Ochenta y cinco.

Feliz cumpleaños a tus bonitos ojos, que lo son por mirar por el bien de los demás.
Feliz cumpleaños a tus bonitos labios, que susurran palabras bonitas.
Feliz cumpleaños a tu equilibrio, el que tienes por saber que en tu caminar, nunca estarás sola.
Feliz cumpleaños a tu enorme necesidad de dar y recibir afecto, con la que naciste y la que nunca abandonaste y siempre trataste de satisfacer.
Feliz cumpleaños a tu definición favorita de la felicidad, "la felicidad es tener salud y mala memoria", la que querrías haber inventado, porque crees que es muy cierta.
Feliz cumpleaños a los pasteles de chocolate, esos eternos olvidados a los que nadie hace caso, a pesar de que hacen muchas cosas por mucha gente; incluso lo hicieron por ti.
Feliz cumpleaños a tus dos manos: a la que tenías para ayudarte a ti misma, y a la que tenías para ayudar a otros.
Feliz cumpleaños a todo lo que sabes, que lo aprendiste a través de las películas.
Feliz cumpleaños a tu belleza, que no está ni en tu vestuario, ni en tu figura, ni en la manera en que peinabas tu cabello.
Feliz cumpleaños a tu vida, que es dura, pues al final te mata; a la que no es teorías y fórmulas, sino sentido común e instinto.
Feliz cumpleaños a tu deseado cuarto en alguna parte, alejado del aire frío de la noche, que contiene una silla enorme, chocolate y una estufa de leña.
Feliz cumpleaños a tu diversión, que sólo llega cuando no obedeces las reglas.
Feliz cumpleaños a tu orgullo por haber estado en un negocio que da placer, belleza y conciencia.
Feliz cumpleaños a los cuentos de hadas que aún leías, y aún te gustaban.
Feliz cumpleaños a la primera versión de ti, la que siempre fuiste.
Feliz cumpleaños a la gente que te hacía reír, la gente más importante del mundo, aquellos que conseguían que hicieras la cosa más importante, pues la risa cura multitud de males.
Feliz cumpleaños a París, que es siempre una buena idea.
Feliz cumpleaños, muchacha que saltó a la fama comiendo bollos mientras observaba un escaparate de la joyería neoyorquina Tiffanys.
No es justo que no estés aquí en tu octogésimo quinto cumpleaños, pero, ¿sabes? Todavía quedamos los que lo celebramos por ti.
Te echamos de menos, Audrey.