domingo, 14 de junio de 2015

Terivision: War Horse

2.000 millones de años después, ¡he vuelto! Y traigo una película que vi ayer en la televisión, aunque la había empezado hacía tiempo pero la dejé a medias porque se me hacía tarde. Se trata de:

¡War horse!
Paso de traducirte el título, tienes que ser autosuficiente.
Seguramente la mayoría de la gente empiece el resumen con "War Horse trata la historia de un granjero y su caballo, Joey..." pero yo, simplemente, no puedo hacer eso. Creo que el caballo trasciende a su dueño y, a pesar de que nos pasamos la película preguntándonos si finalmente se reunirán, lo mejor, y más especial, es que apenas abandonamos a Joey unos minutos para saber qué le sucede a Albert, el granjero que lo ha domado y criado y que se separa de él muy a regañadientes, lo cual es de agradecer, dado que la historia, para mí, tiene sólo un protagonista: el propio Joey, el precioso caballo. Es cierto que sin Albert muchas cosas no sucederían, pero, ¡venga! ¿Cuántas veces te encuentras con una película en la que el animal sea tratado como un igual y se le prometan cosas, y se le hable como si fuera una persona? Es gracias a esa "personalidad" que se le otorga al caballo que podemos seguirlo por la Europa (continental) de la Primera Guerra Mundial, sin estar constantemente saltando entre sus distintos dueños y el muchacho que lo espera en Inglaterra.
Pues eso: War Horse, es, básicamente, la historia de Joey, un caballo al que arrebatan de su hogar para ir a servir en la Primera Guerra Mundial, y al que su dueño le promete que le encontrará, a toda costa.
Pero no te equivoques: la película no es lo que te puedes esperar leyendo sólo el argumento. "Oh, seguro que es una pastelada, o algo por el estilo". Ni de coña. No se basa en la típica relación dueño-mascota (si es que a un caballo se le puede considerar una mascota [?]) creada específicamente para hacer que el espectador se enternezca y se le caiga la lagrimilla. Es más una amistad, una historia de superación de los obstáculos para volver al hogar que otra cosa. Altamente recomendable, tanto por no ser lo que puedes esperarte, como por su increíble realización. No en vano tenemos a Spielberg detrás de las cámaras, un hombre que me está llenando la vida de alegría últimamente (no, no me refiero al retorno de los dinosaurios, eso te lo estás inventando tú), y que no da puntada sin hilo. La banda sonora es preciosa, y algunas escenas del final son simplemente magníficas, de esas que te esperarías encontrarte en el museo del Prado pero que, por motivos que se nos escapan, acaban en un cine y, más tarde, en una televisión, en lugar de en la pared de un museo. Con esto me refiero, especialmente, a SPOILER (MÁS O MENOS), selecciona el texto para seguir leyendo uno de los últimos planos de Joey, en el que vemos primero su silueta recortada contra el sol, y poco a poco la cámara se mueve para ir aportándole luz a su figura y pasar del negro absoluto que es su sombra al dorado de su pelaje.
A todo esto tenemos que añadirle un reparto que se defiende perfectamente y unas escenas de guerra que, lejos del gore y del ataque a la sensibilidad que está tan de moda hoy en día, se cubren de elegancia negándote el espectáculo gratuito que es la sangre. Creo no haber visto ni una sola gota derramarse. La violencia está muy controlada para ser una película en la que más de el 50% de la acción se desarrolla en una guerra.
Lo mejor: la expresividad del caballo, al que prácticamente puedes oír pensar. Pero, misterios de la vida, no tiene ficha en Imdb ni aparece en la de la película. Creo que voy a demandar a alguien por discriminación animal.
Lo peor: el actor que da vida a Remus Lupin haciendo de malo de la película. No. No. Y no. ¿No podían haber llamado a Alan Rickman?
Oh, y SPOILER A PARTIR DE AQUÍ el cambio de actitud de uno de los chulos del pueblo. En ese sentido la película se vuelve un poco demasiado azucarada. Tampoco hacía falta que fuese todo de color de rosa, Steven, chico.
La molécula efervescente: Joey corriendo por las trincheras con las expresiones a su espalda, que parecen fuegos artificiales celebrando su existencia.
Grado cósmico: Estrella galáctica. {4.5/5}. Me arrepiento muchísimo de haberla visto ayer por primera vez y no por segunda, o incluso por tercera. No fue tan larga, ni mucho menos, como en un principio me pudo parecer.
¿Y tú? ¿La has visto? Pues... ya deberías saber qué hacer, pero por si acaso...
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