sábado, 23 de febrero de 2013

Del fondo de las escaleras

En cuanto las luces de mantener los cinturones abrochados se apagaron, todos nos levantamos y nos pusimos a mover los asientos del avión (los jets privados tenían esas ventajas) para sentarnos en círculo y poder mirarnos los unos a los otros. Louis se puso a mirar por la ventana, le pasó un brazo a Eri por los hombros, se sonrieron, y deseé gritarle que le pidiera matrimonio ya, en ese momento, allí. Yo mismo los casaría si hacía falta.
Victoria levantó la cabeza y me miró, tímida, cuando le acaricié la mano. Eri posó sus ojos en mis dedos, recorriendo el dorso de mi chica, y sonrió para sí, como si ella nos hubiera juntado. Victoria clavó sus preciosos ojos verde esmeralda en ella, y le dedicó una tímida sonrisa que la española no dudó en devolver.
Había estado bien cómo se habían conocido.
-¿Eres Victoria?-había preguntado Eri, dándole dos besos para asegurarse de que era quien creía que era-. Bien. Atiende, nena-el mismo nena de Louis, algo que siempre me hacía reír cuando lo escuchaba de su boca-. Como le hagas daño a Niall, la única forma que tendrás de sobrevivir a la paliza que te meteré será consiguiendo que alguien te muerda y acabes con el iris rojo sangre. ¿Capichi?
-Está de broma-soltó Louis, tirando de Eri para retirarla de la nueva incorporación a nuestro pequeño grupo de amigos (no tan pequeño, en realidad), intentando alejarla de la pelea que estaba claro que la española deseaba fervientemente.
-No, no lo estoy.
-Cierra la boca, Eri.
Victoria sonrió.
-No te verás obligada a eso, tranquila.
Su dulce voz me acunó y me llevó al séptimo cielo; su acento cantarín de Gales me obligó a mirarla con adoración, como si fuera la virgen María.
Era una diosa, mi diosa. La princesa que yo llevaba tanto tiempo esperando. Y, por fin, la tenía.
Liam sacó una baraja de cartas y se nos quedó mirando a todos con una ceja alzada, mezclándolas entre sí.
-Caballeros. Damas. Se acabó la tontería. ¿Quién quiere jugarse los intestinos?
Eri sonrió.
-Voy a darte la paliza de tu vida, Liam, y lo sabes.
-Cállate, Eri, que no sabes nada de cartas. Todo lo que sabes te lo hemos enseñado nosotros-protestó el más sensato que, en cuestión de juegos de mesa, se volvía una hiena. Eri se echó a reír, Louis se revolvió y se quejó.
-¿Hola? Soy española, corazón. ¿Te suena de algo mi país? Dos palabras: corrupción. Estafadores. Lo llevamos en la sangre-tendió la mano en dirección a Liam y esperó un segundo a que éste le entregara la baraja. La dividió en dos, colocó la mitad que antes había sido inferior sobre la superior y le devolvió la baraja a Liam.
-Ya está trucada-se burló Zayn, palpándose el bolsillo de la chaqueta en el que siempre guardaba los cigarros. Alzó la vista y miró a su madre, que lo contemplaba con las cejas alzadas, suspiró, levantó las manos y sonrió. Tricia le devolvió la sonrisa, se inclinó hacia Karen y siguió cotilleando con el resto de nuestras madres, mientras nuestros hermanos (el gran clan de chicas y mi hermano Greg, más bien), se dedicaban a cotorrear. Mujeres.
Y Greg.
¿Por qué coño no venía mi hermano? Si se estaba muriendo del asco, no había más que verlo.
Como si me leyera el pensamiento, Greg se levantó y se acercó a nosotros. Cogió un cojín de los asientos y se sentó en el suelo, entre Harry y Zayn.
-¿Cabe uno más?
-Muérete, Greg, viejo chiflado-replicó Louis sonriendo sin levantarse la capucha de la sudadera. Greg se echó a reír.
Era curioso cómo Louis y Greg se llevaban tan bien, mejor incluso que nosotros. Sería la edad.
O que Louis tenía paciencia suficiente como para aguantar a mi hermano cuando se ponía gilipollas. O que Greg nunca se había puesto gilipollas con los demás chicos. Sería un cúmulo de circunstancias.
Liam alzó una ceja, miró a mi hermano, le preguntó si iba jugar, y él asintió. Greg se nos quedó mirando a mí y a Victoria.
-¿No somos muchos?
No sé qué pretendía exactamente; si cabrearme o poner roja a mi chica. Consiguió ambas cosas. Enhorabuena, Greg.
-Yo no juego-susurró Vic tímidamente, sin apenas alzar la voz. Greg asintió, y yo alcé una ceja. ¿De qué iba todo esto?
Tragué saliva y eché un vistazo a las cartas que me habían tocado mientras Victoria se acomodaba en mi hombro y echaba un vistazo. Nos miramos, preguntándole el uno al otro qué le parecía aquella mano, pero estábamos aún a años luz de la casi telepatía de Eri y Louis. Vi en sus ojos esmeralda que le parecía bastante bien, y ella debió de ver en los míos que agradecía no estar jugando al poker.
Louis se revolvió en su asiento, incómodo, alargó la mano y comenzó a palpar a su alrededor hasta que consiguió encontrar su iPod. Bostezó, desanimado con la canción que estaba escuchando, y le dio a siguiente. Gimió cuando los tambores de nuestra Rock Me le retumbaron en los oídos, y rápidamente pasó la canción. Alba se lo quedó mirando, incrédula.
-Tommo, ¿qué acabas de hacer?
Louis le enseñó su dedo corazón a modo de respuesta, y Eri no pudo reprimir una sonrisa. Siempre sería del equipo del que fuera Louis, no importaba a quién le pusieras con delante; ella iría tras él. Y él tras ella, lo que los conduciría a un círculo vicioso del que sería casi imposible salir.
Tras casi tres cuartos de hora jugando, después de que Louis amenizara las partidas con sus ronquidos, Liam y Eri se miraron y decidieron subir de nivel: ajedrez. Ellos dos. Lo que implicaba una partida de lo más interesante, porque se lanzaban pullas impresionantes. Era la única vez que Liam se podía llegar a comportar "mal", cuando jugaba al ajedrez con la española.
Felicité se acercó a nosotros y nos sonrió, como pidiendo permiso para entrar en la conversación, cuando lo necesitaba: su apellido era acreditación de sobra. Harry palmeó el asiento a su lado, el que Liam había dejado libre tiempo atrás, y Fizzy se sentó, poniéndose colorada. Levantó un segundo la mirada hacia mí y Victoria, temiendo preguntar, y volvió a bajarla. Miró a su hermano, que llevaba dormido buena parte del vuelo, y después a su cuñada, que sonreía como si ya tuviera la partida ganada, cuando nada más lejos dela realidad.
-¿Estáis nerviosos?-preguntó Fizzy, tímida, jugando con un móvil que había posado en su asiento. Le dio vueltas y más vueltas entre sus dedos, negándose a detener el baile del aparato. Asentí. Llevaba sintiendo un nudo en el estómago desde que nos comunicaron que habían conseguido una fecha para nosotros en Madison Square Garden, la arena más famosa y grande del mundo. El nudo en el estómago había aparecido cuando procesé la información, y pude traducirla a mi idioma.
Iba a cumplir mi sueño. Iba a cumplir el mayor de ellos.
Y Zayn había contribuido a ponerme más nervioso con sólo decirme: Serás el primer irlandés en tocar en Madison Square Garden.
Tragué saliva y contemplé a mi amigo, el único soltero que quedaba en la banda. Esperaba que fuera por poco tiempo, que encontrara a su Victoria particular, aquella que le hiciera reír, con la que todos los problemas parecieran nimios.
Mi galesa.
Zayn ni siquiera levantó la vista del libro que había cogido para el viaje, uno de Jane Austen, si la vista no me fallaba.
Miré a Victoria, que contemplaba a la hermana de Louis con una adoración mal contenida: a Vic le costaba mucho controlar la emoción que sentía cuando conocía a alguien cuyo nombre ella sabía muy bien. Fizzy le sonrió, Victoria le devolvió la sonrisa.
-Eres Victoria, ¿no?
Victoria asintió, sorprendida de que Felicité conociera su nombre. La cría le tendió la mano.
-Fizzy Tomlinson.
-De hecho, ya te conozco-susurró mi chica tímidamente, alzando la mano y estrechándosela a la cuñada de una de mis españolas favoritas.
Fizzy alzó las cejas, sorprendida pero no en demasía.
-¿Eres Directioner?
La pregunta ofendió a Victoria.
-Niall siempre dijo que no podía esperar para salir con una de nosotras, ¿recuerdas?-vaya, qué rápido se le había ido la timidez. Supuse que se debía a que era 6 años mayor que su interlocutora.-. Nadie aceptaría que yo no lo fuera. Y Nialler no miente, ¿verdad?-me miró, clavó aquel par de esmeraldas en mí, asesinándome lentamente, y asentí con la cabeza, notando la boca seca. Quería su boca en la mía. Ahora.
-No lo hago, no-susurré, aunque era mentira, a veces sí que lo hacía. Pero por una buena causa. Como mantener secretos. O cumplir promesas que sabía me costaría mucho más si decía la verdad. O destrozar fiestas de cumpleaños (algo que casi conseguí de no ser por la labia de Eri, que nadie sabía muy bien de dónde provenía).
Noemí levantó la vista y me miró, comenzó a seguir la letra de una canción sin emitir un solo sonido, y por el movimiento de sus labios la reconocí.
Mi ídolo y amigo.
Justin.
Miré a Victoria, que asintió con la cabeza y me dejó marchar. Fizzy rápidamente se sentó en el hueco que yo había dejado libre, sumiéndose en una acalorada discusión en voz baja acerca de cuál era nuestra mejor actuación en el programa, cuál era el mejor vídeo diario, y cuál era la mejor canción de cada uno de los dos discos que ya teníamos en el mercado.
Dios, dos discos ya.
El segundo, salido a mediados del mes pasado, haría unos quince días, y que había hecho justicia a las previsiones, gracias a aquel perfecto ejército de fans que teníamos nosotros. Fieles como perros, luchadoras como leones... Directioners.
Las mismas que habían hecho posible que yo ahora mismo estuviera metido en un avión, sobrevolando el Océano Atlántico con destino a Nueva York, la ciudad de los rascacielos por excelencia y los sueños de los musicales, a cumplir el mayor de todos los míos.
Me senté al lado de Noe, que me pasó un auricular, y tecleó en su BlackBerry para volver a poner la canción desde el principio. Oh, sí.
Die in your arms.
Noemí alzó las cejas mientras los dos nos entregábamos en silencio a la canción. Joder, tenía una suerte por tener aquel grupo de amigos, con mis dos nacionalidades favoritas, dos de mis fanbases favoritas... sí, la suerte que tenía no me la merecía, pero no diría nada, porque los chicos se cabreaban mucho cuando hablaba de que muchas cosas que nos pasaban no deberían hacerlo por mi simple presencia.
Recordé casualmente la vez en que Liam me abrazó mientras yo terminaba rindiéndome a las lágrimas, en un concierto en Inglaterra, cuando una fan me gritó que yo no merecía estar en la banda. Una cosa era que supieras que lo pensaban, otra cosa era que tú mismo pensaras de esa manera, pero algo muy distinto era que me lo dijeran, y más cuando estaba en plena actuación.
Liam se levantó de un salto de la silla y se puso a correr por el avión como un condenado mientras Eri daba manotazos a todas las piezas de ajedrez, lanzádolas en todas direcciones y haciendo que chocaran contra sitios desconocidos e inexplicables mientras maldecía en español.
-Me cago en el Liam, me cago en el ajedrez, me cago en la madre que parió a Liam, me cago en la madre que parió al que inventó el ajedrez, me cago en los aviones, me cago en las partidas, me cago en todo lo que se menea y todo lo que no se menea, me cago en los dioses hebreos, en los cristianos y en los de los chinos, me cago en la virgen-ladraba la cría, azotando a cada pieza como si fuera uno de sus hijos malcriados-. Me cago en la puta...
Cogió la reina blanca, la de Liam, con los dedos, la sostuvo ante sus ojos y bufó.
-Zorra hija de puta.
Alcé las cejas sin apartar la vista de ella, todos los que la tenían cerca y la habían escuchado la oyeron. Eri se desconcentró un segundo, pasó sus ojos de la pieza a mí y murmuró:
-¿Me has entendido?
-Hasta la última palabra.
-Me tienes enamorada, Niall-replicó en su lengua, seguramente para que me enloqueciera aún más el hecho de que mi español estuviera evolucionando tanto como para poder comprenderla-. Dile al Tommo que tenga cuidado si no quiere que le roben a su novia.
-¿Me ves capaz?-repliqué, con mi fuerte acento irlandés. Negó con la cabeza.
-Eres un santo.
Asentimos con la cabeza y Victoria se me quedó mirando con los ojos abiertos como platos y gesto suspicaz. Me encogí de hombros.
-No sabía hasta qué punto entendías el español, Niall.
Me encogí de hombros.
-Es lo que hay.
Se echó a reír, su risa era música para mis oídos. Liam volvió al lado de nuestra amiga.
-¿Otra partida?
-¡ME CAGO EN TU PUTÍSIMA MADRE, LIAM!-ladró la chica, luego le lanzó una mirada de disculpa a Karen, que hizo un gesto con la mano para restarle importancia. Todos sabíamos que Eri quería y respetaba a nuestras madres por el simple hecho de habernos creado a nosotros, de permitir que nosotros fuéramos posibles y estuviéramos allí, con ella. Siempre.
 Tal fue el grito que pegó Eri, Louis frunció los labios y la contempló.
-¿Qué pasa ahora? ¿Qué habéis armado ya?
Sacudió la cabeza, disgustado por haberse perdido la oportunidad de enredar. Joder, cualquiera diría que era el mayor, que tenía 20 años. Puto Louis, sonreí.
-Le he pegado una paliza al ajedrez que podías alucinar un rato, Louis-sonrió Liam, mientras Eri lo fulminaba con la mirada. Louis sonrió, sabiéndose dueño de un gran secreto.
-Tiene mal perder, ¿eh?
Asintió con la cabeza, la chica controlando sus ganas de darle un tortazo y dejarlo tonto el resto de su vida.
-No tienes ni idea de cómo es cuando se trata del sexo-Louis bajó la voz para que sus madres no las oyeran, seguramente más preocupado de sus horarios de cama particulares que de que su novia pudiera avergonzarse.
-Me cago. En la madre. Que te parió.-gruñó Eri por lo bajo-. Ya vendrás, ya.
Victoria apenas podía controlar su risa. Ya se iría acostumbrando a las pullas de la pareja más antigua de la banda, pero nadie esperaba que lo hiciera en ese instante, porque a todos nos había llevado una gran temporada.
Louis le guiñó un ojo, pero Eri estaba de demasiada mala leche como para dejarse seducir, así que lo obligó a extender sus brazos. Eri  cruzó los suyos, Louis abrió y cerró las manos como un bebé. Les gustaba, en el fondo les encantaban esos juegos. Eri contuvo una sonrisa y se acercó a él.
-¿Qué?
-Ponte para abajo.
-¿Qué quieres?
-Que te pongas para abajo.
Eri suspiró, se apartó el flequillo de la cara y se inclinó hacia su novio, que le sonrió.
-Tienes muy mal perder.
-Eres un gilipollas.
-Y tú eres preciosa. Qué le vamos a hacer- se encogió de hombros.
Eri soltó una risa nerviosa.
-Bobo.
Se inclinó y posó sus labios en los de Louis, que los reclamó con insistencia. Normalmente apartaba la cara para dejarles intimidad, pero ahora mismo me apetecía mirar. Eran tan iguales y a la vez tan diferentes. Ella era madura para su edad, él... bueno... era Louis.
Louis palmeó su asiento a su lado y Eri se sentó sin perder tiempo. Se metió bajo su brazo y le arrebató un auricular, asintió con la cabeza, de acuerdo con la canción que le había tocado escuchar, y se apartó el pelo. Louis no se perdió nada de lo que hacía su chica.
Yo volví con mi chica cuando las canciones de Noemí no me llenaban: necesitaba sentir a un cálido cuerpo cerca del mío, un pequeño cuerpo al que abrazar.
Victoria me recibió con una sonrisa de oreja a oreja, contenta de que volviera con él. Fizzy me hizo una mueca (cómo se notaba que era hermana de su hermano), se levantó y se fue con Zayn, que continuaba la lectura de su libro sin hacer caso de lo que ocurría en torno a él, lo cual era admirable.
-Se mueren todos-susurró Alba, sonriendo al moreno. Zayn levantó la mirada.
-¿En serio?
-Totalmente.
-Claro que lo hacen, Alba, so boba. ¿No ves que la novela es de hace más de un siglo?-se burló Eri, con lo que Alba le sacó la lengua. El ir tres veces al cine en tres días, dos premiéres y una sesión normal, las había unido más que nunca. Me pregunté si entendería algo si iba a ver Amanecer en español con ellas. Podríamos hacer la prueba.
Louis levantó la cabeza y miró a ambas.
-Hoy estás peleona, ¿eh?
Eri se encogió de hombros.
-No todos los días nos sacan del instituto para ir a la mejor ciudad del mundo-respondió Noemí, sonriendo.
-¡No jodáis, que nos vamos a Los Ángeles!-chilló la primera, la mediana de las tres, dando un brinco de puro éxtasis y mirando a su novio, que frunció el ceño y negó con la cabeza.
-Vamos a Nueva York, tía-replicó la mayor, frotándose la cara. Eri fulminó a Noe.
-De toda la vida de Dios la mejor ciudad del mundo es Los Ángeles.
-Es Nueva York.
-Perras, por favor, es Forks. Cerrad la boca-replicó Alba, alzando las manos como un papa predicador. Me eché a reír.
-¿Sabes lo que te quiero ahora mismo, Alba?-replicó Liam, acercándose y dándole un rápido beso mientras recogía el tablero. Eri se mordió el labio.
-Ya lo recojo yo, Liam, deja eso.
Liam se encogió de hombros.
-No te preocupes, pequeña.
Y siguió a lo suyo.
-Pues yo-replicó Harry, rompiendo su pensativo silencio mientras contemplaba su móvil por primera vez desde hacía una hora-, ahora mismo odio a Alba, porque todos sabemos que se van a poner a hablar de Crepúsculo  como si no hubiera mañana.
-Nunca hay mañana cuando hablamos de la Saga, Harry-replicó Alba.
-Exacto, porque Taylor está muy bueno, y es genial.
-Taylor me puede comer el rabo-replicó Louis, toqueteando su iPod. Eri lo observó anonadada, valorando el sacrilegio que había cometido Louis.
-Te odio.
-Eso está bien. El odio es un sentimiento ardiente-sonrió él.
-Eso es de Amanecer. Lo dice Jacob en su parte.
-Pues me cago en Stephenie Meyer por crear ese puñetero libro y en ti por no callarte con que tengo que leerlo y por leérmelo y en mí por quedarme con esas gilipolleces.
-Hemos roto.
-¿Por qué?
-Porque has insultado a Stephenie.
-Eri. Que soy Louis.
Eri lo miró de arriba abajo.
-Ese truco no te funcionará siempre-le advirtió ella, él se echó a reír.
-Bueno, no te preocupes, que cuando me deje de funcionar, pensaré en algo. No te vas a escapar de mí tan fácilmente.
Todos gemimos, incluida su novia.
-Eso es muy bonito. ¿Qué te has tomado ya?
-Nada, lo juro por mi madre.
Victoria alzó una ceja, y se lanzó a sugerir.
-¿Tal vez un par de comedias románticas?
Louis sacudió la cabeza.
-Louuuuuuuuuuuuuuuu-susurró Eri, zalamera, acariciándole el brazo. Louis suspiró.
-Tomé té, ¿vale? Tomé bastante té. Y sabéis cómo me sienta.
Sí, sabíamos cómo le sentaba. La última vez que lo había tomado se había puesto como loco a darnos besos y abrazos, diciendo que nos quería, que éramos los hermanos que nunca había tenido.
-Aw, Lou-susurró Eri, besándolo en la mejilla. Louis la miró con el ceño fruncido.
-No es para tanto. No me comas los morros, no hace falta, gracias.
Nos echamos a reír, y Eri desobedeció lo que su novio había dicho al pie de la letra, haciendo caso de su envenenado sarcasmo.

-GO TOMMO GO!-bramó Liam al micrófono, haciendo que todo el estadio temblara. La música de por sí estaba alta, los micrófonos también, pero si nos poníamos a gritar nos quedaríamos solos.
Mientras gritaba esto, Zayn, Harry y yo empujamos a Louis hacia delante en el escenario, y Liam hacía gestos de rapero mientras las chicas saltaban al pie del escenario, con las manos en alto, dando unos brincos dignos de los mamíferos propios de Australia.
Sabía que iban a hacer eso, sabía que Liam iba a armarla igual que en el disco, así que apenas pude controlar la risa cuando estaba llegando a los últimos versos de mi solo, por lo que Zayn se ocupó de mi parte mientras me reía como un condenado.
-Feels like I'm constantly playing-Louis le alzó una ceja a Eri, que se metió el puño en la boca. Todos sabíamos de lo que opinaba Eri de la voz de Louis; a ella podría gustarle mucho él, su físico, su sentido del humor, pero la voz del mayor de nosotros era algo con lo que la española no podía competir- a game that I'm destined to lose, cause I can't compite with your boyfriend-todos negamos con la cabeza, salvo él, que alzó el brazo de sus tatuajes y exclamó-, he's got 27 tattoos!
-Would he said that he's in L-O-V-E? Well, if it was me then I would, I WOULD.
Y todos nos sumamos a Zayn en el estribillo, nos tocara o no, porque para algo estábamos en Madison Square Garden, ensayando por primera vez: podíamos permitirnos errores en esa ocasión, no en las demás, y aprovecharíamos cada oportunidad al máximo.
Cuando terminamos de cantar la canción, y los últimos acordes morían en el eco de la sala, las chicas empezaron a chillar y silbar. Nosotros nos acercamos los unos a los otros, luego al borde del escenario e hicimos una profunda reverencia. El equipo que nos acompañaría en la actuación, controlando que todo estuviera bien, aplaudía por todas partes, desde sus puestos de combate.
-¿Vas a por los 27?-se burló Eri, señalando el brazo de Louis, con un nuevo tatuaje. Louis le sonrió.
-De momento vamos a por los siete.
Eri se echó a reír, negó con la cabeza y aceptó la mano que Louis le tendía para subirla al escenario. Noemí la contempló subir a donde ella había llegado antes y dedicaron una sonrisa tensa.
Victoria me pasó un brazo por los hombros, la miré, y nos sonreímos.
-Este sitio es grande.
Asentí con la cabeza, sin poder apartar la vista de las gradas, la enorme pista, los focos, las pantallas: todo allí era en una escala demencial, solo comparable al estadio de los Juegos Olímpicos.
-¿Estaréis bien por aquí?-preguntó Liam a las chicas, pues ahora nos tocaba ir a grabar un par de cosas. Ellas asintieron, y Liam miró a Victoria; como era la mayor de todas, se suponía que debía cuidarlas.
-¿Vic?
Victoria asintió.
-Nos portaremos bien, ¿verdad, chicas?
Eri asintió con la cabeza.
-Yo no sé vosotras, pero voy a ir a comprarme una bandera americana.
-¡Hala, Eri!-exclamó Zayn, haciéndome soltar una risita-. ¡Estás muy loca!
Eri se echó a reír.
-¡Vosotros ya habéis estado en América antes, y yo no! ¡Tengo derecho a hacer fangirling con mi país favorito!
Todos la miramos con el ceño fruncido.
-¿No es Inglaterra?
-Es mi segundo país favorito-se excusó ella, mirando al suelo.
-¿No lo era Irlanda?-la ataqué yo. Suspiró y bajó los hombros.
-Es el tercero.
-Menudas puñaladas nos das, niña-se burló Harry, y la cría hinchó los carrillos y frunció el ceño, mostrándonos su descontento. Todos corrimos a abrazarla, formando un círculo de ahora nueve personas donde antes había ocho.
Llevé a un aparte a Victoria y le cogí las manos.
-Escucha, nena-susurré, clavando mis ojos en los suyos; tenía que dejar de estar tanto tiempo con Louis porque él al final me pegaba las frases y maneras de llamar a las mujeres-. Si necesitas algo, solo tienes que llamarme, ¿de acuerdo? Si te sientes sola, o ellas te asustan, tú tranquila.
Victoria asintió.
-¿Tienes miedo?-me preguntó. Me mordí el labio-. De que no funcione.
Fruncí el ceño, negué con la cabeza y la tomé de la cintura para pegarla más contra mí; pude oler el aroma de su piel, sentir el calor que irradiaba su rostro acariciando la piel del mío, su respiración entrecortada por mi repentino ataque de pasión contenida que ella no se esperaba...
-¿Lo nuestro? No. Funcionará. Funciona-le aparté el pelo de la cara y enredé mis dedos en su cabello azabache, distraído. No podía ser tan perfecta y estar conmigo, no podía tenerla allí, delante de mí, una diosa hecha mujer solo para mí.
Sacudí la cabeza.
-De lo que tengo miedo es de que tú... bueno... te hagan algo. Las chicas pueden ayudarte si algo se mueve contra ti, ¿sabes?
Victoria sacudió la cabeza, no sé si diciéndome que no me comprendía, que dejara el tema o que estaba bien lo que le estaba diciendo.
-Vic-le pedí, poniéndole las manos en los hombros. No podía contarle lo de las fantasmas que se dedicaban a putear a las chicas; ahora que había encontrado a aquélla con la que quería estar, no estaba dispuesto a dejarla marchar tan fácilmente.
Victoria suspiró y se pellizcó el ceño, su dulce acento galés vino un poco después:
-No sé a qué te refieres, Niall. Creo que me hago una idea, pero no estoy del todo segura. Si te refieres a las fans, no te preocupes, creo que podré manejarlo. Además, tampoco creo que ellas me hagan todo lo que les hicieron a las demás... yo soy de la familia, ¿recuerdas?-sonrió, tratando de tranquilizarme. Tragué saliva. Sí, las fans también podían llegar a ser un problema si ellas se lo planteaban-. Además, te quieren. Y estaban como locas porque encontraras a "tu princesa"-hizo el gesto de las comillas con ternura, y yo no pude evitar devolverle la sonrisa con que me había obsequiado antes-. No me harán nada porque a ti, a vosotros, os respetan, y quieren que seáis felices. Y si tú eres feliz conmigo... entonces...-bajó la vista y se apartó el pelo de la cara, colocándose los mechones detrás de las orejas apresuradamente. Le coloqué el índice en la barbilla y le hice alzar de nuevo la vista; quería hundirme en aquellos ojos esmeralda, ver los prados de mi Irlanda natal extenderse ante mí en aquellos círculos galeses preciosos.
-Lo soy.
Se puso roja como un tomate, y me acarició la mano lentamente.
-Yo también.
Dio un paso hacia mí, yo me incliné hacia abajo (era toda una experiencia el tener que mirar un poco para abajo para ver los ojos de alguien, pues, al ser el más bajo de la banda, siempre tenía que estar alzando la cabeza), sostuve su rostro entre mi manos y la besé despacio, saboreando el momento. Ella abrió la boca y empujó mi lengua con la suya, y yo le devolví el movimiento despacio. No quería separarme de ella. ¿No podía llevármela a grabar el videoclip? ¿Y One Way Or Another? Tampoco pasaría nada porque estuviera allí, ella era de fiar, era mi novia, si se armaba, sería fácil descubrir quién había sido...
Pero ella también merecía pasar una tarde de chicas con las españolas para conocerlas mejor. Era cierto que había estado un rato con todas ellas, pero siempre habíamos estado los demás mediando, por lo que tampoco habían llegado a conocerse bien, y aquélla era la oportunidad perfecta para todas de conocerse mejor y volverse más cercanas.
¿Era ese el momento indicado para decírselo? Nos separamos y ella aún tenía los ojos cerrados y los labios un poco entreabiertos. Parpadeó y me miró.
Tal vez fuera pronto.
-¿Luego hablamos?-sugirió, balanceándose hacia atrás y adelante, sobre la suela de sus zapatos. Asentí con la cabeza.
-Te llamo cuando acabe de grabar.
Sonrió, asintió con la cabeza y se dirigió hacia Eri y las demás chicas, que la esperaban sonrientes. Se pusieron a hablar emocionadísimas de lo que iban a hacer esa tarde, calculando con precisión milimétrica todos y cada uno de los momentos que las esperaban.
Como si les hubieran hecho un gesto, las cuatro se fueron a la parte trasera del escenario y se metieron por una puerta que daba a un pasillo con final en uno de los callejones de los laterales del estadio. Me acerqué a los chicos, recordando la mirada expectante de Victoria cuando terminamos de besarnos.
No quería estropearlo por ir demasiado deprisa.
-¿Tíos?
Se acercaron a mí, sabiendo que íbamos a iniciar una de nuestras legendarias conversaciones sobre mujeres, solo que esta vez el protagonista sería otro: yo.
El único que nunca había sido el protagonista hasta entonces.
Harry me pasó el brazo por los hombros e hizo un gesto con la mano, invitándome a comenzar con mi explicación.
-¿Cuándo les dijisteis a vuestras novias que las queríais?-espeté sin preliminares, y todos se me quedaron mirando como si no entendieran lo que les había dicho. Mierda, ¿había hablado en irlandés?
Louis frunció el ceño.
-Bueno, Eri y yo... eh... ¿Qué? ¿Tres semanas?-se pasó una mano por el pelo y cerró los ojos, tratando de recordar-. Puede ser que lleváramos tres semanas.
-Yo llevaba con Alba dos.
-Yo ni siquiera había empezado con Noemí.
Y cada uno había tenido una bronca, una pelea y una ruptura (bueno, salvo Louis, pero porque tenía suerte con Eri) mayor que la anterior. Suspiré.
-¿Por qué?-preguntó Zayn, dándome un puñetazo suave en el pecho y echando a andar a seguir a nuestras chicas. Me encogí de hombros.
-No sé si es pronto para que se lo diga a Victoria.
-Tiene que salirte del alma. No necesitas nada más. Si lo sientes, dilo-me animó Louis.
-Sí, mira, Nialler-convino Liam-. ¿Alba?-la llamó casi gritando, ella se volvió y nos miró.
-¿Sí?
-Te quiero.
Alba le dedicó una media sonrisa.
-Yo también.
Y siguió caminando, corriendo para alcanzar a sus amigas.
Louis suspiró cuando Eri se cogió el pelo, se lo alzó sobre sí para que le viéramos el cuello y comenzó a sacudir las caderas.
-Venga ahí, Beyoncé-sonrió Liam, Eri se giró, se echó a reír y nos tiró un beso.
-Está mal de la cabeza-susurró Harry, mirando a Louis, esperando que saltara a defenderla como un fiero león defendería a sus cachorros.
-Ésa es la mejor parte-sonrió. Todos soltamos unos cuantos gemidos para que Louis se sonrojara, pero no lo íbamos a tener tan fácil. Por lo menos conseguimos que agachara la cabeza.
Paul estaba esperándonos sujetando a las chicas, cogiendo a Noemí de la cintura y alzándola de manera que no se fuera a ningún lado, mientras la pequeña pataleaba. Se nos quedó mirando, esperó a que formáramos un círculo que lo rodeara a él y a las mujeres y preguntó:
-¿Qué hago con ellas?
Victoria comenzó a dar brincos alrededor de Eri, que comenzó a girar sobre sí misma dando botes. Louis y yo intercambiamos una  mirada de preocupación. Eri había tardado demasiado poco en conseguir que Victoria hiciera el subnormal.
Se cogieron de la cara interna del brazo, en la parte del codo, y comenzaron a dar vueltas y más vueltas, chillando algo que ninguna vocalizaba, por lo que no se entendía.
Alba se puso a dar brincos por la calle a lo bailarina, haciendo que Liam se tapara la cara para no verla.
Y Noemí comenzó a patalear con más ahínco y a jalear a sus amigas, diciéndoles que tenían que hacerlo todo más deprisa, más rápido, mejor.
Suspiramos.
-Estaba a punto de decirte que vinieras con nosotros, pero ellas te van a necesitar más-murmuró Liam, sin poder creerse que Alba estuviera recreando Bailando Bajo la Lluvia con una farola. Qué graciosa, me recordó a mí enganchado en una farola en España cual koala, gritando que de aquél país no me sacaba nada, absolutamente nada... y ahora ni siquiera estaba en el mismo continente.
-¡NO!-gritaron todas a la vez.
-Protestó Jimmy-no pude contener la tentación, Louis se me quedó mirando con una ceja alzada mientras todos los demás se reían como locos. Estábamos tentando a la suerte, haciendo tiempo en la calle, esperando que viniera alguien a vernos.
Louis chasqueó la lengua, disgustado porque le estaba robando las bromas.
Después de mucho reírnos y de hacer un poco más el tonto, como venía siendo natural en nosotros, nos separamos de las chicas con gran pesar por nuestra parte. Paul se adelantó para  comprobar que no había una marabunta de fans esperando y poniendo en peligro nuestra seguridad, pero no pasaba nada. Alguien había hecho correr la voz de que estábamos en el otro extremo de la ciudad, esperando para embarcar en un barco que nos llevaría de paseo por el río en dirección a la Estatua de la Libertad.
Noe se giró en redondo y miró a Harry.
-Así que, ¿nos abandonáis?
Asentimos con la cabeza, aun metiéndonos en una conversación que sabíamos de sobra que no nos pertenecía.
Harry hizo pucheros.
-Luego te llevo por ahí, no te preocupes.
-¡VAMOS A BROADWAY!-bramó Eri, dando un brinco sobre Victoria y enganchándose a su espalda. Victoria se echó a reír y se balanceó adelante y atrás, chillando que irían a Broadway en unicornio.
-La madre que me parió-musitó Louis viendo a nuestras dos chicas de esa guisa. Eri ahora silbaba y movía su mano en círculos sobre sí, fingiendo ser una vaquera preparada para cazar un caballo salvaje, echarle el lazo y domarlo.
Silbó a Alba, que había dejado la farola y ahora corría como una gacela enloquecida, alzó la cuerda imaginaria en su dirección y Alba empezó a revolverse como si hubiera pillado algo.
Eso fue lo último que recuerdo antes de que todo se volviera negro y cayera al suelo.
Entonces, me puse a hacer la croqueta como un condenado, exhalando todo el aire en forma de carcajadas y rezando por no asfixiarme, lo cual sería difícil, porque las chicas no paraban. Entonces Noe corrió a socorrer a Alba, pero acabó también atrapada en las redes de Eri y Victoria, bailando una danza tribal de una de las tribus más antiguas de África.
Una mano amiga tiró de mí. Luego, otra mano amiga ayudó a esa. Juntas, las manos consiguieron ponerme de pie. Harry y Zayn. Debí suponerlo, las manos tan grandes no podían ser de Louis o de Liam, y las de Zayn tenían un tacto muy específico. Me apoyé en Louis, que lloraba de la risa (creo que era la primera vez que lo veía llorar de la risa), y nos abrazamos mientras las crías daban rienda suelta a su locura con los demás alucinando sin poder apartar los ojos de ellas.
-¡ARRE UNICORNIO!-chilló Alba, y todas salieron corriendo como locas para rodearnos en círculos. Noemí chocó con Victoria, que tiró a Eri al suelo, y ésta se comenzó a revolcar como un burro en un prado.
Zayn se frotó las manos y esperó a que pararan, en realidad yo también lo hacía, pero temía dejar de pasármelo tan bien. Cerré los ojos y negué con la cabeza, llorando en el hombro de Louis, que se convulsionaba intentando contener las carcajadas.
Cuando se calmaron, y conseguimos calmarnos, nos quedamos mirando largo rato, nos echamos a reír, nos despedimos de ellas y nos metimos en el coche para dirigirnos al estudio.
Nos llevó unos 20 minutos terminar con el tráfico de las calles principales de Nueva York y llegar a uno de los barrios más tranquilos. Algunos coches iban de aquí a allá, pero se podía circular, y se podía cruzar la calle si uno mantenía los ojos bien abiertos. El coche se detuvo en un edificio bajo, de un par de plantas, y todos asentimos con la cabeza, pues era justo lo que habíamos pedido: un lugar discreto, ya que no podríamos estar mucho tiempo trabajando en la canción sin que las fans se volvieran locas y tuviéramos que dejar el trabajo a medias, malgastando el precioso y escaso tiempo que pasaríamos en la Gran Manzana, y tampoco demasiado lujoso, pues, si no podíamos trabajar con nuestra productora habitual, preferíamos ayudar a una más pequeña.
Saltamos del coche y observamos cómo éste se alejaba bajo las órdenes de Liam, que había dicho que mejor estaba por el centro de la ciudad a la espera de que Paul pidiera auxilio porque no podía controlar a los chicos. Cuadramos los hombros, nos miramos los unos a los otros, nos calamos las gorras y colocamos las gafas de sol correctamente, respectivamente quien llevaba cada cosa, y entramos en el edificio sin llamar a la puerta. Por fortuna, el portal estaba abierto. Zayn se acercó a los buzones y echó un vistazo a las direcciones.
-Segunda planta. ¿Ascensor o escalera?
Sonreí.
-Escalera, por supuesto.
-Este sitio es más viejo que mis tres abuelas juntas, tíos, estaríamos jodidos si no quisiéramos usar la escalera-replicó Louis contemplando las paredes, negando con la cabeza y sonriendo.
-Pobres abuelas Tomlinson.
-Y Austin. No te olvides de Margaret-Louis se giró con una sonrisa pícara en los labios, pues estaba varios palmos por encima de los demás, algo que no solía ocurrir. Me apresuré a ser el segundo en la escalera y subimos lentamente al segundo piso, en procesión silenciosa.
No necesitamos ni siquiera llamar a la puerta, cuando llegamos una mujer de mediana edad, con un moño perfectamente cuidado clavado en la nuca, nos abrió y nos hizo pasar. Entramos a toda velocidad, como si estuviéramos traficando con droga, y la mujer cerró la puerta tras de sí.
A pesar de la dureza de su rostro, su sonrisa y su voz eran dulces.
-Encantada de teneros aquí, chicos. Seguidme, por favor-susurró, y dejamos que pasara entre nosotros hasta ponerse delante y guiarnos por los recovecos de aquel estudio.
Max y Joe nos esperaban en la sala de grabación, contemplando la calle por un ventanal que bañaba de luz toda la estancia, con la letra de la canción en la mano. Joe se giró.
Louis esperó con paciencia a que Max también lo hiciera para matarlo con la mirada. Y Max satisfizo al mayor de nosotros sin tardar. Lo miró de arriba a abajo, se pasó una mano por el pelo, asintió con la cabeza y apoyó el codo en el cristal de la ventana. Joe se acercó a nosotros con la letra de la canción en la mano, cinco folios perfectamente impresos y colocados, y nos los repartió.
-¿Ya tenéis la música?-preguntó Louis, mirando a nuestro mánager decente. Joe asintió con la cabeza, se colocó el lápiz que llevaba en la oreja y clavó sus ojos en la pequeña pantalla del portátil que se habían traído.
-Tenéis que decidir entre 10 canciones que hemos seleccionado nosotros y Syco-informó Max, girándose a mirar al mayor, que fingió no oírlo.
-Louis-le reprendió Harry, Louis suspiró y miró a Max.
-¿Qué?
-Que tenéis 10 para elegir.
Asintió con la cabeza, se metió las manos en los bolsillos y se encogió de hombros. Nos pusimos manos a la obra, acercándonos al ordenador y eligiendo la pista que más nos gustaba.
Grabar nos llevó más de lo que esperábamos, porque la canción tenía mucha energía y buen rollo, algo de lo que éramos amigos en nuestra banda. Tras varios intentos de que Harry comenzara con voz normal y de que los demás no nos riéramos por lo bajo, llegó la parte de Zayn.
Y luego la mía.
-Let's go!-gritó Louis, alzando la mano. No podía estarse quieto cuando había música, él necesitaba moverse.
-One way, or another, I'm gonna find ya, I'm gonna getcha getcha getcha getcha one way, or another-cantó Liam, y después todos nos unimos a él.
La mujer de mediana edad contemplaba alucinada cómo su hija bailaba al ritmo de la música que estábamos haciendo, de la canción a la que estábamos trayendo al mundo.
Liam y Zayn se miraron, asintieron con la cabeza y comenzamos a soltar nuestro adorado "na na na". Louis se tapó la boca para contener la risa y, cuando se vio en condiciones de seguirnos, nos persiguió a los demás.
Cada uno se encargó de los coros, que más tarde tuvimos que volver a hacer porque no habían salido como esperábamos y, por fin, salimos del estudio.
Yo llevaba un rato sin camiseta; siempre hacía mucho calor cuando nos metíamos los cinco a cantar.
Louis se puso la chaqueta vaquera sobre los hombros y alzó una ceja en dirección a Harry, que hacía girar su gorro de lana en su dedo índice, mientras esperábamos por  la canción, que estaba guardándose en la memoria del ordenador de nuestros mánagers.
-¿Y el vídeo?
-Empezamos hoy-susurró Zayn, distraído, sacando la cajetilla de tabaco y mirando a la dueña del local, pidiendo permiso. La señora asintió, Zayn se acercó a una ventana, la abrió y encendió uno de sus cigarros. Dio una larga calada, soltó el humo pausadamente y asintió con la cabeza, como diciendo esto es vida.
Fuimos los primeros en escuchar la canción, y la chica que estaba trayéndonos una bandeja con vasos llenos hasta arriba de refresco la dejó caer de la impresión.
-Cynthia, por Dios-gruñó su jefa, y la chica se puso colorada
-Perdón, mamá, yo...-balbuceó la cría, mirándonos y poniéndose roja como un tomate.
Louis y yo nos miramos y nos levantamos a ayudarla a recoger los trozos.
-Ten cuidado, no te vayas a cortar-replicó Harry, levantándose también y cogiendo los pequeños cristales. Zayn hizo un gesto de tirar el cigarro, pero negué con la cabeza; con cinco personas allí éramos bastantes.
-Tened cuidado con los pequeños-Liam inspeccionaba el suelo en busca de  cristales rotos, arrodillado, analizando la moqueta granate. La mujer ordenó a su hija buscar un recogedor.
-No os preocupéis, chicos, ya lo limpiamos nosotras-se excusó la mujer, acercándose y tirando de Louis para que se levantara, pero él apartó delicadamente el brazo.
-Bah, ¿qué más dará? Señora, tengo cuatro hermanas pequeñas, estoy acostumbrado a limpiar. No me importa.
-Pero...
-Eh, yo soy más joven. No me voy a morir, ¿sabe?
Liam asintió con la cabeza, dándole la razón al de Doncaster, y miró a la mujer.
-Tal vez necesitáramos una bolsa.
-¿Seguimos con la canción?
-Ponedla mientras limpiamos-sugirió Harry. Zayn tiró el cigarro y fue a ayudar a la chica a buscar algo para recoger el destrozo.
Louis gimió.
-No puedo sonar así.
Todos lo miramos.
-Si suenas bien.
-Parezco un pato.
-¿Llamamos a Eri y le preguntamos qué opina?
Louis sonrió al suelo mientras cogía con los dedos una ínfima espina de cristal.
-Eri no es objetiva.
-Ni falta que le hace-replicó Max, tecleando algo en el ordenador. Louis se lo quedó mirando.
-Mira, tío, si quieres ser tú el primero al que le clave algo en sobre una vena, solo tienes que decírmelo, ¿sabes?
-¿Como qué?-lo vaciló.
Louis cogió un buen trozo de cristal de la bandeja y se levantó. Todos nos quedamos quietos mientras él lo estudiaba.
-Bueno... el cristal corta.
-No serías capaz.
-¿Apostamos?
Max se había puesto pálido. Deseé confiar ciegamente en que Louis se estuviera echando un farol, pero estaba bastante seguro de que nunca había tenido más ganas de algo en su vida.
Bueno, sí, de una cosa.
Probar a Eri.
-Me cago en vuestra madre-nos había dicho aquel día que había ido a buscarla al aeropuerto, después de que ella discutiera con sus padres-, estaba a punto de hacer el amor con ella por primera vez. Sois muy oportunos-se había reído, restándole hierro al asunto, pero en sus ojos aún se veía el dolor que le había causado dejar a su novia sola en su piso, seguramente ya desnuda y lista para entregarse a él.
Max asintió con la cabeza y alzó las manos.
-La dejaré tranquila.
Louis sonrió.
-Al final, va a resultar que eres listo, y todo-tiró el trozo de cristal en la bandeja y volvió a agacharse a ayudarnos a recoger, mientras todos lo mirábamos sin saber si aplaudir lo valiente que era o abofetearle por ser tan tonto.
Harry le palmeó la espalda.
-Qué huevos tienes, Tommo.
Louis sonrió, y sus ojos se iluminaron.
-Pregúntaselo a mi novia, a ver qué te dice.
Y nos echamos a reír.
Después de pasar la canción a nuestros respectivos reproductores  de música y coger una cámara de fotos para grabar el vídeo (habíamos decidido no perder ni un segundo en aquello), salimos a la calle cuando la noche ya se cernía sobre el cielo neoyorquino.
-Dadle caña, tíos-sonreí, haciéndome con la cámara y caminando delante de los  chicos. Nos miramos entre nosotros un segundo, sabiendo lo que estábamos a punto de hacer.
Ser lo One Direction de los vídeo diarios.
Ser los chicos que se lo pasaban bien.
Ser los que hacían el tonto a todas horas.
Encendimos la música y la pusimos baja, nos colocamos los auriculares escondidos para que nadie más nos oyera, y cuando llegamos al solo de Liam en el estribillo, Liam se puso a hacer su trabajo con Louis a su lado. Cuando le tocó a éste, le pasó un brazo por los hombros al más sensato y comenzó a cantar.
Ya se notaba que nos estábamos emocionando mucho cuando Harry se puso a dar vueltas con su gorrito de lana, bailando al ritmo de la música, sin importar nada.
Y cuando al día siguiente Louis me miraría y me diría: Niall, vamos a bailar con esas señoras, y nos pondríamos a bailar como locos, mientras Louis hacía movimientos sexys a su compañera y fingía lamerle la oreja, supe que a nuestras Directioners iba a encantarles ese vídeo.

Louis se recostó en el sofá de la suite y lanzó un profundo suspiro de satisfacción mientras contemplaba la tele. Alzó la voz.
-¡Yo no tengo ninguna prisa por ir a ver un puñetero musical, eh! ¡Luego no me llores si nos cierran la puerta y no nos dejan entrar!
Eri abrió la puerta del baño y lo fulminó con la mirada; la rabia ardía en sus ojos.
-Eres Louis Tomlinson, te dejarán entrar.
Cerró la puerta con un portazo mientras Louis ponía los ojos en blanco y se rascaba la barriga. Su novia volvió a abrir la puerta.
-¡HAZ EL FAVOR DE VESTIRTE COMO UNA PERSONA QUE VA A IR A VER UN PUÑETERO MUSICAL!
-¿Cómo mierda me visto? ¿Cómo estoy ya? ¿En bolas?
-¡QUE TE QUITES LOS VAQUEROS!
-¿Que quieres que vaya en calzoncillos?
-¡VETE A LA MIERDA!
Cerró de nuevo la puerta con un sonoro portazo y Louis se echó a reír.
-¿Por qué te gusta enfadarla tanto, Lou?-se rió Liam, que también estaba esperando a que Alba se cambiara de ropa, pero ellos simplemente darían un paseo, y tal vez consiguieran subir al Empire State.
Se levantó del sofá y se encogió de hombros.
-No me digáis que no os hace gracia cuando se cabrea.
-¡Te estoy oyendo!-gritó Eri sin abrir la puerta del baño.
-¡Eso pretendía!
Se quitó la sudadera, se miró la camiseta blanca y luego a nosotros. Alzó una ceja.
-Una americana debería bastar.
-No me deja ir de vaqueros.
-El problema era la sudadera, no los vaqueros-susurré, y Victoria asintió. Le acaricié la mano y le besé la cabeza, ella alzó la vista, sonrió y me besó en los labios. Me encantaba cuando hacía eso.
Louis fue a la habitación que compartía con Eri, abrió el armario y se puso a revolver, impaciente. Si los dos no tuvieran tanto amor por la ropa, nada de eso pasaría, y no estarían tan locos por encontrar la prenda perfecta en un armario lleno de ellas.
Encontró lo que buscaba, la sacó y nos la enseñó. Asentimos con la cabeza y él la dejó cuidadosamente encima de la cama.
En ese momento Eri salía calzándose los tacones.
-Ya estoy, ya estoy, ya estoy-recitaba, pasó al lado de Louis dando saltos y se inclinó en un espejo a comprobar por millonésima vez que su maquillaje estaba bien colocado. Se atusó el pelo y miró a Louis con una sonrisa de autosuficiencia al salvar los centímetros que los separaban ayudada de su calzado.
-Cómo odio que hagas eso-Louis negó con la cabeza, mirándola de arriba a abajo y mordiéndose el labio.
-¿Que haga el qué?-replicó ella, zalamera, caminando hacia él y abrazándolo. Le estampó un sonoro beso en la mejilla mientras él posaba sus manos en su cintura.
-Eri, Eri. Eri-le advirtió Louis, parpadeando muy despacio. La chica se echó a reír.
-¡No hago nada!
Le pasó los dedos por los bíceps, siguiendo la línea de sus tatuajes, y murmuró:
-No irás a ir así.
-Tengo la chaqueta en la habitación.
-¿Qué hora es?
-Ya llegamos tarde.
-Vete a por la chaqueta.
-Ahora al que le apetece hacer esperar es a mí. ¿A que jode?
-Te va a joder más que no quiera que me toques esta noche si no veo el musical, y los dos lo sabemos.
-Si me pongo en plan de suplicar por sexo, me lo das, y los dos lo sabemos.
Eri se pasó una mano por el pelo.
-Vete a por la chaqueta, Louis.
-¿O si no?
Se echó a reír.
-Vete a por la chaqueta. Y piensa en lo que pasará si vas a por la chaqueta. ¿Eh?
Le pellizcó la mejilla y Louis sonrió.
-¿Ves cómo siempre acabo ganando yo?
Eri puso los ojos en blanco.
-Lo que tú digas, Swagmasta.
Cuando su novio volvió, colocándose bien la chaqueta, Eri se apoyó en el sofá y sonrió para sí.
-¿Qué?-preguntó Louis, divertido, pero ella sacudió la cabeza y no dijo nada. Le tomó de la mano, lo besó e hizo un gesto con la cabeza.
-Pasadlo bien-murmuramos todos a coro mientras Alba abría la puerta del baño y le pedía a Liam cinco minutos más. Harry y Noe hacía tiempo que se habían ido a dar un paseo por la ciudad, visitando los lugares a los que ella quisiera ir. Seguramente en ese momento estuvieran en Central Park.
Louis se puso a brincar, fingiendo interés:
-Bien, vamos a ver Los Miserables, bieeeeeeeeeeeeeeeeen.
Eri se giró en la puerta y lo miró.
-¿Qué pasa con eso?
-Nada.
La chica se acercó a él, le susurró algo al oído, se separó para mirarlo y los dos se echaron a reír.
-Adiós-balaron, cerrando la puerta. Pude oír las carcajadas de Eri al otro lado aún un rato después de que todo estuviera en silencio.
Liam y Alba fueron los siguientes en salir, y Zayn se quedó con nosotros en la habitación, decidiendo qué hacer aquella noche.
-Me aborrece más irme de fiesta yo solo...-susurraba, gimoteando. Victoria sonrió.
-Podemos ir contigo, ¿no, Niall?
Me encogí de hombros.
-Como queráis, aunque yo no estoy mucho para fiestas, la verdad.
Zayn asintió.
-Sé de qué me hablas. ¿Y si llamo a Lottie? Tal vez ella quiera ir conmigo.
Me encogí de hombros y le dije que podría ser, así que se vistió y se fue a la habitación en la que se alojaban los Tomlinson al completo.
Una vez estuvimos solos, miré a Victoria, y ella me miró a mí.
-¿Qué hacemos tú y yo, preciosa?-le acaricié el pelo y ella se sonrojó.
-Lo que te apetezca. Esta es tu noche.
-Técnicamente, es mañana-le besé el cuello y ella gimió de placer. Me encantó poder hacer que ella soltara esos gemidos. Algo dentro de mí se revolvió: un monstruo que llevaba años dormitando y deseaba fervientemente despertar y dar un buen bocado a la vida.
La televisión estaba encendida, pero ninguno de los dos le hacía caso. Vic se dejó caer en el sofá, apoyando la espalda en el reposabrazos, y yo me metí entre sus piernas. Las cerró alrededor de mi cintura, enredó sus dedos en mi pelo y tiró de mí para besarme mejor. Capturó mi labio superior entre sus dientes y, esa vez, el que gimió fui yo. Me acerqué más a ella, sintiendo su cuerpo bajo el mío.
Estaba endureciéndome.
Sin saber muy bien cómo, nos levantamos del sofá y nos metimos en mi habitación. Ella me desabrochó la camisa y me la sacó rápidamente mientras yo luchaba contra su camiseta, que se negaba en redondo a que la desnudara.
Íbamos a hacerlo, y me encantaba, no podía esperar a estar dentro de ella, a sentir por fin todo de lo que hablaban los chicos, por fin iba a experimentarlo yo en mi propia piel, se acabó el imaginar, se acabó todo.
-Niall-jadeaba ella, tumbada sobre mí, ahora con un sujetador y unas bragas negras a juego, que resaltaban su ya de por sí perfecta figura.
-Vic...
-Niall-replicó ella, apartándose un poco y contemplándome. Joder, era tan pálido al lado de ella. Se mordió el labio y tiré de ella para volver a buscar su boca. Quería estar dentro de ella.
Ya.
-Niall... espera. Espera. Para-se volvió a incorporar y yo me la quedé mirando, hundiéndome en aquel esmeralda tan precioso suyo. Se echó el pelo hacia atrás y se mordió el labio inferior, al borde de las lágrimas. Oh, mierda, debería haberle preguntado si quería hacerlo conmigo...
-No sé si...-tragó saliva, se negaba a mirarme a los ojos, pero yo necesitaba que lo hiciera. El que había metido la pata era yo, no ella-. No sé si soy la indicada...-volvió a apartarse un mechón de pelo rebelde detrás de la oreja-. Llevamos un mes y...
Asentí con la cabeza. Sí, ahora que lo pensaba un frío, erección y calentones aparte, tenía toda la razón del mundo. Llevábamos muy poco tiempo. Necesitábamos conocernos más, y aunque a mí me doliera cada minuto que no estaba sin ella, eso podía no significar nada. Ella podía no sentir lo mismo.
Ella podía tener miedo de que yo lo único que quisiera era acostarme con ella, allí, y luego desentenderme de todo lo que pudiera pasar.
-No sé si... soy la indicada-replicó, mirándome a los ojos con cara de cachorrito. Se mordió el labio y yo le acaricié la mejilla-. No sé si soy yo a la que has estado esperando todo este tiempo.
Agachó la cabeza, negándose a mirarme. Era entrada la noche, las luces de la ciudad brillaban bajo nosotros... y yo solo tenía ojos para ella, para aquella preciosa criatura que simplemente no se creía que fuera perfecta para mí.
Me incliné a besarla en los labios.
-Simplemente que mee hayas dicho eso confirma que tú eres mi princesa.
Volví a besarla tiernamente, tiré de ella hasta tumbarla sobre mí, le acaricié la cabeza, jugué con su piercing del ombligo, la pequeña N que se había puesto para desearme suerte, algo curioso por lo chocante que resultaba con su actitud y así, con solo querer tenerla cerca, solo querer dormir, solo querer tenerla conmigo para siempre, sin sexo, sin preocuparse porque yo quisiera utilizarla, se durmió.
Me dormí.
Más tarde, mañana, cuando Louis se levantaría con cara de no haber roto un plato en su vida y todos bromearíamos con que parecía demasiado relajado a lo que respondería que después de estar con una fiera en la cama un hombre se relajaba, después de dejar atrás el mal trago que pasó mi novia por haberme rechazado con toda la razón del mundo, la miraría justo antes de salir al escenario, antes de que las plataformas me catapultaran a la gloria eterna, antes de que ella  corriera a su palco VIP con nuestras familias, ella sonreiría y me diría.
-Yo también, Niall.
-¿Sabías qué te iba a decir?
-Llevas queriendo decírmelo, y yo que me lo digas, desde que empezamos, ¿a que sí?
Asentí con la cabeza, me pegué a ella mientras la gente se volvía loca a mi alrededor, chillando que quedaba menos de un minuto, y me  acerqué a su boca.
-Te quiero-susurré, y por primera vez en toda mi vida estaba convencido de que lo decía de verdad, a la mujer con la que quería estar el resto de mi vida.
Me pasó los brazos por los hombros, sonrió, me miró a los ojos y murmuró con dicha:
-Yo también te quiero, mucho, Nialler.
Nos besamos despacio, pero eso sería mañana. Estábamos en la cama, juntos, sinceros, puros.
Nos dormimos, juntos, en la misma cama, como marido y mujer, un amor tan sincero como el de un matrimonio de ancianos encerrados en unos cuerpos de 19 años.

Me giré en redondo en el aeropuerto, las fans les gritaban como nunca lo habían hecho. Normal. Acababan de hacer historia: se habían convertido en la primera boyband del mundo en actuar en aquella arena. Y el mayor de ellos solo tenía 20 años.
Recordé con alegría cómo yo también formé parte de todo aquello, sacando con mis amigas una pancarta que rezaba From the bottom of the stairs to the top of the world, tal y como clamaban los Trending Topics en Twitter. No podía estar más orgullosa de ellos, de cómo los cinco nos miraron desde el escenario, sus sonrisas, los besos que nos lanzaron, el Te quiero de uno de mis amigos a su chica... fue espectacular.
-¿Vamos?-me preguntó uno de ellos, Harry. Lo miré, y a los demás: Niall riéndose de algo que le contaba Louis, Zayn y Liam inclinados sobre la pantalla del móvil del último, las demás mirando una revista que acababan de comprarse.
-Creo.. que... quiero quedarme un poco más-me encogí de hombros intentando no sonar nada nerviosa, todo lo contrario de como me sentía. Frunció el ceño, pero sonrió. Los demás se nos acercaron.
-¿Y eso?
-Me apetece ver un poco más de Nueva York... ¿sería posible?-les dediqué una tierna sonrisa, apelando a sus instintos más paternales, aquellos que rara vez conseguía despertar. Ellos me la devolvieron. Era mi última oportunidad, la única oportunidad, y parecía estar a punto de conseguir abrazarla.
-Claro-me sonrió Louis.
Y desfilaron uno por uno delante de mí, que aún cargaba con la maleta, dándome besos.
Mi novio se acercó, me besó en los labios, y me preguntó:
-¿Estarás bien?
Asentí con la cabeza, volviendo a pedir su boca sobre la mía.
-Sí, no te preocupes.
-Vale. ¿Te llamo cuando lleguemos?
-Sea la hora que sea-asentí.
Volvió a besarme, empujando mi lengua con la suya, y yo a corresponderle. Era un beso que ambos sabíamos que debía terminarse, pero ninguno quería que lo hiciera, luchamos por alargarlo... porque era un beso de despedida.
Estuve con todos hasta que les tocó embarcar, y apuraron hasta el último instante para no dejarme sola.
-Te quiero-le susurré a él, y él me devolvió la declaración:
-Yo más. Ya lo sabes. Siempre.
Me eché a reír, y contemplé cómo se perdía por la terminal con la mano en el vientre en vez de en el corazón... acariciando la vida que estaba dentro de mí, la pequeña vida que él me había ayudado a crear.

4 comentarios:

  1. QUIERO TENER ESE BEBÉ.

    https://www.google.es/url?sa=i&rct=j&q=&esrc=s&source=images&cd=&cad=rja&docid=PBQuyAmXEa8L5M&tbnid=5ToNF4giExlyFM:&ved=0CAUQjRw&url=http%3A%2F%2Ftwicsy.com%2Fi%2FvahAoc&ei=mXErUbqhMc24hAe78oGYBg&bvm=bv.42768644,d.ZG4&psig=AFQjCNFSx6N7sJjy46a5MPn3OGSU0IVqlA&ust=1361888020950818
    https://www.google.es/url?sa=i&rct=j&q=&esrc=s&source=images&cd=&cad=rja&docid=fLVggjf2MTMb8M&tbnid=SPLXAzJuC3en6M:&ved=0CAUQjRw&url=http%3A%2F%2Fwww.wattpad.com%2F4181041-two-days-being-a-mum-harry-styles-and-baby-lux&ei=pnErUbnxMYKAhQevioCIBA&bvm=bv.42768644,d.ZG4&psig=AFQjCNFSx6N7sJjy46a5MPn3OGSU0IVqlA&ust=1361888020950818
    https://www.google.es/url?sa=i&rct=j&q=&esrc=s&source=images&cd=&cad=rja&docid=QvRYh4g3wm9RKM&tbnid=Ig5cIYZdC8LysM:&ved=0CAUQjRw&url=http%3A%2F%2Fwww.tumblr.com%2Ftagged%2Fharry%2520and%2520lux&ei=T3IrUda_McaRhQfXyIGIAQ&psig=AFQjCNGgS0qOyI-iuJtCrRibgbTTWsRXHw&ust=1361888131262798

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¿QUÉ FUMAS, NOEMÍ? ¿TE HE DICHO QUE SEAS TÚ LA PREÑADA? JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA

      Eliminar
  2. JAJAJAJAJAJAJAAJAJA EMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMM SÍ. JAJAJAJAJJAAJ ;)))))))))))))))))))))))))))))))))))))))))))))))

    ResponderEliminar

Dedica un minutito de tu tiempo a dejarme un comentario; son realmente importantes para mí y me ayudarán a mejorar, al margen de la ilusión que me hace saber que hay personas de verdad que entran en mi blog. ¡Muchas gracias!❤