domingo, 6 de enero de 2013

Mi hígado se va a acordar de esta noche.

Liam cerró la puerta y se giró en redondo en dirección a las chicas mientras nosotros todavía pugnábamos por sujetar a Louis, que ahora no gritaba, sino que intentaba agarrar el pomo de ésta y salir corriendo a arrancarle la cabeza a Max.
La verdad es que no podía culparle.
-¿Estáis preparadas, chicas?-inquirió. Noe y Alba fruncieron el ceño, Eri no se apartó de la ventana.
-¿Para qué?-preguntó la mayor de las tres.
-¿No queríais ir a la entrevista con el de la radio?
Sus ojos se iluminaron, chillaron sendos síes y rápidamente se levantaron.
Pero el fantasma de la amistad que habían mantenido antes de conocernos se cruzó con ellas, que se giraron, y se quedaron mirando a la mediana.
-¿No vienes, Eri?
Louis se giró en redondo, como atendiendo una llamada que solo él pudo escuchar, en cuanto Noe pronunció el nombre de su chica. Eri las miró y negó con la cabeza.
-No, yo a ese tío no lo conozco de nada. Sería raro-se encogió de hombros-. Id y pasadlo bien.
-¿Quieres que nos quedemos?
Negó con la cabeza.
-No, estaré bien.
Las chicas se miraron y se encogieron de hombros, al fin y al cabo, poco podrían hacer por consolar a nuestra pequeña. El único que podría consolarla no estaba en condiciones de hacerlo, demasiado ocupado queriendo destrozar a aquel que le había hecho daño a su española predilecta.
Aquel que podía consolarla, al margen de su estado de ánimo, cruzó la estancia y se acercó a ella. Paul se situó al lado de la puerta con los brazos cruzados.
Louis la tomó de la cintura y la pegó contra él. Colocó su dedo índice en su mentón y la obligó a mirarle a los ojos.
-Dejadnos solos, chicos-nos pidió. Eri pestañeó, perdida en el azul de los ojos de mi amigo, y no dijo absolutamente nada. Paul empujó la puerta y esperó a que saliéramos todos para hacerlo él también-. Id tirando, ahora os alcanzo.
Fruncí el ceño, me giré y los contemplé a ambos. Parecían perdidos en su propia burbuja, tenía la sensación de que se estaban comunicando sin necesidad de palabras, leyéndose la mente el uno al otro.
Palpé mi cazadora vaquera, comprobando que el paquete de Marlboro seguía allí. Joder, necesitaba fumar, tomar aunque fuera una calada. Pero, claro, en España no se podía fumar en ningún edificio. De puta madre.
Harry asintió con la cabeza y tomó la mano de Paul, tirando de ella para cerrar la puerta. Paul nos miró.
-Esperaré a que salga, conociéndole se olvidará rápidamente de lo que tiene que hacer.
Niall y yo asentimos, aún aturdidos por lo que acababa de pasar.
Era la primera vez que teníamos que meternos entre Louis y otra persona para que Louis no le diera una paliza a alguien. La primera vez que Louis sentía la necesidad de darle una paliza alguien desde que nos conocíamos, por otra parte.
Nos había hecho un rápido resumen de las peleas legendarias en las que había participado en Doncaster, y una cosa estaba clara: nunca había sabido parar, cuando alguien lo cabreaba lo suficiente como para desear destrozarlo, se lanzaba sobre su oponente como un perro rabioso y no entendía de reglas de juego. Tenía que ganar. Como si había que pegar un par de navajazos para ganar (aunque nunca lo había hecho).
Nos había comentado que una vez tuvieron que cogerle a él y a Stan entre diez para que no se cargaran a un tío solo porque había intentado forzar a una amiga suya. Y él y Stan habían esperado pacientemente a que el chaval bajara la guardia, emborrachándose el tío como nunca en su vida, para ir a por él. Louis no estaba orgulloso de lo que hizo aquella noche.
Pero sí lo estaba de saber que era capaz de amargarle la vida a alguien que hiciera daño a aquellos que le importaban, y ya nos había avisado de aquello la noche de los Juegos, la primera noche en que se metió en la cama con ella.
-Ya es oficial. Ahora mataré al que le haga daño.
Todos le habíamos mirado y habíamos sonreído, y habíamos preguntado, divertidos:
-¿Incluyéndote a ti?
-Si pudiera matarme dándome una buena paliza, sí-reflexionó, se encogió de hombros y dio un trago a su cerveza.
Y, sin embargo, Eri había conseguido lo imposible.
Que echara abajo el hotel con todos los que había dentro solo para cobrarse su venganza.
Que se calmara y consiguiera establecer un nuevo orden de prioridades.
Sería una hazaña de la que tendríamos que informar a Stan, siempre preocupado por saber si el Tommo necesitaba unos puños extra para romperle la mandíbula a alguien.
Nos metimos en el ascensor, pero no marcamos el piso.
Liam dejó a su espalda deslizarse lentamente hacia abajo por la pared del ascensor; tanto, que Alba tuvo que tirar de él hacia arriba. Se besaron rápidamente.
Niall miró el reloj.
-¿Y si nos vamos?
-Si no esperamos a Louis, sabéis lo que hará, chicos-murmuró Harry, con voz cansada, pasándole un brazo por los hombros a Noe y estrechándola contra él.
Parecía muchísimo más pequeña, tierna y frágil cada vez que se abrazaban. ¿Cuánto le sacaba Harry? ¿25 centímetros, 30? Dios. Eran una pareja muy mona.
-¡CERRAD LA PUERTA!-bramó el mayor de nosotros, corriendo como loco desde el fondo del pasillo. Paul le seguía, pero cada vez la distancia entre ellos crecía, y la distancia entre Louis y nosotros menguaba. Marqué rápidamente la planta baja y dejé el dedo sobre el botón de abrir las puertas, esperando que Louis no pudiera pasar.
Pero lo hizo, se lanzó hacia delante y consiguió pasar, como si fuera un ninja, un segundo antes de que el espacio que había dejado la puerta fuera demasiado estrecho para él. Tras chocar contra Niall y Alba, y pedirles perdón, se apoyó en sus rodillas y suspiró.
-Jo-der-gruñó por lo bajo, recobrando el aliento.
Oímos los gritos de Paul y los puñetazos que le estaba propinando a la puerta del ascensor, exigiéndonos que abriéramos.
-Pobre Paul-observó Noe, mirando hacia arriba, hacia el lugar del que provenían los sonidos, como si pudiera ver a través del acero y contemplar a nuestro guardaespaldas desquiciarse-. No le pagan lo suficiente para encargarse de cosas así.
-No hay dinero en el mundo que pague los ataques de nervios que causamos cada dos por tres-me burlé. Todos nos echamos a reír, Louis, a su manera, ocupado en conseguir oxígeno.
No supimos qué le había hecho Eri a Louis, pero durante la entrevista no mostró signo alguno de su cabreo monumental de hacía unos minutos. Las chicas se retiraron a un discreto segundo plano mientras Xavi grababa nuestra conversación.
Mientras Harry se afanaba en explicar en qué sonaba diferente Take Me Home, Liam levantó la cabeza y miró a las chicas un segundo. Le dio un codazo a Louis, que escuchaba al más pequeño atentamente. Louis frunció el ceño, molesto por la interrupción, y miró en dirección a las chicas.
Niall también giró la cabeza y sonrió, así que me vi en la obligación de mirar a nuestras españolas.
Se sujetaban mutuamente las manos, sin parar de dar brincos sobre sí mismas en silencio, y se mordían los labios para no ponerse a chillar. Sus ojos no se separaban de su compatriota, que de vez en cuando las miraba y les dedicaba una sonrisa.
-¿Es famoso este tío, o algo?-le susurré a Niall, que se encogió de hombros.
-Eso parece, ¿no? Si no, no se pondrían así.
-Tal vez cante.
-Puede ser.
A las chicas casi les dio algo cuando Xavi se acercó a hablar con ellas. No perdieron un segundo, sacaron a las fans que llevaban dentro, y suplicaron por una foto y un autógrafo.
Cabe añadir que casi tiraron el ascensor abajo con sus saltos cuando, con la Blackberry de Noe, miraron sus menciones y vieron que les había seguido.
-Cht. Pobre Eri-Noe negó con la  cabeza y alzó el móvil en alto, sacudiéndolo como si de un trofeo se tratara-. Lo que se ha perdido.
-¿Te sigue Naya Rivera?-sonrió Louis.
-No-Noe negó con la cabeza-. Pero me sigue Justin.
-A ella sí-Louis asintió-. Me lo recuerda cada quince minutos. Más o menos.
-¿De veras?-Alba se echó a reír.
-Oh, ya  lo creo. Llega a casa y dice: Louis, me sigue Naya Rivera. Estamos comiendo y suelta: me sigue Naya. Está en el ordenador y me dice: Mira, Lou, voy a enseñarte algo. Y entra en el perfil de Naya y señala lo de te sigue. Y yo en plan, claro, nena, muy bien. Déjame dormir, hostia.
Nos echamos a reír.
-Hace fangirling. Conmigo delante. Me preocupa mucho que no se corte un pelo, la verdad-se encogió de hombros.
-Hay confianza.
-La confianza da asco a veces-comentó Alba-. A mí me siguen los de Big Time Rush y no me doy un pijo de importancia.
-Porque se lo supliqué yo-le recordó Liam. Alba sonrió, asintió y se puso de puntillas para darle un beso en la mejilla.
-La confianza no da asco nunca cuando es entre un hombre y una mujer-corrigió Harry. Todos lo miramos.
-¿Por qué en las raras ocasiones en que este chaval abre la boca dice verdades como casas?-espetó Louis, frunciendo el ceño y mirándole con los ojos entrecerrados.
-Porque tiene más tiempo para pensarlas-Niall sonrió-. Si hablara tanto como tú, terminaría diciendo las mismas gilipolleces que tú.
Louis abrió la boca y los ojos, luego la cerró y sacudió la cabeza.
-Te acordarás de esta, Niall de las Praderas Verdes. Te vas a acordar de esta.
Sorprendentemente, la chica no estaba llorando en un rincón. Se había sentado en el sofá con uno de nuestros portátiles y se dedicaba navegar por Internet, aburrida de la vida.
Louis se acercó a ella y le besó el hombro, zalamero.
-¿Quieres  dar una vuelta?
-Estoy vaga-susurró, estirándose-, pero si te apetece...
-Nah, me da lo mismo.
Liam y Alba fueron los primeros en marcharse. Harry tuvo que esperar a que Noe encontrara un atuendo nuevo que vestirse.
Después de tiempo debatiendo, Niall decidió bajar corriendo a un McDonal's y subir comida. No nos dábamos cuenta de que podíamos pedirle a alguien que fuera a por ella.
Louis siguió besándole el hombro desnudo a Eri, cada vez más lentamente.
-Nena...
-Mmm-replicó ella, sin dejar de mirar la pantalla.
-Por qué no lo dejas un poco, ¿eh? Quiero hablar contigo.
Eri sonrió y negó con la cabeza.
-No puedo, estoy ayudando con un Trending Topic.
-Ajá-le mordisqueó la oreja-. ¿Y no puede ser en otro momento?
Eri suspiró y lo miró.
-¿Qué pasa?-inquirió, bajando la tapa del ordenador lentamente. Louis la miró a los ojos.
-¿Qué oíste?
-Lo suficiente.
-¿Queréis que me pire?-sugerí, ellos me dirigieron tal mirada que supe que no recordaban que estaba allí. Negaron con la cabeza, y yo me encogí de hombros. Me levanté y fui a la terraza, decidido a aliviarme un poco con un buen cigarro.
Y de paso, dejarles un poco de intimidad a los chicos.
Pero no la suficiente como para no enterarme de lo que hablaban. Siempre molaba espiar.
-Escúchame, nena-Louis se deslizó por el sofá a su lado y le tomó las manos-. Quiero que sepas que mataré a Max en cuanto lo vea. Te lo juro. No voy a dejar que nadie te insulte.
Eri negó con la cabeza y le acarició la mejilla.
-No importa. He estado pensando en eso, y no merece la pena, Lou. De veras. Déjalo estar.
-Pero no quiero que esto siga. Que se metan conmigo, me da igual. Como si me quieren cortar un brazo.
-No, un brazo no-replicó ella, divertida. Louis sonrió.
-Está bien, pues una pierna. Me defenderé, pero si es por ti, prefiero que me corten a mí una pierna a que digan nada sobre ti. Eres lo que más quiero. Lo sabes.
Eri asintió lentamente.
-Sí-susurró con un hilo de voz.
-No voy a dejar que nadie te ponga triste. Te lo juro. Te lo prometo. Quiero que seas feliz, que estés a gusto contigo misma. Yo no comparto lo de que estés conmigo por la fama, y menos lo de que seas una zorra. Si quisieras mi fama, con pedirla te bastaba. Fui yo el que te puso en el foco, no tú la que lo pediste. No eres una zorra, pequeña-Louis negó con la cabeza, clavando sus ojos en ella. El humo bajó por mi garganta.
Eri asintió lentamente.
-Eres perfecta. Ya te lo he dicho más veces, seguramente estés cansada de oírlo, pero yo no voy a dejar de repetírtelo. Eres perfecta, y no quiero que cambies. Tendrás defectos, vale, pero son pequeños, y son lo que más loco me vuelve de ti. Me encanta que te cabrees por nada. Que tengas los pies helados cuando vamos a la cama y los acerques a los míos para que yo te los caliente. Que arrugues la nariz cuando algo te parece una mentira. Que no dejes tranquilo el anillo cuando te pones nerviosa, o que bajes la mirada cuando te digo que te quiero o que eres preciosa porque te da vergüenza.
-Es que es mentira-sonrió ella. Louis le devolvió la sonrisa.
Otra calada entró en mis pulmones.
-Ya quisieras. Y que digas tacos. Y que me hagas cortes de manga. Que seamos como hermanos que se acuestan-se encogió de hombros-. Ya te dije una vez que nadie se mete con mis hermanas. Mataré a todos los que intenten herir a mis hermanas, y tú eres casi una hermana para mí. Solo que estás buena. Y mis hermanas no-frunció el  ceño-. Bueno, Lottie es guapa. Pero no se lo digas, que se crece.
Eri se echó a reír.
-Y tu sentido del humor, Dios-Louis negó con la cabeza-. Creo que eso es de lo mejor que tienes. Que te dé igual todo por una simple risa de alguien cercano, bueno... sabes que lo entiendo, yo también soy así, a fin de cuentas. Pero, ¿sabes? No quiero que cambies, no quiero que cambie nada de esto. Eres perfecta. Y, aunque fueras una zorra y todo lo que los demás dicen de ti, no me importa. Ni un poco-unió su frente a la suya-. Porque te quiero. Y no quiero que te hagan daño, ni que cambies, ni nada...
Noté la sonrisa en la voz de la chica cuando susurró:
-No vamos a acostarnos, ¿ya lo sabes, verdad?
Louis negó con la cabeza y se apartó de ella.
-Joder, llevo toda la tarde preparándome una coartada.
Eri llenó el aire con su carcajada, yo dejé escapar un poco del humo de mi interior para contaminarlo.
Necesitaba desesperadamente a mi propia Eri. Y tenía que buscarla.
Se metió entre los brazos de su novio y dejó que la besara en la cabeza.
-No lo hago por el sexo, y lo sabes.
Eri se encogió de hombros.
-En realidad... me daría igual que los demás me consideraran una zorra. O una puta. Incluso serlo. Mientras fuera tu puta, pues... sé que esto es muy machista y que te vas a poner de mala leche, pero... sería feliz mientras fuera tu furcia. ¿Sabes?
Miró a Louis a los ojos.
-Eso es muy bonito.
-Pues es improvisado.
-Estaba de coña.
-Yo no-aseguró ella. Cerró los ojos y suspiró-. No te enfades.
-Es raro, pero me cabrea que digas eso y a la vez me gusta.
-Es que he recurrido al macho alfa que llevas dentro.
Louis se echó a reír.
-¿Macho alfa? ¿Yo? Oh, sí. Por eso me arrastro como una oruga mendigándote un polvo que tú rechazas a la mínima de cambio.
-¿Tengo que recordarte que cuando estaba más caliente que el Krakatoa me dijiste Ahora no, Eri, que están tus padres abajo cuando te pone la de Dios hacerlo en Doncaster con tu familia en casa?
Se me escapó la risa, y los dos levantaron la cabeza y se me quedaron mirando. Eri puso los ojos en blanco y sonrió.
-Por mi madre te lo juro, Zayn. Me dio calabazas.
-¡Me cortaba el rollo!
-¡Y ahora quiere sexo! ¡Sí, hombre! ¡Ahora se aguanta!
-Haces bien, nena. Que sepa quién manda.
-Yo ya sé quién manda. Toda la vida lo supe-esta vez el que puso los ojos en blanco fue Louis-. Mi madre, porque es la puta ama, y si no, me deja sin cena.
Eri se echó a reír y negó con la cabeza, divertida. Yo me atraganté con el humo, también de la risa.
-No hay quien pueda contigo, ¿eh, Tommo?
Louis se encogió de hombros y alzó las cejas.
-Queda alguien con vida. Pero me encargaré de él pronto.
Eri giró la cabeza rápidamente, su pelo voló en todas direcciones.
-No. Déjalo estar. ¿Quieres?
-No.
-Louis-gruñó ella, poniendo los ojos en blanco. Él suspiró.
-Está bien, está bien. Lo dejaré estar.
-Prométemelo.
-Te lo prometo.
-Enséñame las manos-exigió ella, extendiéndolas y esperando las de su novio. Louis gruñó algo por lo bajo, pero las estiró-. Bien. ¿Y los pies?
-¿Qué?-espetó él, frunciendo el ceño-. No sé cruzar los dedos de los pies. ¿De verdad es neces...?
-Vuelve a prometerlo-le interrumpió ella. Me senté en el sofá, a su lado, y sonreí a Louis. Él me sacó la lengua.
-Vale. Te lo prometo.
-¿Qué prometes?
-Joder, Eri.
-Louis.
-Sí, Louis, venga-di otra calada, acercándonos más al encendido de los aspersores del techo-. Promete como un hombre.
-Prometo no cargarme a Max.
-¿Y...?
-Vale, prometo no tocarle un pelo del cuerpo. Uno solo. El resto es mío.
-Louis.
-Vale, vale. Joder. Eh...-vaciló, mirando al  techo-, ¿qué era?
-No le harás nada.
-Vale, no le haré nada. Lo prometo.
Retiró las manos y la miró con los ojos entrecerrados.
-¿Satisfecha?
-No sabes cuánto-sonrió ella, colándose entre sus brazos otra vez.
-Quiero ir a la cama-lloriqueó Louis. Sonreí, acabé el cigarrillo, me levanté y fui a tirarlo.
-Vete-replicó ella, indiferente.
-Contigo-replicó Louis, zalamero, besándole el cuello.
-Vamos si quieres.
-¿En serio?
-Claro. Pero no vamos a hacer nada.
Louis soltó una maldición.
-Pero, nena...
Cuando volví al sofá, Eri me miró rápidamente, dedicándome una sonrisa que indicaba que aquello solo acababa de empezar.
-La próxima vez te lo pensarás dos veces antes de darme calabazas.
-No-lloriqueó Louis, dejando de abrazarla. Ella se encogió de hombros y se arrastró por el sofá hasta mí-.Traidora.
Los dos nos encogimos de hombros.
-Soy del norte, ¿vale? ¿Sabes qué pasa en el norte? ¡Cosas malas!-replicó él, hundiéndose en el sofá.
Volvimos a reírnos, esta vez más fuerte.

-Zayn-me llamó Eri desde la furgoneta-. Ayúdame, por favor-suplicó con un hilo de voz, mirando la gran multitud al otro extremo de la calle, sin poder creérselo. Nadie en la banda podía creerse que hubiera tal cantidad de chicas allí, en aquella calle, solo esperando para vernos asomar por una ventana.
Le tendí una mano que ella aceptó, temblando como un flan. Louis la miró y frunció el ceño, una sonrisa divertida en los labios.
-¿Estás nerviosa?
-Estoy histérica. Déjame.
-¿Ves cómo no eres normal?-Niall sacudió la cabeza y le tendió la otra mano, que ella aceptó rápidamente. Las piernas no le respondían.
Alba y Noe empezaron a empujarla; la primera, claramente aliviada de que aquello no le estuviera pasando a ella, la segunda, preguntándose qué había hecho mal para no ganarse un puesto en la mesa en la que estaríamos nosotros.
Consiguieron hablarse durante el trayecto; ninguno sabía lo que dijeron, solo Niall había conseguido entender algunos retazos de conversación, y parecían haber vuelto a amigarse. Seguramente nunca volverían a ser las tres chicas que habían entrado en aquel bar en junio, pero algo era algo.
-Pero mueve las piernas, mujer-la animó Liam, asomándose a la puerta con preocupación. Louis tenía el gesto torcido, seguramente disgustado por no poder ayudarla él mismo, pero teníamos una regla con nuestras chicas: el primero en echarles una mano tenía derecho a terminar de hacerlo cuando quisiera, los demás no podrían inmiscuirse ni hacerle de menos. Al fin y al cabo, también era nuestra amiga, aunque el vínculo que la unía a él era más fuerte.
-Estás tranquila en unos Juegos y te pones histérica en la tele. Alucinante.
-Es lo más cerca que estoy de mi sueño, chicos, y yo...-empezó a excusarse ella, arrastrándose como podía desde los asientos a la puerta.
Harry se encogió de hombros.
-No te disculpes, nena. A veces se nos olvida que tenemos las prioridades cambiadas.
-No están cambiadas-se justificó ella. Louis sonrió.
-La tele para nosotros es un medio. Para ti es el final.
-Mi ego es demasiado grande para un pequeña caja tonta-espetó ella, alzando una ceja. Louis asintió.
-Vale, vale, pequeña diva.
Alguien tras nosotros preguntó algo en español. Las chicas alzaron la cabeza, esperando encontrar a la persona que había hablado. Negaron rápidamente y empujaron a Eri a más velocidad.
Ante nosotros estaba un hombre de unos 40 y pico años, más bajo incluso que Niall. Le acompañaba una mujer de unos 30, de pelo negro recogido en una coleta.
La chica rápidamente se prestó a traducir la pregunta del hombre.
-¿Ocurre algo?
Niall negó con la cabeza.
-Es que se ha puesto nerviosa. Eso es todo. Lo arreglaremos en seguida.
El hombre se dirigió a la chica, que puso ojos como platos al verlo.
Pude entender lo que soltó.
-Hostia puta.
Al fin y al cabo, lo primero que aprendes de una lengua, son los tacos.
El hombre le sonrió y luego echó un vistazo hacia la calle. Les dedicó una rápida mirada con sonrisa incluida a las otras dos españolas y nos animó a entrar dentro.
La chica de pelo negro se quedó muy quieta en el despacho de su jefe, mirándonos alternativamente a él y a nosotros.
-Bienvenidos a España, chicos-dijo el hombre, y la chica empezó a hablar a toda velocidad. Algunos mirábamos al presentador del programa, otros miraban a la chica-. Espero que os lo estéis pasando bien. Soy Pablo Motos, por si no me conocíais. Yo presentaré el programa, y haré lo posible porque estéis cómodos. ¿Alguna vez habéis visto El Hormiguero?
Negamos con la cabeza.
-¿Sabéis más o menos cómo va?
Liam asintió.
-Bueno, las chicas nos han explicado un poco.
-Cuando estuvimos unos días aquí, intentamos verlo, pero ellas no nos dejaron. Querían mantener la magia-se burló Louis, poniendo voz rara y los ojos en blanco.
Pablo sonrió.
-Sí, bueno. Os explico un poco cómo va la cosa: al principio tenemos unos minutos de entrevista, para ir conociéndoos, y esas cosas, aunque media España ya lo haga-empezó-. Primero estaré solo yo, y luego me ayudarán unas hormigas.
-¿Hormigas?-espetó Niall, alzando una ceja y mirando a la chica.
-Sí, son de felpa. Os aviso para que no os asustéis, antes no solíamos contar el secreto y nuestros invitados se asustaban cuando veían aparecer los muñecos en la mesa. No os impresionéis demasiado, ¿vale?
Asentimos.
-Después tenemos una serie de cosas programadas. Para que os divirtáis y lo paséis bien. Son experimentos, pero tranquilos, no correréis ningún peligro.
-Oh, entonces yo no quiero hacerlos-se burló Harry, y todos nos echamos a reír.
-¿Habéis estado alguna vez en un programa como este? Tengo entendido que hay uno de este estilo en vuestro país. Patricia...-dijo, mirando a la traductora. La chica detuvo su monólogo y miró a su jefe.
-Alan Carr-murmuró tímidamente Alba. Pablo se giró a mirarla-. Alan Carr.
Pablo asintió y la miró.
-¿Noemí?
Alba negó con la cabeza, la pequeña levantó la mano y susurró:
-Noemí soy yo.
-¿Erika, entonces?
-No, Erika es ella-Alba señaló a su amiga, que se apartó el flequillo de la cara y murmuró un tímido hola.
-Ah, es cierto. Perdonad. Alba, Erika, y Noemí-las fue señalando según las nombraba-. No os ofendáis si hacemos alguna broma sobre vosotras. Te han dicho ya que vas a salir,¿no, Erika?
La chica asintió.
-Por eso no podía salir del coche.
Louis estaba demasiado ocupado intentando no reírse del tímido saludo de su novia como para escuchar su voz hablando español. Le cambiaba bastante. De hecho, incluso no parecía la misma persona cuando hablaba en su idioma.
En casa no hablaba así. En casa hasta juraría que hablaba español con acento inglés, seguramente dejándose contaminar por nosotros.
Pablo se rió.
-Está bien. ¿Alan Carr, decís?-ellas asintieron-. Puede ser.
-En Alan Carr hay entrevistas, y luego el presentador nos reta a algo. A nosotros siempre nos reta a bailar.
-La última vez le di un puñetazo porque amañó el concurso-sonrió Niall, recordándolo-. Fue alucinante.
-¿Darle un puñetazo o la super coreografía que hicimos?-preguntó Liam, inclinándose hacia delante para mirarlo.
-Darle un puñetazo-sonrió Niall.
-Yo pasé ganas-susurró Louis, asintiendo con la cabeza, con la mirada perdida.
Pablo se echó a reír.
-Y vosotros sois... Esperad, no me lo digáis, y no os ofendáis si os confundo. Sois cinco, y no tengo hijas.
Su sinceridad me alcanzó de lleno. La verdad es que nadie antes nos había tratado como si alguien pudiera no conocernos (que podía pasar, de hecho, me pasaría más tarde cuando fuera a comprar el disco, una tía me diría ¿Sabes? Te pareces a Zayn Malik, y yo contestaría Sí, me lo han dicho otras veces), así que decidí tratar de tomarme que me confundieran con uno de los chicos con el mejor humor posible.
-Liam-señaló al mediano de todos, que le dedicó una tierna sonrisa-, Harry-el rizoso asintió, mostrándole sus hoyuelos-, Zayn-vaya, no se había equivocado-, Niall-el irlandés soltó una pequeña carcajada, divertido por el juego. Louis no le dejó terminar.
-Yo Jennifer. Tanto gusto.
Pablo se echó a reír.
-Louis Tomlinson. El mayor de ellos.
-Siempre el más pequeño-comentó su novia, ganándose una sonrisa divertida de todos.
-Bueno, chicos, tenéis una hora para prepararos-el hombre consultó su reloj y se levantó-. Si necesitáis algo, ya sabéis dónde estoy. ¿Queréis que Patricia se quede con vosotros u os arregláis con las chicas?
Nos miramos entre nosotros. Por una parte, podíamos apañárnoslas bien con las chicas, al fin y al cabo siempre preferíamos que ellas nos tradujeran a que lo hicieran otros, pero tampoco queríamos ir de super estrellas que hacen lo que les da la gana, cuando les da la gana y donde les da la gana.
Liam se encogió de hombros.
-Como ella quiera. Que no se sienta obligada a acompañarnos, si quiere descansar, nos veremos antes de que empiece la movida.
Noemí fue la encargada de transmitirle el mensaje el presentador, pues la mujer se había quedado muda de asombro a medida que cambiaba de idioma la frase.
Pablo miró a su empleada y le preguntó algo.
-¿Seguro que no me necesitaréis?-preguntó la chica.
-Nos las apañaremos solos, tú tranquila-aseguró Harry, echándose hacia atrás en la silla.
Patricia le dijo algo a Pablo, que asintió con la cabeza, inexpresivo.
Cuando nos levantamos y vimos que la chica no nos seguiría, no pudimos evitar sentirnos aliviados. Una persona menos que se asustaría con nuestro comportamiento.
Pablo en persona fue el encargado de llevarnos por los pasillos hasta los camerinos, a los que llegaba vagamente el murmullo de la gente. Por cómo apenas se escuchaba el sonido, deduje que estaríamos en el otro extremo del edificio, en una de las plantas más altas.
Lou estaba entre las estilistas, preparada para ponerse manos a la obra. Y, en uno de los sofás, una persona a la que siempre me encantaba ver.
-¡LUX!-gritamos todos, corriendo para alcanzarla y ver quién la sostenía esta vez. Liam fue el primero en llegar hasta ella, de modo que la cogió en brazos. Lux le sonrió.
-Hola, pequeña. ¿Cómo estás?-preguntó Harry, tocándole la mejilla. Lux se echó a reír y me miró a los ojos. Extendió sus bracitos hacia mí, abrió y cerró los puños.
-Ven, Niall, voy a empezar contigo-murmuró su madre, sacando una silla de frente al espejo y dando pequeñas palmadas en su respaldo. Niall se sentó en ella con una mueca de disgusto.
-Yo quería cogerla...
-Luego la coges-le prometió Tea. Louis le estaba haciendo muecas a la cría, intentando que sonriera.
Estiré los brazos y la cogí, para disgusto de Liam.
La pequeña clavó sus enormes ojos en los míos para después reptar hasta mi hombro.
Y miró a las chicas.
Una a una.
Liam hizo un gesto para que se acercaran, las chicas lo hicieron lentamente, temiendo asustar a la pequeñita.
Lux abrió mucho los ojos, asustada, como si las chicas fueran a hacerles algo. Clavó sus ojos zafiro en Alba y la señaló.
-Nú-exigió, imperante. Alba la miró sin entender, el pánico apareció en su rostro.
-Jesús, ¿qué dice? ¿Qué dice, Dios mío?-espetó a su madre.
Tea la miró un momento, ocupada en arreglarle el pelo a Niall. Sacudió la cabeza con una media sonrisa en su boca.
-Oh, no es nada. Le has gustado y quiere que la cojas.
-¡Nú!-bramó la pequeña, reiterando las palabras de su madre.
-¿Y SI SE ME CAE?-replicó Alba, histérica. Liam se acercó a ella y le besó la mejilla.
-No se te caerá.
Estiró los brazos en mi dirección; le pasé al bebé, y rápidamente Liam la colocó en los brazos de Alba, que la sujetó con gran delicadeza, como si la pequeña fuera de cristal. Noemí se acercó a mirarla. Lux extendió su manita  hacia ella y le cogió el dedo índice.
-Oh-susurró Noe, mirando a Eri-. Tiene las manos calentitas.
Eri dio un paso vacilante hacia la criatura.
-No puedo creer que sea ella de verdad.
-¿Disculpa? Te acuestas con uno de One Direction, ¿y no te crees que estés delante de la única e irrepetible Baby Lux?-espetó Louis, sentándose en uno de los sillones y balanceándose hacia los lados mientras veía a la gente pasar.
Ninguno iba a dejarse manosear por otra que no fuera Tea.
Lux señaló el anillo de Eri.
-Oh, Dios. Le encanta el oro blanco-explicó su madre, aún ocupada en el pelo del rubio.
-Es plata.
-Eh-sonrió Louis-, ¿lo estás criticando?
-Es mi anillo de castidad-dijo la española, sin hacer caso a su novio, que se echó a reír. Los dos lo hicieron.
-Claro, claro. Castidad-Louis fingió quitarse una lágrima del ojo y negó con la cabeza.
Y Eri nos sorprendió como nunca.
Después de más de un mes sin sacarlo de su dedo, se quitó el anillo y lo puso en la palma de su mano.
Nadie pudo evitar fijarse en si su dedo tenía alguna marca, pero estaba como siempre, solo que todavía conservaba la forma del anillo.
-Oh. Oh-murmuró Lux, estudiando el anillo.
-¿Quieres cogerlo? Cógelo, muñequita-la instó Eri. Lux la entendió, estiró su mano hacia el anillo y lo tocó.
Sus ojos se abrieron hasta casi ocupar toda su cara.
-Oh-repitió la pequeña. Eri sonrió.
-Casi te sirve de pulsera, pero, ¿quieres probártelo?
-Tess-sonrió la niña, en un intento de decir sí.
Eri le devolvió la sonrisa, le cogió la mano y acercó su anillo a ella. Hizo pucheros.
-Oh, no entra, pequeña.
-Oh-Lux estaba triste. Miró a Alba, buscó su mano y estudió la pulsera que le había regalado Liam. La señaló como había hecho con el anillo de Eri, que volvía a su dedo.
-Nú.
Alba le sonrió, estiró la mano para que Noemí le quitara la pulsera y se la colocó en la muñeca.
Lux alzó la mano y contempló ensimismada cómo la pulsera bajaba por su brazo hasta llegar al hombro. Abrió la boca.
-¡Oh!
Noe se quitó el colgante que le había dado Harry y se lo pasó por el cuello a Lux.
-¡Oh!-repitió la niña. Parecían gustarle las españolas.
Sostuvo el pequeño corazón de su colgante y se lo metió en la boca. Las tres corrieron a sacárselo, chillando sendos "¡No, no!".
-No os preocupéis, chicas. No lo puede tragar.
Lux se sacó la cadena por la cabeza y continuó chupando el colgante de Noe.
-Sería asqueroso si no fuera tan tierna.
-Quiero una así-susurró Eri, encandilada. Todos miramos a Louis, que tenía una sonrisa satisfecha en el rostro, como si lo hubiera provocado él.
-Ya sabes qué tienes que hacer para conseguirla-comentó él. Eri lo miró y se ruborizó, ensanchando aún más la sonrisa.
Lux chilló de felicidad cuando Alba la levantó un poco para poder sujetarla.
-Pesa.
-¿Puedo cogerla?-pidió Noe, mirando a la madre. Tea asintió, revolviendo en su estuche, buscando una base para Niall, que protestaba en silencio.
Estiró los brazos hacia el bebé y resopló cuando lo sostuvo.
-Oh, sí que pesa.
Le quitó a Lux el colgante, lo limpió contra su camiseta y le pidió a Eri que se lo pusiera.
Lux alucinó cuando vio los pendientes de Noe. Dos pequeños diamantes falsos, brillantes como poco había en esa estancia. Estiró la mano hacia ellos y los acarició, Noemí se echó a reír.
-Cosquillas-se limitó a decir. Lux miró a Eri y la señaló.
-Nú.
-¿La cojo ya?
Noe asintió, se la entregó y la contempló en sus brazos.
Eri la acunó, Lux se acurrucó contra su pecho.
-Oh, Jesús, necesito una-murmuró, contemplándola cerrar los ojos-. ¿Se va a dormir?
-Seguramente. Le gusta dormir en el pecho de la gente. Especialmente si son o los chicos o yo.
-A-ah-susurró la pequeña, abriendo los ojos y contemplándonos.
-¿Y si le cantas algo?
Eri la miró con los ojos como platos.
-¿Quién? ¿Yo?
-No, mi caballo-sonrió Noemí, y Alba se echó a reír.
-Pero... pero...
-Tampoco lo haces tan mal, Eri. Reconozcámoslo-Noe se encogió de hombros.
-¿Me ayu...?-empezó la otra, pero Noe la cortó alzando la mano.
-No. No he nacido para ser un coro. Te las puedes apañar tú sola perfectamente. Y ahora, si me disculpas, voy a disfrutar del espectáculo.
Lux esperaba impaciente.
-Tommo, ¿puedo sentarme encima de ti?
-Haz lo que quieras, mi niña-replicó Louis.
-¿Estás intentando cabrearme, o algo?
Noe la miró por encima del hombro.
-No voy a cantarle una nana a Lux. No sé ninguna.
-¿La del Coco?
-Es basura.
-Cántale esa canción del lunes-sonrió Louis. Eri abrió la boca, la cerró y miró al bebé.
-¿Sabíais que lloró con la canción?
-¡TENGO ALMA, ¿VALE?! ¡TENGO ALMA!-bramó la chica, Lux la contempló con ojos como platos-. Lo siento, lo siento, pequeña.
-Como para no llorar. A mí me escriben una canción como Little Things y me caso-comentó Alba, tomando asiento al lado de Noe y Louis.
-Yo no necesito escribirle una canción para tenerla deseando coger mi apellido-bromeó Louis.
-Te ayudó escribirla, reconócelo.
-Menos protestar y más manos encajando con otras, anda-exigió Niall.
Eri miró en derredor.
-Necesito un acompañamiento.
Niall se levantó, Tea protestó.
-¿A DÓNDE VAS?
-Ponte con Zayn, voy a buscar una guitarra.
Eri miró con horror cómo Niall le pedía a una chica en español que les acercara una guitarra. Para una vez que conseguíamos separar al irlandés de su novia de madera y cuerdas...
La chica asintió con la cabeza y se ausentó un momento para volver cargando con una. Niall se sentó al lado de Eri, que miraba en shock al rubio, rasgueó las cuerdas y asintió.
Eri suspiró.
-Cuando tú quieras, maestro.
Niall comenzó a acariciar las cuerdas de la guitarra, todos nosotros prestábamos toda nuestra atención a Eri.
-Your hand fits in mine like its made just for me...
Los siete seguimos a la española en silencio, cantando la canción tan solo moviendo las manos. Los ojos de Noe brillaban, Alba sonreía y acariciaba despacio la mano de Liam en su cintura.
Lux contemplaba a Eri con atención, pero rápidamente comenzó a pestañear pesadamente.
Aguantó hasta el final de la canción, cuando ya ninguno pudo mantener la boca cerrada y nos unimos a la chica con el estribillo final.
Eri levantó la cabeza y se nos quedó mirando, miró a su alrededor, donde se había congregado un gran grupo de gente, entre los que se encontraba Pablo.
Eri sonrió a las palabras de este.
-¿Qué dice?
-Que cambio de planes. Vais a cantar-se giró en redondo y miró al presentador-. Pero yo no.
Pablo alzó las cejas, esperando la traducción, y asintió con la cabeza, mostrando que lo aceptaba.

Los minutos antes de entrar fueron de los más angustiosos de mi vida. Comparables, sin duda, al momento antes de que nos dijeran en The X Factor qué iba a pasar con nosotros: si nos quedábamos una semana más o nos íbamos.
Niall caminaba nervioso por el pequeño pasillo, Harry se mordía las uñas, yo apuraba el último cigarro del paquete, y Liam y Louis contemplaban la cortina de plástico por la que entraríamos.
-¿Dónde está?
-Al fondo, con las demás-susurró Louis, sonriendo para sus adentros, seguramente recordando cuando nos despedimos de las chicas antes de que ellas se fueran a sus sitios. Solo tenían muestras de cariño de amante con ellas cuando estaban en una cita o en casa, nunca cuando estaban en público por algo que tuviéramos que hacer nosotros... hasta ese día.
Liam no había aguantado tener que abrazar a Alba simplemente, por lo que terminó arrastrándola a un rincón y besándola despacio.
Louis sonrió, cogió de la mano a Eri y tiró de ella para plantarle un beso en la boca delante de todos. Eri ni siquiera cerró los ojos mientras tanto, de lo alucinada que estaba.
Y Harry se inclinó hacia Noemí cuando ésta iba a abrazarlo, apenas rozó sus labios contra ella y le susurró en voz baja, en un intento de intimidad, que la quería.
-¿Estáis listas, chicas?-nos llegó la voz del presentador desde el otro lado de la cortina, y rápidamente la traductora se afanó en traducir, después de preguntarnos varias veces si oíamos bien y pedirnos que dijéramos algo para comprobar los micrófonos.
-¿Estás bien?-preguntó de nuevo Pablo.
-Sí, sí, quiero verlos, por favor, quiero verlos.
Los gritos se intensificaron.
-No os hago esperar más. ¡HOY, POR FIN, HAN VENIDO A DIVERTIRSE AL HORMIGUERO, ONE DIRECTION!
Deshicimos el rápido abrazo y corrimos hacia el plató, donde los gritos nos dejaron total y absolutamente sordos: no oíamos nada más que voces de chicas felices de conocernos, por fin.
Después de varios momentos de la entrevista, llegamos al tema de nuestra española.
-Chicos, vosotros tenéis una especie de protegida, ¿no? -asentimos-. Es un poco como vuestra Carly Rae Jepsen particular. ¿Cómo decidisteis ayudarla en su ascenso hacia la fama?
-Está aquí-sonrió Harry.
-¡Que baje!-invitó Pablo.
Eri bajó las escaleras temblando de arriba a abajo, sin poder creerse lo que íbamos a hacer. Se sentó al lado de Louis, provocando el cachondeo habitual.
-Las manos quietas, ¿eh, chicos?
-Louis, las manos sobre la mesa, no vaya a ser que se arme.
Eri nos miró con furia y espetó:
-Y vosotros, cuando bostezáis, ¿no tenéis miedo de tragaros el universo con esa boca vuestra?
Los cuatro nos quedamos a cuatros, las fans y Louis se echaron a reír.
-Venga, Eri, a ver, cuéntanos cómo te dijeron los chicos que ibas a participar con ellos en la apertura de los Juegos.
-Bueno-ella se apartó un mechón de pelo de la cara y miró a las fans-. Seré breve, ¿eh? Pues nada, me llevaron un día a Londres y me dijeron que iba a salir en la apertura.
-¿Sin más?
-Me echaron a los leones sin preguntarme. Son malos.
-Podemos permitírnoslo-sonrió Harry, encogiéndose de hombros y provocando más y más gritos. Creí distinguir a Noe entre ellos, pero no quise decir nada-, somos buenas personas. Y guapos. Eri no se resiste.
-Lo que tienes de guapo lo tienes de cabrón, Harold.
-¿Me estás llamando feo?
-En toda tu cara-sonrió Liam, dándole una palmada en la espalda.
Pablo asintió y sonrió, cambió de papel y comprobó su guión.
-Chicos, muchas veces decís que sois como hermanos. ¿Qué es lo más bonito que habéis pasado juntos? Porque juntos habéis vivido muchos momentos, habéis sido la banda más joven de toda la historia en actuar en unos Juegos Olímpicos, los primeros británicos en conseguir que el álbum debut sea número 1 en Estados Unidos... ¿Cómo es esto, tíos?-Pablo gesticulaba mucho, lo que me hizo preguntarme si sería cosa de españoles-. ¿Cómo es el que solo os conozcáis de dos años y ya estéis viviendo todo esto?
-Nunca acabas de creértelo-sonrió Liam, todos los ojos se clavaron en él-. Yo conocía a Niall de un campamento de verano, pero de los demás no tenía ni idea, y cuando Simon decidió juntarnos, fue simplemente genial. Una de las mejores cosas de mi vida.
Todos asentimos.
-Para mí lo más especial será algo que pasará en Diciembre, algo que tal vez ya se sepa qué es-comentó Niall.
-¿Qué es?-replicó Pablo. El irlandés nos miró a todos.
-Vamos a actuar en el Madison Square Garden de Nueva York. De hecho, las entradas creo que ya están a la venta-miró a las chicas-. Por si queréis venir a vernos.
El público se volvió loco. Normal, no era para menos.
-¡Enhorabuena, chicos! Y de todo este amor fraternal, ¿habláis algo?
-Oh, sí-sonrió Louis. Eri pestañeó, se apartó el flequillo de la cara y me sonrió. Le devolví la sonrisa, intentando tranquilizarla-. La verdad es que hemos tenido algunas charlas sobre cómo hemos cambiado. Y a veces es muy emotivo pensar "hace dos años, estaba en mi casa recuperándome de una resaca tremenda, y ahora estoy aquí, con estos cuatro tíos fantásticos, viviendo mi sueño"-la mirada de Louis se había vuelto soñadora; se encogió de hombros-. Es simplemente genial.
-¿Qué es lo más bonito que os habéis dicho, chicos? ¿Y el mejor consejo que le hayáis dado a Eri?
-No le damos consejos. No creemos que estemos todavía para dar consejos-murmuré, encogiéndome de hombros-. Tan solo estamos empezando.
-Seguro que algún momento bonito con ella también tenéis.
-Bueno-empezó Louis-, a mí ella una vez...
-Oh, Dios, qué irás a decir ya-Eri se tapó la cara con las manos y negó con la cabeza.
Liam sonrió.
-Creo que sé de qué va. Mira-se giró hacia Pablo-, estábamos viendo una película y salían ciervos.
-No era Bambi.
-Calla, Lou-sonrió Eri, sin apartar la vista del que menos pelo tenía.
Liam inclinó la cabeza.
-Louis nos miró y nos dijo: Los ciervos son los bichos más viciosos que hay.
-Así, como quien no quiere la cosa.
-Calla, Eri-se burló Louis, sus dos sillas estaban dándose la espalda mutuamente. Eri sonrió, divertida. Alguna fan chilló, pero no trascendió demasiado.
-Y nosotros le preguntamos que por qué. Él se encogió de hombros y nos dijo: Miradles los cuernos. Y de eso, que nos empezamos a reír, y va Eri, se gira lentamente y se lo queda mirando, y dice...-Liam frunció el ceño y la señaló-. Dilo tú, españolita.
Eri asintió con la cabeza, se giró hacia su novio y espetó:
-Louis, eres con diferencia la persona más gilipollas que he conocido en mi vida-sacudió lentamente la cabeza. Louis miró a Pablo.
-No ha conocido a muchas-replicó, dando un sorbo de su vaso de agua.
-Él originalmente no dijo nada, así que ignora eso-apuntó ella-. Me miró un rato, hasta que le digo: y aún así, te quiero.
Un coro demencial de Ohs llenó el ambiente, al que los demás yo contribuimos. Eri se puso colorada.
-Un primer plano de Eri, por favor-pidió.
La pequeña se escondió tras Louis, que le besó la cabeza.
-Acabas de meter la pata hasta el fondo, Louis-sonrió Pablo, mirándolos a los dos-. ¿Puedo preguntar?
-Ya lo estás haciendo-sonrió el mayor de nosotros, mirando un segundo a su chica y asintiendo con la cabeza.
-¿Qué es lo que pasó exactamente en el hospital la semana pasada? ¿Algo que merezca la pena reseñar?
-¿Estás hablando de Toxic?
-Estoy hablando de Toxic. Y tengo el vídeo. Y voy a ponerlo.
-NO-bramaron los dos, pero ya era tarde. En una de las pequeñas pantallas de televisión apareció un vídeo de bastante mala calidad, grabado con un móvil, de los dos cantando en el hospital, sentados sobre unas sillas. Eri se encargó de los primeros versos, se levantó de su silla, y cuando llegó al "a guy like you should wear a warning, is dangerous, I'm falling" le acarició el pecho a Louis, que alzó las cejas y sonrió.
-Eri, no le puedes echar la culpa a Louis. Si me hubieras hecho eso a mí, yo no sé qué te habría hecho.
-Puedo decirte qué me entraron ganas de hacerle.
-Ah, por favor-se rió ella, nerviosa.
-Deberías dejar el vídeo, en el final hay una tensión sexual que te cagas-sonreí. Louis me dio un codazo.
-CÁLLATE, ZAYN-me gritó Eri, que cada vez estaba más roja.
-¿Les pregunto, chicas?-inquirió Pablo, recibiendo un bramido de síes de respuesta.
-Bueno, el pueblo ha hablado. ¿Chicos? ¿Qué es lo peor de vuestra relación? Porque los dos tenéis fama.
-Él mil veces más que yo-Eri señaló a Louis, y Louis asintió.
-Por fin lo admite.
-Cierra la boca.
-No vais a escurrir el bulto tan fácilmente.
-Lo peor de lo nuestro es estar separados-empezó Louis-, que no puedes hacer las pequeñas cosas que se suelen hacer. Yo no puedo escaparme del instituto antes para venir a buscarla a ella, y eso.
-Ya quisiera-asintió la chica. Louis la miró y sonrió.
-La distancia y todo te lo impiden.
-Y los horarios-murmuró Pablo, como si conociera a la perfección la situación.
-Sí, eso también.
-¿Y de estar separados? ¿Qué es lo peor?
-Te pierdes cosas-susurró ella. Louis clavó su mirada en Eri, y ya no la apartó-. No puedes estar por la vida con una libreta, anotando todo lo que te pasa. Cuando hablas con él, le cuentas cosas, todo lo que recuerdas, y es verdad que hay ocasiones en las que piensas "oh, mira eso, es muy guay, tengo que acordarme de contárselo", pero se te olvida y no lo haces. Te pierdes cosas. Eso es lo peor que te pierdes cosas. Y por qué coño me miras así, Tommo-espetó en inglés, mirándolo. En realidad, todos la mirábamos ensimismados. Sonaba mil veces mejor en inglés que en español, pero siempre era guay escucharla en su lengua materna. Y así se lo dijimos.
-Cómo habla, ¿eh?-sonrió Harry, ruborizando aún más a Eri. Aquello ya parecía una competición, la competición de poner roja a la chica-. Y eso que somos nosotros los cantantes, pero es que ella habla que da gusto.
-Tiene una libreta en la que escribe cosas de ese estilo-informó Liam-, y a veces te quedas, como, ¡guau! ¿Esto lo ha hecho ella de verdad?
-¿Escribes, Eri?
-Sí, sí, de hecho, tengo un blog. Es como... que lo necesito. Necesito escribir-alzó los hombros-. Me lo pide el cuerpo, cuando me putean, voy al blog y escribo cosas del estilo ¡BUAGH, HIJO DE PUTA! Uy, perdón. Horario infantil-se disculpó.
-Bah, tranquila.
-Luego nadie lo lee, pero no pasa nada, yo me quedo a gusto conmigo misma-sonrió.
-Lo leo yo, si quieres-dijo una de las hormigas de la mesa, que habían metido baza en pocas ocasiones. Al fin y al cabo, éramos siete en la mesa, no estábamos para que se nos sumaran dos más.
-Oh, gracias, Trancas. Pero no hace falta.
-Así sería como leer tu corazón-replicó, melosa.
-Louis es celoso.
-No pasa nada, que con él, te comparto-sonrió Louis, divertido.
Jugamos a una especie de juego parecido a "verdad o atrevimiento", y luego la chica se fue a su sitio.
Lo que hicimos después está en Internet.

Louis hizo pucheros por millonésima vez, intentando que Eri se quedara con nosotros. Con él.
-Voy a perder el avión-susurró ella. Era el último vuelo, si Louis conseguía entretenerla, tendría que ir con nosotros a Italia.
-Esa es la idea.
-Louis, por favor. Será solo un día.
-No puedo. No puedo. Ven con nosotros, si lo vas a pasar bien.
-Nos vendrá bien descansar el uno del otro-Eri le acarició la mandíbula.
-Pero yo no quiero descansar de ti. No me has cansado.
Eri se puso de puntillas y lo besó en los labios.
-Te veo el viernes.
-No-protestó Louis, metiendo la mano en el bolsillo trasero de los vaqueros de ella y frunciendo el ceño.
-Louis...
-No.
-La chica de la terminal hizo la última llamada a los pasajeros del vuelo de Eri. Ella ya se había despedido de todos nosotros, y había dejado al que sabía que sería más difícil para el final.
-Te quiero-murmuró Tommo en tono suplicante. Eri sonrió.
-Y yo a ti. Tengo que irme. Voy a perder el avión.
-Noooooooooooooooo.
-Síiiiiiiiiiiiiii.
Se puso de puntillas, pero Louis apartó la cara. Eri sonrió.
-¿No me das un beso?
-No.
-Echarás de menos hacerlo esta noche y mañana.
-Me da igual.
Posó suavemente sus labios en la mejilla de él y echó a correr por la terminal. Louis se la quedó mirando.
-Si salgo detrás, ¿la alcanzaré?
-Mueve el culo, BooBear.
Y salió en su persecución.
Estuvimos esperando diez minutos, seguros de que Louis no la había encontrado y de que estaba por el aeropuerto buscándola. Harry subió a Noe sobre sus hombros y la chica escrutó la terminal.
-¡Ya le veo!
Menos mal, porque estábamos jodidos. Joe estaba enfadado. Teníamos que largarnos inmediatamente.
-¿La encontraste?-preguntó Niall. Louis sonrió, se metió la mano en el bolsillo y sacó una pequeña estrella atada a una cadena de plata.
-La encontré.
-Nunca se la quita-observó Alba. Louis se encogió de hombros.
-Sabe que no me la voy a poner. Y sabe que no me la voy a quitar nunca de encima.
La deslizó otra vez hacia su bolsillo, cogió su bolsa y nos miro.
-Vamos a Italia, par de vagos. Quiero emborracharme. Os vais a acordar de esta noche. Mi hígado se va a acordar de esta noche. Me cago en mi madre. Es Halloween, y Louis Tomlinson va a coger la mangada de su maldita existencia.
Nos echamos a reír y le hicimos sitio para que entrara el primero en el avión.
Tal vez Eri se hubiera ido.
Pero las bromas de Louis, las que solo hacía cuando ella estaba cerca, estaban más presentes que nunca.

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