viernes, 13 de septiembre de 2013

Estos somos nosotros.

Entrelacé mis dedos con los de Louis en cuanto llegó a mi lado, y se sentó en la silla adyacente a la mía.
Liam hizo lo propio con Alba, mientras Niall se aseguraba de apoyar bien el premio que les habían dado esa noche.
Louis respiraba con fuerza, como queriendo librarse del alquitrán de los pulmones. Le acaricié despacio el dorso de la mano, suplicando porque no se enfadara.
Liam no abría la boca, y Niall no hacía nada para romper ese silencio.
Noemí, sentada a mi lado, palmeó la otra silla para que el irlandés se sentara con ella.
-¿Esto es lo que se siente?-preguntó Liam. Louis y Niall lo miraron, yo estudié la tabla que les habían regalado. Se la merecían, se merecían las otras que les iban a dar.
Habían arrasado en los Teen Choice Awards. Pero la voz de Liam, simplemente, no pudo con la presión colocada sobre él. Demasiados días dándolo todo, demasiados gritos frente al micrófono, demasiadas horas dejándose la piel para que un público que no hacía más que chillar pudiera oír algo.
Liam se pasó una mano por el pelo mientras Alba le abrazaba el brazo y se acurrucaba contra él.
-¿Así se sintió Harry?
-No lo has hecho tan mal, Liam-replicó Alba. Noemí le lanzó una mirada envenenada.
-Nadie te culpa-contestó ella. Yo habría colaborado de no estar demasiado ocupada intentando controlar la tormenta desatándose dentro de Louis, que se había echado a temblar.
-Estoy muy orgullosa de vosotros, chicos. De los cinco-aseguró la pequeña, y por primera vez en mucho tiempo descubrí que estábamos de acuerdo en algo. Asentí despacio con la cabeza, apreté un poco más los dedos en torno a la mano de Louis, y le miré en silencio.
-No lo...
-No. Se. Te. Ocurra-replicó, alzando un dedo acusador y poniéndolo entre él y yo. Le besé la mano, asentí con la cabeza y me quedé allí quieta, a la espera de que dijeran algo más.
Pero apenas cruzaron unas diez palabras, y todas para comentar los premios, los cuales estábamos viendo gracias a la pequeña pantalla de televisión de los pasillos, por los que no paraba de pasar gente demasiado ocupada incluso para mirarnos.
Cuando Lea Michele salió al escenario a agradecer todo lo que los fans habían hecho por ella después del asunto de Cory, se me saltaron las lágrimas. Por los ojos de casi todos los presentes se resbalaban gotas saladas de despedida a alguien que se había ido demasiado pronto y demasiado injustamente. Cerré los ojos y sentí por primera vez cómo era Louis el que me apretaba la mano a mí, y no a la inversa. Lo miré con una sonrisa de agradecimiento y él me besó la mejilla.
-No sé qué haría si te perdiera.
-Sólo quiero que seas fuerte como lo es ella-repliqué, señalando la pantalla, donde una chica rota, destrozada, que había pasado de planear ir a una iglesia con un vestido blanco para saludar una nueva vida a tener que ir al mismo lugar, con vestido negro, para despedirse. Tenía un nudo en la garganta muy fuerte que apenas me permitía respirar.
Recordé cómo me había enterado de la noticia. Había sido una mañana como otra cualquiera, en la que había entrado a Twitter para ver qué se cocía, cuando lo vi. Un Trending Topic en el que se anunciaba la muerte de Cory, uno de mis actores favoritos de Glee. No le di importancia, porque matar a famosos era una práctica habitual. De hecho, me sorprendía que no me hubieran matado a mí todavía.
Pero cuando me metí en el Trending Topic, picada por la curiosidad que me caracterizaba, y vi el tweet de Demi Lovato, con su perfecto tick de verificación que demostraba que efectivamente era ella, hablando de que lo echaríamos de menos, tuve que llamar a Louis, que estaba en la otra punta del autobús echando una partida a las cartas.
-¿Qué pasa, nena?
-Cory Monteith ha muerto-susurré con un hilo de voz.
Observé indiferente la pantalla en la que enfocaban a un Harry con los ojos rojos, aplaudiendo con toda su alma, y recordé al chaval perdido que se acercó a observar la pantalla de mi teléfono.
Habían sido amigos, habían tenido cierta relación.
Y no había sentido pena por él, porque Harry lloraría a un amigo, pero yo iba a llorar a un ídolo, que podía ser incluso peor.
El discurso de Lea acabó, todos los presentes habían dejado sus tareas para contemplar la pantalla en silencio.
Alguien empezó un aplauso que se encendió como la pólvora, recorriendo todo el lugar, tanto el público, como el escenario, como los pasillos de detrás del escenario.
Nos fuimos sin ver pasar a Lea, algo que me habría encantado, para darle ánimos como pudiera. No la conocía, no nos habíamos visto nunca, pero yo sentía que le debía eso. De parte de todos los fans de su serie, serie que ahora ya no sería la misma. No podría mirar a Cory a los ojos sin pensar está muerto.
Dejé que los chicos me sacaran de allí, muy preocupada, porque era la primera vez que se sentaban separados en una entrega de premios (Harry con Ed Sheeran y Zayn con las chicas de Little Mix, su mano en la de Perrie), y porque jamás los había visto tan serios, tan... decepcionados.
Intentando borrar ese recuerdo de mi mente, abandoné el Staples Center, donde se habían celebrado los premios, y seguí a los chicos al bus.
Quedaban cosas mucho mayores por hacer.


Niall.

Los gritos de las fans ya se escuchaban mucho antes de llegar a la calle del cine, donde decenas de personas habían estado trabajando desde primera hora de la mañana para que todo saliera perfecto.
Me froté las manos, mirando las caras que oteaban el horizonte sin saber dónde estábamos realmente. Nos buscaban lejos, en una alfombra roja vacía, en lugar de mirar a su lado, donde apareceríamos.
El conductor de la limusina iba bastante despacio, deleitándose en la espera. Terminaríamos llegando tarde como siempre; tan sólo esperaba que las fans no se enfadaran por aquello. Siempre íbamos a llegar tarde, no podíamos evitarlo, de modo que estarían acostumbradas.
Zayn apagó su cigarro y abrió un poco la ventanilla, lo suficiente para que saliera el humo pero no lo bastante como para que los de la calle pudieran echar un vistazo a los ocupantes del coche, y provocar la histeria absoluta.
-Hoy será el primer día que Perrie lleve el anillo-murmuró con un hilo de voz, retorciéndose las manos por los nervios. Liam le puso la mano en ellas, tratando de tranquilizarlo.
-No pasará nada.
-Se alegrarán-dijo Harry.
-O harán que me cabree-puntualizó Louis, comprobando que tenía la chaqueta perfectamente abrochada y que nada, absolutamente nada, estaba fuera de lugar en él. Se tocó el rizo que le caía sobre la frente, perfectamente estudiado y hecho por Lou, y sonrió-. Además, Zayn, son fans. Te quieren. No harán nada que pueda hacerte daño.
Zayn se encogió de hombros.
-Es que son tan... posesivas-murmuró con un hilo de voz, asintiendo con la cabeza, satisfecho al haber encontrado la palabra.
-Seguro que no es nada. Siempre hay una minoría que se vuelve loca cuando tenemos novias, pero la gran mayoría suelen o bien apoyarlas o pasar de ellas.
-Mira a Alba-dijo Liam, señalando la ventana, como si las chicas estuvieran allí con nosotros-. No le han hecho nada. De hecho, son muy simpáticas con ella. Cuando la ven por la calle suelen pedirle fortografías, y eso.
-O Eri. La gran mayoría de sus fans son también fans nuestras-Louis se encogió de hombros, como si aquello fuera lo más natural del mundo.
-Y a Noemí muchas la mencionan pidiéndole consejos o preguntando por nosotros-dijo Harry, mirando por enésima vez la pantalla del móvil. Estaba seguro de que esperaba una llamada que le anunciara que íbamos a tener que cancelar la premiére debido a que un meteorito se iba a estrellar contra la Tierra. La dejaríamos para otro día. No pasaría nada.
Y así Harry no se pondría histérico. Nadie comentó lo mucho que nos preocupaba que la película no cuajara, porque algunas cosas habían empezado a ir mal desde los premios en Los Ángeles.
La limusina giró una calle y los gritos subieron de volumen hasta hacerse casi insoportables. Fruncí el ceño y me toqué la nariz. Louis sonrió y me imitó, negando con la cabeza. No, aquello no molaba, no te dejaba ni pensar, nos dijimos en silencio en nuestros gestos patentados.
El chófer se detuvo completamente y Paul abrió la puerta. Los gritos aumentaron aún más. Ya sabían que éramos nosotros, ahora nos tocaba hacer nuestra aparición estelar.
Louis se inclinó y agarró el mango de la puerta antes de que Zayn pudiera empujarlo para salir.
-Tíos, quiero deciros algo.
-Rápido, Louis-le instó Liam, girándose sobre sí mismo para ver las caras que se inclinaban, rojas de furia, hacia los cristales tintados tras los que sabían que nos escondíamos nosotros-. No hay mucho tiempo.
-Quiero deciros que, pase lo que pase hoy aquí, sois lo mejor que me ha pasado en la vida. Vosotros y Eri-admitió, poniendo los ojos en blanco-, pero hoy la protagonista no es ella. No sé qué haría sin vosotros, y estoy orgulloso de todos y cada uno. Tal vez nos caigamos, pero nunca olvidaré que si yo me caigo, vosotros os tiráis al suelo para que yo no sienta vergüenza. Y debéis saber que es recíproco.
Harry se llevó las manos a los ojos y fingió limpiarse unas lágrimas escondidas en ellos.
-Creo que te quiero, Louis-replicó él. Todos gemimos, enternecidos. Liam extendió la mano hasta dejarla en el centro del coche. Yo hice lo propio, colocándola sobre la suya. Después, Louis. Luego Zayn. Y, por último, Harry.
-¡HAGAMOS ESTA MIERDA!-bramó como solía hacerlo antes de ir al escenario en el programa que nos unió y nos hizo cumplir todos nuestros sueños.
Zayn empujó la puerta, la abrió, y saltó fuera.
Londres explotó de júbilo.
Lo siguió Louis, saliendo con la mano levantada y saludando igual que hacía el Papa. Le siguió de cerca Liam, que lanzó besos al aire, sonriendo tan ampliamente que parecía que su sonrisa le partiría la cara en unos instantes si no conseguía controlarla a tiempo.
Luego salió Harry, aumentando el nivel de histeria de la ciudad.
Yo fui el último. Salté del coche y alguien cerró la puerta detrás de mí, supuse que era Paul. Abrí los brazos, sintiéndome ligero como una pluma, y dejé que las fans gritaran como locas, celebrando que los cinco habíamos vuelto al lugar donde años atrás se había celebrado la premiére de Harry Potter.
Nos acercamos a un pequeño escenario en el que un presentador con el que ya habíamos trabajado empezó a hacernos preguntas sobre la película: qué podía esperar la gente de ella, cuál era nuestra parte favorita, si había alguna sorpresa que quisiéramos mantener en secreto... las mismas preguntas que estaríamos respondiendo durante toda la tarde.
A continuación, nos condujeron a la parte delantera del evento, donde dejamos que la prensa nos hiciera fotos que llenarían las portadas de las revistas y periódicos más importantes de la televisión.
Y luego nos tocó el turno de ir a ver a las fans, con las que estuvimos firmando autógrafos e intercambiando palabras apresuradas a diestro y siniestro, sin dar nunca a basto con lo que decíamos o hacíamos.
Firmabas un autógrafo y aparecían diez manos más pidiéndote uno.
Levanté la vista un segundo de un póster que una fan alemana había traído justo en el momento en el que Louis se inclinaba y ponía una mueca mientras una fan apretaba el botón de su cámara, inmortalizando el momento. Louis era una verdadero ninja, veloz y flexible como el viento.
Apenas llevábamos diez minutos haciéndonos fotos cuando un mánager vino a buscarnos y nos fue enviando lentamente a la prensa. Louis terminó acompañándome;  sabía que las cosas con Victoria no iban demasiado bien, y la gente estaba al corriente de ello, por lo que las preguntas acerca de si la galesa seguía siendo mi novia parecían prácticamente obligatorias.
Llegamos a una periodista que rápidamente nos contó todo lo que habíamos vivido durante nuestra carrera, como si fuéramos fans nuevos que acabábamos de descubrirnos a nosotros mismos en Internet y que aún no sabíamos cómo se llamaba cada uno de nosotros. Louis asintió, sonriendo, tratando de no echarse a reír, ya que todo aquello le parecía tan estúpido como a mí, y celebró la llegada de Liam con entusiasmo.
-¡Mira quién ha decidido unirse a nosotros! ¡Batman en persona!
-No traigo el traje, Louis-replicó él, echándose a reír. La chica sonrió e inclinó el micrófono hacia nosotros. Una conversación en la que fingíamos estar solos era más importante e interesante que una entrevista en la que nos podríamos volver más fríos.
-Bueno, Bruce Wayne tampoco llevaba todo el rato su traje puesto-contestó el mayor del grupo, bajándole la cremallera de la chaqueta motera a Liam y enseñando una camiseta gris que le habían colocado por debajo. Liam se apresuró a subirse la cremallera, alegando que tenía mucho frío.
-Bueno, chicos, hemos estado hablando con algunas de las fans, y ellas han sido las que han inspirado las preguntas.
-Oh, Dios-comenté yo, llevándome la mano en un gesto teatral a la cabeza y poniendo los ojos en blanco. Todos se rieron.
-¿Estáis preparados?
-Jamás-sonrió Louis, asintiendo con la cabeza, dándole luz verde a la chica.
-Vale, ¿qué haríais para convencer a una fan que lo sabe todo de vosotros y a la que le encantáis que debe ver la película?
-Decirle que salimos nosotros-dijo Liam, pasándole un brazo por los hombros a Louis y poniendo gesto interesante. Me metí las manos en los bolsillos, alcé una ceja y asentí mirando a la cámara.
-Nunca en la vida habría dado con algo mejor que lo que Liam acaba de decir-murmuró Louis, pensativo. La entrevistadora asintió, miró su libreta y preguntó.
-Aunque todos tenéis novia en la banda-leyó un segundo, y luego levantó la vista, barriéndonos con su mirada de depredadora-, ¿qué hace que os fijéis en una chica? O sea, ¿qué puede hacer una fan para atraeros?
-Ser Alba-espetó rápidamente Liam. Solté un amoroso "oh", porque aquello que acababa de decir era muy bonito.
Los ojos de la entrevistadora se posaron en mí.
-Supongo que no tiene que ser perfecta. Me gustan las chicas con defectos, las que me hagan sacar el instinto protector. Necesito querer abrazarlas las 24 horas del día, los 365 días al año-respondí-. Y que sean atrevidas. No me gustan las chicas que se quedan amargadas porque no tienen con quién salir en casa. Quiero que se busquen la vida, que luchen-me encogí de hombros, y miré a Louis, que carraspeó.
-Supongo que la broma de las zanahorias ya está demasiado usada-meditó un instante, haciendo que nos echáramos a reír. Todos los periodistas que estaban a nuestro lado, estirando los micrófonos de forma que nos escucharan bien, sonrieron ante su ocurrencia. Daba gusto ver que la gente sabía de qué hablábamos-. Me ha gustado eso que has dicho, Niall...-empezó.
-No voy a dejar que me lo copies.
Alzó las manos al cielo.
-¿Sirve la gilipollez de Liam y yo no te puedo copiar a ti? A mí no se me da bien pensar-sacudió la cabeza, el rizo que se había hecho bailó a su alrededor-. Bien, supongo que a mí me gustan las chicas que no se toman la vida demasiado en serio. A mí, para conquistarme, hay que hacerme reír-musitó, mirando al suelo-. Lo que a todo el mundo, ¿no?
La chica asintió.
-Y eso, ¿ya lo tienes?
-¿Me estás invitando a hacer algo que no deba, muñeca?-contestó Louis, devolviéndole una amplia sonrisa que habría echado para atrás a la más vanidosa y difícil de las mujeres. Ella se echó a reír, se sonrojó un poco y se tocó el pelo-. Sí, lo tengo.
-Eri es igual que él. La única diferencia es que ella es lista-dijo Liam, y yo asentí con la cabeza, señalándolo. Louis le lanzó una mirada envenenada.
-¿Vas a robármela?
Liam se encogió de hombros.
-Te la regalo-espetó con sarcasmo, y cada vez que Louis utilizaba aquel tono casi preferías que te diera una bofetada. Sonrió, le acarició la cara a Liam-. Eres tan guapo-suspiró, y se giró hacia la chica-. Sí, Eri es muy como yo.  Creo que eso está bien, aunque también hay cosas en las que somos totalmente diferentes. Por ejemplo, tengo que sacarla a rastras de casa, porque si no ella no quiere salir. Es una ermitaña. Habrá que quererla así-respondió, encogiéndose de hombros, pero hasta el más imbécil habría visto la chispa que cruzó sus ojos cuando pronunció el nombre de su chica-. Y ella no se toma a sí misma demasiado en serio, está continuamente haciéndome reír... con ella la vida merece la pena. Porque, muñeca, vivir una vida en la que no te lo pasas bien, no te ríes, ¿es realmente vivir?
Esperó a que la chica contestara, pero ella estaba demasiado concentrada en hacer las preguntas como para contestarlas. Él negó despacio con la cabeza.
-Yo creo que en el fondo todos buscamos eso. Alguien que haga que vivir realmente merezca la pena. Y yo he tenido la suerte de encontrar a ese alguien muy pronto-sonrió, metiéndose las manos en los bolsillos de la chaqueta que su novia le había regalado en su aniversario, y alzando los hombros-. Eso, y que te rías. Y por eso nos deben de querer tanto.
Asentí con la cabeza.
-Estamos haciendo el tonto todo el rato, la gente se ríe, y entonces les gustamos porque les hacemos reír. Es así de simple.
-Gracias, chicos, por esta confesión-dijo la entrevistadora, sinceramente agradecida-. Me alegro de que seáis tan sinceros y de que veáis la vida de esta forma.
Nos alejamos de la entrevistadora, y fuimos pasando por más y más manos, siempre haciendo el indio, siempre siendo nosotros, diciendo tonterías. Hubo un momento en que nos conectaron a los altavoces que llenaban la calle de música y a Louis no se le ocurrió otra cosa que sacar el teléfono, acercarlo al micrófono por el que nos estaban escuchando, y poner She's not afraid.
Los cristales más débiles de aquella calle no sobrevivieron a la reacción de las fans, que se pusieron a dar gritos instantes antes de que Harry diera comienzo a la canción con su solo.
Me giré para mirar a Zayn y Harry, que estaban separados de nosotros, haciendo entrevistas en equipo, y justo ellos se dieron la vuelta y miraron a Louis.
Una sonrisa pícara, consistente en la elevación de la comisura de la boca de Zayn, demostró que no estaba nada bien que Louis picara a la gente que nos daba de comer de esa manera, pero él y yo estábamos demasiado ocupados bailando al compás de un vals, pasando olímpicamente del ritmo de la canción, como para tener eso en cuenta. Liam se encargaba de sujetar el micrófono y el teléfono uno frente al otro, de manera que no se interrumpiera la música, pero apenas conseguía tener las manos extendidas y no reírse a carcajada limpia.
Fuimos pasando de periodistas a periodistas, contestando con tonterías, hasta que llegamos a unos españoles. Y, como siempre, nos pidieron que dijéramos algo en español para las fans que estaban en los preestrenos de España.
-Deja hablar al experto, Louis-dijo Liam, poniéndole el dorso de la mano al mayor de nosotros en el pecho y sonriendo. Me eché a reír.
-Venga, irlandés. Demuéstrales cuánto español habla esa boquita.
Carraspeé, intentando aclararme la garganta, y me incliné hacia le micrófono.
-¡Tenemos los mejores fans del mundo!
Louis y Liam asintieron con la cabeza. Las chicas les habían enseñado suficiente español para entender aquello.
-Yo soy español, español, español, español, yo soy español, español, español, español.
Los chicos negaron con la cabeza y me terminaron arrastrando lejos del micrófono.
Volvimos a juntarnos para que nos hicieran fotos y sentí cómo unas manos me acariciaban la cara y me tapaban los ojos.
-¿Quién soy?
-¡Noemí!-grité yo, girándome. Ella asintió con la cabeza y me abrazó. Llevaba un vestido de tubo negro, que la hacía más alta y delgada. Louis ya se había acercado a Eri y le había dado un beso en la mejilla, aprovechando para acariciarle también la cintura. Ella iba con un vestido tan corto como el de la más pequeña, pero azul, que me recordó mucho al que había utilizado Alba en el cumpleaños de Liam, casi un año atrás. De un solo tirante, y con los costados negros, a modo de costura que se estiraba.
Busqué con la mirada a Alba, que ya entraba cogida de la mano de Liam al cine. Iba con un vestido mucho más sencillo, de color rosa anaranjado, que me recordó a la salida del sol.
-¿Qué tal todo?-preguntó Noemí, acariciándome los brazos y mirando en derredor, esperando a que Harry terminara de hablar con Ed Sheeran, que había terminado pudiendo venir con nosotros.
Me encogí de hombros.
-Bastante bien. Lo normal. Como todos los días vamos a estrenar nuestra película documental, que habla del éxito que tenemos, uno termina aburrido de tanta rutina-bromeé, poniendo los ojos en blanco. Noemí se echó a reír, los pendientes de brillantes que llevaba colgándole de las orejas chispearon.
-Me lo imagino. Os hemos estado viendo, Niall, y parece que estabas borracho. Eri ha conseguido conectarse a Internet con su portátil-informó, asintiendo con la cabeza, contenta de que Eri hubiera sido terca como una mula y hubiera terminado comprándose un ordenador para ella sola, puesto que los nuestros no estaban para tirar cohetes. Rara vez los soltábamos cuando teníamos un momento para descansar, porque eran la manera más fácil y rápida de encontrarnos con nuestra familia, de manera que Eri muchas veces tenía que sentarse y aprovechar los momentos en los que estábamos trabajando para navegar por Internet.
Y uno de los momentos en los que más disfrutaba la pequeña española era cuando estábamos trabajando y nos poníamos a hacer tonterías.
Lo que venía a ser muy a menudo.
Casi siempre.
Siempre.
Nunca jamás habíamos trabajado sin terminar haciendo el más absoluto gilipollas.
-¿Qué habéis hecho vosotras?-pregunté, sacudiendo la cabeza y estirando el cuello para ver entre la multitud. Distinguí a las dos hermanas mayores de Louis, a la hermana más pequeña de Liam, a la hermana mayor y los padres de Zayn, y a la pequeña familia de Harry al completo.
Más allá, una manada de famosos desfilaba por el cartón de los patrocinadores. En ese momento, las chicas de Little Mix estaban posando, de modo que Zayn ya las estaba esperando para ir a saludar a sus chicas.
Eri se acercó a hablar con Cher, que había podido ir a vernos, de modo que Louis se quedó solo. Fue a hacer compañía a Zayn.
-Oh, nada... mientras Lou nos maquillaba, os veíamos por le portátil de Eri-se encogió de hombros-. Llegasteis sorprendentemente puntuales.
Abrí los brazos.
-Es nuestro estreno. No podíamos llegar tarde-respondí, y por fin vi aparecer a mi madre, mi padre y mi hermano entre la multitud. Sonreí y dejé a Noemí.
-¡MI PEQUEÑO!-bramó mi madre, estrechándome entre sus brazos. A pesar de que le sacaba una cabeza, mamá aún tenía cariño para apañárselas y rodearme por completo-. Dios, mi vida, estoy muy, muy orgullosa de ti-dijo, limpiándose las lágrimas. Papá le pasó un brazo por los hombros. Aunque llevaban años sin ser marido y mujer, seguían llevándose bien.
-Maura, hoy es un día feliz. No llores.
Greg se acercó a mí y abrió los brazos. Lo recibí encantado, y abrí un segundo los ojos, buscando a mi cuñada, Denise.
-¿Y ella?
-Está con tu sobrino. Aún es pequeño para tanto viaje.
-Tío, podías haberte quedado en casa. Lo habría entendido perfectamente.
Una punzada de dolor me alcanzó el corazón. Greg tenía la vida resuelta, había conseguido una familia, una esposa que lo quería y un hijo en el que volcarse, mientras que yo, que se suponía que era el más afortunado de los dos, no sabía qué pasaba con mi novia.
A pesar de saber que era joven y que me quedaba toda la vida por delante, tenía un poco de miedo. Miedo y envidia por mi hermano, porque en el fondo puede que nunca alcanzara ni la cuarta parte de lo que él había conseguido.
-Hoy es la noche de mi hermanito pequeño, y nada, absolutamente nada, nos separará-replicó, revolviéndome el pelo. Me llevé las manos a la cabeza, quejándome porque seguramente Lou me mataría por dejar que destrozara su obrad de arte, pero tampoco era para tanto.
Tomé de la cintura a mi madre, le estampé un sonoro beso que enloqueció a toda Inglaterra, y la llevé hasta la entrada del cine. Pasé al lado de Cher y Eri, que me guiñó un ojo.
-¿Qué haréis vosotras dos?-negué con la cabeza, sonriendo. Eri se echó a reír.
-Estamos debatiendo sobre Nicki Minaj.
-¿Y cuáles son las apuestas?
-Cher dice que es Dios venida a la Tierra.
-¿Y tú?
-Eri dice que ya quisiera Dios ser como ella.
-Es que no creo, tía, lo siento mucho-replicó, echándose a reír. Cher le devolvió las carcajadas.
-No lo digas muy alto, ¿quieres?
-No lo haré, tranquila-respondió Eri-, por cierto, ¿has escuchado la nueva canción de Rihanna? ¿La de...?
Su conversación se fue perdiendo entre el murmullo de la gente a medida que entrábamos en el cine y nos alejábamos de ellas.
Me giré un segundo para contemplar todo lo que había soñado, recordando las palabras de Simon la primera vez que me vio. Era demasiado ambicioso, me creía superior de lo que realmente era...
...pero no había decepcionado a Katy Perry, y eso era importante. Juraría que había leído o me habían contado que iba a estar en la sala, viendo la película con nosotros, pero no estaba completamente seguro. Aun así, ya había recibido tweets suyos, en los que decía que no la había decepcionado. Y me alegraba no haberlo hecho, porque le debía todo lo que estaba viendo allí. Literalmente.
Le debía a ese sí todo lo que tenía en frente. El poder ver el abrazo de Louis y Perrie con mis propios ojos, sin tener una pantalla de por medio. El tener a una muchedumbre coreando mi nombre.
El estar entrando a un cine, llevando a mi madre del brazo, para ver por primera vez la película en la que yo participaba y era protagonista, precisamente por ser quien era.
Paseé los ojos por el lugar, vi mi cara en las pantallas gigantes que había instaladas. Clavé los ojos en la más cercana; estudié mi pelo rubio de raíces oscuras, mis ojos más azules que nunca por la emoción, los lunares de mi cara, mis dientes perfectos...
No eres tan bueno como crees, dijo el Simon de mi cabeza, de mi pasado.
Tal vez, le repliqué, sonriendo y haciendo que toda la ciudad enloqueciera, aunque tampoco era para tanto. No era George Clooney.
Pero, Simon, tienes que reconocer, que me lo he montado bien. Lo he conseguido.
Asentí con la cabeza, saludando, y acompañé a mi madre dentro del cine, esperando que lo bueno acabara de comenzar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Dedica un minutito de tu tiempo a dejarme un comentario; son realmente importantes para mí y me ayudarán a mejorar, al margen de la ilusión que me hace saber que hay personas de verdad que entran en mi blog. ¡Muchas gracias!❤