sábado, 21 de febrero de 2015

Noble, dos mil novecientos noventa y un días.

No me parece nada justo lo que he hecho contigo, pequeño. Seis años ignorando tus cumpleaños; felicitando a gente que no me conoce, o gente que no es tan cercana a mí como yo creía, e ignorando a la criatura peludita que lleva a mi lado tanto tiempo, y que ha llenado mi vida de una felicidad que nunca creí que se pudiera tener. Siempre sonreía cuando veía lo que alguna gente hacía por sus mascotas, y alzaba las cejas y me preguntaba cómo alguien podía llegar a tales extremos como renunciar a una pareja porque, simplemente, no le gustaba el animal que llevaba en casa más tiempo que  ella. Y se me llenaban los ojos de lágrimas cuando veía qué cosas hacían las mascotas (qué curioso, casi siempre perros) por sus amos, hasta qué punto los echaban de menos y se sacrificaban por ellos; cómo recorrían media Europa para estar a su lado en vacaciones, o cómo se sentaban a esperar en la estación de tren en la que vieron a sus humanos por última vez.
Recuerdo que lloré con Una pareja de tres,y debes creerme si te digo que ahora mismo tengo los ojos llenos de lágrimas, porque por primera vez en mi vida entendía lo que era, por primera vez en mi vida tenía a ese pequeño compañero que tanto había pedido cuando era pequeña, aquél al que mi abuelo había prometido construirle una casa que finalmente no consiguió hacer (el cáncer, nuestra herencia, pudo con él), y por primera vez en mi vida, y desde que tú llegaste a mí, entendí que no ibas a estar ahí cuando yo envejeciera, entendí que yo tengo todas las posibilidades de sobrevivirte, y eso me pone muy triste, y hace que me ahogue escribiendo esto, porque ponerlo por palabras le da todavía más realidad al hecho de que tenemos fecha de caducidad, y mientras tú eres una jugosa papaya, yo soy un melocotón en almíbar encerrado en una lata a través de la cual te puedo ver. Tú eres una papaya que desaparecerá una vez sea comida, y eso me entristece todavía más; el hecho de que no vayas a vivir en unos hijos y de que algún día seas simplemente un recuerdo, cientos de fotos y esta entrada.
No puedo dejar de pensar en que los pastores alemanes duráis, en teoría, 12 años, y que si eso es cierto ahora estamos en el tiempo de descuento, en "la segunda parte del partido de nuestras vidas", y me he dado cuenta de cómo no apreciamos la compañía del otro en los mismos niveles; yo lo hago mucho menos que tú (y eso que no es poco).
Y, a pesar de que eres más joven que yo (llevas conmigo un tercio de mi vida), he aprendido contigo mucho más de lo que tú has aprendido conmigo. Tú me has enseñado qué es llegar a casa con una sonrisa porque alguien se va a levantar y va a correr para recibirte y celebrar tu llegada como agua de mayo.
Tú me has enseñado que debo ser rápida recogiendo las cosas del suelo si no quiero ir corriendo tras ellas media hora.
Tú me has enseñado a compartir, dejar un poco de carne en los huesos para echártelos en la comida y que menees con más fuerza la cola.
Tú me has enseñado que los besos de un perro se notan más que los de una persona, porque son más grandes.
Tú me has enseñado que los perros pueden guiñar el ojo.
Tú me has enseñado lo que es la empatía.
Tú me has enseñado cuán expresivas pueden ser unas orejas.
Tú me has enseñado qué es expresar la felicidad auténtica cada vez que los viernes te decimos "Noble, ¿quieres ir a Aces?"
Tú me has enseñado que unos dientes pueden romper huesos, pero también saben acariciar cuando juegan.
Tú me has enseñado que el amor más puro que alguien puede esperar es el de su mascota, pues nunca le traiciona, siempre está ahí, siempre le va a cuidar, no importa cuán enferma esté. Y que, si algún día me echo novio (o novia, quién sabe), sabré que es el "verdadero" si me quiere la mitad de lo que me quieres tú.
Me has enseñado todo eso, y mucho, muchísimo más, y yo te lo pago escribiéndote una entrada que simplemente no puede captar lo bueno que eres, no puede, y dos días después de tu cumpleaños, que ni siquiera sabes que lo es.
Pero en mi defensa diré que no habría podido pedir un mejor compañero estos seis años, y créeme si te digo, pequeñín,  que no sabes lo que me gusta que haya tormentas, porque vienes a mí y puedo abrazarte y estrecharte  muy fuerte para que te tranquilices; o que no haya espacio en el sofá, porque tendremos que apretujarnos y te podré acariciar la cabeza y rascar detrás de las orejitas; o tener que dejar las zapatillas medio escondidas porque, si no, tú las secuestras para que yo te pague el rescate de mis carreras tras de ti, mientras corres con las patas abiertas y las orejas gachas, como haces cuando estás contento. No sabes cómo te agradezco la paciencia que tienes, y que no me hayas arrancado la mano después de mil y una veces en que te agarro la cola y te la pongo frente al morro para que corras delante de ella, o cómo me pongo de histérica cuando descubro que tienes una herida, por minúscula que sea.
Eres lo más grande que me ha pasado, yeso que cuando te vi por primera vez, no podías pasar a la terraza porque tus patitas eran demasiado cortas y tu tripita sonrosada  y suave no daba para el pequeño escalón. Me cabías en el brazo, y eso que ahora te puedes poner de pie y alcanzarme en estatura.
Pero la esencia sigue siendo la misma: el mismo bobo que les ladra a los cangrejos, que destroza botellas de agua porque le gusta el ruido que hacen, que les ladra a las bolsas de plástico porque eres racista y no te gustan las cosas negras, a pesar de que  tú eres negro, el mismo al que le encantan los balones de baloncesto y que se harta a correr tras ellos, intentando morderlos, el que me roba las zapatillas para jugar, o se sienta al lado de la mesa mientras comemos para que le demosalgo. Mi compañero, mi hermano pequeño, y mi amor.
Feliz cumpleaños, Noble.
Gracias por este tercio de mi vida, el mejor que he tenido nunca.
No me mires mal cuando baje y te avasalle


es que te quiero un montón.

2 comentarios:

  1. Vale, se puede decir que no ha sido buena idea entrar en tu blog y leer esta espectacular entrada. No ha sido buena idea por la simple razón de que me ha hecho recordar a mi perro y lo mucho que lo quiero, me ha hecho recordar que ya nunca más estará a mi lado, aun sabiendo que ya era muy mayor y que tarde o temprano le tendría que haber dicho adiós, me hubiera gustado que fuera más tarde. Me hubiera gustado poder disfrutar un poco más de él, porque ahora siento que le podría haber hecho un poquito más de caso, que esas muchas veces que venia corriendo hacia mi haberlo aceptado con los brazos abiertos y no haberle dicho un 'quédate quieto y no molestes, que estoy ocupada'. Siento que no le di todo el amor que se merecía y siento que él me dio más de lo que yo merecía. Siento que no fui capaz de apreciar su compañía cuando aún estaba vivo... Me encantaría volver por lo menos 24 horas atrás para disfrutar junto a él cada segundo, cada minuto, cada hora y poderé haber dicho adiós como él se lo merecía ... Ya lo hecho de menos y tan solo hace un día que murió, pero cuando pasas 16 años junto un animal, que más que un animal se puede decir que es como el amor de tu vida, empiezas a percatarte de esos pequeños detallas en el que él era el principal protagonista, detalles 'tontos' pero necesarios para el día a día... Sé que no se me da bien escribir pero tenía la necesidad de explicar esto, lo siento por las molestias:(

    Disfruta de Noble tanto como puedas, ahora que tienes tiempo y se nota mucho que lo quieres:)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ay corazón, no molestas en absoluto :( lamento muchísimo tu pérdida, no quiero ni imaginarme cómo estaré yo cuando pierda a mi pequeñín.
      Pero no te preocupes, ellos son buenos, mejores que nosotras, y perdonan y no guardan rencor, porque quieren sin ataduras y sin más... y eso es precisamente lo que les hace especiales ♥

      Eliminar

Dedica un minutito de tu tiempo a dejarme un comentario; son realmente importantes para mí y me ayudarán a mejorar, al margen de la ilusión que me hace saber que hay personas de verdad que entran en mi blog. ¡Muchas gracias!❤