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Shout out al equipo de márketing por ese "coming out" |
Love,
Simon es la adaptación cinematográfica del libro que actualmente tiene el
mismo nombre, pero que salió al mercado como Simon vs. the Homo Sapiens agenda. Se trata éste de un libro que yo
no he leído, pero después de ver la película probablemente rompa con mi
tradición de no leer libros cuyas películas haya visto (necesito dormir y soy
mortal, por desgracia) porque realmente la historia de Simon me ha encantado y
quiero saber más sobre él.
En Love, Simon, descubrimos
que el protagonista, Simon, es, como él mismo dice “un chico como tú, pero con
un tremendo secreto”. Ya del propio tráiler extraemos que es gay, así que no
hay nada que nos sorprenda realmente cuando vamos al cine, salvo que no hayamos
visto nada de la historia y simplemente nos metamos en la sala porque no
sabemos que ver. Simon es el típico chico de instituto, podríamos decir el “chico
medio”, en el sentido de que se encuentra justo en el punto de equilibrio entre
ser el rey y el marginado: tiene su grupo de amigos y parece que le va bastante
bien, vive una vida normal, salvo por el secreto que guarda. Secreto que nunca
expone con nadie, hasta que un chico misterioso, llamado Blue, cuelga en el
blog del instituto una confesión que revoluciona a todo el curso: es gay. Simon
comienza a mensajearse con él, y encuentra en Blue un alma gemela, un
rinconcito en el que escapar de la máscara de normalidad que tiene que ponerse
todos los días. Hasta aquí, todo bien: el problema llega cuando una tercera
persona descubre el contenido de estos mensajes, lo que pone a Simon en el aprieto
de obedecerla para que no la saque del armario, o verse expuesto delante de
todo el instituto.
Tengo que decir que tengo sentimientos un poco
encontrados con esta película. A pesar de que me terminó encantando, al principio
tardé muchísimo en conectar con ella. Quizá se deba a que puede que yo no sea
el público al que está orientada, más adolescente; el caso es que había determinadas
bromas y situaciones que no conectaban conmigo y no me terminaban de hacer
gracia, mientras el resto de la sala (abarrotada, por cierto), se descojonaba
mientras yo me quedaba así: 😔.
La presentación de la película es como todas las demás en que la trama gira en
torno a un instituto: vemos a la familia, el protagonista tiene prisa y sólo
come un arándano de la montaña de tortitas con sirope de arándanos, beicon,
huevos fritos, cereales, y zumo de naranja recién exprimido (de verdad a qué
puta hora se levantan los estadounidenses); va a buscar a sus amigos, y
luego nos ofrece una especie de tour por los exteriores del instituto antes de
entrar y encontrarse con el típico profesor peñazo, para finalmente ir a una
fiesta en la que empieza a desencadenarse toda la acción. Nada original en todo
esto, aunque supongo que si es un cliché, es precisamente porque los clichés
funcionan. El caso es que, mientras estaba viendo todo esto, tenía la sensación
de haberlo visto un montón de veces más. No había ni rastro de la película tan
diferente y necesaria que todo el mundo decía que era Love, Simon.
Por supuesto, todo eso cambia cuando empieza la verdadera
acción: después de que un personaje horrible cuyo nombre no recuerdo (ni quiero
recordar, la verdad xd) descubra el secreto de Simon, lo pone entre la espada y
la pared para que le ayude a emparejarse con la chica que le gusta, que
casualmente es amiga de nuestro protagonista. Porque, oye, el personaje éste es
gilipollas perdido, pero no tanto como para no darse cuenta de que con su forma
de ser no habría quien le quisiera. Es precisamente aquí, con alguien escarbando dentro del armario y amenazándolo con
abrirlo de par en par antes de que Simon esté preparado para salir, donde la
película empieza con sus aires frescos y a diferenciarse de todo lo que hayas visto hasta entonces.
Y lo mejor de todo es cómo la película consigue
transmitirte la angustia del personaje. Salir del armario y declararte tal y
como eres es una tarea que no es nada sencilla (yo, por ejemplo, todavía no lo
he hecho con mi familia), y no quiero ni imaginarme lo horrible que tiene que
ser pasar por ese trago cuando no estás preparado, sino porque alguien te
obliga a salir. En ese sentido, la interpretación de Nick Robinson como Simon
es espectacular, puesto que realmente te transmite sus emociones y consigue que
empatices con él, incluso más de lo que lo harías con este personaje, que la
verdad, es un regalo.
Al margen del final, que probablemente te imagines pero
no te quiero destripar, la película en sí es preciosa en el sentido de que toca
temas muy pasados por alto incluso entre los queer. No sólo habla de ese mensaje de “yo no tengo por qué
declararme x; si todo el mundo asume que soy y, no es mi problema”, dándole la
vuelta y llegando a la conclusión de que decir tu orientación real es necesario (por lo menos, así lo veo yo)
para ser quien realmente eres (sientes
que estás viviendo una mentira hasta que no lo dices), sino por la forma en que
trata los miedos que todos tenemos a la hora de salir del armario. Nadie desprecia a Simon por ser gay. Su
sufrimiento y su angustia por cómo se lo tomará la gente se queda en poco más
que pensamientos confusos y pesimistas: todo
el mundo tiene una reacción muy positiva y abierta, algo que necesitamos
muchísimo los que nos encontramos en su situación. Esta película te da la esperanza
de vivir una vida mejor una vez en libertad, apartándose de tantísimas
historias a las que nos vemos sometidos en que a los que no somos
heterosexuales se nos margina por algo que nosotros no podemos controlar. Este
mensaje de valentía, de “atrévete, las cosas van a ir a mejor” es algo
tremendamente necesario para gente que siente que se asfixia; puede suponer la
diferencia entre ahogarse o arriesgarse a salir a la superficie y respirar.
Mensaje aparte, y ya centrándonos en los personajes, es
muy interesante la relación que tiene Simon con sus amigos, que en ocasiones no
se comportan como deberían en el sentido de que no le dan el apoyo que él
necesita. También está muy bien la relación con los padres, el cambio que hay
cuando Simon finalmente les cuenta su verdadera condición: es un buen ejemplo
de cómo, a veces, somos nosotros quienes vemos los cambios en otras personas.
Y lo mejor de todo es el comportamiento del “villano”, por
así decirlo. Hace que le odies durante literalmente toda la película, y si soy
sincera, no consigue redimirse con ciertas acciones del final. A Simon le hace
una auténtica putada y lo peor de todo es que tú te lo esperas, porque es
gilipollas perdido, y no puedes parar de detestarlo. Es bueno tener un
contrapunto de odio en una película que se basa tanto en el amor: hace que no
sea pastelosa ni ñoña, equilibra a la perfección los dos elementos.
Ver esta película en una sala abarrotada de gente me ha
ayudado mucho a sentirme más aceptada por la sociedad. En el final, incluso la
sala prorrumpió en aplausos cuando finalmente se desvela quién es Blue. Aunque
a mí me gustó y a la vez hubiera preferido que fuera otra persona, tengo que
decir que todo eso se vio eclipsado por la felicidad que se respiraba en la
sala al ver a Simon feliz. Fue en ese momento cuando comprendí por qué todo el
mundo estaba tan contento con esa película, porque trata a Simon como a un
chico que está enamorado, más allá de su condición sexual. No lo convierte en
un fetiche ni en ningún experimento, en una minoría incluida para tener
contentos a los que estamos poco representados. Simon es una persona, un protagonista, que se merece
una historia feliz igual que cualquier otro, independientemente de su
condición.
Tenía la esperanza de que esta película me ayudara a
contarle a mi madre mi bisexualidad, pero algo me lo impidió. Supongo que
todavía no me siento del todo preparada, aunque tengo que decir que empieza a
urgirme. Sin embargo, aunque muchísimos queer
hayan salido del armario por ella, y hayan obtenido buenas reacciones, Love, Simon consigue tranquilizarte. No te
presiona a salir. No te hace sentirte obligado. Lo mejor de esta película es,
precisamente, que trata tanto de la aceptación como de la libertad de elegir tu momento.
Lo mejor: lo
diferente que es en cuanto a la salida del armario de Simon.
Lo peor: el
gilipollas que chantaje a Simon, que da grima tanto física como psicológicamente.
Joder, apartadlo de mi vista.
La molécula
efervescente: conocí a Nick Robinson por su papel en Jurassic World, y en Love,
Simon, Nick tiene en su escritorio un juguete de un triceratops. Moraleja:
nos casamos.
Grado cósmico: Estrella
galáctica {4.5/5}.
¿Y tú? ¿Has visto Love,
Simon? Si es así, ¡déjame tu opinión en los comentarios, si te apetece! ❤
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