cosas de palacio iban despacio.
               -Y yo le hice una putada inmensa.
               -No fue culpa tuya-replicamos Layla, Tommy y yo a la vez.
               Para cuando volvimos, Eleanor y Jake ya habían parado, con lo que pude disfrutar de un sueño en el que apenas tuve pesadillas en las que Eleanor, a quien yo acariciaba en la cama, se convertía en un pajarito que volaba a través de una ventana que yo no recordaba haber dejado abierta pero que se me hacía imposible cerrar, tan alta que estaba. Lo único que podía ver era cómo aquel minúsculo colibrí era apresado por un halcón con los ojos de Jake, que me miraba con crueldad y alzaba el vuelo emitiendo un chillido que parecía su risa.
               Hicimos el último ensayo antes de la gala.
               Y, al día siguiente, fue 23 de abril. Tommy me despertó cantándome el cumpleaños feliz, mordisqueándome la mejilla y diciendo que me levantara, dormilón, que era un hombre hecho y derecho con obligaciones con la sociedad británica. Estaba estirándome, saboreando ya la magdalena de chocolate que había robado de la cocina, cuando se oyó un chirrido al otro lado de la pared.
               Nos miramos un momento, Layla y Diana a medio vestir, Chad ya despierto, recogiendo sus cosas para ir al baño.
               -No pasa nada-dije, pero Tommy ya había salido de la habitación hecho un auténtico basilisco. Contuvimos la respiración, Chad incluso dejó a medio cerrar la cremallera de su mochila para escuchar lo que Tommy le soltaba a su hermana.
               Nos sorprendió a todos relajándose en el último momento y llamando a la puerta con los nudillos. Taraji, que se había mudado a la habitación de Eleanor, le dijo que era demasiado pronto y podrían pillarlo, que mejor las dejara descansar. Lo llamó Jake.
               Y Tommy abrió la puerta.
               -No, soy el otro vecino-espetó. Eleanor se incorporó en su justa medida, tapándose el torso desnudo con las sábanas. Yo la había acostumbrado a dormir desnuda y ahora aprovechaba para hacerlo con otro. Uf.
               Convencido de que la historia sucedía como yo me la imaginaba en mi cabeza, cerré los ojos y me mordisqueé los nudillos. Yo sólo quería que fuéramos amigos. Me conformaría con eso, de verdad.
               Que dejara de odiarme.
               No había necesidad de nada más.
               -Eleanor-empezó Tommy, y se oyó una protesta muy débil por parte de su hermana, que probablemente estaba roja-. Es su cumpleaños, Eleanor-una nueva protesta, menos convencida aún-. No, escúchame. Te lo pido por favor. No le jodas también su cumpleaños. No folles. Hoy no. Ya sé que es una buena forma de descargar tensión, créeme, lo sé. Pero no hagas nada hoy. Si alguna vez lo quisiste, no hagas nada. O ten la delicadeza de hacerlo en silencio. Que Scott no se entere-Eleanor lo miraba con ojos como platos, sus preciosos ojos de gacela sorprendidos ante la franqueza de su hermano-. Por favor. Hazlo por mí. Hazlo por él. Hazlo por la chica que fuiste toda tu vida antes de que él te hiciera esto.
               -No puede hacerle tanto daño-razonó Eleanor, pero en su voz faltaba un coraje que abundaba en el de su hermano. Tommy no le levantó la voz, fue elocuente, muy elocuente y calmado.
               -Eleanor, por favor. No quiero arriesgarme. Sabes que está mal. Sabes de lo que es capaz-noté cómo los ojos de Chad, Layla y Diana se clavaban en mí, sospechando, sabiendo de qué era capaz yo-. Por favor. Si alguna vez lo has querido, no hagas nada hoy.
               Un silencio incómodo y larguísimo.
               -Vale-cedió Eleanor por fin.
               -Gracias-respondió Tommy-. Taraji-asintió en su dirección mientras la chica se vestía.
               Tommy caminó hacia la puerta. Eleanor se abrazó las rodillas y pegó la mejilla a ellas.
               -Ojalá me quisieras tanto como le quieres a él.
               -Y lo hago, Eleanor-respondió Tommy, girándose-. Pero es que me lo pones muy difícil para demostrártelo últimamente.
               Eleanor no dijo nada, o puede que Tommy no le diera ocasión. Cerró la puerta de su habitación y a los dos segundos estaba abriendo la nuestra.
               -¿Acabas de decirle a Eleanor que no haga nada sólo porque es mi cumpleaños?-inquirí, estupefacto. Tommy asintió con la cabeza.
               -Y volvería hacerlo. Se lo pediría todos los días, pero sólo me haría caso hoy.
               -Estoy jodidamente enamorado de ti, Thomas-solté. Layla contuvo una carcajada nerviosa cuando Tommy me cogió la cara y me estampó un beso en la frente.
               -Cuando yo cumpla los 18, nos casamos-bromeó Tommy.
               Nos pasamos la mañana remoloneando mientras los demás preparaban sus actuaciones. Nos daba la sensación de que ya no había nada en que pudiéramos mejorar. Nos sentamos a contemplar cómo los demás iban y venían, bien vestidos o bien con ropa normal, reservando su vestuario como una sorpresa. Diana se marchó para preparar sus ensayos, más tarde lo hizo Chad, y Tommy y yo nos dedicamos a juguetear con la comida y ver cómo el tiempo pasaba, tirados en la sala común con la tele encendida sin prestarle atención realmente.
               Y, entonces, algo malo pasó. Se oyó un estruendo y las paredes y el suelo vibraron un momento, como haciéndose eco de aquel sonido catastrófico. Nos miramos entre nosotros un segundo.
               -Eleanor-dijimos a la vez, conscientes de que la hermana de Tommy estaba ensayando en ese momento en el escenario principal, exactamente de donde había surgido el ruido. Prácticamente volamos hacia el plató, y nos encontramos con una suerte de manifestación curiosa que quería saber primero qué era lo que había sucedido antes de alzar el puño al aire para protestar. Nos abrimos paso a codazo limpio.
               El escenario estaba lleno de esquirlas de cristal que se desparramaban desde la parte de la mesa de los jueces, con un par de cadenas pendiendo sobre ellas como si estuvieran puestas allí para que Nicki, Simon, Jesy o Gaga se pusieran a escalarlas en plena actuación. Eleanor lloraba en la mesa, con cortes en las manos y la cara, mientras intentaba que Taraji se pusiera en pie.
               Taraji respiraba con dificultad, su pierna retorcida en un ángulo horrible, sus ojos clavados en el techo, como reviviendo el desastre.
               -¿Qué ha pasado?-preguntó June, corriendo hacia Eleanor más rápido incluso que Tommy y yo.
               -La plataforma…-gimió Eleanor. June miró los cristales, miró su tablilla, miró las cadenas-. Empezó a resquebrajarse. Taraji intentó bajar, pero se rompió antes de que lo consiguiera. Tara, ¿me oyes? Taraji-suplicó, agarrándole la mano-. Te vas a poner bien.
               -¿Alguien ha llamado a una ambulancia?-ladró June, escupiendo veneno en dirección a sus compañeros de trabajo. Varios móviles salieron de los bolsillos de los pantalones, el mío incluido. Se pidieron 4 ambulancias cuando la herida era única. Taraji fue recuperándose a medida que pasaba el tiempo. Le dieron agua y se quedaron a su lado. Trataron de levantarla, pero Layla los disuadió.
               -Hay que colocarle la pierna en su sitio-dijo, arrodillándose a su lado y quitándose la chaqueta para permitirle más movimientos-. Taraji, esto te va a doler. Muerde aquí-le tendió las mangas enrolladas de su chaqueta, se las colocó en la boca y, cuando vio que la chica había dado un buen mordisco, la cogió firmemente por la rodilla y dio un fuerte tirón.
               Taraji lanzó un alarido, su pierna ahora estirada de una forma mucho más natural, pero con una hinchazón que iba creciendo por momentos. Alguien le abrió la puerta a una camilla y dos técnicos con traje fosforescente entraron a todo correr, depositaron a Taraji sobre la camilla y se la llevaron por donde habían venido.
               Su partida fue tan rápida que me costó asimilar que ya no estaba allí. Nos pasamos casi una hora en la zona del escenario, aguardando noticias, hasta que el móvil de June vibró y se fue a un aparte.
               Jamás había visto a 30 personas tan calladas. Intercambió unas breves palabras con el interlocutor misterioso, asintió con la cabeza, tragó saliva y miró a Eleanor. Suspiró, asintió con la cabeza a pesar de que la otra parte en la conversación no podía verla, y se acercó a todos nosotros.
               -Taraji está bien. Quieren dejarla una noche en observación para asegurarse de que sólo se ha hecho daño en la pierna. Van a hacerle un escáner, pero por si acaso.
               -¿Una noche? ¡La gala es hoy!-adujo Beth, anonada. June asintió.
               -Sí, pero el espectáculo debe continuar, con o sin Taraji.
               -¿Qué hay de Eleanor?-preguntó Jake. June la miró.
               -Las reglas son simples. Tenéis que hacer un dueto. Todo el que no lo haga, será descalificado.
               -Pero, ¡somos impares! ¡Está sola!
               Eleanor seguía mirando el lugar donde había reposado el cuerpo de Taraji hacía una hora escasa.
               -No voy a cantar-dijo, alzando la vista hacia las cadenas.
               -¿Qué?-ladró Tommy-. Por supuesto que vas a cantar.
               -No voy a cantar si no es con Taraji-discutió su hermana.
               -Eleanor-June le puso la mano en el hombro-. Sé que aún estás en shock por lo que ha pasado. Pero Taraji no querrá que tires todo por la borda, todo por lo que las dos os habéis esforzado. Elige otro compañero y trabaja con él. Avanza y deja que los jueces valoren la situación de Taraji.
               -Simon nunca dejará que siga en el programa si no ha asistido a una gala.
               -Los accionistas se lo comerán vivo.
               -Las normas son las normas-sentenció June. Eleanor estudió los cristales, desesperada.
               -Si elijo a otro compañero, ¿qué pasará con ella?
               -Será eliminada por no haber actuado, pero por lo menos, te salvarías tú.
               -¿No hay ninguna posibilidad de que se quede en el concurso si yo canto con otra persona?
               -Los puntos de tu compañero irían para él. Sería injusto que le hicieras trabajar para beneficio de Taraji.
               -A mí no me importa cantar con Eleanor si Taraji se va a beneficiar-dije, y hubo murmullos de asentimiento, varios “a mí tampoco”. Eleanor no me miró, seguía con la vista fija en las esquirlas que ya habían empezado a retirar los de la limpieza. Pero me dio igual.
               Esto no era para recuperarla, sino para permitirle seguir viviendo su sueño. Necesitaba echarle una mano.
               -No podéis ser vosotros-dijo.
               -No seas tonta, Eleanor. Os hemos visto practicar. Sabemos lo que teníais preparado, no nos costará ponernos a vuestra altura-respondió Chad. Pero Eleanor negó con la cabeza.
               -Sólo hay una persona que puede sustituir a Taraji.
               Sus ojos seguían fijos en las cadenas.


Simon había decidido intercalar las actuaciones de cada uno de los concursantes con los dúos forzados. Mi solo iría el último, como colofón de la noche mientras la audiencia elegía a su favorito (sospechaba que se decantarían por mí y por Tommy, ahora que Taraji y Eleanor estaban fuera de combate). Nadie sabía a quién había elegido Eleanor como nuevo compañero, y estábamos ansiosos por averiguarlo.
               Pero no había tiempo para comerse las uñas. Antes de que nos diéramos cuenta, ya nos estábamos colocando en el escenario. Diana y yo estaríamos en la parte más baja, a oscuras, mientras las cámaras mostraban lo que Layla y Tommy hacían en las bambalinas, donde empezaba nuestra actuación, y Chad se mantenía sentado sobre una inmensa silla de playa, imitando a un socorrista, que reposaba en la cima de las escaleras que Diana había utilizado para su actuación de hacía un par de semanas.
               Se apagaron las luces y hubo los típicos gritos que se echarían en falta de no producirse al caer la oscuridad. La pantalla detrás de mí se encendió para mostrar los tejemanejes de Layla, que se acercó a la cámara y sonrió.
               -Oh, no, see you walking round like it’s a funeral, not so serious, girl, why those feet cold? We’re just getting started don’t you tiptoe, tiptoe, oh.
               Tommy apareció por detrás de ella.
               -Waste time with a masterpiece-cantó, acercándose al borde del escenario con Layla pisándole los talones. Llegaron al borde y empujaron al cámara para que enfocara a Chad cuando Tommy terminó su parte. Chad se bajó las gafas de sol y las bailarinas, vestidas de guardacostas, imitaron sus movimientos con las caderas mientras el escenario explotaba en una primavera de luz y rollo surfero.
               -Talk to me, baby.
               Chad siguió cantando con el coro de todos los que estaban entre el público, niños o mayores. Diana se paseó por delante de mí cuando Chad continuó con el I’ll be Didi, you’ll be Naomi, woah.
               -Ah ya ya ya ya I keep on hoping we’ll eat cake by the ocean-cantamos todos, y yo me incorporé, mirando a Diana contonearse.
               -God damn, see you Licking frosting from your own hands.
               -Want another taste-invitó Diana, sonriendo.
               -I’m begging, yes ma’am, I’m tired of this candy on the dry land-la cogí de la cintura y la pegué a mí-, dry land, oh.
               Diana me dio un empujón y me siguió mientras yo caminaba de espaldas, como alejándome de ella.
               -Waste time with a masterpiece, don’t waste time with a masterpiece-celebró ella, y siguió cantando y meneando su pelo, agitando unas caderas casi al descubierto por un bañador rojo que le habían puesto y que le sentaba genial.
               Chad se bajó de su silla y continuó con el estribillo. Nos separamos como se diluía una gota de leche en el agua, yo caminé por la pasarela en dirección al público, y, cuando escuché en mi oído “¡SUBIDLE EL MICRÓFONO A SCOTT!”, me incliné hacia una cámara, la señalé y le dije:
               -Hey, you’re fucking delicious-sonreí y me mordisqueé un poco el labio mientras Tommy hacía la nota alta siguiente del talk to me, girl.
               Terminamos la canción los cinco al mismo nivel, exhaustos pero felices por haber conseguido que todo el público se pusiera en pie y cantara mientras nos aplaudía. Nos juntamos para inclinarnos en agradecimiento, tiramos besos y esperamos a las valoraciones, todas positivas (no faltó la protesta de Jesy porque yo hubiera acaparado aquella parte de la canción que tanto se hacía notar, pero Gaga dijo que le había encantado y Jesy refunfuñó algo sobre meterse conmigo cuando hiciera mi solo), nos reímos de las cosas que June encontraba por internet (tío, me en-can-ta-ría ahogarme en una playa si Diana fuera la guardacostas; Diana podría darme una patada con esas piernas y reventarme un pulmón, y yo le daría las gracias) y nos fuimos al sofá, muy satisfechos por las reacciones del público y por la actuación que habíamos hecho, mi favorita sin duda.
               El escenario volvió a apagarse y se distinguieron dos figuras femeninas que iban a sus puestos. Una era Eleanor, y habría jurado, de no ser imposible, que la otra era…
               Las luces se encendieron y Eleanor empezó con los primeros versos de I’m out, de Ciara con Nicki. Enfocaron un momento a Nicki para mostrar su cara complacida. Eleanor terminó el inicio de la canción y desapareció, apagado el foco que iluminaba sus pantalones plateados y su top blanco, que dejaba a la vista su ombligo.
               En las escaleras, una chica con una camiseta transparente con una franja vaquera para cubrirle los pechos, unos shorts de cuero, Converse que brillaban en la oscuridad de tan blancas eran, y una inconfundible gorra negra con una chapa con el símbolo de Batman agarró el micrófono.
               -¿Qué cojones hace Sabrae ahí?-espetó Diana, los ojos abiertos como platos. Se me cayó el chicle que acababa de aceptar de la boca. Sabrae hizo la parte más sencilla del rap de Nicki sentada y, cuando los versos más complicados y acelerados llegaron, se incorporó y echó a caminar en dirección a los jueces. Nicki soltó el micrófono que había agarrado, lista para ir al rescate de mi hermana y la de Tommy, e hizo sobresalir su labio inferior en una señal de asentimiento sincero.
               Las chicas continuaron cantando, Sabrae pasó a un discreto segundo plano hasta que, en el puente, se separó de Eleanor y se fue al final de la pasarela, al círculo al que me había acercado yo y sobre el que había terminado su solo Chad, hacía tantísimo tiempo ya. Eleanor pegó la espalda a la de Sabrae mientras mi hermana pequeña daba por finalizada la canción, entre una explosión de aplausos efervescentes como los que más. Sabrae y Eleanor se abrazaron, sonriéndose, se dieron un beso en la mejilla y fueron de la mano a recibir la valoración de los jueces.
               -Tengo que decir-dijo Nicki, y tuvo que repetirlo tres veces antes de que los aplausos comenzaran a disminuir- que ha sido la mejor actuación que he visto en toda mi vida. Lo habéis hecho mejor que yo y Ciara. Bueno, antes que nada… Eleanor-puso las manos a ambos lados de sus folios y bailó sobre su silla, haciendo que ésta girara a un lado y otro-. Un punto positivo para ti por no decir nigga, sino dickhead. Me recuerda a alguien con quien tuve el honor de compartir escenario para interpretar esta canción, hace muchísimo tiempo. Creo que tú no habías nacido-Nicki se giró hacia el público-. ¿Eri?
               La madre de Tommy gritó que, efectivamente, todavía no había tenido hijos cuando aquella actuación tuvo lugar. Nicki sonrió.
               -Se nota que te han educado bien. Vale. La ejecución perfecta, la coreografía de diez, habéis entendido a la perfección la canción… Jesy-se volvió hacia su colega-, di lo que tengas que decir antes de que le preguntemos a esta chica de quién es hija.
               Jesy alzó las cejas, sonriendo.
               -¿Cómo te llamas, corazón?-preguntó Gaga, que no seguía el juego muy bien.
               -Sabrae-susurró Sabrae, y se puso colorada. Me dieron ganas de subir al escenario y devorarla.
               -¿Sabrae qué?
               -Malik-reveló mi hermana, y me señaló-. Scott es mi hermano.
               -Y Zayn, tu padre-añadió Gaga, esperando confirmación. Se volvió hacia el público y le gritó a papá-: ¡Bueno, Zayn, basta ya de tener hijos! ¡Algunos queremos vivir de la música también, ¿sabes?!
               -Gaga, si tú tuvieras una mujer como la que tengo yo, no pararías de tener descendencia con ella-respondió papá-, te lo puedo asegurar-le dio un beso en la mejilla a mamá, que puso los ojos en blanco y se rió, tapándose la cara de pura vergüenza.
               -Jesy-pidió Simon. Jesy suspiró, entrelazó los dedos de las manos y se encogió de hombros.
               -Ha sido bestial. A la siguiente edición, vienes. Y pasas derechita a la final.
               -¿Es en serio?
               -Es muy en serio-aseguró Jesy, sonriendo. Sabrae dio un saltito de la emoción y dejó que Eleanor la guiara hasta el sofá. Se aseguraron de que hubiera una cámara capturando el momento exacto en el que Sabrae y yo nos abrazábamos y yo le acariciaba la espalda besándole el pelo e inhalando su aroma. Sabrae se estremeció.
               -Me quedo con Scott un momento, si no te importa, El-le dijo a su compañera, que negó con la cabeza y siguió avanzando hacia las últimas filas de los asientos-. ¡Habéis estado geniales!-celebró, cogiéndome las manos. Un vídeo de Taraji y Eleanor ensayando la coreografía a toda velocidad, acusando la diferencia de tres días que tenían con sus compañeros, llenaba la pantalla. Eleanor estaba preciosa, incluso con leggings y camisetas amplias que no revelaban su anatomía, hasta con moños apresurados que hacían que su pelo bailara como si estuviera en un festival de música electrónica.
               -¿Y tú qué? Podías haberme dicho que venías-le di un toquecito con la cadera y Sabrae se rió-. Te veo muy bien. Diferente.
               -Me siento diferente-respondió Sabrae, toqueteándose el pelo. No se me escapó el ligero rubor que tiñó sus mejillas-. Más fuerte. Me encanto.
               -Se nota.
               -Y es todo por Alec, ¿sabes?
               -Se nota tanto…-suspiré, soñador. Sabrae me dio un toquecito en el hombro.
               -¡No! No es por el sexo-se echó a reír-. Es que… me ha explicado lo que tengo que hacer para estar fuerte. Iba conmigo al gimnasio. Él me entrenaba, las semanas que no… bueno, antes de ir a Barcelona-me imaginé que era así como se refería a lo sucedido antes del accidente-. Sabe muchísimo. Es increíble.
               -Sí, ¿quién iba a decir que un campeón de boxeo iba a saber tanto de ejercicio y entrenamientos, eh?
               Sabrae volvió a empujarme.
               -No te pongas chulito. Todavía me queda una actuación. Tengo que patearte el culo.
               -Vete a tu sitio, anda-le di un beso en la frente-. Luego hablamos.
               Sabrae empezó a subir las escaleras, se giró sobre sus talones y me llamó.
               -Scott.
               -¿Mm?
               -Feliz cumpleaños.
               -Gracias, mi niña-sonreí, tirándole un beso. Sabrae bajó corriendo los escalones que había subido, me comió a besos y echó a correr antes de que empezara la siguiente actuación. Reparé en que Jake no aparecía por ningún lado, de modo que deduje que él sería el próximo en actuar.
               Ya sabía en qué consistía su coreografía: entraría por la puerta trasera y pasaría entre el público cantando Can’t stop the feeling de Justin Timberlake, precisamente como él lo había hecho cuando actuó en los Oscar de 2017, abriendo la gala a las puertas del teatro y terminando su actuación en el escenario, frente a un público entregado.
               Bien, yo le jodería la puta actuación. ¿No estábamos en guerra? Pues en el amor y en la guerra todo vale, así que imagínate cuando la guerra era por amor. Me las apañé para sentarme en el otro extremo del sofá, haciendo que toda la fila de concursantes se levantara (menos mal que eran el resto de Chasing the stars), me espatarré en el asiento y saqué el teléfono móvil.
               -¿Qué haces?-inquirió Tommy. Me puse el índice en los labios y sonreí con maldad.
               -Ya lo verás.
               Abrí la aplicación del Candy Crush y me aseguré de que la cámara que seguía a Jake captara el momento exacto en que creaba un caramelo especial y lo utilizaba para pasar de nivel. Jake me miró de reojo mientras cantaba, y fingió que no le importaba que yo no le prestara atención mientras continuaba avanzando hacia el escenario. En un momento dado, en las pantallas traseras, colocadas para que el público más alejado viera lo que sucediera, aparecimos todos los concursantes, que daban palmas y bailaban y asentían con la cabeza mientras Jake cantaba. Me volví hacia Tommy y vocalicé como nunca lo había hecho en mi vida, pidiéndole una vida.
               Cuando todos los demás se levantaron para corear got this feeling in my body yo me quedé sentado, toqueteándome la oreja y mirando mi teléfono como si estuviéramos en una pausa de publicidad.
               No sé si Jake se dio cuenta entonces, pero apenas pudo contener una mueca de frustración cuando la mayoría de publicaciones que June encontró de su actuación iban sobre mí.
               Leyó dos que alaban su actuación y luego comenzó con mi minutito de gloria.
               -¿Alguien se ha fijado en cómo Scott no prestaba ni la más mínima atención a la actuación? Chico, a eso le llamo yo ser fiel a ti mismo-leyó June, disimulando una sonrisa-. Monique, de Chicago (¡hola, Estados Unidos!) dice, en mayúsculas: OS PODÉIS CREER QUE SCOTT MALIK™ ESTABA JUGANDO AL PUÑETERO CANDY CRUSH MIENTRAS JAKE ACTUABA, LA S DE SU INSTAGRAM ES DE SAVAGE, NO DE SU NOMBRE. Alex, de Edimburgo, dice: uh, Scott, si quieres que te mande una vida, o mi número de teléfono, o mi alma, o mi vida, o mi libertad, sólo tienes que darme tu dirección.
               Jake esbozó una sonrisa falsa y forzada mientras June terminaba de reírse, y escuchó con atención a las juezas.
               Nos tocaba el turno a nosotros. Nos cruzamos en dirección a las bambalinas, teníamos que cambiarnos la camiseta y la chaqueta, pero aquel trayecto no le sirvió para vengarse como le gustaría. Nos fulminó con la mirada y nos deseó suerte con un “rompeos una pierna” que era un deseo literal, en realidad. Mientras los jueces terminaban de comentar la actuación de Jake, Tommy y yo nos vestimos, conteniendo las risas (Tommy me dijo que yo era Dios), y nos colocamos en posición. Fuimos por la parte trasera del escenario y esperamos a que se apagaran las luces para atravesar las puertas correderas por las que había pasado Diana en su actuación en solitario. Con la música del piano rebotando en todo el plató, una cámara pasó por detrás de nosotros, enfocando lo que veíamos: un escenario iluminado tenuemente y las caras de los jueces, del público, de nuestros compañeros, en la oscuridad, apenas vislumbradas por culpa de la distancia y la penumbra.
               Echamos a andar con el principio de la canción, Tommy haciendo las partes de The Script y yo las de Will.i.am; nos ocupábamos juntos del estribillo, yo haciendo las partes más simples y Tommy las más coplicadas. Me había costado un montón convencerlo, pero confiaba en él, sabía que podía hacerlo, y cuando cantó el primer standing in the hall of fame me recorrió un escalofrío.
               -You can go the distance, you can run the mile-canté, caminando en círculos mirándole a los ojos, y estiré la mano para acariciarle amorosamente el mentón cuando él se sumó a mi verso, haciendo que el público se volviera literalmente loco-, you can walk straight through hell with a smile.
               -You can be the hero, you can get the gold-respondió Tommy, pellizcándome la mejilla y haciendo que me desconcentrara un momento y que le sonriera como si fuera el amor de mi vida (lo era, un poco, más o menos)- breaking all the records they thought never could be broke.
               -Do it for your people-avanzamos hacia la parte delantera del escenario, y el público se iluminó.
               -Do it for your pride-respondí, llevándome la mano al pecho-, how are you ever gonna know if you never even try?
               -Do it for your country-Tommy se llevó dos dedos a la frente-, do it for your name.
               -Cause there’s gonna be a day, when you’re…-le vi coger aire, dispuesto a subir la nota, y grité-: SLAY US, KING T!
               -STANDING IN THE HALL OF FAME!-gritó Tommy a plena potencia de sus pulmones, y yo le di una palmada en la espalda, sonriendo, orgulloso de cómo había ido saliendo poco a poco del caparazón y se reconciliaba con su voz. Hicimos el estribillo y fuimos a la parte trasera del escenario, nos sentamos en las escaleras y empezamos a chocar los cinco, enredar los dedos, chocar los puños, hacer los típicos saludos de los chicos de los barrios marginales de las películas americanas, mientras todo el escenario, los pasillos, las butacas, se llenaban de niños.
               -Be students, be teachers, be politicians, be preachers-cantábamos mientras los chiquillos llenaban la sala. Aquello había sido idea de Tommy, y se me volvieron a poner los pelos de punta cuando vi a los pequeños abarrotando cada rincón. La mayoría venían de orfanatos que no podían permitirse una entrada a un espectáculo como aquel, pero, por suerte, habíamos convencido a Simon de que los niños eran esenciales para nuestro número, y él había accedido a darles pase libre-, be believers, be leaders, be astronauts, be champions…
               Tommy se levantó y volvió a cantar el estribillo, Tommy y yo seguimos cantando el final de la canción, repitiendo be a champion, haciendo armonías y florituras con la voz, mientras los niños colisionaban con nosotros, terminando con la última estrofa, diciendo que podíamos ser los más grandes, los mejores, King Kong, acabar las guerras, hablar con Dios, aporrear su puerta, dedicar tiempo a nosotros mismos y encontrarnos…
               -Standing in the hall of fame-terminó Tommy, y, mientras la música moría y los tambores terminaban con la hazaña, nos abrazamos muy fuerte, como si quisiéramos fusionar nuestros átomos, dimos saltos, girando sobre nosotros mismos, y abrazamos a los niños.
               Vi por el rabillo del ojo a Dan, Astrid y Duna correr hacia nosotros, Shasha avanzando más despacio y trabajosamente tras ellos, y no nos lo pensamos dos veces. Nos agachamos y los recogimos. Tommy, que no podía con los dos pequeños, finalmente se sentó en el suelo para colmarlos de besos y abrazos, y Duna, que también quería festejar con mi hermano de diferente madre, me mordisqueó el cuello para hacerme cosquillas, que me riera y accediera a sentarme. Shasha se abrazó a mi pecho y no me quiso soltar hasta que los niños empezaron a marcharse.
               -Quedaos conmigo-les pidió Tommy a sus hermanos, besándoles la frente y haciéndoles cosquillas en la cintura. Tomó en brazos a Astrid y le revolvió el pelo a Dan cuando se levantó, mientras yo hacía lo mismo, con la mano de Shasha en mi cintura y Duna temblando de la emoción en mis brazos.
               -Guau-fue todo lo que dijo Simon. Yo me mordí el labio, comiéndome la sonrisa.
               -Sí, guau-respondió Gaga, parpadeando para contener las lágrimas-. Ha sido la actuación más emocionante de la temporada. Tommy-se volvió hacia él-, me ha encantado tu papel en esta actuación. Menos mal que has salido del cascarón y nos has dejado poder disfrutar de tu voz. Tu actuación de la semana pasada fue genial, pero la de ésta… increíble-Tommy asintió, sonriendo agradecido. Brillaba con luz propia-. Enhorabuena, chicos-sonrió-. Creo que habéis conseguido que Jesy deje de odiar a Scott.
               -No odio a Scott-respondió Jesy, pasándose un pañuelo por la comisura del ojo.
               -No después de esto-se burló Nicki.
               -Los niños son mi debilidad-alegó la integrante de la mejor girlband de la historia.
               -¿Son vuestros hermanos?
               -Di hola, Dan-animó Tommy mientras Dan escondía la cara en la cintura de Tommy, aferrándose a su camiseta y retorciéndosela de pura vergüenza. Tommy se echó a reír. Le di un beso en la mejilla a Duna, que se abrazó de mi cuello y volvió a mordisquearme la mejilla.
               Y de repente no pude más. Vi a los niños marcharse, vi a Dan escondiéndose detrás de Tommy, noté los dedos de Shasha en mi costado y los dientes de Duna en mi cara, y todo me sobrepasó. Las luces, las emociones, escuchar a Tommy cantar así, saber que mis hermanas, las tres, estaban allí conmigo… se me llenaron los ojos de lágrimas, y comprobé con cierto alivio que Tommy también estaba empezando a llorar.
               -Oh, chicos-gimoteó Gaga.
               -No me hagáis esto, cabrones-protestó Jesy, girándose y mirando al público para no ponerse a llorar ella también.
               -Supongo que son muchos sentimientos en este momento, ¿no es así?-sonrió Nicki, jugando con su bolígrafo.
               -Es que…-Tommy sorbió por la nariz-. Hacía tanto que no les veíamos. Les echábamos de menos. Son la luz de mi vida-dijo, y yo asentí con la cabeza, besándole la suya a Shasha, apretando la cintura de Duna más contra mí.
               -Lo habéis hecho genial. Os merecéis cada aplauso que habéis recibido esta noche.
               -¿Podemos quedarnos con ellos?-preguntó Astrid, y Tommy se rió.
               -Claro que sí, mi vida-respondió Gaga, haciendo un gesto con la mano en dirección al sofá, indicando que nos podíamos sentar. Fuimos hacia nuestros sitios, con las chicas y Chad ya esperando para hacernos sitio, y nos acomodamos mientras ponían el vídeo de los ensayos apresurados que habíamos tenido Tommy y yo. La gente se reía con las tonterías que hacíamos, los mimos que nos dedicábamos y las pullas que nos soltábamos. Cuando Tommy me dio una palmada en el culo y yo le perseguí por toda la sala, con Daya poniendo los ojos en blanco, June comentó:
               -No sé si quiero ser Tommy o ser Scott en esta situación.
               -Yo me quedo con los dos-respondió Gaga-. Madre mía, es que les quiero adoptar.
               -No quiero ser dramática ni nada por el estilo-discutió June-, pero Scott y Tommy son mis padres y soy una hija muy afortunada.
               Todo el mundo se echó a reír.
               -Necesitáis casaros-acusó Nicki.
               -Lo ha dicho la reina del rap-añadió June-, el matrimonio acaba de convalidarse. Esta noche meto una cámara en vuestra habitación para grabar la noche de bodas de Tommott.
               -Ah, respecto a eso-me incorporé-. ¿Dónde está mi cámara? Vale. A ver, los de casa. Si vais a juntarnos a Tommy y a mí, es Scommy, no Tommott.
               -Sinceramente, ¿cómo podéis shippearnos si nos ponéis un nombre horrible? A mí me daría asco shippear algo que tenga un nombre horrible-acusó Tommy, negando con la cabeza.
               -Scommy es adorable, Tommott suena a tumor cerebral-convine.
               -Sí, en el fórtex prefrontal.
               -Me encanta cuando te pones técnico, Tommy.
               -Luego nos enrollamos, Scott, que ahora estamos en horario protegido-respondió Tommy, y todo el mundo se echó a reír.
               -¿No os cansáis de estar juntos?-preguntó la chica que estaba grabando nuestros ensayos cuando nos fuimos a comer y Tommy se quedó esperando a que yo encontrara la sudadera que había tirado por ahí. Tommy la miró y frunció el ceño.
               -No lo sé, ¿tú te cansas de usar las manos?-sonrió ligeramente-. ¡Scott! ¡O vienes ya o me piro! ¡Que hoy ponen ñoquis!
               -Me la tienes que haber cogido, cabrón, estaba aquí.
               -Nunca deja las cosas donde las encuentra-se quejó Tommy-. Y la culpa luego, la tenemos los demás.
               -A ver, catedrático de Oxford, si hubiera dejado la sudadera donde estaba, la seguiría llevando puesta.
               -¿Has mirado detrás del piano?-Tommy puso los ojos en blanco, en tono hastiado. Mi yo pasado empezó a protestar.
               -Listillo, claro que he mirado detrás del piano, ni que fuera sub…-me quedé callado y Tommy esbozó una sonrisa de suficiencia-. Qué hijo de puta-estallé-. La has puesto tú aquí.
               -Un día tenía, cuando me lo vinieron a presentar Sherezade y Zayn-informó Tommy, en tono cansado-. Se podría decir que he vivido un día y he pasado el resto de mi existencia, 17 años y pico, haciendo penitencia, siendo amigo de este subnormal.
               -Soy lo mejor que te ha pasado jamás, chaval.
               -Sí, porque todavía no me ha dado una embolia.
               -¿No tenías muchas ganas de ñoquis?-protesté-. Vamos a por tus puñeteros ñoquis.
               -Al final Scott me robó los ñoquis-contó Tommy cuando terminó el reportaje.
               -Cuéntalo todo, Thomas-protesté.
               -Eso es todo.
               -Estaba demasiado ocupado buscando rúcula o sabe dios qué especia traída de las regiones más alejadas de China…
               -La rúcula no es china. Y no es una especia.
               -… y yo cogí los últimos ñoquis y él se disgustó un montón hasta que le dije que eran para él.
               -Cómo me quieres-sonrió Tommy, acariciándome la mejilla.
               -Cierra la boca.
               -¿Sabíais que hoy es su cumpleaños?
               -Cierra. La. Boca.
               -A Scott le hace ilusión que le cantemos todos juntos el…
               -Te mato. O sea, literalmente, te mato. Me da igual lo que me haga tu madre después. Te mato.
               Tommy alzó las cejas y vocalizó un “después”.
               Tocó el turno de las chicas, que volvieron loco al público con los primeros sonidos de la canción que iban a interpretar. Una moto acelerándose. Power.
               Cuatro figuras aparecieron recortadas en el escenario con los primeros acordes de la canción, pero, cuando llegó el turno de cantar, un par de focos se iluminaron en la primera fila mientras Diana se levantaba, ocupándose de la parte de Perrie.
               -Hold up, no, you didn’t bow, bow…
               Eleanor se ocupó de la parte de Jade mientras las chicas se levantaban y caminaban hacia el escenario, siempre al ritmo de la música. Todo el mundo gritó cuando comenzaron a bailar, perfectamente sincronizadas. Sabrae estaba entre ellas, con su melena rizosa agitándose al viento, y una presencia en el escenario que la hacía parecer mucho mayor de lo que en realidad era, mil veces más veterana. Se puso una mano en la cintura mientras con la otra se acercaba el micrófono a la boca.
               -Hold up. My turn-sonrió y empezó a caminar con las chicas detrás. Layla hizo la parte de Leigh Anne, armonizaron, cantaron, gritaron y bailaron, agitaron las caderas y permanecieron serias, fieras, alabando el poder femenino mientras el público las jaleaba.
               El mundo se detuvo mientras esperábamos la valoración de los jueces.
               Nicki y Gaga hablaron de lo fuertes que eran, de cómo les había gustado su actuación, de lo espectaculares que habían sido y del detalle de que hubieran empezado entre el público a pesar de que no tenían que hacerlo. Diana explicó que la idea había sido de Taraji, y a todas las había parecido genial porque casaba a la perfección con el reto de la semana. Continuaron alabando la capacidad vocal de cada una, incluso le dijeron a Diana que no entendían cómo se había metido a modelo teniendo la voz que tenía, hicieron mención especial a que Sabrae había mantenido a la perfección la compostura en una coreografía que se había aprendido en un día (tengo una hermana que es una fuera de serie) y se quedaron calladas, esperando la valoración de Jesy, que no había abierto la boca.
               En silencio, Jesy echó hacia atrás su silla, se incorporó con parsimonia, se volvió hacia ellas, y empezó a aplaudir en su dirección. Simon se echó a reír mientras Nicki y Gaga la imitaban, y antes de que pudiera darme cuenta, todo el mundo, incluidos nosotros, estábamos de pie aplaudiendo a las chicas, que se rieron y se incorporaron.
               La siguiente en actuar fue Eleanor, que trajo un número en español. Cantó El ciclo sin fin, la primera canción de El rey león, haciendo gala de una voz como pocas se habían visto y paseándose por el escenario con una especie de mantón que simulaba la piel de un león. Iba con un bastón con una bola atada en el extremo superior, como imitando al de Rafiki, y dejó que los protagonistas, los animales sacados directamente del musical, fueran los que llenaran el plató con su presencia, pasando entre el público, danzando por el escenario, haciendo que se nos pusieran los pelos de punta.
               Con el final de la canción, Eleanor se aferró a su bastón y dio un golpe con él en el suelo, cayendo de rodillas, aferrada a él, y convirtiéndose en el único punto de luz que brilló en el escenario un segundo más que los demás.
               -Caballeros, damas-dijo Tommy, mirándonos a Diana, Layla, Chad, y a mí-. Acabamos de perder este concurso.
               Ojalá me hubiera importado aunque sólo fuera un poco, pero estaba demasiado ocupado por la paliza que nos acababa de dar Eleanor. Cuando la valoraron, poco les faltó a las juezas para besarle los pies.
               -Dijisteis que queríais espectáculo y os quise dar espectáculo-explicó Eleanor cuando le preguntaron el porqué de aquella elección, encogiéndose de hombros.
               Le dieron las gracias, pusieron el vídeo de sus ensayos, y mi estómago hizo un triple salto mortal. El siguiente era Jake con el dúo que tenía que haber preparado con Henry.
               Y, después, iba yo.
               Las chicas vinieron conmigo para darme ánimos y desearme suerte mientras yo me ponía la ropa de la actuación, una camiseta blanca y una chupa de cuero parecida a la que le había dado a Eleanor hacía un millón de años. Intentaron echarlas por eso de que los vestuarios se dividen entre chicos y chicas por algo, pero conseguí que las dejaran quedarse.
               -Son mis hermanas; ¿de verdad piensas que nunca me han visto desnudo?
               -Le cogemos la ropa-sonrió Duna, satisfecha consigo misma por sus planes maestros, dignos de una película de ladrones, que le permitían vaciar mi armario. La chica de realización no dijo nada, se marchó sacudiendo la cabeza como si la cosa no fuera con ella.
               Mis hermanas se marcharon para verme actuar entre el público cuando terminaron las valoraciones.
               -Eres un dragón, Scott-me dijo Sabrae, cogiéndome las manos-. Sé un dragón.
               -¿Qué relación…?
               -Dios mío, me hacía ilusión decirlo en voz alta una vez, ¿puedes no invertir todas tus energías en atacarme? Gracias-espetó Sabrae, pero una parte de mí me dijo que no lo había dicho por decir.
               Jake y Henry se bajaron del escenario y el primero insistió por detrás de éste para dejar algunas cosas que habían utilizado paras su actuación. Aprovechando que yo estaba allí, quizás en un intento de desconcentrarme, le preguntó en tono casual.
               -Tío, ¿no te sobrará un condón, verdad?-le preguntó, y Henry me miró y se echó a reír por lo bajo. Fingí que no les estaba escuchando-. Eleanor está de humor esta noche, me lo ha dicho. Dice que, si pasamos a la semifinal, hoy por fin me deja hacerle lo que quiera. Se acabaron las pajas y los dedos, se acabaron las mamadas y comerle el coño. Hoy por fin voy a meterme en ese coñito rico.
               Henry volvió a reírse
               -Algún apañito haremos. Y si no, marcha atrás. Pero un poco tarde-le dio un codazo en el estómago y ambos se marcharon, riéndose.
               Hoy por fin.
               Hoy por fin.
               Por fin.
               Miré a Eleanor, que estaba entretenida con su teléfono móvil, esperando a la siguiente actuación. No había hecho nada con él. No se habían acostado. El último chico con el que había hecho aquello era yo.
               Miré el micrófono, escuché su voz en mi cabeza.
               Escuché todo lo malo que me había dicho, todo lo bueno. Escuché a Tommy animándome a que lo hiciera. Escuché a Alec diciendo que me arrastrara. A las chicas diciendo que era mi última oportunidad.
               Y no estaba dispuesto a dejarla escapar. No iba a dejar que un día me encontrara con ella por la calle, cogida de la mano con alguien que se aprovechó de una oportunidad que yo había dejado escapar. No dejaría que ella no se diera cuenta de que yo estaba ahí, demasiado ocupada riéndose de las tonterías que le diría el gilipollas de turno. Jamás me permitiría dejar que mi corazón ardiera por lo bonita que era, lo precioso de su sonrisa, aunque yo ya no fuera la razón de ésta.
               Lo sabía. Lo llevaba sabiendo desde que me besó, hacía meses, en aquel baño. Era ella. Sería ella, ahora y siempre.
               Y tomé la mejor decisión que podría haber tomado en mi vida.
               Decidí luchar, hasta mi último aliento. Así que tomé aire, di un paso hacia el micrófono, y me dispuse a exhalar mi último estertor.

El ambiente estaba cargado de electricidad estática, originada por lo nervios de la actuación de Scott. Era el momento que todo el mundo estaba esperando. El anuncio que había grabado anunciando que aquella semana él sería el encargado de actuar en soledad había aparecido en televisión justo después del final de la última gala.
               -Hola, soy Scott Malik-sonreía él-, de Chasing the Stars. No te pierdas mi actuación en solitario y la siguiente canción que voy a cantar con mi grupo, la semana que viene en The Talented Generation. ¡Te estaré esperando!
               Había sido subido incluso a Youtube y más de 20 millones de personas lo habían visto ya (o puede que la misma, 20 millones de veces). Había aparecido más veces en televisión que el de los castings y el inicio del programa juntos.
               -Dios, estoy muy nerviosa-gimió Diana, y yo le acaricié la cintura.
               -Lo haremos bien, tranquila-sonreí.
               Scott nos había pedido que apareciéramos en su actuación, en el puente que había en Don’t wake me up antes de las notas altas más importantes. Saldríamos hacia él directamente desde los sofás, juntándonos en el escenario y bailando mientras él terminaba su interpretación.
               Mi estómago se retorcía de una forma horrible, pero no quería que nadie supiera lo nervioso que estaba.
               Alguien se acercó a Simon y le dijo algo al oído. Simon frunció el ceño y se volvió hacia la ventana de los de realización, alzando los hombros. Se llevó una mano al pinganillo que le habían tendido y apretó aún más las cejas.
               Las luces se bajaron. Todo el mundo empezó a aplaudir y silbar. Eleanor sacó su teléfono y se puso a contestar mensajes. Quise decirle algo. Llamarle la atención. Pero, dado lo que le habíamos hecho, y lo bien que es estaba portando, me dije que no podía culparla si no quería mirar la presentación de Scott.
               Detecté entonces un sonido, como de viento pasando a través de un tubo. Qué raro. Me giré para ver si habían abierto una puerta.
               Vi una figura caminar hacia el centro del escenario y colocar bien un micrófono.
               -¿Qué hace?-preguntó Chad.
               -¿No se suponía que le habían dado un micrófono inalámbrico? ¿Cómo va a cantar con ese?-susurró Layla. Diana se mordisqueó las uñas, estropeándose la manicura. Era la primera vez que la veía hacer eso.
               Una idea me asaltó, cargada de certidumbre.
               Ha cambiado la canción.
               Reconocí un segundo antes de que Scott empezara a cantar, aquel sonido. No era una puerta abierta. Aquel sonido era la canción.
               -Hey what’s up, it’s been a while-se escuchó por los altavoces, y hubo murmullos confusos. ¿Por qué ponían una canción de Zayn justo cuando Scott se disponía a cantar?, se preguntaba la gente. ¿Habría algún problema técnico?-, talking bout it’s not my style. Tought I’d see what’s up, while I’m lightin up, It’s cold hearted, cold hearted. Know it’s late but I’m so wide, saw your face and got inspired. Cause you let it go, now you’re good to go, it’s cold hearted, cold hearted.
               Unas luces explotaron por detrás de la figura que estaba en pie en el escenario. Eran de color verde.
               Igual que en el vídeo.
               Intuí más que vi cómo Zayn abría los ojos, sorprendido.
               -¿Por qué ponen mis canciones? ¿Estaremos en publicidad?
               -No es publicidad-Sherezade se volvió hacia él-. Es tu hijo. Scott está cantando una canción tuya, Zayn.
               -Oh, oh-continuó Scott, con su silueta dibujándose en formas verdes detrás de él y comprobé con satisfacción que Eleanor había clavado la vista en él-, this is probably gonna sound wrong, promise it won’t last long. Oh, oh. If we can never go back…
               Un círculo de luces verdes encima de él se encendió, iluminando su rostro, y un primer plano de su cara apareció en las pantallas del escenario, en las televisiones de Inglaterra, del mundo.
               Más de 3 millones de personas, sólo en nuestro país, vieron al unísono la cara de mi mejor amigo. Vieron cómo recuperaba a mi hermana.
               -Thought you’d like to know that…
               El escenario se iluminó de forma tenue, pero por completo. Un par de bailarinas aparecieron por los extremos mientras Scott, prácticamente inmóvil, seguía dentro de su círculo.
               -He, won’t touch you like I do. He won’t love you like I would, he don’t know your body, he don’t do you right, he won’t love you like I would, love you like I would.
               Scott agarró el micrófono y se inclinó un poco sobre él.
               -It’s okay to want me, cause I want you.
               Me giré y miré cómo Eleanor tenía los ojos fijos en él. Sonreí, y ella se percató de que la estaba mirando.
               -¿Qué?-espetó.
               -Mis sobrinos.
               -¿Qué les pasa?
               -Que van a ser Malik.
               Eleanor chirrió con los dientes, pero yo lo vi. Vi cómo sus ojos brillaban con algo que llevaba semanas muerto. Esperanza. Amor. Su cuerpo seguía tenso, agarrotado por el odio acumulado durante semanas.
               Pero Eleanor, su alma, lo que ella era, le estaba perdonando.
               Me volví y disfruté del espectáculo, me estremecí mientras Scott hacía el puente, con unas notas más altas que las de su padre. Terminó balbuceando, exactamente como lo hacía Zayn.
               Me puse en pie de un brinco y empecé a aplaudir, preguntándome por qué nunca había cantado canciones de su padre cuando lo hacía incluso mejor que él.
               Las juezas estaban alucinadas, no daban crédito a lo que acababa de pasar. Scott agachó la cabeza tímidamente, agradeciendo los aplausos. Hizo un gesto con la mano en dirección a las bailarinas y la banda, cogió el micrófono y se acercó al lugar donde recibíamos las valoraciones.
               -June-ordenó Simon.
               -Mira, estaba enfadada porque Zayn no nos dio un vídeo para Wrong, pero ¡ahora mismo estoy tan jodidamente feliz de que adore follar y que se tirara a su mujer y trajera a Scott a este mundo y LARGA VIDA A NUESTRO SEÑOR Y SALVADOR, ZAYN MALIK, Y AL REY Y PROFETA QUE ES SU HIJO, ¿ALGUIEN DICE AMÉN?!-bramó june, y más de la mitad del público gritó: “¡Amén!”
               -¿De dónde viene eso?-preguntó Nicki, alzando las cejas.
               -Del fondo de mi corazón. El tweet es mío.
               Scott se rió, se tocó la nariz y se llevó el micrófono a la boca.
               -Antes de que digáis nada, quiero pediros perdón. Sé que no es profesional decir que voy a cantar una canción y luego cambiarla en el último momento, pero… me pareció que era lo correcto. Era lo que tenía que hacer. Entiendo que he anunciado una cosa y he hecho otra diferente y asumo las consecuencias.
               Jesy le fulminaba con la mirada, pero Gaga se adelantó.
               -¿Qué te llevó a cambiar de idea? Tenías todo ensayado. La banda preparada, incluso el escenario…
               -Lo sé, y lo siento mucho por el equipo de atrezzo, que se ha pasado horas preparando mi escenario y que ahora no voy a usar. Lo siento, chicos-se giró y se disculpó juntando las manos hacia alguien que no podíamos ver, detrás del escenario-. Pero… tengo una buena razón.
               -¿Cuál es?-espetó Jesy. Scott se sonrojó.
               -Bueno… hay una chica.
               Noté que Eleanor se ponía rígida.
               -Siempre hay una chica-sonrió Gaga-. ¿Qué pasó?
               -Que soy un gilipollas. Un gilipollas de campeonato. De los que entrenan. De los olímpicos. Me he comportado como un imbécil con ella, porque probablemente sea el mayor imbécil que ha pisado esta tierra, y ella me odia, y lo hace con razón… no quiero dar detalles de lo que hice, dejémoslo en que soy un subnormal.
               -Continúa-animó Nicki, y añadió, al ver la expresión de Jesy-: creo que Jesy está disfrutando con tanto insulto.
               -¿Nunca la habéis jodido tanto con alguien que no sabéis cómo arreglarlo a pesar de que sabes que a lo último a lo que sobrevivirás es a joderla con esa per…? Oh, dios-se llevó una mano a la boca-. Perdón. ¿Puedo decir joderla en la tele?
               -Eres Scott Malik-respondió Simon-, puedes decir y hacer lo que quieras.
               -No-replicó Scott-. No por ser Scott Malik puedo hacer lo que quiera-miró a Eleanor, que estaba aún de pie-. Ni siquiera por ser Scott. El caso es que… bueno. Quiero que sepa que la quiero, que me arrepiento, que me arrepentiré toda la vida, de lo que le hice. Y que quiero que, si no podemos volver, por lo menos, que seamos amigos. La echo de menos. Es lo mejor que he tenido en mi vida. A veces me pregunto qué he hecho para que ella me quiera a mí. O para merecerla. O para merecer su amor. Aunque creo que ya no lo hago. Pero yo la quiero igual. La voy a querer siempre-se aclaró la garganta-. Y… eso es todo. Yo… sólo quería que lo supiera.
               Separó un poco los pies y miró a Jesy, a la espera. Jesy se quedó mirándolo un rato más, la tensión escalando a cada segundo, hasta que, finalmente, tomó aire.
               -Iba a decirte que has estado a destiempo durante gran parte de la canción y que tenías una rigidez en el escenario que daba repelús, y que se nota que no has ensayado y diría que hasta no has cantado esta canción hasta subirte aquí esta noche…
               -No-asintió Scott. Jesy asintió con la cabeza, entrelazó las manos.
               -Y que, sinceramente, tenía ganas de ver qué hacías porque creo que tienes potencial. Y que creo que has desaprovechado tu oportunidad hoy, pero…-cogió el folio en el que había anotado todas las cosas y lo rompió en dos-. Pero no puedo competir con lo que he sentido cuando te he escuchado explicar por qué has cambiado de parecer. No puedo criticar algo que has hecho con el corazón. Porque no lo habrás hecho de una manera espectacular, no estabas a la altura de mis expectativas… pero mentiría si dijera que no se me han puesto los pelos de punta. Enhorabuena, Scott-sonrió y todo el mundo gritó. Scott vino con nosotros, sin ningún vídeo que le escoltara, pues carecía de sentido mostrar ensayos de una actuación que no se había visto. Buscó con la mirada a Eleanor y se desinfló un poco al comprobar que no estaba entre los asientos. Sonrió con cansancio cuando nos alcanzó.
               -Has estado genial.
               -Ha sido espectacular.
               -Mejor que Zayn.
               -La canción es tuya.
               -No hagas caso a Jesy.
               Lo que más ilusión le hizo fue lo que yo le dije.
               -Te ha visto.
               Sonrió y se sentó, a la espera de la última actuación de la noche. Mi hermana recuperó otra canción de Ariana Grande, Into you. Se paseó por el escenario en un espectáculo rosa lleno de luces y notas altas, lo clavó, estuvo genial.
               Scott se revolvió en el asiento, pensando que aquello no significaba nada, que podía haber sido para Jake, celebrando su inminente encuentro sexual.
               Pero, cuando terminó la canción, con Eleanor de rodillas y riendo y tapándose la boca y toqueteándose la oreja, lo vimos. El viejo piercing de Scott, que se había quitado la misma tarde que habíamos ido a ver a nuestras familias.
               Y el colgante del avión de papel, el que llevábamos sin ver desde el día en que todo se fue a la mierda.
               Las juezas alabaron la actuación de Eleanor, sin tener ni idea de que iba para quien acababa de cantar. Eleanor sonrió, agradeció los cumplidos y se fue a los asientos. Scott y ella intercambiaron una mirada.
               Eleanor se miró los pies y siguió subiendo las escaleras mientras Scott continuaba con los ojos fijos en ella.
               Había un amago de sonrisa en los labios de mi hermana.
               Corrimos al backstage apenas acabó la gala, y Scott se encontró con sus padres, que lo miraron alucinados.
               -Creía que no te soportabas mi primer disco-le dijo Zayn. Scott se lo quedó mirando.
               -Es mi favorito, papá-respondió. Y padre e hijo se fundieron en un afectuoso abrazo, un abrazo en el que Scott se disculpó por todo lo que le había echado en cara a su padre durante toda la vida.


-Si su risa no se te aferra a la memoria y su sonrisa no hace que sientas que el universo entero está frente a ti, estás perdiendo el tiempo-le había dicho Layla en los ensayos a Eleanor, intentando mediar entre ella y yo.
               -Ya encontré a uno así, Layla, y es exactamente igual que su padre-había contestado ella, como el mayor de los insultos. Hacía dos días, lo habría considerado así. Pero ahora, ya no. Ahora me parecía un cumplido, el mejor de todos.
               Dios, no podía dejar de mirarla. No podía y me aterrorizaba a la vez que se girara y me pillara observándola.
               -Vete a decirle algo-me animó mamá. La miré, aterrorizado.
               -¿Y si no me dirige la palabra?
               -El no ya lo tienes. Venga, S. Un último intento.
               Mamá me dio un suave empujón. Miré a Eleanor, que se reía de algo que le habían dicho sus padres. Miré mi piercing, el faro de esperanza que hasta hacía muy poco había estado apagado. Miré el colgante, la metáfora de la que yo era. Podía significar tantas cosas… le iba bien con el conjunto, blanco nuclear, que incluso brillaba ahora, bajo los focos.
               Me armé de valor, miré una última vez a mis padres y di un par de pasos hacia ella. Tommy, Louis y Eri me observaron. Tommy me sonrió, animándome. Su madre esbozó también una cálida sonrisa.
               Su padre agarró a Eleanor de la cintura y la hizo volverse.
               -Yo… eh…-miré mis pies-. Has estado genial.
               Eleanor no contestó. Me observó durante un momento interminable, hasta que yo caí en que no tenía pensado dirigirme la palabra, que puede que aquello fuera un juego para ella, y me giré.
               -Gracias-la escuché decir. Me volví rápidamente. Estaba sonriendo. Su tono casaba con su sonrisa. Era una sonrisa dulce, que escalaba hasta sus ojos.
               Me sentí flotar.
               -Hola-solté, porque soy imbécil. Eleanor sonrió un poco más.
               -Hola.
               -Hola-repetí, porque soy muy imbécil.
               -Hola-Eleanor se rió.      
               -¡Hola!-repetí de nuevo, porque soy muy jodidamente imbécil. Eleanor se echó a reír.
               -Hola-susurró, en tono amoroso, o lo que a mí me pareció. Tommy se estaba masajeando las sienes, como diciendo ¿y tú te has follado a doscientas tías? Si a duras penas te aguantas de pie delante de una.
               -Em… esto… bueno. No te agobio más. Tendrás cosas que hablar con tus padres. Nos vemos por aquí. Supongo. ¿Nos veremos por aquí?-pregunté, toqueteándome el pelo. Eleanor asintió.
               -Sí, porque vivimos en el mismo edificio, y eso.
               -Pared con pared-aclaró Tommy, y Louis le dio una colleja por meterse en la conversación.
               -Exacto-escupí una risa nerviosa-. Esto… bueno, adiós.
               Me giré de nuevo, recriminándome a mí mismo ser tan sumamente gilipollas.
               -¿Scott?
               -¿Sí?-intenté que mi tono no sonara excesivamente orgásmico, y lo conseguí. Bueno, más o menos. Sólo sonó extremadamente orgásmico.
               -Feliz cumpleaños-Eleanor sonrió de nuevo, y me temblaron las piernas. No sé cómo no me caí al suelo.
               -Gracias, mi amo…-me mordí la lengua y me puse colorado-. Esto… El…eanor-añadí atropelladamente. Eleanor se apartó un mechón de pelo de la cara, tras la oreja con mi piercing.
               -Puedes llamarme El, si quieres.
               -Genial.
               -O incluso mi amor.
               -Aún más genial. De cine. De fábula. De Lujo. De película-por dios, Scott, cállate ya.
               Eleanor se mordió el labio.
               No hagas eso.
               No hagas eso, joder.
               Me está dando una trombosis.
               Me pregunto si esto es lo que se siente cuando te mueres.
               Levantó los ojos y me miró a través de un bosque de larguísimas pestañas.
               -No te he dado mi regalo.
               -No tenías que… no hay necesidad… después de todo lo que yo…-dio un par de pasos hacia mí, y yo, como soy imbécil, di un paso atrás, asustado. Para que luego digan que los primogénitos somos los más listos. Eleanor se rió, enternecida por mi repentina timidez. Me cogió la mano para que no me marchara, se puso de puntillas y:
               MILAGRO.
               CATARSIS.
               ÉXTASIS.
               FIESTA.
               ADORACIÓN.
               GRACIAS, DIOS.
               ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡GRACIAS, DIOS!!!!!!!!!!!!
               Me besó. La atraje instintivamente hacia mí, saboreando sus labios, sus besos, ese tono de cereza que había vuelto, más fuerte que nunca. Pasé mis manos por su cuerpo y la pegué contra mí tan fuerte que la dejé sin aliento. Inhalé el perfume de su pelo, de su cuello, de su boca, de su belleza, de lo buena que era.
               -Eleanor-susurré. Ella me cogió las manos.
               -Querida Eleanor-respondió, y yo fruncí el ceño-. Entiendo que estés enfadada conmigo. Y, créeme, yo también lo estoy. Por hacerte daño y por hacérmelo a mí. Estoy destrozado. No sé qué me ocurrió. Pero no importa. Yo no importo. Sólo importas tú. Quiero que sepas que te amo-me acarició la mejilla-. Quiero que sepas que eres el sol de mis días y que pienso en ti cada noche y que no hay constelación más hermosa que las que hacen tus lunares en tu piel. Quiero que sepas que estoy locamente enamorado de ti y que jamás habrá alguien a quien quiera como te quiero a ti.
               »Por eso quiero que seas feliz. Quiero que seas feliz lejos de mí y rehagas tu vida y encuentres a alguien que te merezca y te quiera y te venere como la diosa que eres en un precioso cuerpo mortal.
               »Pero soy humano, El. Soy humano y cometo errores, tengo defectos, y uno de ellos es que soy egoísta. Egoísta hasta el punto de creer que mis errores son responsabilidad de otros. No odies a Diana, a Tommy, a Zoe, por el daño que te he hecho yo. Ellos no tienen la culpa de que yo sea imperfecto, y por lo tanto no te merezca.
               »Otro de mis defectos es lo ambicioso que soy. Sé que tú me harás feliz. Sé que ninguna otra me hará sentir lo que tú. Es por eso que necesito que me perdones. No puedo vivir sabiendo que no me has perdonado. No quiero vivir sabiendo que no me has perdonado. Sé que no lo harías por mí, pero, hazme un favor. Si alguna vez me quisiste, hazme ese favor. Hazlo por ti. Perdóname. Tienes un corazón demasiado precioso como para ensuciarlo con sentimientos tan feos como el odio y el rencor. Tienes un alma demasiado pura y brillante como para oscurecerla con lo que yo te hice. No dejes que yo te cambie. Eres perfecta. Eres perfecta y eres suficiente, eres más que suficiente, eres todo a lo que un chico puede aspirar.
               Me percaté de que Eri estaba llorando. Eleanor continuó recitando de memoria, mirándome a los ojos.
               -Entiendo que me detestes. Sé que ahora no será fácil para ti ni siquiera mirarme. Pero quiero que sepas que me estoy esforzando por ser una mejor persona, estoy trabajando para terminar de asumir que sólo yo te hice daño, y nadie más.
               »Sé que mereces una segunda oportunidad. Alguien con quien pasar el tiempo y que te mime como ya no puedo hacerlo yo. No comparto que ese alguien tenga que ser, precisamente, Jake. Creo que no te merece. Pero entiendo que necesitas pasar página, solucionarlo rápido. Yo sería, gustoso, la solución a tu problema, si no fuera precisamente el problema. Pero estoy aquí. Siempre estaré aquí. Todo el tiempo del mundo. Esperando. Ofreciendo mi ayuda. Seré tu amigo, el hombro sobre el que llorar, tu saco de boxeo o el cuerpo que te caliente la cama cuando te sientas sola y necesites calidez humana. Seré el corazón que siga latiendo por ti cuando sientas que el tuyo vuelve a pararse como se paró cuando yo te traicioné. Me encantaría ser otra vez todo lo que fui una vez para ti.
               »Pero, si no puede ser, lo entendería. Espero que algún día puedas perdonarme. Sé que hay bondad y comprensión en ti, aunque yo no me las merezca. Me gustaría saber que serás lo bastante feliz como para olvidar el sufrimiento que te he ocasionado. Te lo mereces. Y ojalá me dejes participar en ello, aunque sea como espectador.
               Eleanor me acarició la nuca.
               -Tuyo, siempre, Scott-terminó de recitar y me sonrió.
               -El gilipollas-añadí yo.
               -Entre paréntesis-replicó ella-. Aunque no hacía falta. No conozco a más Scotts. Sólo a ti.
               -Supongo que habrás tenido Scott suficiente para el resto de tu vida-su cintura era tan pequeña, suave y cálida, que me daban ganas de llorar. No podía creerme que la estuviera tocando.
               Eleanor negó con la cabeza.
               -Nunca tendré suficiente Scott, por mucho que viva mil años.
               -Te has aprendido de memoria mi carta-observé, como un completo subnormal. Empezaba a sospechar que Eleanor tenía fetiche por los deficientes mentales, no había más que ver que se había enrollado con Jake y conmigo.
               -Es preciosa.
               -¿Por qué? Es decir… creí... la tiraste.
               -Chad la recogió. Me obligó a leerla.
               Miré al irlandés, que alzó la mano y sonrió.
               -El puto irlandés-murmuré, y Louis se echó a reír.
               -Qué deprisa aprenden, ¿no te parece, Eri?
               -Deja a Niall en paz-respondió su esposa.
               -La recogió de la basura y la alisó y me la llevó el día que me marché del primer ensayo. No quise leerla. No la abrí hasta que vino Taraji, a decirme que era mi nueva compañera. Dios mío, Scott, estaba tan enfadada contigo-me golpeó en el pecho con el dorso del puño-. No quería ni verte. Aún sigo enfadadísima contigo.
               Alzó la cabeza y clavó sus ojos de gacela en mí.
               -¿Quieres que… no sé, te deje espacio para pensar?
               -No. Ya he pensado bastante. Lo que has hecho hoy-sacudió la cabeza-. Cantar una canción de tu padre, con todo lo que ello implica… tú nunca habías cantado una canción de Zayn.
               -Sí-respondí-.Una vez-sonrió, y yo también, recordando la vez en la cama, los dos desnudos, mi voz vistiéndonos-. Y volvería a hacerlo. Una y mil veces. Si tú quieres.
               -Claro que quiero.
               -Entonces… ¿podemos volver… por favor? Si tú quieres, claro. No te presionaré. Te dejaré en paz si es lo que quieres.
               -No quiero que me dejes en paz.
               -Pues menos mal-suspiré, aliviado, y Eleanor sonrió-. Entonces, ¿me sigues queriendo, quieres…?
               -¿No lo entiendes, Scott? Estaba enfadadísima contigo por lo que me hiciste, y porque te las apañabas para darme asco y a la vez ser precisamente a quien quería correr para achuchar. Nunca dejé de quererte. Empecé a odiarte y te quise incluso con más intensidad. Por eso no soportaba estar cerca de ti. Por eso empecé a hacerte lo que hacía con Jake. Necesitaba que empeoraras. Creía que todo te superaría…-miró a mi padre-. Los Malik no trabajáis bien bajo presión. Pensé que, si te llevaba al límite, explotarías, dejarías de ser tú, y yo dejaría de estar tan locamente enamorada de ti.
               Me quedé mirándola.
               -¿Locamente?-sonreí. Ella puso los ojos en blanco.
               -Es decir… en fin, mírate. Mira ese puñetero piercing.
               La atraje hacia mí e inhalé el aliento que salía por su nariz.
               -Voy a conseguir que me perdones.
               -Más te vale. Ah, y otra cosa…-me soltó un tortazo-. Eso por putear a Diana. A la americana, sólo la puteamos los Tomlinson, que para algo la tenemos en nuestra casa.
               Me reí, asentí con la cabeza, la atraje hacia mí y le comí la boca como si llevara años sin comer. Eleanor gimió, yo gemí, la pegué aún más a mí hasta convertirnos en una maraña de cuerpos indisoluble.
               Cuando nos separaos, miré a Tommy, sin aliento, que sonreía satisfecho.
               -Thomas.
               -Yasser-respondió. Pero me daba igual. Eleanor me perdonaría, Eleanor seguía queriéndome, habíamos vuelto. Si mi madre ahora decidiera ir al registro civil y quitar mi primer nombre de mi ficha, yo sólo aplaudiría.
               -Tus sobrinos-sonreí, y él también.
               -¿Qué les pasa?-preguntó mamá, frunciendo el ceño. Eleanor se puso roja mientras Tommy y yo contestábamos al unísono:
               -Que van a ser Malik.
               Y volví a besar a mi recién recuperada chica, deleitándome en el sabor de su pintalabios y en el de su amor enredándose en mi lengua.

               Aquel fue el mejor cumpleaños de mi vida.


 El quinto capítulo de Sabrae ya está disponible, ¡entra a echarle un vistazo y apúntate para que te avise de cuando suba los siguientes capítulos! A más gente apuntada, antes subiré



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22 comentarios:

  1. ME HAN REVENTADO MIL ARTERIAS Y LOS DOS PULMONES

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  2. jo-der LO MEJOR QUE HE LEÍDO EN AÑOS TE QUIERO ERIKA PERO MUCHO GRACIAS POR EMPEZAR CTS POR CREAR A SCOTT POR CREAR A TOMMY POR CREAR S C O M M Y GRACIAS REINA DE LA ESCRITURA. Qué capítulo de verdad me lo voy a leer otra vez porque ha sido muy bonito y necesito asimilar este capítulo mUCHO MEJOR gracias por tanto perdón por tan poco

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  3. VOY A EMPEZAR A COMENTAR POR LA MEJOR PARTE DEL CAPÍTULO (lo siento eleanor pero scommy lo merece)
    OJALÁ MIS OJOS PUEDIERAN VER LA ACTUACION DE SCOMMY DE VERDAD TE LO DIGO HE LLORADO MUCHO CUANDO HAN APARECIDO LOS NIÑOS Y CUANDO ELLOS SE HAN PUESTO A LLORAR POR DIOS SON MIS BEBES QUE SE CASEN EN CUANTO TOMMY CUMPLA LOS 18
    He empezado a odiar muchísimo a eleanor cuando pasa de cantar con scott NIÑA QUE HA MADRUGADO POR TI DALE UNA TREGUA
    Cuando scott la dice que se jodio la vida por ella thats my baby
    Y TOMMY CUANDO LE DICE QUE AHORA ÉL ES SU PAREJA PUEDEN ESTAR MÁS ENAMORADOS LA RESPUESTA EMPIEZA POR N Y ACABA POR O QUE CANTEN JUNTOS HA SIDO LO MEJOR QUE HA PODIDO PASAR EN ESTA NOVELA
    CUANDO SCOTT VA AL INSTITUTO Y NO SE ACUERDA NI UN SEGUNDITO DE ELEANOR CASI APLAUDO. LUEGO ME HE ODIADO POR ELLO
    Y zayn y scott abrazandose Y SCOTT SITIENDOSE ORGULLOSO DE QUE SU PADRE SEA ZAYN CREIA QUE NO IBA A LLEGAR ESE MOMENTO NUNCA
    Iba a decir que esperaba que Sabrae fuera al año siguiente al programa y que saliera en Sabrae pero es que eso significa estar separada de Alec y me niego
    PERO AÚN ASI SABRAE ES LA PUTA AMA NO ME ESPERABA NADA QUE SALIERA A CANTAR CON ELEANOR
    Y SCOTT CAMBIANDO LA CANCIÓN EN EL ÚLTIMO MOMENTO Y TODO LO QUE DICE DESPUÉS DE ELEANOR ES QUE YO SI FUERA ELLA LE HABRIA PEDIDO MATRIMONIO EN ESE MISMO MOMENTO
    Y LUEGO ELEANOR QUE SE SABIA LA CARTA DE MEMORIA HE VIVIDO TODA MI VIDA POR Y PARA ESE MOMENTO

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  4. ERI POR DIOS EL MEJOR CAPÍTULO DE LA NOVELA SIN DUDA ALGUNA.
    TIENE DE TODO DE VERDAD. COMO ESCRIBES ASÍ DE BIEN JODIDA????

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  5. SOY JUNE REENCARNADA DE VERDAD. O SEA, SCOMMY SON MIS PADRES Y YO SOY UNA HIJA ORGULLOSA SIPOR

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  6. HE MUERTO Y HE VUELTO DD ENTRE LOS MUERTOS CON ESTE CAPÍTULO
    HANDS DOWN EL MEJOR DE LA NOVELA ERIKA

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  7. Que pena me ha dado Scott al principio del capítulo en serio súper ilusionado el pobre con la actuación y va la otra pava y suda de todo y deja de presentarte pero eres tonta tía???? que os estáis jugando el puesto, y ole los huevos de Scott por decirle lo de que estaba en el programa por ella por haberla defendido. Y ole los cojones de Tommy también por hablar con Simom y cambiarse porque la actuación de ellos SUBLIME, ESPECTACULAR. Sin palabras por todo, y cuando salen los niños y están con los hermanos y todo, es que dios, ojalá pudiera verlo en la vida real porque sería una puta pasada.

    " -Hijo-dijo sin aliento, y yo me estremecí internamente, pensando que no tenía por qué avergonzarme de serlo, no tenía que avergonzarme de él. No había más que ver cómo me quería, cómo quería a mis hermanas, cómo quería a mi madre.
    Ser su hijo era un orgullo, no una maldición."
    como se me han saltado las lágrimas en este momento, es que que bonitos son me cago en todo

    Tommy diciéndole a Eleanor que no haga nada porque es el cumpleaños de Scott si es que no pueden estar más casadísimos dios

    no sé porqué has hecho lo de la pobre Taraji pero en parte te lo perdono por haber puesto a Sabrae ahí es que vaya DIOSA me ha encantado, ojalá saber la reacción de Alec ahí porque es para verlo

    Y BUENO EL MOMENTO MÁS IMPORTANTE DEL CAPÍTULO, RECONCILIACIÓN SCELEANOR. L A P U T A C A R T A DIOS ES QUE ME HA ENCANTADO LO PRECIOSA QUE ES (menos mal que Chad se la dió y la obligó a leerla, bendito irlandés), Y POR FIN VUELVEN A ESTAR JUNTOS Y YO GRITO DE FELICIDAD ES QUE ME ENCANTA TODO

    sin duda, en el top3 de los mejores capítulos de la novela

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  8. MIRA QUE HE LLORADO A LÁGRIMA VIVA ERIKA
    QUE CAPÍTULO DEL BIEN
    INSUPERABLE

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  9. Todos ayudando a Scott a prepararse para los ensayos con Eleanor, mira me he muerto de un empacho de azúcar.Adoro tanto a todos que me mato.

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  10. A ALEC FIJO QUE LE HA DADO UNA TROMBOSIS MIRANDO A SABRAE ACTUAR

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  11. "-No es a ti. Es una canción. Rata inmunda. La letra es fácil. Rata inmunda, animal rastrero; escoria de la vida, adefesio mal hecho-entonó, y yo tuve que contenerme para no derretirme a sus pies. Eleanor me fulminó con la mirada-."
    Vamos a ver, que la chavala le está llamando de todo menos guapo y el solo escucha su voz mientras babea, esto no es serio. De verdad si está más enamorado de ella se muere. Menos mal que por fin se han reconciliado.

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  12. HE RECUPERADO MI ESPERANZA
    MI PALOMA BLANCA
    SCELEANOR VIVE
    Y ESO ES LO ÚNICO QUE IMPORTA

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  13. "Supongo que habrás tenido Scott suficiente para el resto de tu vida-su cintura era tan pequeña, suave y cálida, que me daban ganas de llorar. No podía creerme que la estuviera tocando." HE LLORADO COMO UNA GILIPOLLAS SIPOR

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  14. LA MADRE QUE ME PARIÓ NO ESTABA NADA PREPARADA PARA ESTE CAPÍTULO O SEA VAMOS A IR POR PARTES PORQUE HA SIDO UNO DE LOS CAPÍTULOS MÁS COMPLETOS DE TODA LA HISTORIA Y YO ME ATURULLO
    AL PRINCIPIO TENGO QUE DECIR QUE ME HAN DADO GANAS DE GRITAR A ELEANOR PORQUE SE ESTABA SOBRANDO MUCHO CON SCOTT, POR LO MENOS PODÍA INTENTAR COMPORTARSE CON LA PUTA PROFESORA NO SÉ DIGO YO, SCOTT ME HA DADO MUCHÍSIMA TERNURA EN TODO EL CAPÍTULO DE PRINCIPIO A FIN, PERO CUANDO SE HA "ENCARADO" A ELLA DICIÉNDOLE QUE SE JODIÓ LA VIDA POR ELLA Y TODO ESO, MADRE MÍA ESTOY MUERTA ENTRE QUE ME HA PUESTO MOGOLLÓN VERLES DISCUTIR A LOS DOS Y NO SOLO A EL TIRÁNDOLE LA MIERDA A SCOTT Y ENTRE ARRODILLARME A S PORQUE NO ME HABÍA PARADO A PENSARLO DE ESE MODO Y AY DIOS MÍO, POR UN MOMENTO PENSABA QUE SE IBAN A ENROLLAR AHÍ MISMO Y ESTABA LIVING
    TOMMY PIDIÉNDOLE A ELEANOR QUE NO HICIERA NADA CON JAKE PORQUE ERA EL CUMPLEAÑOS DE SCOTT Y CAMBIÁNDOSE POR ELEANOR PARA SER LA PAREJA DE S MIRA PON UN TOMMY EN TU VIDA, HE LLORADO MUCHÍSIMO LEYENDO LA ACTUACIÓN, PRIMERO PORQUE AMO LA CANCIÓN Y SEGUNDO PORQUE ME HE IMAGINADO A SCOMMY CANTANDOLA Y MADRE MÍA ENCIMA DESPUÉS LOS NIÑOS SUBIENDO AL ESCENARIO Y ELLOS LLORANDO! LLORANDO! SI ES QUE ME VA A DAR UN PARRAQUE CON ESTA HISTORIA
    HABLEMOS DE SCOTT DÁNDOSE CUENTA DE QUE NO TIENE QUE AVERGONZARSE DE SER HIJO DE ZAYN SINO ENORGULLECERSE, HE AMADO EL MOMENTO EN EL QUE HA LLEGADO A CASA Y SE HAN ABRAZADO MIRA LLORO TRES AÑOS SEGUIDOS, ERI! QUE HA CANTADO UNA PUTÍSIMA CANCIÓN DE ZAYN NO ME LO PUEDO CREER
    SI TE SOY SINCERA NO ME ESPERABA QUE EL LE FUERA A PERDONAR TAN "PRONTO" EN PLAN ESPERABA QUE SE ABLANDARA Y QUE ESTUVIERAN TONTEANDO O ALGO ASÍ HASTA VOLVER A BESARSE PERO ESTO ES MUCHO MEJOR, SCELEANOR IS BACK Y AHORA SÍ QUE ESTOY LIVING CÓMO LES ECHABA DE MENOS, CUANDO ELEANOR HA RECITADO LA CARTA DE MEMORIA, MIRA ME CASO
    TE GUARDO LA ACTUACIÓN DE ELEANOR Y SCOTT PARA ESTE CAPÍTULO, ESTO NO PUEDE TERMINAR SIN QUE CANTEN JUNTOS, OJALÁ QUERER A ALGUIEN Y QUE ALGUIEN ME QUIERA COMO SE QUIEREN ELEANOR Y SCOTT SON TAN PUROS Y TAN BONITOS Y SON DOS CRÍOS PERO ESTÁ CLARO QUE VAN A TENER 30 HIJOS Y YO NO SÉ SI QUIERO SER UNO DE ELLOS O ADOPTARLES

    MADRE MÍA EL HYPE ES REAL CON ESTE CAPÍTULO NO QUIERO QUE ESTO ACABE NUNCA, EN REALIDAD NO IBA A COMENTAR TODO EN MAYÚSCULAS PERO ES QUE QUIERO QUE SEPAS QUE SIGO GRITANDO DESDE ANOCHE QUE LO LEÍ, ME VOY A LEERLO OTRA VEZ PORQUE EL CAPÍTULO LO MERECE

    -MARÍA 💜

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  15. "-Eres un dragón, Scott-me dijo Sabrae, cogiéndome las manos-. Sé un dragón." QUE NO SE NOTE LA REFERENCIA A GOT XD
    ERIKA TÍA TE ADORO
    PEDAZO CAPITULAZO JODER
    EL MEJOR SIN DUDA SOCORRO
    CADA VEZ TE SUPERAS MÁS

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  16. WHO CALLED FOR THE BEST CHAPTER IN THE WHOLE STORY?????

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  17. SABRAE Y ELEANOR CANTANDO JUNTOS
    ME EXPLOTARON LOS OVARIOS SIPOR
    SCELEANOR VOLVIENDO SOCORRO

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  18. NO MIENTO SI DIGO QUE TODA MI VIDA HA VALIDO LA PENA PARA PODER LEER LA RECONCILIACIÓN DE SCELEANOR

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  19. EL MEJOR CAPÍTULO DE LA NOVELA ERIKA O SEA LO TIENE DE TODO
    LA ACTUACIÓN DE SCOMMY ME HA INUNDADO LOS OJOS DE LÁGRIMAS
    DE VERDAD TÍA TIENES UN PUTO DON

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  20. Ha sido un capitulo maravilloso. Las actuaciones me tienen sin palabras, todas y cada una de ellas. Soy fan de cómo nos hiciste creer que Scott y Eleanor contarían juntos, ilusionandonos con algo que ha sido totalmente distinto al final pero mil veces mejor. Y eso no es algo que cualquiera que escriba pueda conseguir, eso es algo que sólo hacéis los grandes. Gracias y enhorabuena por este capítulo, de verdad Eri ❤ LA RECONCILIACIÓN SCELEANOR ME DA LA VIDA Y EL PUTISIMO CHAD RECUPERANDO LA CARTA Y DANSOSELA A ELEANOR ES QUE QUE SEA MI OJITO DERECHO Sabrae puta ama y el reencuentro de los Malik y cuando suben al escenario Scommy con Dan, Ash, Duna y Shasha son maravillosos ❤

    "Si su risa no se te aferra a la memoria y su sonrisa no hace que sientas que el universo entero está frente a ti, estás perdiendo el tiempo" ❤
    "Seré el corazón que siga latiendo por ti cuando sientas que el tuyo vuelve a pararse como se paró cuando yo te traicioné" ❤

    PD: Siento haber tardado tanto en leerlo y comentar, esta semana empecé la universidad y he ido justa de tiempo (además la wifi de la residencia va lentísima)

    - Ana

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  21. Lo primero de todo:
    “No sé por qué Eleanor se te resiste tanto-soltó-. Mira qué culo tienes.” ME VOY A TATUAR ESTA FRASE EN LA FRENTE JAJAJAJAJ. BENDITO CHAD DE VERDAD JAJAJAJAJAJA.
    Se me parte el alma ver a Scott asi de verdad. Se que lo que hizo estuvo fatal pero joder lo suyo ya es martirizarse. Cuando dice que se quedó hasta las 11 en la sala de ensayo solo porque ya nl tenía mas lágrimas que llorar mira ahi he sentido como mi corazón se rompía. Menos mal que aparece Tommy en su rescate y actuan juntos porque si no Scott se me muere en esa semana. Y ya cuando van a ver a sus hermanxs mira mira mira. SHASHA LLORANDO ME LO TATUO EN LA FRENTE. LOS TRES TIRADOS EN EL SUELO MIENTRAS QJE ELLAS LE COMEN A BESOS ES UNA REPRESENTACIÓN GRAFICA DE LO QUE HARÍA YO CADA VEZ QUE LE VIERA. ES UN NIÑO PRECIOSO, ES UN SOLECICO HERMOSO MI SCOTT. PERO LO MEJOR ES CUANDO LO VE ZAYN QUE SE QUEDA LOCO. MI DOS NIÑOS T.T Me parece muy mal que nl haya momento de Zayn y Scott mas a menudo (aun que esperó que ahora que Scott se ha dado cuenta de todo si los haya) porque los pocos que hay son siempre preciosos, tanto sus encuentros como cuando le dice lo de que Mind of Mine es su albun favorito :(((
    Luego Sabrae siendo la puta reina del programa sin ni siquiera participar. Que diosa dios mio. QUE DIOSA. Le podria quitar el puesto a Nicki Minaj y nadie estaria disgustado. Es que tanto en I'm out como en Power me la imagino y me entran los mil males.
    Increible lo que voy a decir ahora pero: Gracias Jake por ser tan sumamente gilipollas de decir delsnte de Scott que no habeis follado porque eso ha hecho que este cante Like I Would y recupere a Eleanor. Enserio gracias.
    El momento en el que Scleanor hablan y se empiezan a decir lo de 'Hola' yo era Tommy totalmente, o sea, parecian tontos los dos. Luego ha venido el regalo de cumpleaños y la carta de Scott y se me ha pasado todo. Y me he puesto a llorar. Claramente. De verdad que les amo, son preciosos. Ojala los sobrinos de Tommy sean de verdad Maliks. Se tendrían asegurarado que saldrían preciosos y listisimos. Aun que bueno con Scott eso ultimo a veces no es muy verdad jajajaja.

    -Patricia

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