A veces les tengo envidia a los demás. De cómo se rompen el corazón entre ellos, y aprenden de la vida, mientras yo sigo atrapada en una jaula de oro y cristal, la más hermosa de todos. De cómo sus vidas se enredan y se desenredan, mientras yo apenas no me atrevo a soñar con que las nuestras se crucen aunque sean cinco minutos.
A veces me gustaría ser como ellos.
Pero, ¿sabes? En el fondo, merece la pena.
Al menos, hasta que pierda la Luna por contar las estrellas.
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