jueves, 1 de noviembre de 2012

Tengo oídos.

-Podíamos cantarles algo-sugirió Harry, mirando en derredor, estudiando a toda la gente que no apartaba la vista de nosotros. Me encogí de hombros y miré a los demás.
Liam y Louis estaban de pie, cruzados de brazos con el pie contrario al del otro tocándose, mirando en dirección a la puerta por donde en unos momentos saldría Eri, Zayn y yo estábamos sentados en un banco al lado de ellos, también mirando el edificio (yo no dejaba de mirar los cristales tras los que se veía movimiento continuo de gente, en aquella academia con nativos de mi país), y Harry se había sentado en el respaldo del banco entre nosotros, con las piernas rodeándonos, había sacado el móvil y se había puesto a enviar mensajes como loco.
Louis se giró y se lo quedó mirando.
-¿Qué sugieres, Ricitos?
-Una de las nuestras.
Los ojos de Liam botaron: se estaba riendo.
-Gracias por la aclaración, Hazza. No se nos habría ocurrido solos-se burló Zayn. Harry le dio una colleja, divertido; yo eché un vistazo alrededor y descubrí que el grupo de chicas no dejaba de crecer, y que la atención se estaba convirtiendo en euforia.
¿Cuándo explotarán? ¿Aguantarán hasta que llegue Eri?
-Nialler-Liam se había girado, y ahora Louis nos miraba a los dos con las cejas alzadas, curioso-, ¿por qué no entras y descubres de qué parte de Irlanda son?
Negué con la cabeza, cuando habíamos pasado la primera vez por aquel edificio y Eri había levantado un brazo señalando el cartel que ponía Ireland Idiomas casi me dio algo.
No pude evitar ponerme a hacer una versión suave de fangirling cuando me dijo que ella iba a esa academia y que ella había tenido acento irlandés hasta que los americanos comenzaron a contaminarla.
Y ahora habla como Tommo.
Aunque me comía demasiado la curiosidad por aquello, y me encantaría poder preguntarle al que dirigía aquel centro si alguno de sus familiares tenía una banshee (se apellidaba O' lo que fuera, prefijo que, junto con el Mc, te aseguraba la aparición de una anciana fantasmagórica en la noche anterior a tu muerte, y yo tenía muchísimas ganas de saber si la leyenda era cierta, aunque nunca la sufriría en mi propia piel).
-Le pregunto a ella.
-Oh, Niall TimidezAdorable Horan-se cachondeó Louis. Sonreí y me eché a reír. 
El círculo alrededor de nosotros se hizo un poco más estrecho; la gente quería saber de qué se reía One Direction.
-Paul va a matarnos-comentó Liam, observando ese movimiento girando sobre la punta de sus pies. Le sonrió a una chica, la chica se desmayó y él tragó saliva, incómodo.
Detestábamos cuando hacían eso, todos. Nos preocupaban sin motivo, nos preocupábamos sin motivo, sabíamos que despertarían y estarían bien, que siempre chocaban contra algo antes de abrirse la cabeza contra el suelo, frenando así su caída, pero, aun así, siempre era muy chocante que una chica (había auténticas bellezas entre las fans, bellezas que en tu maldita vida te habían hecho caso hasta que salías por la tele, entonces aquellas bellezas se interesaban por ti) se desmayara por el simple hecho de que le habías dedicado un solo segundo de atención.
-Paul no está aquí, Liam. Tranquilo. No nos van a comer.
-Niall-me llamó una. Me giré. Luchó por decirme lo que fuera en inglés, pero yo le solté, para orgullo de los chicos:
-Oh, venga, sabes que entiendo español.
La chica me sonrió, era guapa, muy guapa. Sería un poco mayor que Eri.
-Una vez dijiste que no podías esperar a casarte con una Directioner.
-Y es cierto-asentí. Los chicos fruncieron el ceño, Zayn y Liam se esforzaban al máximo por entender lo que yo decía, Harry escuchaba con atención, y Louis pasaba del tema. Lo único que sabía decir el mayor de nosotros era Hola.
-Bueno, queríamos decirte algo, de parte de todas...
Apoyé los pies en el banco e hice un gesto con la mano, invitándola a seguir.
-¡WORDS WILL BE JUST WORDS, TILL YOU BRING THEM TO LIFE!-clamó todo el mundo, Louis sonrió, negó con la cabeza y le robó el solo a Harry.
-I'll lift you up, I'll never stop, you know I'll take you to another world.
-Everyday, in everyway-replicamos nosotros, y las chicas se pusieron a chillar como locas.
Sin embargo, milagrosamente (o más bien extrañamente) nadie se acercó a suplicarnos un autógrafo o una foto. Tal vez conocieran a Eri. Tal vez supieran de ella incluso antes de que pasara lo que iba a pasar ese fin de semana. Era posible, ¿no? Tal vez, quién sabe.
Un murmullo de disgusto se levantó entre la gente cuando los primeros estudiantes salieron por aquella pequeña puerta, Eri entre ellos. Louis estuvo a punto de salir corriendo en su dirección, pero consiguió contenerse, al fin y al cabo, solo llevaba sin verla desde el domingo.
Aunque la pequeña conseguía que la echaras de menos.
En lo que tardó en llegar a nosotros, recordé el domingo pasado, cuando se quedaron mucho más tiempo del habitual, apoyándonos con los Teen Awards. Recordaba, cuando había llegado a casa, que ella estaba sola, pegada a la radio y leyendo. Había levantado la cabeza, me había sonreído como solo ella sabía, como si llevara milenios sin verme y yo fuera su sol personal y único, su aire necesario para respirar, y murmuró:
-He acabado It.
Nos abrazamos y nos cubrimos a besos, yo me senté a su lado y escuché la radio. Suponía que todos habíamos hecho lo mismo, que nos habíamos sentado con mucha ceremonia al lado de la radio a escuchar a nuestros compañeros. Zayn me lo había demostrado especialmente cuando llamó a la radio.
-Tenemos aquí un verdadero Directioner, se llama Zayn...
-Zayn, ¿eres tú?-pregunté, divertido.
-Yeaaaaaaaaah-replicó Zayn, y yo pensé que me moriría de la risa en ese preciso instante. 
Cuando pusieron una canción y Eri sacó el móvil para grabarla (quise preguntarle por qué lo hacía si Louis tenía que conocerla y podía decirle el nombre o pasársela directamente), inquirí si le había gustado el final del libro.
Negó con la cabeza, triste.
-Es muy triste.
-¿Mueren todos?
Sacudió sus rizos, destellos dorados brillaron por la habitación.
-No. Matan al monstruo. Pero se olvidan. Y no sé qué es peor.
-Que se olviden-repliqué yo inmediatamente. Ella se encogió de hombros y me apretó la mano.
-Preferiría morirme a que me olvidarais, chicos-susurró. Le sonreí.
-No podríamos olvidarte ni aunque quisiéramos.
Me devolvió la sonrisa.
-Tenemos que encontrarte una chica para compartir todo ese romanticismo, Nialler.
-¿Para qué? Tengo a mis españolas. Con ellas me sobra.
Se echó a reír, me revolvió el pelo y chocamos los cinco. Mi pequeña hermana española, la que yo nunca había tenido.
Y luego, inmediatamente, pensé irremediablemente en hasta qué punto ella era nuestra hermana. Recordaba que por la mañana del domingo, un día después de las 10 horas de One Direction en la radio, se había puesto de puntillas y le había susurrado algo a Louis al oído. Él le apretó la cintura, la miró a los ojos y asintió, impasible.
-Lo siento-murmuró ella, azorada. Él bufó.
-Y ahora te disculpas. Y luego el del retraso grave soy yo.
Se echó a reír, los demás levantamos la cabeza y nos los quedamos mirando. No preguntamos, no solíamos hacerlo, podía ser un tema privado entre ellos dos, y lo respetábamos.
-Que estoy con la regla, chicos-se explicó ella. Nosotros asentimos, dejamos escapar algunos ¡Ah! de indicación del final de la curiosidad. Eri sonrió.
El simple hecho de que una chica te hablara de su periodo, aparte de ser un poco... asqueroso, demostraba por encima de todo que ella estaba a gusto contigo, y que confiaba en ti ciegamente.
No recordaba haber oído a Noe o a Alba decírnoslo por propia voluntad (con el asunto de Danielle, Alba no había tenido la necesidad, y Noemí nos lo había gruñido por lo bajo un día en que la amenazamos con tirarla a la piscina con ropa y todo porque se negaba a bañarse).
-¿Qué coño llevas en ese bolso, hija de mi vida?-espetó Louis, mirando con desconfianza el bolso de su novia y sacándome de mi ensimismamiento a la vez. Me levanté, Zayn se levantó tan rápido como pudo, lo suficiente como para desestabilizar a Harry de tal manera que se hubiera caído de espaldas del banco si no fuera por la rapidez de reflejos de Liam. Eri frunció el ceño.
-Un cadáver. Y ahora te doy a ti besos el último, por saludar.
Y así lo hizo, ante el gesto de fastidio divertido de Louis. Nos plantó un par de besos a cada uno en la mejilla, y pensábamos que besaría al mayor en los labios, pero le dio un único beso, también en la mejilla.
-Eh. Quiero mi parte-protestó él, acariciándole la mano.
-¿Qué se dice?
-Por favor.
-Se dice Hola.
Louis sonrió.
-No te voy a saludar.
-Maleducado-replicó ella, pero se puso de puntillas y unió un segundo, solo un segundo, sus labios con los de Louis. Él sonrió.
-Puede ser. Pero gano siempre.
Mientras regresábamos a casa, nos fuimos dividiendo poco a poco en pequeños grupos, como era natural: no cabíamos los 6 en la acera, y la gente tenía que seguir pasando. Además, muchas veces nos deteníamos porque nos reconocían por la calle y nos suplicaban que nos hiciéramos una foto o que firmáramos algún autógrafo, lo que propiciaba que la española se marginara voluntariamente, siempre sonriendo ante la atención que nos prestaban y su relativo anonimato.
Eri se giró y caminó de espaldas a mirarnos mientras subíamos una cuesta.
-Niall, mi profesora es del Oeste.
-¿De qué ciudad?
-Gallway.
Asentí.
-Sé dónde está.
-Habla igual que tú. Me encanta-dio un brinco y volvió a caminar como una persona normal, me eché a reír.
Llegamos a su casa y frunció el ceño cuando le dijimos que la esperábamos abajo, en la calle.
-Dile a tu padre que le echo de menos, ¿vale? Pero que tengo que quedarme controlando a mis chicos-bromeó Louis. Liam alzó una ceja.
-¿Controlarnos?
-¿Tú a ellos?-espetó Eri, incrédula. Louis bufó.
-Es una conspiración, me odiáis, todos lo hacéis.
-Mucho, Lou, mucho-replicó ella, abriendo la puerta del portal con la espalda y mirándonos-. Bajo en diez minutos.
-5-replicamos todos a la vez.
-7-espetó ella.
-5.
-Corre, anda-sonrió Zayn, tecleando con rabia en su teléfono. Eri sonrió, sacudió la cabeza y entró dentro. Sujetó la puerta en el último instante, cuando ya nos estábamos volviendo para sentarnos en el muro, sacó la cabeza y miró al segundo mayor.
-¿Sabes que te cobran una tarifa especial por usar Internet aquí, no?
Zayn y Harry alzaron la cabeza y miraron a Eri con ojos como platos.
-¡Por eso me cobraron en agosto 500 libras!-espetó el primero, mientras Harry se apresuraba a apagar el teléfono (como si no le bastara con simplemente quitar la tarifa de Internet).
-¿Y cómo es que no te extrañó eso, Zayn?-me burlé yo. Zayn se encogió de hombros.
-Pensé que os habíais dedicado a bajaros juegos con mi cuenta de Apple.
-Qué buen concepto tienes de nosotros, tío-replicó Harry, guardándose el teléfono en el bolsillo para evitar posibles tentaciones.
Eri frunció el ceño.
-Yo lo hice una vez.
-Se bajó cuarenta y dos aplicaciones, de las cuales solo tres servían para su iPhone-nos explicó Zayn, negando con la cabeza e imitando a Harry.
-¡El juego de los helados  molaba mucho!
Y cerró la puerta tras de sí. Liam arrugó la nariz.
-¿Acaba de hablar de un juego de helados?
Asentí.
-Sí, tío, si mola muchísimo. Puedes montar tu heladería, y hacer helados con caras y todo.
Louis no paraba de toquetear la pantalla de su teléfono.
-A alguien le sobra el dinero por aquí.
Levantó la vista y sonrió.
-Estoy con el Wifi de su casa.
-¡Qué cabrón! ¡Cómo avisas!-bramaron Harry y Zayn a la vez, volviendo a encender sus teléfonos y buscando como locos el lugar donde se encendía el Wifi.
-¿Habéis avisado a Alba y a Noemí?-pregunté. Harry frunció el ceño y me miró.
-Saben de sobra a qué hora pasamos a buscarlas.
-Hoy tienen aeróbic-replicó Louis, sin siquiera levantar la vista de su aparato. Me apoyé contra la pared y me deslicé lentamente arriba y abajo, aburrido.
-¿Y? Eri se lo salta.
-Puede que ellas no.
Esa vez fue Zayn quien arrugó la nariz.
-¿Por qué no se lo iban a saltar? Si quieren hacer ejercicio que vayan con nosotros al gimnasio.
-No aguantan nuestro ritmo-se burló Liam, sonriendo.
-No todos levantamos nuestro peso más diez kilos, papá-sonreí yo. Liam se encogió de hombros.
-Es cuestión de práctica.
-Es cuestión de aburrirse mucho, ¿qué coño práctica? Yo voy al gimnasio porque me obligáis, porque si no, estaba en casa tirando viendo la tele.
-Qué razón tienes, Niall. Tienes mi voto para las presidenciales de Estados Unidos.
Eri abrió la puerta y nos miró a todos, divertida.
-¿Te presentas a las elecciones, Niall?
-¡Vota a Niall! ¡Comida gratis para todos!-se rió Harry. Todos nos echamos a reír.
-¿Sabéis? El otro día vi un tweet. Obama y Roommey pierden a todos sus electores a manos de Liam Payne porque los tenedores son el futuro.
-¡VAYA QUE SI SON EL FUTURO!-clamó Liam, haciendo el saludo militar. Louis se rió.
-Lo siento, tío, pero yo ya le he prometido a Nialler que le votaría.
-Es la guerra-gruñí por lo bajo. Liam me miró con los ojos entrecerrados, y todos volvimos a reírnos.
Nos encaminamos a casa de Noe y nos sentamos mientras Harry iba a llamar por el telefonillo. Se asomó a la ventana.
-¿Qué pasa?
-¿Cómo que qué pasa? ¿No habíamos quedado en que nos íbamos a Londres?-preguntó Eri, incrédula. Noe abrió la boca.
-¿Hablabas de hoy?
-Claro, joder. Para algo tenemos puente, ¿no?
-Pero si yo pensaba que... íbamos mañana por la mañana.
-Así aprovechamos el tiempo.
-No tengo las cosas preparadas. Y hoy tenemos aeróbic.
-Yo me lo salto.
-Ya, yo no. Tengo que adelgazar dos kilos.
-¿Que tienes que qué?-replicamos todos a la vez, todos salvo Eri, que ya estaba acostumbrada a los constantes deseos de Noemí de modificar tercamente un peso que era de por sí perfecto.
-¿A qué hora acabáis aeróbic?-preguntó Liam a Eri. Ella giró un rato el cuello, que se le había tensado de mirar hacia arriba, y contestó:
-Ocho menos diez.
Bufamos.
-Va a ser muy tarde-musitó Zayn, negando con la cabeza.
-Da igual, si en cuanto salgan las metemos en un avión, llegamos a casa pronto-razonó Louis.
Noemí había sacado medio cuerpo por fuera de la ventana, intentando escuchar nuestra conversación. Liam comenzó a gritarle, histérico, que se metiera para dentro.
-¡A ver si te caes!
-Que me recoja Harry-espetó ella, indiferente, pero obedeció. Apoyó los brazos en la repisa de la ventana y se dedicó a mirarnos-. ¿Qué vais a hacer?
-Vamos a ir a Londres.
-Ahá. ¿Cuándo?
-Cuando acabéis lo que tengáis que acabar.
-Tengo deberes.
-Si no quieres ir, quédate-gruñó Eri-. Tengo público de sobra, van los de teatro.
Noemí frunció el ceño.
-¿No quieres que vaya?
-No te da la puta gana ir, Noemí.
Alzó las cejas.
-Eso es nuevo.
-Vete a la mier...-empezó la otra, dispuesta a pelear, pero Louis se le acercó por detrás y le tapó la boca. Eri empezó a chillar insultos que no se le entendían, mientras Noe seguía observándola con los ojos como platos en una expresión demasiado exagerada.
-Pero si quiero ir. Ir hoy. Tengo otras cosas que hacer, y no me gusta dejarlas a medias-se burló.
Louis dio un brinco y dejó escapar un pequeño grito.
-¿ME HAS MORDIDO?
-¿ME ESTÁS LLAMANDO DESERTORA?
Noe se encogió de hombros.
-¡BAJA AQUÍ SI TIENES LO QUE HACE FALTA Y DÍMELO A LA CARA!
Noemí suspiró.
-No me apetece discutir.
-De puta madre, te rompo la cara sin un arañazo. Baja.
-Mañana.
-A-ho-ra-silabeó la mediana de las españolas en su lengua. Noemí suspiró.
-Te está mirando todo el mundo, Eri. Aunque supongo que eso es lo que te gusta.
Eri la miró un rato en silencio. En su boca se esbozó una sonrisa cínica.
-Me encargaré personalmente de que te mueras siendo una Doña Nadie, no te preocupes.
Noemí bostezó.
-¿Cómo?
-Para empezar, potenciando esa sobreactuación que tienes. Es mala hasta para el metro. Y luego, le diré a Simon que te dedicas a echar currículos por discográficas, y así no te dejará entrar en The X Factor.
Noemí se quedó petrificada, mirándola.
-No te atreverás.
-¿Que no qué? Por favor, Noemí. Que ya nos conocemos. ¿No sabes que puedo ser una cabrona si me lo propongo?
Noe suspiró.
-Iré a verte.
-Me da igual que vayas a verme. Ahora es personal.
-¿No lo es desde siempre?
-Me tienes envidia.
-Chicas-murmuró Liam.
-¿A ti? ¿Por qué?
-Porque tengo todo lo que yo quiero.
-¿Tienes a Taylor?-atacó Noe, burlona.
Eri se giró y miró a Louis. Louis tragó saliva.
-Te acabas de pasar tres pueblos, Noe-le espetó Zayn. Harry asintió.
-Pero mirad cómo no os contesta-se defendió ella desde la ventana. Eri sonrió, se giró a encararla y bramó:
-¿Y tú? Tú ni tienes a Justin, ni tan siquiera tienes del todo a Harry.
Harry y Noe se miraron largo rato. Ella suspiró, se inclinó hacia delante y susurró:
-Cuando salga de aeróbic voy a Londres. No antes.
Cerró la ventana, pero Eri siguió despotricando contra ella.
-Eso, a ver si bajas ese culo gordo que tienes...
-Eri-la llamé. Alzó las manos.
-¿Qué? Mírala cómo está, y aún quiere adelgazar. Ella es la anoréxica, no yo.
Ninguno respondimos, la verdad es que la presión a la que las sometíamos a todas era enorme.
Eri era la que más la había sufrido en el pasado, pero ahora ya apenas la presionábamos para nada: hacíamos las cosas tal y como todos queríamos después de mucho rato hablándolas, debatiendo cada uno de los puntos que las conformaban, luego llevábamos a cabo nuestro plan tal y como lo habíamos hablado.
Probablemente Alba era la que menos presión tenía encima, seguramente porque era la que menos nos pedía y la que más feliz era con lo que ya poseía. Cuando le preguntábamos si quería que le hiciéramos algo especial, algo del estilo de lo que hacíamos con sus amigas, nos miraba largo rato, negaba con la cabeza y nos espetaba: Me soltáis a cantar delante de tanta gente y os juro que os arranco la cabeza.
Como necesitábamos las cabezas para vivir, dejábamos a la chica tal y como estaba.
Ahora, Noe era sin duda la que más presión tenía. Se veía obligada a mantenerse en un segundo plano, obligada a contemplar cómo Eri subía como la espuma en cuanto a popularidad, cada vez más y más arriba, en un descenso imparable que, en cuanto aminoraba un kilómetro por hora su velocidad, nosotros nos encargábamos de empujar hacia arriba.
Era ambiciosa como su amiga, solo que su ambición se había metamorfoseado en otro tipo distinto al de esta. La ambición de Eri ahora resultaba tranquila cuando antes había sido impaciente y calculadora, ahora Eri no tenía que preocuparse de controlar su ambición, pues no se le escapaba nunca ni aunque ella lo pretendiera.
El problema era que estábamos ayudando demasiado a Eri y muy poco a Noe, por lo que la de Noe había pasado de ser creativa e impaciente a destructiva, abrasiva e impaciente. El tipo de ambición que destrozaba todo a su alrededor porque no podía soportar que otros con menores deseos llegaran más arriba.
Eri ni siquiera quería esto, ni tan siquiera lo pidió. Noe lo pide y no se lo damos. Es normal que se cabreen.
Miré a la chica, que iba mirando algo en la pantalla del teléfono de Liam. Negó con la cabeza y él se encogió de hombros.
No se merecían que las separáramos.
Como si hubiera notado que la estaba mirando, alzó la vista y me devolvió la mirada. Me sonrió, yo le devolví la sonrisa, y continué caminando con la vista fija en el suelo.
Zayn se apoyó en la pared del edificio de Alba y tapó el mechero con una mano para poder encender el cigarro sin que el viento extinguiera la llama. Liam se acercó a la puerta y dio un toque a Alba.
-¿Sí?
-Alba, somos nosotros. Baja, anda.
-Vale-baló ella, colgando lentamente.
-Cinco libras a que ella también se raja-murmuró Harry, especialmente para Eri, que era a la que más le gustaba apostar. Ella no contestó, se mantuvo con la vista fija en la puerta.
Louis estaba lo más lejos posible de ella.
Genial, ahora se enfadarían ellos también.
Alba bajó las escaleras a toda velocidad, abrió la puerta y terminó de abrocharse la chaqueta. Besó a Liam en los labios y alzó la mano en nuestra dirección. Miró a Eri.
-¿Qué pasa?
Eri se encogió de hombros.
-Nada, Noemí no viene a verme el sábado.
Alba abrió mucho los ojos, el ceño fruncido.
-¿Y eso?
-Pregúntale a ella.
-Se han peleado-informó Liam, jugando con el pelo de su novia. Alba se giró a mirarlo.
-Se están peleando siempre.
-Esta ha sido gorda-musitó Louis. Eri giró la cabeza y lo miró con tristeza, él apartó la mirada.
No, joder. No hagáis eso. No. Vosotros no podéis hacer eso.
-Seguro que va, Eri.
La interpelada se encogió de hombros.
-Que haga lo que quiera, no voy a obligarla.
-Sabes que puedes contar conmigo.
-Ya.
-Venimos a buscarte-corté, impaciente. Iban a echar un episodio en la Mtv donde le tomaban el pelo a Justin Bieber, y quería verlo.
Alba se apartó el pelo de la cara y nos miró uno por uno.
-¿Pero no vamos mañana?
-Otra igual-gruñó Zayn, negando con la cabeza, dando una calada de su cigarrillo y mirando al cielo. Soltó el humo, que flotó en mi dirección debido al viento. Tosí, Zayn me pidió perdón, le dije que no me importaba, y nos cambiamos el sitio.
-Tengo que ensayar-se explicó Eri. Alba asintió.
-Ya, pero yo quiero ir a aeróbic...
-Vale, os recogemos cuando salgáis-sugirió Liam, mirándonos. Todos asentimos en silencio, al fin y al cabo, Eri empezaba a machacarse al día siguiente con los ensayos, no ese mismo día. Alba sonrió.
-Gracias, chicos. Sois los mejores.
-Ya lo sabemos, pero  mola cuando lo repetís-sonrió Louis. Alba se echó a reír-. ¿Qué hacemos mientras, gente?
Nos encogimos de hombros.
-Dar una vuelta, supongo, ¿no?-murmuró Eri. Louis alzó una mano en su dirección y asintió.
-Suena bien. Total, no falta tanto.
Pero Alba se excusó diciendo que tenía cosas que terminar en casa, y que nos vería a las ocho.
Así que nos despedimos y comenzamos a vagabundear por la ciudad.

Sacudí la bolsa de papel vacía del supermercado y volví a abrirla y mirar dentro, por si alguno de los pasteles salados que habíamos comprado había cambiado de dimensión y viajado desde el mostrador de la panadería hasta aquella bolsa. No hubo suerte.
-Me aburro. ¿Cuánto queda?-preguntó Zayn, fumándose el que era ya el cuarto cigarro desde que nos habíamos sentado en aquellas escaleras.
Harry miró la pantalla del teléfono.
-Media hora.
Zayn bufó, el humo salió de su boca como de una locomotora.
Eri apoyó la cabeza en las piernas de Louis, que estaba sentado un par de escalones por encima de ella, y suspiró.
-Voy a morirme.
-¿Estás enferma o algo?
-Sí, de aburrimiento.
Louis se apartó un poco de ella, ella sonrió y le dijo que volviera, que aquello no era contagioso.
Aunque seguían sonriéndose y gastándose bromas, se veía a la legua que no estaban como siempre. Que algo les preocupaba, que se habían molestado, o lo que fuera, pero ya no se comportaban como siempre.
Porque, si realmente estuvieran bien, se habrían sentado en el mismo escalón y se habrían acurrucado el uno contra el otro, y no se habrían colocado así.
-Deberíamos llamar a Paul para decirle que vamos a llegar tarde.
-Ya se lo imaginará-comentó Liam, sacando el teléfono del bolsillo y mirando la hora. Gimió-.¿No podían salir antes?
-¿Voy a sacarlas?-se ofreció Eri, que era la única que podía entrar en aquel sitio y llegar hasta la sala donde hacían los ejercicios. Liam negó con la cabeza.
-No lo conseguirías aunque fueras, así que quédate aquí.
Eri se encogió de hombros y volvió a apoyarse contra Louis, que no apartaba la vista del teléfono.
-¿Quieres que lo llame yo, Liam?-preguntó este. Liam se encogió de hombros.
-Como quieras, Tommo.
Louis sonrió, miró alrededor, asegurándose de que no había gente cerca y nos invitó a juntarnos. Buscó en la agenda el número de Paul mientras todos nos apiñábamos, puso el manos libres y sostuvo el teléfono en las rodillas. Eri tuvo que apartarse porque el volumen estaba alto, mirando con gesto distraído aquel móvil.
Un pitido.
Dos.
Tres.
-Venga, venga-gruñó Louis.
Todos sonreímos; la impaciencia de Lou cuando llamaba por teléfono era legendaria.
Al cinco, justo cuando le habíamos cogido las manos para que no colgara, Paul respondió.
-¿Louis? ¿Dónde estáis?-ladró nuestro guardaespaldas. Louis se pasó el índice y el pulgar, juntos, por los labios. Todo el mundo callado.
-¿Paul? ¿Eres tú, Paul?-sollozó. Me tapé la boca con la mano, reprimiendo la carcajada que borbotó del centro de mi garganta, impulsada por aquel tono.
-Claro, Louis, ¿qué...?
-Dios, Paul, perdónanos, perdónanos, por favor-suplicó él.
- Pero, ¿qué te pasa?
-Estamos en Las Vegas.
-¡¿OTRA VEZ?!
-Perdón, perdónanos, por favor, es que queríamos celebrar lo de Eri y... Dios, Paul, perdónanos, perdóname, sé que tengo que cuidar de ellos, que para algo soy el mayor, y...
Eri se metió los labios dentro de la boca y empezó a sacudirse mientras yo aplaudía en silencio, y el resto luchaba por mantener la risa. Louis también sonreía, pero se controlaba mucho más que los demás.
-¿Qué ha pasado, Louis?
-No te enfades, Paul.
-No lo haré. ¿Qué pasa? Cuéntame.
-Tengo a Liam al lado, tumbado en la cama. Sobredosis de maría. ¡LE DIJE QUE NO FUMARA, PERO NO ME HIZO CASO!-bramó. Paul iba a decir algo, pero Louis continuó apresuradamente-. Harry se ha fugado con una bailarina exótica, dice que es el amor de su vida y que se van a casar. Zayn ha apostado Buckingham Palace al póker, y lo ha perdido. Tenemos que pagarles 200 millones de dólares, Paul. ¡NO TENEMOS 200 MILLONES DE DÓLARES!-chilló, histérico. Eri se metió el pulgar en la boca y cerró los ojos, las lágrimas se deslizaban por sus mejillas. Liam y Harry se agarraban mutuamente y se balanceaban adelante y atrás, al ritmo de unas carcajadas cuyo volumen era nulo.
-Tranquilo, Louis, lo que pasa en Las Vegas se...
-Eri me ha dejado.
Eri dejó de reírse y se lo quedó mirando, muy seria. Su novio se llevó el índice a los labios.
-Por Elvis Presley. La versión gorda-se pasó una mano por el pelo y dejó escapar un par de sollozos-. ¿SABES LO MAL QUE ESTOY, PAUL? ELVIS PRESLEY. EL DE 40 AÑOS. EL DE BARRIGÓN. QUIERO MORIRME.
-Oh, venga, Louis, seguro que vuelve, ¿la tienes localizada?
-¡NO ME COGE EL TELÉFONO! Tienes que venir a buscarnos, Paul. Tienes que encontrar a Eri y a Harry.
-¿Harry tampoco te coge el teléfono?
-No, pero porque está en la habitación de al lado, con el pestillo echado, disfrutando de su noche de bodas.
-¡Louis! ¡Entra ahí y sácalo de las fauces de esa fulana!
-¡NO PUEDO! ¡LA TÍA SABE TAEKWONDO!
-Pero, ¿cómo cojones...?
-Eso no es todo.
-¿CÓMO NO VA A SER TODO?
-No. No lo es.
Louis me miró.
-Hemos perdido a Niall.
Y colgó.
Rodé escaleras abajo, muerto de risa, mientras los demás llenaban el aire con sus carcajadas. Zayn se levantó, con el milésimo cigarrillo colgando de su boca, y me tendió la mano para ayudarme a levantarme. Cerré los ojos y me dejé caer al lado de los chicos, que miraban el móvil de Louis, que se había vuelto histérico.
-Eres un dios, Louis-comentó Liam. Louis se encogió de hombros.
-Lo sé.
Eri miraba el aparato, distante.
-Y un mentiroso.
-Eso también-coincidió su novio, sin siquiera mirarla.
-Sabes que no te dejaría, ¿verdad?-insistió ella. Louis asintió, la miró y alzó las cejas.
-Por Elvis Presley.
Ella frunció el ceño.
-¿Qué has querido decir con eso?
Louis se encogió de hombros.
-Que no me dejarías... por Elvis Presley.
Eri suspiró, negó con la cabeza y apartó la vista de Louis.
Todos miramos ese movimiento desde la distancia, temerosos de hacer algo y meter la pata o no hacerlo y meterla de todos modos.
Seguimos esperando, matando el tiempo como pudimos, hasta que las chicas salieron. Eri se levantó de un brinco y se encaminó hacia ellas. Noe y ella se miraron un rato, intercambiaron un par de palabras, asintieron al únisono y terminaron abrazándose.
No puedo estar enfadada con dos personas, simplemente, no puedo, me explota el cuerpo si estoy en esa situación, recordaba haberle oído decir en alguna ocasión a mi hermanita. Me eché a temblar, y miré de reojo a Louis, que esperaba detrás de nosotros con las manos en el bolsillo.
Liam entrelazó sus dedos con los de Alba e hizo un gesto con los ojos en dirección a las otras tres chicas que estaban con ellas, chicas a las que ninguno conocía.
-Vamos, señoritas, nos espera un avión.
Noe frunció el ceño, se echó el pelo hacia atrás y negó con la cabeza.
-Pero... tenemos que ducharnos.
Eri puso los ojos en blanco, se giró en redondo y nos miró a todos...
... juraría que luchó por no posar sus ojos en los de Louis, y puede que tuviera éxito.
-¿Tenemos tiempo?
Zayn y Harry se miraron, yo saqué el móvil y miré el reloj.
No, Paul nos mataría. No, teníamos que irnos ya.
-Se nos va a hacer tarde-murmuró Louis, más para él que para los demás. Intercambiamos una mirada, las chicas hicieron lo mismo, hasta que Alba sentenció:
-Nos vemos mañana, ¿vale?
Liam agachó la cabeza, pude ver cómo la nuez de su cuello se movía arriba y abajo cuando tragó saliva, digiriendo las palabras de su chica.
-Nos veremos mañana-cedió, no demasiado convencido. Alba le sonrió, se puso de puntillas y le besó los labios.
-Te voy a echar de menos.
-Yo ya lo hago-replicó él.
-Creo que voy a vomitar-gruñó Louis por lo bajo, de forma que solo yo le oí.
No, Eri también se giró, y le dirigió tal mirada envenenada que podría haberlo deshecho en un líquido viscoso si ella se lo hubiera planteado.
Harry abrazó a su novia, le susurró algo que los demás no alcanzamos a oír, Noe le replicó que ella también, se besaron y se alejaron en la noche, con las otras tres chicas acompañándolas.
-Son cinco-comentó Zayn, curioso.
-Siempre sobra alguien para ser cinco-replicó Eri, deseando que Louis dijera algo.
Lou no abrió la boca, pero por lo menos negó lentamente con la cabeza, sin dejar de mirar la pantalla de su móvil.

Paul casi nos mató cuando aparecimos por el aeropuerto, llevando la gran bolsa de Eri (que en realidad era de Louis, pero como teníamos que ir arrastrándola por la ciudad hasta  recoger a las demás, las dos mochilas de siempre se transformaron en la bolsa de viaje de su novio) tras de nosotros.
Cuando Paul nos vio, no pudo evitar un suspiro y mirar al cielo al ver llegar a Louis sentado sobre la bolsa, con las piernas en alto para no frenarse, acarreado por mí y por Liam, que no parábamos de reírnos porque él se agarraba al asa como si fuera el volante, giraba hacia los lados cuando estaba a punto de estamparse contra papeleras, etc.
Zayn y Eri iban por detrás, Harry delante.
-¿QUÉ PUTA HORA ES ESTA?-ladró Paul, antes incluso de que nosotros abriéramos la boca. Nos encogimos de hombros, Louis se levantó lentamente, temiendo hacer movimientos bruscos y que Paul le atacara, y miró a nuestro guardaespaldas favorito.
-Nos hemos retrasado.
-No me digas-ironizó. Luego, posó la vista en la chica-. Me alegro que no estés con ningún Elvis, Eri.
Ella se sonrojó, Louis elevó las comisuras de su boca de una forma apenas perceptible y la miró.
Ella se puso todavía más roja.
-Tenemos un avión que coger, ¿no?
Paul hizo un  gesto con la mano para que lo siguiéramos.
Unos minutos después, entrábamos en nuestro pequeño avión, que nos llevaba esperando toda la tarde, y ocupamos nuestros asientos de siempre.
Contuve un suspiro de alivio cuando Louis se sentó al lado de Eri, se inclinó hacia delante y contempló el paisaje por la ventana, como siempre hacíamos cuando viajábamos todos juntos.
Eri lo miró, pude ver cómo idolatraba en silencio el azul de los ojos del mayor de todos, cómo luchaba por no suplicarle que la perdonara (Eri no era de arrastrarse, todos lo sabíamos, pero por Louis estaría dispuesta a hacer lo que fuera).
Perdió su batalla interna.
-¿Quieres ponerte tú en la ventana?
Vaya, pues no la perdió.
Las chispas saltaron entre ellos cuando Louis alzó la vista y se hundió en los ojos de ella.
Bésala. ¡Bésala!
¡PÍDELE MATRIMONIO, CÁSATE CON ELLA, VENGA, BÉ-SA-LA!
-¿Puedo?
Eri se desabrochó el cinturón, pasó las piernas sobre las de Louis y se apoyó en el respaldo del asiento de delante mientras Louis intercambiaba el sitio con ella.
-Gracias, nena.
Ella le dedicó una sonrisa triste, se sentó en el antiguo sitio de su novio y abrió una revista, cuyas hojas no dejó de pasar a una velocidad infernal hasta que la luz de los cinturones se apagó.
Harry se levantó de su lado y dijo que se iba a tumbar detrás de nosotros, Louis y Eri lo miraron y le dijeron que estaba bien.
Zayn rebuscó en la bolsa de la chica en busca de las permanentes cartas que siempre llevábamos encima. Negué con la cabeza cuando me ofreció jugar, se encogió de hombros y repartió cartas para él y para Liam mientras en los asientos de delante ellos seguían en silencio.
Me mataba aquel silencio, en serio. Eri y Louis, ¿enfadados? Aquello era antinatural.
Era como Harry rapado al cero.
Como Liam comiendo sopa con cuchara. ¡Con cuchara!
Como Zayn quitándose todos los tatuajes y dejando de ser tan cariñoso.
Como yo dejando de tener hambre y de amar la comida.
Como... bueno, como Eri y Louis cabreados.
Estaban hechos el uno para el otro, encajaban a la perfección, ¡venga! No podían estar enfadados. Tenían que estar juntos, siempre felices. Si ellos no estaban contentos, ¿quién lo iba a estar de los ocho?
Decíos algo, por favor, empezad a gritaros ya, esto es insoportable, supliqué para mis adentros, sin mover siquiera los labios. Por favor, discutid ya, cuando os gritáis siempre acabáis besándoos y diciéndoos que os queréis. ¡Gritad, por favor! ¡Por favor!
Miré a Harry, que se había puesto los auriculares y sacudía la cabeza al ritmo de una canción sin identificar, mientras que tecleaba en la pantalla de su teléfono a una velocidad abismal.
¿Jugando a Pasapalabra, tal vez?
Bromas aparte, lo de los auriculares era una buena idea. Podría... llenar ese silencio, solo interrumpido por el susurro de las cartas al moverlas Liam y Zayn, o los suaves ronquidos de Paul, unas filas más allá (siempre se sentaba en la parte de delante del avión porque se ponía muy nervioso cuando este se movía demasiado, y prefería no arriesgarse a esperar el fin de las turbulencias para cambiarse el sitio).
Busqué el iPod, conecté los auriculares y lo sacudí, esperando que este me regalara la selección de canciones tan buena que tenía en su interior.
Estaba escuchando a Justin cuando la cabeza de la española se asomó por encima de su propio asiento y miró a Liam y Zayn con infinita curiosidad.
-¿Quién gana?
Liam consultó la libreta donde se mostraba un desfile de palitos siguiendo a los nombres de los dos.
-Zayn, por dos partidas.
Eri asintió, contempló varios juegos y negó con la cabeza cuando le dije que si quería le cambiaba el sitio para que pudiera jugar con ellos.
Harry se quitó uno de los auriculares y se dedicó a escuchar.
-¿Y Louis?-preguntó Zayn. Eri se mordió el labio inferior, miró a su compañero, se revolvió incómoda en el asiento y susurró:
-Está escuchando música.
Todos asentimos, incluso Harry lo hizo imperceptiblemente.
-Habla con él-le aconsejó Liam, preocupado por la mirada perdida de ella. Eri se lo quedó mirando.
-¿Ayudará?
-Hablando se entiende la gente, ¿no?
Ella se encogió de hombros.
-Creo que sí.
Se dio la vuelta y se deslizó suavemente por el respaldo de su asiento.
Me volví a colocar el auricular que yo también me había quitado... pero paré la música.
Quería oír lo que se decían.
Siempre molaba lo que se decían, eran cosas tan bonitas...
-Louis-le llamó ella, poniéndose de lado y tocándole el brazo. Louis se la quedó mirando, se quitó un auricular y murmuró:
-¿Qué?
No fue un ¿qué? borde, ni un ¿qué quieres? Sabes que estoy enfadado contigo. Simplemente fue un ¿qué? de curiosidad. Casi noté un deje preocupado, esperanzado, en su voz.
-Perdóname-susurró ella. Louis frunció el ceño, se quitó el otro auricular y detuvo la reproducción. Iba a decir algo, pero Eri se le adelantó-. No quiero que estés enfadado conmigo.
El ceño de Lou se hizo más profundo.
-No estoy enfadado contigo, nena.
Si yo fuera ella, habría suspirado.
Pero ella se preocupó todavía más.
-Entonces, ¿qué te pasa?
Louis suspiró.
-No estoy... enfadado. Solo... un poco molesto. Se me pasará-se encogió de hombros y volvió a mirar por la ventana.
-No quiero que se te pase-musitó ella. Louis giró la cabeza y la miró.
-¿Sabes por qué?
-Porque te quiero.
Él le sonrió.
-Yo también te quiero.
¡SÍ, KARMA, ASÍ ME GUSTA, PONIENDO A CADA UNO EN SU LUGAR!
-Pero, ¿por qué estoy molesto, a ver?
Ella lo miró largo rato en silencio, sorprendida. Aproveché para revolverme un poco en el asiento, mirar disimuladamente hacia atrás (había decidido fingir que dormía para que Liam no me echara la bronca por espiar a la pareja de una forma tan desvergonzada) y ver cómo Harry posaba la vista en sus rodillas y las estudiaba como si fueran lo más interesante del mundo, la espalda apoyada contra la ventanilla del avión y el cuerpo estirado sobre los tres asientos, cuyos reposa brazos había retirado. Me giré en el momento justo en que Louis volvió a hablar... en el momento justo en que Harry comenzó a teclear mucho más rápido de lo normal.
-Piensa.
Eri negó con la cabeza.
-Louis, sabes que tú...
-Di su nombre-replicó él, tajante.
-Por lo de Taylor.
Él asintió.
-Sé que para ti es importante, pero... entiéndeme tú a mí, nena. Eres una de las personas más importantes de mi vida, y es muy duro ver cómo esa persona te dice que te quiere por encima de todo lo demás, pero luego no defiende su amor frente a otros.
-Pero si yo...
-Espera, espera, déjame acabar, ¿vale?
-Está bien-concedió ella. Louis se apoyó en el asiento y le acarició la mejilla.
Bésala. Bésala. Ahora.
-Ponte en mi lugar-le dijo en un tono tan suave, tan dulce, que era una declaración en toda regla. Sentí cómo me sonrojaba yo mismo, pensando en que si alguna vez alguien me hablaba así, no podría esperar a pasar el resto de mi vida con ella-. Sé la segunda, solo por una vez en tu vida.
-No eres el segundo-se quejó ella. Louis sonrió.
-A veces lo soy.
-Reconozco que antes pudiste serlo, ¿vale, Lou? Seré sincera: hubo una época en la que, cuando te conocía, aún seguía teniendo a Taylor el primero en mis prioridades, pero ahora ya no es así. Entiéndeme, Lou. Escucha lo que te dice el corazón-qué bonito, joder, cómo se notaba que la cría leía-. Sabes que eres el primero. Eres el único.
-Sientes cosas por él que por mí no.
-Puede que a él le idolatre. Pero a ti te amo. Es contigo con quien quiero pasar mi vida. Es a ti a quien el di mi virginidad, algo que tú siempre vas a tener y que yo ya no podré dar a nadie más, ¿recuerdas?-Louis sonrió, asintió lentamente, y fue a decir algo, pero ella le posó el índice en los labios-. Te quiero, Louis. ¿Cómo no te voy a querer? ¿Cómo podría ser tan imbécil de no quererte, si eres un amor de criatura? Mírate. Estás todo el día haciendo que los demás nos riamos, no importa cómo estés tú. Estás todo el día cuidando de mí, y te importa una mierda si tú estás enfermo-llevó las manos de él hasta su muñeca-. Mira la pulsera. Mira el anillo, ese que no me quito nunca. No podría cambiarte ni aunque quisiera, Louis. Y no quiero.
-Y todo eso que me estás diciendo ahora, ¿por qué no se lo dijiste a Noemí cuando te soltó lo de Taylor?
Eri sostuvo el rostro de él entre las manos de ella.
-Porque quiero a una estrella, ¿sabes? Pero no puedo amar a un hombre. Ya tengo el corazón ocupado. Solo tengo sitio para Taylor en el apartado fan de mi corazón. El resto es todo tuyo.
Louis le sonrió.
-¿Ya no eres fan mía?
Eri se echó a reír.
-Sí, claro, pero, ¿no te parece que es más importante que sea tu novia a que sea tu fan?
Louis se encogió de hombros.
-Mientras sigas siendo mía...
Liam sonrió, Zayn sonrió, yo sonreí.
-¿No quedamos en que siempre?
-Me suena a poco.
-Es lo que hay-se encogió de hombros Eri-, lo tomas a lo dejas.
-No me gusta dejar las cosas a medias, ya sabes.
Ella se inclinó hacia él.
-Pero si no lo haces nunca.
Él estudió su boca, sus ojos gritaron que sus labios la echaban de menos. Se inclinó hacia ella, pero ella se echó un poco hacia atrás, él sonrió.
-Louis.
-¿Mm?
-Prométeme que la próxima vez que te enfades conmigo, vamos a hablarlo, ¿vale?
-Vale.
-¿Me lo prometes?
-Te lo prometo.
Y, por fin, se besaron. Zayn se inclinó hacia delante y nos miró a Liam y a mí, Harry se echó hacia delante y asomó la cabeza para verlos.
-Te he echado de menos, pequeño-murmuró ella.
-Yo también, amor-replicó él.
Asomé la cabeza en el hueco entre los asientos.
-Pues yo, ni os cuento. Me debéis 2 horas de carcajada, así que, ¡venga!
Ellos dos se echaron a reír, Eri palmeó el asiento a su lado y yo corrí a sentarme allí.
Louis asomó la cabeza por encima de su asiento y miró a Harry.
-Ya puedes dejar de fingir que estás escuchando música, Harold.
Todos nos echamos a reír.

Decir que un cúmulo de emociones encontradas nos embargó cuando entramos otra vez al escenario donde empezó todo, donde nos conocimos y nos hicimos tan amigos, sería quedarse corto. Muy corto.
Eri caminó de espaldas, de lado, y caminó normal, sin apartar la vista de aquel escenario que parecía devorarte con solo mirarlo.
Le quedaban dos días para actuar allí.
Dos días para la fama, la gloria que ese escenario podía darte.
Simon fue el último en llegar a aquel lugar, recorrió los asientos del público, calculador, y sonrió.
Diez minutos después, nos condujo hasta su despacho, y nos hizo sentarnos en unas sillas frente a su mesa, y tendió la mano para ver la lista de las canciones que Eri había preparado.
Pasó los ojos por ellas, curioso y concentrado a la vez.
-Britney...Gaga...-asintió, alzó la vista y le lanzó el folio a Eri-. ¿Te gusta Michael?
-Tengo oídos, Simon-replicó ella. Él se echó a reír.
-Quiero algo de Michael. Y que los chicos te sugieran algunas canciones.
Todos asentimos.
-¿Ya has enviado la lista a los diseñadores?
Ella se puso pálida.
-No me acordé.
Liam le echó una mano.
-Nosotros ya la teníamos, así que la enviamos por correo a Tea.
Simon volvió a asentir.
-Cuando tengáis la versión corregida volved a mandárselos a Tea. Ya tiene la mayoría de la ropa, luego tendrás que ir a probártela, Erika.
-Vale-asintió ella.
-Y ya tenemos las coreografías de todas las canciones, así que tendréis que elegir rápido las canciones para ella, chicos-nos apremió-. Cuanto antes las tengáis antes podrá ella ponerse a trabajar.
Todos asentimos al unísono.
-He estado echando un vistazo al correo que me mandaste con la idea para los entreactos, Eri-comunicó él, volviendo a coger el papel. Ella volvió a asentir.
-¿Y qué?
-Me parece fantástica, la verdad. Así que tendrás que ponerte a ello ya mismo. Ya he hablado con los chicos para que te lleven a hacer un poco de ejercicio-ella frunció el ceño, y Simon se apresuró a aclarar las cosas-. No me malinterpretes, estás estupendamente, tienes buena figura. Lo que necesitamos ahora es darte fondo físico, para que puedas cantar y bailar mejor, ¿sabes?
Ella asintió lentamente, no demasiado convencida con la idea.
-Vas a hacer un número de Musical.
-¿Puedo elegirlo?
-¿Te crees que voy a hacer yo todo tu trabajo?-espetó él, sonriente. Ella negó con la cabeza-. Bien. Elígelo. Mételo en la lista con las otras canciones de los chicos, y mándamelo por correo, ¿quieres?
-Claro.
-Ahora largaos, tenéis demasiadas cosas que hacer como para poneros a gandulear en mi despacho.
Nos levantamos al unísono y nos apresuramos a la puerta; Simon tenía el día de cazador, y podía llegar a ser muy cruel cuando se le cruzaban los cables.

-Más rápido, muñeca-exigió Louis, apoyándose en la barra de la máquina de correr y mirando la pantalla que indicaba la velocidad a la que iba la chica.
Eri se detuvo un momento, tiempo más que suficiente para caerse de la cinta. Liam dejó caer las pesas en su apoyo, Zayn y Harry se incorporaron rápidamente, dejando a medias su competición de flexiones, yo di un paso reflejo en su dirección, preparado para coger a nuestra estrellita a la velocidad de la luz; incluso Louis deslizó los ojos a sus pies.
Justo cuando iba a caer, recuperó la distancia con un par de zancadas, igual que un ninja.
-¿Qué me has llamado?-espetó. Louis sonrió.
-Muñeca-repitió. Eri sacudió la cabeza, sonriendo cínicamente y murmuró que no se lo podía creer.
-No vuelvas a hacerlo.
-¿Por qué?-inquirió Harry. Louis sonrió.
-La muñeca no lo soporta-replicó, en ese momento entendí su juego. Quería picarla para que diera el 100 %.
Todos notamos que se cansaría rápidamente cuando se subió a la cinta, de un salto, con la agilidad y gracilidad de una gata. No pude por más que admirar aquel movimiento, pensando si estaría chuleándose o sería algo natural en ella.
-Que no. Me llames. Así-gruñó ella. Louis alzó las manos al aire.
-¡Vale, vale!-se separó de ella, dándole la espalda. Eri resopló, contenta de que la dejara en paz-...muñeca.
-¡CORRE, TOMMO!-bramó, lanzándose a perseguirlo, luchando por atraparlo.
Corrieron por toda la sala del gimnasio bajo nuestra atenta mirada, él poniendo cosas en el camino de ella y ella esquivándolas como podía, a veces con una gracilidad que recordaba a su salto de la cinta, y otras con torpeza. Chocó varias veces contra los obstáculos que Louis le ponía, pero ella rápidamente se levantaba y recuperaba la distancia perdida.
Louis se giró y se detuvo en seco; Eri iba a tanta velocidad que chocó contra él, y Louis dio un par de pasos atrás para no caer.
-¿Ves cómo sí que podías?
Eri negó con la cabeza, divertida, apartó la cara cuando él se inclinó a besarla, pero Louis la tomó de la mandíbula y la obligó a mirarlo, a ponerle los labios a tiro, a dejarle devorar su boca.
Eri regresó a la cinta y se subió a ella con el mismo salto de antes.
-¿Cómo estás?
-Matadme.
Liam sonrió.
-Canta algo.
-¿Para qué? Me estoy muriendo. No me apetece cantar.
-Porque tendrás que cantar-replicó Zayn. Ella suspiró.
-¿Qué os canto?
-Lo que te dé la gana.
Empezó a cantar Live While We're Young... en español.
Pensé que me moriría de amor con la forma en que hablaba. De veras.
Más tarde, en el vestuario, ella se empeñaría en largarse con nosotros.
-¿Qué quieres, niña? ¿Una orgía, o algo?-se burló Zayn. Ella le dio un codazo.
-Necesito consejos. Y me los vais a dar.
-¿Quién lo dice?
-Lo digo yo.
Aunque al principio a mí me daba un poco de vergüenza, terminó no importándome cambiarme de ropa con nuestra hermana al lado. Ella entró la primera a ducharse, salió envuelta en una toalla y nos hizo un gesto con la cabeza indicándonos que ya podíamos ir.
Se tapó los ojos y se giró cuando Harry se quitó la toalla que le cubría la cintura, la enrolló y le pegó con ella.
-¡TÁPATE, HARRY, POR DIOS!-gritaba ella entre risas, corriendo a ciegas de un lado a otro.
Tuvimos que coger al Ricitos entre los cuatro y arrastrarlo hasta las duchas.
Cuando salimos, Eri ya tenía puesta una camiseta, y se estaba  colocando los vaqueros. Se sentó de espaldas a nosotros, para no incomodarnos, y nos pusimos a bromear los unos con los otros mientras nos vestíamos.
-Puedes girarte, eh, Eri-comentó Louis, burlón. Ella se encogió de hombros.
-¿Para qué? Ya te tengo muy visto.
-Para ver a Niall.
Noté cómo me sonrojaba.
-Pobre Nialler, seguro que se ha puesto rojo.
-Sí, la verdad es que sí-repliqué, divertido. Ella se encogió de hombros.
-Tampoco te creas que tienes mucho que perder con Louis, eh.
Louis se acercó a ella.
-Gracias, mi amor. Da gusto vivir contigo.
Ella se echó a reír.
-No, Eri, ahora en serio-dije yo-, si te quieres girar, no me importa. Tampoco tengo nada que no hayas visto ya, ¿no?
Era mi hermana pequeña, mi pequeña española. Era como de la familia, aunque fuera una chica, era ya una parte vital de la banda, de todos, de mí.
Ella volvió a encogerse de hombros.
-Prefiero no ser yo la primera chica la que veas desnuda, Nialler. Le dejaré ese privilegio a tu futura esposa.
Todos nos miramos, confundidos.
-¿Qué?
-Oh, venga, ¿de verdad os creéis que voy a miraros desnudos sin dejaros verme a mí en bolas? No, ni de coña. Sería injusto.
Nos echamos a reír.
-Te quiero, Eri-le dije. Noté su sonrisa en su tono de voz.
-Oh, yo también. Os quiero a todos. ¿Sois, o no sois mis hermanos?
Fuimos a abrazarla, y ella se dejó hacer.
Al fin y al cabo, era nuestra hermana.

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